Mercados contra estados

Anuncio
Asistimos a una verdadera guerra de los
mercados contra los Estados.
¿Adónde va Europa?
Hacemos la salvedad que este artículo fue escrito el 16/12/de 2010 y que aún es
totalmente vigente lo que se dice en él.
La respuesta a la crisis (desregulación del mercado laboral,
deflación salarial, desempleo estructural, recortes
presupuestarios, privatizaciones) vuelve aún más voraces a los
mercados. La UE necesita otra estrategia
SAMI NAÏR El País 16/12/2010
Hay cuatro tareas concretas que podrían adoptarse con un gran efecto sobre
los mercados
Alemania, tutora del BCE, no quiere oír hablar de "gobierno económico". Y esa
sería la salvación
En realidad, asistimos a una verdadera guerra de los mercados
contra los Estados. Cuando empezó la crisis, apunté (La victoria de los
mercados financieros, EL PAÍS, 8-5-2010) que los mercados iban a someter a
prueba la capacidad de resistencia de los Estados y de los movimientos sociales,
y que, en caso de una debilidad probada de los europeos para definir una
estrategia progresista común frente a la crisis, los inversores iban a incrementar
su ventaja atacando frontalmente a los Estados más frágiles. Objetivos:
desregularizar aún más los mercados internos y exigir más
privatizaciones. Es exactamente lo que está ocurriendo hoy. Lo que
vemos en lo sucesivo ante nuestros ojos es una nueva contrarrevolución social
thatchero-reaganiana. La cuestión es saber si las sociedades europeas van a
aceptarlo. Pero en este pulso, el estatus del euro es un test definitivo: ¿será por
fin puesto al servicio de la promoción de un modelo social sostenible
o se volverá el vector de la destrucción de los restos del Estado de
bienestar europeo?(…)
La paradoja es que la estrategia europea de salida de la crisis
mundial (desregulación de los mercados de trabajo, deflación
salarial, desempleo estructural, restricciones presupuestarias,
privatizaciones masivas), vuelve más voraces aún a los mercados
que, de ahora en adelante, lo quieren todo y les parece que nunca se
hace bastante. (…) Pues está claro que no podremos resolver esta crisis
solamente con medidas restrictivas que apunten a las poblaciones más
expuestas (clases medias y populares), y menos aún con unas medidas técnicas
vinculantes como las apoyadas por Alemania y Francia para activar el fondo de
rescate.(…) Los inversores privados deberán aceptar una depreciación de sus
préstamos a cambio de garantías para el resto. Eso viene a ser lo mismo que
agitar el capote delante de los inversores privados.(…)
En realidad, está en juego el porvenir del proyecto europeo. Las reglas de
funcionamiento del euro previstas por el Tratado de Lisboa entran cada vez más
en contradicción flagrante con las divergencias de desarrollo de los diversos
países de la zona. Ningún Gobierno se atreve aparentemente a poner en duda
los dogmas que sostienen el Pacto de Estabilidad, aunque en lo sucesivo nadie
los respete. Pero si queremos salvar el euro, hay que flexibilizar estas reglas. E
incluso, tal vez cambiarlas. Es vital establecer, de ahora en adelante, una
coordinación fuerte de las políticas económicas europeas, aunque Alemania,
tutora del Banco Central, no quiere oír hablar de un "gobierno económico". Aquí
está el corazón de la batalla para la supervivencia de la zona euro, y no en las
solas medidas coercitivas previstas por el acuerdo adoptado el 28 de octubre en
Bruselas.
Para relanzar Europa, esta coordinación deberá afrontar al menos cuatro
grandes tareas:
1) Una protección del espacio monetario europeo, regulando efectivamente,
como por cierto se había previsto en la reunión de la UE el 18-5-10, los Fondos
de inversión alternativos y sobre todo los instrumentos ultraespeculativos
(hedge funds, private equity, CDS). Eso supone que se pueden pedir
explicaciones a Reino Unido para que ponga fin a la política
desestabilizadora de la City, principal plaza especulativa mundial.
2) Una mutualización de las deudas públicas europeas con la creación de
unos "bonos europeos" para los países endeudados que habrían recurrido al
fondo de rescate. Para evitar que aumente la desconfianza de los mercados,
Alemania debe aceptar que la activación del mecanismo de rescate sea, bajo
unas condiciones precisas, mecánico y no negociable cada vez, como es el caso
ahora.
3) La realización de un préstamo para financiar una gran política
pública europea de crecimiento, de creación de empleo y de
investigación-innovación, lo que supone una reforma de los
estatutos del Banco Central.
4) Una armonización fiscal común de la zona euro apoyada con un
refuerzo de los fondos de cohesión para los países en dificultades.
Estas medidas tendrían un efecto de arrastre prodigioso. Harían reflexionar a
los inversores y crearían un impacto psicológico salvador para movilizar a los
pueblos europeos. En realidad, la elección es simple: o bien Europa saldrá de
esta crisis reforzada y capaz de afrontar la nueva geopolítica de la economía
mundial oponiendo a los mercados un interés general europeo, basado en unas
estrategias cooperativas entre las naciones europeas, o bien, empantanada en
sus egoísmos nacionales, acabará por estallar en cenizas moribundas.
Sami Naïr es profesor invitado de la Universidad Pablo de Olavide, Sevilla. Traducción
de M. Sampons.
Descargar