Espejismos y símbolos en ecología.

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Manchonería: Espejismos y símbolos en ecología. Página 1 de 4
Por Antonio Rodríguez Sierra. Publicado en www.manchoneria.es
Espejismos y símbolos en ecología.
Por: Antonio Rodríguez Sierra.
(Extracto de la charla pronunciada en “El patio del Parnaso” el 13/06/2013. Publicado originariamente en www.arsierra.es)
Un símbolo, en una definición libre, es un concepto con un significado concreto o determinado.
Según la segunda acepción del DRAE, un espejismo es una ilusión. Cuando a un símbolo se le
cambia su significado inicial por otro distinto, en ocasiones opuesto, se convierte en un espejismo,
en algo que lo suplanta. Este cambio puede ocurrir por muchas razones diferentes, pero la más
común suele ser la conveniencia, voluntaria o involuntaria, para adaptarlo a otras circunstancias.
El símbolo en la ciencia trasciende de su ámbito para pasar a los ciudadanos de múltiples formas,
siendo las más usuales mediante las enseñanzas básicas y divulgación científica. Suelen ser, por
contra, personas con poca formación científica las que transforman los símbolos en espejismos. Por
ejemplo, en ocasiones se habla de medicinas alternativas que curan enfermedades mediante el
“restablecimiento equilibrios de energías” más o menos difusos o introducen términos técnicos sin
relación con lo que se trata, caso de palabras como "cuántico" o “nanotecnología”. El espejismo
sucede cuando, no sabiendo con certeza el contenido del símbolo original, toleramos la definición
que se nos da por un exceso de confianza acrítica sobre el emisor o por miedo al ridículo de poner
en evidencia nuestra ignorancia.
Una de las corrientes filosóficas que ha contribuido más a la aparición de los espejismos es el
posmodernismo. Son los creadores de la frase "Einstein dijo que todo es relativo" cuando, en
realidad, Einstein nunca dijo eso. La relatividad advierte que el resultado de una observación
depende de las circunstancias del observador. Esto implica muchas cosas, pero la principal es que la
ciencia debe dotarse de métodos y protocolos rigurosos que proporcionen datos con independencia
de gustos, ideologías o creencias del observador.
En ciencia es normal el uso de la cita. Ésta se basa en indicar trabajos realizados que muestran un
conjunto hechos demostrados y reproducibles, con el objeto de exponer ejemplos o contribuir al
desarrollo de los conocimientos. El posmodernista, en cambio, imita a la ciencia citando ideas de
filósofos y otros autores con el único fin de aparentar que otros pensadores avalan lo que él expone
en su tesis. Es habitual que se interpreten a autores cuyos planteamientos son lo suficientemente
ambiguos (Nietzsche y otros, mientras menos conocidos mejor) con el fin de encontrar un respaldo
a sus planteamientos. Utilizan, por tanto, el “argumento de autoridad”, proscrito en ciencia por ser
perjudicial para el avance de los conocimientos.
Esta imitación y suplantación de sus términos y protocolos (espejismos) se realiza con el fin de
minimizar la importancia de la ciencia, poniéndola como ejemplo de una vía más para conocer la
naturaleza y equiparándola a otras muchas, incluida la que él mismo propone. Por tanto, se trata de
una perversión del símbolo convirtiéndolo en un espejismo por razones de adecuación a sus propias
creencias o por intentar dignificar un conjunto de ideas irracionales asociándola a algo que posee un
reputado prestigio.
La ecología es una ciencia que estudia las relaciones de los organismos entre sí y con su entorno.
Como es frecuente en ciencia, los conceptos de esta disciplina superan los límites de su ámbito y
trascienden al público general. Además de la enseñanza y la divulgación científica, una de las vías
de comunicación de sus símbolos es el ecologismo, una corriente política (en su sentido amplio) que
tradicionalmente estuvo vinculada a universidades y centros de investigación, grupos de naturalistas
y aficionados en general a la observación de los fenómenos naturales. Ésta pretende influir en la
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forma en que la sociedad se relaciona con el medio donde vivimos. Para argumentar estas ideas se
recurría a la fuente, a los datos que manaban de las investigaciones que se realizaban sobre la
materia. Por ejemplo, la demandar actuaciones de conservación de hábitats o de especies, para
reclamar reducciones en la contaminación del medio o para el uso eficiente de la energía, entre
otras. La razón objetiva de este movimiento no es otra que la protección de nuestra especie, nuestra
propia supervivencia en un medio hostil y cambiante.
