economía y sociedad en el envejecimiento

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ECONOMÍA Y SOCIEDAD EN EL ENVEJECIMIENTO
Aromando, Jorge
Universidad Nacional de San Martin
Envejecimiento y economía como desafío.
El enfoque de la economía positiva, basado en maximizar los beneficios y
en minimizar los costos, modeliza el hecho generalizado de la disminución
de la demanda de recursos humanos generada por el alza de productividad
debida a la introducción masiva de la tecnología moderna. La resultante
natural es la destrucción de puestos de empleo, aumento inexorable de la
edad para el cese de actividad junto con la mayor esperanza de vida de los
adultos mayores. Bajo
tal prisma, el resultado del ciclo de vida de los
individuos
regulación
y
de
la
económica
lleva
a
desequilibrios
macroeconómicos inquietantes dentro de la lógica del sistema.
Analizar la posición económica de los ancianos en un momento y lugar
determinados es una cuestión compleja que, desde luego, no puede ser
resuelta sólo mediante el análisis de la distribución de la renta en función
de la edad de los sujetos. Los individuos situados en un momento
determinado del tiempo en los distintos grupos de edades son portadores
de comportamientos y bagajes generacionales difíciles de identificar.
Además, la institución de la jubilación interviene de forma decisiva en su
posición económica, con su correlato de abandono de la actividad a cambio
de una renta sustitutiva de sus rentas de activo, o compensatoria, ante el
riesgo de carencia de fuente alguna de ingresos.
De cualquier forma, la posición económica de los Adultos Mayores
dependerá de una compleja combinación de factores que interactúan entre
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sí, constituyendo un entramado difícil de desentrañar.
Estos son: a) elementos externos a las generaciones, como la historia
social, política y económica de las sociedades que van atravesando; b) el
efecto de períodos de crisis económica o de desarrollo; c) el momento en
que esos períodos se han vivido
y d) elementos internos a las propias
generaciones, como su tamaño y composición
Asimismo deben tenerse en cuenta las características de los sistemas de
protección social de las sociedades que van atravesando a lo largo del
tiempo y en el momento en que los sujetos alcanzan la vejez.
Hay que tener en cuenta, además, que la vejez no es un compartimiento
estanco, sino que es un proceso en el que los individuos continúan dialogando con la estructura social en la que están insertos, y también con la
estructura económica.
Incluso, aunque dependan sólo de las transferencias públicas, es posible
que intenten ahorrar una parte para hacer frente a situaciones imprevistas.
Su vida económica tampoco transcurre de una manera uniforme a lo largo
del tiempo de vejez. Habrá que afrontar gastos inesperados como
consecuencia de diversas circunstancias, especialmente las enfermedades;
se producirán mermas en los ingresos derivados de las jubilaciones en caso
de viudez, especialmente las mujeres, que los sistemas de pensiones
establezcan.
Dinámica económica y social de la población
El mundo está viviendo las últimas etapas de una larga transición demográfica, de
un patrón predominante de alta mortalidad - alta fertilidad a un patrón de baja
mortalidad - baja fertilidad. La mejoría a nivel mundial de la esperanza de vida y
los descensos de los índices de fertilidad son la razón fundamental del rápido
aumento de la edad media de la población. Las previsiones medias de las
variantes sobre el crecimiento de la población calculan que para el año 2050, el
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16% de la futura población mundial de 9.000 millones de personas será mayor de
65 años. Las consecuencias sociales y económicas de esta transición sobre las
proporciones de personas dependientes serán enormes.
De acuerdo con estas mismas previsiones, una de cada cuatro personas de las
zonas más desarrolladas del mundo tendrán más de 65 años en el año 2050, y la
proporción en las zonas menos desarrolladas se triplicará hasta alcanzar el 15%
en el mismo período .
La población de personas muy mayores, los de
más de 79 años, constituye una proporción relativamente pequeña de la población
actual, pero hoy en día es el segmento de población de crecimiento más rápido.
Los países del norte, oeste y sur de Europa tienen las mayores proporciones de
personas muy mayores (casi el 4,8% de la población total de Suecia), mientras
que China tiene el mayor número total de personas muy mayores: 10,5 millones.
La proporción hombre - mujer se reduce significativamente a medida que aumenta
la edad: 55 hombres por cada 100 mujeres entre los octogenarios; 35 hombres por
cada 100 mujeres entre los nonagenarios; y sólo 26 hombres por cada 100
mujeres entre los centenarios.
