LA AGRICULTURA URBANA EN EL METABOLISMO DE LA CIUDAD: LA

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LA AGRICULTURA URBANA EN EL METABOLISMO DE LA CIUDAD: LA
"BURBUJA HORTÍCOLA" DE BARCELONA Y SUS ELEMENTOS DE
TRANSFORMACIÓN SOCIAL
Renato Marín
[email protected]
Resumen:
El objetivo de esta investigación es definir y comprender la articulación de mecanismos
de innovación social a través de la práctica de la agricultura urbana (AU) y evaluar su
contribución ecológica. Se analizan y comparan una treintena de experiencias hortícolas
en Barcelona mediante una aproximación cualitativa. Para ello se usa una tipología de
casos basada en las características organizacionales, la orientación a valores, ocio o
consumo, escala, participación y otros aspectos. La construcción de la AU como
problema sociológico ha girado sobre distintos intereses dando forma una amplia
variedad de matices teóricos (huertos comunitarios, redes alimentación alternativa,
soberanía alimentaria, autoprovisión de alimentos, etc.). El marco teórico de este trabajo
se nutre de las aportaciones de Foster y McClintock sobre escisiones metabólicas
(metabolic rift) y pone especial atención al papel de la AU como contra-movimiento
protector (como los definió Polanyi) y su fuerza de-alienante. El engarce de los huertos
dentro de la trama urbana es la principal diferencia tanto en términos ecológicos como
sociales, respecto con la agricultura común. Esto condiciona la interdependencia entre
los procesos ecológicos y los sociales y define el escenario donde la innovación social
tiene lugar. Los resultados muestran como la AU tiene potencial corrector en cuanto a la
recuperación de significados y la decomodificación de la comida pero también ponen
encima de la mesa elementos críticos y severas contradicciones en los discursos sobre la
vocación comunitaria y transformadora de la AU.
Palabras clave: Agricultura Urbana, Innovación Social, Huertos Comunitarios,
Escisión Metabólica, Barcelona
*Este trabajo se ha realizado como parte de una tesis doctoral con financiación del
programa FI-DGR 2013 de la Generalitat de Catalunya
La agricultura urbana en el metabolismo de la ciudad: la "burbuja hortícola" de
Barcelona y sus elementos de transformación social
Renato Marín [email protected]
Introducción
Esta comunicación forma parte del trabajo de investigación de una tesis doctoral sobre
Innovación Social y Agricultura Urbana en la ciudad de Barcelona. El objetivo de esta
comunicación es presentar un breve resumen de la construcción teórica de esta línea de
trabajo y someter a debate uno de los principales ejes de discusión que están apuntando
los resultados iniciales: la humanización de la ciudad mediante su re-naturalización.
Primero se contextualiza esta comunicación dentro de las tendencias académicas
en agricultura urbana (AU) e innovación social (IS). En segundo lugar, se define qué es
AU para, a continuación, remarcar sus capacidades transformadoras mediante la
aproximación conceptual de las escisiones metabólicas de McClintock. El potencial
transformador de la AU invita ponerla en relación con el paradigma de la IS que
propone Moulaert y los criterios operativos que define Subirats. Se presentarán la
metodología de la línea de trabajo general de la que nace está comunicación.
Finalmente, debido a la fase actual en la que se encuentra la investigación, se sólo
aportarán algunos hallazgos iniciales y ejes de discusión.
Contexto
En la actual sociedad post-industriales las ciudades están tornándose campo
abonado para la innovación social y la creatividad en estrategias de superación de
desigualdades, el aumento de la cohesión social y el bienestar. Según estimaciones de la
División de Población de las Naciones Unidas, el porcentaje de población urbana
mundial irá aumentando, llegando al 61,7% en 2035 y cerca del 70% en 2050 (POPIN,
2013). No sólo están creciendo las mega ciudades. Más del 35% de la población urbana
mundial vive en ciudades menores de medio millón de habitantes (UN-HABITAT,
2008).
La FAO (FAO-FCIT & FAO, 2011) reconoce los múltiples beneficios de la
agricultura urbana y periurbana. Desde lo micro puede aportar enriquecimiento de la
dieta familiar de los consumidores o la reducción del presupuesto de los hogares
destinados a alimentos o hasta beneficios relacionales. Desde lo macro, propicia el
aumento del capital social de la zona, la planificación participativa del territorio o la
generación de espacios verdes en las ciudades.
Todo ello nos lleva a interesarnos por los elementos de transformación social
que pueden darse en la práctica de la agricultura en contextos urbanos ordinarios. La
hipótesis general es que la agricultura urbana tiene un impacto en el desarrollo local y la
mejora de la vida urbana cuando se incrusta en el entramado social y comunitario de la
ciudad. Y en consecuencia, su valor como instrumento político o como estrategia social
para la sostenibilidad radica en las características sociales y no en las características
técnicas de la práctica.
Se está configurando una agenda de investigación en torno a la agricultura
urbana debido, entro otros factores, al reciente boom de los huertos urbanos en las
ciudades del Norte Global. Para ser precisos, se ha dado un boom de “nuevas” formas
de agricultura urbana, puesto que siempre se ha cultivado comida en las ciudades. La
literatura demuestra que contemplar la agricultura urbana como un fenómeno innovador
reciente es un error(Adekunle, 2013; Kingsley & Townsend, 2006; Orsini, Kahane,
Nono-Womdim, & Gianquinto, 2013; RUAF, 2014). Tradicionalmente han sido un
complemento al trabajo asalariado de los trabajadores industriales y, por tanto, una
práctica informal con poco reconocimiento público y de poco valor político. Los
procesos actuales están resignificando el valor a los huertos urbanos.
