La primera pregunta que surge con respecto al rol del coordinador/a

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“El saber no ocupa lugar”
Una vuelta en espiral
Acuña, Mónica
Bassi, Hernán
López, José
Meza, Alicia
Somoza, Leandro
La primera pregunta que surge con respecto al rol del coordinador/a es
¿Cuál es la diferencia entre las intervenciones que realiza un coordinador de
Taller y uno de Grupo Operativo?
De acuerdo a las experiencias vividas en ambos dispositivos, la estructura
de demora, o mejor dicho, el tiempo de demora para dar una respuesta a
las demandas del grupo son diferentes. No existen respuestas concretas
sobre la distancia óptima o la estructura de demora con que un coordinador
debe contar al momento de trabajar con un grupo; dependerá de su propia
experiencia y del trabajo interno que realice sobre la misma en ese continuo
proceso de reestructuración de su esquema referencial.
Pero ¿cómo saber cual es el tiempo adecuado en el taller, cómo puede
uno darse cuenta de que no se está cayendo en el asistencialismo? Es decir,
¿Cuándo se debe dar una explicación teórica del tema que se está tratando
y cuándo se debe dejar que el mismo grupo trate de producir esas
respuestas?
Marcar el límite entre dar una clase y trabajar en el taller, es difícil. Porque
el objetivo que se espera es, la apropiación conceptual a través de la lectura
del material, así se puede lograr un mejor intercambio en pos de la tarea, y
por ende, un mayor nivel de pertenencia, pertinencia en el grupo.
Entonces, cómo proceder cuándo esto no sucede? Aquí se plantea una
encrucijada, debido a que, con el afán de coordinar las acciones para que
puedan despejar dudas nos convertimos en un docente más. Sostenemos
que salir de esa encrucijada, radica en la estrategia que se utilice. La misma
estaría en poder vislumbrar escenas dentro del encuadre, que nos permitan
ir dilucidando cuándo el grupo está trabajando en la tarea explícita y cuándo
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en la implícita. Esto resulta muy útil al momento de realizar la intervención.
El inconsciente, lo latente, lo que subyace en el grupo y en cada uno de los
integrantes, resultará factible de trabajarse mediante la mirada o el aporte
de
un
otro.
La
teoría,
en
cambio,
podrá
presentar
un
obstáculo
epistemológico que será resuelto con el acompañamiento del coordinador en
la medida que ello no produzca estereotipia en el grupo.
Autoevaluar nuestro propio proceso, retrotaernos a nuestras propias
experiencias vividas como alumnos, nos servirán, aún cuando estas no sean
duplicadas con exactitud. La resignificación de estas escenas nos dará la
posibilidad de intervenir de manera tal que se dinamice el trabajo grupal, en
la medida que se establezca la rotación de roles mediante el trabajo de la
tarea explícita e implícita.
Existe la fantasía que el Psicólogo Social provee las soluciones, cuando
en realidad su rol es el de sostén y copensor, posibilitando canales de
diálogo, de intercambio, para que ese conjunto de personas puedan
encontrar las respuestas a sus problemas, para que puedan resolver, es
decir, satisfacer sus necesidades.
Estamos acostumbrados, matrizados por el saber universitario, que nos
lleva a que en cada instante de nuestras vidas (aún aquellos que no somos
docentes), nos posicionemos en responder las preguntas del otro. Aquí es
donde, deberíamos poder realizar una autocrítica. Pues como Psicólogos
Sociales tenemos que aprender que, el grupo es el que construye su saber.
Si no leen, co-pensando con ellos, con nuestras intervenciones, y
señalamientos, iremos facilitando que entre todos valoren la importancia de
la lectura, especialmente, en un grupo de aprendizaje que apunta a la
búsqueda de la profesionalidad.
En este proceso, surgirán los temidos silencios, el saboteo, la crítica, el
obstáculo. Nos descubrimos pensando “¿y si no producen...., qué hago?”.
Debemos recordar que no estamos para ser queridos, somos promotores de
cambios, acompañamos a transitar los conflictos, los obstáculos, recibiendo
las ansiedades y devolviéndolas resignificadas, y postergando, demorando
la
resolución
de
nuestras
propias
angustias.
Para
ello
requerimos
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descentrarnos de nuestro narcisismo y centrarnos en el trabajo con nuestro
mundo interno. Por eso es tan importante nuestro propio auto-análisis,
nuestra constante auto-evaluación, co-pensar con otro que guíe nuestro
proceso, nuestra propia experiencia, nuestro trabajo interno para trabajar y
trabajarnos en nuestro continuo proceso de reestructuración, ayudándonos
día a día, grupo a grupo, a manejar esa distancia óptima, esa estructura de
demora, para dejar que los grupos construyan su propio saber. Esto lo
brindan las instancias de supervisión, así como nuestro propio insight para
manejar lo que nos está pasando, con lo que observamos.
El coordinador de Taller se enfrenta junto con el estudiante al desafío de
producir
conocimientos,
de
trabajar
distintos
niveles
información
(provenientes de los cursos, del taller, de la realidad circundante), de
maximizar los aprendizajes significativos, de deconstruir los discursos
totalizantes y dilemáticos y sostener las incertidumbres, en un trabajo
colectivo.