Los porcentajes de población de avanzada edad y de las esperanzas de vida
específicas de cada género variarán a lo largo de las próximas décadas tanto en
países desarrollados como en países en vías de desarrollo. China (199 millones),
India (108 millones) y la Unión Europea (37 millones) tendrán las mayores
poblaciones de personas de 65 años y más en el año 2010, pero el país con la
mayor proporción de hombres mayores será Japón (el 26% del total de la
población masculina), mientras que la Unión Europea tendrá un 20%.
En los países desarrollados se prevé que el equilibrio será mayor para el año 2025,
pero en los países en vías de desarrollo aumentará el desequilibrio, con menos
hombres mayores en relación al número de mujeres. Incluso en el seno de cada
país, la esperanza de vida puede variar considerablemente según la región. Las
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estructuras de esperanza de vida para países desarrollados o para países en vías
de desarrollo son ahora bastante diferentes, pero tenderán a parecerse más en el
futuro pues la esperanza de vida media aumenta a mayor velocidad en los países
en vías de desarrollo.
Estas estadísticas de población plantean importantes preguntas sobre la provisión
de asistencia sanitaria para estas poblaciones que envejecen en países
desarrollados y en países en vías de desarrollo, y sobre la situación económica de
estas mismas personas. Este reto se ve incrementado por el cambio demográfico
de los índices de fertilidad y de las poblaciones en edad de trabajar. Estos índices
y poblaciones están descendiendo, lo que significa que la ayuda social necesaria
para reubicar a un grupo de edad cambiante puede ser insuficiente.
Una mayor población de personas mayores y dependientes impondrá mayores
exigencias económicas sobre la población trabajadora y los presupuestos
estatales . Éste será el caso especialmente en los países menos desarrollados, los
cuales habrán tenido un período de tiempo mucho menor en el que adaptarse y
reubicar a una población de avanzada edad.
Es imposible entender envejecimiento y salud sin una perspectiva de género.
Tanto desde el punto de vista fisiológico como psicosocial, los determinantes de
salud a medida que envejecemos están relacionados con el género. Aunque las
mujeres sufren mayores cargas de morbilidad y discapacidad, los hombres
mueren antes. La rapidez con la que está envejeciendo la población exige un
enfoque acertado sobre temas de género si se quieren desarrollar planes de
acción válidos. Sin embargo el género en el contexto de la salud se utiliza
únicamente con temas relativos a la mujer.
Protección sanitaria. Correlato económico y financiero
La economía tiene como objeto estudiar las elecciones que orientan la asignación
de recursos y la distribución de la riqueza, atendiendo a qué, cómo y para quién
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producir bienes y servicios, así como a la necesidad de lograr beneficios máximos
con un mínimo de riesgos económicos y sociales. La salud es un bien escaso cuya
obtención y mantenimiento exigen trabajo y dinero. Lograrla implica satisfacer
necesidades expresadas en forma de demanda, más el costo de oportunidad que
encierra renunciar a otros bienes. Requiere de una función de producción que
combine los recursos de un modo eficiente a fin de obtener el mayor impacto
social, y que sirva de instrumento para alcanzar la equidad
La investigación enfrenta obstáculos a los que no escapan los estudios en el
campo de la economía de la salud. Estos obstáculos pueden estar relacionados
con factores tales como la falta de un plan de investigaciones, la falta de
motivación para los profesionales y de reconocimiento de esta actividad. Todo
ello, sumado a la insuficiente aplicación y difusión de los resultados obtenidos que
limitan el desarrollo de este proceso. Para ello es necesario adoptar medidas que
permitan lograr una continua retroalimentación del proceso de investigación como
elemento de evaluación.
Se observa en el sector sanitario un creciente interés por la economía de la salud,
prueba de la importancia otorgada a la interrelación objetiva de los conceptos de
salud y economía. No es posible imaginar ninguna estabilidad política o
crecimiento económico sin que el bienestar se extienda a la sociedad en su
conjunto, es decir, sin que las coberturas de salud y las oportunidades sociales
sean iguales para todos.
La introducción del análisis económico en el sector de la salud ha permitido
incorporar los conceptos de eficiencia y eficacia en la gestión integral de los
recursos, analizar los procesos y los costos de producción y evaluar los resultados
obtenidos de un modo efectivo en función del costo según su impacto no solo
sobre la morbilidad y mortalidad, sino también sobre la calidad de la vida. La
economía de la salud integra las teorías económicas, sociales y epidemiológicas a
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fin de estudiar los mecanismos y factores que determinan y condicionan la
producción, distribución, consumo y financiamiento de los servicios de salud.
