Situaciones Crítica en Medicina de Urgencias Capitulo 10. Urgencias en psiquiatría Introducción Se considera una urgencia psiquiátrica cualquier alteración emocional o de la conducta que puede producir daños a terceros o a sí mismo, por lo cual requiere de una intervención rápida y eficaz por parte del médico, dirigida a aliviar la situación inmediata. Definición Se define la urgencia psiquiátrica como la situación en la que el trastorno del pensamiento, del afecto o de la conducta es en tal grado disruptivo, que el paciente mismo, la familia o la sociedad consideran que requiere atención inmediata. Dichas alteraciones pueden ser: manifestaciones de una alteración psicológica aguda (ansiedad, pánico, depresión, trastornos de adaptación) o alteraciones que implican riesgo de daño personal o interpersonal (agresión por suicidio, homicidio) o conductas que evidencian un comportamiento profundamente desorganizado (psicosis, delirio). Cuidados y tipo de intervenciones en las urgencias psiquiátricas Hay, esquemáticamente, cuatro tipos de intervención en el abordaje y tratamiento de urgencias psiquiátricas: a) Intervención verbal: La comunicación es primordial; debe ser directa, comprensiva, persuasiva y firme. b) Intervención farmacológica: Referida al empleo adecuado, seguro y juicioso de los psicofármacos. c) Intervención física: Implica restricción por la fuerza humana o contención mecánica. Será necesaria, en algunos casos, para proteger al paciente mismo o a los demás. d) Solicitud de ayuda: Que deberá ser hecha sin demora, cuando la situación lo requiera, al especialista. Evaluación de la urgencia psiquiátrica La aproximación al paciente en urgencia psiquiátrica es, en principio, similar a la de cualquier urgencia médica. Aunque la urgencia demanda intervención pronta, hay que ser cuidadosos y conservadores ante la sospecha de un cuadro orgánico; igualmente, en algunas urgencias de etiología psicológica es pertinente obtener toda la información posible, pues podría ser difícil su consecución ulterior. El médico debe realizar una rápida evaluación mental y proceder al examen físico, recordando que muchas enfermedades orgánicas tienen una expresión psicológica. Siempre se deben considerar seriamente las ideas e intentos de suicidio u homicidio, así como los riesgos de agresión. Por último, si la información ofrecida por el paciente no fuera digna de crédito o hubiere imposibilidad de obtenerla directamente, se recurrirá a los familiares o acompañantes. En la evaluación debe hacerse especial énfasis en lo siguiente: Historia clínica: Referencia detallada de la queja principal, especificar cambios recientes en el curso de su vida (especialmente enfermedades físicas y pérdidas); uso de medicamentos o sustancias ilícitas; historia anterior de enfermedades médicas, psiquiátricas y respuesta al tratamiento, asimismo historia familiar y personal. Examen mental: Debe hacerse de forma tan completa como sea posible. Examen físico: En casos difíciles, debe ser realizado con la inmediatez que la situación demande. Solicitud de exámenes auxiliares pertinentes: Enfocados según la sospecha clínica. Disposiciones y tratamiento: De acuerdo con las disquisiciones clínicas y según el diagnóstico. Urgencias comunes más Pueden dividirse en tres grandes grupos a saber: 1. Agitación psicomotora 2. Intentos de suicidio y 3. Estupor 1. AGITACIÓN PSICOMOTORA Caracterizada por agitación psicomotora de variable intensidad, a veces con ideación o comportamiento agresivo o destructivo hacia objetos o personas. a. Agitación psicomotora reactiva o psicógena: Se produce en respuesta a situaciones vividas por el sujeto, las cuales siente que no es capaz de controlarlas: 1. Forma disociativaconversiva o histérica: Marcada angustia, hay fragilidad o debilidad psíquica de trasfondo, que puede verse en la limitación mental o en cuadros con deterioro psicoorgánico. 