Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) Discursos mediáticos acerca de la política alimentaria para los niños y niñas de sectores subalternos cordobeses Ileana Desirée Ibáñez Facultad de Comunicación Social; Facultad de Filosofía y Humanidades; Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) Juliana Huergo Escuela de Nutrición; Facultad de Medicina; Universidad Nacional de Córdoba/ Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad; Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina) Resumen El Programa Asistencia Integral Córdoba (PAICor) es la intervención estatal en materia alimentaria-nutricional de mayor envergadura dirigida a niños y niñas que asisten a escuelas públicas de nivel inicial, primario y secundario de la provincia de Córdoba, Argentina, cuyas familias presentan un ingreso inferior al valor monetario de la línea de pobreza o viven en situación social de riesgo. Constituye una política testigo en la regulación y modelización de las experiencias de infancia(s) en contextos subalternos, que periódicamente aparece en el centro de los debates políticos, sociales y mediáticos. El presente trabajo, de carácter interdisciplinario, se configura analíticamente a partir de los aportes del campo de la comunicación, las ciencias de la nutrición y la antropología. De este modo, el abordaje desarrollado analiza las maneras en que la prensa gráfica de Córdoba (versión digital del diario Día a Día y La Voz del Interior) presenta, naturaliza, valora, (in) visibiliza a los actores y conflictos producidos en el marco del PAICor. En esa dirección aquí se propone reconocer y caracterizar en el discurso mediático las tensiones, complicidades y ambivalencias entre los discursos y prácticas de diferentes actores que lo hacen noticiable. Palabras claves: política alimentaria; alimentación escolar; discurso mediático. 271 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) Artículo recibido: 08/02/16; evaluado: entre 09/02/16 y 17/03/16; aceptado: 18/03/16. Introducción Las políticas públicas, en este caso las políticas alimentarias, resultan un complejo objeto de estudio a la hora de pensar nuestras sociedades actuales. En contextos de hípermediatización 2.0 aquellos sentidos y sentires que los medios construyen en relación con tales políticas como a sus agentes- resultan un nodo problemático que condensa y visibiliza distintas formas de conflictividad social. Por exposición u omisión se manifiestan categorías, nociones y caracterizaciones de situaciones, contextos y vínculos sociales que dan cuenta de relaciones de poder que se traman alrededor de la “cuestión social” en que interviene la política pública. De este modo presentamos la sistematización e interpretación de datos producto de una investigación colectiva acerca del Programa Asistencia Integral Córdoba (PAICor) en la ciudad de Córdoba (Argentina). Este es el programa social alimentario de mayor envergadura del gobierno provincial, dirigido a niños y niñas pertenecientes a las clases subalternas. En este sentido, cabe señalar que en la Argentina a partir de 1980 las experiencias y sensaciones que genera el compartir y degustar la comida, aprendidas vivencialmente en trayectorias colectivas, se ven fuertemente intervenidas por el Estado. Desde la institucionalización de los comedores como una función más de la escuela, rol que ya ha alcanzado treinta años en la provincia de Córdoba, la prestación alimentaria ofrecida por el PAICor representa para muchos/as niños/as el plato nutricionalmente “más fuerte” del día. Luego de tres décadas de implementación presenta una marcada historicidad para las familias de los sectores subalternos, constituyendo un importante dispositivo que regula sus prácticas alimentarias e influye significativamente en los modos de comensalidad infantil. Consideramos así que el PAICor constituye una política testigo en la regulación o modelización de las experiencias de infancia(s) particularmente de la práctica socio cultural de comer, que como objeto político epistémico que concentra en simultáneo conflicto y poder. De manera tal que las prácticas alimentarias que se traman alrededor de la asistencia estatal se presentan como nodos constitutivos de las políticas sobre los cuerpos que configuran formas de sociabilidades específicas. Estas últimas constituyen matrices de organización de sentido que se traman históricamente con relación a las condiciones desiguales de apropiación material. R. Williams propone “comprender al lenguaje y la significación como elementos indisolubles del 272 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) proceso social material involucrados permanentemente tanto en la producción como en la reproducción” (1980:120). De esta forma es a través de las construcciones ideológicas que se conforma la hegemonía, estableciendo el hilo conductor que delinea