CAMBIO y APRENDIZAJE El aprendizaje es el proceso que permite al hombre y a la mujer desenvolverse en su vida de relaciones consigo mismo, con los demás, con la cultura, con la naturaleza, con la historia y con el futuro. Está estrechamente ligado a la herencia genética de la persona y a las reales oportunidades de vida que le brinda el contexto social, cultural e histórico para que ésta o éste pueda realizarse y trascender. Todo aprendizaje supone necesariamente un cambio en el sujeto. En consecuencia, quien intente mediar para promover aprendizajes en otros debe tener en cuenta el postulado que establece que el ser humano, por naturaleza, es renuente al cambio. Esta resistencia al cambio tendrá mayor o menor resonancia o intensidad según sean las diferencias individuales, las etapas de desarrollo que vive la persona, así como la índole y característica del mismo. Las evidencias empíricas demuestran que esta resistencia al cambio es más marcada en los adultos, de allí que el enfrentarse a un nuevo aprendizaje es posible que éste manifieste inseguridad y temor al fracaso. Probablemente que deslizará por sus labios una expresión como la siguiente: "Si he operado esta máquina tanto tiempo así y ahora quieren que sólo haga clic con el mouse" El desafío entonces es, minimizar, o si se quiere inhibir las resistencias al cambio garantizando el éxito que trae consigo la interiorización de nuevos aprendizajes. Habrá que mediar para que las personas aprendan a aprender. Esto significa reconocer y aceptar que el aprendizaje es un proceso que acompaña a la persona toda la vida y por tanto un primer aprendizaje es tomar conciencia que siempre se está aprendiendo. La metacognición, entendida como la toma de conciencia de lo qué se aprende, para qué se aprende y cómo se aprende, es el proceso que permite la toma de distancia necesaria para comprender, por una parte, la significatividad de este nuevo objeto de aprendizaje para las estructuras cognitivas, afectivas, sicomotoras y sociales existentes en el sujeto; por otra, para brindarle el sentido acorde con el contexto histórico-cultural en que se desenvuelve; y por último, para disponer de habilidades y estrategias que le permitan aprender en nuevas situaciones o emprender nuevos aprendizajes. Supongamos por ejemplo, que una persona adulta tiene como creencia que los adultos no pueden aprender, sosteniendo para ello que con la edad disminuye la agudeza sensorial, baja el ritmo de actividad, se deteriora la capacidad mental. Además argumenta que las cosas nuevas son para los más jóvenes y para que aprendan está la escuela y por último está la tradición que demuestra que siempre lo ha hecho de determinada manera y siempre ha dado resultados. Sin duda, que la actitud de esta persona es de rechazo a un nuevo aprendizaje y no hará ningún esfuerzo por aprender. A través de la metacognición entonces, y aunque, no siéndolo, parezca un trabalenguas, lo que a continuación se expondrá tiene plena validez: El sujeto tiene que aprender a aprender, aprender a desaprender, aprender a reaprender y aprender a emprender. 1.- El aprender a aprender implica no sólo tener estrategias para aprender, significa, también, tener una visión optimista frente a la vida, reconocer la provisoriedad de los conocimientos, aceptar la transitoriedad vertiginosa de los acontecimientos de la vida contemporánea y tener una actitud positiva para emprender nuevos desafíos con creatividad y rigor. Un ejemplo, que podría servirnos para comprender lo señalado, sería que reflexionásemos sobre el tiempo que habrán tomado a los hombres para aceptar que la tierra es redonda y las implicancias que ello significaba para su vida. En suma, aprender a aprender es más que disponer conscientemente de estrategias para aprender es tener una actitud de vida: asombro, flexibilidad y fluidez. 2.- El aprender a desaprender conlleva al sujeto a tomar conciencia que hay ciertos hábitos mentales que debe modificarlos o inhibirlos, porque no son consonantes con los nuevos saberes que son aceptados socialmente, o si se quiere, no responden a los nuevos paradigmas que rigen el contrato social vigente. En otras palabras, se evidencian en el sujeto disonancias cognitivas que le obligan a desestructurar los esquemas mentales existentes para luego reestructurar. El aprender a desaprender, significa que el sujeto conscientemente debe disponer y expresar actitudes de apertura y estrategias para reconocer que debe desapegarse de ciertas actitudes y valores que no responden a la actual vida de relaciones propias de la diversas manifestaciones sociales y culturales. El aprender a desaprender significa abandonar creencias erróneas; mitos que no tienen una explicación racional; prejuicios que en la actualidad, no resisten el menor examen al contrastarlas con las hipótesis aceptadas universalmente; sesgos que surgen como consecuencia del uso de información no válida ni confiable; saberes populares que no tienen explicación en saberes canónicos. Ejemplos que describen lo señalado podrían ser entre otros, la creencia de que la capacidad intelectual se estabiliza al final de la adolescencia, establecido por la aplicación indiscriminada de test intelectuales a principios del siglo XX; el mito de que con ingestión de bebida alcohólica se conduce mejor un vehículo; prejuicios en la escuela por la integración educativa de los discapacitados; sesgos en el género, como el de que las mujeres son malas para la matemática; el saber popular que se incrementa con las supersticiones. 3.