306 Edectos Financieros del Financiamiento con Proveedores 2008

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Proceedings del XXIV Encuentro Nacional de Facultades de Administración y Economía
ENEFA Proceedings - Vol. 1, Año 2008
ASFAE
VI.
PAPER Nº24
Edectos Financieros del Financiamiento con Proveedores
Adriana Latorre Villegas
Universidad de Valparaíso
RESUMEN
Es una verdad aceptada que el usar proveedores como fuente de financiamiento no tiene costo,
pues no presenta efectos en el Estado de Resultados. El presente trabajo, pone atención en el
tratamiento que la teoría financiera da al costo del financiamiento con proveedores, bajo la
perspectiva principal de un modelo basado en un costo implícito y el impacto que ello tiene en el
uso de esta fuente en nuestro país. Junto a ello, este trabajo analiza los efectos que en las empresas
proveedoras tienen las prácticas de retrasar los pagos por parte de sus principales clientes, en
especial se analiza la situación de la industria del retail, una de las más crecientes y con mayor
relación con proveedores de pequeño tamaño. Para ello se avoca a revisar las alternativas de
financiamiento de corto plazo disponibles en el mercado de capitales chileno, para aquellas
empresas de pequeño tamaño, que constituyen la mayoría en el país y cuya situación es más
vulnerable.
Desarrollo del Tema
El financiamiento con proveedores o crédito comercial es una forma de financiamiento de corto
plazo de uso común en todos los negocios y sectores. De hecho es la forma más utilizada por las
empresas como fuente de recursos (Petersen y Rajan 1995). Las razones para ello radicarían en la
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facilidad de acceso, sobre todo si se compara con las fuentes de financiamiento bancarias o del
mercado de capitales, y con mayor razón para aquellas empresas que no tienen acceso al crédito
bancario. Por otra parte, se señala que existe la posibilidad de que al financiarse con proveedores se
disminuyan los costos de transacción o se asegure de mejor forma la calidad de los productos. Se
han propuesto teorías que para explicar la existencia y el uso del crédito comercial. A continuación
se describen algunas, dejando clara que no es una lista completa, pero se incluyen aquellas que
resultan más plausibles dentro de la literatura y sobre las cuales nuestros datos pueden verter luz.
a. Teorías de la ventaja del financiamiento del crédito comercial: según ella, los proveedores
tienen mejores condiciones que las fuentes tradicionales, debido a que presentan ventajas en
la evaluación del riesgo crediticio de sus clientes, como también una capacidad mejor de
supervisar y asegurar el reembolso del crédito (Biais et al.1993). Lo que daría la crédito
ofrecido por proveedores una ventaja de costos frente al ofrecido por instituciones
financieras. Según esta teoría entonces, habría por lo menos tres fuentes de la ventaja en
los costos:
a.1. Ventaja en la adquisición de la información: Se parte de la premisa que la relación
proveedor-cliente se basa en un contacto más frecuente y cercano. Por ejemplo, el tamaño y la
sincronización de los pedidos del comprador le dan una idea de la condición del negocio del
comprador (Brennan, et al.1988). Además, la incapacidad del comprador de aprovechar descuentos
por pronto pago, puede servir como señal del posible deterioro en la calidad crediticia del cliente. Si
bien es cierto que las instituciones financieras pueden tener también esta información, el proveedor
puede conseguirla más rápidamente y a un costo menor, pues se obtiene en el curso de las
operaciones normales (Biais et al. 1993).
a.2. Ventaja en el control del cliente: es común que existan diferencias entre un proveedor y
otro, lo que genera un costo de cambio para el cliente. Esta fuente de poder de negociación del
proveedor frente al cliente (Porter 1979), le da una ventaja relacionada al financiamiento, ya que
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tiene un argumento poderoso para hacer exigibles las deudas. En este sentido, el proveedor puede
amenazar con no seguir vendiendo al cliente si este no cumple los compromisos adeudados. Esta
amenaza puede ser especialmente creíble si el comprador explica una porción pequeña de las ventas
del proveedor. Por el contrario, el cese del financiamiento futuro como argumento para una
institución financiera no tiene efectos inmediatos en las actividades de la empresa.
