Apoyo Unidad 3. Los cuatro pilares de una empresa ética

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ACTUAR ÉTICAMENTE
DETERMINACIÓN
ES
RENTABLE,
PERO
REQUIERE
DEDICACIÓN
Y
Una empresa ética es aquella que se ha ganado el respeto y la confianza de sus
empleados, clientes, proveedores, inversores y la comunidad en general, por haber
encontrado un equilibrio adecuado entre sus intereses económicos y los intereses de todos
aquellos afectados por sus decisiones y acciones.
Según un estudio realizado en los Estados Unidos, una inversión que se hubiera realizado
hace treinta años en treinta empresas cotizadas en Bolsa reconocidas como altamente
éticas, hubiera producido una rentabilidad 4,7 veces superior a la que hubiera tenido una
inversión similar invertida en el índice Dow Jones. En el largo plazo, el respeto y la confianza
que genera una constante actitud ética obtiene una lealtad y adhesión entre los que tienen
relación con la empresa que redunda en mejores resultados. Por lo tanto, conseguir esta
actitud en el actuar de una compañía no es solamente loable sino que además resulta
rentable.
La actitud ética de las empresas reconocidas como tales se basa en cuatro pilares:
1. Una buena posición competitiva
La falta de rentabilidad es el mayor determinante de la aparición de problemas éticos.
Cuando una organización no genera resultados satisfactorios aparecen presiones para
tomar acciones menos transparentes. Los que toman decisiones tienden a ignorar principios
que tendrían presentes si no tuviesen dicha presión. Por lo tanto, tener una buena posición
competitiva que permita generar resultados positivos sostenibles es fundamental para tener
una empresa ética.
No hay nada más antiético que una mala gestión. Las empresas mal administradas faltan a
la confianza de los inversores (al no producir utilidades), de los empleados (al poner en
riesgo sus empleos), de los clientes (al dar mal servicio o calidad), de los proveedores (al
poner en riesgo el cobro de sus ventas) y de la comunidad (al no producir crecimiento y
empleo).
2. Un equipo directivo sensible a las cuestiones éticas
Muchos directivos tienden a ver la implementación de un plan ético como un mecanismo
para conseguir que los empleados actúen como ellos piensan que deberían actuar. Sin
embargo, los empleados no necesariamente aceptan que la moral de sus jefes sea superior
a la suya. Aceptan su liderazgo en temas técnicos (por ejemplo, finanzas o marketing) pero
no en las cuestiones morales mientras no demuestren sus credenciales en este campo. Por
ello, la imposición de un código de conducta sin haber establecido la credibilidad de los
directivos es visto por los empleados como una forma de transferirles la responsabilidad por
acciones dudosas que a veces se sienten forzados a tomar. Esa no es la mejor forma de
ganarse su respeto y confianza. Los altos ejecutivos deben ejercer actitudes éticas claras
para que los empleados sepan que si actúan correctamente no van a verse perjudicados.
Los ejecutivos tienen poca predisposición a discutir estos temas. Temen las consecuencias
que las discusiones sobre ética puedan tener en los costos de la empresa. Temen ser vistos
por los demás como generosos con dinero ajeno o insensibles o despiadados. Prefieren
aplicar sin cuestionar directrices preestablecidas. Sin embargo, si los empleados no
perciben en el equipo directivo una actitud abierta a contemplar las consecuencias de tener
actitudes éticas, no se puede esperar que ellos actúen mejor que sus jefes. Por otro lado, si
la perciben, sienten orgullo por integrar una empresa que busca tomar decisiones
éticamente correctas, lo que redunda en un mayor compromiso.
La experiencia de los Estados Unidos es que las empresas que son reconocidas por tener
actitudes éticas siempre tienen equipos directivos que se han propuesto desarrollar su
sensibilidad y comprensión sobre las dimensiones éticas de sus decisiones.
3. Personal ético y relaciones comerciales con empresas éticas
La mejor manera de no tener conflictos éticos es tomar acciones preventivas que los eviten.
Una empresa que tiene ejecutivos, empleados, clientes y proveedores con bajos estándares
éticos es más probable que deba enfrentarse a decisiones complicadas en este tema que
otra que se haya preocupado por seleccionar personal, clientes y proveedores con mejores
valores morales. Ningún programa de ética puede tener éxito si la gente relacionada con la
empresa no tiene comportamientos adecuados.
Por ello, la empresa debe preocuparse de atraer personas con integridad moral, de ayudar a
los empleados a relacionar sus actividades diarias con las connotaciones éticas que tienen y
de identificar a los empleados que son eficientes en transmitir valores éticos a sus
compañeros y colocarlos en puestos en los que puedan influir en quienes los rodean.
La relación con terceros también tiene connotaciones éticas. La actitud de éstos puede
comprometer el nombre de la organización. Si un profesional los tiene incluidos en su lista
de clientes y actúa en el mercado inadecuadamente eso repercute en la imagen de su
compañía. Si un proveedor da precios baratos por no pagar impuestos o no tener la
adecuada seguridad laboral, la empresa, al comprarles, fomenta dichas actitudes. Quienes
no actúan correctamente en sus empresas suelen no ser relaciones confiables de medio
plazo. Para ser consideradas confiables, las empresas deben analizar más allá de cual es el
precio más bajo para el producto o servicio comprado.
4. Un plan general de ética
Una vez que el equipo directivo defina su posición respecto del compromiso que tienen con
el objetivo de ser una empresa ética estará en condiciones de preparar un plan que sea
implementable con éxito. Tras esa visión compartida no habrá marchas y contramarchas. La
experiencia demuestra que los pasos atrás son muy contraproducentes en la moral de los
empleados. Si la empresa declama que toma en consideración los intereses de sus
empleados y desea que éstos la consideren confiable, pero después de decir esto algún
directivo actúa diferente de ese principio, la noticia se propaga rápidamente y genera
escepticismo. El escepticismo muestra falta de confianza en lo que dice la dirección y es,
por lo tanto, síntoma de que el plan no está funcionando bien.
Hay tres objetivos que se pueden plantear ante el desafío ético: protegerse de posibles
acciones no éticas de los empleados, proyectar una buena imagen a la comunidad y mejorar
el comportamiento de los miembros de la organización. La mayoría de las compañías se
concentran en los dos primeros. Son pocas las que procuran mejorar el comportamiento
ético de sus miembros. Son estas últimas, sin embargo, las que el mercado reconoce como
superiores.
Para crear un ambiente ético se necesita dedicación y determinación
La actitud más generalizada en las empresas es pensar que todo el mundo sabe qué es y
qué no es ético, por lo que aquel que no actúe correctamente es despedido. Esta actitud es
insuficiente e injusta. Si la empresa no da señales claras de actuación, no puede
sorprenderse de que algunos empleados no tengan buen criterio en la toma de decisiones.
Desarrollar personal ético es una condición básica para tener una empresa ética. Pero con
las presiones del mundo competitivo de hoy esto no es suficiente. Sólo castigando lo que
parece incorrecto no se consigue el ambiente de respeto y confianza que facilita los mejores
resultados de mediano plazo. Los directivos deben proveer liderazgo en cuestiones morales,
ejercer liderazgo estratégico y operativo de forma que puedan tener resultados positivos por
medios éticos y establecer programas internos que fomenten el comportamiento adecuado y
desalienten conductas impropias. Sólo así la aseveración de que la empresa actúa
éticamente será una realidad.
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