La literatura que se ocupa de agricultura urbana en ciudades avanzadas tiende a
abordar cuestiones sobre el capital, los community gardens y demás expresiones de este
boom reciente. Pero no todo el interés en AU se debe al redescubrimiento de los huertos
en el Norte Global. La investigación en agricultura urbana en las ciudades del Sur
Global es más abundante, abarca más áreas como las ciencias ambientales, la agronomía
o los estudios alimentarios y está orientada al desarrollo. Es frecuente que expliciten la
importancia de los factores sociales y hagan referencia a las formas urbanas.
Esta diferencia en las agendas de investigación según las posiciones geosociales,
muestra que existe un nicho interesante que cubrir. Específicamente, en la definición de
la agricultura urbana como herramienta de desarrollo local comunitario en el Norte
Global, y no sólo como un pasatiempo de moda. En definitiva, se trata de definir la
agricultura urbana como vector de innovación social. Si se atiende a las tendencias de
publicación (Gráfico 1), se muestra como en el último lustro ambos campos (agricultura
urbana e innovación social) están despertando un gran interés en la academia.
Gráfico 1 Número de artículos publicados en revistas indexadas en ISI Web of Science
Publicaciones por Año
Agricultura Urbana
Innovación Social
140
120
100
80
60
40
20
0
Nota: Elaboración propia con datos de ISI Web of Science consultado en Noviembre de 2015
¿Qué es la agricultura urbana?
El concepto agricultura urbana describe tanto el cultivo de plantas como la crianza de
animales para el consumo doméstico y la generación de ingresos en las ciudades. Por
otro lado, la agricultura urbana incluye otras actividades interrelacionadas como la
producción y venta de insumos agrícolas o el manejo post-cosecha y la comercialización
de los productos. Las principales características de las actividades relacionadas con la
AU son (Orsini et al., 2013):
 La AU se define como la producción en el hogar o en parcelas en áreas urbanas
o periurbanas. Como tal, en la mayoría de casos es una actividad informal difícil
de caracterizar con datos precisos.
 La AU incluye el cultivo de vegetales y árboles frutales así como cultivos
especializados (hierbas medicinales o flores ornamentales), la producción de
madera, crianza de animales a pequeña escala, apicultura e incluso acuicultura
 Por lo general se lleva a cabo cerca de mercados (sobre todo en el Sur Global)
 Debido a la gran competencia por el suelo, se da en espacios limitados. La
limitación de espacio puede ser un aliciente de innovación técnica y
organizativa.
 Se utiliza el agua de la ciudad y recicla los desechos orgánicos. Por lo tanto,
tiene un papel beneficioso en la gestión de los recursos naturales para un
medioambiente sostenible
 Su producción se suele consumir o vender aún fresca y sin procesamientos
 La mayoría de practicantes en actividades relacionadas con la AU se
caracterizan por un nivel bajo de organización
Sin embargo, de acuerdo con Mougeot (2000), la característica más importante de la
AU no es que se dé dentro de los límites de la ciudad, sino su creciente relevancia en la
textura urbana tanto desde una perspectiva socioeconómica como ecológica. La AU
afecta y es afectada por el entorno urbano en tanto que:
a) Usa los recursos de la ciudad: suelo, fuerza de trabajo, desechos orgánicos y
agua
b) Alimenta a sus habitantes
c) Está fuertemente influenciada por las contingencias del entorno (políticas,
competencia por el suelo, presencia de mercados, tendencias de los precios y
estándares de calidad), y
d) Juega un rol crucial en las condiciones socioeconómicas de la población urbana:
tiene efectos en la seguridad alimentaria, la pobreza, la salud y el
medioambiente.
Las Escisiones Metabólicas
La forma en que se producen, se distribuyen y se consumen los alimentos es reflejo de
las relaciones sociales de nuestra era, del metabolismo social contemporáneo, la
principal característica del cual es la predominancia del mercado en cualquier aspecto
de la vida cotidiana. Polanyi (1957) ya advirtió de los riesgos de la commodification del
suelo, el trabajo y el dinero. Hoy en día, la producción de alimentos sanos, el ocio, el
espacio público y demás elementos de la vida urbana actual, también han caído dentro
de las lógicas de mercado y se han convertido en mercancía (commodities). La
mercantilización conlleva la erosión de las instituciones sociales (normas, costumbres,
códigos, valores) que han regido, protegido y garantizado la reproducción de los
recursos de una sociedad. En consecuencia, actualmente se han perdió parte del valor
cultural de la comida, del espacio natural de las ciudades y de la propia producción
agrícola.
Sobre estos procesos de alienación, McClintock (2010; 2014) analiza la
capacidad de la agricultura urbana como solución a lo que él llama “esciciones
metabolicas” (McClintock, 2010). Identifica tres formas de alienación vinculadas a la
urbanización como expresión del desarrollo del capitalismo (y su sistema agroalimentario industrializado): una disrupción individual, una social y otra ecológica. El
origen del concepto de las metabolic rift se encuentra en la idea de metabolismo social
de Marx y, sobre todo, en los trabajos de John Bellamy Foster (J. B. Foster, 1999; J.
Foster, York, & Clark, 2011) y sus discípulos Clark and York (Clark & Foster, 2009,
2010; Clark & York, 2008), quienes amplían la noción de escisión metabólica. Sin
embargo, es McClintock (2010) quien mejor desarrolla y aplica este concepto en
relación a la agricultura urbana.
a. La escisión ecológica se ha producido debido a la continua búsqueda de nuevos
espacios para la acumulación capitalista. Se ha perturbado las relaciones biofísicas
sostenibles, como los círculos de nutrientes. La producción de alimentos bajo el
sistema capitalista depende de la incorporación de recursos externos al sistema
biofísico del consumo. El potencial de la agricultura urbana para corregir esta
escisión metabólica está en el re-escalamiento de los ciclos de nutrientes y la
reducción de la dependencia de la producción agrícola basada en el petróleo.
