A C U E R D O En la ciudad de La Plata, a 10 de setiembre de 2012, habiéndose dispuesto en el siguiente orden establecido, Acuerdo de 2078, votación: de que conformidad deberá doctores con lo observarse el Hitters, Negri, Kogan, de Lázzari, Soria, Genoud, Domínguez, se reúnen los señores jueces de la Suprema Corte de Justicia en acuerdo ordinario para pronunciar sentencia definitiva en la causa C. 101.652, "Montenegro Velázquez, Fernando Martín contra Club San Ignacio y otro. Daños y perjuicios". A N T E C E D E N T E S La Sala I de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de Mar del Plata revocó la sentencia de primera instancia y rechazó la demanda. Se interpuso, por la parte actora, recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley. Dictada la providencia de autos y encontrándose la causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la siguiente C U E S T I Ó N ¿Es fundado el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley? V O T A C I Ó N A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Hitters dijo: I. Se inician las actuaciones con la demanda promovida por Fernando Enrique Montenegro Vázquez y Ana Inés Velázquez en representación de su hijo Fernando Montenegro Velázquez, -menor de edad entonces-, en el que reclamaban se indemnicen los daños y perjuicios sufridos por su hijo, integrante del plantel del "Club San Ignacio", como consecuencia de una grave lesión sufrida en una jugada violenta acaecida en el encuentro de rugby disputado en la cancha de pretensión "Unión del Sud". Al resarcitoria contra la efecto, entidad encauzan su mencionada en primer término y contra la institución organizadora del evento "Unión de Rugby de Mar del Plata" (v. fs. 34/43). En la instancia de origen se hizo lugar a la demanda, condenándose a los codemandados -en forma solidaria- al pago de los montos que integraron la petición (fs. 358/365). Apelada la decisión por el letrado apoderado de la codemandada (Unión de Rugby de Mar del Plata), la Cámara de Apelación revocó la sentencia de primera instancia, rechazando la demanda incoada contra la parte recurrente (fs. 407/411 vta.). Basó su decisión, en lo que interesa destacar, en que: a) El encuadre del debate no puede dirimirse de acuerdo a lo normado en la ley 23.184, toda vez que sus previsiones se dirigen a proteger a los espectadores -por los daños ocurridos espectáculos durante deportivos- y no su a permanencia los en los que los aplicación lo jugadores protagonizan (fs. 408 vta.). b) Tampoco consideró de normado en la segunda parte del art. 1113 del Código Civil, ya que dicho sistema de responsabilidad objetiva se limita a hipótesis en los que media intervención de una "cosa", sin que se extienda a supuestos diferentes. Razón por la cual, entendió que para que la pretensión resarcitoria prospere, correspondía en el caso demostrar la culpa del agente (conf. art. 1109, Cód. cit.). c) El deporte es una actividad lícita que contribuye a la formación integral del hombre y tiende a promover el bienestar de la población, desarrollándose con una intensidad superior a la normal en una competición con reglas preestablecidas e intención recreativa (fs. 409 cit., 409 vta.). d) Puede señalarse que, en apariencia, el perjuicio sufrido por el actor fue ocasionado por el constante contacto físico y disputa por la posesión del balón, sin que contendientes, pueda por atribuirse cuanto no responsabilidad habiendo a sus transgredido las reglas del juego, se encuentran exentos de responsabilidad ante la inexistencia de daño (fs. 409 vta. cit.). e) El acto referenciado es lícito y mientras no haya abuso no hay responsabilidad. A ello debe adunarse que el deportista se expone a contingencias del juego que ha aceptado voluntariamente (fs. 409 vta. cit., 410). f) El reclamo no fue enderezado contra ningún jugador del club adversario ("Unión del Sud"), sino contra la institución que integra el deportista y la institución organizadora de la competencia, quienes carecen de una obligación tácita de seguridad pues, de ser así, desnaturalizaría la esencia del deporte amateur en el que se despliega un esfuerzo que aumenta las posibilidades de sufrir algún daño (fs. 410). II. Contra dicha decisión se alza el letrado apoderado de la actora a través del recurso de inaplicabilidad de ley en el que denuncia la violación de los arts. 16 y 17 de la Constitución nacional, 33 de la ley 23.184, 499, 512, 901, 906, 1067, 1109 y 1113 segundo párrafo del Código Civil, 166 inc. 4, 260, 375 del Código Procesal Civil y Comercial. Alega que la alzada empleó un criterio erróneo al no juzgar aplicable el art. 33 de la ley 23.184, por cuanto jugador y al su existir propio relación club, de dependencia comprende al entre actor el la responsabilidad objetiva que prevé la norma, en razón del riesgo creado y garantía de seguridad que deben otorgar la institución demandada y la entidad