a.3. Ventaja en recuperar el valor de activos existentes: Si el comprador no paga, el proveedor
puede tomar como pago, las mercaderías que se proveen. Mientras más durables las mercancías
proveídas, mejor el colateral que proporcionan y mayor es el crédito el proveedor puede
proporcionar (Mian y Smith 1992). Si bien, este argumento también es válida para las instituciones
financieras, el surtidor tiene una ventaja a la hora de liquidar estos activos, ya que le será mucho
más rápido venderlos, pues cuenta con un red de clientes, y por tanto, sus costos de liquidación
serán más bajos que el de una banco. No obstante, esta ventaja de los proveedores varía
proporcionalmente de acuerdo al tipo de bien que se trate. Así, mientras menor sea el valor
agregado a los bienes por parte del comprador (productos terminados), mayor será su ventaja frente
a las instituciones financieras en encontrar a un comprador alternativo.
b. Discriminación del precio a través del crédito comercial. El crédito comercial se puede
ofrecer aunque el proveedor no tenga ventajas sobre el crédito de las
instituciones
financieras porque el crédito se puede utilizar para fijar discriminaciones en el precio (Mian
y Smith 1992). Por discriminación se entenderá la existencia de distintas razones entre
precios cobrados respecto de los costos marginales incurridos en la provisión de un único
producto. En otras palabras, existirá discriminación cuando el productor vende a distintos
precios un bien que le cuesta lo mismo producir (llevar a los diversos mercados), y no habrá
discriminación cuando, a pesar de vender a precios diferentes, éstos están perfectamente
explicados por costos marginales proporcionalmente desiguales.
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Debido a que las condiciones de crédito son por lo general fijas, sin importar la calidad
de crédito del comprador, el crédito comercial reduce el precio efectivo a los
clientes
de menor calidad. Si este es el segmento con la mayor elasticidad precio del
mercado, entonces el crédito comercial será una efectiva forma de discriminación de
precios.
Una razón natural por la que la demanda de este segmento puede ser más
elástica es
porque se trata de un crédito racionado. Si es así el crédito comercial
contribuye tanto
a bajar el precio efectivo del bien transado, como a permitir que
este segmento pueda
satisfacer su nivel de demanda.
Otra forma de reflejar lo anterior es que aquellas empresas con mayor margen de
contribución tienen mayor incentivo para incrementar su nivel de ventas, pero sin
rebajar el precio a los clientes existentes. Puesto que su beneficio en la unidad
adicional es mayor, entonces estarán dispuestos a incurrir en un mayor costo para
vender una unidad más, siempre y cuando no afecta sus ventas anteriores (Emery
1987).
Considerando que las leyes antimonopólicas (Decreto Ley 211) previenen la
discriminación de precios, el crédito comercial caro puede ser entendido como un subsidio
dirigido a los clientes riesgosos. Mientras que los clientes solventes encontraran esta fuente
cara y tratarán de usarla menos o pagar lo antes posible, los clientes con mayor riesgo
crediticio constatarán que ésta puede seguir siendo una fuente más barata que las otras a las
que tienen acceso.
Una versión relacionada de esta teoría es que el proveedor no discrimina a favor del
cliente riesgoso solo porque la mayor elasticidad en su demanda en el corto plazo, sino que
puede existir un interés a largo plazo en la supervivencia del cliente, en particular si el
proveedor no tiene ningún substituto potencial del actual cliente. Los factores a considerar
por un proveedor al financiar a un comprador riesgoso, consideran además del margen de
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beneficio neto de las ventas actuales, el valor actual de los márgenes de beneficio en las
ventas futuras (Petersen y Rajan, 1995).
c. Teorías de los costos de transacción. El crédito comercial puede reducir los costos de
transacción del pago de deudas (Ferris 1981). Un cliente puede preferir en vez de pagar
cada vez que recibe las mercaderías, acumular las obligaciones y pagar una vez al mes o
cada quince días, por ejemplo. Esto también permitirá a una organización separar el ciclo
del pago de las fechas de entrega.
