Discursos mediáticos acerca de la política alimentaria para los

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Vol. 1, N.º 49 (enero-marzo 2016)
Discursos mediáticos acerca de la política alimentaria para los
niños y niñas de sectores subalternos cordobeses
Ileana Desirée Ibáñez
Facultad de Comunicación Social; Facultad de Filosofía y
Humanidades; Universidad Nacional de Córdoba (Argentina)
Juliana Huergo
Escuela de Nutrición; Facultad de Medicina; Universidad
Nacional de Córdoba/ Centro de Investigaciones y Estudios
sobre Cultura y Sociedad; Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Argentina)
Resumen
El Programa Asistencia Integral Córdoba (PAICor) es la intervención estatal en materia
alimentaria-nutricional de mayor envergadura dirigida a niños y niñas que asisten a escuelas
públicas de nivel inicial, primario y secundario de la provincia de Córdoba, Argentina, cuyas
familias presentan un ingreso inferior al valor monetario de la línea de pobreza o viven en
situación social de riesgo. Constituye una política testigo en la regulación y modelización de las
experiencias de infancia(s) en contextos subalternos, que periódicamente aparece en el centro
de los debates políticos, sociales y mediáticos. El presente trabajo, de carácter
interdisciplinario, se configura analíticamente a partir de los aportes del campo de la
comunicación, las ciencias de la nutrición y la antropología. De este modo, el abordaje
desarrollado analiza las maneras en que la prensa gráfica de Córdoba (versión digital del diario
Día a Día y La Voz del Interior) presenta, naturaliza, valora, (in) visibiliza a los actores y
conflictos producidos en el marco del PAICor. En esa dirección aquí se propone reconocer y
caracterizar en el discurso mediático las tensiones, complicidades y ambivalencias entre los
discursos y prácticas de diferentes actores que lo hacen noticiable.
Palabras claves: política alimentaria; alimentación escolar; discurso mediático.
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Artículo recibido: 08/02/16; evaluado: entre 09/02/16 y 17/03/16; aceptado: 18/03/16.
Introducción
Las políticas públicas, en este caso las políticas alimentarias, resultan un complejo objeto de
estudio a la hora de pensar nuestras sociedades actuales. En contextos de hípermediatización
2.0 aquellos sentidos y sentires que los medios construyen en relación con tales políticas como a sus agentes- resultan un nodo problemático que condensa y visibiliza distintas formas
de conflictividad social. Por exposición u omisión se manifiestan categorías, nociones y
caracterizaciones de situaciones, contextos y vínculos sociales que dan cuenta de relaciones
de poder que se traman alrededor de la “cuestión social” en que interviene la política pública.
De este modo presentamos la sistematización e interpretación de datos producto de una
investigación colectiva acerca del Programa Asistencia Integral Córdoba (PAICor) en la ciudad
de Córdoba (Argentina). Este es el programa social alimentario de mayor envergadura del
gobierno provincial, dirigido a niños y niñas pertenecientes a las clases subalternas.
En este sentido, cabe señalar que en la Argentina a partir de 1980 las experiencias y
sensaciones que genera el compartir y degustar la comida, aprendidas vivencialmente en
trayectorias
colectivas,
se ven fuertemente
intervenidas
por
el
Estado. Desde
la
institucionalización de los comedores como una función más de la escuela, rol que ya ha
alcanzado treinta años en la provincia de Córdoba, la prestación alimentaria ofrecida por el
PAICor representa para muchos/as niños/as el plato nutricionalmente “más fuerte” del día.
Luego de tres décadas de implementación presenta una marcada historicidad para las familias
de los sectores subalternos, constituyendo un importante dispositivo que regula sus prácticas
alimentarias e influye significativamente en los modos de comensalidad infantil.
Consideramos así que el PAICor constituye una política testigo en la regulación o modelización
de las experiencias de infancia(s) particularmente de la práctica socio cultural de comer, que
como objeto político epistémico que concentra en simultáneo conflicto y poder. De manera tal
que las prácticas alimentarias que se traman alrededor de la asistencia estatal se presentan
como nodos constitutivos de las políticas sobre los cuerpos que configuran formas de
sociabilidades específicas. Estas últimas constituyen matrices de organización de sentido que
se traman históricamente con relación a las condiciones desiguales de apropiación material. R.
