origen del cuerpo de blandengues

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Primer Simposio “HISTORIA DEL CUERPO DE BLANDENGUES”.
Concordia (Entre Rios), 2006.
EL ORIGEN DEL CUERPO DE BLANDENGUES
Por Ricardo Tabossi
La Pampa, reino de las estepas infinitas, dominio de los hombres cuya desnudez untaban
con grasa, constituyó, por siglos, el más vigoroso argumento de la historia rioplatense.
Indivisa comarca de tribus bravías, es cierto, pero con la aclaración que los indios no
fueron hordas criminales y salvajes dignas de desprecio, al menos, no lo fueron al principio.
Alonso de Ercilla cantó la primitiva grandeza heroica de los araucanos, comparando a
Lautaro con Juana de Arco en la defensa de su patria, y Lope de Vega compuso un auto
sacramental dedicado a la conquista de Chile, donde los indios son verdaderos patriotas.
Cabría preguntarse si la pérdida de aquella antigua grandeza no se debió a la corrupción
de los cristianos de la frontera, si no fue el mal ejemplo de los blancos la causa por la que
los indios se volvieron hostiles y altaneros.
Como sea, lo cierto es que a partir del siglo XVIII se enciende una aguda rivalidad entre
el blanco y el indio. ¿Por qué no se cumplieron los pactos? ¿Por qué los mutuos reproches?
Por entre los protagonistas y sucesos de la frontera se recorta impávida la figura
inconfundible de la vaca.
Cuando en 1711 los indios se llevaron el ganado recogido en una vaquería, quedó claro
que los pampas impedirían de ahora en más la penetración de españoles en rodeos de su
influencia. Era la guerra.
Los malones iniciados a partir de 1737 sobre Arrecifes y Areco, culminan en 1744 con el
ataque a Luján por el cacique Calelian. Una Junta de Guerra, reunida en el Fuerte de
Buenos Aires el 11 de enero de 1745, resuelve adoptar, como el más eficaz medio para
neutralizar el flujo indígena, la construcción de “cuatro fuertes de palo a pique, con
guarnición de treinta hombres bien armados y municionados” (1).
Esta proposición constituye el antecedente documental más próximo al establecimiento
de la primera línea de defensa de la frontera de Buenos Aires, representada por fuertes con
destacamento de milicianos, cuya ejecución corrió a cargo del maestre de campo Juan de
San Martín en 1745.
Hacia 1750, la situación en la frontera dio un vuelco desfavorable, al hacer abandono los
milicianos del servicio. Al abandono de la frontera le siguieron los malones, como a la
causa le sigue el efecto.
Urgía una solución. La solución era la creación de un cuerpo militar en actitud de
responder eficazmente al indio en la irregularidad de este tipo especial de lucha. El coronel
Juan Francisco Basurco, hacendado de Arrecifes, propone constituir con fondos
municipales “algunas compañías de gente del país asalariada competentemente”(2). La
modificación que proponía respecto de las milicias en general, estaba en el sueldo que antes
no gozaban y en que su servicio fuera voluntario.
La proposición de Basurco, expediente de 30 folios, constituye el antecedente
fundamental de aquella formación militar permanente y característica, verdadera joya del
ejército argentino: los Blandengues.
Para la paga de las compañías se dispuso establecer un impuesto extraordinario, pero
antes de hacerlo, los capitulares “para tranquilizar sus conciencias”, consultaron a la
Iglesia, que respondió: no se puede imponer tributo sin licencia real, bajo pena de
excomunión.
Los malones sobre Arrecifes, con incendio de la capilla de Pergamino y asesinato del
cura, en agosto de 1851, y sobre Magdalena, a fines de diciembre, aventaron los últimos
escrúpulos. Los arbitrios fueron aprobados, bajo condición de informar al monarca y sólo
por el tiempo que dure la necesidad.
Así nació el Ramo de Guerra, con impuestos establecidos, entre otros efectos, sobre las
cargas de vino y aguardiente, procedentes de Cuyo. El contribuyente mendocino, el vecino
de San Juan, será, pues, quien habrá de solventar los gastos de la frontera bonaerense.
El 16 de abril de 1752 se creó una compañía, denominada Valerosa. El 17 de mayo, el
Cabildo decide aumentar el número de escuadrones a “tres compañias de cincuenta
hombres”, pasando a llamarse las otras dos Invencible, nacida el 21 de junio, y Atrevida, el
8 de setiembre. Las nuevas compañías fueron constituídas sobre las anteriores de milicianos
de 1745, según se lee en los libros de filiación y pagamento: “Compañía nuevamente
establecida en este año de 1752” (3).
Azara las llamó “compañías de paisanos campestres”. El Cabildo, simplemente,
“compañías a sueldo” o “compañías pagadas” o “compañías de caballería de milicia”.
Sin embargo, desde el primer momento se los llamó Blandengues.
El primer documento que así los menciona es una lista de gastos hecho por el Ramo de
Guerra para la Compañía Valerosa, consistente, en lanzas, carabinas, sables, etc. El
documento reza: “Cuenta del gasto hecho del Ramo de Guerra para pagar la nueva
Compañía de Blandengues de D. José de Zárate”, y lleva fecha 24 de mayo de 1752, fecha
que corresponde al último asiento de gastos para el referido escuadrón, aunque la primera
partida, donde consta el pago de 450 $ por treinta carabinas a 15 $ cada una, es de fecha 14
de marzo de 1752 (4).