las maneras de entender el mundo, visible en los sistemas de representación, en discursos y prácticas cotidianas. Desde ella se configuran horizontes de posibilidad para los sujetos y se definen los diferentes campos (económico, social, político, cultural, etc.). El concepto de hegemonía no hace referencia solo en un nivel racional sino que en esta categoría entran en juego los sentimientos, las emociones y sensaciones; se gesta y expresa tanto en prácticas discursivas como no discursivas. Williams (1980) retoma de A. Gramsci este sentido de hegemonía como práctica dinámica y relacional, que a partir del consenso establece pautas morales y sociales. Desde esta perspectiva las formas de control social se tornan invisibles, “naturales”, "espontáneas” en tanto hábito, costumbre. En esta dirección, el discurso mediático propone y circula distintos modelos interpretativos en relación al PAICor, a los agentes sociales que intervienen y a quienes asisten, como así también a las formas de intervención que implementa. Asimismo, estos marcos de sentido constituyen y reproducen formas de interacción y un orden moral en un tiempo histórico. En este caso nuestra pregunta avanza hacia los modos en que este orden moral prescribe y presenta las relaciones de poder, las formas de comensalidad y socialización de niños y niñas de los sectores subalternos y sus grupos familiares que son asistidos por la política alimentaria y también a los agentes e instituciones del Estado. Este trabajo de carácter interdisciplinario se configura a partir de los aportes desde el campo de la comunicación, las ciencias de la nutrición y la antropología, los cuales contribuyen aquí para la formulación de una matriz interpretativa. De este modo, el abordaje que desarrollamos analiza las maneras en que la prensa gráfica digital presenta, naturaliza, valora, (in) visibiliza a los actores y conflictos producidos en el marco del PAICor. Entonces, se propone reconocer y caracterizar en el marco del discurso mediático las tensiones, complicidades y ambivalencias entre relatos y prácticas de diferentes actores que hacen noticiable este programa alimentario. El corpus de análisis está conformado por las sesenta y nueve notas publicadas en la versión digital del diario La Voz del Interior entre mayo de 2010 y agosto de 2014, y treinta y ocho notas publicadas en la versión digital del diario Día a Día entre febrero de 2009 y agosto de 2014, en las que se aborda el tema del PAICor. Para el análisis del corpus intersectamos aportes de M. Foucault, L. Escudero Chauvel e I. Vasilachis de Gialdino. Como estrategia expositiva presentamos primero, una caracterización e historización del programa PAICor; segundo, a partir del análisis de los artículos del corpus identificamos intermitentes ciclos de conflictividad en relación con alguno de sus componentes: 273 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) presupuestario, alimentario-nutricional, equipo de trabajo operativo, funcionarios/as, destinatarios/as. En ese marco, reconocemos la relación de saber y poder que performa modos de visibilización e invisibilización de los actores y las relaciones de dominación que se traman y que periódicamente aparecen en el centro de los debates políticos, sociales y mediáticos. Finalmente, consideramos las formas en que el dispositivo mediático construye categorizaciones y clasificaciones que vehiculizan sentidos en relación con la política alimentaria provincial y con ellas (re) produce jerarquías y relaciones de poder entre agentes sociales pero también entre adultos y niños/as. Así, queremos problematizar el lugar que el discurso mediático les otorga a estos últimos como agentes sociales y políticos. Hacia la construcción de una matriz interpretativa: breve historización del PAICor Las prácticas de producción de sentido son entendidas aquí desde una lectura de las prácticas materiales y los sentidos circulantes en su correlación histórica. Este análisis se inscribe en la perspectiva de la crítica ideológica; nuestro punto de partida es una estrategia de interpretación que pone en duda la autoevidencia de la realidad establecida, de aquello que es vivido como natural. Esto implica problematizar procesos y discursos naturalizados en una operación de reinterpretación pero no significa la develación de algo oculto o la búsqueda de una “verdad” primigenia. De esta forma, como elección epistémica seguiremos a E. Grüner, quien sostiene que la interpretación crítica es una “intervención hermenéutica y una política de lectura” que se articula en dos momentos: uno de deconstrucción y otro de reconstrucción con respecto al conjunto de posiciones políticas y fuerzas sociales que se estructuran en un momento histórico determinado (Grüner, 2001:121). Asumimos en consecuencia que la sociedad confiere valor a los sentidos que en ella circulan, significados