Williams propone “comprender al lenguaje y la significación como elementos indisolubles del
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proceso social material involucrados permanentemente tanto en la producción como en la
reproducción” (1980:120). De esta forma es a través de las construcciones ideológicas que se
conforma la hegemonía, estableciendo el hilo conductor que delinea las maneras de entender
el mundo, visible en los sistemas de representación, en discursos y prácticas cotidianas. Desde
ella se configuran horizontes de posibilidad para los sujetos y se definen los diferentes campos
(económico, social, político, cultural, etc.). El concepto de hegemonía no hace referencia solo
en un nivel racional sino que en esta categoría entran en juego los sentimientos, las emociones
y sensaciones; se gesta y expresa tanto en prácticas discursivas como no discursivas. Williams
(1980) retoma de A. Gramsci este sentido de hegemonía como práctica dinámica y relacional,
que a partir del consenso establece pautas morales y sociales. Desde esta perspectiva las
formas de control social se tornan invisibles, “naturales”, "espontáneas” en tanto hábito,
costumbre.
En esta dirección, el discurso mediático propone y circula distintos modelos interpretativos en
relación al PAICor, a los agentes sociales que intervienen y a quienes asisten, como así
también a las formas de intervención que implementa. Asimismo, estos marcos de sentido
constituyen y reproducen formas de interacción y un orden moral en un tiempo histórico. En
este caso nuestra pregunta avanza hacia los modos en que este orden moral prescribe y
presenta las relaciones de poder, las formas de comensalidad y socialización de niños y niñas
de los sectores subalternos y sus grupos familiares que son asistidos por la política alimentaria
y también a los agentes e instituciones del Estado.
Este trabajo de carácter interdisciplinario se configura a partir de los aportes desde el campo de
la comunicación, las ciencias de la nutrición y la antropología, los cuales contribuyen aquí para
la formulación de una matriz interpretativa. De este modo, el abordaje que desarrollamos
analiza las maneras en que la prensa gráfica digital presenta, naturaliza, valora, (in) visibiliza a
los actores y conflictos producidos en el marco del PAICor. Entonces, se propone reconocer y
caracterizar en el marco del discurso mediático las tensiones, complicidades y ambivalencias
entre relatos y prácticas de diferentes actores que hacen noticiable este programa alimentario.
El corpus de análisis está conformado por las sesenta y nueve notas publicadas en la versión
digital del diario La Voz del Interior entre mayo de 2010 y agosto de 2014, y treinta y ocho
notas publicadas en la versión digital del diario Día a Día entre febrero de 2009 y agosto de
2014, en las que se aborda el tema del PAICor. Para el análisis del corpus intersectamos
aportes de M. Foucault, L. Escudero Chauvel e I. Vasilachis de Gialdino.
Como estrategia expositiva presentamos primero, una caracterización e historización del
programa PAICor; segundo, a partir del análisis de los artículos del corpus identificamos
intermitentes ciclos de conflictividad en relación con alguno de sus componentes:
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presupuestario,
alimentario-nutricional,
equipo
de
trabajo
operativo,
funcionarios/as,
destinatarios/as. En ese marco, reconocemos la relación de saber y poder que performa modos
de visibilización e invisibilización de los actores y las relaciones de dominación que se traman y
que periódicamente aparecen en el centro de los debates políticos, sociales y mediáticos.
Finalmente,
consideramos
las
formas
en
que
el
dispositivo
mediático
construye
categorizaciones y clasificaciones que vehiculizan sentidos en relación con la política
alimentaria provincial y con ellas (re) produce jerarquías y relaciones de poder entre agentes
sociales pero también entre adultos y niños/as. Así, queremos problematizar el lugar que el
discurso mediático les otorga a estos últimos como agentes sociales y políticos.
Hacia la construcción de una matriz interpretativa: breve historización del PAICor
Las prácticas de producción de sentido son entendidas aquí desde una lectura de las prácticas
materiales y los sentidos circulantes en su correlación histórica. Este análisis se inscribe en la
perspectiva de la crítica ideológica; nuestro punto de partida es una estrategia de interpretación
que pone en duda la autoevidencia de la realidad establecida, de aquello que es vivido como
natural. Esto implica problematizar procesos y discursos naturalizados en una operación de
reinterpretación pero no significa la develación de algo oculto o la búsqueda de una “verdad”
primigenia. De esta forma, como elección epistémica seguiremos a E. Grüner, quien sostiene
que la interpretación crítica es una “intervención hermenéutica y una política de lectura” que se
articula en dos momentos: uno de deconstrucción y otro de reconstrucción con respecto al
conjunto de posiciones políticas y fuerzas sociales que se estructuran en un momento histórico
determinado (Grüner, 2001:121).