Restaurar el círculo de nutrientes mediante el cultivo dentro de los límites de la
ciudad resulta vital para superar la antítesis entre pueblo y ciudad. Por ejemplo, al
dar buen uso de los residuos urbanos como compost.
b. De acuerdo con la concepción marxista del metabolismo social, la escisión
ecológica se da en conjunción con los procesos de la acumulación originaria (la
mercantilización del trabajo y la tierra). La escisión social surge de la interrelación
de los procesos de urbanización, proletarización de la población rural y el sistema
agroalimentario industrial. Polanyi advirtió que la gran fluctuación que pueden
sufrir las mercancías ficticias (la tierra, el trabajo y el dinero) en épocas de crisis
económica, conlleva un alto riesgo de problemas sociales si no hay una moral
económica del apoyo mutuo que oriente la economía. Actualmente estos riesgos son
mayores cuando también se han commodificado la comida, el conocimiento y hasta
las semillas. Muchos se embarcan en la agricultura a pequeña escala en parcelas
marginales de tierra o intersticios residuales entre las viviendas, la industria e
infraestructuras, dentro de la propia ciudad o en su hinterland con un fin de
subsistencia y autoconsumo. Por tanto la agricultura urbana existe en tensión con el
capitalismo, surgiendo como una respuesta estratégica a la escisión social mediante
la explotación de tierras infrautilizadas y el fortalecimiento contra los mercados
comerciales agroalimentarios en áreas empobrecidas, a la par que subsidia la
continua acumulación capitalista a nivel más macro.
c. En el plano micro, la escisión individual se produce cuando impera una percepción
del individuo como algo externo al medioambiente y se alinea de los frutos del
trabajo propio. Se trata de la adecuación del concepto clásico de alienación
(entaüsserung) del trabajo y la naturaleza. McClintock (2010) sostiene que la
escisión individual puede redirigirse, y posiblemente superarse, a través de la AU
más fácilmente que las otras rupturas precisamente porque ésta surge en el plano de
la consciencia individual. Uno de los vectores de distanciamiento entre trabajador y
producto ha sido la racionalización del trabajo y la fragmentación del conocimiento.
Este punto es crucial para la agricultura en general y a la reproducción de la cultura
y el mantenimiento de las prácticas tradicionales. Desde la perspectiva de la
agricultura, una AU tecnificada, impuesta o limitada puede ser negativa en el
sentido que mantendría esa alienación. Por el contrario, si la práctica de la AU es
más personal, más propia, puede tener menor producción pero puede mejorar la
vinculación de los practicantes con su entorno, con el grupo y mejorar sus valores
ambientales. La desalienación respecto tanto al fruto del trabajo como del entorno
biofísico y natural depende de reconectar trabajo y naturaleza. No se trata solo de
alcanzar un contacto directo con el entorno biofísico (el suelo, las plantas, los
insectos, el agua, etc.) sino también de experimentar e integrar el paisaje
circundante, transformándolo en un producto que las personas que lo cultivan
pueden consumir
La propuesta de McClintock pone el énfasis en las dimensiones sociales de la
agricultura urbana en su marco analítico. Este marco ayuda entender la
multifuncionalidad de la agricultura urbana y su contribución en la superación de las
disrupciones en los ciclos ecológicos, su capacidad para recuperar el espacio público y
en la reconexión de los consumidores con su comida y su entorno. La conceptualización
de McClintock es fundamental porque aúna las características formales y técnicas de la
agricultura urbana y sus aspectos sociales. Además su propuesta es un marco conceptual
unitario que da el mismo peso a los aspectos ecológicos y a los sociales. Con su
perspectiva también se consigue superar las diferencias entre Norte y Sur Global a la
hora de definir las experiencias de AU. Lo que no implica rechazar las diferencias que
existen.
Innovación Social
El concepto de IS no es nuevo y no ha tenido una única definición. Ya en los clásicos
del pensamiento social como Durkheim, Weber o Schumpeter se encuentran intuiciones
de lo que más tarde se llamaría IS. Tienen en común la preocupación por el orden social
y la innovación: muy a grosso modo, el cambio de las condiciones de vida mediante el
cambio en las relaciones sociales y su regulación (Jessop, Moulaert, Hulgard, &
Hamdouch, 2013). El concepto ha hecho fortuna en literatura propia de la gestión
empresarial. También se ha intentado emular la innovación social como proceso
semejante a la innovación tecnológica (Moulaert, MacCallum, & Hillier, 2014) Las
visiones economicistas y tecnológicas de la innovación, caracterizadas por su
reduccionismo, dejan el potencial de la IS dentro del esquema del neoliberalismo:
innovaciones con énfasis en eficiencia económica o tecnológica, pero despreocupadas
por las consecuencias sociales. La perspectiva alternativa que aquí se utiliza, que es la
desarrollada por Frank Moulaert (Moulaert, MacCallum, Mehmood, & Hamdouch,
2013), supera el utilitarismo de estas visiones de la innovación.