en lucha que en diferentes momentos históricos se instituyen como principios ordenadores de lo social. Estos principios ordenadores tienen efectos materiales, no están clausurados en el puro discurso sino que penetran y performan la “realidad” y configuran el sentido social e imaginario de los diferentes procesos y hechos históricos. De allí la importancia de reconocer los modos en que el discurso periodístico elabora sentidos sociales en relación con el fenómeno a analizar en su correlación histórica. Por ello presentamos una caracterización del programa que permita dar densidad al abordaje. El PAICor fue creado en Córdoba en 1983 con la vuelta a la democracia argentina, a poco de asumir la gobernación el radical E. Angeloz. La ejecución de este programa comenzó en 1984 mediante el decreto 124/84, con ciento noventa mil raciones diarias como un apoyo nutricional 274 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) a la alimentación de niños/as que asistían a escuelas públicas. Su génesis respondió a la “crisis” producto del detrimento de las condiciones materiales de existencia de amplios colectivos sociales como corolario de la puesta en marcha de políticas de ajuste del gasto público en todas las esferas estatales y al proceso inflacionario. De esta manera, se puede sostener que el PAICor en la década del 80 tuvo como principal fundamento remediar el deterioro de los indicadores de salud y nutrición infantiles producto del impacto de la crisis socio económica nacional. En sus inicios, los comedores se situaban en las escuelas que disponían de cocina propia y de personal contratado por el Estado para llevar adelante las tareas de planificación y realización de compras alimenticias, elaboración y servido de la comida y de limpieza del establecimiento. Esto favorecía a la comunidad escolar ya que siempre había mercadería y se cocinaba para todos los/as niños/as que iban al comedor, no sólo para los/as anotados/as como “beneficiarios/as”. Las sucesivas gobernaciones, radicales y peronistas, le dieron continuidad hasta nuestros días. En esa perspectiva, su carácter excepcional se transformó en regla dentro del paisaje social y alimentario provincial. Por consiguiente, la presencia de comedores financiados por el PAICor en las escuelas públicas ya lleva tres décadas, su fuerte impronta define la selección de alimentos, la modulación de los tiempos, espacios y formas de sociabilidad en el marco de la práctica de comer inscribiendo en los cuerpos de los sujetos, a partir de tales procedimientos, una particular visión del mundo y de ellos mismos (Huergo e Ibáñez, 2012). En la década del 90, con la profundización del sistema capitalista neoliberal se produjo la trecerización del servicio alimentario del PAICor a empresas de catering que imprimieron la lógica del mercado en la ejecución del programa mediante el llamado servicio de “racionamiento en cocido a la boca”, de acuerdo con los pliegos de condiciones contractuales establecidos por el Gobierno de la Provincia. En ese marco, la aplicación de buenas prácticas de manufactura (BPM) como reaseguro de la inocuidad son un requisito sine qua non de las certificaciones en estándares de calidad que “exige” el programa para seguir dentro de su nómina de proveedores (norma IRAM 14102 Buenas Prácticas de Manufactura en Industrias de Alimentos y norma ISO 9001:2000 Sistemas de Gestión de la Calidad). Tales concesiones fueron otorgadas a través de licitaciones públicas. En 2015 el programa informó a través de su sitio web oficial que atiende a 3782 centros educativos y distribuye 458.973 raciones alimentarias en todo el territorio de la provincia de Córdoba. Estos datos cuantitativos permiten dar cuenta de su alcance y magnitud. A continuación, se realizará un esbozo de algunas pistas en ese sentido derivadas del análisis mediático sobre qué es lo noticiable respecto del PAICor. 275 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) El PAICor en los medios de comunicación digital El corpus seleccionado responde al interés de identificar cómo los diarios de mayor envergadura de Córdoba ponen en escena y qué es lo noticiable en relación con el programa alimentario provincial. Escudero Chauvel argumenta al respecto: Los medios de información, en su conjunto, están instalados en este espacio público no tanto para mostrarnos qué pensar sino cómo pensar, en qué ritmos y con cuáles limitaciones. El periódico es básicamente entonces, una gran máquina de clasificación y selección de contenidos del mundo, transformándolo en un mundo mediático, es decir, elaborado a partir de una particular práctica discursiva (2007: 134). De la lectura del corpus seleccionado se puede señalar que las notas se estructuran en relación con los achicamientos presupuestarios en términos de “recortes” en tres sentidos: económicos, nutricionales y de padrones de