¿HAY CREATIVIDAD EN LAS EXPRESIONES FIJAS? Delia CRISTEA Universidad de Sevilla, España I. INTRODUCCIÓN Consideramos la fraseología como conjunto de una serie de unidades y como disciplina de estudio. Hay posturas que las limitan a las expresiones fijas, como los idiomas, y otras que incluyen los proverbios y dichos; otras incluyen las colocaciones y todos los tipos de unidades pluri-lexemáticas. En los estudios fraseológicos de Norteamérica y Gran Bretaña se utilizan el término “idiom” para describir de forma genérica las combinaciones de palabras que funcionan como un todo y en Europa se utiliza el término “phraseological unit” como más general mientras que el de “idiom” se utiliza como prototipo y subgrupo de las unidades fraseológicas en función de una determinada característica semántica (por ejemplo la opacidad). En lo sucesivo se usarán los términos de fraseología, unidad fraseológica (UF). El término unidad fraseológica (UF) en la lingüística española alude a complejos sintagmáticos de-naturaleza muy diversa que van desde estructuras simples (rutinas) a los que presentan un grado de fijación mayor y, en ocasiones, de la especificidad idiomática. La elección de dichos términos se debe a su afinidad con la denominación de fraseología y también por su alta frecuencia de aparición en los últimos estudios lingüísticos españoles. Hasta hoy en la lingüística española no existen las caracterizaciones globales de las UF, pero todos los investigadores destacan la fijación y estabilidad de las expresiones (aunque existe la posibilidad de variación léxica y gramatical de muchas unidades) y su alta frecuencia de uso. G. Corpas Pastor (1997: 20), por ejemplo, dice que las UF son unidades léxicas formadas por más de dos palabras gráficas en su límite inferior, cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta. Dichas unidades se caracterizan por su alta frecuencia de uso, y de coaparición de sus elementos integrantes; por su institucionalización entendida en términos de fijación y especialización semántica; por su especificidad idiomática y variación potenciales; así como por el grado en el cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos. Nosotros utilizaremos esta terminología en el sentido amplio de la palabra. II. FIJACIÓN, DESAUTOMATIZACIÓN Dos propiedades, la fijación y la idiomaticidad, determinan la pertenencia de un sintagma a la fraseología. La fijación puede comprenderse como complejidad o estabilidad de forma y adicionalmente, como defectividad combinatoria y sintáctica. La idiomaticidad constituye la propiedad no necesaria de las expresiones fraseológicas, según la cual el significado de la estructura no puede deducirse del significado de sus partes, tomadas por separado o en conjunto. Tales propiedades definen la fraseologización de una unidad lingüística fija. La fraseologización es el proceso por medio del cual, gracias a la fijación en algún grado y en ocasiones a la idiomaticidad, parcial o total, se constituye una UF (Ruiz 1995). A pesar del aspecto estable, fijo que tienen, varias expresiones fijas sufren unos cambios de estructura y de contenido tanto en diacronía como en sincronía. La mayoría aparecen al nivel del discurso no por una forma canónica, que habitualmente viene registrada en los diccionarios, sino por una serie de variantes explicables a veces por la intervención consciente del hablante, por la creatividad que estas unidades fraseológicas pueden ofrecer: “Podemos, pues, decir que la aplicación a unidades fraseológicas de operaciones propias del sistema de la lengua produce el efecto llamado por los formalistas rusos “desautomatización”, liberación de lenguaje, mediante la cual – como dice Sklovskij – la percepción de la realidad adquiere, ciertamante, fuerza y duración” (Zuluaga 1980: 96). La formación de una unidad fraseológica desautomatizada no es gratuita:el locutor obliga al interlocutor a reaccionar ante la modificación por un acto espontáneo de reconocimiento del modelo inicial, pero al mismo tiempo también a una situación extralingüística a la que la variante creada ad-hoc hace mejor referencia bajo aspecto expresivo. La modificación ad-hoc de algunos modelos fraseológicos puede tener por lo menos dos modalidades: 1. la sustitución de una o de varias palabras del modelo fraseológico por un término o por un grupo de términos que los hablantes vean con posibilidades óptimas de hacer referencia a una cierta situación extralingüística, nueva o sorprendente. Este fenómeno se parece a la sustitución sinonímica, con la distinción de que el término reemplazado no es un sinónimo – por ejemplo: “dar la lata” (molestar), “dar el pego” (engañar), “dar la nota” (llamar la atención de manera inopinada), “de punta en blanco” (elegante, limpio, aseado) –, sino un parasinónimo. El resultado obtenido es un hipertexto, una unidad fraseológica más adecuada desde el punto de vista semántico y estilístico; 2. otra modalidad de modificación ad-hoc de una expresión fija es la introducción intencionada de un elemento nuevo que hace referencia de manera más sugerente a una cierta situación. La expansión o renovación de dicha unidad fraseológica implica la acentuación de una gama semántica o remotivación de ésta: “ser un (muy) plasta”, “meter la pata (hasta arriba)”. Estas UFs tienen una gran fuerza evocadora, una gran expresividad y bastante carga connotativa de tal forma que mantienen viva la atención del receptor y le motiva a que participe en el discurso. Por eso observamos una tendencia de proverbialización del discurso se da mucho en el mundo de la prensa. Además es el campo donde más pie se le da a la creatividad. La difusión repetida de unas expresiones que antes se consideraban fijas inclina a influir la fraseología actual en el sentido de la adaptación y acepción de expresiones fraseológicas nuevas. Hemos detectado ciertas expresiones que van en camino de transformarse en expresiones fijas porque se están transformando ya en lugares comunes: a) los títulos de ciertas películas o programas de televisión, debido al éxito, los títulos empiezan a utilizarse como modelos fraseológicos también con el fin de matizar la expresión: “adivina quién viene esta noche”, “el silencio de los corderos”, “crónicas marcianas”, “gran hermano”, “supervivientes”, “cine de barrio”, “un dos tres”, “lo que el viento se llevó”, “operación triunfo”, “mucho ruido y pocas nueces”, “desayuno con diamantes”, etc. b) los títulos de obras literarias pueden hacer referencia a ciertas situaciones de comunicación debido al hecho de ser interpretados sus títulos como “sugestivos o expresivos”. Se trata de un fondo cultural común que tiene elementos que, utilizados con creatividad, pueden ser decodificados con facilidad por los lectores o interlocutores. Existe una lista inagotable de obras de todas las épocas y países que han sido llevadas a la pantalla con éxito: “el perro del Hortelano”, “la Celestina”, “la lozana andaluza”, “guerra y paz”, “la colmena”, “drácula”, “bodas de sangre”, “Fuente Ovejuna (todos a una)”, “el jorobado de Notre-Dame”, “la vuelta al mundo en ochenta días”, “de la Tierra a la Luna”, etc. c) citas célebres de obras literarias: la generalización de las citas de obras literarias en el uso de la lengua se ha acentuado siempre después de un evento o un movimiento histórico: “¡viva la Pepa!”, “¡eureka!”, “tanto monta monta tanto, Isabel como Fernando”, “veni, vidi, vinci”, “alea iacta est”, etc. d) algunos eslóganes y anuncios publicitarios - como tienen mucho impacto en el público, ese tipo de discurso puede llevar a la asimilación de una nueva expresión fija que va a ser reconocida por muchos hablantes. Algunos de los eslóganes publicitarios más conocidos, que últimamente tienen la tendencia de convertirse en expresiones fijas, en unidades fraseológicas, son: “España es diferente” (“Spain is different” concebido por El Ministerio de Información y Turismo y realizado a mediados de los años sesenta en una campaña en el extranjero con el fin de potenciar el turismo playero de las costas españolas), “piensa en verde” (anuncio de cerveza), “red bull te da alas” (anuncio de bebida energizante), “¿te gusta conducir?” (anuncio de coche), “Rexona nunca te abandona” (anuncio de desodorante), “el algodón no engaña” (anuncio de producto de limpieza) “A mal tiempo, buenos precios” (anuncio de un centro comercial). La creación de este tipo de expresiones es un proceso que tiene mucho que ver con la codificación y la descodificación de un mensaje con unos rasgos más particulares, en suma con el propio acto comunicativo. El emisor, con los ingredientes de los que dispone (las expresiones fijas-que son la materia con la que trabaja) y las modificaciones, como también la creatividad (que son las herramientas), motivado por alguna intencionalidad, produce una unidad fija modificada que va dirigida al receptor. La desautomatización no debe ser confundida con la modificación porque si la primera es todo el proceso, la segunda es una parte de él. Si el proceso no se completa tendremos modificación y no desautomatización. Por tanto, la desautomatización es el resultado de algunas modificaciones, lo cual también implica que pueden darse modificaciones creativas en