Otras versiones de la teoría del costo de las transacciones, surgen de la posibilidad de
una fuerte estacionalidad en la demanda o consumo de los productos de los
proveedores. Para mantener ciclos parejos de producción, el proveedor puede decidir
acumular gran cantidad de existencias. Esta política trae consigo dos tipos de costo: los
costos físicos de almacenar o mantener el inventario y los costos de financiar tal inversión.
Ante esto, podría decidir bajar los precios a fin de agilizar las ventas. Pero existen costos
asociados a esta estrategia como asimismo, puede haber una pérdida en la capacidad
discrecional. Por tanto, ofreciendo el crédito comercial selectivamente, para ciertos clientes
y en un cierto plazo, la empresa podrá manejar mejor sus niveles de inventario. De esta
forma, puede reducir el costo de mantener inventarios, especialmente si sus clientes tienen
un mejor manejo de existencias.
No obstante las razones aludidas, persiste la duda respecto del costo financiero de utilizar la
fuentes proveedores. Al respecto en la literatura existe consenso en considerar el crédito comercial
como fuente de fondos, esto es reconoce que se trata de una obligación que fue usada en la
inversión en activos corrientes (existencias). Además se sostiene que esta fuente es espontánea, esto
es, por una parte referido a que no se requiere más que comprar para acceder a ella, ya que es una
política amplia y respetada por todas las empresas, y por otra parte pues es una fuente derivada de
las operaciones normales de la empresa. En este sentido esta fuente está relacionada con los ciclos
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operativos de la empresa (ciclo de producción y de ventas). Así, una mayor venta producirá una
mayor necesidad de inversión en existencias y, dependiendo de la naturaleza de la empresa, en
mayores niveles de producción, lo que redundará en una mayor compra y, por ende, en la necesidad
de recurrir a nuevas fuentes para financiar esas adquisiciones, como por ejemplo, el crédito
comercial. Por su parte una baja en el ciclo de ventas, producirá una baja en la fuente proveedores.
Analizado así, el financiarse con proveedores será una fuente con baja o nula discrecionalidad.
Dicho de otro modo, el concepto de fuente espontánea se traduce en la práctica en considerar
irrelevante la utilización del financiamiento con proveedores (y en general, el financiamiento de
corto plazo), o considerar que son fuentes sin costo financiero.
Este hecho queda demostrado en el análisis que tradicionalmente se hace de la decisión de
financiamiento para nuevos proyectos de inversión en la evaluación de proyectos. En este proceso,
por una parte se considera la posibilidad de que en la inversión inicial se incluya una cantidad de
recursos para financiar Necesidades Operativas de Fondos168 (Genoni y Zurita), bajo la forma de
activos corrientes pero que se considera como inversión de largo plazo.
Sin embargo, y a pesar de que se reconocen las entre las posibles fuentes de financiamiento a
emplear, no se considera para el cálculo de la tasa de costo de capital promedio a las fuentes de
corto plazo que no tengan costo explícito. Esto es, se simplifica el proceso considerando que fuentes
usadas para financiar un proyecto, serán recursos externos, en particular deuda exigible, o recursos
internos bajo la forma de aumentos patrimoniales (Sapag y Sapag 2003). De esta forma, el costo de
capital (Ko), se calcula como un promedio ponderado de las fuentes usadas para financiar la
inversión inicial requerida para el proyecto bajo la fórmula:
 S 
 B 
k o = ki 

 + ke 
B+S 
B+S 
Donde ki es la tasa de la deuda en términos anuales, reales y netos;
168
NOF equivale a la diferencia entre Activos Circulantes Operativos (porción temporal o transitoria)
menos los Pasivos Circulantes Operativos (pasivos espontáneos, entre los que está la fuente proveedores)
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ke es la rentabilidad exigida por los dueños;
B es el monto total de deuda empleado;
S son los fondos propios empleados (emisión de acciones, por ejemplo)
La causa de lo anteriormente expuesto podría ser la confusión entre los conceptos de Capital de
Trabajo (recursos de largo plazo -patrimonio o deuda de largo plazo- excedentes por sobre la
financiación del activo fijo o activo no corriente) y la Necesidad Operativa de Fondos ya descrita.