La evaluación económica de los medicamentos constituye un instrumento de
trabajo útil para aprovechar al máximo los recursos materiales y financieros que se
destinan a los servicios de salud. Su aplicación práctica, basada en la noción de
que las personas de edad deben recibir la atención necesaria para mantener su
salud, está orientada hacia la profundización del principio de eficiencia y
racionalidad en el uso de los fármacos con el consiguiente ahorro en los gastos de
salud.
III. Envejecer en una nueva economía
Se sabe que la pobreza y la salud están vinculadas, siendo evidente que los
pobres tienen más problemas de salud. Si se eliminaran las condiciones sanitarias
insalubres que afectan a los sectores pobres, la productividad de estos mejoraría.
En la medida en que aumente el ingreso, la esperanza de vida también
aumentaría y las tasas de mortalidad infantil se reducirían. Se ha comprobado que
no es solo el ingreso absoluto lo que importa, sino también su distribución en la
sociedad, factor que tiene un profundo impacto sobre los indicadores de salud.
Esto que puede parecer una obviedad, no obstante es relevante: una economía
que no puede proporcionar satisfacción a quien no tiene recursos suficientes o a
quienes intervienen en las relaciones de mercado, deja inevitablemente fuera de la
satisfacción a una parte significativa de población como las personas de edad.
Para disponer de los bienes y servicios que requiere la vida material o social, los
adultos mayores deben disponer de recursos que sólo pueden provenir de dos
fuentes :
a) un fondo de recursos ahorrado a lo largo de la vida activa, que en términos
económicos se denomina un fondo de pensiones por via de capitalización,
formado por aportes que se van capitalizando en la medida que sean invertidos
por instituciones que tratan de obtener rentabilidad y ,
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b) disfrutar de un ingreso proveniente de un sistema de prestaciones previsionales
de reparto, que consisten que los trabajadores van aportando una parte de sus
salarios a un fondo desde donde se destinan recursos a los trabajadores que ya
están fuera del sistema laboral como jubilados, bajo el supuesto a futuro que
los trabajadores harán lo mismo para que otros agentes económicos se jubilen
Las prestaciones por la via de la capitalización están sujetas a la inestabilidad
intrínseca del capitalismo, a la situación empresaria y financiera - que absorbe en
beneficio propio parte del ahorro generado - y además es instrumento poco
efectivo para garantizar el futuro.
Por otra parte, sucede que el
mantenimiento de un sistema de reparto está comprometido por las condiciones
económicas generales y las decisiones dominantes de un momento dado. Es decir
que los altos niveles de desempleo implican menos cotizantes, o si los salarios
son bajos llevan consigo una base de cotización reducida. Ambas circunstancias
dan lugar a que los recursos del sistema sean cada vez menores en tanto que los
adultos mayores y jubilados sean mas numerosos a medida que transcurre el
tiempo.
Por otra parte, la condición implícita de la vejez está determinada por un hecho
importante: se trata de una situación humana que precisa un tipo de servicios y
atención especializados, desde los sanitarios a los de cuidados, ocio,
culturales,etc. Puede decirse que la posibilidad de satisfacción es inversamente
proporcional al alcance del mercado en la sociedad, que inevitablemente siempre
lleva consigo menor bienestar global para un sector de la población que, por
definición, está excluido de las relaciones de mercado
Crisis del modelo vigente
Las sociedades capitalistas, inclusive las menos desarrolladas, son conscientes
del problema y han creado mecanismos en cierta forma efectivos de solidaridad.
La actual sociedad capitalista, en un marco neoliberal, no sólo no ha logrado
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resolver el problema, a pesar de que los países más desarrollados han podido
alcanzar niveles sociales avanzados, sino que es peor aún : no puede resolverlo.
La condición intrínseca de la vejez determina que su posibilidad de satisfacción
dependa siempre de decisiones ajenas al mercado, mecanismo sobre el que se
pretende hacer descansar las decisiones sociales y económicas en esta materia.
La satisfacción de las necesidades de las personas mayores no puede depender
de la existencia de suficiente beneficio privado. Una de las graves contradicciones
de nuestra época es el discurso neoliberal que ha desmantelado los mecanismos
de protección social para depositar en intereses privados enormes volúmenes de
recursos financieros que estaban bajo control estatal.
El problema de la vejez en la sociedad capitalista no es un problema de cuentas
que no se concilian, de déficit o ajustes macroeconómicos. Si la competitividad y
maximización del beneficio son las bases sobre las que basamos nuestras
relaciones sociales, no deberá extrañarnos que quienes no dispongan de recursos
necesarios para la etapa final de sus vidas sean considerados y tratados como
material sobrante, como una carga.
Bibliografia de consulta
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Universidad Nacional de La Plata; 2000.
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Sacristán J, Badia X, Rovira J. Farmacoeconomía: evaluación económica de
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