una determinada unidad fija sin que ésta llegue a alcanzar el estatus de forma desautomatizada. Como regla vamos a ver que puede haber modificación sin desautomatización pero no desautomatización sin modificación. Para que una unidad fija pueda ser considerada como desautomatizada ha de reunir tres requisitos: 1. la modificación debe ser una verdadera modificación, es decir, debe representar un cambio voluntario e intencionado del hablante; 2. la modificación debe desviarse lo suficiente de la forma originaria para que el cambio pueda ser observado; 3. la unidad fija originaria, debe ser reconocible y recuperable con ayuda de los elementos conservados e inalterados, o mediante el contexto. Cuando se cumpla el primer requisito, estaremos ante una modificación que puede o no lograr la desautomatización. Esta última sólo aparecerá cuando los tres requisitos estén presentes: que tanto la forma inicial como la modificación sean reconocibles. Por ejemplo: “Sólo si se me juntan los cables”. En esta ocasión, la UF original, la forma base, es reconocible (“cruzársele a alguien los cables”), pero la modificación apenas es perceptible. Por esta razón, el ejemplo podría ser una "ruptura de cliché”. En el extremo opuesto, se sitúan frases como: “Se durmió entre los olivos”, que a primera vista reúne todos los rasgos de una combinación libre de palabras porque se han realizado demasiadas modificaciones en su interior, y sin un apoyo contextual suficiente, nunca podrían remitir a la expresión fija “dormirse en los laureles”. Vemos claramente que esta escala no posee límites claros entre una posición y otra. Así, algunos ejemplos serán difíciles de situar y de caracterizar: por ejemplo, en determinadas ocasiones, la expresión recordará a una estructura fraseológica pero no se podrá concretar la unidad de la que procede; en otras, la expresión parecerá más una forma libre que una modificación fraseológica. Sabemos que las expresiones fijas son unidades fraseologícas. Corpas Pastor (1995) divide los fraseologismos en tres grandes clases: las colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. La unidad fija prototípica del sistema fraseológico es la locución por poseer las características de la fijación y la idiomaticidad en un grado elevado. A su vez, cada una de estas tres grandes esferas posee múltiples ramificaciones. Así por ejemplo, en las locuciones tenemos locuciones sustantivas, verbales, adverbiales, etc., y en los enunciados fraseológicos se incluyen las paremias, los refranes, las fórmulas rutinarias, etc. Nosotros vamos a resolver la duda sobre a qué unidades fraseológicas afecta la desautomatización, haciendo referencia a estos tres grandes grupos, sin entrar en sus divisiones. La desautomatización ocurre en todo el sistema fraseológico: todo tipo de unidad fija puede, en principio, constituir el objetivo de una desautomatización. Cuando leímos o escuchamos una expresión fija, “siempre creemos que es intencional” (Sperber y Wilson 1986: 50), y por eso portadora de un sentido relevante para nuestro discurso. Para descodificar este sentido no es suficiente el conocimiento lingüístico, sino que hay que activar el conocimiento pragmático para tener alcance a lo que Sperber y Wilson llaman “implicaturas” (significado implícito del texto y la situación en la que se da) y “explicaturas” (significado deducido). La función que tiene la intertextualidad en la unidad fraseológica nueva es la de crear una serie paralela de inferencias. El paso siguiente es cuando entre las dos series de implicaturas correspondientes al escenario del texto se forma un enlace de implicaturas que se han denominado implicaturas-puente. Así, se ha distinguido entre las categorías fraseológicas con función referencial (denominativo) y unidades fraseológicas con funciones de actos del habla o de estructuración del discurso. En la lengua hablada, en el lenguaje periodístico, publicitario existe la tendencia de alterar la forma inicial de la expresión fija no con la intención de producir el humor, la ironía, el sarcasmo, el juego del lenguaje espiritual, sino de contribuir a la referencialidad del texto, de transmitir una idea incómoda o negativa de manera indirecta, de manifestar la creatividad del hablante. Aunque modificada siempre se deja transparentar la forma originaria. Corpas (1997) afirma que en el lenguaje periodístico se consigue multitud de efectos mediante la manipulación léxica de las colocaciones. Efectivamente, los textos periodísticos son, junto a los publicitarios, uno de los templos de las unidades fijas modificadas. No obstante, el mecanismo creativo