2. Crisis emocional: Llamadas “crisis de nervios”. Hay ansiedad, ahogo, autoagresión, agresión a terceras personas, desmayos, risas, llantos. Es poco creíble. Hay rápida recuperación de estas molestias. 3. Crisis epileptiforme: Simulación de crisis epilépticas. Son distinguibles de las epilépticas verdaderas ya que en general las crisis epileptiformes se producen en presencia de terceras personas; el sujeto cae suavemente al suelo, se muerde o no la lengua, no hay grito epiléptico, no hay relajación de esfínteres, etc. 4. Estado crepuscular: Hay alteración del nivel de conciencia, hay un afecto que domina el cuadro y a través de él se comunica con el exterior; puede ser erótico o místico; puede haber ideas delirantes; puede haber un conflicto que produce el estado crepuscular, por ejemplo: el primer acercamiento sexual, abuso sexual, etc. b. Forma angustiosa aguda: Correspondería a crisis de pánico. Se caracteriza por crisis repentinas y espontáneas de ansiedad. Las manifestaciones más comunes son: intranquilidad, palpitaciones, dolor u opresión precordial, diarrea, sofocación o asfixia, mareo, vértigos e inestabilidad, sensaciones de irrealidad, extrañeza o despersonalización, parestesias, oleadas de calor o frío, sudoración, desmayos, temblores, miedo a morir, a enloquecer o descontrolarse. Importante es realizar el diagnóstico diferencial con infarto agudo del miocardio, síndrome de privación, hipertiroidismo. c. Agitación tóxica-orgánica: Se produce por la acción de tóxicos o en el curso de enfermedades médicas, siendo de aparición brusca. En los casos de drogas y fármacos se produce por exceso, efectos, reacciones adversas o privación. Las drogas capaces de causar agitación de este tipo incluyen: alcohol (delirium tremens y alucinosis), estimulantes, marihuana, alucinógenos, medicamentos (atropina, corticoides, fenitoína, barbitúricos, fenotiazinas, antidepresivos tricíclicos y disulfiram). Algunas enfermedades que causan cuadros agudos de agitación son: epilepsia, hematoma subdural, psicosis puerperal, enfermedades infecciosas con fiebre alta (meningitis, fiebre tifoidea, etc.), VIH con afectación cerebral, accidente vascular encefálico, encefalopatía hipertensiva, insuficiencia vascular, hemorragia subaracnoidea, hipotiroidismo, hipoglicemia, insuficiencia hepática, insuficiencia renal crónica, tumores intracraneanos. Las anteriores etiologías orgánicas se deben sospechar en las siguientes situaciones: Inicio abrupto de los síntomas. Historia con cambio brusco de la personalidad. Ausencia de morbilidad psiquiátrica previa. Adecuada adaptación antes de la crisis en cuanto a familia, ambiente laboral y social. Actitud egodistónica (manifestación de molestia o incomodidad frente a las situaciones). Si hay alteración de conciencia. Si hay antecedentes de uso y abuso de alcohol y drogas. Antecedentes de traumatismo encéfalocraneano y enfermedades del sistema nervioso central u otro sistema. Si hay síntomas de cuadros orgánicos crónicos (demencia). El tratamiento es similar a la agitación psicógena reactiva, con benzodiazepinas o clorpromazina. d. Agitación psicóticolúcida: Corresponde a los cuadros afectivos (trastorno bipolar) y a las crisis de agitación esquizofrénicas. En el trastorno afectivo bipolar corresponde fundamentalmente a las crisis maníacas, donde hay irritabilidad, cólera, verborrea y fuga de ideas, ideas grandiosas y ausencia de agotamiento. En las crisis esquizofrénicas hay agitación en las formas paranoides y hebefrénicas, aunque es posible encontrarla en cuadros catatónicos, especialmente al inicio. En estos casos es más propio encontrar hiperactividad con discordancia ideo-afectiva, ideas bizarras, alteraciones del curso y contenido del pensamiento, manierismos, estereotipias, negativismo y risas inmotivadas. 