La monarquía británica y su futuro L CHARLES POWELL les. Sin embargo, como es sabido, la Consti1 año 1992, «annus horribilis» de la tución Británica —y muy especialmente la Reina Isabel II y de la monarquía britáinstitución monárquica— no se apoya exclunica en su conjunto, será recordado sin siva ni principalmente en la letra escrita, sino duda como un año decisivo en la en las convenciones constitucionales, es dehistoria política e institucional del Reino cir, en la tradición. De hecho, una de las pocas Unido. Y ello no porque la separación de los leyes que se refieren explicitamente al status príncipes de Gales constituya precisamente matrimonial del soberano es el Act of «la peor noticia que ha recibido la Cámara de Settlement (1701), que prohibe el matrimonio los Comunes desde la segunda guerra con católicos. En 1936, Eduardo VIII renunmundial», como afirmó de forma ció al trono para casarse con Mrs. Simpson inesperadamente melodramática Edward no porque la ley le obligase a ello, sino porque Heath, sino porque marca el final de un tipo la Iglesia de Inglaterra no veía con buenos de monarquía británica y el nacimiento de otra ojos que el soberano se casase con una muy distinta. Al principio, lo que más alarmó divorciada, y porque la clase política estimó a los analistas fueron las posibles reperque la opinión pública compartiría este cusiones constitucionales de la separación. criterio. La dificultad radica, pues, en En realidad, el alcance que se le dé a este identificar y definir aquello triste hecho dependerá del «De acuerdo con la encuesta que se considera factible y sentido que se le quiera dar al realizada por «The Mail on aceptable en cada momento término «constitucional». Si histórico. por constitucional se entiende Sunday» (13 diciembre), el aquello que se encuentra 62% de los encuestados opinó explícitamente contemplado a separación suscitó que Lady Diana no podrá en la Ley, John Major estaba de inmediato un acaconvertirse ya en Reina, ya en lo cierto al afirmar ante el lorado debate sobre si Lady Diana Parlamento que la separación que ello debilitaría la no tendría consecuencias Spencer llegaría a ser Reina institución.» constitucionaalgún día. En teoría, cuando el heredero se E L convierte en Rey, su esposa es automáticamente coronada Reina. La coronación es una ceremonia esencialmente religiosa, que simboliza la unión entre la Iglesia y el Estado. ¿Tendría realmente sentido que acudieran a dicha ceremonia por separado los príncipes de Gales, volviendo a sus respectivas residencias una vez concluida? John Major afirmó en su momento en el Parlamento que no existía motivo alguno para que no fuese así, pero es evidente que muchos de sus conciudadanos no comparten su opinión. De acuerdo con la encuesta realizada por «The Mail on Sunday» (13 diciembre), el 62% de los encuestados opinó que Lady Diana no podrá convertirse ya en Reina, ya que ello debilitaría la institución. mencionada anteriormente, un 43% de la población opina que el príncipe de Gales debería renunciar a sus derechos en caso de divorciarse. L a situación se complicaría aún más si el príncipe Carlos decidiese volver a contraer matrimonio. Muchos curas anglicanos se niegan a casar a personas divorci; das, y el arzobispo de Canterbury, de acuerd con lo dispuesto en un acuerdo adoptado e 1953, no podría otorgar la licencia oficial qi precisa toda boda real. (Fue por este motrv que la princesa Ana optó por casarse en Esc< cia y no en Inglaterra la semana pasada). P< otro lado, de acuerdo con el Royal Marriagí Act de 1772, el heredero requiere el consent miento del En el caso —que muchos estiman probable— soberano para contraer matrim< nio, permiso de que la separación diese paso a un posterior que de hecho otorga o deniega primer divorcio, sería la posición del propio heredero, ministro. y no sólo la de su consorte, la que podría verse Hay quien opina que el príncipe Carlos p< cuestionada. Según muchos dría eludir dicho requisito si esperase a her constitucionalistas, no existe impedimento dar el trono antes de volver a casarse. Sin en legal alguno a que un divorciado herede el bargo, existe el precedente de Eduardo VI] trono a pesar de que ello conlleva la jefatura que hace muy difícil que un soberano contra simbólica de la Iglesia de Inglaterra. De ga matrimonio en contra de la voluntad de ¡ hecho, el propio arzobispo de York se gobierno. En vista de todo ello, parece po< apresuró a afirmar que «el monarca es el Goprobable que el príncipe Carlos pueda llegar bernador Supremo de la Iglesia en virtud de ocupar el trono tras contraer matrimonio p su condición de soberano, y no existe ningún segunda vez, o que vuelva a casarse una vi otro requisito legal». Al igual que las afirmacoronado. De hecho, un 42% de los consult ciones de John Major, la postura oficial dos por el «Mail on Sunday» opinó que Ca angli-cana, sin duda bien intencionada, no los debería renunciar a sus derechos si se c parece haber tenido suficientemente en cuenta vorcia en el futuro. el estado de la opinión. Más allá de estas disquisiciones constitucionales, la separación de los príncipes Algunos británicos —y no sólo los católicos, sino también «La situación se complicaría constituye un hecho impor muchos anglica-nos— verían aún más si el príncipe Carlos tante porque hace más nece con desagrado que un decidiese volver a contraer sario que nunca un debate serio y en profundidad sobre divorciado ocupase el trono, matrimonio. Muchos curas el futuro papel de la monar lo cual podría limitar seriamente su capacidad para anglicanos se niegan a casar quía en el Reino Unido. A pesar de las pintorescas afir convertirse en un auténtico apersonas divorciadas,» maciones del diputado labo símbolo de la unidad entre sus rista Dennis Skinner, no conciudadanos. De acuerdo puede decirse que la opinión con la encuesta La separación matrimonial de los Príncipes de Gales ha reavivado el debate sobre la Monarquía en toda Europa. británica esté contemplando seriamente la alternativa republicana. Lo que sí existe, y ello constituye una novedad en sí misma, es la sensación casi unánime de que la monarquía tiene que adaptarse a las auténticas necesidades y posibilidades del país si se desea que perdure. autoridad de la institución monárquica, sino más bien todo lo contrario. Se reconozca o no, lo que late bajo la gran mayoría de opiniones vertidas durante estos últimos meses es el deseo de enterrar de una vez por todas la monarquía de corte imperial y victoriana, dando paso a una manera de entender la Institución más acorde con ntre otras cosas, la separación no ha helas posibilidades y necesidades de una cho sino subrayar la necesidad de revisar potencia media europea —el quinto país urgentemente aspectos fundamentales de más pobre de la Comunidad, no lo la Constitución Británica tales como la olvidemos— como es el Reino Unido relación entre la Iglesia y el Estado, tildada de finales de este siglo. Si la familia real por muchos de anacrónica. Dadas las está dispuesta a ello, y las redificultades por las que atraviesa la propia Iglesia, cada «Parece poco probable que el cientes decisiones de la Reina vez más minoritaria, así como príncipe Carlos pueda llegar sobre su situación fiscal así lo parecen sugerir, es probable la naturaleza multi-cultural de a ocupar el trono tras que la monarquía, una de cuyas la sociedad contraer matrimonio por principales virtudes como británica,parecería aconsejable su de segunda vez, o que vuelva a institución es precisamente su finitiva y amistosa casarse una vez coronado.» capacidad de adap tación, siga separación del Estado que no atentaría lo más prestando un va mínimo contra el prestigio lioso servicio a la sociedad y británica por mucho tiempo. E