que interviene aquí no es exclusivo de ellas. Muchos lingüistas han estudiado la ruptura de las frases fijas en el lenguaje del periodismo y el lenguaje publicitario defendiendo que este recurso de transformación cumple con ciertas leyes generales que actúan en la comprensión de otros hechos lingüísticos y no lingüísticos: a) La “ley de proximidad” explica las asociaciones que se establecen entre el elemento modificador y el modificado, apoyándose en la idea de que los estímulos próximos tienden a asociarse (“Tercera edad, divino tesoro”, transformación de: “Juventud, divino tesoro”), b) la “ley de la semejanza” explica el agrupamiento de elementos parecidos: estímulos iguales tienden a asociarse (“La finca del tesoro” transformación de: “La isla del tesoro”) y c) la “ley del cierre” explica la complementación de configuraciones incompletas: los estímulos tienden a organizarse en conjuntos cerrados, de tal manera que rellenen los espacios vacíos: se trata de expresiones inconclusas (“A buen entendedor…”, “El que madruga…”). Las desautomatizaciones fraseológicas representan un fenómeno que se realiza conscientemente por el hablante, tanto a nivel semántico como pragmático e, incluso, sintáctico. Pueden ser analizadas sin que sean consideradas como juegos de palabras, incluso pueden contener juegos de palabras aunque no siempre es obligatorio o necesario para que haya una desviación fraseológica. El grado de fijación de una unidad fraseológica depende de cómo responde ésta a la sustitución por sinónimo de un elemento componente, a la pasivización, a la dislocación, a la topicalización, a la disociación sintáctica por la intromisión de otro elemento, a la intercalación y al cambio de flexión. Los fraseologismos desviados tienen que cumplir por lo menos una de estas condiciones y así, comparadas con las formas originales, se van a ver menos fijas. III. A MODO DE CONCLUSIÓN Resumiendo, como el nombre indica, la “desautomatización” es un proceso de descodificación del discurso que se basa en operaciones de tipo mecánico. El concepto de “desautomatización” se ha visto como operación metalingüística por la cual en algún momento del proceso comunicativo, la información extralingüistica se convierte en lingüística. Nosotros lo vemos desde “una perspectiva más amplia, puesto que la vemos como un proceso mediante el cual se hacen concientes los mecanismos cognitivos de descodificación lingüística en general, tanto aquellos en los que se incluye información extralingüistica, como en los puramente lingüísticos” (Benítez Burraco 2005: 29). Estos mecanismos suponen la realización de inferencias y deducciones a partir de la violación de las máximas conversacionales, ya que “cuando un hablante emplea una UF (unidad fraseológica) espera ser relevante para el oyente, es decir, supone que esta unidad pertenece a su entorno cognitivo, de modo que su valor podrá ser inferido a pesar de la trasgresión de las máximas que supone” (Ruiz 2000: 83). Teniendo en cuenta que el uso de estas unidades debe conllevar una ventaja en la comunicación, hemos de suponer que la violación de las máximas implica una riqueza informativa por parte de los significados no literales y también capacidad de creatividad. La desautomatización es un fenómeno muy interesante que indaga en los procesos creativos de los hablantes. Resulta curioso que precisamente un lenguaje relativamente fijo, como el de la fraseología, pueda desplegar esta creatividad. La desautomatización, en definitiva, puede estudiarse desde distintos puntos de vista: se puede estudiar con respecto a los efectos que produce (efectos humorísticos, pragmáticos etc.), se puede estudiar en relación al tipo de modificación que utiliza (una o varias, modificación formal o no formal, sustitución, extensión, etc.) y también se puede estudiar con respecto a la unidad resultante (unidad analógica, antónima etc.). BIBLIOGRAFÍA Anscombre, J. C., Ducrot, O., La argumentación en la lengua, Madrid, Editorial Gredos, 1994. (Anscombre, Ducrot 1994) Benítez Burraco, R., “Recursos discursivos en Sala de Espera: la desautomatización”, en Hesperia. Anuario de Filología Hispánica, VIII, 2005, pp. 28- 41. (Benítez Burraco 2005) Briz, A., El español coloquial en la conversación. Esbozo de pragmagramática, Barcelona, Ariel, 1998. (Briz 1998) Corpas Pastor, G., Un estudio paralelo de los sistemas fraseológicos del inglés y del español. Edición en microfichas. S.P.I.C.U.M. 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This fact includes semantic, lexical and syntactic aspects Key words: fixed expressions, deautomatization, creativity