COMISION DE LACTANCIA MUNICIPALIDAD DE GENERAL PUEYRREDON Secretaria de Salud – Secretaria de Desarrollo Social [email protected] Dra.Patricia Cunietti – Dra. Gloria Diaz- Lic. Monica Domecq- Dra Cristina GilMaterg.Jadranka Juric- Lic. Maria Rocha- Dra. Marta Sanchez- Lic. Maria Eugenia Veyra INFLUENCIAS DEL VINCULO Y LA LACTANCIA MATERNA EN EL DESARROLLO INFANTIL TEMPRANO Es importante primero presentar algunas definiciones de temas tan profundos y trascendentes como el vínculo, el desarrollo infantil y la lactancia materna. Se puede definir al desarrollo como la serie de sucesivas transformaciones que le permiten al niño satisfacer progresivamente sus diferentes y múltiples necesidades, en un proceso de adaptación activa al medio. Desde el origen mismo de la vida, el niño necesita de otros adultos que lo generen, lo alberguen, lo nutran. El desarrollo es el camino que va desde la extrema indefensión del recién nacido a la autonomía relativa del adulto. La autonomía será siempre relativa porque el sujeto sólo puede subsistir dentro de grupos humanos con los cuales construye la compleja red de relaciones sociales. El recién nacido es alguien que viene de pasar de un estado a otro, con todo lo que eso acarrea en emociones y sensaciones fuertes. Como cualquier ser humano está en búsqueda de la seguridad ante todo. El niño se abre al mundo con todos sus sentidos despiertos, exacerbados y potentes, con una confianza que será obligadamente decepcionada en parte. Allí, todo es experiencia nueva, todo deja una profunda marca, buena o mala, en términos de seguridad o inseguridad, de placer o displacer. Al nacer, el niño pierde ciertas libertades que eran suyas en el vientre materno, en el que no tenía representaciones imaginarias de un espacio no cerrado. Y ahora lo vemos, pegado a su cuna por la gravedad, incapaz de desplazarse hacia lo que llama su atención. Es víctima de una repentina incoordinación motriz que lo frustra en sus seguridades habituales. Muchas veces al día debe afrontar el miedo al vacío. Manos más o menos segurizantes lo levantan. Descubre el hambre, el frío, la experiencia de la respiración. Él, que era co-viviente, no simbiótico está ahora dependiente y minusválido en este nuevo mundo en el que enfrenta la soledad por primera vez. Es aquí que se inicia el camino vincular a través de la Lactancia Materna. El niño tiene también desde el comienzo, la capacidad de generar una serie de comportamientos que influyen en el medio externo para que éste le proporcione satisfacción a sus necesidades Se puede observar movimientos de chupeteo antes de que el bebe despierte. Aquí vemos con claridad la alternancia rítmica de necesidad y gratificación como colma lo metabólico y emocional del bebé otorgándole una equilibrada sucesión de hechos evolutivos. Pero he aquí la cuestión, la alimentación especialmente en el pecho de la madre no sólo sacia el hambre, sino que también transfiere al bebé sensaciones táctiles y cinestésicas de estar protegido. El “nosotros” “mamá y yo” en la alimentación en el pecho de la madre (con el método apropiado) se traduce como una comunicación biológica que se repite entre la madre y el bebé en cada mamada. El bebé vuelca la cabeza hacia el pecho de la madre, lo incorpora lo retiene como parte de sí mismo, luego se separa otra vez de la teta y se aparta otra vez de la madre. Este proceso representa el núcleo de la evolución psicológica de identificación. Henri Wallon dice que el niño desde que nace es un ser social, no sólo porque nace de otro ser, en el seno de la sociedad, dentro de un grupo familiar, sino porque contrastando con su limitada capacidad motora posee un sistema de comportamiento extremadamente rico a través del cual está abierto al mundo del cual depende. Las necesidades del niño van a poder satisfacerse en la medida que encuentren otros sujetos en el mundo externo que generen también ciertas conductas complementarias a los comportamientos del niño. Según Bowlby “El vínculo de apego es el lazo afectivo que una persona forma entre ella y una figura específica, un lazo que tiende a mantenerlos juntos en el espacio y perdura en el tiempo”. La conducta de apego promueve la proximidad y el contacto. La función biológica de la conducta de apego es la protección; como toda conducta instintiva tiene como sentido ser útil a la supervivencia de la especie. Se activa ante la soledad, la enfermedad y el peligro y perdura por toda la vida. “El recién nacido tiene una tendencia innata a prestar atención a los rostros humanos. Puede desarrollar un vínculo de apego que no depende de las necesidades de alimentación sino de la capacidad de respuesta y de la intensidad de la interacción que la otra persona establece con él.” El niño posee capacidades muy precoces para establecer su vínculo de apego ya que el reconocimiento del olor maternal, por ejemplo, desencadena reacciones de bienestar susceptibles de provocar a la vez actitudes afectuosas de la madre. En la constitución del vínculo de apego, el tacto y el contacto suave y el olor de la piel, el calor, el movimiento rítmico del cuerpo, la mirada, la sonrisa y la voz parecen tener un lugar principal en el momento del amamantamiento. Es a través del contacto con el adulto, en ese vínculo de apego, que el niño disminuye su ansiedad, el alerta, el tono muscular, la actividad. Esa presencia lo tranquiliza, le permite relajarse, disminuir la tensión, el miedo, la excitación. El niño puede conectarse y explorar su medio sólo en la medida que el exceso de emoción y ansiedad pueda ser neutralizado con el apego. La finalidad del vínculo de apego es, por un lado, garantizar al niño que nace en una situación de extrema indefensión, los cuidados del adulto; y por el otro lado, sostener la posibilidad de conexión con el mundo, al neutralizar los efectos del exceso de tensión de actividad y de emoción. La calidad de la interacción con el medio y la maduración del sistema nervioso van a permitir al sujeto transformar sus conductas de apego a través de dos procesos: La internalización de las figuras primarias de apego, que pasa por varias fases. El desplazamiento y la distribución de la función de apego a otras figuras, otros adultos, otros pares. Spitz, Reingold, Ajuriaguerra y otros coinciden en que niños privados muy tempranamente de figuras de apego significativas renuncian progresivamente a la exploración, disminuyen su crecimiento ponderal y tienden hacia el aislamiento y la desconexión. A lo que llama René Spitz síndrome del “hospitalismo”. Los seres humanos necesitamos algo más: que los otros humanos adultos nos dirijan la palabra, nos incluyan, que ése bebé tenga un lugar en el afecto, tener un nombre tener un lugar en la trama familiar. Bibliografía consultada: Raineri, Flavia: “ Vínculo y desarrollo infantil” Therese Benedek : “ Desarrollo infantil” COMISION DE LACTANCIA MATERNA