El Taller procura ser un elemento facilitador, dinamizador y articulador de
saberes, que permite acoplar con flexibilidad los propios recursos humanos
para generar una actitud transdisciplinaria y de cooperación, que se
traduzca en un pensar colectivo, en función de una formación integral y que
facilite su asociación a otros recursos. Los dispositivos grupales del Taller
potencian ese aprendizaje. El grupo, el compañero, el coordinador, la
bibliografía, la discusión grupal, actúan como mediadores de ese proceso de
formación. La presencia de los otros posibilita aprender a pensar y también
a
aprehender
aprendizaje,
de
otra
manera,
compartiéndolo
asumiendo
con
otros;
el
protagonismo
aprender
a
en
el
elaborar
conceptualmente y a revisar nuestros modelos de aprendizaje y de relación.
También el taller nos enseña a aprender a ser y aprender a hacer,
posibilitando de ese modo la integración del pensar, el sentir y el hacer. Se
anuda lo singular y lo colectivo, la teoría y la práctica, los contenidos
curriculares y el desarrollo de aptitudes y actitudes.
La posición del coordinador de taller y por el dispositivo propiamente
dicho tiene una actividad diferente a desarrollar que la del coordinador de
Grupo Operativo, que en cierta forma puede, siempre y cuando lo haya
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trabajado, tomar una distancia óptima y un tiempo de demora, con respecto
al rol del docente; caso contrario sucede con el Coordinador de taller, que
necesita poder marcar más esa diferencia. De todas formas en ambos
casos, (pues el coordinador de Grupo Operativo puede también caer en la
trampa de facilitar demasiado las cosas y no desarrollar el rol de co-pensor)
el trabajo interno de todo coordinador debe ser fundamental, el repensarse,
el cuestionarse a sí mismo, comprendiendo que más allá del conocimiento
teórico que tiene, es "un investigador" y como tal debe estar abierto a
sorprenderse no solo con los emergentes, sino con el aprendizaje que éstos
generan, así como la rica interacción brindada por cada uno de los grupos
en los que operamos.
Si pensamos en alguna diferencia entre un coordinador de taller y un
coordinador de Grupo Operativo, hablando particularmente sobre grupos de
aprendizaje, es que en el Grupo Operativo existe un docente que se
presenta como el saber, el que imparte la clase, responde preguntas, saca
las dudas, ocupa el lugar del saber universitario. Entonces el coordinador en
su rol de co-pensor, no debería brindar ninguna información teórica, trabaja
sobre los emergentes y las necesidades grupales, en post de la satisfacción
del mismo. Evitando además que se le adjudique o deposite el saber, a
sabiendas de que todos somos sujetos productores y producidos. Por lo
tanto una situación de aprendizaje no será la excepción, es decir que ya sea
un Grupo Operativo o de Taller, tanto el coordinador (docente) como el
grupo en sí, terminará realizar el ¨enseñaje¨.
Ahora bien, a partir de la experiencia transitada, nos preguntamos para
sobre: ¿Cuál es el papel que le cabe al cocoordinador?. Aquí nos
encontramos con dos formas de pensar este rol, por un lado: el equipo que
se
construye
entre
coordinador
y
cocoordinador,
aquí
es
de
vital
importancia la cooperación, la telé positiva y la confianza que ambos
puedan brindarse para el desarrollo de las mutuas capacidades. Tener la
posibilidad de dialogar en relación a los conflictos, que necesariamente (no
es una ley) se van a generar en el trabajo de la tarea, en el proceso y en la
propia vinculación. Esto es primordial, para que la intertransferencia (como
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dice René Káës), permita llevar adelante la operatividad al intervenir de
manera pertinente en el grupo con el que se está trabajando.
Por otro lado, quisiéramos acercarnos a teorizar sobre el desempeño del
rol del cocoordinador aprendiz, un rol que surge a partir del espacio que ha
posibilitado la Escuela para transitar la práctica del último año de la Carrera.
Como la actitud es la del aprendizaje del rol, en ese proceso, no solo está el
paso de la teoría a la práctica (praxis), sino también, es fundamental
desarrollar la observación del rol propiamente dicho, el del coordinador, que
es con quien se hace equipo en este proceso de aprendizaje. Pues si bien,
en otras instancias como observadores silentes, se toma nota de lo actuado
por los coordinadores, la mirada de hoy, la perspectiva en relación al grupo,
así como en relación al coordinador, ha cambiado. No solo porque el grupo
es otro, y el tiempo es otro o el coordinador puede ser otro, sino, porque el
rol desempeñando también contribuye a ese cambio.
Desde nuestra experiencia personal, hemos incrementado el saber desde
el punto de vista de la praxis de lo que significa ser un coordinador, ya que
la teoría nos habla de distancia óptima, estructura de demora, etc., pero es
durante la propia praxis en donde uno pone en juego y resignifica, todo lo
aprendido durante estos cuatro años.
Logramos dar un salto cualitativo a través de la formación de este nuevo rol
que nos ha tocado asumir, hemos podido adaptarnos activamente ante cada
nueva situación que se generó en los grupos, trabajando con los
emergentes, en favor de la promoción del aprendizaje grupal.
Sería muy bueno que todos los que están terminando la Carrera pudieran
pasar por esta experiencia.
4° año T. N. Diciembre, 2008.Covisión: Op. Ps. Social, Julieta Baccaro Deyá
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