Documento de Trabajo 03/2008 Pashtunistan

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Documento de Trabajo 03/2008
Análisis Multidisciplinario de la violencia política en el
Pashtunistan
Marcela Ruggeri1
Septiembre de 2008
Nota del CEMOC: Las opiniones expresadas por los autores representan las
visiones e ideas de los mismos y no los de la esta institución o los de la
institución para la cual ellos puedan trabajar a menos que así sea expresado en
forma explícita.
1
Marcela Ruggeri es Licenciada en Ciencias Sociales (Universidad Nacional de Quilmes, Argentina, 2002) y
posee un Diplomada de Especialización Profesional en Antropología Sociocultural Latinoamericana
(Universidad Bolivariana de Chile y Fund. UNIDA, 2008). Trabaja como analista independiente desde Dubai
(Emiratos Árabes Unidos). E-Mail: [email protected]
“Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo,
no tienes porque temer por el resultado de mil batallas”
Sun Tzu
Introducción
Peter Berger ha dicho que el mundo actual “es furiosamente religioso, tanto
como nunca lo ha sido, y en algunos lugares más que nunca”.El fue quizás uno de
los primeros en dejar atrás la Teoría de la Secularización, que pregonaba la
llegada de un tiempo, en el cual la religión se marchitaría, fundamentalmente
debido al avance de la modernidad.
El hecho es que, durante las pasadas décadas ha sucedido lo opuesto y la
fe, lejos de salirse del escenario, ha jugado un rol creciente en los asuntos
sociales, aún cuando la modernización ha avanzado rápidamente.
Esta reaparición de la religión en la vida pública ha tenido implicaciones
complejas: sirvió para reforzar gobiernos como para socavarlos; se adelantó a
otros actores reclamando reformas políticas en el área de los Derechos Humanos;
y también sirvió como excusa útil para inducir tendencias irracionales, muchas de
ellas extremistas.
Hoy, gracias a la tecnología de la Información, podemos conocer acerca de
la acción de grupos radicales islámicos, noticia casi diaria en matutinos de todos
los rincones del planeta, pero tal vez no se tenga una idea cabal del mensaje del
Islam, o de la importancia capital de la religión en las sociedades, sean estas
musulmanas o no.
El mundo está desbordado por comunidades religiosas, teologías de
diversos orígenes y movimientos de variada importancia; las consecuencias se
hacen sentir a diversos niveles y pocas son las razones que permitan creer que
este estado de cosas cambiará a corto plazo, e incluso hay estudios que dan
cuenta no sólo del incremento en el número de adhesiones a diferentes credos y
del interés creciente de sus líderes religiosos por participar activamente en la
arena política, sino también de la “tendencia demográfica, que unida a diversas
estimaciones, permitirían predecir que más del 80% de la población mundial,
continuaría afiliada a determinados grupos religiosos durante los próximos
siglos”(Todd Johnson y David Barrett)2.
Toda esta introducción no sería más que un humilde racconto de la
situación en general si no fuera por un simple dato, cuya simpleza no deja de
restar importancia por su contundencia: desde hace varios años a la religión y al
"choque de civilizaciones" se le han atribuido el ser núcleo motivador del terror, la
amenaza excluyente que justifica la confrontación armada contra un enemigo que
puede ser conjunta o alternativamente, Al-Qaeda, los Talibanes, o en general, el
Islamismo radical.
No es difícil aventurar que en un escenario como este, el ideal kantiano
cuya aspiración más alta era el logro de la Paz Perpetua para toda la Humanidad,
pareciera tornarse más utópico que nunca.
2
Farr, Thomas, “Diplomacy in an Age of Faith”, Foreign Affairs, March/April 2008, Vol. 87, No.2, pag.112
2
Con este trabajo, se pretende realizar una aproximación multidisciplinar,
que permita entender el fenómeno de la violencia en el "Pastunistan", vale decir el
espacio geográfico situado a ambos lados de la Línea Durand, límite formal entre
Pakistán y Afganistán, habitado desde tiempos remotos por diferentes tribus, entre
ellas los pashtun.
Su gran complejidad tanto étnica como lingüística, repercute no sólo en las
estructuras sociales y políticas, teñidas por las costumbres y tradiciones tribales,
sino que también se ve reflejada en las estructuras de pensamiento de estos
grupos sociales.