beneficiarios/as. Así también, Escudero Chauvel (1997) señala que “La actividad de la práctica de la escritura periodística organiza un relato donde las fuentes se vuelven los personajes principales a las que se les asigna un programa de hacer-saber, de competencia y de acciones específicas”. Tales referencias (re) producen y estructuran relaciones jerárquicas del mundo social. En este sentido, en el análisis del corpus analizado en su totalidad tiene como fuentes legitimadas para la construcción de la noticia: a) funcionarios/as estatales a partir de declaraciones y anuncios tanto oficiales como extra-oficiales; b) directivos/as y docentes que socializan su situación de desborde al verse colapsada su labor educativa para estar a cargo de los cuidados que se condensan alrededor del acto de comer; c) madres y padres que demandan el servicio alimentario del PAICor; y, d) profesionales de la ciencia de la salud, especialmente la palabra de nutricionistas, médicos/as, bromatólogos/as y bioquímicos/as como estrategia discursiva para legitimar el modo de proceder ante los conflictos que tienen al PAICor como protagonista. Claramente, de la lectura se puede observar que el eje está puesto en temas económicos y nutricionales como dos aspectos indisociables. Aquí, a modo de provocación nos preguntamos: ¿los/as niños/as dónde están? De acuerdo con lo expresado, en este trabajo se presentan y analizan algunos fragmentos de episodios vinculados al mencionado programa social alimentario que han ocupado la agenda mediática. Allí se identifican cuatro categorías analíticas que se intersectan de manera recursiva y que permiten organizar el corpus: notas en las que predominan artículos cuyo eje es la lógica económica-administrativa, el discurso biomédico y, por último, aquellos escritos en los que aparecen los sujetos “beneficiarios” y las clasificaciones/etiquetamientos que deben demostrar 276 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) para acceder al PAICor (ver tabla N°1). Cabe señala r que las notas vinculadas al festejo por sus tres décadas de implementación aportaron información sobre la historia del programa y detalles de tal evento. Categorías organizativas del corpus Medio Discurso Discurso Discurso Discurso sobre Discurso de económico biomédico biomédico y clasificaciones y sobre Prensa administrativo económico etiquetamientos festejo administrativo estatales 30 años La Voz Total 24 16 14 10 5 69 18 10 4 5 1 38 42 26 18 15 6 107 del Interior Día a Día Total Tabla 1: Sistematización de Categorías organizativas del corpus, 2010-2014. Fuente: Elaboración propia Racionalidad económico-administrativa, la lógica del ajuste permanente Tal como ya se ha señalado, los criterios económicos permean tanto los discursos mediáticos, políticos y familiares en relación con este programa social alimentario, de manera que las cuestiones referidas al presupuesto, deudas del PAICor, padrón de beneficiarios, aumentos del costo de las raciones, aumento de salarios a empleados entre otros, son elementos que lo configuran como noticiable. A fines de 2013 el informe del Observatorio de Finanzas Públicas del Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes) expuso los modos en que el gobierno provincial ha achicado, en términos reales, la cantidad de recursos que destina a la compra de alimentos del PAICor, siendo ello objeto de una amplia cobertura mediática. Por un lado, evalúa la Cuenta de Inversión 2013, muestra un incremento en el gasto en alimentos estimado del 14,8 % respecto a 2012. Pero comparada con la evolución de los precios durante el año pasado, que según el índice barrial que elabora el Cippes, alcanzó 26 % anual, el aumento de recursos “implica, en realidad, una disminución (en términos de poder de compra del programa) en el gasto de alimentos de 9,1 % […] Agrega que también hubo una subejecución general de la 277 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) partida, que tras de algunas reasignaciones contó con un presupuesto de 890,3 millones de pesos, de los cuales se gastaron 786,4 millones. […] Este año, las partidas de dinero para gastos en alimentos del PAICor que prevé el presupuesto oficial muestran un incremento interanual de 27,8 %. Si se espera un alza en el precio de los alimentos de 35 %, el gasto en alimentos previsto para 2014 implica una disminución (en términos de poder de compra) de 5,3 % respecto a 2013, de no haber reasignaciones presupuestarias, advierte el informe (La Voz del Interior, 04/06/2014). La alerta encendida por los fondos del PAICor no es caprichosa: el centro de estudios económicos Cippes advierte que el presupuesto de alimentos del programa social prevé un incremento del 27,8 % respecto de lo pautado el año pasado, pero con una proyección de aumento en los alimentos del 35 % para este año (ver: “PAICor: números cruzados”). Los guardapolvos no vuelven