El ecologismo se ha ido contaminando poco a poco con una serie de influencias externas que le eran
ajenas en su origen. Entre ellas están la filosofía posmoderna, los ideales "new age", el feminismo y
otras ideologías de clase, corrientes ideológicas de izquierdas y filosofías esotéricas o religiosas
que, por introducción de ideas irracionales han terminado por pervertir o corromper los símbolos
para transformarlos en espejismos. Así, aparecen conceptos religiosos sobre la "madre naturaleza",
un mito más o menos elaborado sobre Gaia que, en esencia, versa sobre un ente que nos quiere y
nos protege de nosotros mismos, pero sin que nadie pueda aportar ninguna prueba de sus existencia.
Otras veces el ecologismo aparece mezclado con la aplicación extrema de los "derechos de clase":
los derechos de los animales. El derecho es un acuerdo entre seres humanos para no molestarnos en
demasía. Los animales no pueden reunirse y concretar acuerdos entre ellos, luego carecen de
derechos, lo que no significa que no existan leyes que los protejan de nuestros abusos.
Pero la manera más común en que el ecologismo ha contribuido a la perversión de los símbolos de
ecología ocurre cuando deja de ser una ideología que bebe de la ciencia y se mezcla con otras
tendencias o, directamente, con las pseudociencias. Así aparece la consagración de lo "ecológico"
como uno de los espejismos más usuales en forma de adjetivo que indica las bondades de lo
adjetivado.
Las actividades humanas tienen un impacto en el medio ambiente cuya magnitud es variable
dependiendo de varios factores. Una de estas actividades es la agricultura, que se ha caracterizado
por ser un importante factor de transformación del entorno para hacerlo apto al cultivo, reduciendo
la diversidad biológica preexistente. Así mismo, es un conocido foco emisor de sustancias
potencialmente contaminantes, caso de los nitratos que usados en exceso pueden contaminar
acuíferos, o los abonos que incorporados a masas de agua provocan la proliferación de organismos
oportunistas (algas superficiales) por enriquecimiento en nutrientes de sus aguas (eutrofización) con
la consecuencia de la muerte y/o desaparición de muchos de los organismos que habitan en ellas.
Además, ha sido acusada en muchas ocasiones de consumir recursos naturales a un ritmo mayor de
su normal restitución (por ejemplo, el agua de acuíferos) o por la necesidad de determinadas obras
de infraestructura (embalses) con impacto ambiental de consideración. A pesar de todo, la
agricultura ha sido un buen invento porque ha permitido el acceso rápido, barato y casi en cualquier
época del año a alimentos de gran calidad nutricional.
Sin embargo, si se le coloca el adjetivo "ecológica" parece que el concepto cambia y ya no se está
hablando de este elemento transformador de la naturaleza aunque, en realidad, estamos hablando de
lo mismo:
– participa de la reducción de los ecosistemas y la biodiversidad (no permite la proliferación
de “malas hierbas” que compitan con los cultivos), de la contaminación de suelos y aguas,
de obras de canalización e infraestructuras y del consumo de recursos;
– es tan artificial como la convencional, creada por el hombre para facilitar el acceso a
alimentos y participa de la detracción de hábitats para otros seres vivos y los ecosistemas;
– es falso que no se usen productos fitosanitarios (la tan odiada "química" es otro espejismo);
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– es falso que se consuman menos recursos, en muchos casos la implantacíon de sistemas de
eficiencia en el riego están por debajo de la media de los cultivos tradicionales, por lo que se
sigue regando "a manta" y con otros sistemas ineficientes;
– no es más sana, es frecuente que el porcentaje de coliformes fecales en este tipo de
producción suela ser más alto como consecuencia del uso de fertilizantes "orgánicos" (otro
espejismo), ni están más buena, como cualquiera que tenga un pequeño huerto y lo trate con
fitosanitarios convencionales puede comprobar.
En este caso, el símbolo es transformado en un espejismo que nos hace creer que estamos hablando
de una actividad cercana a una relación más respetuosa y sostenible con el medio natural,
circunstancia que no es cierta. Muchos argumentan que la “naturalidad” del proceso es mayor
porque usan siempre productos naturales que son, según ellos, menos dañinos. Ese argumento
encierra una gran mentira porque, por ejemplo, está permitido el uso de sulfato de cobre que,
además de un potente biocida (lo mata todo, tanto vegetales como insectos) contiene un metal
pesado contaminante.
