De la importancia del español para las IPDAs VIERNES 03 DE DICIEMBRE DE 2010 Por: Felipe Buitrago Desde hace casi quince años se viene consolidando el conocimiento sobre la importancia de la cultura en la economía, debate que ha sido particularmente intenso durante el último quinquenio, incluso en medio de la crisis financiera global. Una de las herramientas predilectas para hacer esta demostración ha sido el “mapeo”. También se han desarrollado aproximaciones alternativas como las cuentas satélite de cultura, los estudios de caso y los reportes sobre empleo cultural, entre otros. Todas estas herramientas tienen en común el propósito de construir puentes de entendimiento entre la cultura y la economía, lo cual las ha hecho merecedoras de elogios y críticas, tanto desde la cultura como desde la economía. Desde la cultura esencialmente por temor a la pérdida de la esencia cuando se cuantifica. Desde la economía por las deficiencias técnicas naturales del análisis en su forma actual. Y en ambos casos por temor a enfrentar las nuevas responsabilidades y retos que supone asumir ciertas las conclusiones que de forma crecientemente consistente vienen arrojando estas herramientas informativas. Dentro de este contexto, se viene dando una interesante competencia entre culturas, por no encontrar un término más apropiado. Evidentemente el mundo anglosajón lleva la delantera, montado en la máquina cultural norteamericana. Lo que no es tan evidente es quién va de segundo y, en consecuencia, si representa una alternativa, un complemento o una amenaza a la posición dominante del mundo angloparlante. No se trata acá de realizar un análisis profundo sobre todas las lenguas en “contienda”. Baste listar a los principales aspirantes: La Francofonía, liderada por los franceses con amplios presupuestos y con presencia en numerosos Estados africanos. El mandarín y sus derivaciones chinas, en virtud de lo numeroso de su población y la fuerza de su dinámica económica actual. La maraña de subculturas indias, que no solo representa a una población enorme, sino que además ha consolidado industrias culturales como la denominada “Bollywood”. El mundo árabe, tradicionalista, multipolar y lleno de petrodólares. El mundo hispano, multipolar, ampliamente extendido geográficamente en más de 20 naciones, numeroso en población, particularmente concentrado en América Latina y crecientemente influyente en los Estados Unidos. El objeto de este artículo es, por supuesto, destacar la importancia de este último caso y enunciar las razones por la cuales el idioma español se encuentra en una posición privilegiada para extender su influencia más allá de sus fronteras actuales. Por un lado, el mundo hispano es decididamente multipolar. No obstante España cuenta con un peso importante en la producción cultural del idioma español, liderando en la mayoría de las industrias; dentro del mundo hispano existen numerosos centros de producción cultural de reconocida importancia, como por ejemplo México y la Argentina. Este multilateralismo impide que una forma única de cultura hispana sea dominante, estimulando una competencia con base en la diversidad; una de las claves de la denominada Economía Creativa. Es así que el papel que vienen desempeñando las economías de España y América Latina en el desarrollo de la Economía Creativa a nivel global es creciente. Es evidente que el papel de los hispanoparlantes es influyente en las dinámicas económicas y de generación de contenidos que la sustentan. La razón de esto puede explicarse por tres circunstancias principales. La primera es que el idioma español posee un dinamismo y una cobertura apenas comparable con el inglés, a la vez que el número de quienes lo hablan como lengua nativa crece con mayor celeridad que cualquiera de las lenguas más extendidas, mientras que el número de quienes lo aprenden como segunda lengua solo sigue al inglés. Se estima que en la actualidad el español es hablado de forma nativa por más de 500 millones de personas, que representan más del 10% del PIB mundial. La segunda es que la riqueza del patrimonio cultural material e inmaterial contenida en España y América Latina, viene ganando espacios en el imaginario de los consumidores de los países más desarrollados y con mayor poder adquisitivo, así como en los principales mercados en desarrollo. El español está de “moda”, y la creciente fuerza económica de América Latina, que complementa el desarrollo ya alcanzado por España, promete que así lo será en las décadas que vienen. Una muestra de esto ha sido la capacidad de América Latina de enfrentar la crisis financiera global y que la profunda relación económica con la península, ha servido de paliativo a las dificultades que se viven en España, de la misma forma que en el pasado la fortaleza económica de la península ha servido de soporte a Latinoamérica. Se trata de una relación simbiótica, que facilita una vigencia permanente de la cultura hispana. La tercera es la creciente influencia de la cultura latina en los Estados Unidos y la consecuente adopción del español como segunda lengua de la principal Economía Creativa del planeta. Sin duda los más de 40 millones de latinoamericanos que viven en el país norteamericano influyen de forma determinante dentro su economía, política y cultura. Esto implica no solo una presencia creciente dentro de la producción de contenidos, sino además un mercado con alto poder adquisitivo con una demanda creciente por productos culturales en español. En resumen, el idioma español se perfila como una segunda fuerza cultural global en el corto plazo, y la cercanía intrínseca entre una parte creciente de quienes lo comparten como lengua nativa con el mundo anglosajón, le otorga una posición privilegiada para adoptar las tecnologías y acceder a los capitales necesarios para convertir los contenidos que se transmiten a través de él en una fuerza verdaderamente global. El reto queda entonces para que, desde su diversidad y multipolaridad intrínsecas, se consoliden las cadenas de valor de la Economía Creativa hispanoparlantes, sin temor a influenciar y dejarse influenciar por otras culturas, tanto globales como locales. En cualquier caso, se trata de un proceso que, por su naturaleza, tomará décadas en medio de una competencia fuerte, no obstante muchos de sus beneficios podrán disfrutarse de forma inmediata. Un renovado orgullo por nuestra identidad será uno de ellos