2. INTENTOS DE SUICIDIO Hay dos tipos de intentos de suicidio: a. Intentos de suicidio manipuladores o pseudosuicidio: Surge ante diferentes situaciones conflictivas no resueltas. Es un recurso en parte involuntario, para intentar evadir la situación (ganancia primaria) o para obtener cariño o apoyo (ganancia secundaria). Hay antecedentes de crisis emocionales (reactivas psicógenas) con desmayos, inestabilidad emocional, quejas físicas vagas y además presencia de rasgos de personalidad histriónica o borderline (limítrofe). Estos suicidios no conllevan un riesgo vital importante, pero siempre existe el riesgo de que sean exitosos, y para este efecto se utilizan sobredosis de medicamentos, rechazo a la alimentación o cortes en las muñecas. Los pacientes frecuentemente avisan de sus intentos, en la forma de advertencias para los demás, que normalmente son efectuadas cuando terceras personas se encuentran relativamente cerca como para que sean rescatados por ellas. Son pacientes autocompasivos donde los demás son los culpables de todos sus problemas. b. Intentos de suicidio verdadero o genuino: Se producen en casos de depresión melancólica y también, en menor grado, en cualquiera de las otras formas de depresión. Se debe siempre evaluar el grado de inhibición motora, ya que los antidepresivos modifican primero el componente impulsivo de la depresión y más tardíamente el componente ideacional, por lo que el paciente sigue con los deseos suicidas y se siente más impulsado a llevarlo a cabo. De ahí que la terapia antidepresiva inicial (farmacológica, pero también con electroshock) incrementa el riesgo de suicidio, el cual ocurre de preferencia en la mañana. Este tipo de intentos de suicidio no es advertido ni se efectúan amenazas a los demás, ya que no hay una intención ganancial, sino que se planea silenciosamente y por ello el suicidio es exitoso en una buena proporción de los casos, con métodos mucho más efectivos de autoeliminación como armas de fuego, ahorcamiento o caídas de altura. Los factores que incrementan el riesgo de suicidio se describen en la tabla 1. 3. ESTUPOR Corresponde a trastornos de la psicomotricidad con pérdida de las conductas que posibilitan el contacto del sujeto con el entorno. El estupor se trata de un conjunto de síntomas cuyo principal elemento es una reducción o ausencia de las funciones de relación (habla y motilidad). Los signos clínicos, además de la disminución o supresión de las actitudes motoras espontáneas o reactivas, pueden incluir mutismo, trastornos vegetativos, respuestas extrañas al frío y al calor, trastornos de la micción, defecación y alimentación, catalepsia, negativismo, estereotipias y ecofenómenos. Los síntomas (signos subjetivos) requieren en general ser evaluados de modo retrospectivo, debido al estado de incomunicación en que se encuentran los pacientes estuporosos. Se pueden encontrar fluctuaciones del nivel de conciencia, alucinaciones, delirios, experiencias fantásticas, sensaciones de éxtasis o de terror, despersonalización y desintegración de los límites del yo. El estupor en neurología es una la falta de respuestas verbales y motoras a estímulos. El estupor en psiquiatría recibe una consideración más amplia y compleja y se puede presentar en estados catatónicos (ya sean esquizofrénicos u orgánicos), en trastornos afectivos, en diversos cuadros de inhibición y en la histeria. El diagnóstico diferencial entre los estupores neurológicos y psiquiátricos se suele establecer porque en los últimos el EEG suele estar poco alterado, carecer el paciente de otros síntomas neurológicos y presentar nistagmo en la estimulación oculovestibular. Existen cuatro clasificaciones para los diferentes cuadros de estupor 1. Estupor depresivo: Es la expresión extrema de inhibición conductual y emocional. Hay antecedentes de pérdida progresiva de intereses y conductas activas de la persona. La fascies es de profunda tristeza o de desesperación, con postura fija, actitud de abatimiento y apariencia dolorosa, sin respuesta a preguntas ni a estímulos. 