1. Introducción Manuel García Docampo MOVILIDAD RESIDENCIAL EN EL RURAL ESPAÑOL

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MOVILIDAD RESIDENCIAL EN EL RURAL ESPAÑOL 1
Manuel García Docampo
Universidade da Coruña
1.
Introducción
Este texto presenta algunas de las principales conclusiones que, hasta la fecha, con datos
actualizados a 2011, pueden colegirse sobre las migraciones interiores en España. Más en
concreto, este texto recoge el comportamiento reciente de la movilidad rural (desde y hacia los
municipios rurales).
Las dos fuentes de datos principales son la Estadística de Variaciones Residenciales y
los Censos de Población (y Padrones Municipales). La información proporcionada por otras
fuentes auxiliares (Movimiento Natural de la Población, Encuesta de Población Activa y
Encuesta de Migraciones) sustenta el análisis presentado. Metodológicamente, se han
geolocalizado los datos secundarios, con el apoyo de un GIS creado ad hoc, al que se han
aplicado técnicas estándar de análisis multivariable.
Las conclusiones se mantienen sobre una secuencia interpretativa que da cuenta,
primeramente, de los parámetros de la movilidad y, seguidamente, de la interpretación de las
pautas observadas en los mismos. Así, el flujo urbano-centrípeto ha dejado de ser significativo
desde los años ochenta, dando lugar a saldos netos positivos para el rural con todos los demás
hábitats (ciudades, periferias, “pueblos grandes”, extranjero). De hecho, las pérdidas de
efectivos totales son producto de un saldo vegetativo negativo, en pirámides muy envejecidas,
en tanto que su saldo migratorio es generalmente positivo. No obstante, la heterogeneidad
interna de ese rural permite descomponerlo en tres subgrupos: uno de ellos, dinámico y otros
dos, amplios geográficamente, más marginales y en proceso de debilitación. La explicación de
tales migraciones deja un tanto en entredicho las clásicas hipótesis contraurbanas, basadas en
preferencias individuales ruralistas, para dar preponderancia creciente a otras de carácter
utilitarista-materialista.
2.
2.1.
Dinámicas territoriales
Cambio de dinámica
A lo largo de las últimas décadas se ha registrado un cambio en las pautas de
crecimiento y de asentamiento de la población urbana, de manera tal que el histórico
1
Este trabajo es parte de los resultados del proyecto de investigación Análisis y Prognosis de las nuevas
Migraciones Residenciales en España, subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación
(CSO2010-16675)
1
proceso de concentración poblacional en las ciudades ha dado paso a otros modelos de
expansión
centrífuga,
reforzándose
los
fenómenos
de
suburbanización
y
desconcentración urbana (Hall, 1988:286-330). Las ciudades compactas tradicionales
generaron nuevos núcleos y grandes espacios colonizados por una edificación en baja
densidad de ocupación. Son áreas periurbanas, con discontinuidades con respecto a la
trama de la ciudad central, pero con estrechas ligazones funcionales e incluso, al menos
en ocasiones, identitarias. En su conjunto, la ciudad central y su periferia, conformará
una nueva entidad territorial con entidad propia, que podemos denominar, Área
Urbana 2.
La transformación del modelo de crecimiento urbano centrípeto en otro
centrífugo invalida algunas de las viejas categorías utilizadas para caracterizar el
territorio. El concepto de ciudad tradicional y su delimitación dejan de ser eficientes si
no consiguen incluir a esos nuevos asentamientos, por lo que es pertinente incorporar y
delimitar “áreas urbanas”. En ellas conviven tanto las ciudades tradicionales como otros
espacios de “ciudad difusa”, con centralidades diversas y morfologías urbanísticas de
variada tipología. Todo el territorio incluido en ese Área mantiene una vocación urbana
y, por tanto, metodológicamente, asumimos el axioma de que los espacios rurales están
todos siempre fuera de ese hábitat. Es precisa esta estrategia conceptual para la
comprensión de los modernos procesos territoriales. Entenderemos, por tanto, que los
nuevos hábitats relevantes son tres: ciudad tradicional, periferias y rurales. Éstos
constituyen el modelo puro, pero, en la práctica, conviene considerar una serie de
espacios repartidos por toda la geografía que funcionan como cabeceras comarcales del
interior y que denominaremos Urbano Menor.
2.2.
Tendencias históricas
Tras el proceso de concentración de población en las ciudades, desde finales del
siglo XX hasta nuestros días, a la luz de los datos recientes, es evidente que ese paradigma
requiera ciertas revisiones. Como tempranamente señalaran Berry o Beale, las grandes
metrópolis comienzan a mostrar síntomas de agotamiento desde los años setenta del siglo
2
Esta se compone siempre de una ciudad (compacta tradicional) y una periferia de la que forman parte
tanto núcleos altos, densos y compactos, como otros formando amplias tramas de viviendas
unifamiliares, adosados y edificación dispersa, diseminada y/o de baja densidad. En todo caso, el
conjunto de esa área es un territorio de vocación urbana, con una estructura social urbana y con una
dinámica propia y, como expondremos, claramente diferenciada del resto. Esa nueva entidad tuvo un
momento de Inicio, otro de Expansión y, finalmente, sería deseable un último momento de Fijación de
su Perímetro.
2
XX en los EE.UU. Poco después es también perceptible la misma tendencia en los países
más desarrollados de Europa (Vining and Kontuly, 1978). Esto inicia un período de enorme
euforia contraurbana, en el que la desconcentración aparece ligada tanto a las
modificaciones de la estructura productiva (transportes incluidos) como a preferencias
individuales, siempre bajo una sospecha de crisis y declive urbano 3. En aquel momento se
pensaba que se trataba de una nueva fase, duradera, de las dinámicas demográficas
territoriales. Se suponía que se había producido un auténtico “clean break” con el pasado.