a asomar en el horizonte cercano (Gonzales, Día a Día, 2/06/2014). Allí se expresan a partir de Vasilachis de Gialdino (2005) distintas nominalizaciones que utiliza el discurso periodístico transformando versos en sustantivos. Y, además, el uso de la metáfora en tanto recurso como una de las principales herramientas del discurso mediático. De esta manera, el complejo conflicto de la asistencia brindada en el marco del PAICor se simplifica en números, porcentajes y variables inflacionarias. Los enunciados “alerta encendida por los fondos”, “guardapolvos no vuelven a asomar”, enfatizan la inevitabilidad de los recortes. En el segundo se le otorgan características humanas a las cosas y se omite a los sujetos destinatarios. Estas formas interpretativas despojan a la noticia de los agentes de la acción. Este planteo deja de lado todo aquello que no se corresponde con este tipo de racionalidad: la experiencia cotidiana de niños y niñas que vivencian, no en términos numéricos, las consecuencias de las políticas y decisiones técnico-administrativas. El discurso médico en la prensa gráfica, política de los cuerpos sin sujetos Se seleccionaron aquí tres temas vinculados con el conflicto alimentario-nutricional que han sido noticias y que permiten reconocer los modos en que el discurso biomédico ha permeado en el discurso social. Y, a su vez, cómo a través de las operaciones discursivas lo alimentario sólo se presenta en relación con lo nutricional en términos matemáticos, ya sea por costos monetarios de ración o por valores de nutrientes que aporta. Esta operatoria propone una matriz interpretativa que ocluye la complejidad del fenómeno y omite a quienes reciben la prestación alimentaria. Siguiendo los aportes de Vasilachis Gialdino (2005; 2000) acerca del recurso metafórico cabe mencionar que desde el siglo XIX, la metáfora de la máquina se ha utilizado como analogía con 278 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) el cuerpo humano (Garrote, 2000). Para el discurso médico biológico, el “cuerpo – máquina” necesita que los alimentos le brinden todo su “combustible”. De esta manera, la dimensión ecológica, cultural y simbólica del comer queda solapada por la dimensión biológica –y su reverso patológico-: el gasto energético corporal, el valor calórico de los nutrientes, la acción dinámica específica de los alimentos. La ciencia matemática de la nutrición calcula y prescribe, con un rigor absoluto, combustibles adecuados y universales para el óptimo funcionamiento de máquinas individuales despojadas de todos sus entramados socio históricos, particularmente para aquellas máquinas que deben ser compensadas dada su ubicación –patológica- por fuera de la norma, lo científicamente “esperado”. En el caso del PAICor el estándar normativo de comparación está representado por el cruce entre las recomendaciones nutricionales internacionales y nacionales y los patrones de crecimiento infantil que propone la Organización Mundial de la Salud. En ese sentido, en el año 2009 anunciaron extender el sistema de racionamiento cocido a la boca a colegios públicos del Gran Córdoba, Río Cuarto, San Francisco, Villa María y Villa Nueva (3). Esto fue producto de la tercerización del servicio a empresas de catering pues hasta el momento se cocinaba en la escuela. De la mano de este comunicado, el otrora Ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Massei, señalaba la novedad de la incorporación de un refuerzo nutricional a la prestación alimentaria. En este marco, el sujeto legitimado para dar explicaciones es un agente estatal. Esta temática apareció en distintas notas con diversos matices: La vianda incluirá el «refrigerio fortificado», un desayuno o merienda con un plus para que llegue a las 360 kilocalorías, lo que equivale al 30 % de las que un niño en edad de crecimiento necesita diariamente. Según explicó a Día a Día el ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Massei, aunque intervinieron varios factores para avanzar en la transformación, el Gobierno busca frenar el ingreso de personal al Estado y mejorar el control del gasto, centralizando la elaboración y distribución de la comida en empresas privadas (González, Día a Día, 07/12/2009). Históricamente, la intención de la biomedicina o Modelo Médico Hegemónico, paradigma dominante en el campo de las ciencias de la salud, respondió a medicalizar la alimentación/nutrición: cuantificar y prescribir “dietéticas” o “ingestas” universales (preventivas y científicamente correctas) homogeneizando en el nivel poblacional diferencias históricas, socioculturales y de condiciones materiales de vida. Y, como contracara, a autoresponsabilizar a cada individuo por el cuidado de su salud y a disciplinar formas de vida y corporales “saludables”. De este modo, se sostiene que el PAICor atiende las necesidades nutricionales de cada sector. Desde el