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BIANCHI E1
“La provocación del pensamiento se produce siempre en relación con otros”
LOS SABERES QUE SE TRANSMITEN EN LA ESCUELA
La clásica pregunta acerca de qué y cómo enseñar requiere considerar la práctica
escolar y la realidad social desde nuevas perspectivas. Así es que la cuestión
curricular desempeñó un papel central en la reforma educativa argentina en la década
de 1990. Se podría decir que el contenido de la reforma se vehiculizó
fundamentalmente a través de materiales curriculares de carácter impreso.
La escuela fue y es un espacio en el que la llegada de estas innovaciones
pedagógicas y de normas legales o de reforma supone una constante negociación
entre lo impuesto y lo practicado, dando lugar a diversas prácticas. Los docentes
estamos en la escuela para transmitir la cultura a las nuevas generaciones, somos
actores clave al vehiculizar y concretar las propuestas emanadas de las normas
curriculares. Sabemos que el diseño curricular forma parte del cuerpo de normas que
posibilitan el tratamiento de los individuos como sujetos jurídicos iguales ante la ley,
pues hace públicos los derechos y las obligaciones vinculadas con la tarea de enseñar
y aprender en el sistema escolar. Pensar en el curriculum es una buena ocasión para
revisar qué enseñamos desde las escuelas. Ahora bien, si concebimos a la selección
del contenido de enseñanza escolar como un acto eminentemente político; el ejercicio
de ese acto político en una sociedad democrática requiere de la existencia de un
espacio público que posibilite la construcción también pública del contenido a enseñar
en el sistema escolar. Se ha ido configurando una distinción conceptual entre
“currículum prescripto”, entendido como norma escrita emanada desde los organismos
de gobierno educativo, y el “curriculum real” o “currículum en acción”, entendido como
todo aquello que sucede en la escuela a partir de las interacciones que se establecen
entre alumnos, docentes y contenidos de la transmisión. Fue Lawrence Stenhouse
(1987) quien introdujo de manera clara esta distinción, denominando “diseño
curricular” a la norma escrita y “desarrollo curricular” al currículo en acción.
En esa relación que se manifiesta en el curriculum, entre prescripción y apertura, se
juega la posibilidad de una enseñanza que simultáneamente aporte a lo común, a lo
público, a lo que deben aprender todos, y también contribuya a que cada uno recree y
nutra eso común desde su posición propia, su contexto y su visión original, para que
ese común sea plural y democrático, y pueda ir reelaborándose y redefiniéndose
colectivamente.
Como ya se dijo anteriormente el currículum es un documento público que busca
organizar y regular lo que sucede en la escuela. Como alguna vez lo señaló Ivor
Goodson, el currículum es una guía del mapa institucional de la escuela. No es solo un
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“La provocación del pensamiento se produce siempre en relación con otros”
listado de experiencias y contenidos que deben saber los alumnos, sino también “un
modo de regular y legislar la vida de los docentes”. Es claro, desde la teoría y la
investigación pedagógica pero también desde el sentido común, que en la escuela se
aprenden muchas cosas más que los planes, programas y libros dicen.
La renovación de contenidos que se viene dando incluye dos cuestiones centrales: por
un lado, la actualización de los saberes disciplinarios clásicos (matemática, Cs.
Naturales, Cs. Sociales); y por otro lado, la inclusión de saberes “nuevos”: tecnología,
computación, educación sexual y para la salud, además según André Chervel la
institución escolar es capaz de producir un saber específico que emerge del propio
funcionamiento escolar y cuyos efectos se extienden sobre la sociedad y la cultura.
“Las escuelas en contextos democráticos necesitan ser comunidades, necesitan ser
inclusivas, constituirse en lugares donde los maestros comprenden a sus alumnos y se
relacionan con ellos de tal modo que todos accedan al conocimiento (…) Sin embargo,
lo que vemos es que se optó por la posibilidad de la estandarización escolar y esto es
exactamente lo opuesto a lo que necesitamos en términos de creatividad y flexibilidad
y en términos de comunidad e inclusión” (Andy Hargreaves)
A modo de conclusión: La “puesta en práctica” del diseño curricular supone
negociación y articulación de demandas con los actores. Es necesario construir
nuevas alianzas, para que las reformas curriculares puedan sustentarse y expandirse.
Estos breves señalamientos permiten apreciar la magnitud del desafío presente y
muestran un camino alternativo desde donde pensar un nuevo sistema educativo que
implique dar lugar a un aprendizaje constructivo, de saberes y de conciencia. Pero
esto es otra escuela. No podemos hacerlo con el modelo de escuela que tenemos
porque va a seguir pasando lo que ha pasado hasta ahora.
Bibliografía
Dussel, Inés (
). El curriculum: aproximaciones para definir qué debe enseñar la
escuela hoy (Versión preliminar) FLACSO, Buenos aires
Hargreaves, Andy (1996). El cambio educativo: entre la seguridad y la comunidad.
Entrevista.
Fumagalli, Laura (
). El curriculum como norma pública. FLACSO. Buenos Aires
Goncalves Vidal Diana (
). Cultura escolar. Una herramienta teórica para explorar
el pasado y el presente de la escuela en su relación con la sociedad y la cultura.
FLACSO. Buenos Aires
Goncalves Vidal Diana (2005). Culturas escolares: entre la regulación y el cambio.
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“La provocación del pensamiento se produce siempre en relación con otros”
Goodson, Ivor (traducción 2006). Currículum, narrativa y futuro social.
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