No obstante, aquellas primeras interpretaciones son algo confusas, fundamentalmente por
las lagunas en la delimitación de lo exurbano (entendido ampliamente como rural o,
simplemente, como “no metropolitano”), incluyendo ciudades pequeñas, rurales integrados
en regiones urbanas o incluso espacios netamente periféricos de las ciudades. Se iniciará
entonces un debate sobre el ámbito en el que realizar los cómputos de los saldos y
crecimientos, bajo la sospecha de que se han generado ciertas “ilusiones estadísticas”,
producto de erróneas definiciones del “urbano”.
En detrimento de aquel primer “clean break”, desde mediados de la década de los
ochenta, en el momento de mayor consolidación de las evidencias desconcentradoras, los
datos más recientes comenzaban a mostrar síntomas de recuperación y revitalización urbana
en general. La evolución registrada posteriormente por las principales ciudades, acabó
pronto con el optimismo contraurbano. Tras aquellos datos de los setenta, en la década
siguiente, las áreas metropolitanas norteamericanas ganan más población que las no
metropolitanas 4. Lo registrado en los setenta se interpretó, desde determinadas posiciones,
como una excepción a la tendencia urbanizadora, más general (Frey, 1993). Entre sus
postulantes se generalizaba la idea de que las ciudades tenían períodos de “vacas gordas” y
otros de “vacas flacas”. La historia había registrado un período de crisis del que la ciudad
resurgiría para imponerse como hábitat dinámico por excelencia. Peter Hall (1980), Leo
Van den Berg y R. Drewett (1982) entre otros, ilustran esa visión cíclica, en la que tras el
desorden, las fuerzas prourbanas devuelven estabilidad a la dinámica del sistema territorial 5.
3
Algunos analistas llegan a entender la ciudad como resquicio de una sociedad industrial obsoleta, a la
que estaba sustituyendo una nueva sociedad postindustrial que generaba otra estructura territorial.
Storper y Manville, sintetizan aquel marco argumentativo con las siguientes palabras: “The cities were
the jetsam of another age, vertical settlements in a horizontal world, artifacts of a time before distance
died. They were not where people wanted to live and were no longer where they had to work”
(Storper and Manville, 2006: 1248).
4
Entre 1980 y 1990 las áreas no metropolitanas norteamericanas ganan un 2,7% frente al 11,8% de las
metropolitanas (Bureau of Census). La reversión de los ochenta se extiende, además, por muchos
otros países occidentales .El “turnaround seemed over, destined to have been a short-term
aberration” (Long et al., 1997: 1355).
5
La “Teoría cíclica”, especialmente, definirá unas fases de desconcentración a la que finalmente seguirán
otras que acabarán en la de reurbanización (Parr, 2012).
3
Cuando las aguas parecían, no obstante, encauzadas, desde las perspectivas teóricas
más urbanas, en los noventa, los pequeños towns registran saldos mucho más favorables
que las grandes ciudades, al menos en buena parte de las sociedades más industrializadas.
En USA es percibido un revival nonmetropolitan a mediados de la década 6 (Beale, 1997;
Long et al., 1997). En otras partes, la diversidad comienza a manifestarse y países que
anteriormente registraban crisis urbana, cambian y vuelven a mostrar evidencias claras de
concentración, como Austria, Suecia (Champion, 1992), Bélgica, Alemania o USA (Frey,
1995); sin embargo, son muchos también los que muestran síntomas de desconcentración:
Canadá (Dahms et al, 1999), Dinamarca, Francia, Irlanda, Italia, (Champion, 1992). En este
momento, se viven dos interpretaciones diferentes. Por un lado, la esperanza de los
contraurbanos, quienes visualizan una vuelta a la senda de los setenta, rota en la década
anterior, pero entendido ese retroceso como un último “coletazo final” antes de la crisis
definitiva y fatal para las ciudades; por otro, se insiste en el cuestionamiento de la
interpretación contraurbana, insistiendo en que lo que crece son, principalmente, y en buena
parte de los casos, las coronas y suburbios de las ciudades. Además, para complicar el
modelo, se asiste a un proceso de regeneración de las ciudades centrales (inner city).
Sin embargo, a finales de los 1990s, el flujo de migración neta entre los US
nonmetropolitan counties y los metropolitan, que había sido favorable a los primeros
durante la primera mitad de la década, cambia y se hace favorable a las principales
ciudades. Así los detectan tempranamente Beale, (2001) o posteriormente Johnson et al.,
(2005). Se inicia, así, un nuevo cambio de tendencia, a favor de la tesis prourbanas.
Con el nuevo milenio las evidencias de reurbanización 7 se hacen más patentes,
tanto en Europa (Bromley et al., 2007; Cheshire and Gordon, 2006; Turok and Mykhnenko,
2007) como en América. El ajuste al modelo teórico de la secuencia cíclica de Van den
Berg et al. (1987) parece bastante aceptable (Parr, 2012); si bien, desde determinadas
posiciones, se insiste, ahora con más claridad, en la simultaneidad de determinados procesos
(Couch et al., 2005; 2002; Turok, 2007) e incluso en la tendencia a la estabilización de
todos los hábitat (Haase et al., 2010). No obstante, que la reurbanización en Europa era un
hecho había sido defendido por las investigaciones previas como las de Lever (1993),
Cheshire (1995) o Ogden and Hall (2000) y, referido a contextos internacionales más
amplios, por Premius (2003), Buzar et al. (2007) y, aunque más escéptico, Champion
(2000) 8.
6
Beale et al., (1990) atisban una “nota de optimismo” en los datos de los últimos ochenta.
Bajo esa perspectiva se reproducen los titulares; urban renaissance, Revival of cities, Urban resurgence,
etc. (Haase et al., 2010).
8
Ver páginas 154 y 158.