Por ello, entender “la metafísica del terreno” como el contexto histórico,
resulta relevante al momento de evaluar la dinámica y difusión del fenómeno
Talibán. Ese será el objetivo de los próximos párrafos.
¿Guerras de Religión o contradicciones sistémicas?
El hablar de guerras de religión o con motivaciones puramente religiosas,
conduce a una exacerbación en el uso mismo del lenguaje, ya que se reenvía al
aspecto religioso todos los acontecimientos, sin marcar las cuestiones políticas,
sociológicas, estratégicas y económicas implicadas en el fenómeno.
Los factores religiosos y confesionales existen, pero su utilización como
elemento de análisis debe ser manejado con una prudencia no común, ya que la
religión puede llegar a ser no sólo un momento emancipatorio significativo de
culturas3, sino también un factor agravante que una vez devenido en conflicto se
conjuga a otros existentes, sirviendo en última instancia, como factor
desencadenante y amplificador.
Los seres humanos, somos sujetos y objetos de nuestra construcción.
Mediante el lenguaje y nuestras prácticas ayudamos a crear una realidad, que a
su vez constituye subjetividades históricamente situadas, amoldadas a las
particulares condiciones sociales y de productividad del contexto histórico, social y
cultural en el cual se forman.
En este proceso se produce una relación entre lo social y los procesos de
construcción de significado -lo social está dado por los significados que se le
atribuyen y las acciones individuales están dotadas de sentido- por lo cual,
separar los significados atribuidos a los objetos y a las acciones, o aislar los
fenómenos de su carácter social, nos conduciría a un error insalvable.
Desde este lugar, entiendo a la violencia como una construcción social, lo
que implica afirmar que no hay una “naturaleza” violenta per se; la violencia en
tanto producto histórico social, en tanto proceso histórico, es definida a partir de
particulares condiciones de producción que son históricas y políticas, por ello las
prácticas violentas se repetirán mientras las condiciones que le dieron eficacia se
mantienen vigentes.
La dimensión social de la violencia se da, a partir de las relaciones íntersubjetivas que conforman un mundo de significados compartidos, en un contexto
que será en menor o mayor medida facilitador de las acciones violentas que en él
3
Hoyos,G. ” Las creencias religiosas en la sociedad post-secular”, Curso Clacso-Instituto Pensar, de la
Pontificia Universidad Javeriana de Bogota, 2008.
3
se producen y toman sentido, y en el que se ven involucradas, no sólo las
prácticas y los significados, sino también el lenguaje y las interpretaciones.
Avanzando en este plano, se debe remarcar que no solo es importante
tomar en consideración la dimensión simbólica de la violencia, sino también su
relación inmanente con el poder, que como fenómeno inserto en las mismas
raíces del tejido social, la define, le da valor, significado y justificación ideológica;
vale decir, genera un discurso en torno a ella, que se relaciona profundamente con
los mecanismos de poder que están en juego (por ejemplo, el terrorismo de
Estado que es justificado desde el poder de turno como un acto de mantenimiento
de la seguridad o la paz interior, mientras que la resistencia del grupo atacado,
sería considerada como violencia ejercida contra el orden publico, pasible de ser
sofocada con todos medios de que el Estado dispone).
Con un horizonte cultural común, el pasado como “contexto organizado” es
construido colectivamente a partir de determinadas interpretaciones cargadas de
significados, que han sido generadas a partir del acto de recordar en el presente,
lo cual, no sólo sirve para justificar el presente sino también para imaginar el
futuro desde esas “verdades plausibles”.La memoria de un grupo, convertida así
en un referente de verdad, legitima las identidades hegemónicas del presente a
partir del pasado, ratificando que se debe recordar y como se debe ser en ese
orden social.
El mantenimiento de determinadas prácticas, en este caso que nos ocupa
las prácticas violentas, se debe a que las mismas han sido naturalizadas, a partir
de la creación de una ilusión: las mismas son consecuencia de determinada
“naturaleza” violenta, por ende, imposible de ser erradicada.
Muy diferente es la conclusión si problematizamos, si rompemos con esta
ilusión afirmando que estos fenómenos, como procesos históricos, no son
determinados por una esencia o naturaleza: son las condiciones sociales e
históricas las que abren la posibilidad de ser o no de la violencia.