Este tipo de agricultura, además, maneja muchos y variados conceptos que, además de erróneos, se
nutren de ideas provenientes de pseudociencias y otras tendencias que propagan ideas de lo más
disparatadas. En el terreno anecdótico está el uso de la luna para determinadas siembras, cosa que
estadísticamente se ha demostrado ser una superstición sin fundamento. Otro asunto que tiene más
calado está relacionado con la defensa de las semillas tradicionales o locales frente otras variedades
obtenidas mediante técnicas de selección artificial habitual o las genéticamente modificadas. Sin
embargo, parece que no se entiende que estas semillas tradicionales fueron en su día nuevas
variedades que se incorporaron a los campos en sustitución de otras que, en comparación con las
nuevas, tenían un rendimiento, características o propiedades inferiores a las, por aquel entonces,
"tradicionales". El agricultor, bien porque el nuevo producto era más nutritivo o porque obtenía
mayor beneficio económico, ha venido cambiando variedades continuamente, sin que ninguna
malísima multinacional venga imponiendo condiciones para su adquisición, según se cuenta desde
otros sectores conspiro-paranoicos.
Una cosa es el adjetivo "ecológico", que simboliza algo bueno, generalmente difuso, que debe ser
protegido, y otra cosa es su antagonista, lo "no ecológico" o lo que va en contra de lo ecológico. Es
el caso, por ejemplo, de las urbanizaciones o complejos playeros. Estos son conjuntos de segundas
residencias o residencias de recreo que se localizan en la inmediatez de la costa, con la consiguiente
transformación del territorio, generalmente zonas agrícolas. Se caracterizan por el consumo muy
elevado aunque puntual de recursos en una zona que, en ocasiones, no cuenta con ellos, lo que
implica la necesidad de ejecución de determinadas obras de infraestructuras para traerlos. Es el caso
del transporte de energía, ya sea eléctrica o de gas, o de la necesidad de conducciones o de nuevos
embalses para surtir de agua potable a una población que crece exponencialmente en días o
semanas. A la par que aumenta la población crece la producción de sustancias u objetos residuales
que, sin las adecuadas medidas de control y tratamiento, pueden suponer un problema más serio que
la propia transformación del territorio.
En este marco genérico es posible analizar un caso práctico: El Palmar. En término municipal de
Conil de la Frontera (Cádiz) se pretende realizar una urbanización playera típica. La zona elegida es
inundada periódicamente por el río Conilete que modela el territorio generando una marisma con
influencia mareal separada de la línea de costa por los habituales depósitos eólicos que generan
dunas de mayor o menor entidad. La vegetación presente es muy interesante desde el punto de vista
biológico porque todas las formaciones de "frontera" entre ambientes puramente acuáticos y
terrestres son extraordinariamente ricas en diferentes tipos de organismos. Pero una cosa es que
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sean biológicamente interesantes y otra que no sean muy comunes y bien representados en el
territorio de manera que su desaparición no suponga un problema "ecológico".
La defensa del territorio donde se pretende asentar dicha urbanización ha sido objeto de
manifestaciones, campañas de recogidas de firmas y múltiples noticias en los medios de
comunicación. Sin embargo no existe en toda la red ningún sitio donde se encuentre una descripción
de las especies, hábitats o ecosistemas que evidencien la importancia del sitio, a excepción de varios
artículos científicos especializados sobre una especie amenazada (Hypochaeris salzmanniana) que,
en principio, se podría ver poco afectada. A pesar de ello, El Palmar es un sitio de elevado valor
ecológico.
En la otra orilla del río Conilete, en término municipal de Vejer de la Frontera, se observa la
presencia de un diseminado, un conjunto de pequeñas parcelas con chalets construidos
probablemente olvidando cualquier norma o disciplina urbanística y de manera desordenada, con un
consumo de recursos posiblemente de mayor magnitud que el complejo playero proyectado, y sin
un sistema de recolección de aguas fecales ni de pluviales que posiblemente contaminen el principal
elemento que se pretende proteger: la playa. Sin embargo, a pesar de que este diseminado
constituye un foco de contaminación importante y un elemento de transformación del medio natural
de igual magnitud, no se menciona en ningún sitio como uno de los problemas de El Palmar.
Al ser humano le gusta ignorar lo que no ve y un diseminado, como no se ve desde la playa, parece
que no influye. Además, está en consonancia con determinados gustos y estilos de vida a menudo
etiquetados como “alternativos”, de los que tan contaminados están determinados movimientos
políticos de izquierdas, así como de percepciones del paisaje con errores conceptuales. Sin
embargo, nada de esto está basado en una razón basada en hechos objetivos, sino en un espejismo,
en la perversión de un símbolo desvestido de su significado original.
El problema aparece cuando estos espejismos son usados como bandera de la realidad y son
tomados como principios básicos en la toma de decisiones, que derivan siendo técnicamente
erróneas, por parte de los responsables de gestionar los recursos públicos lamentablemente
influenciados por ideas irracionales generadoras de injusticias y desigualdades.
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