De modo que Blandengues fueron llamados desde el comienzo, y no desde 1779, como se
ha creído durante mucho tiempo.
El segundo documento, probablemente, sea de 1756. Se trata del “Diario de marcha del
ejército español” del fraile Manuel de Londoño, en campaña contra los indios guaraníes,
donde dice, hablando de la batalla de Caybaté: “...luego que cesó el cañón cargaron
nuestros Blandengues sobre los enemigos a rienda suelta” (5). Veo en esta carga hecha por
blandengues armados de lanza, una expresión nacional de la escuela a la jineta, y también
veo la primera carga de la caballería criolla.
¿Hubo negros entre los blandengues? ¿Se lo puede considerar un antecedente del Cuerpo
de Naturales, Pardos y Morenos? ¿Hubo indios?
El viajero inglés Charles Musters dice que los negros de Carmen de Patagones eran
llamados por los gauchos “Blandengues”. Haciendo pie en esta observación, algunos
autores interpretan que el histórico Cuerpo de Blandengues estuviera integrado inicialmente
por una mayoría de morenos.
Revisando las listas de reclutamiento de los primeros blandengues donde se registra –
costumbre muy española- los datos de filiación del soldado, como ser: edad, padrino del
candidato, lugar de nacimiento, señas físicas, se puede verificar que entre los enrolados los
hubo de todo tipo y pelaje, pero negros, ninguno (6).
Tampoco se aceptaron indios, aún cuando su servicio hubiera resultado inestimable por el
conocimiento que tenían del medio y de las modalidades y técnicas combativas de sus
hermanos del desierto. Fue desestimado por su condición de infiel. Sólo una vez se aceptó
un indio, que yo sepa, y eso porque fue solicitado expresamente por el comandante
Balcarce, en 1790, quien confirmó que tenía del solicitante “noticias de haber sido, cuando
niño, bautizado” (7).
En cuanto a la procedencia o patria de los blandengues, eran todos criollos, sobresaliendo
la gente venida de las provincias por sobre la de Buenos Aires. Este aspecto –el que hace a
la composición étnico-geográfica- es otro elemento que se suma para hacer de los
Blandengues una fuerza de procedencia y contenidos verdaderamente nacionales.
La conquista del paraje por la compañía Valerosa, establecida en la Guardia de Luján
(hoy ciudad de Mercedes) el 25 de junio de 1752, pronto cobró su primera víctima. Se
llamó Mariano Pereyra y era catamarqueño. En cumplimiento de su misión, “le mataron los
indios en un encuentro que tuvo corriendo el campo” (8). Fue el primer soldado argentino
muerto en comisión de servicio.
En reconocimiento por la empresa realizada –defensa de la frontera interna del indio, de
la frontera marítima de la amenaza inglesa, y de la traza de San Ildefonso de la penetración
portuguesa- los Blandengues bonaerenses fueron elevados por Real Orden del 3 de julio de
1784 a la categoría de veteranos (9).
Considero fundamental esta Real Orden que, en el aspecto orgánico significó reconocerle
al cuerpo privilegios del fuero castrense, con la consiguiente ventaja para la estabilidad del
personal y solidez de la unidad.
Pero, sobre estas razones, su importancia radica en que dicho documento destaca al
cuerpo de caballería Blandengues de la Frontera de Buenos Aires como la primera fuerza
veterana autóctona de la Argentina reconocida por el rey de España.
Si a ello sumamos que los Blandengues fueron creados con un sentido de “seguridad
territorial”, con sentido de “salvaguardia de los más altos intereses de la Nación”, que en la
actualidad define el carácter nacional y misión de las Fuerzas Armadas Argentinas,
podemos concluir que los Blandengues de Buenos Aires fueron la primera unidad
militar argentina.
(1) ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Expediente de información judicial recibido
a pedimento del Síndico Procurador para demostrar la necesidad de la permanencia de los
vecinos milicianos que se hallan destacados en las fronteras para contener las invasiones.
IX. 19. 2. 3.
(2) A. G. N., Expediente obrado en representación de Juan Francisco Basurco en orden a
los insultos que han practicado los enemigos infieles en los Arrecifes y otros parajes, para
cuyo remedio se trata del establecimiento de dos o tres compañías de gente del país
asalariados. IX. 19. 2. 4.
(3) A. G. N., Libro de filiación y pagamentos que se hacen a los oficiales y demás soldados
de la Compañía Valerosa. XIII. 41. 7. 2.
(4) A. G. N., Cuenta del gasto hecho del Ramo de Guerra para pagar la nueva Compañía
de Blandengues de D. José de Zárate. IX. 19. 2. 4.
(5) A. G. N., Diario de las marchas que hace el ejército español a fin de sujetar siete
Pueblos de indios de los Padres de la Compañía”, 1755-1756. IX. 4. 3. 5.
(6) A. G. N., Libro de filiación y pagamentos que se hace a la Compañía Valerosa...etc.,
cit. XIII. 41. 7. 2., y Libro de filiación y pagamentos que se hacen a los oficiales y demás
soldados de la Compañía Invencible. XIII. 41. 7. 3.
(7) A. G. N., De Francisco Balcarce al virrey Arredondo, 22 de febrero de 1793. IX. 1. 6.
5.
(8) A. G. N., Libro de filiación y pagamentos de la Compañía Valerosa...etc., cit. XIII. 41.
7. 2.
(9) A. G. N., Real Orden, 3 de julio de 1784. IX. 25. 4. 8.
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