LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX. EL BOOM DE LA NARRATIVA: BORGES, CORTÁZAR, GARCÍA MÁRQUEZ, VARGAS LLOSA 1. INTRODUCCIÓN La primera mitad del siglo XX (hasta la década de 1940) se caracteriza por la presencia de una novela realista (novela de la tierra, cuento criollo, novela de la revolución mejicana, indigenismo) fundada en la creencia de que es posible representar una realidad percibida como objetiva (Ciro Alegría: El mundo es ancho y ajeno, novela indigenista; Rómulo Gallegos: Doña Bárbara, novela de la selva; Ricardo Güiraldes: Don Segundo Sombra, en torno a la Pampa y la vida gauchesca). Estas novelas plantean problemas sociales y humanos situados en una naturaleza grandiosa y salvaje 2. LA RENOVACIÓN DE LA NARRATIVA HISPANOAMERICANA A PARTIR DE LOS AÑOS CUARENTA aparece un grupo de narradores que combinan el realismo con elementos fantásticos (realismo mágico), por eso también se les conoce como los creadores de lo real maravilloso; otros rasgos los diferencian del realismo tradicional, como el predominio de los ambientes urbanos, el planteamiento de preocupaciones existenciales (no solo sociales) y el deseo de innovación formal (es la primera generación que inicia la renovación de las técnicas narrativas) junto con una prosa muy cuidada. Representan esta corriente Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente), Alejo Carpentier (El siglo de las luces), Juan Rulfo (Pedro Páramo) y sobre todo Jorge Luis Borges. Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986) es una de las figuras más importantes de la literatura universal. Su creación narrativa se compone de relatos cortos. Algunos libros de cuentos son: Ficciones, El Aleph, Historia universal de la infamia, etc. Los relatos tienden a ser juegos imaginativos que ponen al lector ante insólitos ejercicios intelectuales. El objetivo del autor es plantearnos problemas de carácter metafísico. Entre los temas destaca su concepción del tiempo, el tiempo cíclico o circular, y de la individualidad, que parecen no existir en sus relatos; la presencia de laberintos que simbolizan el universo; las bibliotecas, que representan la imposibilidad del conocimiento; los espejos como imagen del desdoblamiento en la personalidad del hombre; los ríos que simbolizan el tiempo que fluye; y, por último, la muerte, como final o principio de ese mundo cíclico e ilusorio. En sus cuentos predomina un estilo irónico, que combina el tono erudito y el conversacional. 3. EL BOOM DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA La década de los sesenta supone para la novela hispanoamericana una etapa de máximo esplendor con obras como La ciudad y los perros de Vargas Llosa, Cien años de soledad de García Márquez, o Rayuela de Julio Cortázar. A esto se añade la gran difusión internacional y el éxito editorial. Este fenómeno literario se conoce como el boom de la novela hispanoamericana. Estos novelistas consolidan la línea renovadora iniciada por los autores de la etapa anterior del realismo mágico; pero profundizan en la experimentación de nuevas formas narrativas. Por lo general, tienden a la novedad respecto a la forma y a la fidelidad respecto al tema: la realidad hispanoamericana vista desde perspectivas distintas. Los enfoques narrativos son variados: se pueden encontrar novelas realistas, pero son muy habituales las narraciones en las que se mezclan elementos reales y sucesos fantásticos que difuminan los límites entre la realidad y la ficción. 3.1. TÉCNICAS NARRATIVAS EN LA NOVELA DEL BOOM 3.2. □ □ □ La ruptura del tiempo y el espacio, que desintegra la estructura narrativa La variedad en la perspectiva, con la combinación de distintas personas narrativas La diversidad y mezcla de estilos: directo, indirecto libre, monólogo interior La mezcla de lo real y lo mítico La combinación de registros idiomáticos y la creación de términos nuevos La participación activa del lector ESCRITORES DEL BOOM JULIO CORTÁZAR (Argentina,1914-1984): Sobresale por sus relatos breves, cuentos fantásticos en la línea de Kafka o de Borges. En general, tanto en sus cuentos como en sus novelas, hay una búsqueda existencial, un ansia de autenticidad, de libertad y de pureza. Sus textos también incluyen reflexiones sobre la creación y el lenguaje poéticos. Ejs.: Las armas secretas, Historias de cronopios y de famas, Rayuela (incorpora una curiosa