Pensado así, el costo de las fuentes de corto plazo sin costo explícito, por ejemplo el crédito
comercial, debería ser considerada en la proyección de los flujos esperados de fondos del proyecto,
como otro costo, que consistiría entonces en el monto anualizado y efectivo del descuento ofrecido
por los proveedores por pago contado o pronto pago, que se dejaría de aprovechar al comprar a
crédito.
Mas si se considera que la decisión de utilizar esta fuente o usar otra en su reemplazo, entonces
resuelta relevante analizar su costo. Al respecto, existe consenso en señalar que no tienen costo
explícito esto es, no existe una tasa de interés que compense la pérdida de valor que asume el
proveedor, por el paso del tiempo entre la venta y el pago (Hall y Lieberman, 2006). Por tanto, el
costo de financiarse con proveedores equivale al costo implícito o costo de oportunidad en que se
incurre al no aprovechar el descuento sobre el precio que estos ofrecen a sus clientes por pronto
pago. De lo anterior se desprende que si los proveedores no ofrecen descuentos, entonces la fuente
no tendría costo. Sin embargo, por lo expuesto en las teorías anteriormente descritas, esto no es lo
habitual.
Este costo, por otra parte, cambia dependiendo del comportamiento de pago del cliente en
relación al plazo real empleado. Así, si una empresa opta por no aprovechar el descuento ofrecido,
pagará el último día del plazo acordado con el proveedor. La regla habitual es que el crédito
comercial se estipule bajo un plazo de 30 días 169. El hecho de usar el plazo completo, radica en un
169
Se utiliza un año comercial para facilitar el cálculo.
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buen manejo de la flotación en las políticas de pago que debiese definir la empresa (Weston y
Brigham, 1994). En este caso, la tasa se expresará como:
Dp = D / 100 – D * 12;
donde D es el descuento otorgado por pago contado.
Si el descuento se ha pactado por pronto pago, mas no al día (v.g. se puede pagar dentro de los
primeros cinco días posteriores a la compra), entonces la tasa se expresará como:
Dp = D / 100 –D * 360 / (30 - días concedidos para pagar)
Esta tasa corresponde a una tasa de periodicidad mensual. Para calcular el costo de la fuente
utilizada debemos calcular una tasa que sea anual, real y neta de impuesto. De esta forma, la tasa de
costo de capital de proveedores será:
((1 + Dp) – Δ inflación) * (1 – t)
inflación.
Δ es la variaci
ón anual porcentual de un índice
de
t es la tasa de impuesto sobre las utilidades de la empresa.
Visto así, el financiarse con esta fuente puede resultar altamente costoso, lo que es paradójico
con el hecho de su uso extenso e intenso en las empresas. Si, por ejemplo, se piensa en que un
proveedor ofrece un descuento por pago contado del 3% sobre el precio de factura, entonces, la tasa
de costo por no aprovechar este descuento, será del orden del 21.97% anual (considerando una tasa
de inflación anual del 6% y la tasa actual de impuesto en Chile del 17%). Cabe considerar que
mientras mayor sea el plazo concedido por el proveedor, menor será la tasa de costo de la fuente.
Por ejemplo, si consideramos el mismo descuento anterior, pero el plazo concedido es de 45 días,
entonces la tasa será 17,92% aproximadamente.