7
4
El análisis histórico y empírico ha permitido constatar que la serie de cambios
vividos desde el “clean break” pasarían por la siguiente secuencia 9: Hasta los años ’70,
concentración urbana en las ciudades, acompañada de procesos de suburbanización. Desde
los primeros años ’70 se registra un fenómeno que podría denominarse (siguiendo la
terminología de Beale) como “nonmetropolitan turnaround” caracterizado por los
incrementos de población de las áreas no metropolitanas e, incluso, por una migración con
destino a las mismas; A esa fase sigue otra de “turnaround reversal” que domina el
panorama en la América de los 80s en la que las áreas no metropolitanas suavizan
considerablemente su crecimiento y el saldo migratorio se cambia a favor de las áreas
metropolitanas. Pero en los ’90, la tendencia vuelve a cambiar, registrándose un “rural
rebound” en la que, en general, “las tasas de las áreas no metropolitanas son más elevadas
que las de las metropolitanas” (Fuguitt et al., 1997: 2). Finalmente, también a lo largo de la
primera década del siglo XXI parece haber cambiado nuevamente la tendencia hacia un
“Rural Rebound Reversal” (Albrecht, 2010), asemejándose más a la pauta de lo ’80.
3.
Consideraciones metodológicas.
3.1.
Analogía entre áreas no metropolitanas y rurales.
La recurrida utilización de las categorías U.S Metropolitan versus Nonmetropolitan
10
areas ha generado mucha controversia en el análisis de las tendencias reales. En ocasiones
se ha derivado cierta analogía de las mismas, y de sus saldos, con los espacios rurales y
urbanos. Los datos que se extraían del análisis de esas categorías se etiquetaban,
frecuentemente, bajo el epígrafe “rural turnaround”. Incluso en las hipótesis más
contraurbanas, el “clean break” significaba una cierta victoria del mundo rural sobre el
urbano (Blackwood and Carpenter, 1978). La humanidad parecía haberse percatado de que
el modo de vida rural era preferible y estaba cambiando su hábitat en aquella dirección
(Vining and Strauss, 1977). Sin embargo, aquella analogía encierra tres tipos de problemas:
1º) las áreas no metropolitanas incluyen tanto a espacios urbanos (ciudades incluidas) como
rurales; 2) que un county sea considerado en un censo como no metropolitano no implica
que vaya a ser así en el siguiente 11, produciéndose modificaciones por expansión de un área
metropolitana existente o por generación de una nueva área metropolitana a partir del
9
En este caso, temporalizada para la evolución de las dinámicas en USA. En otros países europeos, la
secuencia es posterior.
10
La utilización de las categorías metropolitanas tiene ya una larga tradición en los USA y se remonta al
Censo de 1950.
11
Tal como se deriva del los datos de U.S Census Bureau, entre 1960 y 2000, 412 counties han cambiado
de categoría no metropolitana a metropolitana (un cambio, por tanto, que afecta al 13,4% de los 3.068
counties).
5
crecimiento de un área urbana “no metropolitana”; 3) En las categorías no metropolitanas
hay counties adyacentes a las áreas metropolitanas que pueden estar localizando una parte
del crecimiento no metropolitano.
De hecho, todas las evidencias que se mostraban sobre el crecimiento no
metropolitano de la década de los setenta se pusieron pronto en entredicho bajo la sospecha
de que medían mal la “no metropolitanización”. La razón fundamental se centraba en que,
tal crecimiento, más que en el rural, se focalizaba en territorios periurbanos, próximos o
formando parte de las coronas suburbanas. Ya tempranamente Fuguitt et al., (1975), Vining
and Strauss (1977) o Gordon (1979) perciben como la contigüidad con las áreas urbanas es
relevante para entender la localización del crecimiento de los pequeños asentamientos. Las
críticas por esa generalización ruralizante de todo el no metropolitano se hicieron más
patentes en la década de los ochenta (Hall, 1980; Fielding, 1986) erosionando
considerablemente la credibilidad del paradigma contraurbano. A partir de los noventa
comienzan a aparecer algunos análisis muy concluyentes al respecto (Fuguitt et al, 1997;
Long et al., 1997; Johnson et al., 2005; Wang, 2006) de los que cabe extraer una clara
conclusión: en el caso norteamericano, la mayor parte del crecimiento poblacional de la
segunda mitad del siglo XX se focaliza en counties “new metropolitan”; es decir, que
pasaron de ser no metropolitanos en los setenta a metropolitanos en algún censo posterior.
El trabajo conjunto de Johnson, Nucci and Long (Johnson et al., 2005) es
especialmente elocuente. Dividen los counties de U. S. en cuatro grupos. Por un lado, los
nonmetropolitan que permanecen en esa categoría tanto en el censo de 1963 como en el de
1993. En segundo lugar, los que cambian a la categoría de metropolitanos, denominados
“New metro”. A su vez, dividen a los metropolitanos en dos grupos, dando lugar a una
tercera categoría de counties ya densamente poblados en 1963, los “Core metro”, y,
finalmente, una última reservada para los metropolitanos no muy densamente poblados en
1963 (los “noncore”. De su estudio pueden extraerse dos conclusiones relevantes: 1ª) El
crecimiento de los setenta se concentra en counties que, en censos posteriores, pasarán a ser
considerados como metropolitanos (“New metro”); 2ª) El rebound rural de los ’90, sin
embargo, si puede constatarse con los datos empíricos que presentan, reflejados en el
crecimiento de los counties nonmetropolitan que supera, no sólo al core, sino incluso a los
noncore. También es cierto que ese ciclo comienza finales de los 80 y finaliza claramente
en la segunda mitad de los ’90.
6
3.2.
Propuesta metodológica: espacios y métricas.
En la versión más simple, y también más útil desde un punto de vista teórico, los
espacios relevantes son tres: la ciudad compacta tradicional (core), las periferias suburbanas
(ring) y el resto, dominado por espacios rurales (rural). A pesar de la enorme simplificación
que supone, priorizando criterios de parsimonia, esta tríada permite entender las hipótesis
alternativas teóricas de una manera eficiente. Obviando la evidente diversidad interna de
cada hábitat, puede intuirse sin gran dificultad el referente semántico que los caracteriza.