Entender la violencia como una construcción social; problematizar, romper
con la ilusión esencialista, no es suficiente si deseamos ir a fondo en este análisis
critico; es necesario además, historizarla. A eso precisamente, intentaremos
dedicarnos en el próximo punto.
4
Políticas Coloniales y religión en tierras del Islam.
.
La Historia es objeto de una construcción,
cuyo lugar no es el tiempo homogéneo y vacío,
sino el que está lleno de “tiempo de ahora”.
Walter Benjamin4
Al apostolado que marcó inicialmente el discurso de la aventura
colonizadora de España, Portugal y Gran Bretaña en el “Nuevo Mundo”, le siguió
el mercantilismo impulsado ante las crecientes necesidades del comercio
capitalista naciente; el colonialismo mercantilista evoluciona sobre el colonialismo
imperialista, dando origen a la noción de imperio colonial.
La era mercantilista comenzó en las tierras más distantes. Fue sin dudas, la
fase imperialista, durante la época de las Compañías (India, Senegal) la que más
afectó a los países musulmanes: en menos de un siglo, casi la totalidad del mundo
musulmán, desde el Atlántico a los archipiélagos del Océano Pacífico, había caído
bajo la dominación de las potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Rusia,
Holanda, Italia, España).Siendo raras las excepciones, podríamos decir que sólo
las regiones montañosas, o aquellas de más difícil acceso, se mantuvieron, al
menos en esa época, fuera de la lista: Afganistán, Yemen y el centro desértico de
la Península Arábiga.
Las prácticas coloniales tomaron formas diversas, sea emigración, difusión
de técnicas, voluntad de hegemonía cultural, exportación de capitales, ocupación
territorial y dependencia de los países ocupados; el choque de Occidente se sintió
tanto económica como culturalmente, materializándose a partir de la ocupación
militar directa.
La Primer Guerra Mundial trajo el desmembramiento del Imperio Otomano,
símbolo de la institución del califato para los musulmanes de todo el mundo,
desapareciendo la imagen del poder islámico centralizado a partir del nacimiento
de los Estados y/o administraciones coloniales.
La colonización en esta etapa, adopta formas diversas: la colonia
(Indonesia, África occidental francesa), el mandato (Siria, Líbano, Irak, Palestina),
pasando por la anexión (Argelia, Asia Central y el Cáucaso), la incorporación a la
Corona Británica (India), el protectorado (Egipto, Túnez, Marruecos) o la división
en zonas de influencia (Irán); y las concepciones, desde la asimilación hasta una
“generosa”indigenofilia (Napoleón III, Jules Ferry en la última etapa de su vida,
Lyautey en Marruecos).
La Civilización: en su nombre, la mayor parte de los países musulmanes
fueron ocupados por las potencias europeas en los siglos XIX y XX ; “civilización”
no “modernidad”, porque cuando Jules Ferry, el poeta republicano y laico, hablaba
de “civilizar” a las razas inferiores, no pensaba solamente en el progreso técnico,
en el desarrollo económico y en el poderío militar; también se estaba refiriendo a
la transferencia de un sistema de valores inspirados en la Ilustración, dentro de
4
Benjamin, W. “Tesis sobre la Historia y otros fragmentos”, Tesis punto 5:Variantes, B3
5
cuyo marco la política secularizada resignificaba el sentido específico de la
religión.
A pesar de las especificidades y particularidades propias de cada potencia
colonial, a pesar de los diversos contextos, podemos decir que este sistema de
valores fue como una pátina ideológica común, presente en todas las
experiencias; vale decir, que la religión ocupara un espacio importante en la vida
pública era considerado como un signo de atraso, de retroceso cultural.
Otra noción basada en esta concepción de “civilización” fue aquella a partir
de la cual se consideraba que ella se basaba en un concepto de “nación”, que
cada una de las potencias coloniales decían representar mejor que los demás, lo
cual las convertía en un faro que iluminaba el camino de avance hacia la
modernidad.
La colonización moderna se hizo en nombre de la emancipación; y el
carácter sistemático de la legitimación de las empresas coloniales por el deseo de
“liberar”, “civilizar”, de “modernizar” no fue fortuito, ya que formaba parte del
discurso pergeñado con el objetivo de legitimar las actuaciones, que además se
articulaba con la lógica propia de aquella época, porque la modernidad, también
tuvo una dimensión imperialista, basada en el establecimiento de una relación de
dominación sobre el más débil.