organizadora. De tal modo, entiende, cobra operatividad el criterio sentado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que hace extensivo el concepto de espectador a otras personas, entre ellas a los jugadores. Expresa que debe aplicarse la previsión legal contenida en el art. 1113 2º párrafo del Código Civil por encuadrar la cuestión en la responsabilidad objetiva, siendo ajenas al presente las normas que giran en derredor de la culpa (art. 1109 del Cód. Civ.). Cita -en sustento de su postura- doctrina de este Tribunal que aduce conculcada. Resalta que el a quo pronuncia que la calidad riesgosa de la actividad deportiva se exacerba al aumentar las posibilidades del padecimiento de daño por sus partícipes. Asimismo entiende que la obligación tácita de seguridad a cargo de los accionados no puede desconocerse frente a la reglamentación de la Unión de Rugby Argentina. III. El recurso no puede prosperar. 1. En primer lugar, cabe descartar el supuesto "agravio" traído por el quejoso a fs. 418/419, en el que denuncia la infracción del art. 163 inc. 4 del Código Procesal Civil y Comercial que sustenta en lo que considera una "... equívoca afirmación efectuada por [la Cámara], al calificar como mala práctica del juez a quo, que este último entienda como 'cuerpo principal' de la sentencia a los llamados considerandos" (subrayado en el original). No se llega a advertir del discurso del quejoso en qué recae el gravamen que alega sufrido. Dicha definición ha sido adoptada "al pasar" por la alzada, con el sólo propósito de señalar propedéuticamente lo que entendió como una irregularidad en la confección del fallo y organización del discurso sentencial por parte del judicante de primer grado. Ha expresado reiteradamente esta Corte que lo que legitima al recurso es el interés de quien lo interpone, es decir, el gravamen sufrido como consecuencia de una decisión que al eludir la concreta voluntad de la ley ha desconocido un bien actual tutelado por aquella voluntad (doct. causas Ac. 89.718, resol. del 4-II-2004; Ac. 97.226, resol. del 8-XI-2006; Ac. 102.041, resol. del 5-III-2008; Ac. 103.143, resol. del 21-V-2008; Ac. 102.043, resol. del 11-VI-2008). Ello es así dado que el ejercicio de un camino recursivo, como toda acción en justicia, no se reconoce sino legitime el a quienes acceso a justifiquen la vía una judicial afectación de que carácter extraordinario, pues a falta de aquélla, no hay petición audible ante dicha instancia (conf. doct. Ac. 84.185, sent. del 5-IV-2006; Ac. 97.226 cit.) No veo que de la referida aclaración liminar concretada naturaleza "parte quejoso, por y el a finalidad dispositiva", ni quo que por de los surja la tendiente a distinguir "considerandos" perjuicio alguno circunstancia de y la de para la el precisar una deficiencia técnica en la confección del fallo de primera instancia (que además la alzada entendió subsanable ante sus estrados), se haya colocado al accionante en una situación desventajosa (conf. Ac. 67.628, sent. del 29-II2000; Ac. 87.607, sent. del 11-V-2005). Corresponde, por ello, descartar esta primera parcela del embate. 2. En cuanto al fondo del asunto, el embate se ocupa de cuestionar dos de las premisas que integran el eje de la decisión: a) la errónea interpretación de la ley 23.184; b) la violación del art. 1113 del Código Civil y de la doctrina de este Tribunal en cuanto al alcance de la responsabilidad objetiva que contempla el texto legal. Abordaré separadamente ambos tópicos a continuación. 2.1) Quid de la aplicación de la ley 23.184 de espectáculos deportivos en el sub lite. Como fuera adelantado, el a quo entendió que no podía acudirse al régimen legal previsto por la ley 23.184 para dirimir el presente conflicto, toda vez que dicha norma no ampara al jugador, sino al espectador, resultando disímil la situación de ambos. El reproche del actor transita por un único carril, esto es, la afirmación de que la hermenéutica brindada por el tribunal de apelación se desentiende del criterio sentado por la Corte nacional en la causa "Zacarías, Claudio H. c/ Provincia de Córdoba y ot. s/ Indemnización de daños y perjuicios" que extendió al jugador -en dicho caso- la tutela que proporciona la ley de marras. No le asiste razón al recurrente en esta parcela de su queja. a) En el pronunciamiento recaído en la causa referenciada supra (Fallos: 321:1124, "Zacarías"), el cimero Tribunal nacional, condenó al Club Instituto Central Córdoba, por los perjuicios sufridos por el jugador Claudio Zacarías quien, integrando el equipo visitante -San Lorenzo de Almagro- en las inmediaciones del club demandado y con antelación a la disputa del encuentro de fútbol entre ambas instituciones, fue herido al impactar un trozo de vidrio emplazado en la ventana del vestuario, el que estalló como consecuencia de una bomba de estruendo arrojada por integrantes de la hinchada local. En el análisis de