Asumimos en consecuencia que la sociedad confiere valor a los sentidos que en ella circulan,
significados en lucha que en diferentes momentos históricos se instituyen como principios
ordenadores de lo social. Estos principios ordenadores tienen efectos materiales, no están
clausurados en el puro discurso sino que penetran y performan la “realidad” y configuran el
sentido social e imaginario de los diferentes procesos y hechos históricos. De allí la importancia
de reconocer los modos en que el discurso periodístico elabora sentidos sociales en relación
con el fenómeno a analizar en su correlación histórica. Por ello presentamos una
caracterización del programa que permita dar densidad al abordaje.
El PAICor fue creado en Córdoba en 1983 con la vuelta a la democracia argentina, a poco de
asumir la gobernación el radical E. Angeloz. La ejecución de este programa comenzó en 1984
mediante el decreto 124/84, con ciento noventa mil raciones diarias como un apoyo nutricional
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a la alimentación de niños/as que asistían a escuelas públicas. Su génesis respondió a la
“crisis” producto del detrimento de las condiciones materiales de existencia de amplios
colectivos sociales como corolario de la puesta en marcha de políticas de ajuste del gasto
público en todas las esferas estatales y al proceso inflacionario. De esta manera, se puede
sostener que el PAICor en la década del 80 tuvo como principal fundamento remediar el
deterioro de los indicadores de salud y nutrición infantiles producto del impacto de la crisis
socio económica nacional. En sus inicios, los comedores se situaban en las escuelas que
disponían de cocina propia y de personal contratado por el Estado para llevar adelante las
tareas de planificación y realización de compras alimenticias, elaboración y servido de la
comida y de limpieza del establecimiento. Esto favorecía a la comunidad escolar ya que
siempre había mercadería y se cocinaba para todos los/as niños/as que iban al comedor, no
sólo para los/as anotados/as como “beneficiarios/as”.
Las sucesivas gobernaciones, radicales y peronistas, le dieron continuidad hasta nuestros días.
En esa perspectiva, su carácter excepcional se transformó en regla dentro del paisaje social y
alimentario provincial. Por consiguiente, la presencia de comedores financiados por el PAICor
en las escuelas públicas ya lleva tres décadas, su fuerte impronta define la selección de
alimentos, la modulación de los tiempos, espacios y formas de sociabilidad en el marco de la
práctica de comer inscribiendo en los cuerpos de los sujetos, a partir de tales procedimientos,
una particular visión del mundo y de ellos mismos (Huergo e Ibáñez, 2012).
En la década del 90, con la profundización del sistema capitalista neoliberal se produjo la
trecerización del servicio alimentario del PAICor a empresas de catering que imprimieron la
lógica del mercado en la ejecución del programa mediante el llamado servicio de
“racionamiento en cocido a la boca”, de acuerdo con los pliegos de condiciones contractuales
establecidos por el Gobierno de la Provincia. En ese marco, la aplicación de buenas prácticas
de manufactura (BPM) como reaseguro de la inocuidad son un requisito sine qua non de las
certificaciones en estándares de calidad que “exige” el programa para seguir dentro de su
nómina de proveedores (norma IRAM 14102 Buenas Prácticas de Manufactura en Industrias de
Alimentos y norma ISO 9001:2000 Sistemas de Gestión de la Calidad). Tales concesiones
fueron otorgadas a través de licitaciones públicas. En 2015 el programa informó a través de su
sitio web oficial que atiende a 3782 centros educativos y distribuye 458.973 raciones
alimentarias en todo el territorio de la provincia de Córdoba. Estos datos cuantitativos permiten
dar cuenta de su alcance y magnitud. A continuación, se realizará un esbozo de algunas pistas
en ese sentido derivadas del análisis mediático sobre qué es lo noticiable respecto del PAICor.
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El PAICor en los medios de comunicación digital
El corpus seleccionado responde al interés de identificar cómo los diarios de mayor
envergadura de Córdoba ponen en escena y qué es lo noticiable en relación con el programa
alimentario provincial. Escudero Chauvel argumenta al respecto:
Los medios de información, en su conjunto, están instalados en este espacio público no tanto para
mostrarnos qué pensar sino cómo pensar, en qué ritmos y con cuáles limitaciones. El periódico es
básicamente entonces, una gran máquina de clasificación y selección de contenidos del mundo,
transformándolo en un mundo mediático, es decir, elaborado a partir de una particular práctica
discursiva (2007: 134).
De la lectura del corpus seleccionado se puede señalar que las notas se estructuran en
relación con los achicamientos presupuestarios en términos de “recortes” en tres sentidos:
económicos, nutricionales y de padrones de beneficiarios/as.
Así también, Escudero Chauvel (1997) señala que “La actividad de la práctica de la escritura
periodística organiza un relato donde las fuentes se vuelven los personajes principales a las
que se les asigna un programa de hacer-saber, de competencia y de acciones específicas”.