No sorprende constatar que la colonización fue realizada en nombre de los
ideales que dominaban las sociedades centrales; pero a los ojos de los
musulmanes, las potencias coloniales además eran “cristianas”, y esto aunque la
colonización no fuera hecha en nombre del cristianismo.
No seria inoportuno el preguntarse, si tal vez el campo religioso, haya sido
donde la exportación de la modernidad-como-civilización mostró mejor las
contradicciones coloniales; si así fuera, serviría en parte para explicar la
reavivación religiosa en las antiguas colonias musulmanas.
6
11 de septiembre: Memoria de un antes y de un después.
“Naturalmente, una política sin verdad, no es exclusiva o necesariamente
una política democrática; podría ser incluso una política despótica que,
más que superar la metafísica, no va más allá del descubrimiento
de los naturales derechos y la demanda por ellos”.
Gianni Vattimo5
“Los americanos se están preguntando ¿porque nos odian? Odian lo que nosotros
estamos viendo justamente aquí en esta sala: un gobierno democráticamente
electo. Sus líderes son auto-impuestos. Odian nuestras libertades: nuestra libertad
religiosa, nuestra libertad de expresión, nuestra libertad para votar y reunirnos y
estar en desacuerdo unos con otros”6
George W. Bush, se dirige al Congreso de los EEUU pocos días después
de los atentados en Manhattan y Washington, precisamente el 20 de septiembre
del 2001; un mensaje a los ciudadanos, con el objetivo de legitimar tanto las
acciones pasadas, como las futuras, en un marco de continuidad.
Paradójicamente, gracias al clima de paranoia creciente impulsado desde
las esferas gubernamentales como desde los mass media, las libertades públicas
fueron recortadas, incluso algunos analistas temieron y advirtieron la eventual
reactivación de prácticas macartistas, finalmente el presupuesto de defensa, se
vio, como era de esperar, incrementado, ante la necesidad de implementar nuevas
estrategias de lucha contra el terror.
Esta estrategia discursiva oculta, elude un dato fundamental: el golpe
asestado contra los edificios más emblemáticos de la potencia más poderosa del
planeta, fue producto de la operación planeada y ejecutada por “retoños”
florecidos de las redes que crecieron bajo el amparo y con el soporte económico y
logístico, de organizaciones estatales como la CIA, Arabia Saudí, y donantes del
Golfo Pérsico, durante la ocupación soviética en Afganistán, utilizando para ello,
como base a los territorios pakistaníes, en ese momento gobernado por el
General Muhammad Zia-ul-Haq.
Este militar pakistaní, de la zona del Punjab, desde que tomó el poder
encabezando un golpe militar en 1977 contra Zulfikar Ali Bhutto, tuvo como
objetivo central la islamización de su país.
“Hemos sido creados sobre la base del Islam” repetía, remarcando que el
Estado, más que democrático debía ser islámico (una aseveración que podría
sonar exagerada, si se tiene en cuenta que la mayoría pakistaní era de tendencia
relativamente moderada).
En 1979, con la URSS en Afganistán se produce un vuelco favorable a
sus planes: EEUU y Arabia Saudí se asocian al general en una alianza encubierta,
5
Vattimo, G.,”Nihilism and Emancipation. Ethics, Politics and Law”, Columbia University Press, New York,
2004, pag. 84.
6
Cit. en Achcar, G. “The Clash of Barbarism”, Ed. Saqi, London, 2006.
7
con el fin de formar una fuerza insurgente que sirviera como fuerza de choque
contra el régimen comunista, abasteciéndolo para ello de armas, entrenamiento y
billones de dólares que aseguraran el logro de sus objetivos compartidos.
El lema de su ejército “Jihad al servicio de Allah” se convirtió en la máxima
de miles de mujahideen provenientes de los más variados rincones del mundo
musulmán, que fueron llenando lentamente los campos de entrenamiento situados
en las zonas aledañas al borde afgano, principalmente en las zonas fronterizas del
Noroeste (NWFP) directamente monitoreados y dirigidos por la CIA, el servicio
secreto británico y su par pakistaní, el ISI (Inter Service Inteligente).
El general punjabi, no se conformó con esto; aprovechando los vientos que
favorecían sus posiciones ortodoxas, redobló su estrategia abriendo centros
educativos desde los cuales pretendía difundir una particular visión del mundo, la
de la estricta y cerrada doctrina deobandi.