La innovación social se refiere a la innovación en las relaciones sociales. La
innovación social surge como respuesta al aumento de las desigualdades y los procesos
de exclusión social, movilizando recursos de todo tipo de una forma novedosa. La
escuela de pensamiento de Moulaert ve la IS no sólo en términos de acciones
particulares, sino también en términos de procesos de movilización y participación y sus
resultados medidos en acciones orientadas a la mejora de las relaciones sociales, las
estructuras de gobernanza y un mayor empoderamiento colectivo (Moulaert et al.,
2014). Cualquier forma de IS surge cuando des del espacio institucionalizado (sea
público o privado) no se aportan soluciones suficientemente satisfactorias a problemas
sociales como la pobreza, la exclusión, la segregación o la oportunidad de mejorar las
condiciones de vida. La IS tiene tres características generales: la satisfacción de
necesidades, la reconfiguración de las relaciones sociales y el empoderamiento o la
movilización política. La escala espacial tiene un papel importante en la emergencia y
efectividad de las iniciativas socialmente innovadoras, especialmente en términos de
intervención. Estas tres dimensiones en relación con los problemas ecológicos se
traducen en el rol de la IS en el diseño de alternativas más ecológicas para la
satisfacción de necesidades y la mejora en derechos políticos y ambientales como nueva
forma de ciudadanía ecológica.
La dimensión ideológica de la IS aparece cuando se plantea como una reacción a
los discursos y prácticas de la privatización de servicio e inspira una contra-ideología
basada en la solidaridad. La innovación social orientada al desarrollo humano se basa en
el reconocimiento de la diversidad de las necesidades humanas que deben cubrirse. La
IS también implica en sus procesos la redefinición de las necesidades en el que se deben
atender todas las dimensiones de la prosperidad humana, desde exigencias materiales
hasta estados psicológicos. El proceso de definición de las necesidades es relacional por
definición. Por tanto, la IS promueve la innovación en las relaciones sociales en varias
esferas de la sociedad. Esto requiere una perspectiva ontológica basada en las
contingencias sociales, espaciales y temporales de las relaciones sociales y las
capacidades de las personas para la transformación social (Jessop et al, 2013).
La IS en el contexto de la sostenibilidad está relacionada con cómo los
individuos, grupos y comunidades pueden responder a los problemas surgidos de
prácticas insostenibles y de necesidades sociales insatisfechas, sin perder de vista retos
globales como la degradación ambiental y el cambio climático. La IS para el desarrollo
sostenible se puede representar de dos formas: a) conectando la satisfacción de
necesidades básicas, incluyendo aquellas relacionadas con la mejora de la calidad y
justicia ambiental, con las agendas de sostenibilidad; b) subrayando cuestiones locales y
globales (como la adaptación al cambio climático o la inseguridad alimentaria) que han
sido desatendidas en la literatura sobre IS. Es el caso de este trabajo, que explora las
características socialmente innovadoras de dentro de las distintas formas de agricultura
urbana. La discusión de Mehmood y Parra (2013) sobre desarrollo sostenible están en
consonancia con la aportación de McClitonck (2010, 2013) en el campo de la AU:
reivindicar “lo social” en el análisis de “lo ecológico”.
Criterios de Innovación Social
Más allá de la contribución de Moulaert y los demás autores del reciente The
International Handbook of Social Innovation, en los últimos meses han aparecido otras
aportaciones que, con una definición de IS muy cercana a los anteriores, establecen
unos criterios operativos para el análisis de experiencias de innovación social. Subirats
(en Subirats & García Bernardos, 2015, p. 102) establece diez criterios básicos que
deberían cumplir cualquier caso de innovación social en políticas urbanas:
1) Estrategia, objetivos orientados a reducir vulnerabilidades y fortalecer
capacidades de los actores involucrados
2) Diagnóstico sobre las vulnerabilidades y evaluación de las acciones realizar
3) Transversalidad de la acción, que sea integral, que aborde más de un factor y que
evite el aislamiento
4) Efectividad, que haya resultados tangibles y no circunstanciales
5) Participación y empoderamiento social, que haya implicación de los actores
sociales
6) Pluralismo, gestión y positivización del conflicto, diversidad en los
planteamientos
7) Novedad, creatividad en las temáticas o en la metodología
8) Conectividad, urdimbre, conexión con experiencias similares en espacios o
colectivos.
9) Transferibilidad, que haya condiciones de replicabilidad, instrumentos de
seguimiento e información disponible sobre todo el proceso
10) Escalabilidad, que involucre distintas escalas de conflicto y acción
Subirats y García Bernardos (2015) estructuran estos criterios, que ellos denominan
de “significatividad de innovación social” en un modelo de transformación social con el
que selecciones y analizan ocho de éxito en grandes ciudades españolas.
En general, los proyectos de investigación en IS tienden a centrarse en el análisis y
comparación de experiencias de éxito. Sin embargo, del mismo modo que la actitud y la
práctica que pretende ser socialmente innovadora puede no acabar de serlo, es posible
que unas actitudes y prácticas lo sean sin pretenderlo. Por este motivo, la estrategia de
este trabajo parte de las formas de agricultura urbana y luego analiza dentro de ellas si
se dan y cómo estos criterios de transformación socialmente innovadora.
Formas de Agricultura Urbana
Los proyectos de investigación en IS tienden a centrarse en el análisis y comparación de
experiencias de éxito. Sin embargo, del mismo modo que la actitud y la práctica que
pretende ser socialmente innovadora puede no acabar de serlo, es posible que unas
actitudes y prácticas lo sean sin pretenderlo. Por este motivo, la estrategia de este
trabajo parte de las formas de agricultura urbana y luego analiza sus elementos y
factores socialmente innovadores que se dan dentro de ellas. McClintock (2014) aporta
una tipología de formas más comunes de agricultura urbana (Tabla I), según la escala, el
tipo de organización del trabajo, orientación, mano de obra, etc.