la materia, plasmado en el voto mayoritario, se señala que "La gravedad de tales hechos, que en algunos casos costaron la vida de personas, llevó a la sanción responsabilidad de la objetiva, ley 23.184 con que consagra fundamento en el una riesgo creado, que prescinde de toda idea de culpa por parte del sujeto obligado a resarcir frente al espectador que sufre un daño, en estadios de concurrencia pública, durante un espectáculo deportivo" (v. considerando 9°, párrafo sexto) Luego, al tiempo de juzgar el criterio trazado en el caso que le fuera sometido a tratamiento asevera "Que un supuesto diferente se presenta cuando -como en el caso de responsabilidad Zacaríasdel se organizador trata del de establecer la evento frente un a jugador del equipo visitante con el cual no tiene relación de dependencia, ni su condición es la de espectador a que se ha hecho referencia, amparado también por la mencionada ley [23.184], cuya aplicación analógica no resulta posible en el sub lite" (v. considerando 10, primer párrafo causa cit.) Pues bien, la pretendida inclusión del deportista (protagonista) en el texto originario de la ley 23.184, como beneficiario del régimen de responsabilidad civil por la "... interpretación analógica del precepto al caso sub examine...", fue descartada en el antecedente analizado. La tesitura del quejoso sólo se trasluce en la opinión de los ex integrantes del alto Cuerpo, doctores Moliné O’Connor y Vásquez, que, a posteriori, no conformara la decisión mayoritaria en el referido caso "Zacarías". b) descartar el Lo antes planteo expuesto impugnativo es del suficiente quejoso, para basado exclusivamente en la cita del citado precedente de la Corte Suprema de la Nación in re "Zacarías", sin advertir que como dije- la mayoría del máximo Tribunal no sostuvo allí la tesitura "amplia" del recurrente, por la que pretende incluir en la contingencias tutela especial ordinarias del de dicha deporte, como norma son a las las que motivan el sub lite. Complementariamente, para no dejar pasar un constante yerro presente de modo reiterado en estas actuaciones en torno a la interpretación de la ley 23.184, debe advertirse que, por la fecha en que tuvo lugar el hecho (fuente de la obligación de resarcir enjuiciada), debió aplicarse en autos la versión de dicho cuerpo legal reformada por la ley 24.192 (B.O., 26-III-1993). En vez de ello, tanto la Cámara (que no ha dedicado a la problemática de la aplicación de la ley de espectáculos deportivos más que una breve referencia -fs. 408-) como el quejoso (que debería haber advertido que el texto modificado de la norma en cuestión beneficiaba su posición sobre la materia), insisten en aludir al art. 33 de la ley 23.184 que en su versión original rezaba: "[l]as entidades o asociaciones participantes de un espectáculo deportivo son solidariamente responsables civiles de los daños sufridos por los espectadores de los mismos, en los estadios y durante su desarrollo, si no ha mediado culpa por parte del damnificado" (el resaltado me pertenece). Ahora bien, el partido de rugby en el que se produjeron las lesiones cuyo resarcimiento se peticiona en el sub judice, tuvo lugar el 31 de mayo de 1998, estando ya en vigencia la reforma de la ley 24.192. En lo que aquí respecta, esta exclusivamente última aludía amplió a la "los redacción espectadores" inicial como (que sujetos tutelados), pasando a regular la responsabilidad civil de los organizadores del evento de este modo: "Las entidades o asociaciones participantes de un espectáculo deportivo, son solidariamente responsables de los daños y perjuicios que se generen en los estadios" (art. 51, ley 23.184 -texto según ley 24.192-). En síntesis, el quejoso no ha advertido que el encuadre jurídico de su pretensión había sido mal seleccionado teniendo presente la vigencia temporal de las normas en juego, y el a quo no corrigió dicho planteo por vía del principio iura novit curia. Posiblemente el error del quejoso provenga de haberse "Zacarías" limitado a (C.S.J.N., sostener Fallos: la aplicación 321:1124) del varias caso veces recordado supra. Leído el caso, puede verse que el hecho dañoso que lo originara, a diferencia del presente, había tenido lugar con Así, pese 24.192. Tribunal es de anterioridad a fecha a la reforma que el pronunciamiento 28 de abril de 1998, de la ley del máximo la lesión enjuiciada había acaecido el 8 de mayo de 1988, por lo que -reitero- se aplicó en tal precedente la redacción inicial de la ley de espectáculos deportivos vigente al momento del hecho. Y dicho texto sólo se refería a los "espectadores" como sujetos amparados por el régimen de la responsabilidad objetiva. El quejoso se ha privado así de un argumento que hubiera beneficiado su posición, al no advertir que el texto de la ley al que expresamente alude en su pieza recursiva (v. fs. 419, citando la versión original del art. 33 de la ley 23.184) fue