Arabia Saudí apoyó con fervor esta iniciativa, considerándola no sólo una
excelente oportunidad para difundir wahabbismo, doctrina sunni que sustenta la
casa real saudi, sino también como una forma de contrarrestar las simpatías que
generaba en la región la triunfante Revolución iraní, de orientación chií.
Las madrassas7 comenzaron a brindar asistencia y enseñanza a miles de
niños y jóvenes, no sólo pakistaníes, sino también extranjeros, algunos de ellos
afganos que residían en Pakistán luego de haber huido con sus familias durante
la ocupación soviética, y también otros enviados por sus familias desde Afganistán
para que completaran estudios religiosos, vedados por el régimen comunista que
gobernaba este país.
Muchos de los clérigos eran moderados, pero pronto creció el número de
aquellos que pertenecían al equivalente local más cercano al wahhabismo, la
secta deobandi, surgida a mediados del siglo XIX, como reacción a las políticas
de
las fuerzas coloniales británicas, que
apoyadas en la superioridad
demográfica hindú, imponían coercitivamente los cambios a los musulmanes
indios.
Con una génesis común a todos los movimientos revivalistas y reformistas
islamistas que han reaccionado contra amenazas externas, en este caso la secta
tomó a las madrassas o
escuelas coránicas, como lugar desde donde resistir, impulsando la
rebelión antes que la adaptación a las innovaciones impuestas por las reglas
coloniales.
Así, se convirtieron en ‘espacios islamizados”, una reproducción a pequeña
escala de lo que se consideraba una “sociedad islámica” ideal, una umma o
comunidad, integrada por los mullah líderes religiosos y los talibán o
estudiantes.
7
Una aclaración necesaria:las escuelas coránicas son instituciones muy importantes dentro de la comunidad
musulmana, ya que brindan asistencia social, además de la enseñanza religiosa.En muchos casos, dan
habitación, comida y vestido a miles de niños y jóvenes, asistiendo a sus familias que en muchos casos, no
tienen recursos suficientes recursos para brindar la educación a sus hijos. Otros tema, que exceden este
trabajo, serian por ejemplo analizar la situación que ocasiona que estos padres no tengan libertad para
decidir el lugar donde desearían que sus hijos estudiaran, se formaran, etc. Ídem la currícula de estos
establecimientos, la cuestión de género y el acceso a la educación, etc.
8
Para la época del fallecimiento del General Zia-ul-Haq en un misterioso
accidente aéreo allá por 1988, la Islamización de Pakistán estaba sobre ruedas y
sus madrassas repletas de niños y jóvenes, que socializados de acuerdo a
precisas matrices conceptuales, aseguraban la reproducción del plexo ideológico,
que pasó así, a ser parte del acerbo cultural de ese saber que ya no dejaría de
serles “familiar”.
Los soviéticos preocupados por su propia crisis interna, retiran sus tropas
desmoralizadas del territorio de Afganistán, seguidos por los EEUU que dejaban
tras de si a la población afgana, cuyas vidas comenzarían a estar regidas por
las caóticas reglas de los mujahideen.
Se abría un nuevo capítulo en la historia del Islam radical. En esos terrenos
montañosos que serpentean entre Afganistán y Pakistán, las semillas ya habían
sido dispersas: los Talibanes y Al-Qaeda, a pesar de sus diferencias son
expresiones, “figuras” históricas surgidas en estos contextos, y a partir del influjo
movilizador producido por la acción de determinados agentes externos.
El grupo Talibán extendió su poder sobre el 80% del país en solo dos
años. Sus benefactores (EEUU, UK, Arabia Saudi y Pakistán) aguardaban con
enorme interés el triunfo del movimiento, porque cada uno de manera individual
tenía expectativas depositadas en esta estrategia conjunta.
En primer lugar, pretendían hacerse cargo de la exploración y explotación
de los recursos naturales de Asia Central, para lo cual se preveía la construcción
de un gasoducto desde Kazajstán a Turkmenistán, pasando por Afganistán para
llegar al Océano Indico8.
Este proyecto largamente promocionado por la compañía pakistaní
UNOCAL DELTA, de origen saudi, ya tenía asignado 3 billones de U$S para su
concreción y sólo restaba contar con un gobierno lo suficientemente “dúctil” en
Afganistán, que posibilitara llevarlo adelante sin muchas molestias.