Tabla I Formas de Agricultura Urbana
Formas de
AU
Escala
Orientación
Gestión
Trabajo
Encaje de
Mercado
Residencial
Patío, jardín
Recreo, estética,
jardinería
Individual,
Doméstico
Personal o
Familiar
Mínimo
Parcelas
Parcelas vacías
Producción,
recreo
Miembros del
huerto
Ocasional
Guerrilla
Parques,
bancales,
jardineras
Individual o
Colectivo
Raro
Colectivo
Parcelas vacías,
parques
Valorización y
transgression de
normas
paisajísticas
Creación
comunitaria,
producción
Programa de
Huerto
Comunitario
Individual o
Colectivo
Colectivo
Miembros del
Colectivo
Ocasional
Institucional
Patios,
invernaderos,
espacios vacíos
Institución o
Organización
Estudiantes,
Pacientes,
Presos, etc.
Ocasional
Seguridad
Org. Sin
Voluntarios
Frecuente
alimentaria,
Ánimo de
justícia
Lucro
alimentaria,
educación
Grandes
Producción
Propietarios
Trabajadores
Siempre
Comercial
parcelas,
puede ser en un
patios,
sentido
invernaderos
alternativo)
Fuente: McClintock, N. (2014). Radical, reformist, and garden-variety neoliberal: coming to terms
with urban agriculture's contradictions. Local Environment, 19(2), 147-171. (con modificaciones)
Sin Ánimo
de Lucro
Patios,
invernaderos,
espacios vacíos
Educación,
rehabilitación,
formación
McClintock (2014) ofrece una tipología de las formas más comunes de la
producción urbana de alimentos. En ella presta particular atención a la escala, las
funciones, la gestión y la orientación hacia e integración en los mecanismos de mercado
de cada uno de los tipos. Hay que destacar que se tratan de categorías flexibles. El autor
pretende con ellas mostrar la diversidad de relaciones entre formas de producción,
tierra, trabajo y mercado. En definitiva, “las múltiples maneras en las que la agricultura
urbana sirve como manifestación del metabolismo socio-ecológico” (McClitntock, 2014
p. 149). Esta tipología muestra como la AU opera a diferentes escalas proporcionando
alimentos tanto a individuos como a comunidades tanto mediantes mecanismos
tradicionales de mercados como fuera de ellos.
A primera vista, puede parecer que la IS concierne solo a iniciativas bottom-up
surgidas en contextos particulares. Sin embargo, el potencial innovador puede darse en
muchos espacios de distintas escalas y en la intersección entre las prácticas
institucionales y las prácticas propias de la vida cotidiana. Por este motivo, se han
seleccionado casos usando la clasificación de McClintock pese a que a priori, algunas
formas de AU no son socialmente innovadoras. Puede parecer que no tiene sentido
estudiar las características socialmente innovadoras de una experiencia en principio
individual como puede ser la AU residencial o el huerto industrial peri-urbano
tradicional. Sostengo que la práctica (las actividades de cultivo) si pueden ser
individualizadas, pero no se trata sólo de plantar, sino de otras actividades y procesos
que sí pueden ser sociales y estar basados en la interacción. Por ejemplo, compartir
experiencias con vecinos y otros practicantes, la distribución y el consumo de lo que se
ha producido, la implicación de la familia en el huerto, la asunción de una identidad
nueva o el mantenimiento de una pre-existente ligada a la práctica, la transmisión de
información y conocimiento técnicos y know-how, etc.
Métodos y Materiales
En este trabajo se está utilizando una metodología cualitativa. Partiendo de la tipología
de formas de agricultura urbana de McClintock se diseñó el trabajo de campo. No
obstante, al estudiar elementos de innovación social dentro de la agricultura urbana se
han incluido casos y actores que no están implicados directamente con el cultivo y los
huertos, pero sí que participan de algún modo del “ecosistema” de la agricultura urbana
en Barcelona. Por ejemplo, tiendas especializadas, programas institucionales o expertos.
Estos tipos han servido de guía para estructurar el trabajo de campo. El trabajo de
campo se ha realizado entre los meses de diciembre y abril de 2016. Se ha seguido un
muestreo por conveniencia orientado según un criterio de máxima variación con el fin
de saturar cada uno de estos tipos. La muestra la componen 40 casos, aunque a medida
que el tratamiento de los datos avance, algunos de ellos deberán ser descartados. La
tabla XX recoge los tipos en los que se pueden clasificar los casos y actores recogidos.
Tabla II Tipos y Subtipos de casos del trabajo de campo
Tipo
Subtipo
1 Particular
1.1 Parcela Peri-Urbana
4
1.2 En el hogar
2
2.1 Comunitarias Alternativas
3
2.2 Comunitarias Institucionales
2
2.3 Privadas de Alquiler
1
3.1 Contra-Hegemónico
2
3.2 Extra-Institucional
5
4.1 Equipamientos
2
4.2 Huertos Escolares
4
4.3 Técnicos de la Administración
2
2 Parcelas
3 Colectivo
4 Institucional
Cantidad
5 Sin Animo de Lucro
6 Comercial
7 Expertos
Total
6
6
7
8
8
2
3
40
1) Dentro del tipo particular se incluyen huertos y cultivos pequeños o medianos en
parcelas periurbanas que vienen siendo tradicionales en las ciudades industriales a
cargo de personas (mayoritariamente hombres) de edad avanzada. Es la forma
clásica de la agricultura urbana en las décadas de desarrollo industrial fordista.
También se incluyen pequeños huertos y cultivos en el hogar, ya sea en el suelo, en
terrazas o en mesas de cultivo.
2) En el tipo Parcelas la escala es mayor. Son huertos en parcelas y bancales
individuales de más de veinte metros cuadrados dentro de una misma finca. Hay
casos de parcelas individuales dentro de una finca okupadao un solar den desuso
promovido por actores sociales con una marcada orientación de crítica y subversión.