sustituido por una redacción más amplia que ya no se limita a los daños sufridos "por los espectadores", sino a todo perjuicio "que se genere en los estadios" (art. 51, ley cit., conf. ley 24.192). No obstante lo expuesto, creo relevante destacar que aún cuando el accionante hubiera encuadrado adecuadamente su impugnación aludiendo a la norma vigente al momento del hecho, más favorable a sus pretensiones (es decir, al texto reformado de la ley 23.184, conf. 24.192), su planteo no hubiera corrido mejor suerte. ley En efecto, pese a que pueda afirmarse que la modificación en cuestión ha tenido por finalidad extender la protección especial de la ley aludida a personas diversas de los "espectadores" stricto sensu, no es dable predicar que dicha expansión llegue al extremo de admitir la aplicación del (responsabilidad régimen objetiva) en especial hipótesis de marras absolutamente ajenas a la télesis del citado cuerpo normativo, como son las lesiones sufridas por los deportistas a partir de contingencias normales del juego (como ocurre en el sub lite). Sabido es que constituye una misión fundamental del intérprete indagar el verdadero alcance de la ley, mediante un examen atento y profundo de sus términos que consulte la realidad del precepto, puesto que, sea cual fuere prescindirse sentido de de sus la su naturaleza finalidad disposiciones de para la norma, indagar (doct. causas el no puede auténtico Ac. 88.092, sent. del 2-III-2005; L. 81.860, sent. del 12-XII-2007, etc.). La doctrina del máximo Tribunal federal es conteste en la materia, sosteniendo que al interpretar una norma, debe tenerse en cuenta, además de su letra, la finalidad perseguida y la dinámica de la realidad (C.S.J.N., Fallos: 320:875; 328:1146; entre otros). En tal orden de consideraciones, la referencia a "cualquier daño generado en un estadio" (art. 51, ley 24.192) debe ser interpretada en el contexto legislativo al que está integrado y, en particular, a la finalidad protectoria especialmente de orientado a dicho prevenir, marco normativo, sancionar y reparar episodios de violencia en los espectáculos públicos, y no a remediar las posibles lastimaduras experimentadas por los deportistas durante la práctica normal de la disciplina. Descartado controversia en el así régimen el de la encuadre ley de de la espectáculos deportivos, corresponde analizar la crítica sustentada en la infracción al sistema general previsto en el art. 1113 del Código Civil. 2.2.) Denuncia de infracción al art. 1113 del Código Civil. a) En aras de fundamentar la exclusión del dispositivo aludido en el sub examine, aseveró la alzada que dicho precepto responsabilidad autoridad o que "... no contemple profesional sino incorporó el que un sistema de riesgo de denominado se limitó a receptar aquélla basada en el riesgo creado, que se aplica solamente a los casos en los cuales media intervención de una cosa, pero que no se extiende a supuestos diferentes..." (v. fs. 408 vta., enfatizado a cargo del sentenciante). Precisó en tal sentido que el daño fue ocasionado sin intervención de una cosa, por lo que se requiere "... la demostración de la culpa del agente..." (v. fs. 409, destacado en su texto original). Se agravia el impugnante de la afirmación del juzgador, aduciendo que los actuales caminos por los que transita la doctrina autoral y jurisprudencial, permiten ampliar los alcances originarios del art. 1113 del Código Civil. b) Entiendo que el reproche formulado en este tópico tampoco puede prosperar. Sabido es que el Código Civil -en su art. 1113- prescribe en relación al daño causado por el riesgo o vicio de la cosa que el dueño o guardián de la misma, se eximirá total o parcialmente de responsabilidad acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder. Ahora bien, como tuve oportunidad de señalar recientemente, "El artículo 1113 atribuye responsabilidad al dueño o guardián de una cosa cuando el daño es originado por la intervención de la misma, lo que no ocurre cuando se causa por la tarea que cumplía la víctima (...) La expresión ‘cosa’ utilizada por la norma no establece un sistema riesgo de de responsabilidad autoridad o que contemple profesional, sino el que denominado recepta la responsabilidad fundada en el riesgo creado que se aplica solamente a los casos en que media intervención de una cosa, pero que no se extiende a supuestos diferentes..." (causa L. 81.930, sent. del 25-II-2009). Pues bien, lo plenamente aplicable en autos afirmación del recurrente al allí donde señalar expuesto, resulta -precisamenteque la la "expresión 'cosa' excede el marco restringido de la definición del art. 2311 de ese ordenamiento y que, en tal sentido, puede ser utilizada para designar conceptualmente una tarea..." (fs. 423), no se compadece con los alcances que cabe asignar al texto en análisis, conforme mi opinión dada en el citado precedente. Es por ello que entiendo que la