Por otra parte, existe la posibilidad que la empresa cliente no pague dentro del plazo concedido
sino que más allá de este periodo. Este “aplazamiento” de pagos tiene un costo diferente. Al ya
analizado costo financiero se añade el deterioro en la imagen crediticia del cliente. Esto, en relación
con lo expuesto en la primera parte de este trabajo, se traduce en un mayor poder de negociación del
proveedor, y por ende en un impacto en los márgenes de rentabilidad del negocio del cliente. No
obstante, frente a una situación desigual en términos de poder de negociación (proveedor de tamaño
pequeño, mercado proveedor altamente homogéneo y/o atomizado, entre otros factores), es posible
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que el proveedor deba soportar este retraso en el pago; igualmente ocurre en caso de que para el
proveedor resulte insignificante el costo de castigo de deudores, o si se trata de negocios con
estacionalidad marcada, done un retraso puedo implicar disponer de ingresos de efectivo en
períodos don de no se concentra el mayor volumen de ventas (Van Horne, 2004).
En relación a esta demora en el pago, por sobre los términos del crédito con proveedores,
merece un especial análisis lo acontecido en la industria nacional del retail, en particular la de
supermercados, en los últimos años. La industria del retail ha experimentado un gran desarrollo en
los últimos veinte años, en términos de expansión cobertura, penetración y desarrollo tecnológico,
que la ha convertido en un motor del crecimiento del país, con un nivel de ventas equivalente, en
promedio el año 2006, a un 6.7% del PIB (División de Estudios FNE, 2007). Por su parte la tasa de
crecimiento de las ventas experimentó un alza anual real del 9% entre agosto del 2008 y agosto de
2007 (INE, octubre de 2008), la mayor entre los sectores productivos nacionales. Este crecimiento
se explica por la mayor cobertura en regiones y por la expansión del giro tradicional, con la
incorporación de productos como vestuario y artículos de línea blanca, entre otros.
Junto a ello, ha existido una tendencia creciente a la concentración de la industria, la que por el
dinamismo experimentado ha hecho necesaria la existencia de actores más relevantes, lo que se ha
materializado con la adquisición por parte de grandes cadenas de otras más pequeñas ya existentes y
la de expansión propia, mediante la adquisición de terrenos y locales para desarrollar nuevos locales
de la misma marca; sin embargo esta última estrategia de crecimiento no ha sido tan utilizada como
la primera, lo que se demuestra en que la superficie construida de supermercados no ha
experimentado una gran variación en los últimos seis años (División de Estudios FNE, 2007).
Adicionalmente esta concentración no ha sido homogénea y se han intensificado las asimetrías entre
las grandes cadenas existentes.
Todo lo anterior, se traduce en un mayor poder para negociar tanto con clientes como con
proveedores. En el caso de estos últimos, se suma el efecto de las denominadas “marcas propias”,
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cuyo efecto es que ante la aparición de una el mercado crece, pero también se producen cambios en
las participaciones relativas de las marcas existentes, por lo que los proveedores ven disminuida su
posición, quedando en peor pie de negociación frente al distribuidor o supermercado. Por otra parte
para las empresas que producen el bien que luego el distribuidor etiqueta bajo su marca, también
existe un efecto negativo dado el hecho que esta forma de relación, es la única vía de dichas
empresa para ingresar al canal de minorista de los supermercados, por lo que se genera una altísima
dependencia para con el distribuidor. Por tanto se genera un gran poder de compra por parte de la
industria de los supermercados sobre un gran número de proveedores, altamente dependientes, que
se traduce en la posibilidad de obtener mejores condiciones de venta, y en particular, menores
precios.