Cada uno, a su vez, puede crecer o decrecer independientemente del comportamiento de los
demás, lo que permitirá elaborar una serie limitada de combinaciones 12 (presentadas en la
Figura 1), cada una de las cuáles responden a un tipo de dinámica diferente.
El análisis de las transformaciones territoriales precisa considerar, de ese modo y
más allá de la dicotomía clásica rural-urbana, una nueva componente suburbana periférica.
Esta puede registrar comportamientos independientes de los espacios rurales y las ciudades
convencionales. Diferenciando, pues, de forma simplificada, los espacios en esos tres
grupos (Ciudades Compactas Tradicionales, Periferias y Rurales) e identificando en cada
uno de ellos sólo dos posibles dinámicas (crecimiento o decrecimiento, simbolizados,
respectivamente, con el sigo + ó -), las posibilidades o hipótesis alternativas son 8, que
adoptan convencionalmente 13 las denominaciones señaladas en la Figura 1.
Figura 1.
Alternativas teóricas de dinamismo territorial
Periferias
Rurales
Denominación del proceso
Nº
Ciudad
1
+
+
+
Equilibrio desarrollista
2
+
-
-
Concentración (Reurbanización)
3
+
-
+
Equilibrio Preindustrial. Dicomonía urbano-rural
4
+
+
-
Suburbanización
5
-
+
+
Exurbanización
6
-
+
-
Desconcentración
7
-
-
+
Contraurbanización
8
-
-
-
Regresión generalizada
Fuente: Elaboración propia.
En cada momento histórico son perceptibles pautas dominantes diferentes. Así, en la
sociedad feudal se registraba un “Equilibrio Preindustrial”, con crecimientos tanto de las
12
En realidad, permutaciones con repetición, de 2 elementos (Crece o Decrece, –simbolizados en las
tablas 1 y 3 por + y -), tomados para cada hábitat (que son tres: Core, Ring y Rural). Llamando n al
número de elementos y r a los casos que tomamos, el cálculo de las posibilidad es nr=23=8
13
Pacione, 2001: 80; también, Van den Berg, 1982; Dematteis, 1988; Elliot, 1996; Parr, 2012.
7
ciudades como de los espacios rurales. En esa primera fase 14, las tasas de crecimiento entre
los diferentes hábitat territoriales están bastante equilibradas (De Vries, 1995). Wrigley
(1995: 101-12) señala que el cambio se produce con la industrialización pero alerta sobre la
posibilidad de que en un primer momento, la industrialización pudo suponer un freno al
crecimiento urbano, aunque superado ese período, el crecimiento sería claro.
Está bastante consensuado que la secuencia habitual derivó en esa segunda fase de
concentración de la población en las ciudades, en detrimento de los espacios rurales. Hasta
ese momento, lo que podemos denominar como fase característica del Antiguo Régimen
territorial, caracterizada por aquella situación de equilibrio, concluye con un intenso éxodo
rural hacia las áreas industriales, localizadas fundamentalmente en las ciudades.
“Concentración”, primero, en torno a las ciudades compactas tradicionales (Core), y
“Suburbanización”, posteriormente, dando lugar a la aparición de “periferias”. Pero ninguna
de las hipótesis que van de la 1 a la 4, en la Figura 1, responden a la fase de crisis (o
ralentización) del crecimiento de las ciudades compactas tradicionales. En cambio, a partir
del período de crisis perceptible desde los años ’70 del siglo XX, comienzan a registrarse
procesos que encajan en las situaciones de 5 a 8 de la Figura 3 Exurbanización,
Desconcentración, Contraurbanización y Regresión generalizada. Es más, podemos eludir
considerar la última de esas hipótesis, en la que se recoge una situación regresiva que
caracterizaría a territorios en crisis integral 15, pero que no permite arrojar luz ninguna sobre
la existencia de inercias diferentes, según el tipo de hábitat. Nos quedaríamos con las tres
restantes en las que, o bien sólo (o principalmente) crecen espacios rurales
(contraurbanización), o bien lo hacen preferentemente las periferias de las principales
ciudades
(Desconcentración),
o
bien
crecen
tanto
periferias
como
rurales
(Desurbanización). La respuesta habrá que darla tras analizar los datos recientes (y las
prognosis de futuro). No obstante, es relevante retener, desde este momento, la
diferenciación conceptual de esta diversidad de modelos de crisis urbana, en función de qué
tipo de hábitat crece y cuál no.
3.3.
Clasificación de los municipios españoles:
En una segunda fase, tras la anterior presentación de las hipótesis alternativas, se
recurre a incluir un nuevo tipo de hábitat, que se añadirá a los tres anteriores. La razón para
su inclusión obedece a dificultades empíricas de separar nítidamente el urbano del rural,
14
También habría que incluir en esta fase l la Situación 3 de la Figura nº 1, ya que, en realidad, no
significa que todo crezca menos las periferias, sino que, en la sociedad preindustrial, éstas no existen
con ese rol.
15
Por ejemplo, ciudades o entornos sumergidos en fuertes procesos de reconversión industrial.
8
Ello deriva en considerar un hábitat intermedio, denominado aquí, Pequeño Urbano (Antrop
2004: 87). Este incluye espacios (municipios) intermedios, lejos del concepto de rurales
pero con un grado de “ciudad” débil.
Se establece, así, la consideración de cuatro tipos de hábitats, ciudades, periferias,
pequeños urbanos y resto de municipios. Tomamos como base general el Atlas de la
Vivienda del 2007 y sobre el hacemos una serie de modificaciones: 1º- Redefinimos con
criterios estrictos los municipios “ciudad” (Figura 2); 2.- Asociamos a ellas los municipios
que el Atlas de la Vivienda 2007 considero como formando Área Urbana, a los que
denominamos periferias; 3.- Consideramos el resto de los municipios que el Atlas considera
como Pequeña Área Urbana, no periféricos a una ciudad, como Urbano Menor e incluimos
en esa categoría a todos los municipios no incluidos en “Periferias” que tengan más de
10.000 habitantes en el 2010; 4.- El resto de los municipios se incluirá en la categoría de
“Rurales”. La ubicación de cada municipio en una u otra categoría se realiza a partir del
valor del crecimiento de los stocks y, complementariamente, como flujos migratorios
existentes entre ellos. En una fase posterior, el hábitat rural se descompondrá en tres grupos
diferentes: rural manualizado, rural agrario y rural desactivado.