exclusión del dispositivo Código Civil legal para contemplado juzgar la en el lesión art. sufrida 1113 del por el accionante en el desarrollo de un encuentro deportivo se ajusta a derecho. IV. corresponde Si lo desestimar expuesto el es recurso compartido, extraordinario interpuesto, con costas (art. 289, C.P.C.C.). Voto por la negativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Negri dijo: 1. En autos, se trata del resarcimiento pretendido por la actora por los daños y perjuicios que dice sufrió su hijo, en ocasión de desempeñarse aquél, como jugador de rugby de la división juvenil del club "San Ignacio" de Mar del Plata, en cancha del club adversario "Unión del Sud" de la misma ciudad, a raíz de una jugada violenta que lesionó gravemente su rodilla. Primera instancia hizo lugar a la acción, condenando a las accionadas aquí vencidas en forma solidaria, a responder por los montos que integraron la pretensión. La sentencia del Cámara, juez por de el origen, contrario, rechazando revocó la la demanda interpuesta por la aquí recurrente. 2. Comparto con el colega que me precede en la votación en que son dos las premisas que integran el eje de la decisión, a saber: a) la errónea interpretación de la ley 23.184, b) la violación del art. 1113 del Código Civil y de la doctrina de este Tribunal en cuanto al alcance de la responsabilidad objetiva que contempla el texto legal. En cuanto al primer punto, también he de coincidir con lo expresado por el colega doctor Hitters a lo que me remito por cuestiones de brevedad, en cuanto a la disimilitud existente entre lo establecido en la ley 23.184 -en cuanto aplicación consagra en el una responsabilidad antecedente "Zacarías" fáctica en las presentes actuaciones. objetiva-, y la su situación No obstante recuerdo que según mi criterio los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, no resultan vinculantes: su validez se encuentra limitada al caso concreto; lo que no obsta que su contenido sea receptado en orden a su validez conceptual. 3. alegada Por violación el del contrario, art. 1113 en del relación Código a la y de Civil doctrina de este Tribunal, he de disentir con el colega preopinante. El tribunal a quo en relación a este punto, sostuvo que no era de aplicación en la especie el dispositivo contenido en el 2° apartado del art. 1113 en tanto dicho precepto responsabilidad autoridad o que "no incorporó contemple profesional, sino un el denominado que se sistema limitó riesgo a de de receptar aquella basada en el riesgo creado, que se aplica solamente a los casos en los cuales media intervención de una cosa, pero que no se extiende a supuestos diferentes (conf. Excma. SCBA, DJBA, 138-2939; etc.)...". En tal sentido, entiendo que el concepto de cosa que refiere el art. 1113 del Código Civil, excede el marco restringido de la definición del art. 2311 del ordenamiento citado y, en este sentido, puede ser utilizada para designar conceptualmente una tarea. Ello porque la naturaleza riesgosa de la cosa deviene de un cúmulo de circunstancias que le son idealmente referibles. Esto ya lo ha dicho esta Suprema Corte en diversos pronunciamientos a los que corresponde remitirme (conf. L. 57.562, sent. del 4-VI-1996; L. 65.978, sent. del 27-X-1998; L. 72.336, sent. del 14-IV-2004; L. 83.342, sent. del 26-IX-2007). El desarrollo de la actividad deportiva, llevada a cabo por jugadores profesionales o amateur no habilita a diferenciar en materia de riesgo de la cosa, puesto que lo que aquí interesa es que "el riesgo" está en la actividad misma. En autos, el deporte practicado por el hijo de los actores como jugador de rugby adquirió la cualidad de actividad riesgosa por los daños propios de su práctica aunque no de su naturaleza. Si bien la teoría del consentimiento predica que es el asentimiento del dañado que participa de la contienda y su sometimiento a los riesgos inherentes al deporte que practica lo que elimina la ilicitud del hecho, entiendo que no es razonable derivar de allí la interpretación que el jugador consiente anticipadamente ser dañado. Mucho más cuando un asentimiento para ser dañado en la integridad física, es irrelevante, por tratarse la integridad de un derecho personalísimo, sobre el cual no se puede contratar (conf. Jorge Mosset Iturraspe, Estudios sobre responsabilidad por daños. Tomo II. Edit. Rubinzal y Culzoni). 