Tales referencias (re) producen y estructuran relaciones jerárquicas del mundo social. En este
sentido, en el análisis del corpus analizado en su totalidad tiene como fuentes legitimadas para
la construcción de la noticia: a) funcionarios/as estatales a partir de declaraciones y anuncios
tanto oficiales como extra-oficiales; b) directivos/as y docentes que socializan su situación de
desborde al verse colapsada su labor educativa para estar a cargo de los cuidados que se
condensan alrededor del acto de comer; c) madres y padres que demandan el servicio
alimentario del PAICor; y, d) profesionales de la ciencia de la salud, especialmente la palabra
de nutricionistas, médicos/as, bromatólogos/as y bioquímicos/as como estrategia discursiva
para legitimar el modo de proceder ante los conflictos que tienen al PAICor como protagonista.
Claramente, de la lectura se puede observar que el eje está puesto en temas económicos y
nutricionales como dos aspectos indisociables.
Aquí, a modo de provocación nos preguntamos: ¿los/as niños/as dónde están? De acuerdo con
lo expresado, en este trabajo se presentan y analizan algunos fragmentos de episodios
vinculados al mencionado programa social alimentario que han ocupado la agenda mediática.
Allí se identifican cuatro categorías analíticas que se intersectan de manera recursiva y que
permiten organizar el corpus: notas en las que predominan artículos cuyo eje es la lógica
económica-administrativa, el discurso biomédico y, por último, aquellos escritos en los que
aparecen los sujetos “beneficiarios” y las clasificaciones/etiquetamientos que deben demostrar
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para acceder al PAICor (ver tabla N°1). Cabe señala r que las notas vinculadas al festejo por
sus tres décadas de implementación aportaron información sobre la historia del programa y
detalles de tal evento.
Categorías organizativas del corpus
Medio
Discurso
Discurso
Discurso
Discurso sobre
Discurso
de
económico
biomédico
biomédico y
clasificaciones y
sobre
Prensa
administrativo
económico
etiquetamientos
festejo
administrativo
estatales
30 años
La Voz
Total
24
16
14
10
5
69
18
10
4
5
1
38
42
26
18
15
6
107
del
Interior
Día a
Día
Total
Tabla 1: Sistematización de Categorías organizativas del corpus, 2010-2014. Fuente: Elaboración propia
Racionalidad económico-administrativa, la lógica del ajuste permanente
Tal como ya se ha señalado, los criterios económicos permean tanto los discursos mediáticos,
políticos y familiares en relación con este programa social alimentario, de manera que las
cuestiones referidas al presupuesto, deudas del PAICor, padrón de beneficiarios, aumentos del
costo de las raciones, aumento de salarios a empleados entre otros, son elementos que lo
configuran como noticiable. A fines de 2013 el informe del Observatorio de Finanzas Públicas
del Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales (Cippes)
expuso los modos en que el gobierno provincial ha achicado, en términos reales, la cantidad de
recursos que destina a la compra de alimentos del PAICor, siendo ello objeto de una amplia
cobertura mediática.
Por un lado, evalúa la Cuenta de Inversión 2013, muestra un incremento en el gasto en alimentos
estimado del 14,8 % respecto a 2012. Pero comparada con la evolución de los precios durante el
año pasado, que según el índice barrial que elabora el Cippes, alcanzó 26 % anual, el aumento de
recursos “implica, en realidad, una disminución (en términos de poder de compra del programa) en
el gasto de alimentos de 9,1 % […] Agrega que también hubo una subejecución general de la
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partida, que tras de algunas reasignaciones contó con un presupuesto de 890,3 millones de pesos,
de los cuales se gastaron 786,4 millones. […] Este año, las partidas de dinero para gastos en
alimentos del PAICor que prevé el presupuesto oficial muestran un incremento interanual de
27,8 %. Si se espera un alza en el precio de los alimentos de 35 %, el gasto en alimentos previsto
para 2014 implica una disminución (en términos de poder de compra) de 5,3 % respecto a 2013,
de no haber reasignaciones presupuestarias, advierte el informe (La Voz del Interior, 04/06/2014).
La alerta encendida por los fondos del PAICor no es caprichosa: el centro de estudios económicos
Cippes advierte que el presupuesto de alimentos del programa social prevé un incremento del
27,8 % respecto de lo pautado el año pasado, pero con una proyección de aumento en los
alimentos del 35 % para este año (ver: “PAICor: números cruzados”). Los guardapolvos no vuelven
a asomar en el horizonte cercano (Gonzales, Día a Día, 2/06/2014).
