TÍTULO: ¿QUÉ DICE EL CUERPO ... MUERTE EN JÓVENES CON TRASTORNOS ALIMENTICIOS

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Facultad de Periodismo y Comunicación Social
TÍTULO: ¿QUÉ DICE EL CUERPO DE LOS JÓVENES?: REPRESENTACIONES SOBRE LA
MUERTE EN JÓVENES CON TRASTORNOS ALIMENTICIOS
Lic. Ayelen Sidun
¿Qué dicen los jóvenes del cuerpo, de su cuerpo? ¿Hay un ideal? ¿Qué dicen los medios sobre
el cuerpo?
En el marco de un proyecto de investigación que trabaja sobre los ejes Juventud/comunicación, las representaciones de la muerte en un contexto de incertidumbre y vulnerabilidad, empiezo a preguntarme acerca de la relación entre anorexia – juventud y muerte,
lo que desprende la necesidad de interrogarme sobre las formas de pensar el cuerpo en la
sociedad actual.
La relación que los jóvenes mantienen con su cuerpo no escapa a los cánones de belleza establecidos socialmente: ser flaco, alto, estar bronceado, bien vestido. Requisitos que se enmarcan en el discurso del cuerpo liberado, una liberación atada a estereotipos. Como explica David
Le Bretón “un ardid de modernidad hace pasar por liberación de los cuerpos lo que sólo es
elogio del cuerpo joven, sano, esbelto, higiénico…Los valores cardinales de la modernidad, los
que la publicidad antepone” (Le Bretón, 1995).
A esto no escapa la necesidad de muchos jóvenes de perseguir el modelo: ser flacos aún al
costo de la muerte. Pensar la anorexia como una práctica que lleva a la muerte a los jóvenes
no resulta agradable pero es una realidad constante y un límite riesgoso de la práctica.
Cabe aclarar que al hablar de jóvenes entendemos que la categoría juventud apela a una construcción socio histórica. Así, cuando Bourdieu (Bourdieu, 1990) afirma que la juventud no es
más que una palabra está hablando del carácter simbólico, de constructo sociocultural de la
condición de la juventud. Pero el carácter simbólico de los jóvenes no es mero signo, construcción cultural separada de las condiciones materiales e históricas que condicionan su significancia: la juventud, también, es más que una palabra (Margulis, 1996).
Es por esto que, para hablar de los jóvenes es necesario saltar de una mirada que se basa únicamente en la cuestión etaria hacia cómo es que el dato biológico se encuentra cargado social
y culturalmente, lo que permite pensar en la existencia de distintos jóvenes. La condición de
juventud no se ofrece de igual forma al conjunto de los integrantes de la categoría estadística
joven. Por el contrario, existen diferentes y desiguales modos de ser joven, que marcarán también distintos modos de representar la muerte.
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Se asume que al no existir una sola manera de ser joven tampoco existirá un único camino
para concebir e imaginar la muerte, sino que los relatos sobre la muerte estarán diseñados
desde un particular lugar dentro del espacio social. Pero que a la vez los diferentes jóvenes
comparten una misma marca epocal, están expuestos a unos mismos hechos históricos que
aunque vividos de maneras diferenciales nos permiten hablar de una generación (Urresti,
2002). En el proyecto nombrado entendemos que los hechos históricos a los cuales están hoy
expuestos los jóvenes, la “marca epocal”, tiene que ver con la existencia de una sociedad del
riesgo y de la incertidumbre, donde lo que gran parte de las ciencias sociales han llamado crisis
de la modernidad, modernidad tardía o incluso posmodernidad (Giddens;1998, Bauman; 2002,
Beck; 1998) adquiere en nuestra región características de vulnerabilidad y exclusión.
Desde la investigación nombrada nos interesa pensar cómo es que se están dando esos cambios, esos nuevos modos de nombrar la muerte, pero a partir de la mirada que construyen los
jóvenes.
Conceptualizamos la muerte de la forma que lo hace Claudio Lomnitz (Lomnitz, 2006), como
“el desmembramiento de un individuo, una disolución que hace sitio al grupo o a la especie en
conjunto mediante la destrucción de uno de sus miembros”.