4. El jugador lesionado era un joven de 17 años, que integraba el equipo juvenil de rugby del "Club San Ignacio" y su equipo representaba a dicha institución en un torneo organizado por "Unión Marplatense de Rugby". Así, tal como lo señala el juez de primera instancia, esta última entidad es quien trae, al momento del responde de la demanda, "... el Seguro y Fondo Solidario: Reglamento de la Unión Argentina de Rugby, que se ocupa de la subcomisión dedicada a esta temática, de la formación del fondo solidario, del alcance de los beneficios, del reintegro de gastos médicos, del seguro de vida e incapacidad total, de la ayuda económica y de los procedimientos internos, instrumento que se ocupa de todas estas cuestiones que hacen a la preservación y/o recuperación de la salud de los jugadores de este deporte, debidamente fichados, de acuerdo a la fotocopia del referido Reglamento que se encuentra glosada entre fojas 37y 43 inclusive de estos obrados, ello por imperio de la acción de la codemandada precitada". En tal contexto, tal como se concluye en la instancia de origen, "los propios elementos aportados por la parte codemandada hacen que la entidad organizadora del evento deportivo en cuyo marco se produjo la acción de juego que provocó la lesión en cuestión, no pueda escapar a asumir las consecuencias perjudiciales de dicho episodio dañoso...". Desde la perspectiva jurídica expuesta y teniendo en cuenta los extremos de prueba a cargo de la demandada y la prueba producida al efecto, juzgo que no ha logrado demostrar que la conducta observada por la víctima haya tenido la necesaria eficiencia causal como para excluir su deber de responder por el daño en los términos del art. 1113 del Código Civil y su doctrina legal (arts. 279 y 289 del C.P.C.C.). 5. Si lo que dejo expuesto es compartido, corresponde hacer lugar al recurso, revocando el fallo impugnado y manteniendo la sentencia de primera instancia; con costas (art. 68 del C.P.C.C.). Voto por la afirmativa. La mismos señora fundamentos Jueza del doctora señor Juez Kogan, doctor por los Negri, votó señor Juez también por la afirmativa. A la cuestión planteada, el doctor de Lázzari dijo: I. Comparto el criterio de los ministros que me precedieron en que la ley 23.184 que consagra una responsabilidad objetiva y su referencia en el antecedente "Zacarías" del máximo Tribunal nacional no puede extenderse en su aplicación a la situación fáctica de las presentes actuaciones -tal como lo requiere el quejoso- porque responde a una hipótesis absolutamente ajena a la télesis del citado lesiones cuerpo sufridas normativo, por los como es la deportistas que a surge de partir de realizar la contingencias normales del juego. II. Ahora bien, a fin de subsunción jurídica en base a los hechos que han delimitado el thema decidendum no se puede soslayar que estamos en presencia de un daño acaecido durante una justa deportiva actividad lícita de alto contenido riesgoso, incluida dentro de objetivos sociales colectivos como es el deporte amateur-, y que tanto el club como el ente organizador han tenido en cuenta los riesgos y características propias de dicha actividad para así explicitar ciertos recaudos que hacen a la preservación y/o recuperación de la salud de los jugadores modo posiblemente cierta lesionados, previsión ante garantizando posibles daños de este (conf. Reglamento, antes referenciado por el doctor Negri), al revestir los destinatarios la condición de menores de edad a quienes les alcanzan medidas de protección especial (arts. 1, 2 y 19 de la Convención Americana; 1, 2, 3, 4, 6, 12 y 24 de la Convención de los Derechos del Niño, 75 inc. 19, 22 y 23 de la Const. nac.). Sin embargo, aplicando sobre esta plataforma fáctica el derecho que corresponda, juzgo que los hechos destacados para estimar o desestimar las pretensiones de las partes no han sido tomados en su real dimensión, ya que la sentencia en crisis, en la determinación de las normas que lo rigen, circunscribe su análisis a desestimar la aplicación el art. 1113 del Código Civil segunda parte, sin poner la mirada en las conductas inmersas en la circunstancia peculiar que presenta el caso, que hace necesario velar por la seguridad de los menores de edad merecedores de protección constitucional. III. En este sentido Germán Bidart Campos, nos explica como paso obligado para dar el debido encuadre jurídico a una pretensión, que "... lo razonable es seleccionar y aplicar bien el derecho vigente (la norma) de acuerdo a las circunstancias de la causa. Por el principio iura novit curia (...) el derecho que el juez suple cuando las partes no lo invocan o cuando lo invocan mal, ha de ser el que encuadre circunstancias, y bien al el que, no caso, conforme desprendiéndose a de sus ellas, planea en la región conceptual de normas que se aplican sin tomar en cuenta circunstancias que lo vuelven inaplicable a un caso encuadrable en ella" (conf. "Hay veces que la doctrina de un fallo plenario es inaplicable a un caso encuadrable en ella", en ED, 133-786-788). En un precedente donde estaba en juego la eficacia del derecho a la salud, a través de la recuperación de un joven que se lesionara con una pelota (C. 85.692, sent. del 9-VI-2010), entendimos que la superioridad normativa de la Constitución, como un sistema de valores comunes de una sociedad imponía, en función de la equidad, que se reinterpretaran las normas de derecho privado lesionado y se (en definitiva, diera