Allí se expresan a partir de Vasilachis de Gialdino (2005) distintas nominalizaciones que utiliza
el discurso periodístico transformando versos en sustantivos. Y, además, el uso de la metáfora
en tanto recurso como una de las principales herramientas del discurso mediático. De esta
manera, el complejo conflicto de la asistencia brindada en el marco del PAICor se simplifica en
números, porcentajes y variables inflacionarias. Los enunciados “alerta encendida por los
fondos”, “guardapolvos no vuelven a asomar”, enfatizan la inevitabilidad de los recortes. En el
segundo se le otorgan características humanas a las cosas y se omite a los sujetos
destinatarios. Estas formas interpretativas despojan a la noticia de los agentes de la acción.
Este planteo deja de lado todo aquello que no se corresponde con este tipo de racionalidad: la
experiencia cotidiana de niños y niñas que vivencian, no en términos numéricos, las
consecuencias de las políticas y decisiones técnico-administrativas.
El discurso médico en la prensa gráfica, política de los cuerpos sin sujetos
Se seleccionaron aquí tres temas vinculados con el conflicto alimentario-nutricional que han
sido noticias y que permiten reconocer los modos en que el discurso biomédico ha permeado
en el discurso social. Y, a su vez, cómo a través de las operaciones discursivas lo alimentario
sólo se presenta en relación con lo nutricional en términos matemáticos, ya sea por costos
monetarios de ración o por valores de nutrientes que aporta. Esta operatoria propone una
matriz interpretativa que ocluye la complejidad del fenómeno y omite a quienes reciben la
prestación alimentaria.
Siguiendo los aportes de Vasilachis Gialdino (2005; 2000) acerca del recurso metafórico cabe
mencionar que desde el siglo XIX, la metáfora de la máquina se ha utilizado como analogía con
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el cuerpo humano (Garrote, 2000). Para el discurso médico biológico, el “cuerpo – máquina”
necesita que los alimentos le brinden todo su “combustible”. De esta manera, la dimensión
ecológica, cultural y simbólica del comer queda solapada por la dimensión biológica –y su
reverso patológico-: el gasto energético corporal, el valor calórico de los nutrientes, la acción
dinámica específica de los alimentos. La ciencia matemática de la nutrición calcula y prescribe,
con un rigor absoluto, combustibles adecuados y universales para el óptimo funcionamiento de
máquinas individuales despojadas de todos sus entramados socio históricos, particularmente
para aquellas máquinas que deben ser compensadas dada su ubicación –patológica- por fuera
de la norma, lo científicamente “esperado”. En el caso del PAICor el estándar normativo de
comparación está representado por el cruce entre las recomendaciones nutricionales
internacionales y nacionales y los patrones de crecimiento infantil que propone la Organización
Mundial de la Salud.
En ese sentido, en el año 2009 anunciaron extender el sistema de racionamiento cocido a la
boca a colegios públicos del Gran Córdoba, Río Cuarto, San Francisco, Villa María y Villa
Nueva (3). Esto fue producto de la tercerización del servicio a empresas de catering pues hasta
el momento se cocinaba en la escuela. De la mano de este comunicado, el otrora Ministro de
Desarrollo Social, Juan Carlos Massei, señalaba la novedad de la incorporación de un refuerzo
nutricional a la prestación alimentaria. En este marco, el sujeto legitimado para dar
explicaciones es un agente estatal. Esta temática apareció en distintas notas con diversos
matices:
La vianda incluirá el «refrigerio fortificado», un desayuno o merienda con un plus para que llegue a
las 360 kilocalorías, lo que equivale al 30 % de las que un niño en edad de crecimiento necesita
diariamente. Según explicó a Día a Día el ministro de Desarrollo Social, Juan Carlos Massei,
aunque intervinieron varios factores para avanzar en la transformación, el Gobierno busca frenar el
ingreso de personal al Estado y mejorar el control del gasto, centralizando la elaboración y
distribución de la comida en empresas privadas (González, Día a Día, 07/12/2009).
