PANACEAS PARA EL ALMA (Estos psicofármacos no gozan de buena imagen, pero cada vez son más útiles y necesarios alrededor del mundo. Los más modernos tienen efectos secundarios leves en comparación con el bienestar que producen). Un antiguo cuento sufi narra la historia de un rey muy poderoso y rico que un día cualquiera se sintió frustrado con su riqueza. Además, el inminente ataque de un reino vecino, mucho más poderoso que el suyo, había despertado y alimentado todos los temores del soberano. El rey tenía miedo de la derrota, la vejez, el desprecio y la muerte. Por ello convocó a los sabios que trabajaban a su servicio y les dijo: - Yo no sé por qué, pero debo encontrar un cierto anillo. Un anillo que me haga feliz cuando esté triste y, al mismo tiempo, si estoy feliz y lo miro me ponga triste. Los sabios comprendieron que lo que buscaba el rey era una llave. Un instrumento con el cual pudiera abrir o cerrar a su antojo las puertas de la felicidad o la tristeza. El cuento dice que ninguno de los sabios del reino pudo satisfacer la petición del rey. Sólo un místico sufi apareció con el dichoso anillo, pero esa es otra historia. Hoy los sabios del relato habrían sido más afortunados y podrían haberle ofrecido al rey, en vez de anillo, unas coloridas pastillas con nombres raros como ansilán, moltoven, reboxetina y prozac. Estas son algunas de las sustancias con las que los siquiatras están combatiendo la depresión y, a la vez, constituyen la punta de lanza de la industria farmacéutica en su búsqueda de la píldora que al ser ingerida controle los estados de ánimo. Los siquiatras más vanguardistas creen que esta sustancia será una más del arsenal químico que tendrá la humanidad a su disposición en un futuro cercano, para manipular, además del ánimo, los sentimientos y hasta la responsabilidad. ¿Se avecina la era de la sociedad psicomaquillada o "El mundo feliz de Aldous Huxley"? TIEMPOS DE-PRESION Nadie sabe qué va a pasar en el futuro con exactitud. Sin embargo, a partir de los datos del presente es posible inferir algunas de las cosas que ocurrirán dentro de algunos años. Esto hace posible que los expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostengan que faltan 360 días para que la depresión se convierta en la cuarta causa de consulta médica en el mundo. Esto quiere decir que hay una tendencia de la población mundial a deprimirse y que hoy vive en el planeta una multitud de deprimidos: 120 millones de seres humanos para ser exactos, de acuerdo con los cálculos de 1996 de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA). En Colombia, de acuerdo con el Estudio Nacional de Salud de 1997, el 21.5% de la población ha estado deprimida. Esto quiere decir que uno de cada cuatro o cinco colombianos ha sufrido depresión o sus síntomas. Además, un tercio de la población ha tenido un episodio depresivo leve durante su vida. Lo grave es que al menos la mitad de los que sufren depresión tendrán otro episodio de este tipo y alrededor del 12% desarrollará una depresión crónica, lo cual aumenta los riesgos de un suicidio. Todas estas personas padecen una enfermedad definida en términos sencillos por los entendidos como "la pérdida de la capacidad de disfrutar la vida. Cuando hay depresión no se cree en el pasado, no se disfruta el presente y desaparece el futuro". Tienen lo que en el argot popular se conoce como `malparidez cósmica'. Pese a ser un mal tan extendido -que no diferencia sexo, edad, nacionalidad, raza, religión o condición social- es casi un tema tabú. "Hasta hace diez años deprimirse era una vergüenza. Aún hoy tener trastornos emocionales es una vergüenza. El paciente depresivo prefiere ocultar su malestar y presentarlo como otra cosa. Ser depresivo es vergonzante". DE ESO NO SE HABLA Si la depresión sufre de mala imagen, ni hablar de los medicamentos con que los siquiatras la combaten. "Hay una gran prevención social contra los antidepresivos. Lo cual es absurdo porque es como si alguien estuviera en contra de las pastillas contra la hipertensión. Es importante que la gente cambie su actitud hacia ellos", dice una consumidora vergonzante de ansilán que pide la reserva de su identidad. La prevención que hay