discurso estatal, representado por el ministro de Desarrollo Social, se 279 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) intenta dar cuenta de la óptima composición nutricional de los desayunos y meriendas “fortificados/as” para un/a niño/a “estándar” en edad de crecimiento. A su vez, continuando con esta línea argumentativa otra nota expresa: El número frío dirá que en lo que va del año el precio de la carne se incrementó en un 28 %, volviéndola un producto prohibitivo, un lujo para cientos de miles de hogares cordobeses en los cuales los niños no llegan a cumplir con la porción diaria que recomienda la Sociedad Argentina de Pediatría: de 100 a 120 gramos. Lejos de aquel parámetro «mínimo», los alumnos asistidos por el PAICor reciben diariamente entre 38 y 45 gramos de carne, siendo esta ración, en la mayoría de los casos, el único aporte «contundente» que ingerirán. El miércoles último, Día a Día pesó una de las «hamburguesas» que fueron distribuidas por el PAICor (por vía tercerizada) entre los chicos que asisten a una escuela–urbano marginal de esta ciudad. La balanza digital arrojó el gramaje, tal como se publica en esta página: 40 gramos (González, Día a Día, 04/04/2010). Nuevamente, aunque desde una mirada crítica frente a los modos en que se implementa el PAICor (la ración de carne no cubre con el parámetro mínimo nutricionalmente recomendado), el discurso mediático argumenta desde una perspectiva biomédica acerca de cuál sería la relación deseable entre gramajes/nutrientes de las prestaciones alimentarias brindadas tomando como fuente autorizada a la Sociedad Argentina de Pediatría. En esta misma línea, en 2012 se publicó que el senador Carlos Roffé (Frente Cívico) denunció en la Unicameral que los medallones de pollo que se sirven en algunas escuelas no contienen pollo, ni tampoco ninguna otra proteína de origen animal (sólo proteínas vegetales provenientes de cereales y/o legumbres). Esto fue detectado a través de análisis realizados en dos laboratorios oficiales. De este modo, se elevó al Poder Ejecutivo un pedido de informes al Ministerio de Gestión Pública dado que en su interior funciona la Secretaría del PAICor (4). «En el primer estudio realizado, los resultados evidenciaron una cantidad de proteínas demasiado baja para un medallón de pollo, y también un bajo porcentaje de grasas, lo que me hizo dudar de la composición del producto», indicó Roffé, quien es médico. Ese análisis se realizó entre el 14 y el 28 de septiembre pasado en el laboratorio Cequimap de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Arrojó que el producto investigado tenía 12,6 % de proteínas, 3,25 gramos de grasa y 22,4 % de hidratos de carbono. La muestra se envió a un segundo laboratorio oficial (en este caso, del Senasa) para que se investigara qué tipo de proteína animal contenía el alimento. El segundo estudio se realizó en noviembre, y en el medallón no se detectó antígeno aviar, pero tampoco vacuno, porcino ni ovino. «En otras palabras, en la muestra no se hallaron proteínas animales», señaló Roffé. «O sea, no es de pollo, pero tampoco de vaca, de oveja ni de cerdo», puntualizó. 280 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) La ministra de Administración de la Provincia, Mónica Zornberg –que tiene a su cargo el PAICor– indicó que no fueron notificados de la irregularidad ni recibieron denuncia alguna por el tema. «Si fuera así, debería haberse detectado en alguno de los múltiples controles que realiza el Centro de Excelencia en Productos y Procesos Córdoba (Ceprocor) a las raciones», aseguró la funcionaria (Fernández, La Voz de Interior, 06/12/2012). Como se observa, el eje de las notas se configura alrededor de las “evidencias” científicas sobre el valor nutricional de los productos. Para ello, tanto denunciantes como efectores recurren a la voz competente de agencias públicas de control: Laboratorio Cequimap de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), SenasaCórdoba y CEPROCOR. Tanto en la interpretación mediática como en los argumentos de los/as funcionarios/as estatales, la comida se reduce a la garantía de inocuidad –normas de calidad mediante- y a su valor nutricional. Esa mirada técnica y modelizadora que reduce el acto sociocultural de comer a una “adecuada carga de combustible” expresa una distancia insalvable que impide presentar el conflicto alimentario nutricional como la cara material de las diversas modalidades de estructuración de las desigualdades sociales y de salud imperantes en nuestras sociedades. Siguiendo a Foucault, la autoridad de este discurso se instituye en el siglo XX a partir de la medicina “lo que rige a la sociedad no son los códigos sino la perpetua distinción entre lo normal y lo anormal, la perpetua empresa de restituir el sistema de normalidad” (1976:161). Esto cobra relevancia si consideramos que el PAICor configura