HÁBITAT CRITERIOS DE INCLUSIÓN
Figura 2.
Urbano
Periferia
Menor
Ciudades
Se considera ciudad todo municipio que cumpla los siguientes criterios.
En el año 1910 tuviese una población total de 15000 o más habitantes.
En el año 1930 tuviese una población total de 30000 o más habitantes.
En el año 1981 tuviese una población total de 30000 o más habitantes.
En el año 2001 tuviese una población total de 35000 o más habitantes.
Del mismo modo se considerarán ciudades todos aquellos municipios que sean capitales de provincia aunque
no cumplan los criterios previamente indicados.
Se considerarán como Periferias aquellos municipios que aparezcan incluidos como partes de un Gran
Área Urbana en el Atlas de la Vivienda (2007). En este caso las grandes áreas urbanas se caracterizan
por contar con al menos un municipio de 50.000 o más habitantes y el resto de municipios a incluir
dentro de las grandes áreas urbanas han de tener 1000 o más habitantes
El Urbano Menor, o también denominados Pequeños Urbanos, quedan clasificados por dos criterios:
1. Si tienen 10.000 o más habitantes en el año 2001
2. Si aparecen clasificados como Municipios de Pequeña Área Urbana en el Atlas de la Vivienda 2006
Rural
Resto de los municipios, no incluidos en ninguna de las categorías anteriores, se subdividen en tres
subgrupos: Rural Manualizado, Rural Agrario, Rural Desactivado. Los criterios para clasificar en cada
uno de los municipios rurales en uno de estos subgrupos dependen de su estructura social y laboral. Se
ha seguido un sistema de clasificación automática, según perfiles.
4.
4.1.
Evolución de hábitats en España
La evolución de cada hábitat en España
Desde principios del siglo XX el proceso de concentración de población en las
ciudades fue continuado. A mediados de siglo es perceptible un cambio de pauta con el
fuerte impacto de los procesos de suburbanización, a la vez que también se intensifica el
9
éxodo rural. En la década de los ochenta, la dinámica deriva hacia un reequilibrio de
crecimientos, menos intensos, pero alcanzando a todos y cada uno de los hábitats.
Figura 3.
Evolución de cada Hábitat en España
Tasas de Crecimiento medio Anual 16
Peso porcentual de cada hábitat
Fuente: Elaborado a partir de datos procedentes de los Censos de Población y Vivienda (INE).
La componente migratoria ha sido la causante explicativa de la variación de los
efectivos. Tras el histórico éxodo rural, en el período reciente que se abre a partir de los
años ochenta, las pautas aparecen semiestables. Como es conocido, la fecundidad cae
bruscamente a partir de mediados de la década de los setenta hasta finales de los
noventa. La caída se produce de manera similar en todos los hábitats, aunque la TBN,
aquí recogida (Figura 4), oculta las diferencias de las pirámides de edad de cada uno de
ellos. No obstante, mide mejor la intensidad del crecimiento vegetativo en tanto por mil.
En términos absolutos, sólo el Rural registra un saldo negativo, que comienza a
mediados de la década de los ochenta y se mantiene hasta la actualidad con una muy
lenta tendencia a la reducción en valores que para el conjunto suponen unas pérdidas de
20 efectivos anuales. El resto de los hábitats ganan población por crecimiento
vegetativo. Las periferias han roto con la histórica hegemonía que mantenían hasta la
década de los ochenta las ciudad. La captación de efectivos jóvenes ha redundado en sus
saldos favorables que, para el conjunto, suponen unas ganancias netas anuales de casi
80.000 efectivos. Las ciudades, por su parte, habían registrado una rápida caída de sus
saldos que pasaron de unas ganancias netas de más de 200.000 efectivos anuales a
principios de los setenta a registrar valores negativos a finales de los noventa. Sin
embargo, con el nuevo milenio, han vuelto a los valores positivos, con unas ganancias
totales en torno a 30.000 efectivos. Por último, los municipios que englobamos en la
16
Las tasas de crecimiento medio anual r se han calculado en base a la función r =
l y se
han expresado en tanto por ciento.
10
categoría de Urbano Menor, tienen un comportamiento muy parecido al rural, pero
siempre con valores mucho más positivos que para aquel.
Figura 4.
Saldo Vegetativo y Migratorio en España
Evolución Saldo Vegetativo
Saldos 2001-2010
Fuente: Elaborado a partir de datos procedentes del Movimiento Natural de la Población (Microdatos,
INE) y de la Estadística de Variaciones Residencias (Microdatos, INE).
El saldo migratorio es, no obstante, como avanzábamos, el causante principal de
los crecimientos y decrecimientos de cada hábitat. A mediados de la década de los
noventa, el hábitat rural arroja saldos migratorios positivos. Sólo las ciudades, y muy
puntualmente, registran valores negativos. Aunque ha mejorado mucho, la Estadística
de Variaciones Residenciales recoge sólo una parte de las migraciones interiores. El
método basado en la diferencia entre el stock y el crecimiento permite estimar
variaciones más intensas pero que, en lo sustancial, no modifican las pautas recogidas
en el registro. Las desviaciones más altas se elevadas se producen en las periferias y en
el rural. Aunque no sigue una pauta establecida, a partir de 2002 las deviaciones tienden
a hacerse menores 17.