Pero el gobierno del Mullah Mohammed Rabbani9, ya en el poder,
sorpresivamente rechaza la propuesta de UNOCAL, aceptando la de la compañía
argentina BRIDAS, propiedad de Carlos Bulgheroni. Se frustra así, el primero de
los objetivos.
En segundo lugar, la cuestión que involucraba a ciertos conflictos
limítrofes entre Afganistán y Pakistán.
El Tratado de Durand de 1893, es un acuerdo firmado por las fuerzas
coloniales británicas y por Afganistán (bajo imposición del Reino Unido),
estableció una separación en los territorios pertenecientes al Raj Británico10,
dando origen al trazado de la ‘Línea Durand” que es el actual límite formal entre
los dos países.
Con una validez inicial, fijada en 100 años, el tratado jamás fue aceptado
por las tribus pashtun que habitaban a ambos lados de la frontera (incluso la
8
Entre los asesores más activos de EEUU, estaban Brezezinski, consejero de Amoco y arquitecto de la Guerra
afgano-soviética de los ’70; Henry Kissinger, asesor de Unocal; Alexander Haig, lobbista por Turkmenistan;
y Dick Cheney por Halliburton, Us-Azerbaijan:
Cámara de Comercio; Fuente:
http://www.globalresearch.ca/articles/CHI203A.html.
9
Link recomendado http://www.globalresearch.ca/articles/MAD201A.html
10
Actuales provincias del NO- NWFP, las Áreas Tribales Federalmente Administradas –FATA y la
provincia de Balochistan, Pakistán
9
Loya Jirga de 1949, celebrada en territorio afgano lo declaró absolutamente
inválido).
En 1919, Afganistán libra la tercera guerra contra los británicos,
básicamente con dos objetivos: recuperar sus territorios perdidos y obtener
completa soberanía en el manejo de sus asuntos externos.
La conflagración concluyó con la firma de un armisticio temporario,
plasmado en los Acuerdos de Rawalpindi, que otorgaron al gobierno afgano cierta
“ambigua” autodeterminación a nivel externo, pero ninguna solución con respecto
a los territorios del Pashtunistan.
En 1933, con sólo 19 años, accede al trono afgano Mohammed Zahir Shah.
Coherentemente, sigue con los reclamos, incluso llegó a cuestionar ante la ONU
la creación del Estado de Pakistán, luego de la partición con India, en 1947.
El hecho es que el tratado tenía vencimiento en 1993, y un gobierno
afgano “amigable” podía ser de suma utilidad para que la fecha pasara sin ser
percibida.
Que esta cuestión era de capital importancia, sobretodo para Pakistán no
caben dudas; pero además, se debe prestar atención a otro tema: la interpretación
en torno a la noción “gobierno afgano amigable” podía diferir en gran medida de
la de EEUU.
La idea inicial americana fue que los Talibanes, luego del retiro soviético,
apoyarían un eventual retorno del ex monarca Zahir Shah desde su exilio,
traspasándole el poder en forma pacífica y ordenada; esto aseguraba plenamente
que EEUU contara con una gobierno “amigable” que no interfiriera en sus planes
con respecto al mega proyecto energético, pero el regreso de Zahir Shah no
parecía “amigable” al gobierno pakistaní. Es por ello que, de acuerdo a la versión
sostenida por partidarios de Zahir Shah, Pakistán se preocupó mucho en
demostrar a Washington que los Talibanes seguían su propio criterio cuando,
posteriormente al acceso al poder, no aceptaron de ninguna manera la posibilidad
de transferir su poder al antiguo rey, como había sido planeado inicialmente por
los estrategas americanos.
Para cuando los arquitectos de esta estrategia se dieron cuenta del tipo de
criatura que habían ayudado a crear, ya era tarde; las consecuencias se hicieron
sentir no sólo en el propio territorio americano, sino también en Reino Unido,
España y en todos aquellos países de los cuales provenían los mujahidines o
contra aquellos considerados aliados de Occidente: Argelia, Arabia Saudi, China,
Egipto, Uzbekistán, Filipinas, Tajikistan, Chechenia, Túnez, etc.
10
Epílogo antes del fin.
Las acciones americanas puestas en práctica en la región, no sólo muestra
gran torpeza de su parte, al no capitalizar las enseñanzas dejadas por los errores
cometidos por la corona británica en la era colonial, sino que además niegan
sistemáticamente la evidencia de sus propios errores en las últimas décadas.