Históricamente, la intención de la biomedicina o Modelo Médico Hegemónico, paradigma
dominante en el campo de las ciencias de la salud, respondió a medicalizar la
alimentación/nutrición: cuantificar y prescribir “dietéticas” o “ingestas” universales (preventivas y
científicamente correctas) homogeneizando en el nivel poblacional diferencias históricas, socioculturales y de condiciones materiales de vida. Y, como contracara, a autoresponsabilizar a
cada individuo por el cuidado de su salud y a disciplinar formas de vida y corporales
“saludables”. De este modo, se sostiene que el PAICor atiende las necesidades nutricionales
de cada sector. Desde el discurso estatal, representado por el ministro de Desarrollo Social, se
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intenta dar cuenta de la óptima composición nutricional de los desayunos y meriendas
“fortificados/as” para un/a niño/a “estándar” en edad de crecimiento. A su vez, continuando con
esta línea argumentativa otra nota expresa:
El número frío dirá que en lo que va del año el precio de la carne se incrementó en un 28 %,
volviéndola un producto prohibitivo, un lujo para cientos de miles de hogares cordobeses en los
cuales los niños no llegan a cumplir con la porción diaria que recomienda la Sociedad Argentina de
Pediatría: de 100 a 120 gramos. Lejos de aquel parámetro «mínimo», los alumnos asistidos por el
PAICor reciben diariamente entre 38 y 45 gramos de carne, siendo esta ración, en la mayoría de
los casos, el único aporte «contundente» que ingerirán. El miércoles último, Día a Día pesó una de
las «hamburguesas» que fueron distribuidas por el PAICor (por vía tercerizada) entre los chicos
que asisten a una escuela–urbano marginal de esta ciudad. La balanza digital arrojó el gramaje, tal
como se publica en esta página: 40 gramos (González, Día a Día, 04/04/2010).
Nuevamente, aunque desde una mirada crítica frente a los modos en que se implementa el
PAICor (la ración de carne no cubre con el parámetro mínimo nutricionalmente recomendado),
el discurso mediático argumenta desde una perspectiva biomédica acerca de cuál sería la
relación deseable entre gramajes/nutrientes de las prestaciones alimentarias brindadas
tomando como fuente autorizada a la Sociedad Argentina de Pediatría. En esta misma línea, en
2012 se publicó que el senador Carlos Roffé (Frente Cívico) denunció en la Unicameral que los
medallones de pollo que se sirven en algunas escuelas no contienen pollo, ni tampoco ninguna
otra proteína de origen animal (sólo proteínas vegetales provenientes de cereales y/o
legumbres). Esto fue detectado a través de análisis realizados en dos laboratorios oficiales. De
este modo, se elevó al Poder Ejecutivo un pedido de informes al Ministerio de Gestión Pública
dado que en su interior funciona la Secretaría del PAICor (4).
«En el primer estudio realizado, los resultados evidenciaron una cantidad de proteínas demasiado
baja para un medallón de pollo, y también un bajo porcentaje de grasas, lo que me hizo dudar de la
composición del producto», indicó Roffé, quien es médico.
Ese análisis se realizó entre el 14 y el 28 de septiembre pasado en el laboratorio Cequimap de la
Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Arrojó que el producto investigado tenía 12,6 % de
proteínas, 3,25 gramos de grasa y 22,4 % de hidratos de carbono. La muestra se envió a un
segundo laboratorio oficial (en este caso, del Senasa) para que se investigara qué tipo de proteína
animal contenía el alimento. El segundo estudio se realizó en noviembre, y en el medallón no se
detectó antígeno aviar, pero tampoco vacuno, porcino ni ovino. «En otras palabras, en la muestra
no se hallaron proteínas animales», señaló Roffé. «O sea, no es de pollo, pero tampoco de vaca,
de oveja ni de cerdo», puntualizó.
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La ministra de Administración de la Provincia, Mónica Zornberg –que tiene a su cargo el PAICor–
indicó que no fueron notificados de la irregularidad ni recibieron denuncia alguna por el tema. «Si
fuera así, debería haberse detectado en alguno de los múltiples controles que realiza el Centro de
Excelencia en Productos y Procesos Córdoba (Ceprocor) a las raciones», aseguró la funcionaria
(Fernández, La Voz de Interior, 06/12/2012).
Como se observa, el eje de las notas se configura alrededor de las “evidencias” científicas
sobre el valor nutricional de los productos. Para ello, tanto denunciantes como efectores
recurren a la voz competente de agencias públicas de control: Laboratorio Cequimap de la
Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), SenasaCórdoba y CEPROCOR.
Tanto en la interpretación mediática como en los argumentos de los/as funcionarios/as
estatales, la comida se reduce a la garantía de inocuidad –normas de calidad mediante- y a su
valor nutricional. Esa mirada técnica y modelizadora que reduce el acto sociocultural de comer
a una “adecuada carga de combustible” expresa una distancia insalvable que impide presentar
el conflicto alimentario nutricional como la cara material de las diversas modalidades de
estructuración de las desigualdades sociales y de salud imperantes en nuestras sociedades.
Siguiendo a Foucault, la autoridad de este discurso se instituye en el siglo XX a partir de la
medicina “lo que rige a la sociedad no son los códigos sino la perpetua distinción entre lo
normal y lo anormal, la perpetua empresa de restituir el sistema de normalidad” (1976:161).
