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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE ECONOMÍA NACIONAL E INVERSIÓN
Salón “Eva Perón” — H. Senado de la Nación
7 de septiembre de 2010
Presidencia de la señora senadora Montero
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Reunión de la Comisión de Economía Nacional e Inversión
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En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el salón Eva Perón del
H. Senado de la Nación, a las 14 y 10 horas del día martes 7 de
septiembre de 2010:
Sra. Presidenta (Montero). – Buenas tardes a todos. Señora presidenta del Banco Central,
vicepresidente: bienvenidos.
En principio, les damos la bienvenida a la Comisión de Economía. Creo que es algo
realmente importante que ustedes estén acá, justamente, por la relación que tenemos que tener
entre el Banco Central y el Congreso de la Nación. Esta es una relación que tenemos que
fomentar permanentemente. No sólo es una relación institucional que tiene que tener lazos
muy flexibles, sino que los tiene que tener bastante frecuentes, porque nos lo indica la
Constitución –creo que todos entendemos esto–. Es decir, la Constitución impone al
Congreso, en su artículo 75, incisos 2., 6. y 19., crear el Banco y, sobre todo, tener con
ustedes objetivos en común: promover el desarrollo, promover el empleo; pero también
preservar el valor de la moneda.
Nosotros entendemos que parte de esta responsabilidad que a nosotros como
legisladores nacionales nos pone el Congreso en las manos se la transferimos a ustedes,
fundamentalmente a través de la Carta Orgánica del Banco Central, donde también se
establecen claramente algunos objetivos que, fundamentalmente, apuntan a reforzar esto que
dice la Constitución respecto de la misión del Banco en la preservación del valor de la
moneda y en establecer esta relación con el Congreso. Además, se fija que cada vez que vaya
a haber alguna variación en el programa monetario o algo que pueda afectar su preservación,
como pueden ser condiciones de inflación y demás, tenemos que volver a establecer ese
contacto para que las autoridades puedan explicar.
En este último tiempo, ustedes mandaron a la Comisión de Economía una
modificación del Programa Monetario para lo que resta del año. Pareció importante que, en
función de toda esta relación que explicaba previamente y que nosotros queremos reforzar,
ustedes tuvieran la oportunidad de explicarnos esas variaciones, de ponernos al tanto
claramente y, además, de quedar abiertos a la demanda de los senadores en cuanto a algunas
explicaciones que puedan surgir de lo que ustedes enuncian aquí.
La presidenta del Banco Central me ha pedido pasar una proyección para que fuera
más clara su explicación. Vamos a dejar que ella explique y, posteriormente, abrimos al
debate y a las preguntas que puedan surgir de la presentación del programa.
Sra. Marcó del Pont. – Para nosotros es importante tanto la invitación que nos realizaron
para asistir a la Comisión como el mantenimiento de este vínculo fluido con los legisladores
nacionales. Importante, además, hacerlo en esta oportunidad. La modificación del Programa
Monetario es un tema que tiene apenas un par de semanas; y para nosotros es particularmente
importante explicar por qué el Banco Central avanzó en una decisión de esta naturaleza.
Antes de pasar a la presentación del modelo, de las variables que lo integran y de
algunos indicadores macro que me parece interesante que conozcamos todos, me gustaría
contarles hace cuánto tiempo nosotros empezamos a mirar, desde el Banco Central, qué
estaba pasando con las principales variables macroeconómicas, qué estaba pasando con las
variables monetarias en la Argentina.
Hacia mediados de año, nosotros empezamos a revisar estructuralmente el Programa
Monetario para ver si realmente las hipótesis que se habían tomado cuando se proyectó el
Programa 2010, hacia el tercer trimestre del año pasado, hoy se adecuaban a la realidad de la
Argentina. Ahí fue que nos dimos cuenta de que la realidad de la Argentina era totalmente
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distinta a la que se veía y se proyectaba hacia septiembre del año pasado, cuando se elaboró y
se envió el nuevo programa monetario. Y es distinta por las buenas razones. Es distinta
porque, realmente, a partir de la vigencia todavía de un contexto internacional complicado en
términos de volatilidad, incertidumbre y crecimiento lento de los países centrales, la
Argentina estaba mostrando, hacia mediados de año, una proyección de crecimiento que nadie
había imaginado en el año 2009.
Entonces, se vincula este crecimiento y esta expansión del ciclo económico… que
además tiene mucho que ver, esta inflexión en la actividad económica, con lo que no se había
destruido de empleo y de riqueza en el año 2009, a partir de las políticas anticíclicas que se
desenvolvieron desde el gobierno nacional; pero también con un fenómeno que es importante
señalar: se produjo una desaceleración en la fuga de capitales. Este es un dato importante,
porque todos sabemos que en los años 2008 y 2009, en el marco de la crisis internacional, y
aún en el primer trimestre de este año, hubo un proceso de cambio de portafolio de los
distintos actores económicos que pasaron del peso al dólar, lo cual produjo una cierta
desmonetización de la economía. Lo que nosotros advertíamos es que se produce una
inflexión, una creciente desaceleración en lo que es la demanda de dólares por parte de los
agentes económicos de nuestro país.