2. Estupor disociativo. Es de inicio brusco con relación a algún conflicto emocional, antecedentes de rasgos o un trastorno borderline o histriónico de la personalidad. En general son cuadros que duran poco y ceden en horas o días. La fascies es de perplejidad y muy lejana, asociada a hipotonía, pero con resistencia suave a los cambios de posición (sin flexibilidad cérea); sin embargo, puede haber cambios repentinos e insólitos de postura. Se relaciona con amnesia parcial o total del episodio y no es de regla la hospitalización, ya que muchas veces con la sola conversación con el paciente durante la entrevista disminuyen los síntomas. Se deben usar benzodiazepinas (como diazepam IV) y derivar a un control con el especialista en aquellos casos de manejo ambulatorio. 3. Estupor catatónico: Se ve en la esquizofrenia con un paulatino retiro o aislamiento, mutismo, adopción de posturas fijas antieconómicas; puede haber negativismo pasivo, activo e interno, con flexibilidad cérea, sonrisas inmotivadas, conductas en eco y obediencia automática (entre otros hallazgos). Siempre se debe hospitalizar en forma perentoria, con cuidados de enfermería en relación con la alimentación e hidratación, principalmente. 4. Estupor orgánico: Existen antecedentes de etiología orgánica (o la sospecha). Cursa con alteración de conciencia, oposicionismo (y no negativismo); no es tan incomprensible como en la esquizofrenia, no hay posturas antieconómicas y el paciente tiene tendencia a mantener los ojos cerrados o con una mirada boba, apagada o embriagada. Al moverlo el paciente puede caer y arrastrarse, o se defiende activamente e incluso en forma desmesurada, pudiendo golpear a la persona. Pautas intervención de Si bien el tratamiento depende de la entidad nosológica que se identifique en el paciente, algunas intervenciones pueden ser útiles. Para los casos de agitación psicomotora el tratamiento corresponde a la psicoterapia de apoyo. Se debe tranquilizar al paciente y aclarar el problema que origina la crisis. Hay que escucharlo y permitir una catarsis personal. Es importante tener cuidado con la posibilidad de ganancias secundarias. El ideal es el apoyo, pero sin llegar a la sobreprotección; estimular las capacidades positivas del paciente y reforzar sus defensas psicológicas. Es de gran importancia el manejo ambiental del paciente para evitar situaciones familiares como, por ejemplo, con un cambio temporal de casa, cese del trabajo por un tiempo y algunas otras medidas, todo lo cual permite evitar la cronificación de la patología. El tratamiento farmacológico consiste en benzodiazepinas como el lorazepam (2 mg IV) o el diazepam (1 ampolla cada 30-45 minutos hasta que el paciente se tranquilice, se puede repetir). En otros casos se puede administrar clorpromazina 25 mg IV con 1 ampolla cada 45 minutos. Si fracasa el tratamiento se indica la hospitalización. Las recomendaciones para el manejo de los pacientes con agitación psicótico-lúcida implican: Acercarse al paciente con personal auxiliar para evitar sufrir ataques y golpes del paciente, además de tener siempre un fácil acceso a la salida. Tratar de establecer un contacto sin demostrar miedo ni inseguridad, con calma y tranquilidad. Identificarse y conversar con el paciente mirándolo, idealmente, a los ojos. Si es necesario antes de esperar una crisis de agitación, reducir al paciente con maniobras físicas. Evitar dar medicación antes de hablar con la persona, porque es difícil entablar contacto con el paciente. El paciente está más asustado de lo que puede creerse, por lo que se recomienda actuar en forma calmada, simple, explicando el procedimiento para que la persona se tranquilice. Para el intento de suicidio hay que tener una actitud compasiva sin sobreprotección, pero tratando de no coercionarlos. Frente a un intento de suicidio se debe procurar que el paciente busque distintas formas de solucionar el problema. A los familiares se les debe tranquilizar, solicitarles no insistir en la temática que motivó el acto suicida y, por otro lado, no