Esto cobra relevancia si consideramos que el PAICor configura un dispositivo que a partir de la
asistencia pretende normalizar la “desviación”
alimentaria-nutricional, enmarcando la
problemática del hambre en el discurso biomédico catalogándola como un fenómeno de índole
biológico, individual, a-histórico y asocial (Menéndez, 2005; Garrote, 2000).
Clasificaciones y etiquetamientos estatales, dispositivos de regulación
Otra dimensión que resulta noticiable pero en menor medida tiene que ver con los reclamos de
las instituciones educativas al PAICor por diversas razones: falta del servicio alimentario,
precarias condiciones edilicias de los comedores, recortes en las raciones de comida,
sobrecarga en la tarea docente, entre otros. En este tipo de notas prevalecen los relatos de
las/os docentes y directivas/os que dan cuenta o acreditan las necesidades de los niños y las
niñas que asisten al establecimiento y también las de sus familias en tanto “merecedoras” de la
asistencia alimentaria.
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En ese sentido, un caso que tuvo gran relevancia y cobertura mediática ocurrió en 2012,
cuando se produjo una drástica reducción en el padrón del PAICor por falta de presupuesto
estatal. En consecuencia, en algunas escuelas su versión “depurada” fue exhibida en los
paneles informativos institucionales, exponiendo a quienes habían quedado por fuera de la
asistencia alimentaria estatal. Ante la repercusión mediática que tuvo este episodio, el
Ministerio de Gestión Pública publicó un comunicado que fue levantado por los periódicos aquí
analizados:
Los chicos quedaron marginados luego de que se cruzaran los datos de sus fichas
socioeconómicas del PAICor con los del Sistema de Identificación Nacional Tributario y Social
(Sintys). «Este programa de apoyo educativo está destinado a los cordobeses más humildes con
ingresos por debajo de la línea de pobreza (fijada por el ministerio de Desarrollo Social en 2.500
pesos) o a familias con situaciones especiales», expresó el escrito del PAICor […] Los padres de
los niños inicialmente excluidos del programa pueden reclamar su reincorporación a través de la
autoridad del colegio, o directamente al teléfono del PAICor (468-8500), o personalmente en el
Complejo Pablo Pizzurno, Vélez Sársfield 2311 (Día a Día, 18/03/2011).
Posteriormente, en distintas notas funcionarios/as estatales aclararon que, inmediatamente
iniciado el trámite los/as niños y niñas serian reincorporados pero que luego recibirían la visita
de un/a trabajador/a social que acreditaría o no la necesidad de asistencia alimentaria por parte
de ese grupo familiar. En ese sentido, siguiendo con los criterios antes explicitados, aquí
emerge el/la trabajador/a social como voz autorizada para decidir quién resulta o no ser
merecedor/a.
Reiteradamente
se
ponen
en
juego
los
mecanismos
burocráticos
y
administrativos que dentro del saber legitimado certificarán las carencias. En relación con ello,
en esta y en otras notas las madres brindan testimonio de “tener más de cuatro hijos”, “pagar
un alquiler”, “ser el único sueldo del hogar”. Tanto La Voz del Interior como Día a Día exponen
el carácter discrecional de un criterio de elegibilidad que solo mira un índice salarial. En esta
perspectiva, la racionalidad económica no es cuestionada como parámetro sino en la forma en
que ha sido aplicada, ya que deja otras variables, también cuantificables, por fuera del análisis
para determinar el ajuste. Se puede observar aquí cómo los mismos sujetos tienen incorporado
el “valor” de su carencia y la necesidad de acreditarla desde un criterio técnico instrumental.
Notas finales: ¿los niños y las niñas dónde están?
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En el análisis del discurso mediático se ha podido observar el predominio de una mirada
biomédica y técnico administrativa, articulada desde una racionalidad económica instrumental.
De este modo, el comer es reducido a la accesibilidad de alimentos inocuos bajo parámetros de
las ciencias biológicas, bromatológicas y nutricionales, prevaleciendo la matriz socio-perceptiva
del discurso médico hegemónico. Su impronta prescriptiva regula el disciplinamiento de lo
anormal en términos biológicos y socio-culturales. El pensamiento médico, siguiendo a M.
Foucault, implica:
(…) una manera de percibir las cosas que se organizan alrededor de la norma, esto es que procura
deslindar lo que es normal de lo que es anormal […] se asigna, busca asignarse medios de
corrección que no son exactamente medios de castigo, sino medios de transformación del
individuo, toda una tecnología del comportamiento del ser humano que está ligada a este fin
(Foucault, 2014: 35).