un dispositivo que a partir de la asistencia pretende normalizar la “desviación” alimentaria-nutricional, enmarcando la problemática del hambre en el discurso biomédico catalogándola como un fenómeno de índole biológico, individual, a-histórico y asocial (Menéndez, 2005; Garrote, 2000). Clasificaciones y etiquetamientos estatales, dispositivos de regulación Otra dimensión que resulta noticiable pero en menor medida tiene que ver con los reclamos de las instituciones educativas al PAICor por diversas razones: falta del servicio alimentario, precarias condiciones edilicias de los comedores, recortes en las raciones de comida, sobrecarga en la tarea docente, entre otros. En este tipo de notas prevalecen los relatos de las/os docentes y directivas/os que dan cuenta o acreditan las necesidades de los niños y las niñas que asisten al establecimiento y también las de sus familias en tanto “merecedoras” de la asistencia alimentaria. 281 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) En ese sentido, un caso que tuvo gran relevancia y cobertura mediática ocurrió en 2012, cuando se produjo una drástica reducción en el padrón del PAICor por falta de presupuesto estatal. En consecuencia, en algunas escuelas su versión “depurada” fue exhibida en los paneles informativos institucionales, exponiendo a quienes habían quedado por fuera de la asistencia alimentaria estatal. Ante la repercusión mediática que tuvo este episodio, el Ministerio de Gestión Pública publicó un comunicado que fue levantado por los periódicos aquí analizados: Los chicos quedaron marginados luego de que se cruzaran los datos de sus fichas socioeconómicas del PAICor con los del Sistema de Identificación Nacional Tributario y Social (Sintys). «Este programa de apoyo educativo está destinado a los cordobeses más humildes con ingresos por debajo de la línea de pobreza (fijada por el ministerio de Desarrollo Social en 2.500 pesos) o a familias con situaciones especiales», expresó el escrito del PAICor […] Los padres de los niños inicialmente excluidos del programa pueden reclamar su reincorporación a través de la autoridad del colegio, o directamente al teléfono del PAICor (468-8500), o personalmente en el Complejo Pablo Pizzurno, Vélez Sársfield 2311 (Día a Día, 18/03/2011). Posteriormente, en distintas notas funcionarios/as estatales aclararon que, inmediatamente iniciado el trámite los/as niños y niñas serian reincorporados pero que luego recibirían la visita de un/a trabajador/a social que acreditaría o no la necesidad de asistencia alimentaria por parte de ese grupo familiar. En ese sentido, siguiendo con los criterios antes explicitados, aquí emerge el/la trabajador/a social como voz autorizada para decidir quién resulta o no ser merecedor/a. Reiteradamente se ponen en juego los mecanismos burocráticos y administrativos que dentro del saber legitimado certificarán las carencias. En relación con ello, en esta y en otras notas las madres brindan testimonio de “tener más de cuatro hijos”, “pagar un alquiler”, “ser el único sueldo del hogar”. Tanto La Voz del Interior como Día a Día exponen el carácter discrecional de un criterio de elegibilidad que solo mira un índice salarial. En esta perspectiva, la racionalidad económica no es cuestionada como parámetro sino en la forma en que ha sido aplicada, ya que deja otras variables, también cuantificables, por fuera del análisis para determinar el ajuste. Se puede observar aquí cómo los mismos sujetos tienen incorporado el “valor” de su carencia y la necesidad de acreditarla desde un criterio técnico instrumental. Notas finales: ¿los niños y las niñas dónde están? 282 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) En el análisis del discurso mediático se ha podido observar el predominio de una mirada biomédica y técnico administrativa, articulada desde una racionalidad económica instrumental. De este modo, el comer es reducido a la accesibilidad de alimentos inocuos bajo parámetros de las ciencias biológicas, bromatológicas y nutricionales, prevaleciendo la matriz socio-perceptiva del discurso médico hegemónico. Su impronta prescriptiva regula el disciplinamiento de lo anormal en términos biológicos y socio-culturales. El pensamiento médico, siguiendo a M. Foucault, implica: (…) una manera de percibir las cosas que se organizan alrededor de la norma, esto es que procura deslindar lo que es normal de lo que es anormal […] se asigna, busca asignarse medios de corrección que no son exactamente medios de castigo, sino medios de transformación del individuo, toda una tecnología del comportamiento del ser humano que está ligada a este fin (Foucault, 2014: 35). El discurso mediático es permeado por construcciones ideológicas que reducen el plato de comida a un ecuación de “inocuidad” y “aporte nutricional” al “menor costo económico” per cápita. Ahora bien, como se observa en