Todo esto, lo padecen los habitantes de Afganistán y Pakistán, que intentan
sobrevivir en medio de una situación de violencia, caos y descontrol permanente.
Es preocupante sobretodo, que a pocos meses de un recambio
presidencial, no se efectúe la mas mínima autocrítica o cambio de dirección en la
estrategia americana, ni en el resto de los gobiernos extranjeros que tienen
desplegadas fuerzas en territorio afgano y que desarrollan incursiones en territorio
pakistaní, incrementando la extrema volatilidad que sufre la zona limítrofe.
Seguidamente, cinco puntos que algunos analistas11 afirman, serian la
base para un éxito político en Pakistán:
a) Favorecer un acercamiento entre India y Pakistán: la intención es que
ambos colaboren con EEUU en el programa de desarrollo de un sistema de
defensa anti-misiles, persuadiéndolos además para que presten su acuerdo ante
la ONU, permitiendo que personal americano pueda sumarse al grupo de 45
observadores militares, que actualmente monitorean el cese del fuego, en la zona
de Jammu y Kashmir;
b) Continuar con el entrenamiento y equipamiento de las Fuerzas
Especiales del Ejército Pakistaní;
c) El más importante, insistir y presionar sobre los líderes pakistaníes, para
que abandonen su ambigüedad en relación con los Talibanes;
d) Requerir más poder para el Cuerpo Fronterizo Pakistaní: este cuerpo
especial, es el destinatario de fondos asignados por un programa multimillonario,
que incluye el entrenamiento y equipamiento de militares pakistaníes situados en
el borde fronterizo, bajo el monitoreo de EEUU. Concretamente lo que se persigue
es que, el gobierno pakistaní, reconozca a este, atribuciones suficientes para
concluir acuerdos a niveles tácticos y estratégicos, con las fuerzas americanas
situadas en Afganistán, a fin de permitir la “persecución intensiva” (entrecomillado
textual) en el área;
e) Profundizar las relaciones con los líderes militares pakistaníes,
persuadiendo además a los principales actores políticos sobre una cuestión
especifica: una presencia americana en territorio afgano, de mayor envergadura y
sostenida en el tiempo, facilitarían la acción militar unilateral americana; con esto,
advierte que la actuación militar podría ser mas agresiva si Pakistán no logra
demostrar compromiso en la “lucha contrainsurgente”.
Es preocupante comprobar a partir de la lectura de los párrafos citados
que, en lo inmediato, entre las recomendaciones incluidas en la agenda de
prioridades asignadas al área, no se encuentran acciones que tiendan al
11
Lynch, Thomas, “Staying Power”, main article “Afghan Dilemmas”, American Interest Magazine, Vol. III.,
No. 5, May/June 2008, pag. 41
11
fortalecimiento gradual del sistema democrático, que demuestren capacidad para
formular y poner en práctica acciones tendientes al logro de entendimientos
básicos entre todos los actores, como objetivo de minima.
Es de capital importancia el entender que la realidad regional compleja
demanda que, los mismos actores políticos locales sean quienes deban solucionar
lo relativo a sus intereses genuinos, ya que mientras así no sea, seguirán
destinando energía, sinergia, en librar una guerra contra fuerzas externas que
todas las partes reconocen como opresora. Para ello, se debería convocar a una
serie de reuniones que favorezcan el entendimiento en torno al futuro de
Afganistán y la relación con sus vecinos, incluidos Irán, Rusia, China, India y los
países del Golfo Pérsico.Afganistán no tiene porque ser un país aislado, más
bien debe ejercer como eje articulador de actividades variadas dentro de vasta
región que conforma su territorio, de enorme importancia estratégica y geopolítica: el comercio, el tránsito, el transporte de energía, la migración laboral, etc.
Por todo ello, integrarlo a la región es de vital importancia para lograr la
cooperación regional, pero difícilmente pueda ser compatible si es utilizado como
base para proyectar el poder americano en la zona.
