CISTITIS ¿En qué consiste? Es la infección superficial de la vejiga y, con mucho, es la más frecuente de las infecciones de orina. Se produce una reacción inflamatoria de la mucosa vesical, que es la capa más interna y, que está en contacto directo con la orina. ¿Es frecuente? Entre la patología infecciosa, ocupa el segundo lugar, tras las infecciones del aparato respiratorio. En la edad adulta, se considera que un 20% tendrá en algún momento, un episodio de infección urinaria; de tal manera, que el pico de incidencia, se observa entre los 18 y 39 años, coincidiendo con la edad de máxima actividad sexual. Representa el 70% de las consultas al Urólogo y, es sabido, que la actividad sexual y ciertos métodos anticonceptivos -como diafragmas o cremas espermicidas-, son factores predisponentes claves. Así, con el inicio de las relaciones sexuales, puede aparecer lo que se conoce como ”cistitis de la luna de miel”. Con la gestación, hasta un 7% de las mujeres tendrá bacteriuria –presencia de bacterias en la orina-, de las que un 30% puede llegar a tener una pielonefritis –infección de orina que afecta al riñón-. ¿Quién ocasiona las Cistitis? La bacteria Escherichia Coli es la responsable del 80% de las infecciones del tracto urinario. La segunda en frecuencia es el Proteus Mirabilis, que es la causante del 515% de los casos. ¿Qué síntomas provoca? Fundamentalmente, escozor o dolor al orinar, aumento en la frecuencia de las micciones –incluso con urgencia-, dolor en el bajo vientre –hipogastrio- y, en ocasiones, incluso puede aparecer sangre en la orina –cistitis hemorrágica-. Puede haber febrícula –temperatura inferior a 38º-, junto con orinas turbias y, de intenso olor. ¿Existen factores que predispongan a padecerlas? Sí, como por ejemplo: a) Los anticonceptivos tipo barrera, aumentan por cuatro el índice de infecciones, ya que alcalinizan la vagina, al disminuir los lactobacilos –gérmenes habituales en la vagina, que mantienen un medio ácido y, son protectores frente a otros gérmenes-. b) La actividad sexual, aumenta el riesgo cuarenta veces; se cree, que el masaje uretral, producido durante el coito, favorecería el arrastre de gérmenes, desde la parte externa de la uretra, hasta la vejiga. El riesgo de padecer una cistitis recurrente, es 9 veces superior, si el coito es diario –en nuestro medio, la frecuencia de encuentros sexuales oscila entre 2 y 7 semanales-. También lo empeora los cambios de pareja. c) La diabetes, que multiplica por cuatro, la posibilidad de que haya gérmenes en la orina. d) El embarazo, que incluso, al ocasionar una dilatación fisiológica –normal- de la vía urinaria, puede hacer que los gérmenes asciendan con más facilidad hasta el riñón, ocasionando lo que conocemos como pielonefritis. La susceptibilidad de padecer infección urinaria, durante esta etapa de la vida, es del triple de la población femenina restante. Un 20-40% de la bacteriuria asintomática (presencia de bacterias en sangre sin ocasionar síntomas) no tratada, evolucionan a pielonefritis. La erradicación de la bacteriuria asintomática, reduce el 80% de las pielonefritis. e) La edad: un 20% de las mujeres mayores de 60 años, presentan en algún momento, infecciones urinarias. Tras la menopausia, se produce una disminución de estrógenos, que a su vez, hace disminuir los lactobacilus de la vagina, disminuyendo su protección, como ya hemos mencionado al hablar de los anticonceptivos tipo barrera. f) Cistocele –vejiga desprendida-: el mecanismo consiste, en que al orinar, no se vacía del todo la vejiga, quedando algo de orina en la parte desprendida (que se encuentra por debajo del nivel de la uretra) y, siendo por tanto, caldo de cultivo para que proliferen los gérmenes. g) Incontinencia de orina: favorece el crecimiento y diseminación de las bacterias, aumentando el riesgo de cistitis en 5,8. h) Estreñimiento: dado que en un 90%, los gérmenes causantes de las cistitis proceden del intestino, que por la proximidad anatómica pueden pasar a la vía urinaria, a mayor tiempo de asentamiento de las heces en el intestino, mayor tiempo para que puedan contaminar la vejiga. i) Alteraciones en el funcionamiento de la vejiga y el esfínter, que pueden originar turbulencias en la orina y, consecuentemente infección. j) Litiasis o piedras en la vía urinaria: los gérmenes pueden adherirse a la superficie de las mismas, quedando alojados, hasta que en un momento de disminución de defensas, puedan proliferar y dar una infección urinaria. k) Inmunodepresión: es decir, todas las situaciones, que puedan disminuir las defensas del organismo. l) Otras situaciones: como el frío, o estar mucho tiempo con el bañador mojado. ¿Cómo se tratan las Cistitis? Con antibiótico, que su médico ya le explicará cual es el más indicado en su caso concreto, e incluso cuántos días deberá de tomarlo. Lo ideal, es recoger primero una muestra de orina, para cultivarla y, comprobar qué germen crece y, cuáles son los mejores antibióticos que actúan sobre él (antibiograma); así, en el hipotético caso en el que la cistitis no mejore con el antibiótico que le paute su médico, al visualizar el resultado del cultivo, se podrá cambiar por otro más adecuado (dependiendo de la sensibilidad o resistencia del germen, a cada antibiótico en concreto). Posteriormente, se suele hacer un control con nuevo cultivo de orina, para comprobar que la infección ha desaparecido del todo. Por supuesto, se actuará sobre los agentes favorecedores, como el estreñimiento, el cistocele, estar tiempo con el bañador mojado, etc. Si existe una clara relación, entre el coito y la infección urinaria, se aconsejará orinar después de cada encuentro sexual, o incluso hacer una pauta profiláctica con una dosis de antibiótico, después del mismo. En el caso de mujeres menopáusicas, puede ser interesante la administración de estrógenos –hormonas-, a nivel local, mediante cremas u óvulos vaginales. Como remedio natural, sabemos, por trabajos científicos contrastados, que el zumo de arándano rojo realiza un efecto de arrastre de gérmenes, por lo que su uso diario, evitaría de alguna forma la presencia de infecciones de orina. En Farmacias y Parafarmacias, lo podemos encontrar en forma líquida, o de comprimidos y cápsulas (Urell, Cysticlean, Cistitus, Cranberola, Urocis, Uromil, Monurelle, etc). Ante la presencia de reinfecciones, su médico valorará la necesidad de instaurar una pauta profiláctica –preventiva-. ¿Por qué es tan importante, insistir en realizar un correcto tratamiento de las infecciones urinarias durante el embarazo? Porque sabemos que: 1.- Un 20-40% de las bacteriurias asintomáticas no tratadas, evolucionan a pielonefritis –infección del riñón-. 2.- El 60-70% de las pielonefritis en el embarazo, presentan bacteriuria asintomática permanente. 3.- La erradicación de la bacteriuria asintomática reduce el 80% de las pielonefritis. 4.- La presencia de gérmenes en la orina de la madre, puede ocasionar partos prematuros, sobre todo, si existe pielonefritis –infección de los riñones-.