La influencia de la televisión en los niños por Verónica Franco Licenciada en Ciencias de la Comunicación, orientación en Opinión Pública y Publicidad. UBA [email protected] La enorme influencia que ejerce la televisión como medio de comunicación en nuestra sociedad es un hecho muy conocido. Un sector del público televisivo sumamente expuesto y vulnerable a esta influencia es el de los niños y adolescentes. Aunque, a menudo, se critica sus contenidos, su falta de profundidad para el tratamiento de los temas, o la característica efímera de sus producciones, es innegable que este medio masivo sigue siendo el más importante, a la hora de imponer modelos culturales. En nuestro país En la historia televisiva de la Argentina, se observan algunas diferencias entre los comienzos del medio (1951) hasta el día de hoy, en sus producciones destinadas a los niños. Los cambios en la oferta para el público infantil no se efectuaron sólo en el medio, sino también en el ámbito sociocultural: por ejemplo, “ver televisión” significaba la reunión en un almuerzo o cena familiar y mirar programas de contenido “para toda la familia”. Hoy en día, la cantidad de horas que los niños consumen televisión (4 horas en promedio, según estudios internacionales) ha aumentado considerablemente, restando horas a otras actividades (sociales, familiares, educativas, etc.). Pero no se trata solamente de la cantidad de horas, sino, además, de los contenidos de los programas para niños, del incremento de la oferta de canales infantiles (no nos extenderemos aquí, pero habría que analizar el proceso de transculturación que se suscita, cuando el origen y las producciones de algunos canales de cable infantil son de procedencia extranjera, con la imposición de valores y modelos de otros países) y de la desmedida industria comercial detrás de esos canales y programas. Asimismo, se debe considerar la exposición de los niños fuera del horario de protección al menor, con acceso a programas para adultos, y de los avances de esa programación en la franja horaria protegida (incurriendo en una infracción a la normativa de nuestro país). Actualmente, el gobierno impulsa un proyecto de radiodifusión que modificará la normativa existente en materia de medios. Mientras tanto, la Ley 22.285 (sancionada en 1981), en vigencia, regula, con respecto a los contenidos, publicidad y protección a menores, lo siguiente: “Artículo 1º.- Las emisiones de radiodifusión deberán ajustarse a las siguientes normas; e. Incluir y desarrollar programas en concordancia con los intereses y con las necesidades de los niños y de los jóvenes; aquéllos que se realicen aun con fines de entretenimiento, deberán tener alcances formativos, tendientes a exaltar los valores morales y a acrecentar los conocimientos intelectuales de sus destinatarios; h. Abstenerse de toda expresión, escena, imagen gesto obsceno, de sentido equívoco o de carácter inmoral; Artículo 4º.- Queda prohibida la transmisión de los anuncios publicitarios que: c. Promuevan programas para mayores dentro del horario de protección al menor, a través de la transmisión de imágenes o escenas que distorsionen el alcance del Artículo 17 de la Ley. La publicidad de productos o servicios destinados a los niños o jóvenes menores de dieciocho (18) años, deberá conformarse y difundirse con prudencia y con mesura, sin que los enunciados despierten reacciones o expectativas inconvenientes o constituyan una apelación abusiva a la credulidad.” A partir de los años 90, la televisión modifica, radicalmente, sus formatos y contenidos. 1 Héctor Schmucler, reconocido sociólogo argentino y uno de los precursores del estudio de la comunicación, en nuestra región, refiere que la televisión “se ha vuelto espectáculo del mundo, de la existencia; aquello que no está espectacularizado deja de tener interés. ¿Por qué atrae? ¿Cómo se conforman los gustos del público? La televisión espectaculariza al mundo; el mundo se espectaculariza para aparecer en televisión”. En esta búsqueda permanente del espectáculo, es claro que los niños están en contacto con escenas de sexo, violencia y realidades que todavía no son capaces de afrontar. Por otro lado, las historias y los modelos de héroes, por ejemplo, no son los mismos que los de 30 años atrás. Si bien algunos productos contenían situaciones de agresividad y conflicto, los niveles de violencia explícita que contienen en el presente, superan ampliamente a los de antaño. Sin embargo, no se debe atribuir a la televisión la responsabilidad exclusiva de la influencia negativa en el público infantil. La responsabilidad es social, y, en este aspecto, el Estado no debe deslindar obligaciones, ya que el medio televisivo también implica un excelente recurso pedagógico. Es por ello que se debería aprovechar la influencia del medio para la imposición de valores y medios, a fin de crear producciones infantiles (contenidos, realización, creatividad) que brinden un servicio educativo. Algunos programas de este estilo se pueden encontrar en el canal Encuentro, de propiedad estatal, pero el Estado debería hacer cumplir la legislación y sancionar a los canales privados que no respetan el horario de protección al menor. De todas maneras, el uso del medio televisivo es, principalmente, responsabilidad de los padres, indican los especialistas en psicología infantil. Las influencias nocivas para los niños sobrevienen, sólo si no se está atento a la educación de los hijos. Las recomendaciones para los padres incluyen desde limitar el tiempo dedicado a mirar televisión (no más de una hora por día), hasta ver con ellos los programas y comentarlos con sentido crítico. Si bien la televisión es el medio audiovisual predominante en el consumo de medios de los niños, las nuevas tecnologías están motivando un cambio fundamental en sus hábitos. Los medios digitales como Internet (chat, fotologs, blogs, mails) y los videojuegos cobran, cada vez, más importancia para los niños y adolescentes, e instituyen un nuevo lenguaje, con otros contenidos, de gran impacto en su aprendizaje. 2