Entre estos casos está, por ejemplo, los Horts Indignats del Poblenou o los huertos
comunitarios de Can Masdéu. Otro subtipo son los huertos de la Xarxa d’Horts
Urbans de l’Ajuntament de Barcelona dedicado a las personas de mayores de 65
años. Ambos subtipos suelen darse dentro de la trama urbana y tienen espacios e
infraestructuras comunes aunque se gestionan de forma distinta. En los primeros
mediante asambleas y en los segundo por una normativa institucional. El último
subtipos son parcelas de alquiler que han proliferado mucho la periferia de la
ciudad, que tienen la misma estructura de parcelas pequeñas o medianas dentro de
una finca con recursos comunes, pero en este caso están gestionados por una
empresa o un actor privado con fin de lucro. Aunque no estén dentro del espacio
físico de la ciudad, es importante tener este subtipo en cuenta porque sí cae dentro
de las dinámicas urbanas, del espacio social de la ciudad.
3) Los huertos Colectivos tienen origen fuera del ámbito institucional y pueden ser
contra-hegemócias o extra-institucionales. En estos casos es cultivo se da en
bancales, arriates y espacios no individualizados que requieren de trabajos
coordinados colectivamente. Un ejemplo del primer subtipo es l’Hortet del Forat en
el Pou de la Figuera surgido del proceso de lucha vecinal del Forat de la Vergonya
de los años 2000 y que no se ha integrado en ningún programa de la administración.
Por el otro lado, muchos de os casos de huertos que han florecido bajo el programa
del Pla BUITS del Ajuntamiento son huertos colectivos. Son huertos de origen
extra-institucionales porque no están gestionados ni dirigidos por ninguna
institución pública. L’Ajuntament sólo cede el espacio para usos sociales a cambio
de no poner ningún otro recursos. Son entidades sociales, en solitario o de forma
coordinada, que gestionan estos huertos.
4) En los casos Institucionales se han incluido un amplio subtipo de huertos escolares
con experiencias de escuelas de primaria tanto públicas como concertadas, de
institutos de secundaria, con gran variedad de escalas y estrategias y en barrios
distintos de la ciudad.Otro subtipos son los huertos dentro de equipamientos
municipales como un centro cívico o un jardín botánico. En todos los casos, son
huertos de escala pequeña nutrido de los recursos y esfuerzos de la institución y sus
miembros En este tipo también se han incorporado las perspectivas de técnicos y
gestores de programas municipales (Pla BUITS y Escoles + Sostenibles).
5) El tipo de huertos gestionados por entidades sin ánimo de lucro es el más amplio de
la muestra. La creación de subtipos aquí no tiene sentido al no haber pautas en
común. Son casos con variedad de orientaciones, con distintos encajes
institucionales y distintos modelos de gestión y trabajo. Entre ellos comparten la
utilización de la agricultura urbana cómo vector de otros procesos: inclusión social,
concienciación, reivindicación política, etc. Aquí se incluyen casos como los
Huertos del barrio de Porta que están ocupando ilegalmente unos solares de la
constructora Nuñes&Navarro, otros casos del Pla BUITS como un huerto
gestionado por una entidad que trabaja con personas discapacitadas u otro que
promueve las relaciones intergeneracionales entre un CRAE y una residencia de
ancianos, un huerto social para personas excluidas socialmente (personas sin hogar
y expresidiarios/as).
6) Dentro del tipo Comercial se han includo dos casos de proveedores de suministros y
formación. Uno es una tienda especializadas en el cultivo en la vivienda, por tanto,
de pequeña escala. El segundo caso es un blog especializado que también vendía
productos on-line pero ahora sólo se dedica a la divulgación, promoción y
formación sobre horticultura urbana.
7) Por último, se ha entrevistado a varios expertos cómo paisajistas, ingenieros
agrónomos, biólogos y divulgadores para tratar temas que van desde el cambio de
estilos de vida, las condiciones técnicas de los huertos o el rol de las abejas y la
apicultura para los sistemas urbanos.
En la medida de lo posible se han realizado observaciones y entrevistas, además
de análisis documental y tratamiento de información de fuentes secundarias. También se
ha entrevistado a expertos e informantes clave y se han realizado 2 grupos de discusión,
uno con participantes de uno de las experiencias y otro con expertos. En total se han
recogido 10 observaciones sin posibilidad de entrevistas, 38 entrevistas a participantes y
expertos, 1 diario auto-etnográfico de 2 años de duración de un horticultor urbano, 2
grupos de discusión y se dispone de documentos (informes, proyectos, capítulos de
libro, postcast y noticias de prensa) de más de la mitad de los casos. Hay que aclarar que
una entrevista o documento no corresponde necesariamente a un único caso. Esto es
debido que es común que un actor esté involucrado en varios casos. O casos que tienen
valor por sí mismo y además aportan datos sobre otros casos y experiencias. La
estrategia de analizar por tipos y no por estudio de casos concretos vino motivada por
este solapamiento, la complejidad e imbricación de las piezas de información.
Algunos hallazgos iniciales
Cómo se apuntaba en la introducción, el objetivo de esta comunicación era mostrar un
resumen de la construcción teórica de esta línea de trabajo y ofrecer algunos hallazgos
iniciales sobre la temática. A continuación se presentan, de forma sintética, algunos de
los hallazgos destacables hasta ahora. En el momento de la presentación oral se podrá
ofrecer un análisis más detallado y sus correspondientes verbatims ilustrativos.
Burbuja Hortícola
La agricultura urbana está de moda. Los propios actores lo reconocen. Pero las
valoraciones son distintas. Los tipos individuales o comerciales tienen una perspectiva
positiva. Los expertos, los participantes de experiencias colectivas y contrahegemónicas son más críticos. El director de proyectos de una cooperativa dedicada a
proyectos de agricultura urbana social utilizó el término “burbuja hortícola” para
referirse al boom de los últimos años.