17
Posiblemente este cambio de tendencia se debe a la incorporación en 2002 del capítulo de emigración
exterior “que tienen en cuenta las bajas por cambio de residencia comunicadas por los
ayuntamientos, las cuales se refieren principalmente a salidas de españoles al extranjero, que se han
inscrito en los registros de matrícula de las oficinas consulares. Así mismo se recogen algunas bajas
de extranjeros, en la medida en que los Ayuntamientos tienen conocimiento de su regreso al
extranjero, que ocurre en un porcentaje desconocido” (Metodología general EVR).
11
Evolución EVR
Figura 5.
Migraciones Interiores en España
Diferencias Stock, crecimiento vegetativo
Fuente: Elaborado a partir de datos procedentes del Movimiento Natural de la Población (Microdatos,
INE) y de la Estadística de Variaciones Residencias (Microdatos, INE).
4.2.
La movilidad residencial en España.
Los crecimientos de cada hábitat son resultado fundamentalmente de su
comportamiento migratorio, aunque, como se ha puesto de manifiesto en la Figura 4,
sólo los espacios rurales tienen saldo vegetativo negativo. No obstante, el saldo
migratorio es positivo en todos los hábitats, rural incluido (Figura 4). Pero también en
este caso, la lógica de la suburbanización y desconcentración urbana rige la explicación
de lo ocurrido a lo largo de la última década. Incluso interpretando el descenso
generalizado del aporte migratorio a partir de la crisis del 2007, estas lógicas siguen
vigentes o, si cabe, con una evidencia más pronunciada.
Figura 6.
Fuente: Elaborado con microdatos de la Estadística de Variaciones Residenciales, como flujo interior (al
menos un origen o destino en un municipio Español).
El importante volumen de migración neta concentrado en las periferias oculta los
pesos relativos de cada hábitat en cuanto a su volumen de población. No obstante,
corregido por su población, el único hábitat que muestra superávit, son esas periferias
de Áreas Urbanas. En ellas, por cada habitante en el 2010, ha llegado otro (en realidad,
12
1,03) a lo largo de la última década. La ciudad, en cambio, muestran un atractivo más
débil (Odds ratio= 0,72). Los espacios rurales, aunque con saldo negativo, moderan esa
reducción al 0,85 (es decir, no cubre el reemplazo y, por cada habitante en el 2010, no
llega una persona, sino 0,85) 18.
Figura 7.
Fuente: Elaboración a partir de Microdatos de las EVR (INE)
El flujo de llegada procede, en buena parte, del exterior (inmigración extranjera).
Además, como ha mostrado recientemente Reher y Silvestre (2009: 828) a partir de
datos elaborados con la Encuesta Nacional de Inmigrantes (INE), son estos los que
mantiene una elevada tasa migratoria interior, en parte por estar constituida en mayor
grado por los grupos de edad más migrantes, en parte por el menor arraigo territorial y
en parte, por la finalidad laboral de su migración. Por ello, la medición de la movilidad
interior está doblemente condicionada por la inmigración extrajera: por el importante
número de altas con aquel origen y por la movilidad de los mismos.
La movilidad residencial en España a lo largo de la última década, 2001-2010,
como flujo de migrantes que se dan de alta o baja en un municipio español, arroja el
siguiente balance:
18
El cálculo de los odds ratios se establece como doble ratio, al dividir el porcentaje de altas en cada
hábitat referido al total de altas en el conjunto de España entre el porcentaje de población de cada
hábitat:
13
Extranjero
Hábitat de BAJA
Extranjero
Figura 8
Flujos Migratorios Brutos 2001-2010
Hábitat de ALTA
Pequeño
Rural
Periferia
Ciudad
urbano
0
759.624
940.214
Rural
Pequeño
urbano
Periferias
134.786
714.817
508.423
612.807
182.375
463.811
453.936
490.671
489.565
738.185
556.884
Ciudad
712.303
898.517
640.378
54
190
165
1519.083 3.575.144
3.100.000
No procede
Total
No
procede
2.071.164 2.489.211
Total
213
6.260.426
844.506
4.168
2.819.507
583.646
332
2.174.771
2.626.824 1.676.568
166
6.088.192
2.554.564 1.016.120
3.202
5.825.084
493
0
1.062
8.356.190 6.610.544
8.081
23.169.042
160
Fuente: Elaboración a partir de Microdatos de las EVR (INE)
De esa matriz se obtienen los Flujos Migratorios Netos entre los 5 hábitats,
como diferencia entre un municipio de origen (Baja) y otro de destino (Alta). Es decir,
el saldo neto del flujo entre dos hábitats es la diferencia entre las Altas y las Bajas en
ambos sentidos. El signo de la diferencia indica el sentido del flujo a favor de uno u otro
hábitat. Gráficamente, la representación de todo ello 19 (Figura 8)
Figura 8.
Flujos Migratorios Netos, 2001-2010, en España (en miles)
Fuente: Elaboración a partir de Microdatos de las EVR (INE)
En un primer nivel aparecen dos flujos: el de extranjeros que se dirigen a las
ciudades y el de extranjeros que se dirigen a la periferia, ambos de más de un millón y
19
El saldo entre dos hábitats Sij se calcula como
, siendo Hi to Hj el sentido de
un flujo entre cada par de hábitats y Hj to Hi el flujo en sentido inverso
14
medio de personas (saldo neto). En un segundo nivel aparece la expulsión de más de
ochocientas mil personas de las ciudades hacia las periferias y, con parecida intensidad,
los flujos procedentes del extranjero que se dirigen al Urbano Menor y al Rural, ambos
con algo más de medio millón de migraciones. El tercer nivel es muy distante y recoge
cifras por debajo de los 100.000, con la excepción de la expulsión de población de las
periferias hacia el rural, que alcanza las 125000 migraciones.
La migración que se ha producido ha sido de tipo residencial y de corto
recorrido modificando la movilidad laboral, tal como se desprende de los datos censales.
Los commuters, cuantificados como aquellas personas que en el Censo de Población del
2001 manifestaban desplazarse habitualmente para acudir a su trabajo a un municipio
distinto del de su residencia, dan lugar al mapa de la Figura 10.