En este artículo se trabajará la relación que existe entre el cuerpo y juventud en jóvenes
anoréxicos observando las representaciones que estos tienen sobre la muerte. Entendemos la
anorexia como una conducta alimentaria restrictiva en la que se adquiere poca cantidad de
comida o se realizan dietas severas. Las personas que realizan estas prácticas mantienen rituales con la comida como contar calorías, descuartizar la comida en trozos pequeños, preparar
comida para otros y comer o realizar intensa actividad física que reduzca lo ingerido. La característica primordial de esta conducta se debe a un miedo intenso a engordar, luchando por
mantener el peso por debajo de lo establecido para la talla y altura de la persona.
A la vez las personas que padecen anorexia tienen temor a verse obligados a comer en sociedad (en fiestas, reuniones familiares, etc), realizan prácticas deportivas excesivas para mantener una hiperactividad que les permita bajar grasas corporales y utilizan en ocasiones laxantes
o diuréticos abusando de edulcorantes para poder mantener azúcar en el cuerpo y no debilitarse. En la no ingesta constante tienen por momentos los denominados atracones, momentos
en los que comen afanadamente aquello que no pudieron controlar delante de su vista1.
1
Datos obtenidos en www.aluba.org (Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia).
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No se puede dejar de lado que los ingresos a diferentes espacios se realizan por medio de la
imagen, la que se ha configurado en las sociedades actuales como un sinónimo de éxito social.
Muchos de nuestros jóvenes luchan por lograr "el físico ideal", motivados por modelos, artistas
o por la publicidad comercial y hasta por determinados accesos obstruidos si no encuadran en
el ideal de belleza: imposibilidad de acceder a lugares nocturnos por su físico, de ser aceptados
socialmente o por su grupo de pares, o en el ámbito laboral donde lo primero que se requiere
es la “buena presencia” por sobre otras aptitudes.
El cuerpo como acceso, el cuerpo como única forma de acceso identitario en unos jóvenes a
los que el acceso a determinadas formas de ingreso a la conformación de una identidad se les
es negado, en relación a generaciones anteriores. Como explica Rossana Reguillo “las revoluciones históricas han inventado los cuerpos ciudadanos, en el sentido de modelar según los
esquemas de los proyectos triunfadores como debía ser este cuerpo en sus dimensiones públicas y privadas…el cuerpo andrógino de la sociedad de consumo”.
La imagen como primera carta de presentación en esta sociedad de consumo hace que diferentes jóvenes corran detrás de un ideal que va muchas veces en contra de sus propias formas.
¿Cuánto dice la imagen de estos jóvenes? Seguramente sólo una parte de todo lo que pueden
decir, pero a la vez mucho de aquello que necesitan mostrar. Hablan con sus necesidades por
medio de su cuerpo al luchar por lograr ser por medio de ese cuerpo perfecto aún, en muchos
casos, al costo de la muerte.
Retomando a Reguillo (Reguillo, 2000) pensamos en la necesidad de lograr esta imagen en
determinados jóvenes como vehículo primero de socialidad de su domesticación depende el
fracaso o el éxito de un proyecto social.
El culto al cuerpo es el caldo de cultivo donde la enfermedad brota y se expande. Uno de cada
veinticinco jóvenes argentinos sufre de Bulimia o Anorexia2. Este cuerpo joven que se mantiene joven más allá de la edad, en una sociedad en donde “lo joven se libera de la edad y se convierte en un imaginario” (Barbero, 1998) El temor intenso a engordar, a envejecer en una sociedad en el que “el abdomen de lavadero en el caso de los varones y el ombligo perfecto que
requiere la moda femenina se convierten en persecución itinerante tras ese cuerpo juvenil
transformado en nueva deidad del consumo” (Reguillo, 2000).
2
Ibidem
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Si tomamos en cuenta que en la actualidad circulan unos discursos en los medios que ubican a
los jóvenes asociándolos a la muerte (los jóvenes y las drogas; los jóvenes y las picadas; los
jóvenes delincuentes y peligrosos) (Saintout, 2006), pero además estamos en un país donde las
cifras que hablan de muertes violentas de jóvenes son considerables3, adquiere especial relevancia pensar sobre las representaciones que los propios jóvenes construyen sobre la muerte,
sobre los sentidos que le están dando.
Según datos del Departamento de salud pública de la Facultad de Medicina de la UNAM entre
el cinco y el diez por ciento de quienes padecen anorexia en el mundo mueren a consecuencia
de alteraciones electrolíticas graves, infecciones, complicaciones gastroinstestinales, desnutrición extrema, además del suicidio4.