La ausencia de cooperación de EEUU-Irán en relación a la cuestión
afghana, sumado a las tensiones crecientes entre China y Rusia, en Asia Central,
han llevado a que Pakistán, sobretodo su elite militar, tuvieran monopolio de
acceso a los territorios afganos, y esta situación ha sido y es fuente de
inestabilidad y desconfianza en la región. Lo recomendable, seria restar apoyos al
gobierno autoritario de Musharraf, incentivando el fortalecimiento del control civil
sobre los actos de su gobierno y su ejército, aún cuando haya quienes no
muestren nada de simpatía con Occidente, ya que, de lo que se trata es, de
incrementar el espacio de debate publico que devenga en el establecimiento de
prácticas democráticas, favorecedoras de la comunicación, antes que caer en
situaciones de incomunicación que terminan generando tensiones y explosiones
de violencia. Sin duda, esto debería ir acompañado por un incremento en los
apoyos financieros destinados a: mejorar la situación de las economías de la
región; fortalecer las organizaciones e instituciones civiles, en particular aquellas
que trabajan en pos del fortalecimiento del Estado de Derecho, la defensa de las
minorías, etc.
El conjunto social, se vería beneficiado si se crearan las condiciones para
que los gobiernos puedan negociar y dialogar con los grupos insurgentes,
iniciando un proceso consensuado que tienda a la reconciliación necesaria para
quitar sustento a organizaciones como Al-Qaeda y los Talibanes; pero este
proceso debe ser conducido según las necesidades del propio contexto , con los
recursos de base disponibles, y atendiendo a las dimensiones de la acción social
propia de ese espacio en particular, ya que ello hará factible la cooperación
necesaria por parte de los actores; nada mas y nada menos que lograr el mutuo
entendimiento sobre la base de un horizonte cultural compartido, acuerdo a sus
sistemas culturales, sus normas institucionales, que estabilizan los patrones de
acción y las estructuras de personalidad.
Finalmente: ningún país puede construir sus instituciones sobre la base de
la apropiación efectuada por un país extranjero. Seria, altamente significativo el
apoyo multilateral en pos del fortalecimiento de las instituciones civiles y las
12
fuerzas de seguridad locales, persiguiendo como un objetivo futuro la
autosuficiencia, con miras en su emancipación.
Conclusiones provisorias.
”La humanidad siempre se propone los problemas cuando puede
solucionarlos, puesto que, visto más en detalle, siempre habrá de darse que el
problema en si surge solamente cuando las necesarias condiciones materiales
para su solución ya existen o están por lo menos en proceso de formación”12.
Tal vez, el surgimiento de corrientes dentro de las Ciencias Sociales que
cuestionan sus propios roles en este tiempo histórico lleven a una necesaria
autocrítica, paso fundamental para el logro de las transformaciones tendientes a
la apertura de vías emancipatorias reales.
Mientras tanto, el pasado y las marcas que han dejado en las
subjetividades, seguirá latiendo silenciosamente, pero sin cesar.El no resolver
esas marcas y sus traumas, el no modificar las condiciones que las han causado,
solo conduce al mantenimiento de los mismos escenarios del pasado, vividos en
tiempo de Hoy.
El espiral de violencia creciente, desatado en el denominado “corazón del
terror”, ha sido favorecido por un contexto histórico, social y político que colaboró
en la creación de ciertas condiciones objetivas; aquellas que también han
facilitado la irradiación geográfica de la “Talibanizacion”, que es consecuencia
directa de las situaciones de marginalidad, pobreza y abandono, la falta de
recursos y de educación, los sentimientos de frustración, desamparo o ira contra
un sistema injusto en la que viven millones de personas en la región.
Las huellas del pasado atormentan; pero también como ayer, atormentan
las prácticas de dominación que rigen nuestras sociedades, por ello, es casi una
obligación ética el llevar adelante un análisis crítico de nuestras prácticas
sociales, un ejercicio que obligue a una reflexión urgente en pos de la búsqueda
de soluciones novedosas a partir de nuevas miradas que no eludan el
reconocimiento de las crisis exteriorizadas, tanto en los sistemas tradicionales de
autoridad y legitimidad, como en aquellos caminos planteados como alternativos a
ellos. Tal vez, así se pueda a llegar a entender que hay salidas posibles, más allá
de las utopías neo-liberales y neo-conservadoras; más allá de los “valores
liberales occidentales”; más allá de la globalización de los mercados y las
intervenciones militares.
Lic. Marcela Ruggeri.
Julio, 2008
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Marx, K.; “Early Writings”, cit. en Bauman,Zygmunt, “La Hermenéutica y las Ciencias Sociales”, Ed.
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