novedad estructural, la obra puede ser leída de diferentes formas, es decir, el autor propone varias posibles lecturas según que se siga un orden de lectura u otro). El objetivo de Cortázar es describir el absurdo de la realidad que percibimos. MARIO VARGAS LLOSA (Perú, 1936): se dio a conocer con La ciudad y los perros (novela experimental que presenta el mundo cerrado de un colegio militar, exaltación de la violencia y del machismo, presencia del monólogo interior del fluir de la conciencia, multiplicidad de puntos de vista, etc.). Continuó mostrando un mundo brutal en otras narraciones formalmente innovadoras, como La casa verde y Conversación en la catedral. Sorprende su capacidad de variación al recrear movimientos, personajes o sucesos históricos: La guerra del fin del mundo, obra en la que una especie de profeta arrastra a las multitudes del norte de Brasil; La fiesta del chivo, sobre el dictador dominicano Trujillo. GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ (Colombia, 1928): El coronel no tiene quien le escriba, Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera. Con Cien años de soledad (1967) se convirtió en uno de los más importantes novelistas del momento. Narra la saga de la familia Buendía a través de distintas generaciones hasta su extinción. La historia transcurre en Macondo, ciudad ficticia, símbolo de Colombia y de la América hispana. El deslumbrante lenguaje poético de la narración oscila entre lo épico y lo trágico, lo hiperbólico y lo paródico. El tratamiento circular del tiempo da a entender que todo lo que ha sucedido volverá a suceder de manera fatal. La vida, el amor, las pasiones incestuosas, la frustración, la muerte, la magia, la naturaleza y los conflictos político-sociales son los grandes temas de una novela que guarda un evidente paralelismo con La Biblia. Otros novelista destacados del boom son Ernesto Sábato (El túnel, Sobre héroes y tumbas), Carlos Fuentes (La muerte de Artemio Cruz), Juan Onetti (El astillero), Mario Benedetti (Primavera con una esquina rota), Augusto Roa Bastos (Yo, el Supremo), Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres). LA PESTE DEL INSOMNIO (fragmento de Cien años de soledad) Cuando José Arcadio Buendía se dio cuenta de que la peste había invadido el pueblo, reunió a los jefes de familia para explicarles lo que sabía sobre la enfermedad del insomnio, y se acordaron medidas para impedir que el flagelo se propagara a otras poblaciones de la ciénaga. Fue así como se quitaron a los chivos las campanitas que los árabes cambiaban por guacamayas y se pusieron a la entrada del pueblo a disposición de quienes desatendían los consejos y súplicas de los centinelas e insistían en visitar la población. Todos los forasteros que por aquel tiempo recorrían las calles de Macondo tenían que hacer sonar su campanita para que los enfermos supieran que estaba sano. No se les permitía comer ni beber nada durante su estancia, pues no había duda de que la enfermedad sólo sé transmitía por la boca, y todas las cosas de comer y de beber estaban contaminadas de insomnio. En esa forma se mantuvo la peste circunscrita al perímetro de la población. Tan eficaz fue la cuarentena, que llegó el día en que la situación de emergencia se tuvo por cosa natural, y se organizó la vida de tal modo que el trabajo recobró su ritmo y nadie volvió a preocuparse por la inútil costumbre de dormir. El GLÍGLICO (lenguaje creado por Julio Cortázar, el capítulo 68 de Rayuela está escrito en él, se evoca una escena erótica; se trata de un lenguaje musical que se interpreta como un juego, además de ser un lenguaje exclusivo, compartido por los enamorados, que los aísla del resto del mundo. Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias. COMALA (espacio en el que transcurre Pedro Páramo) Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría, pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo. «No dejes de ir a visitarlo —me recomendó. Se llama de este modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte.» Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer (...) Fui andando por la calle real en esa hora. Miré las casas vacías; las puertas desportilladas, invadidas de yerba. ¿Cómo me dijo aquel fulano que se llamaba esta yerba? «La capitana, señor. Una plaga que nomás espera que se vaya la gente para invadir las casas. Así las verá usted.»