contra estas pastillas es por físico desconocimiento de lo que son. Los antidepresivos constituyen uno de los cinco grupos de psicofármacos que existen en el mundo. Fueron descubiertos por accidente en 1957 y desde entonces su consumo ha aumentado sin parar. En la actualidad hay tres clases diferentes de antidepresivos: los tricíclicos, los inhibidores de recaptación de serotonina (IRS) y los inhibidores de recaptación de noradrenalina (IRN). Las pastillas de los tres grupos son igual de efectivas y lo único que las diferencia son los efectos secundarios que producen. Los primeros antidepresivos producían grandes molestias y su dosis letal estaba muy cerca de la terapéutica. las pastillas modernas, en cambio, son cada vez más limpias, es decir, generan molestias leves como dolor de cabeza, resequedad en los labios y constipación. La verdad es que la aparición de prozac, presentada en su momento como la píldora de la felicidad, mejoró la imagen de estos psicofármacos. Con este producto se derrumbó el mito respecto a la supuesta adicción que producen los antidepresivos. "Es falso que estas pepas sean adictivas, lo que sí es cierto es que hay gente que necesita tomarlas todos los días", dicen los especialistas. La diferencia es sutil pero importante porque las estadísticas demuestran que el 50% de los tratamientos con pastillas fracasan porque la gente deja de tomar la medicación completa. Algunos lo hacen no por miedo a la adicción sino porque no sienten cambios de la noche a la mañana. Los entendidos afirman que "todas estas pepas tienen un período de latencia, no actúan de un día para otro, no son la pastilla de la felicidad". Puede que no lo sean, pero lo parecen, o por lo menos eso piensa la consumidora vergonzante de ansilán: "he tomado la pepa por períodos durante dos años y la verdad es que uno sí siente un cambio. Se vuelve más actuante, más positivo, más propósitivo". El deseo que tenía el poderoso rey de un antiguo cuento sufi. LA DEPRESION ENFERMEDAD SILENCIOSA Un informe realizado por la Dirección de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 14 países de cuatro continentes, reveló que la cuarta parte de los pacientes que acuden a la consulta de atención primaria sufren algún desequilibrio mental o un problema psicológico, en especial depresión o ansiedad. La depresión es una enfermedad con una sintomatología específica. Sin embargo, los médicos generales o especialistas rara vez la diagnostican como tal. Por ello, el paciente pierde tiempo de consultorio en consultorio hasta que alguien tiene la gentileza de remitirlo al siquiatra como última opción. "Al depresivo mientras no moleste, mientras no manifieste su angustia, nadie le para bolas", afirman los siquiatras. La depresión es una suma de factores de género, herencia y cierto temperamento afectivo que hace a algunas personas más vulnerables a los factores estresantes ambientales. Afecta en mayor medida a las mujeres que a los hombres y existen ciertas edades en las que unos y otros son más susceptibles de deprimirse. Una primera etapa en la que ambos sexos se ven afectados es la comprendida de los 20 a los 25 años. Pero la depresión puede presentarse luego, en las mujeres entre 40 y 45 años y los hombres entre 45 y 55 años. Para diagnosticar una depresión mayor los siquiatras tienen en cuenta que el paciente haya estado deprimido la mayor parte del día durante dos semanas y muestre incapacidad o desinterés para sentir placer. Además, la persona tiene que manifestar por lo menos cuatro de los siguientes síntomas: * Aumento o disminución de peso, que puede llegar a representar el 5% del peso total. * Insomnio o hipersomnio. Lo más común es que se presente el primero bajo la forma del despertar temprano, es decir, levantarse a las dos o tres de la madrugada a rumiar ideas y pensamientos. * Pérdida de energía o sensación constante de fatiga. * Sentimientos constantes de inutilidad o culpa. * Presencia constante de pensamientos catastróficos o relacionados con la muerte o el suicidio. * Disminución de la capacidad de concentración; los deprimidos la relacionan más con la pérdida de la memoria. * Agitación o retardo sicomotor. (Humberto Agudelo Pbro.)