El discurso mediático es permeado por construcciones ideológicas que reducen el plato de
comida a un ecuación de “inocuidad” y “aporte nutricional” al “menor costo económico” per
cápita. Ahora bien, como se observa en las notas analizadas diferentes episodios conflictivos
como lo denunciado en relación al medallón de pollo (que efectivamente no contenía pollo ni
otra proteína animal) denuncian el carácter ficticio de estos argumentos de contralor.
Asimismo, las dimensiones del PAICor analizadas logran dar cuenta de aquellos/as actores que
desde los medios de comunicación se han elegido como sujetos discursivos. En la totalidad de
las notas trabajadas (107), se presentan como tales: funcionarios/as estatales provinciales
(99/107) y municipales (5/107), directivos/as/docentes (14/107) y la Unión de Educadores de la
Provincia de Córdoba (7/107), profesionales universitarios vinculados a la economía, nutrición,
medicina o bioquímica (12/107), organismos oficiales de certificación y control de calidad
(11/107), dueños/as y técnicos/as de empresas de catering (2/107), la Cámara Argentina de
Concesionarios de Servicios de Comedores y Refrigerios que las nuclea (2/107) y, en menor
medida, padres/madres (4/107) de los/as niños/as (1/107); sumada la voz predominante de los
periodistas. Todos/as ellos/as expresan y argumentan sus opiniones y reflexiones acerca del
PAICor.
Sin embargo, los/as niñas/as sujetos de este programa social alimentario resultan ser los
convidados de piedra, es su palabra la gran ausente en el discurso periodístico. El
gusto/disgusto, el deseo/desprecio, el placer/displacer, el bienestar/malestar, la (im)posibilidad
de elección de lo que se sirve en el plato y las maneras de compartir ese momento no son
objetos de indagación por parte de los/as periodistas ni delos/as funcionarios/as estatales.
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En este sentido, los niños y las niñas que asisten a los comedores son adjetivados en el
discurso mediático como: “carentes”, “humildes”, “marginados”, “pobres”, “necesitados”.
Aparecen como sujetos pasivos “beneficiarios” o no de la asistencia alimentaria estatal, son
discursivizados, es decir, son objeto de discurso pero no de palabra. Tal es así que del total de
notas analizadas solo en una se cita la palabra de una niña que asiste al comedor escolar:
«Como porque si no no le dan a mi mamá el bolsón», explica una nena de 7 añitos. El bolsón es el
módulo con alimentos que el PAICor distribuye en el receso escolar a cada familia asistida por el
plan. La mamá de esta nena recogerá el suyo en diciembre de 2010 (González, Día a Día,
07/12/2009).
Si bien en este mínimo relato se puede visibilizar la crudeza de esta política de control y
disciplinamiento podemos reconocer cómo la palabra de niñas y niños es omitida en general o
utilizada como recurso edulcorado para construir un relato donde los agentes y voces
legitimadas son las de los adultos. En ningún caso la experiencia de niños y niñas en relación
con su práctica cotidiana de comer en los comedores de PAICor constituye el eje de lo
noticiable.
Notas
(1) Se postula al cuerpo como objeto sociológico siguiendo, entre otros, a R. Sennet (1997), Carne y piedra. El cuerpo y
la ciudad en la civilización occidental, España, Alianza Editorial; M. Foucault (1998), Vigilar y Castigar. Nacimiento de la
prisión, México D.F., Siglo Veintiuno Editores; y D. Le Breton (2002), La sociología del cuerpo, Buenos Aires, Nueva
Visión.
(2) Todo individuo se encuentra signado por una trama simbólica, siguiendo las categorías analíticas de Fischler
(1995), por una cocina o sistema culinario particular, que le ha permitido apropiarse de experiencias de comensalidad
en las que circulan sabores, aromas, texturas, imágenes, sonidos, cuidados que definen el placer o desagrado en
relación con el alimento en sí, a los vínculos y roles desplegados en el acto de comer, a los tiempos y espacios (Aranda
Jiménez et ál., 2006). La función adaptativa más importante de esas cocinas es lograr la comestibilidad cultural más
que biológica (Contreras Hernández y Arnáiz, 2005). La forma de llevar ese marco normativo a la práctica es
denominada por Fischler como “gramática culinaria”.
(3) Río Cuarto, Villa María, Villa Nueva y San Francisco son ciudades ubicadas en el interior de la provincia de
Córdoba, Argentina.
(4) En el año 2012 el PAICor fue trasladado desde el Ministerio de Desarrollo Social hacia el Ministerio de Gestión
Pública.
(5) En algunas escuelas del interior provincial, sobre todo aquellas localizadas en zonas rurales, aún se conserva la
modalidad de cocina tradicional es decir, aquella no tercerizada en empresas privadas.
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