Lo anterior se ha traducido en la práctica común desarrollada hasta el año pasado, sin cortapisa
alguna, de modificación ex post de las condiciones pactadas con los proveedores, de forma
unilateral, por parte de los supermercados. Uno de los cambios más recurrentes ha sido la demora
en los pagos, por mercaderías ya entregadas por los proveedores, en las condiciones y plazos
requeridos. Lo anterior, produjo efectos financieros graves en la capacidad de pago de los
proveedores para con sus factores productivos, entre los cuales existen empresa de menor tamaño y,
por supuesto, trabajadores. Respecto a lo anterior, el plazo promedio de pago observado en el año
2006 era de sesenta días, plazo que aumenta al tomar como muestra sólo a las grandes cadenas de
supermercados a setenta y cinco días (División de Estudios FNE, 2007). Llama la atención que en la
mayoría de los casos el plazo es fijado por el cliente, y este aumenta en relación directa con su
capacidad de negociación frente al proveedor. Así si las grandes cadenas negocian con grandes
empresas, los plazos se reducen a menos de treinta días. Por tanto, quienes tienen peores
condiciones de pago son las empresas proveedoras de menor tamaño.
Lo anterior, podría hacer suponer que la estrategia de financiamiento intensivo con proveedores
llevada a cabo por la industria de los supermercados, es una decisión muy cara. Sin embargo, no
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hay que olvidar que mientras mayor sea el plazo del pago, menor será la tasa de costo asumida, lo
que disminuye ostensiblemente el costo de capital de la fuente proveedores. Por otra parte, el mayor
poder de negociación desarrollado por los supermercados, incluye la fijación de precios menores,
por lo que cabe suponer que los proveedores podrían no conceder descuentos por pronto pago, pues
su propia estructura de costos no soportaría vender a un precio menor en forma sistemática, aún
cuando frente a un problema de liquidez eventual, podrían optar por tal alternativa. No obstante la
decisión de aprovechar o no tal oferta, es totalmente de arbitrio del cliente, en este caso de los
supermercados. En este caso, el financiarse con proveedores para la industria de supermercados no
tendría costo financiero, más que el de deterioro de su imagen como sujeto de crédito ante sus
proveedores, pero considerando el plano de asimetría en que se encuentra proveedores y
supermercados, este hecho es impensable, pues como se dijo, el canal de los supermercados puede
ser la única forma de acceder al mercado consumidor, para varios productores. En el caso de otros
proveedores, como las instituciones financieras, este hecho puede verse neutralizado con los niveles
de solvencia demostrados por la industria supermercadista nacional, a lo que hay que sumar que
dado el fenómeno de concentración referido, constituyen un segmento de negocio muy apetecido
para las instituciones bancarias, y por su tamaño, acceden a mayores fuentes y a menores costos,
por lo que un aumento del riesgo crediticio, de traducirse en un castigo en el costo futuro de estas
fuentes tradicionales, no alcanza a compensar el ahorro producto de haber utilizado el
financiamiento vía proveedores.
Un hecho que también ha de analizarse en relación a lo ya expuesto es que si partimos de la
base de que el uso de fondos a través del tiempo no es gratis, entonces quién ha asumido el costo de
este financiamiento con proveedores. Si el cliente no aprovecha el descuento por pronto pago
ofrecido, entonces sería él quien asumiría el costo. Si se trata de un distribuidor, como los
supermercados, existe la posibilidad de trasladar este mayor costo al precio de venta al consumidor
final, pues de no hacerlo repercutirá en los índices de rentabilidad de la empresa. Por otra parte, si
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los proveedores no ofrecen descuento o el cliente aplaza los pagos más allá del lapso acordado, el
costo estará siendo asumido por el proveedor. Si el cliente no paga, el proveedor deberá financiar
sus Necesidades Operacionales de Fondos, con fuentes no espontáneas, como deuda o por recursos
internos o aumentos patrimoniales. En el primer caso el uso de estos fondos tendrá como costo
explícito la tasa de interés real neta del crédito; en el caso de fondos propios, puede ser una tasa de
costo implícita basada en el costo de oportunidad de la mejor inversión alternativa que se desecha, o
bien, la tasa de ganancia requerida o tasa de rentabilidad exigida por los dueños, ajustada por riesgo
operacional, en base a sus propios costos de oportunidad. Por último, el proveedor también podrá
traspasar el mayor costo financiero a precios futuros a su distribuidor y éste, a su vez, traspasarlos al
consumidor final. Este hecho es especialmente relevante en períodos, como el actual, con tasas de
interés ascendentes y baja liquidez.