una particular allí corta el indemnización tratamiento consideramos que al menor sicológico). las En circunstancias imponían un deber de seguridad en función de un factor de garantía en tutela de la salud de un menor de edad, en donde el Club debió haber contratado un seguro de salud o de accidente para mitigar los efectos inmediatos de cualquier contratiempo en el juego, pero con un alcance limitado a hacer frente a los gastos de salud surgidos por el accidente. Vale decir, las normas de derechos fundamentales contenidas en la Constitución (en razón de la condición de niño con necesidad de protección especial por parte de la Sociedad -arts. 75 incs. 19, 22 y 23; 19, Convención Americana-), generan derechos subjetivos de los ciudadanos oponibles tanto a los poderes públicos como a los particulares. A esos fines es que resulta apropiado lo dicho por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el sentido de que: "entre las medidas necesarias en el orden jurídico interno para cumplir el fin de la Convención deben considerarse comprendidas las sentencias judiciales, por lo que puede el tribunal determinar las características con que ese derecho, ya concedido por aquélla, se ejercitará en el caso concreto" (Fallos: 315:1492, consid. 22). Por ello, pese a suscribir la doctrina de que el art. 1113 segunda parte del Código Civil, en una interpretación dinámica de la misma (L. 80.406, sent. del 29-IX-2004, "Ferreyra"), incluye a la actividad dentro del concepto de "cosa" y, por lo tanto, sea un factor de atribución de responsabilidad objetiva, entendemos que en el caso particular de la actividad deportiva esta extensión no resulta dimanan de posible. la Precisamente, doctrina clásica los presupuestos que describe que las características propias de esta actividad (conf. mi voto, C. 85.692, sent. del 9-VI-2010) son bien distintas a las razones que justifican la responsabilidad del titular de una actividad riesgosa enmarcadas en una idea de riesgo o provecho. De allí que comprender a la actividad deportiva en esta calificación jurídica no responda a la finalidad perseguida por los otros poderes del Estado al dictar las normas del sistema, ya que la propia naturaleza de la organización del deporte amateur que tiene fines altruistas no permite asimilar esta práctica a los avatares a los que se enfrenta, por ejemplo un trabajador en la ejecución de su tarea, caso que sí cabe el encuadre en la norma de referencia. De indemnizaciones lo para llevaría al absurdo derechos de la contrario, los de daños que infancia derivados en se conceder vez de en gruesas el deporte promocionar desalentaría la labor los tan reconocida de los clubes para alcanzar ese objetivo (conf. Nino, Carlos derecho", Santiago, 2da edición, "Introducción Editorial al análisis Astrea, 1988, p. del 436; Fallos: 234:482). No obstante ello, tampoco sería razonable desconocer la relevancia que tiene en el caso la necesidad de valorar la circunstancia de que se trate de un menor, y que los organizadores sean los que están en mejores condiciones para contratar un seguro en función de cubrir las contingencias esta es la idea directas de del seguro accidente. que los Precisamente, suscriptores del Reglamento han previsto al estipular esa previsión. IV. Volviendo a estas actuaciones, tal como se menciona en el voto del doctor Negri en el punto 4, "... los propios hacen que elementos la entidad aportados por organizadora la del parte evento demandada no pueda escapar a asumir las consecuencias perjudiciales de dicho episodio dañoso". Mas desde nuestra perspectiva jurídica, por las propias características del daño causado a un menor en el despliegue de una actividad lícita, voluntariamente asumida, y amateur, de la interés comunitario indemnización a como es otorgarse el ya no deporte puede participar del criterio integral sino que da paso a la conjugación con otro principio, expresamente consagrado por el ordenamiento. Me refiero al de equidad. Reiterando conceptos ya vertidos en el recordado precedente causa C. 85.692, es de señalar que en su segundo párrafo, el art. 907 del Código Civil dispone que los jueces podrán también disponer un resarcimiento a favor de la víctima del daño, fundados en importancia razones del de equidad, patrimonio teniendo del autor en del cuenta hecho y la la situación personal de la víctima. He de conjugar todo ello con la obligación de seguridad precedentemente abordada. El incumplimiento de esta última, morigerado en por el las caso, ha de particulares ser equitativamente circunstancias de la relación jurídica y la plataforma fáctica que nos ocupan. En este sentido, comparto plenamente las afirmaciones de Marcelo López Mesa y Félix Trigo Represas quienes expresan: "La equidad sirve de válvula de seguridad o muelle antichoque permitiendo al juez hacer lo que supone haría el legislador, en un caso concreto, si hubiera tenido