Figura 10
Commuters en España 2001
Fuente: Elaborado a partir de datos sobre “población vinculada por motivos laborales” procedente del
Censo de Población y Vivienda de 2001 (INE).
5.
El rural como protagonista
Los espacios rurales que hemos considerado suponen el 86% de los municipios
españoles, si bien sólo el 17,5% de la población. Su tipología es diversa y aunque otras
clasificaciones son posibles, este trabajo expone una de naturaleza fundamentalmente
estructural y socioprofesional. En ella se clasifican los municipios rurales en tres grupos: el rural
manualizado, el agrario y el desactivado. El primero de ellos está caracterizado por tener una
estructura laboral con connotaciones muy proletarias; el segundo por tener una significativa
presencia de efectivos agrarios y el tercer grupo, el rural desactivado, por el elevado peso de los
inactivos, las personas de avanzada edad y los jubilados. Aunque las clasificaciones automáticas
(cluster analisys) derivaban en resultados muy similares, en este caso se procedió con un
método de “condiciones axiomáticas de inclusión”. Este método consiste en definir los
parámetros y condiciones que debe tener cada municipio para ser ubicado en una u otra
15
categoría. Dichas condiciones están expuestas en l aFigura nº 11 y tratan de reproducir la
filosofía estructural anteriormente expuesta.
HÁBITAT
RURAL
CRITERIOS DE INCLUSIÓN
Figura 11.
Norma general:
Todos los municipios considerados deben cumplir el requisito de no pertenecer a ninguna de las
categorías urbanas (Criterios expuestos en la Figura 2)
Todos los datos de sus estructuras socioprofesionales proceden del censo de Población del 2001
Municipios que satisfagan alguna de las tres condiciones siguientes:
Igual o más del 30% de lo ocupados en ocupaciones manuales o administrativas
Rural
Porcentaje de ocupados igual o mayor al 50%
Manualizado Ocupados manuales o administrativos más parados en proporción superior al 40%
Rural
Agrario
Rural
Desactivado
Municipios con más del 14% de su población ocupada en la agricultura.
Los municipios clasificados en esta categoría y en otras, prevalecerán en ella.
Municipios que satisfagan al menos una de las siguientes condiciones:
Municipios de menos de 400 habitantes
Porcentaje de población mayor o igual a 65 años igual o superior al 50%
Porcentaje de población ocupada inferior al 30%
Porcentaje de inactivos respecto a la población total, igual o superior al 60%
PREVALENCIAS EN CASO DE CONFLICTOS Y ASIGNACIÓN DE NO INCLUIDOS
Cuando un municipio aparezca en dos o más “rurales” se establece el siguiente orden de prevalencia:
En primer lugar prevalecen los agrarios, en segundo lugar los manualizados y en tercer lugar los
desactivados.
En los casos en los que un municipio queda sin incluirse en ninguno de los rurales, se le asignó por
proximidad a los centroides con una técnica de análisis discriminante.
Un pequeño número de municipios, 11, quedó fuera del sistema de clasificación (normalmente por
carecer de información debido a su reciente creación)
El resultado es una clasificación de municipios rurales en grupos de muy
diferente peso, tanto en número como, especialmente, en población. Así, el de los
municipios agrarios es claramente el más reducido, especialmente en población: sólo el
1,35%. Por el contario el rural manualizado acoge a más de 6 millones de personas
(Figura nº 12).
Figura 12
Municipios por Hábitats. España 2011
Nº
Municipios
%
3.017
37,2
1.555.051
3,31
935
11,5
632.912
1,35
3.034
37,4
6.025.681
12,82
Urbano Menor
377
4,6
8.213.644
14,75
Periferia
679
8,4
6.934.689
31,57
Ciudad
66
0,8
14.843.093
36,20
No Procede
11
0,1
17.021.758
0,02
8.119
100
47.021.031
100
TIPO
Rural Desactivado
Rural Agrario
Rural Manualizado
TOTAL
Población
%
Fuente: Elaboración propia a partir de datos referidos a Censo de Población 2011 (INE) y criterios de
clasificación expuestos en Figura 2 de este mismo texto.
16
Las características estructurales de cada hábitat diferencian bien los hábitats
urbanos de los rurales y, en el caso de estos últimos, los tres diferentes subtipos
considerados. Aunque la metodología utilizada para la clasificación se basaba en la
estructura laboral, es pertinente cotejar dicho resultado con otras variables estructurales
en general y de las dinámicas territoriales en particular.
De los tres espacios rurales considerados, el Manualizado se desmarca
claramente de los otros dos que, en buena parte de las variables de evolución, mantienen
un comportamiento muy similar. El tamaño medio de un municipio desactivado o
agrario era de poco más de 1000 habitantes a principios de siglo XX y en la actualidad
su volumen se ha reducido a algo más de la mitad, especialmente en los Desactivados.
Las densidades de estos dos subtipos rondan las 13-14 personas por Km2. El municipio
rural Manualizado, en cambio, por lo general tiene más población en la actualidad que a
principios del siglo XX; aunque no mucha más. Su densidad, se sitúa por debajo de la
media española, pero se distancia claramente del resto del rural (superando las 70
personas Km2), si bien lejos de los espacios urbanos menso densos.
Vegetativamente, todo el rural pierde población, contrariamente a lo que
acontece en los espacios urbanos. El rural desactivado, en mejor posición que los otros
dos, mantiene unas tasas brutas de natalidad en torno al 8 por mil, en tanto que las de
mortalidad superan el 10 por mil. Tanto el agrario como el desactivado registran tasas
de natalidad por debajo del 5x1000 y de mortalidad por encima del 14 por mil.
Migratoriamente, el saldo positivo que mostraba globalmente el rural se limita
tan sólo a los rurales manualizados, mientras que los desactivados y los agrarios pierden
población por ese flujo (Figura 13)
Figura 13
Saldo migratorio por tipo de municipios (6 hábitats)
Fuente: Elaborado a partir de la Estadística de Variaciones Residencias (Microdatos, INE).
