lectio divina 1

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Introducción
La Lectio Divina es un método de oración. Se basa en la manera de rezar que
instituyó San Benito ya en el siglo VIII y que dejó como herencia a sus monjes y a
toda la Iglesia. Prácticamente se considera la Lectio divina como la típica oración
monástica.
Se trata de un método centrado en la lectura y meditación de la Palabra de Dios.
Después de algún tiempo en que se consideró trasnochado, en los últimos 30 años,
sobre todo a partir de la Lectio Divina que el Cardenal Martín comparte con miles
de jóvenes en la catedral de Milán desde hace décadas y otras experiencias como las
de Taizé, han sido precisamente los jóvenes los que han vuelto a poner de moda este
método.
Se trata de un modo de oración sencillo, pero que exige entrenamiento.
Fundamentalmente consta de 3 pasos: lectio (lectura del texto bíblico); meditatio
(meditación); contemplatio (contemplación). Algunos autores añaden más pasos,
hasta 8 o 9; en realidad todos pueden estar incluidos en estos tres. A medida que
uno se va haciendo “especialista” se pueden ir afrontando otros pasos más
complicados.
Nosotros vamos a incluir tres pasos más, uno al inicio y otros dos al final. Veamos
paso por paso.
Statio
Lectio
Se trata de “estar”. Es el momento previo a comenzar cualquier tipo de oración.
Antes de orar tienes que “estar allí”, no sólo físicamente, sino con toda tu mente,
todo tu corazón, toda tu voluntad. Por eso viene bien preparar el momento. Buscar
un sitio donde estés bien, en silencio, bien sentado, con una postura cómoda, no
forzada. Debes preparar la Biblia y elegir el texto que quieres meditar.
El texto que elijas debe ser:
- Corto, que puedas leerlo varias veces en pocos minutos;
- coherente, p.e., no dejes una parábola a la mitad, que el texto tenga sentido
completo,
- claro, no te compliques la vida con textos que no vas a saber interpretar.
Por último, antes de empezar, respira hondo varias veces con el estómago. Relájate.
Trata de invocar al Espíritu para que venga en tu ayuda. Céntrate, sosiégate...
prepárate para la aventura.
Una vez sosegado, lee despacio el texto. Fíjate en los detalles, déjate provocar por
lo que lees. Párate en aquello que te llama la atención, ¿qué te dice? ¿qué
sentimientos te provoca?
Una vez que has leído el texto, trata de comprenderlo. Imagínate la escena, pon cara
a los personajes. Intenta sentir lo mismo que sienten ellos: si es un relato trata de
identificar a los personajes y ponerte en su pellejo; si es un salmo, trata de asimilar
el estado de ánimo del salmista; si son palabras de Jesús, trata de imaginarte cómo
las dice.
A veces es bueno consultar un comentario bíblico, o mirar los paralelos y las
referencias que en las Biblias suelen venir al margen o encima de cada párrafo.
Pueden dar pistas sobre el verdadero sentido de lo que se quiere decir.
Lee el pasaje hasta que haya una chispa, una revelación, algo que te toque el
corazón. Si se produce esto para de leer: el texto te ha hablado personalmente.
Meditatio
Toma esa frase o esa palabra, o esa imagen, que se te ha revelado y
repítela dentro de ti mismo. Repítela una y otra vez, sin pensar
demasiado en su significado. Se trata de rumiar la Palabra, pasar y pasar
la Palabra por la mente y el corazón intentando percibir todos sus
matices, todo su contenido. No intentes razonar. Simplemente déjate
envolver por lo que estás repitiendo.
A veces, esa frase la percibirás como un mensaje directo a tu interior.
Otras veces, es al revés, se convierte en el mensaje que tú quieres hacer
llegar a Dios.
Durante 8-10 minutos mantén tu mente en esta tarea. Si te distraes, no
pasa nada. Vuelve a retomar la lectura, puede que haya otra palabra
escondida en el texto esperando que tú la medites.