en vista los elementos Responsabilidad fácticos de esa causa" Civil", p. 761-762). ("Tratado Pues, como de la también señala Juan Carlos Rezzónico, este principio de equidad siempre debe tenerlo en cuenta el juez (art. 16 del Cód. Civ.), especialmente tomando en consideración las circunstancias del caso (conf. "Principios fundamentales de los contratos", ed. Astrea, p. 1999, p. 360-361). Entiendo, en consecuencia, que el resarcimiento debe limitarse al daño emergente. Y en este sentido, estimo cuantificación apropiadas económica las que al consideraciones respecto contiene y la sentencia de primera instancia. En función del principio de la apelación adhesiva, corresponde abordar los agravios vertidos por la parte demandada a fs. 394 vta. y siguientes, que no fueron atendidos por el tribunal a quo en atención a la manera en que resolvió el caso. Las quejas allí vertidas en torno a la relación constituir de una pronunciamiento causalidad crítica atacado deben desestimarse concreta sino, y antes por razonada bien, una no del mera disconformidad con lo resuelto, limitándose a exponer ante la alzada una postura distinta de la asumida por el juez de grado, introduciendo generalizaciones de carácter subjetivo que concluyen en una discrepancia que se agota en su mera enunciación (arts. 260 y 261, C.P.C.C.). En lo que hace al punto de partida del curso de los intereses, es en el momento en exigible del la acaecimiento obligación de del daño seguridad, que razón se por ha la hecho cual corresponde confirmar lo decidido en origen (art. 622, Cód. Civ.). Con respecto al alzamiento sobre incapacidad sobreviviente y daño moral, la manera en que propicio se resuelva el sub lite toma abstracta su consideración. IV. Con el alcance indicado, voto por la afirmativa. A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Soria dijo: I. Comparto la solución propiciada por el doctor Hitters. Por un lado, adhiero a los fundamentos expuestos en su voto con respecto a la interpretación y aplicación de la ley 23.184 al caso (punto 2.1 de su voto). Por otro, con relación a la denunciada infracción al art. 1113 del Código Civil, dos órdenes de razones me llevan a considerar que el recurso no prospera. Tal como señala el colega que abre el acuerdo, la responsabilidad objetiva prevista en la citada norma comprende, en principio, los daños derivados del riesgo o vicio de la cosa. Para más, con respecto a la responsabilidad derivada 85.692 de eventos (sent. del deportivos, 9-VI-2010), como las sostuve lesiones in re C. deportivas sufridas por un jugador sólo dan lugar al deber de resarcir cuando media un accionar que viola el reglamento del juego y denota un obrar culposo por imprudencia o torpeza o, claro está, cuando existe un obrar intencional dirigido a provocar el daño (conf. Bustamante Alsina, J., Teoría General de la Responsabilidad Civil, Ed. Abeledo Perrot, Bs. As., 1980, pág., 488; Orgaz, ob. cit., pág. 189, Trigo Represas, Félix A. López Mesa, Marcelo J., "Tratado de la Responsabilidad Civil", Edit., La Ley, Bs. As., t. II, pág. 790, C.N.Civ., sala D, in re "Cotroneo" ya cit. id., sala G, 28-IV-1988 in re "Arit. C. Ventura", "La Ley", 1990-B, 138; id., sala A, in re “Berman”, sent. de 6-IV-1995, con nota de Mazzinghini (h), “Los daños en el deporte”. Una sentencia severa pero justa, “La Ley”, 1996-C, 698); lo cual descarta un régimen de responsabilidad objetiva. En el caso, los accionantes concurrencia de no los han alegado ni mencionados demostrado parámetros la de responsabilidad. Desde ya que quedan al margen de la predicada irresponsabilidad aquellas hipótesis en que el perjuicio sobreviene por la culpa o defecto en cuanto a la seguridad o modalidades de la competición imputable al club o ente organizador. intensificación del En estos riesgo casos por la se produce una provisión de instalaciones inadecuadas o uso indebido de cosas riesgosas o viciosas, donde la autorización estatal del deporte y participación voluntaria de los jugadores no excusan de responsabilidad (Trigo Represas-López Mesa, ob. cit., págs. 792/793). Sin embargo, este supuesto no ha sido denunciado por los accionantes. II. Por los fundamentos expuestos, voto por la negativa, con costas. El señor Juez doctor Genoud, por los mismos fundamentos del señor Juez doctor Soria, votó también por la negativa. El mismos señor fundamentos del Juez doctor señor Juez Domínguez, doctor por Hitters, los votó también por la negativa. Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente S E N T E N C I A Por lo expuesto en el acuerdo que antecede, por mayoría, se rechaza el recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley interpuesto, con costas (arts. 68 y 289, C.P.C.C.). Notifíquese y devuélvase. EDUARDO NESTOR DE LAZZARI HECTOR NEGRI JUAN CARLOS HITTERS HILDA KOGAN DANIEL FERNANDO SORIA LUIS ESTEBAN GENOUD FEDERICO GUILLERMO DOMINGUEZ CARLOS E. CAMPS Secretario