17
La hipótesis de que estos espacios mantienen una masa, evolución y
configuración social diferenciada puede sostenerse tras analizar las medias resultantes
(Figura 14).
Evolución
Masa
Figura 14
Medias de cada variable estructural para cada hábitat
Rural
Pequeño
Desactivado Agrario Manualizado Urbano
Ciudad
Año 1900
1.162
1.062
1.710
7.715
3.047
56.712
Año2010
515
676
1.986
18.394
21.860
25.7905
Densidad
Densidad
13,7
14,1
73,0
316,1
1.301,8
2.161,5
Saldos
(absoluto)
Vegetativo 2001-10
-157.809
-28.677
-54.424
159.880
707.856
263.666
Migratorio 2001-10
15.222
-3632
743.177
934.373
2.332.945
751.982
Crecimiento
2001-10
-1,2
-1,2
1,3
2,1
3,6
1,0
Edades
(media)
% <16
7,1
7,5
13,2
16,4
17,6
15,5
% >65
37,4
33,9
22,2
16,4
13,8
17,0
Sin estudios
43,9
37,1
29,5
30,5
21,2
19,5
>Primaria
38,7
40,8
53,3
55,7
64,8
67,2
% Cuadros
2,4
2,5
4,0
4,3
6,1
8,0
% Advos
3,7
3,7
6,2
6,9
9,7
10,1
% Manuales
14,5
12,6
24,0
24,8
25,8
20,3
% Agricultor
7,9
19,4
5,5
4,6
1,9
1,1
% Jubilados
36,1
32,0
25,6
19,7
16,8
17,9
% Ocupados
30,3
39,4
42,4
43,4
46,5
41,6
Media
poblacional
Estudios
(media)
Composición
Periferia
Estructura
laboral
Relación
Actividad
Fuente: Elaboración a partir de datos procedentes de los Censos de Población, Padrones Municipales de Habitantes,
Estadística de Variaciones Residenciales y Movimiento Natural de la Población
El análisis de los flujos abierto tras esta clasificación muestra importantes
matizaciones. El comportamiento de las periferias muestra un doble proceso: de
concentración, absorbiendo efectivos no sólo del extranjero, sino también de los rurales
tradicionales (agrario y desactivado) y, simultáneamente, un proceso de periferización
de la periferia, apartando efectivos hacia espacios próximos, más económicos,
pertenecientes a hábitat clasificados aquí como Urbano Menor (Pequeño Urbano) o
Rural Manualizado. La comprobación de este segundo aspecto es fácilmente asumible
visualizado el mapa de ubicación de estos dos territorios para con respecto a las ciudad
y a las periferias.
18
Figura 15
Flujos de población con los hábitats rurales
Periferias
Ciudades
14
Extranjero
14
7
7
Urbano
Menor
28
19
488
140 11
94
12
Rural
Desactivado
0,6
6.
20
Rural
Manualizado
17
41
45
Rural
Agrario
9
Conclusiones
1. Se han registrado algo más de 23 millones de migraciones interiores 20 a lo
largo de toda la década estudiada (2001-10), incrementándose
paulatinamente desde el millón y medio en 2001 hasta el máximo alcanzado
en el 2006 de casi tres millones de migraciones. Desde entonces, oscila en
valores próximos a los 2 millones y medio.
2. El flujo procedente del Extranjero 21 explica buena parte de las ganancias de
población de todos y cada uno de los hábitats. Hacia las ciudades y las
periferias han llegado (saldo neto) más de un millón y medio (hacia cada
uno de ellos). Por su parte, el Urbano Menor y el Rural también reciben cada
uno de ellos más de medio millón de migraciones netas en toda la década
3. En general, tomando los hábitats de dos en dos, cuanto más grande es el
hábitat, más desfavorable es su flujo. Esto se cumple siempre excepto en
caso de la relación entre el Urbano Menor y el Rural, que es favorable al
primero.
El estudio de la migración como la relación entre una entidad de origen y otra de destino, implica el uso
de la Estadística de Variaciones Residenciales como única fuente que aporta dicha información. No
obstante la fuente depende de un hecho administrativo que es la alta o baja de los registros
padronales municipales. Como limitación más importante de la fuente, para el estudio que se
pretende, ha de resaltarse que no existen datos de alta en el extranjero hasta el cambio metodológico
de 2002.
21
Baja del extranjero es toda aquella variación residencial en la que consta baja en un país que no sea
España y Alta en el extranjero es toda aquella variación en la que figura como alta cualquier país que
no sea España. Como se ha adelantado hasta el año 2002, no figuran altas en el extranjero.
19
7.
4. Aunque las ciudades ganan más por la contribución del flujo exterior, su
importante déficit con las periferias, convierte a estas últimas en las
grandes receptoras de las variaciones residenciales.
5. El único hábitat que, en conjunto y sólo en cantidades moderadas, gana
efectivos de todos los demás, es el Urbano Menor. Esto oculta un proceso
más amplio que tiene que ver con la prevalencia del saldo de las periferias:
la periferización de la población y la expansión de las áreas consideradas
como periferia. Es decir, parte del flujo urbano que no se queda en la
periferia se aleja hasta otros municipios, pequeños, pero urbanos,
ampliando el perímetro del área funcional de las ciudades.
6. El comportamiento del rural es internamente heterogéneo, pero sigue una
pauta que diferencia el rural manualizado del resto, registrando el primero
saldos positivos y los otros dos, negativos. Estos últimos (Rural agrario y
Rural desactivado) registran dinámicas territoriales básicamente similares.
7. La diferencia de comportamientos de los espacios rurales insiste en la
hipótesis de la periferización: el rural manualizado supone una nueva
corona más alejada de la ciudad, pero con cierta accesibilidad desde aquella.
Por ello, supondrá una opción residencial para una población que encuentra
allí un precio y unas posibilidades todavía más adecuadas que en la
periferia.
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