Juan Ortiz Villalba, profesor de Enseñanza Secundaria. La represión franquista en el magisterio. Miércoles, 30 de noviembre de 2005. Quiero centrarme en un aspecto general que me parece de gran importancia. Yo a esta intervención la llamaría Clericalismo, anticlericalismo y enseñanza en torno a la II República. Trato de acercarme al papel que jugó la enseñanza en aquel marco político y social conflictivo de la II República, las relaciones Iglesia-República-Enseñanza y al papel que jugó la religión, el catolicismo, en el franquismo y, más concretamente en la represión franquista. Habría que ver si la Iglesia fue sólo un instrumento ideológico del franquismo o fue mucho más, por su peso en la sociedad española, sobre todo en la enseñanza, y también por su imbricación en los aparatos represivos del franquismo. España, en el año1931, venía de una honda tradición clerical. Los historiadores estudiosos de la Restauración saben que la monarquía de la Restauración fue un largo periodo de recatolización de España, donde las órdenes y los colegios religiosos crecieron extraordinariamente. Canalejas intentó que no se implantaran más órdenes religiosas en el país con la conocida Ley del Candado, lo que supuso un conflicto tremendo. Se olvida algunas veces que la dictadura de Primo de Rivera acentuó el clericalismo que ya era propia de la monarquía. Llegamos al año 31, a la transición entre la monarquía y la República. Si leemos los periódicos o los discursos de los dirigentes republicanos de la época, comprobaremos que ellos estaban dispuestos a respetar bastante a la Iglesia. No había un programa anticlerical en la conjunción republicana-socialista. Pero el bueno de Niceto, en aquel discurso tan famoso que ofreció en Valencia y en el que se declaró republicano, dijo, entre otras cosas:“la República española tendrá que dar ejemplo de comprensión, de mirar el alma nacional y en su futuro, hoy y en su tradición de los siglos, admitir la representación senatorial de la Iglesia. Y vais a decirme algunos, ¿con el obispo de Valencia? Sí, y con el cardenal de Toledo a la cabeza, que es más en todos los aspectos de jerarquía y reacción.” Y terminaba Don Niceto: “Una República viable, gubernamental, conservadora, con el desplazamiento consiguiente hacia ella de las fuerzas gubernamentales de la aristocracia y de la intelectualidad española. La sirvo, la gobierno, la propago y la defiendo.” Es decir que Don Niceto, que inmediatamente iba a ser el presidente del Comité Republicano Revolucionario y luego del gobierno provisional de la República, propugnaba en la primavera de 1930 una República bicameral, con Senado y representación en ese Senado de obispos y arzobispos. Era una República bastante escorada a la derecha, yo diría que un poco clerical. Pero esta no fue la República que se implantó. La crisis se produjo el 13 y 14 de octubre cuando se discutía el artículo 26 de la Constitución. Una buena parte de los diputados republicanos querían llevarse por delante todas las órdenes religiosas. El propio Azaña, en su juventud, era partidario de esto, sin embargo en aquel debate lo que hizo fue ponerse en el centro. Entonces lo que él propuso y lo que él defendió con el famoso discurso en el que dijo aquella famosa frase, que luego fue tergiversada y malinterpretada, “España ha dejado de ser católica”. La expresión obedecía simplemente a una reflexión intelectual: España ha dejado de ser católica simplemente porque la cultura, la economía y la forma de pensar ya no es la de los siglos XVI y XVII, absolutamente católica. Lo que propuso Azaña fue suprimir el derecho que tenían las órdenes religiosas de ejercer el comercio, la industria y la enseñanza. Cuando Azaña propone esto y, además, la disolución de la Compañía de Jesús fue una concesión a la izquierda anticlerical y radical para salvar el resto de las congregaciones. Sabido es que no fue la República liberal y conservadora de Niceto la que se impuso sino la República radical de Azaña, y sabido es que la Compañía de Jesús fue disuelta. En Sevilla, el colegio de la Compañía de Jesús fue convertido en modélico Instituto Escuela. Cuando llega el año 36 se cerró, como todos los institutos que se crearon por la República, y el material existente fue entregado a las escuelas religiosas. Pero es mucho más significativo lo que sucedió en parte del Instituto-Escuela que funcionaba en la residencia de los jesuitas de la calle Jesús del Gran Poder. A esa residencia volvieron inmediatamente los padres jesuitas y con ellos el Delegado Regional de Orden Público de la Segunda División Orgánica, capitán Manuel Díaz Criado, el máximo representante de la represión en Sevilla. Y allí, los padres, los policías, el teniente de la Guardia Civil y el capitán compartieron el infierno que fue aquella Delegación de Orden Pública durante la Guerra Civil. Allí es donde se torturaba, en la famosa clase de anatomía, con un esqueleto, con un cencerro y un piano para ahogar los gritos de los torturados. De allí salían muchas noches los grupos que eran enviados a ser fusilados en las tapias de los cementerios. Quiero señalar esto porque es un ejemplo del papel importantísimo que jugó la religión, la catolicidad y el catolicismo en la represión franquista. Si en el lado republicano se desata un anticlericalismo furioso y satánico, en el lado nacional es un clericalismo extremado, terrible, tremendo. En Sevilla fueron fusilados muchos maestros y profesores, entre ellos Don Laureano Talavera, profesor de la Escuela Normal de Maestros, el maestro Manuel Sánchez Suárez, el profesor León Trejo, su hermano Joaquín, familias enteras de maestros, pero no debemos caer en la casuística. Lo que yo quiero subrayar es que las fuerzas sublevadas no eran la derecha conservadora, era la extrema derecha fascista, carlista, corporativista y muy reaccionaria. Miren lo que decía el diario carlista sevillano La Unión en esos primeros meses de la Guerra Civil: “¡A la barriga!, dijo un día el inmundo Azaña y su vil compinche Cazares Quiroga. ¡A las cabezas!, decimos nosotros. Bien está que se fusile a los perros rabiosos, pero la horca nos parece poco para los que los enrabiaron. Es la hora de la justicia nacional. No es justo que se degüelle al rebaño y se salven los pastores. Ni un minuto más pueden seguir impunes los matones, los políticos, los periodistas, los maestros, los catedráticos, los publicistas, la escuela, la cátedra, la prensa, la revista, el libro y la tribuna, que fueron la premisa y la causa de las conclusiones y afectos que lamentamos.” Se estaba incitando al holocausto de masones, políticos, periodistas, maestros, catedráticos... Esos fueron los protagonistas. Esa represión del franquismo contra los maestros, que se enmarca dentro de la represión que sufrió toda la sociedad española, a lo que más se parece es a algo muy español, y muy arraigado en nuestra mentalidad, en nuestras costumbres y en nuestra historia, a la Inquisición. No olvidemos que el franquismo todo lo que hizo lo hizo en nombre de Dios o, si lo prefieren, tomando el nombre de Dios en vano.