las notas analizadas diferentes episodios conflictivos como lo denunciado en relación al medallón de pollo (que efectivamente no contenía pollo ni otra proteína animal) denuncian el carácter ficticio de estos argumentos de contralor. Asimismo, las dimensiones del PAICor analizadas logran dar cuenta de aquellos/as actores que desde los medios de comunicación se han elegido como sujetos discursivos. En la totalidad de las notas trabajadas (107), se presentan como tales: funcionarios/as estatales provinciales (99/107) y municipales (5/107), directivos/as/docentes (14/107) y la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (7/107), profesionales universitarios vinculados a la economía, nutrición, medicina o bioquímica (12/107), organismos oficiales de certificación y control de calidad (11/107), dueños/as y técnicos/as de empresas de catering (2/107), la Cámara Argentina de Concesionarios de Servicios de Comedores y Refrigerios que las nuclea (2/107) y, en menor medida, padres/madres (4/107) de los/as niños/as (1/107); sumada la voz predominante de los periodistas. Todos/as ellos/as expresan y argumentan sus opiniones y reflexiones acerca del PAICor. Sin embargo, los/as niñas/as sujetos de este programa social alimentario resultan ser los convidados de piedra, es su palabra la gran ausente en el discurso periodístico. El gusto/disgusto, el deseo/desprecio, el placer/displacer, el bienestar/malestar, la (im)posibilidad de elección de lo que se sirve en el plato y las maneras de compartir ese momento no son objetos de indagación por parte de los/as periodistas ni delos/as funcionarios/as estatales. 283 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) En este sentido, los niños y las niñas que asisten a los comedores son adjetivados en el discurso mediático como: “carentes”, “humildes”, “marginados”, “pobres”, “necesitados”. Aparecen como sujetos pasivos “beneficiarios” o no de la asistencia alimentaria estatal, son discursivizados, es decir, son objeto de discurso pero no de palabra. Tal es así que del total de notas analizadas solo en una se cita la palabra de una niña que asiste al comedor escolar: «Como porque si no no le dan a mi mamá el bolsón», explica una nena de 7 añitos. El bolsón es el módulo con alimentos que el PAICor distribuye en el receso escolar a cada familia asistida por el plan. La mamá de esta nena recogerá el suyo en diciembre de 2010 (González, Día a Día, 07/12/2009). Si bien en este mínimo relato se puede visibilizar la crudeza de esta política de control y disciplinamiento podemos reconocer cómo la palabra de niñas y niños es omitida en general o utilizada como recurso edulcorado para construir un relato donde los agentes y voces legitimadas son las de los adultos. En ningún caso la experiencia de niños y niñas en relación con su práctica cotidiana de comer en los comedores de PAICor constituye el eje de lo noticiable. Notas (1) Se postula al cuerpo como objeto sociológico siguiendo, entre otros, a R. Sennet (1997), Carne y piedra. El cuerpo y la ciudad en la civilización occidental, España, Alianza Editorial; M. Foucault (1998), Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, México D.F., Siglo Veintiuno Editores; y D. Le Breton (2002), La sociología del cuerpo, Buenos Aires, Nueva Visión. (2) Todo individuo se encuentra signado por una trama simbólica, siguiendo las categorías analíticas de Fischler (1995), por una cocina o sistema culinario particular, que le ha permitido apropiarse de experiencias de comensalidad en las que circulan sabores, aromas, texturas, imágenes, sonidos, cuidados que definen el placer o desagrado en relación con el alimento en sí, a los vínculos y roles desplegados en el acto de comer, a los tiempos y espacios (Aranda Jiménez et ál., 2006). La función adaptativa más importante de esas cocinas es lograr la comestibilidad cultural más que biológica (Contreras Hernández y Arnáiz, 2005). La forma de llevar ese marco normativo a la práctica es denominada por Fischler como “gramática culinaria”. (3) Río Cuarto, Villa María, Villa Nueva y San Francisco son ciudades ubicadas en el interior de la provincia de Córdoba, Argentina. (4) En el año 2012 el PAICor fue trasladado desde el Ministerio de Desarrollo Social hacia el Ministerio de Gestión Pública. (5) En algunas escuelas del interior provincial, sobre todo aquellas localizadas en zonas rurales, aún se conserva la modalidad de cocina tradicional es decir, aquella no tercerizada en empresas privadas. 284 Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016) Bibliografía Aranda Jiménez, G. y J.A. Esquivel Guerrero (2006), “Ritual funerario y comensalidad en las sociedades de la edad del bronce del sureste peninsular: La cultura del Argar”, Revista Trabajos de Prehistoria N° 2, pp. 117-133. Busdiecker, S.; Castillo, C. e I. 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