tratar al paciente como un discapacitado o un inválido, sino, por el contrario, valorarlo debido a la baja autoestima que presenta. Con respecto al paciente mismo, hay que instaurar un enfrentamiento diferente ante las situaciones, recomendar un cambio temporal de ambiente (manejo ambiental), e instaurar un tratamiento con antidepresivos más ansiolíticos. El sujeto debe ser muy bien monitorizado y remitido a un especialista. En ambos tipos de intento suicida (manipulador o genuino) se debe hospitalizar al paciente y si ello no es posible (por deseos del propio paciente o por dificultades económicas) se deben indicar antidepresivos y manejo ambiental, donde la familia tiene que participar como coterapeuta hasta que haya posibilidad de disminuir el riesgo suicida. En todos los casos son vitales y perentorios el control y la psicoterapia con un especialista. Para todos los tipos de estupor (salvo en algunos casos disociativos) tienen indicación de hospitalización debido al riesgo suicida y el riesgo vital por la falta de alimentación o el negativismo interno, manifestado como retención de deposiciones, de orina o la negativa a recibir hidratación. Por último, pero no menos importante, es imperativo recordar que en psiquiatría, debe existir una comunión entre ambos abordajes, pues son complementarios, ellos son: el uso de psicofármacos y la psicoterapia. Bibliografía 1. Climent, Carlos Enrique. 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Edad avanzada, con una máxima incidencia de suicidio en los 75 años para los hombres y en los 55-65 años para las mujeres. Estado civil. Más frecuente en personas viudas, separadas y solteras, que viven solas. Abuso de alcohol o drogas. Historia familiar de suicidio. Antecedentes de enfermedad psiquiátrica con desesperanza, anhedonia, desamparo, alucinación auditiva o fenómenos de imposición de pensamiento y robo del pensamiento, lo cual implica la presencia de un cuadro afectivo agudo, brote de esquizofrenia o un trastorno delirante. La presencia de ideas elaboradas de suicidio es factor de mayor riesgo. Actitud frente a la idea suicida (si existe lucha o no en contra de la ideación suicida). Estado afectivo predominante, ya que es más peligrosa la desesperación que la pasividad; y la autoculpa, más que culpar a los demás. Intentos previos de suicidio. Antecedentes de pérdida de un ser querido o fracaso en una relación de pareja en el último año. Cesantía. Baja autoestima con sensación de fracaso. Antecedentes de dolor crónico intratable. Intervención quirúrgica reciente. Enfermedad somática crónica y de mal pronóstico, como accidente vascular encefálico, esclerosis múltiple, sida, cáncer, etc. El rechazo de la ayuda profesional se asocia a mayor riesgo suicida. Tabla 2. Efectos secundarios de los psicofármacos. Fármaco Antipsicóticos convencionales Antidepresivos tricíclicos Inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina Inhibidores de la MAO Litio Carbamacepina Valproato Estimulantes Efecto secundario Sedación, hipotensión ortostática, efectos anticolinérgicos (boca seca, visión borrosa, retención urinaria, estreñimiento), toxicidad cardíaca, convulsiones, extrapiramidalismo cardíaca, convulsiones, extrapiramidalismo Sedación, hipotensión ortostática, efectos anticolinérgicos, toxicidad cardíaca, convulsiones Agitación, hiperactividad neuromuscular, insomnio, pérdida de peso, cefalea, náuseas y diarrea Hipotensión postural, agitación, insomnio Náuseas, vómitos, diarrea, poliuria, síndrome nefrótico, toxicidad cardíaca, hipercalcemia, etc. Neurológicos (sedación, ataxia, disartria, diplopía, confusión, etc.), trastornos de la conducción cardíaca, hepatitis, discrasias sanguíneas, dermatitis exfoliativa, Sínd. Stevens-Jhonson Náuseas, vómitos, diarrea, trombopenia, elevación de transaminasas, sedación, ataxia, hepatitis, eritema multiforme, pancreatitis Anorexia, insomnio, cefalea, mareo, irritabilidad, depresión, hepatotoxicidad