- El aprender a reaprender tiene su soporte en la capacidad de asombrarse, de emocionarse ante la novedad y de valorar el nuevo aprendizaje como necesario para saber dar respuestas en el contexto en que se desenvuelve la persona. Implica percibir la necesidad de apropiarse de nuevos aprendizaje, poniendo en juego la motivación y las expectativas del sujeto, el uso de estrategias de evaluación de acuerdo a referentes personales y sociales, la capacidad para articularlo con los existentes y eliminar los obsoletos, (desestructurar). En el aprender a reaprender, pero en verdad en cualquier acto de aprendizaje, adquieren relevancia actitudes de la dimensión personal del sujeto como el autoconcepto, con las dimensiones autoconocimiento, autoestima y autorrealización; la motivación; las atribuciones de causalidad; las expectativas y las habilidades sociales. 3.1.- El autoconcepto alude a lo que el sujeto piensa, siente y hace respecto así mismo. Según P Saura (1996) el constructo del autoconcepto incluye: 1.- Ideas, imágenes y creencias que uno tiene de sí mismo. 2.- Imágenes que los demás tienen del sujeto 3.- Imágenes de cómo el sujeto cree que debería ser. 4.- Imágenes que el sujeto le gustaría tener de sí mismo Presenta tres dimensiones: una primera que es de carácter cognitivo, el autoconocimiento; una segunda afectiva, la autoestima; y una tercera conativa, la autorrealización 3.1.1. El autoconocimiento apunta a la cantidad y calidad de información que uno tiene de sí mismo y a la capacidad para organizar, codificar y usar la información que nos llega sobre nosotros 3.1.2. La autoestima está ligada a la resonancia que la información del autoconocimiento suscita en el ego. Esta dimensión, según F. Del Buey (1999) conlleva la valoración de lo que en nosotros hay de positivo y de negativo, produciendo un sentimiento de favorable o desfavorable hacia uno mismo. 3.1.3. La autorrealización tiene que ver con el encontrarse así mismo. A la consecuencia y la coherencia entre el pensamiento, el sentimiento y la acción. Al encuentro en la acción con lo que se cree y se desea ser. Es la autenticidad que lleva aceptarse a uno a sí mismo. 3.2.- La motivación entendida como "el conjunto de procesos implicados en la activación, dirección y mantenimiento de la conducta" J. Beltrán (1990). Dentro de este proceso psicológico se ha seguido la dirección de la teoría orientada al concepto de la motivación de logro, Atkinson (1964). Para este autor la conducta humana orientada al logro es el resultado del conflicto aproximación - evitación, es decir la motivación a lograr el éxito y la motivación a evitar el fracaso Este conflicto no es sólo personal pues la decisión de aproximación - evitación está ligada también a la dificultad de la tarea.. 3.3.- Las atribuciones de causalidad, (Kelly,1971) tiene que ver, por una parte, con el locus interno o externo, en donce el individuo localiza el éxito o fracaso de sus acciones, por otra, con la estabilidad que se refiere a la naturaleza temporal de la causa que puede ser relativamente estable o puede cambiar de una situación a otra y por último, con la contrabilidad que alude al grado de control voluntario que puede ejercerse sobre una causa. 3.4.- Las expectativas son las explicaciones o atribuciones prospectivas del resultado que espera el sujeto, tanto de éxito o de fracaso. Está estrechamente ligado con la profecía autocumplida. 3.5. Las habilidades sociales, Gil (1993) la define como "conductas que se manifiestan en situaciones interpersonales que son aprendidas y se orientan a la consecución de distintos tipos de reforzamiento tanto ambientales como personales. Son conductas socialmente aceptables (cultural y moral), que no impiden a los otros conseguir sus propios objetivos. La consecución de los objetivos propios ha de ser compatible con la consecución de los objetivos ajenos y en esta negociación debe resultar un final satisfactorio para todos. Están bajo el control de las personas y son adaptativas a las circunstancias amplias, flexibles y versátiles". Se consideran habilidades sociales las relaciones humanas y la comunicación. 4.- Emprendizaje, Este concepto, integra el aprender a aprender, aprender a desaprender y aprender a reaprender. Es un concepto acuñado últimamente para significar que, en este mundo global y de cambios vertiginosos, el sujeto debe ser capaz de emprender nuevos aprendizajes para saber dar respuestas con creatividad y rigor metodológico. Significa que no puede conformarse con dar respuestas estereotipadas. Debe ser capaz de solucionar problemas, abordarlos, proponer y evaluar la viabilidad de las soluciones, programar, ejecutar y evaluar las soluciones, debe saber seleccionar, organizar, procesar información para tomar decisiones, para transferir, reproducir y comunicar información.Todo lo anterior, implica que la persona debe hacer uso de la metacognición, y para ello debe tomar la distancia necesaria que le permita abordar y resolver los problemas que se le presentan con rigor metodológico y haciendo uso de su potencia creativa y capacidad de reflexión y crítica. La persona entonces, debe aprender, no a dar respuestas sino que debe aprender, a saber dar respuestas con fuerte contenido valórico y para ello debe tener confianza y seguridad en sí mismo, fuerte motivación para alcanzar los logros y altas expectativas de éxito. Bibliografía: Flores Castillo, René Cultura Organizacional y Cambio. Revista Diálogos Educacionales en prensa. Martín del Buey, Francisco y otros. Programa Integrado de Acción Tutorial. Universidad de Oviedo, Servicio de Publicaciones, 1999. Sarramona, Jaume Teoría de la educación. Reflexión y normativa pedagógica. Edit.. Ariel S.A. Barcelona, 2000.