El interés por la agricultura ecológica, y por extensión la motivación para la
práctica de la AU, puede darse por motivos egoístas en contraposición a motivos
universalistas. Por ejemplo, cuando se aducen motivaciones y razonamientos
relacionados con la salud y el bienestar personal (que han dado pie a gran mercado) en
vez de otro tipo de motivaciones como puede ser el comercio justo (cuyo mayor
impacto no es sobre uno mismo)
Asociado al aumento del interés de la población en general se ha dado cierto
esnobismo. Esto supone un riesgo. Se generan expectativas irreales entre una masa poco
crítica. Se venden ilusiones que a veces están interesadas. Hay interés pero
desconocimiento. Esto genera nichos de mercado para productos de consumo como las
mesas de cultivo o micro huertos en el hogar, que a su vez son una oportunidad de
generar concienciación y expandir la agricultura urbana. Pero también abre la puerta a la
perversión. Con la moda se han generado un consumo de una necesidad innecesaria que
cae en las mismas dinámicas disruptivas. Se mercantiliza la agricultura ecológica. Uno
de los expertos opinaba que la burbuja hortícola ya está pasando, pero la necesidad de
más agricultura ecológica continúa. Se está pervirtiendo la agricultura ecológica porque
se está reintegrando en el sistema. La solución es re-conocer y el consumo crítico.
Las asociaciones sin ánimo de lucro y las instituciones también caen en el
esnobismo y la moda. Barcelona ha vivido una explosión de huertos escolares en los
últimos cinco años. Sin embargo, el Tercer Sector es muy celoso de sus proyectos y
cuesta abrirlos a cambios profundos. No hay empoderamiento si la promoción de la AU
se da por moda y esnobismo. El empoderamiento se da con participación y dialogo
constante y ajustado a cada proyecto.
La burbuja hortícola también es una oportunidad para la valoración de productos
locales y la recuperación de semillas y especies autóctonas. El refuerzo de círculos
locales viene por la consciencia. Hay poco apoyo de las administraciones locales porque
no han calculado los beneficios de la protección y promoción de productos de la
comarca. Es más frecuente la promoción por el fetichismo identitario local.
¿Colectivo o Comunitario?
En los huertos colectivos, en las parcelas comunitarias no comerciales, las experiencias
institucionales y las pilotadas por organizaciones sin ánimo de lucro uno de los
leitmotiv que se repite es el supuesto carácter comunitario de sus huertos. Es supuesto
porque, salvo en organizaciones sin ánimo de lucro con cierto arraigo y
profesionalización en la materia, nadie evalúa los beneficios comunitarios de la
actividad que desarrollan. Se usa la etiqueta “huerto comunitario” más como
autoafirmación e identidad.
Las experiencias colectivas no son comunitarias per se. Y, al menos
teóricamente, se pueden dar impactos comunitarios de experiencias particulares y
prácticas individuales. Lo público no es garantía de beneficio comunitario del mismo
modo que la iniciativa privada (que no tiene por qué ser mercantil) tampoco impide un
beneficio público. Ante esto, des de experiencias contra-hegemónicas se aportó una
definición mínima: “Es comunitario si la toma de decisiones es colectiva”. Esta
definición lleva implícita una interesada ambigüedad y es fruto de las propias
contradicciones de los movimientos de agricultura urbana contra-hegemónica. Algo
colectivo no siempre es garantía de implicación y retorno a la comunidad.
El mayor hallazgo hasta el momento en esta línea es que el potencial
socialmente innovador y transformador no está asociado a la etiqueta “comunitario”,
porque esta no es garantía de implicación cívica, pluralidad, transversalidad o definición
de objetivos compartidos. El eje que sí resulta determinante es si el proyecto es abierto
o cerrado. Es decir, si hay capacidad de permeabilidad. La discusión entre lo individual,
lo colectivo y lo comunitario es compleja. Son diferentes espacios no jerárquicos. Can
Masdeu hace una recuperación comunitaria del espacio, pero un uso individual de él. La
asamblea de huertos es colectiva pero no comunitaria. La compra de abono es colectiva,
etc.
Los casos socialmente innovadores han sido los que estaban abierto. El clivaje
no es comunitario o no comunitarito, sino abierto/cerrado. Pero no es suficiente la
voluntad, autodefinirse como experiencia abierta, sino el ejercicio de esa apertura (crean
dinámicas pretendidas o no). Por eso los dispositivos de innovación social en AU son
los que crean relaciones reales que antes no existen (o las mejora). Por ejemplo, hay
casos del Pla Buits que lo consigue (La Ferroviària) y otros lo pretende pero no
alcanzan un impacto significativo.
En otros casos se ha dado una fuerte contradicción personalista de los huertos
comunitarios o colectivos. Emergen personas que por ejercer un liderazgo más intenso
(debido a su mayor dedicación, esfuerzo, presencia, inversión o incluso actitudes
tóxicas) acaparan el proyecto y centrifugan a otros participantes que terminan rebajando
su compromiso o abandonando. Lo comunitario deja de ser un elemento crítico a priori.
Gestión de conflictos: escalera de vecinos
A todos los casos se les ha interrogado por los posibles conflictos entre actores. Ha
emergido una comparación recurrente en casos con múltiples usuarios, sean parcelas en
fincas compartidas públicas, ocupadas, alquiladas o huertos colectivos: funcionan como
una escalera de vecinos. Por tanto, la convivencia puede ser estimulada por algunos
factores propios del espacio (normas comunes establecidas, códigos de conducta, etc.)
pero depende fundamentalmente de factores exógenos (el civismo, la adscripción
personal de cada usuario a las normas comunes, el respeto mutuo, etc.). La
consecuencia de esto es que los huertos pueden ser espacios de convivencia para
“entrenar” la buena vecindad y el civismo pero corren el mismo riesgo que cualquier
espacio compartido. Al fin y al cabo, cada huerto refleja a las personas que se ocupan de
él, sus particularidades y los conflictos entre ellos.