Es violenta es la imagen de la desnutrición, la elección de esta desnutrición. Una imagen que
habla en su delgadez, en la opción del NO CONSUMO quizás para ingresar al mundo del consumo. Ser joven sin poder ingresar al mundo joven de la ropa ajustada y los talles establecidos
por una sociedad que determina patrones de estética diminutos, lleva a ciertos jóvenes a entender como objetivo el ingreso a ese mundo por medio de la talla, ya que otros accesos han
sido denegados.
Los diferentes jóvenes no viven la época de la misma manera ni tienen los mismos límites o las
mismas posibilidades. Una época donde la Argentina, en un contexto global de replanteo de
los sentidos e imaginarios que durante años permitieron cierta cohesión social, se encuentra a
su vez con una mayor fragmentación y tendencia hacia la polarización, producto de décadas de
modelos neoliberales que tuvieron su punto de inflexión para los noventa (Saintout, 2006).
Esas disimiles posibilidades de oportunidades hacen pensar en el consumo como una forma de
integración social, la estética como única forma de acceso ordenado y preestablecido entre
tantas incertidumbre: la delgadez como regla ordenadora de los cuerpos.
Como describe García Canclini en su trabajo sobre el consumo cultural, es la lógica de la racionalidad posmoderna: tras la crisis de la modernidad, muchas corrientes de pensamiento posmoderno hablan de la diseminación de los sentidos, la dispersión de los signos y la dificultad
3
Las estadísticas publicadas en el último informe del INDEC muestran que las defunciones de jóvenes
que poseen entre 15 y 29 años tienen lugar, principalmente, debido a “causas externas” que se corresponden con accidentes, suicidios, homicidios y otras violencias, dejando por fuera de dicho indicador
cualquier tipo de enfermedad capaz de provocar la muerte. Según los datos arrojados por dicho organismo, las cinco causas principales de mortalidad juvenil comprenden en primer lugar a las ya mencionadas “causas externas”, que constituyen el 59.8% del total.
4
www.aluba.org (Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia), Argentina, 2008.
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de crear códigos estables y compartidos. Canclini sostiene que el agotamiento de los metarrelatos que organizaban la racionalidad moderna sirve para repensar las formas de organización
compacta de lo social característica de aquella etapa, pero que en muchos casos ha llevado a
una exaltación de un supuesto desorden posmoderno. Frente a esta idea de diseminación de
los sentidos, que introduce el deseo, dispersión y desorden, lo que le va a dar anclaje a todo
esto es el consumo, porque “ninguna sociedad soporta demasiado tiempo la irrupción errática
y diseminada del deseo. Ni tampoco la consiguiente incertidumbre de los significados”5
El consumo aparece entonces como rito, como lo que va dando sentidos a las prácticas, como
única forma de ordenar la vida cotidiana. Y en estos jóvenes que ya no pueden acceder como
sus padres primero la casa propia, luego el auto ¿Cómo ordenan su vida cotidiana por medio
del consumo?
El orden es tal vez un desorden en los alimentos que permite conseguir el cuerpo perfecto
para acceder al trabajo, al grupo, al local nocturno, a la talla establecida en los negocios de
moda, para acceder al mundo.
La pregunta que se impone entonces es hasta dónde es una opción de no comer por la estética
o porque si no no pertenecemos al mundo que pertenecemos. El interrogante se abre a pensar
si en la decisión de no consumo hay en estos jóvenes una resistencia con r minúscula al mundo
que se les presenta.
No consumir para poder consumir este mundo, no consumir para resistir, no consumir para
pertenecer, no consumir para ser dentro de los cánones.
Un intento anoréxico en los jóvenes de adelgazar el cuerpo para conformar una identidad entre otras flaquezas difíciles de subsanar ante demasiadas incertidumbres.
5
García Canclini, Néstor. “El consumo cultural en México”. Consejo Nacional para la cultura y las Artes.
México, 1993.
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Bibliografía utilizada
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(1998) La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidós Básica, Barcelona
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editores. Bs. As.
Berger, Peter y Luckmann, Thomas (1997) Modernidad, pluralismo y crisis de sentido: la orientación del hombre moderno. Paidós. Barcelona.
Bourdieu Pierre
(1988) La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Taurus, Madrid.
(1991): El Sentido Práctico, Taurus, Madrid
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(1998) La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la estructuración, Amorrortu
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Lomnitz, Claudio. Idea de la muerte en México. Fondo de Cultura Económica, México, 2006.
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Ed. Biblos, Buenos Aires.
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