El aporte del ARS al desarrollo de Capital Social en sus diferentes vertientes – Grupo A El capital social puede definirse como la habilidad de las personas de trabajar juntas por un objetivo común en grupos y organizaciones. La habilidad para cooperar voluntariamente depende del grado en que las comunidades compartan normas y valores capaces de subordinar intereses individuales a aquellas del grupo. Para ello importa el nivel de confianza mutua existente en un grupo y que puede extenderse al conjunto de la sociedad. Este es un conjunto de procesos que generan externalidades, o sea, efectos que son generados a través de la integración social. La definición de capital social puede ser enunciada como una variable binaria que explicaría la confianza y la reciprocidad. De esta forma, la confianza y la reciprocidad producirían una mayor integración social y, además de eso, propiciarían un soporte a las acciones colectivas facilitando las acciones entre los agentes y propiciando mayores respuestas institucionales, a través de los formatos en redes. La premisa central del término es que las redes de interacción poseen valor. El capital social se refiere a un valor colectivo de todas las cadenas de interacción social y las inclinaciones a la reciprocidad que nacen de esas cadenas. El término capital social enfatiza no sólo sentimientos de ayuda y solidaridad, sino tambien una larga variedad de beneficios específicos que emergen de la confianza, la reciprocidad, la información y la cooperación asociadas con las redes sociales. El capital social crea valor para las personas que a ellas están conectadas y –por lo menos a veces- a las personas alrededor de estas. El capital social se refiere al stock de “confianza”, normas y redes que las personas organizan para la resolución de sus problemas. Asociaciones de barrio, cooperativas y clubes deportivos son formas esenciales de capital social, y cuanto más densos los vínculos que generan, más comprometidas estarán las personas de las comunidades involucradas en cooperar por auxílio y beneficios mutuos. A pesar de los problemas tradicionales ligados a las teorías de la acción colectiva (como el dilema del prisionero y la teoria de juegos), tales redes propician una respuesta a tales teorías. El fundamento de la idea está en la constatación de que "las soluciones privadas no siempre funcionan" y que por sus intereses inmediatos los agentes sociales tendrían, frente a la cooperación, una conducta de carácter oportunista. Frente al “Dilema del Prisionero” las acciones cooperativas deberían verse siempre impedidas por la renuncia de sus miembros participantes. Tal perspectiva muestra que los intereses inmediatos de los individuos se contraponen (en oposición frontal a un principio básico, ontológico, del pensamiento liberal) a la distribución socialmente óptima de los recursos. El capital social aparece entonces como instrumento para la solución de los dilemas de la acción colectiva. A pesar de su controvertida aplicabilidad, el concepto de capital social posee un carácter explicativo, constituyéndose en un instrumental importante a ser utilizado o movilizado en la búsqueda de políticas sociales transparentes y en la construcción efectiva de relaciones de confianza entre Estado y Sociedad y, de ahí, aproximarnos a lo que serían buenas políticas o buenos gobiernos. El capital social se diferencia de otros factores de desarrollo en que es el único que es relacional, se encuentra en la estructura de las relaciones. Para poseer capital social una persona o una organización debe relacionarse con otra. No es propiedad de ninguno de los actores que se benefician de él. Sólo existe cuando se comparte. Y dado que es un factor que surge de las redes de individuos, para analizarlo y gestionarlo puede utilizarse el Análisis de redes sociales (ARS). El ARS es principalmente una nueva manera de ver el mundo. Las personas, y sus lazos vinculantes, han existido desde que el Hombre vive en sociedad. Sin embargo, recién ahora vemos redes, flujos y vínculos donde antes solo veíamos personas interactuando. Las redes han existido siempre... sólo que recién ahora las vemos como tales. Desde ya, no debemos creer que el ARS es “la” visión correcta y completa del mundo (como no lo es ninguna de las otras). Por ello, todo análisis y diagnóstico realizado desde esta disciplina, para ser completo, debe ser complementado y contrastado con otros que tengan en cuenta variables distintas, como ser relaciones de poder, conflictos o clases sociales. Uno de los grandes beneficios del ARS radica en que nos permite comprender la naturaleza y funcionamiento de las relaciones interpersonales a pequeña y gran escala dentro de la sociedad. Gracias al trabajo de muchos investigadores, y luego de más de 70 años de estudios, hoy en día tenemos un corpus teórico, lo suficientemente robusto auque no concluido, desde el cual abordar la complejidad social dentro de la cual nos encontramos inmersos. Dentro del legado de nuestros predecesores, provenientes de distintas disciplinas, encontramos el desarrollo de la sociometría (que, básicamente, aporta la metodología ideal para la recolección de datos y la representación gráfica de estos). También hallamos los estudios empíricos que, lentamente, fueron dando carne a este paradigma a través de conceptos como: ego, clique o camarilla, intermediación, grado o rango, centralidad, densidad, anclaje, accesibilidad, vínculos fuertes y débiles, dirección, durabilidad, intensidad, frecuencia, entre muchos otros. En la actualidad, los grandes esfuerzos acumulados durante años reposan sobre una robusta plataforma en el campo de la tecnología, que ha permitido la evolución de programas informáticos que facilitan la configuración y visualización gráfica de sociogramas y procesamiento de datos estadísticos, que permiten la aprehensión de lo que antes hubiera sido una urdimbre imposible de desenmarañar. Estas nuevas herramientas nos permiten abordar temas como la salud, la difusión de la información, la influencia política, seguridad nacional, la economía global y las comunidades virtuales, entre muchos otros, desde una mirada reticular. Dentro de este contexto, el bagaje acumulado nos permite ir un paso más allá y