Como las parcelas están muy establecidas no hay muchos problemas. Al estar
todo planificado y ordenado desde arriba, desde los usuarios no tienen que tomar
decisiones como colectivo y por lo tanto tampoco existe el coste de esas decisiones.
Pero a la vez es negativo por la falta de autonomía que tienen los usuarios sobre el
espacio, por ejemplo, para encargarse de los espacios verdes de la parcela que no sean
huerto, o de los árboles o de personalizar o customizar el espacio al antojo del grupo
que ahí hay. En cambio en Horta de l’Avi sí que lo permitían, debido posiblemente a
que ese espacio tenía una inercia más antigua. En ese sí pero en los otros no. El lado
perverso de la jaula de Hierro.
Las asociaciones de vecinos son promotoras de muchos de los casos y suelen
poner los recursos vitales para algunos de los casos (sobre todo del Pla BUITS, para los
que ofrecen tiempo, gestión e incluso aval jurídico). La evolución del rol de las
asaciones de vecinos en las políticas urbanas actuales es una discusión muy pertinente.
Pero también son un elemento de freno. Cuando surgen iniciativas que quieren aterrizar
en algún espacio abandonado o desuso de un territorio aparecen conflictos con los
poderes facticos: las asociaciones de vecinos. Por tanto, tienen un rol dual: promotores y
garantes de unas iniciativas y “actor despechado” para otras.
Conocimientos y supervivencia del huerto
Indistintamente del tipo, en la mayoría de entrevistas y casos ha emergido el papel que
juega el conocimiento experto y sus implicaciones. El saber experto, el know-how sobre
agricultura, es condición necesaria para la reproducción del huerto. Si no salen los
tomates, se genera frustración y se abandona. Sin embargo, es la gestión de las
personas, los tiempos, los recursos y las expectativas lo que genera las dinámicas
positivas que garantizan la reproducción del huerto en el tiempo. También es importante
la simplicidad. Aumentar la complejidad con cultivos difíciles o con técnicas o procesos
sofisticados limita el potencial del huerto.
Aparece la figura del experto, “el que sabe”, ya sea por formación profesional o
experiencia y trayectoria personal. Hay una conciencia general de desinformación de los
usuarios que genera curiosidad, sorpresa y motivación inicial. Pero también provoca una
jerarquía. Sigue habiendo un experto que trae el tema, personas que gestionan ese
conocimiento y usuarios que lo aplican. En alguna ocasión se utiliza el conocimiento
experto como fuente de legitimidad de una posición dominante. Según la orientación del
huerto la diferencia de conocimiento puede ser una limitación. Si está orientado a
producir, hay que saber. Si se orienta al ocio o a la reivindicación, hay que dialogar.
Pero hay quienes usan el conocimiento (o mejor dicho la información sofisticada) para
imponerse.
El compostaje no funciona bien en casi ningún sitio por la necesidad de saber
hacerlo bien y el tiempo que requiere todo el proceso. Como los resultados óptimos
tarden meses y necesitan de una gran atención constante (traer residuos orgánicos del
hogar, removerlo, etc.) para el poco rendimiento (siempre es necesario más del que se
consigue producir), es fácil abandonarlo. Sí que es cierto que la insistencia, en los casos
institucionales, de los promotores tiene un efecto en la concienciación sobre los ciclos
de materiales y nutrientes, pero no tiene una traslación eficaz en la práctica. En casos
comunitarios o colectivos donde hay mecanismos para optimizar el compostaje (presión
grupal, tareas compartidas, cantidad de residuos suficientes, etc.) sí que funciona bien.
Los huertos (escolares, comunitarios, colectivos, reivindicativos, etc) actúan
como vector de mejora de la sostenibilidad general (de los centros escolares, del barrio,
del hogar, etc.). Son una excusa para trabajar más y mejor el reciclaje, generar
concienciación y aprendizaje sobre procesos ambientales y promueven el cambio de
hábitos personales e inercias institucionales.
Conclusiones
Tal como muestra la literatura, la AU tiene un gran potencial para mejorar el espacio y
la vida de las ciudades. Ahora bien, resulta interesante atender a cómo lo hace y,
curiosamente, no es mediante el énfasis en la cantidad de producción o los aspectos
ecológicos. A través de procesos organizativos, de gestión, organización y psicosociales
la AU alcanza a interruptores o palancas de cambio.
Los hallazgos iniciales que están surgiendo de este trabajo pueden resumirse en
dos metáforas ilustrativas que han aparecido en el trabajo de campos. La práctica de la
agricultura urbana es como una piedra lanzada en un lago: puede ser un impacto puntual
pero las ondas se van expandiendo suavemente más allá del centro. La otra metáfora
está relacionada con la dedicación y la conexión individual. Un practicante comentaba
que se consideraba un artesano, como un artista, porque un huerto no deja de ser un
cuadro en el suelo. Ambas metáforas ilustran bien como la AU afecta en aspectos
sociales y a nivel individual. En lo social dejándose notar indirectamente más allá de su
centro de acción y a nivel individual conectando al sujeto con su trabajo.
En conjunto, el papel transformador que está teniendo la AU en Barcelona
paradójico. Como apuntaba uno de los entrevistados, aunque es una idea que aparece
con frecuencia: “Con los huertos, con cada vez más verde en todos lados, yo creo que se
humaniza más la ciudad y se hace más agradable”. Parece un oxímoron, pero la
humanización de la ciudad pasa por re-naturalizarla.
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