El efecto en los proveedores se ve afectado por la posibilidad de acceso a fuentes que este
posea. Si consideramos de nuevo el factor tamaño del proveedor, queda en evidencia que los más
afectados son aquellas empresas de menor tamaño que no tienen mayor acceso al mercado de
capitales, o de tenerlo, es en condiciones poco favorables o muy similares a las que posee una
persona natural. En este sentido a las fuentes tradicionales se han sumado nuevas alternativas,
consistentes en el descuento de acreencias, de uso masivo como el factoring o de reciente data y con
poco desarrollo, como la Bolsa de Facturas.
En el caso del factoring, este consiste en la venta de documentos que evidencian un crédito, a
un tercero denominado factor. En esta operación participan tres agentes: Una de ella es el
comprador que adquiere un bien o servicio del cliente; el cliente (por ser cliente de la empresa de
factoring) vende los documentos (letra, pagaré, cheque o factura) al tercer actor, el factor, por lo
cual la deuda pasa a ser del comprador con el factor. El factor le cancela al cliente generalmente una
suma menor, correspondiendo la diferencia a los intereses por el financiamiento, gastos de la
operación, incluidos los correspondientes a la cobranza, gastos legales y eventualmente una reserva
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por posibles no pagos de los compradores. Al vencimiento el comprador le cancela al factor
extinguiéndose la relación comercial entre los tres actores (factor, cliente, comprador). Desde el
punto de vista del posible no pago, se diferencia entre el factoring con recursos, en que el riesgo de
no pago es asumido por el cliente, y el factoring sin recursos, en que el riesgo de no pago es
asumido por el factor.
Los costos que implican esta fuente corresponden a gastos, tales como la comisión, que
corresponde a los servicios que presta el factor al cliente entre los cuales está la evaluación del
comprador y la gestión de cobranza de la deuda; los gastos notariales e impositivos -este incide
fuertemente en el costo del financiamiento, incluye impuestos aplicables a la operación ley de
timbres y estampillas- . Y por otro lado el interés, tas que se cobra porque el factor está financiando
al cliente le cobra un interés por el servicio, habitualmente superior al bancario.
Las posibilidades de acceder al factoring están relacionadas con la concentración de la cartera y
los márgenes de operación. Si existe alta concentración hay mucho riesgo por lo que no pueden
acceder al factoring. Si su margen es muy bajo no le permite cubrir los costos del factoring por lo
cual tampoco puede acceder a la operación. Como ventajas, esta fuente proporciona una fácil forma
de mejorar los flujos de caja; no queda registrado en el sistema financiero; y como consecuencia de
lo anterior mejora los índices de endeudamiento sin afectar en el corto plazo la liquidez y la
rentabilidad sobre la inversión. La principal desventaja es el alto costo derivado del descuento que
se aplica al monto de las acreencias. Adicionalmente, existen efectos negativos en los deudores de
la empresa que decide enviar sus documentos a factoring por la pérdida de privacidad de su deuda y
un posible deterioro de la relación del cliente con su proveedor, ya que ahora existe un tercero
involucrado por una decisión unilateral del acreedor.
En Diciembre de 2004 fue publicada la Ley 19.983 que Regula la Transferencia y
Otorga Merito Ejecutivo a Copia de la Factura , que obliga al emisor a crear una tercera
copia de la factura e instruye sobre su formato, otorgando mérito ejecutivo a la copia de la
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factura, permitiendo que ésta sea cedible y por lo tanto transable. Esto tuvo un efecto
inmediato en el factoring, pues a los documentos tradicionales se sumaron las facturas.
Adicionalmente, por la Ley 19.220 sobre Bolsas de Productos Agropecuarios, hoy
denominada Bolsa de Productos, se hizo posible transar facturas como títulos financieros en
el mercado de valores. Por ambos cuerpos legislativos, es posible transar en bolsa Facturas
que den cuenta de toda clase de operaciones civiles o comerciales, con bienes o servicios,
sean o no éstos de naturaleza agropecuaria, y las copias cedibles de facturas emitidas física
o electrónicamente, relacionados con la compraventa de productos o prestaciones de
servicios que estén contemplados en el artículo 4 de la LEY 19.220, y en conformidad con
las instrucciones que imparta el Directorio de la Bolsa.