pasar del análisis a la gestión de redes sociales. Esto adquiere una dimensión trascendental cuando se piensa en conceptos como el capital social. Mediante el ARS se puede analizar como se estructura el capital social, como se genera y como se mantiene. Se puede identificar si una red tiende a aislarse, o esta aislada, o si una red se integra en una red de redes que le facilita una acción colectiva cada vez más efectiva. Sería importante además observar si el ARS es capaz de identificar, especialmente en el caso de redes cerradas, la posible existencia de individuos que puedan actuar de puentes entre redes y así en la práctica intentar potenciar, cuando sea necesario, que esos individuos se conviertan en puentes reales (“conexiones puente”) y puedan ofrecer a la red la posibilidad de extenderse mas alla, o a traves, de los “agujeros estructurales” (los estructural holes de Burt) que la rodean. Es importante tener en cuenta que el capital social en algunas circunstancias puede llegar a tener aspectos negativos. En redes en las que haya una fuerte densidad en las relaciones y poco contacto con otras redes, el hecho de que los valores y normas que se comparten puedan anular los intereses individuales se puede convertir en un obstáculo tanto para los individuos como para la red. El caso, por ejemplo, de redes cerradas con poco contacto con otras redes en las que los esfuerzos de algunos individuos en abrirse a otras redes pueda ser considerado com perniciosos y la red haga todo lo posible (utilizando los valores y normas internos aceptados por los individuos que forman dicha red) para impedirlos. Es muy importante para el capital social de una red, para que este pueda ampliarse y abarcar nuevos horizontes, asimilar e integrar capital social externo, el que se creen puentes entre las redes. Existen casos de redes muy densas con gran capital social, pero que se estancan o no consiguen actuar efectivamente por estar encerradas en si misma y faltarles puentes que las vinculen con otras redes. Una manera de avanzar en la conceptualización y operacionalización de las redes y del capital social sería hacer uso de estudios de caso en países seleccionados donde esté disponible una buena cantidad de información en microinstituciones. Esos estudios de caso investigarían la interacción de instituiciones con otras organizaciones y/o niveles de gobierno y podrían así sugerir qué tipo de efecto pueden acarrear las redes (así como los niveles y tipos de capital humano, físico, y natural involucrados). Entretanto, para ser realmente útil al contexto de la discusión, los estudios de caso deben ser guiados por una estructura metodológica que facilite la medición y análisis de descubrimientos y proporcione hipótesis verificables. En el marco de esta diversidad, otro eje a considerar en el aporte del ARS al desarrollo de Capital Social está dado por el nivel de articulación entre lo público y privado. Las experiencias de articulación con los actores públicos territoriales no tienen un patrón de comportamiento homogéneo, sino que demuestran tener distintas realidades, dependiendo de los actores que llevan adelante las coordinaciones y de la apertura del actor público territorial hacia la comunidad. En las redes se puede encontrar un actor público territorial con una nueva concepción abierta y participativa, tendiendo a una mirada menos sectorial y más integrada a su comunidad, capaz de llegar a los problemas concretos del territorio de referencia. La noción de redes sociales incorpora una versión fresca de la existencia de la actividad ciudadana. Hacer políticas sociales hoy requiere de una mirada sobre la capacidad organizativa de las personas. En una mirada más general, la efectividad de las organizaciones podrá depender de la existencia o carencia de capital social. De su disponibilidad depende la posibilidad de generar espacios de entendimiento público- privado, por ejemplo. A continuación, proponemos algunas reflexiones respecto de la utilización del ARS: El capital social es una distinción, un concepto que puede ser utilizado para observar los fenómenos de la organización entendida como un conglomerado humano que busca un propósito. A mayor capital social, mayor será el repertorio de prácticas para diseñar y realizar acciones conjuntas. Desde este concepto podemos retomar la discusión de un aspecto clave en la teoría microeconómica. Nos referimos al supuesto fundacional de que las personas maximizan sus beneficios en forma individual. La existencia de redes, independiente de la posibilidad de definir metodologías de medición precisas, puede ser determinante en la percepción de confianza entre actores. La existencia de confianza se encuentra vinculada a la predisposición a la acción. De este modo, el estado de ánimo de las personas en las organizaciones define el espacio de posibilidades de un conglomerado. Lo que está disponible como oportunidad y lo que no. La carencia de capital social en las organizaciones se puede observar a través de síntomas tales como: o El surgimiento de hipertrofia contralora, superpoblación de procedimientos e inflexibilidad prácticas que impiden la innovación. o La existencia de prácticas de tipo territorial que usan las personas para proteger su entorno de eventuales cambios de prácticas. o La imposibilidad de incorporar nuevas recurrencias en la organización por cuanto no se encuentra instalada la capacidad de cumplir compromisos mutuos entre los integrantes. o La inexistencia de narrativas integradoras del quehacer de las personas y organizaciones. La instalación de versiones confrontacionales y la desconfianza o descalificación frente a la diferencia como estrategia de diferenciación o construcción de identidad propia. De esta manera, si pensamos en la posibilidad de “producir” o “gestionar” confianza, amistad, reciprocidad, solidaridad, soporte emocional, entre otras características del capital social, dentro del escenario económico, social y cultural en el que nos encontramos actualmente, potenciando al mismo tiempo una interacción efectiva y productiva entre las redes sociales existentes, podremos ofrecer algunas alternativas a las múltiples dificultades por las que se encuentra atravesando la humanidad hoy en día.