Los efectos de una nueva guerra en el Medio Ambiente 20.marzo/2003 - España - Adital/ Canal Solidario/Adriana Rodríguez Una guerra deja miles de víctimas mortales pero también tiene consecuencias desastrosas para el Medio Ambiente a nivel local y mundial. Por ello, Bird Life International ha presentado un informe que será enviado al Programa Ambiental de las Naciones Unidas, al Consejo Permanente de Seguridad y al Gobierno de Irak sobre las amenazas que el uso masivo de armas tendrá en el ecosistema iraquí. Este documento demuestra que antes de la Guerra del Golfo existían en la zona 15.000 km2 de humedales a lo largo del curso del Tigris y Éufrates que quedaron reducidos, tras la guerra, a apenas 50 km2. El informe se ha basado en el daño ambiental sin precedentes que provocó la Guerra del Golfo junto a los recientes conflictos de Yugoslavia y Afganistán. De esta forma, afirma que la creciente presión humana causada por los movimientos de los miles de refugiados que abandonarán Irak para encontrar un territorio más seguro unido a la utilización intensiva de los vehículos militares terrestres, provocará desertificación del territorio iraquí y, por consiguiente, la extinción de especies y subespecies locales que lograron sobrevivir al conflicto en 1991. Además, según esta organización, la fauna y la flora de este país también sufrirán consecuencias devastadoras debido al uso indiscriminado de armamento. Su uso puede provocar diferentes tipo de contaminación. Tóxica, si es provocada por vertidos o combustión de petróleo, y radiológica, química o biotóxica si está es provocada por el uso de armamento de destrucción masiva. Todo esto, concluye el informe, tendrá importantes implicaciones para la biodiversidad global. Al publicar en medio impreso, favor citar la fuente y enviar copia para: Caixa Postal 131 - CEP 60.001-970 Fortaleza - Ceará – Brasil http://www.adital.org.br/asp2/noticia.asp?idioma=ES&noticia=6254 oooOOOooo EL MEDIO AMBIENTE, OTRA VÍCTIMA DE LA GUERRA CONTRA IRAK Si finalmente se lleva a cabo una nueva guerra en el Golfo Pérsico los daños no se acabarán una vez finalizadas las operaciones bélicas. Para los seres humanos y la naturaleza los perjuicios perdurarán hasta mucho tiempo después de que se restablezca la paz. El medio ambiente será una víctima inocente más. ¿Hemos olvidado la imagen de los más de 600 pozos de petróleo kuwaitíes en llamas en la guerra de 1991?. En todo conflicto el medio ambiente resulta gravemente perjudicado. En Mesopotamia hace más de 5.000 años se demolían diques para inundar poblaciones enemigas. Cientos de especies de plantas y animales eran arrastradas por la corriente. Más recientemente, en la guerra de Vietnam, Estados Unidos roció con millones de litros de Agente Naranja los bosques y manglares de forma deliberada. Una quinta parte de los bosques de Vietnam del Sur fue destruida químicamente y más de un tercio de los manglares desapareció. Las razones para semejante atrocidad fueron exclusivamente militares. Treinta años después unos pocos matorrales suponen la única vegetación de esta zona antaño tan rica. En la primera Guerra del Golfo el desierto, símbolo de naturaleza pura, fue gravemente dañado. Se estima en 10 millones de metros cúbicos la cantidad de petróleo que fue derramada sobre él. Más de 300 lagos de carburante cubrían 50 kilómetros cuadrados de arena virgen. Aún se pueden encontrar capas de petróleo viscoso a no mucha profundidad. Supuso el mayor vertido de carburante en la historia, por encima de cualquier accidente de un petrolero. Los búnquers, los escondrijos de armas, las trincheras y demás perforaciones en el desierto rompieron los diques que contenían las dunas. La maquinaria pesada como tanques y camiones horadaron suelos frágiles y destruyeron la vegetación. Según el Instituto de Investigación Científica de Kuwait, "más de 900 kilómetros cuadrados de desierto fueron dañados por vehículos militares y movimientos de terreno, como consecuencia de lo cual avanzaron las dunas". La contaminación afectó a las costas de Kuwait y Arabia Saudí donde se tuvo que poner fin a toda actividad pesquera. En los últimos estudios realizados la gamba parece haberse recuperado, pero la población de tortugas de las islas del Golfo jamás volverá a su nivel anterior. Cuando se quemaron los primeros pozos de petróleo, en el seno de la comunidad científica cundió el pánico. No se sabía cómo iba a repercutir tal cantidad de humo en las capas superiores de la atmósfera, si afectaría al cambio climático o se producirían fenómenos climáticos como el monzón. La temperatura subió varios grados y aún no ha recuperado los niveles anteriores a la guerra. Se ignora si en algún momento lo hará. Todo esto puede volver a ocurrir. Se dice que la guerra será más cruenta que la primera, por lo que podemos pensar que el daño ecológico aumentará. Volverá a llover hollín durante días sobre Bagdad. El sol no se verá en una semana por el humo procedente de los pozos petrolíferos en llamas. Y si realmente el gobierno de Sadam Husein tuviera armas de destrucción masiva como argumentan George Bush y Colin Powell o componentes químicos como ántrax, ¿no sería una locura bombardear? ¿El supuesto gas mostaza irakí no saldría a la superficie y contaminaría cientos de kilómetros a la redonda, afectando incluso a los soldados estadounidenses? ¿Se considerarían también "daños colaterales"? Al margen de que un conflicto armado nunca puede ser considerado una solución ante un problema internacional, es evidente considerar a la población iraquí el primer argumento para posicionarse en contra de la guerra que quiere iniciar George Bush, no Estados Unidos. Resulta comprensible enfrentarse a su actitud imperialista de expansión en aras de la conquista del petróleo. Unido a todo esto, la defensa del medio ambiente. Tenemos que considerarlo una razón más, secundaria si la comparamos con las otras, para evitar esta "guerra preventiva", ilógica y absurda. Christian Sellés, Periodista. Agencia de Información Solidaria. [email protected] http://www.barrameda.com.ar/colabora/irak001.htm