Podrán ser cotizadas en Bolsa las facturas de primera emisión, o aquellas con una o más
cesiones sucesivas efectuadas exclusivamente por algún cedente calificado. La Bolsa llevará un
Registro de Pagadores Facturas, en adelante el “Registro”, en el que inscribirá, a aquellas empresas
o entidades públicas o privadas obligadas al pago de Facturas, ya sea directamente, por tratarse de
los compradores de los bienes o servicios a que se refieren las Facturas, o bien indirectamente,
cuando se trate de garantizadores del pago de las mismas.
Sólo podrán transarse en la Bolsa aquellas Facturas cuyo pagador o garantizador esté inscrito
en el Registro de Pagadores de Facturas, esto es, aquellas empresas o entidades públicas o privadas
obligadas al pago de Facturas, ya sea directamente, por tratarse de los compradores de los bienes o
servicios a que se refieren las Facturas, o bien indirectamente, cuando se trate de garantizadores del
pago de las mismas, que cumplan con un aserie de condiciones que aseguran su capacidad de pago.
En la actualidad están en tal registro 91 empresas.
El monto mínimo de la factura a transar deberá ser igual o mayor a los $ 5 millones, o en su
defecto, una agrupación de facturas de similares características, que sumen en conjunto un monto
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igual o superior a los $ 5 millones. Esta transacción le permite al emisor transferir el riesgo de
crédito al inversionista y obtener una liquidez anticipada, con el objeto de incrementar el volumen
de negocios. Estos instrumentos son emitidos a un plazo promedio de 90 días.
Si bien esta forma de poder transar acreencias de un nivel de riesgo menor dados los
aseguramientos, en relación a la buena clasificación del deudor, presenta una forma más
competitiva, en cuanto permite que los inversionistas ofrezcan un mayor valor actual por los flujos
futuros que las facturas prometen, no está lo suficientemente desarrollada y se ha dado en la
práctica, por una parte que los principales interesados en comprar estos documentos de deuda sean
las empresa de factoring y, por otra, que el número de deudores registrados es bajo, por lo que un
proveedor de pequeño tamaño sólo podrá acceder a este mecanismo si posee facturas de alguna de
estas empresas.
Por lo tanto, los proveedores de menor tamaño tienen bajo acceso al financiamiento bancario a
tasas convenientes, su evaluación crediticia es baja, lo que los lleva a recurrir al descuento de
documentos lo que afecta al margen de rentabilidad sobre las ventas y condiciona la supervivencia
futura. La posibilidad que brinda la reciente creación de la transacción de facturas en la Bolsa de
Productos, que podría permitir descontar estos documentos a valores más competitivos, no está lo
suficientemente desarrollada y extendida como para cumplir dicho objetivo. Por tanto, y frente a las
escasas posibilidades que el mercado de capitales ofrece a estos proveedores, muchas veces
desplazan la necesidad de financiamiento al eslabón anterior de la cadena productiva, esto es, a sus
proveedores de materias primas y de trabajo, que son aún más vulnerables.
Si esta situación se analiza considerando la capacidad de estructurar financieramente una
empresa, a un costo de capital óptimo para crear valor (enfoque tradicional) se podría concluir que
el financiarse con proveedores, frente al escaso acceso a otras fuentes menos costosas, produce una
destrucción de valor, por el costo de la fuente, situación que se transmitiría a los proveedores de
toda la cadena, hasta llegar a las personas, o se da la situación que el mayor costo por el uso de esta
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ENEFA Proceedings - Vol. 1, Año 2008
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fuente se trasladaría a los eslabones siguientes de la cadena productiva, hasta llegar al consumidor
final, o sea, las personas.
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