Contemplatio
Cuando se termina de rumiar la palabra, el corazón suele estar lleno de
sentimientos. Es más, durante la meditación llega un momento en el
que ya no es necesario decir nada, pronunciar nada, pensar nada...;
simplemente afloran los sentimientos. Déjalos aflorar. La
contemplación se trata de eso, de contemplar. Se trata de mirar sin decir
nada, sentir sin querer apresar nada. Se trata de estar con Dios cara a
cara simplemente sintiendo su presencia.
Este paso es el más difícil. Sobre todo porque no puedes hacer nada
para llegar a él. Es un estado que se te regala cuando te pones a huevo.
Sin embargo, es el momento más hermoso y más pleno de la oración.
Dialogatio
Cuando la Lectio se hace en común, suele haber un momento en el que
se comparte lo vivido y orado. Este paso tiene dos ventajas. La primera
es que siempre descubrimos algo desconocido de nosotros mismos
cuando ponemos nombre a los sentimientos. La segunda es que te
llevarás la sorpresa de descubrir que una misma palabra tiene tantas
cosas que decir como personas la lean. En la palabra de los otros
encontrarás también sentimientos propios.
Oratio
Para finalizar el encuentro de oración siempre es conveniente terminar
con una breve oración todos juntos. Puede ser el Padrenuestro, o una
canción, o un salmo. Esto ayuda a recoger todo lo que se ha dicho y
presentarlo al Padre.
LECTIO DIVINA 1
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Había en ella un hombre llamado Zaqueo, jefe de
publicanos y rico, que quería conocer a Jesús. Pero, como era bajo de estatura, no podía verlo a
causa del gentío. Así que echó a correr hacia delante y se subió a una higuera para verlo, porque
iba a pasar por allí. Cuando Jesús llegó a aquel lugar, levantó los ojos y le dijo:
–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. El bajó a toda prisa y lo
recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban y decían:
–Se ha alojado en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie ante el Señor y le dijo:
–Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si engañé a alguno, le devolveré cuatro
veces más.
Jesús le dijo:
–Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también éste es hijo de Abrahán. Pues el Hijo del
hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.
Estudio
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-
Estilo de Lucas. Lucas escribe para no-judíos. Está muy interesado en dejar en
evidencia la manera de ser de Dios, que prefiere al pecador y al humilde que es
capaz de reconocer su pecado y su error, a aquellos que se creen buenos y no son
capaces de admitir su engreimiento.
De ahí que el cap. 9 (historia de Zaqueo) viene precedido del 18 en el que se
ponen en contraposición dos grupos de personas:
Los aparentemente
fovorecidos
- Juez
- Fariseos
- Ricos
- Cumplidores de la
ley
-
Los pecadores (aparentemente
despreciados por Dios)
- viuda
- publicano
- niños
- ciegos y enfermos
- Zaqueo: publicano
Y Dios prefiere precisamente a los que no debería (según creían los judíos, Dios
castigaba a los pecadores con la pobreza y la enfermedad, mientras que
premiaba a los justos con la riqueza) Jesús invierte esos valores, no solo con
palabras sino sobre todo con hechos: come con pecadores y se mezcla con
enfermos.
LECTIO 2
El domingo por la mañana, muy temprano, antes de salir el sol, María Magdalena se presentó
en el sepulcro. Cuando vio que había sido rodada la piedra que tapaba la entrada, se volvió
corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto
quería. Les dijo:
–Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto.
Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos,
pero el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al interior vio que las
vendas de lino estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró
en el sepulcro, y comprobó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el paño que
habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y
colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al
sepulcro. Vio y creyó.
Estudio
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Los relatos de la resurrección en Juan están muy elaborados, tienen un estilo
muy depurado, se centran en detalles, tienen un esquema dramático muy
cuidado, y, sobre todo describe muy bien las distintas actitudes de cada
personaje.
Merece la pena fijarse en los detalles. Cada detalle nos revela algo que Juan
quiere transmitir.
Es muy poco probable que el que escribe el evangelio no estuviera presente en la
escena, pues describe muy minuciosamente todo.
Identificaos con los tres personajes, meteos en su pellejo, tratad de experimentar
lo que cada uno siente.
Atentos a los verbos están muy bien elegidos.
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