Este contexto de una economía que crece más vigorosamente, de un proceso de
pesificación y de remonetización progresiva, tiene asociado un crecimiento del crédito
también a la actividad productiva, un crédito en general muy importante y muy superior al
proyectado originalmente.
Esto es lo primero que quisiera transmitir: que nosotros modificamos el programa
monetario porque vemos una economía que crece en forma mucho más vigorosa y que, por lo
tanto, demanda dinero, demanda fundamentalmente dinero transaccional.
Hecha esta breve introducción, quisiera explicarles un poco más detenidamente, a lo
mejor con un contenido más técnico, qué es el programa monetario que elabora el Banco
Central todos los años.
– Durante la exposición de la señora Marcó del Pont, se proyecta
una presentación en power point.
Sra. Marcó del Pont. – Básicamente, un programa monetario como el que elabora el Banco
Central en la Argentina –y en todos los países del mundo– constituye un conjunto de
proyecciones de magnitudes monetarias que deben acompañar y ser permanentemente
coherentes y consistentes con lo que se proyecta también en términos de evolución general de
la economía. Todos los instrumentos que tiene el Banco Central a disposición tienen que
adecuarse justamente a esas proyecciones que se plantean en torno a las variables económicas
relevantes.
En la Argentina, en los últimos años, el agregado monetario o la magnitud monetaria
que se toma como meta es lo que se denomina “M2”. El “M2” es el dinero que tiene la
circulación monetaria, o sea, los billetes y monedas que tienen en general los agentes
económicos; más los depósitos a la vista, que son los depósitos en cuenta corriente y los
depósitos en caja de ahorro. Eso es, básicamente, lo que se denomina la demanda de dinero
transaccional, lo que se necesita para las transacciones corrientes de los agentes económicos.
Una vez que se proyecta ese agregado monetario, que es el “M2”, se plantean, como
en un modelo econométrico –después lo vamos a ver–, ciertas bandas de oscilación que puede
tener esa evolución del agregado. Simplemente, lo que esas bandas plantean, como cualquier
modelo econométrico y matemático, es la posibilidad de absorber variaciones, oscilaciones
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previsibles en algunas de esas variables macroeconómicas que integran el modelo base.
Ahora bien, si hay algo que está claro es que esas bandas que pueden absorber
cambios circunstanciales en algunas de esas variables son insuficientes, no alcanzan para
absorber o para ponderar cambios estructurales en las variables macroeconómicas. Eso es lo
que nosotros identificamos como el dato distintivo cuando decidimos la actualización del
Programa Monetario. Para la economía argentina —se había proyectado un crecimiento en el
viejo programa del 2,5 por ciento—, de acuerdo a las mejores estimaciones que hoy tiene el
Banco Central, se proyecta un crecimiento entre el 8,9 y el 9,5 por ciento. Entonces, lo que
advertimos es que no había un desvío circunstancial, sino que había habido un cambio
estructural que ameritaba y nos obligaba a replantearnos integralmente lo que era la cantidad
de dinero transaccional que iba a acompañar este nuevo sendero de crecimiento económico de
la economía argentina.
Haber quedado sosteniendo un programa monetario como el anterior, proyectado con
un crecimiento del 2,5 por ciento, hubiera supuesto inevitablemente —y esto creo que es
importante— una política contractiva. Me refiero a una política contractiva que hubiera
tenido consecuencias, fundamentalmente restringiendo el crédito, apreciando la moneda o los
arbitrios que hubiéramos tenido que utilizar —que los vamos a ver más adelante— y hubiera
supuesto una política restrictiva en términos de crecimiento económico y de crecimiento del
empleo. ¿Qué decidimos hacer? Esto también es importante, porque la única variable que
nosotros modificamos respecto de la proyección de 2009 fue la variable de crecimiento real.
No tomamos, justamente, el ingrediente de precios. Nosotros dejamos los mismos precios que
se habían proyectado en septiembre del año pasado para que no apareciera esta posibilidad de
que se planteara que desde el Banco Central se estaba convalidando un crecimiento superior
de los precios. Lo único que hicimos es ajustar por el crecimiento real de la economía; una
economía que no crecía al 2,5 por ciento, sino que estará —de acuerdo a nuestras
proyecciones— entre el 9 y el 9,5 por ciento.
Entonces, es importante remarcar que se mantuvo el Índice de Precios Implícitos, que
es el que utiliza el Banco Central para la elaboración del Programa Monetario y las
proyecciones de los agregados monetarios, en el mismo nivel que estaba proyectado el año
pasado, un poco por debajo del 9 ó del 8,9 por ciento.
Como podrán observar, este gráfico es bastante elocuente ya que muestra realmente
las diferencias. Es importante señalar que nosotros iniciamos toda la modificación tomando
también los trimestres anteriores. Es necesario que entendamos que cuando se proyectó el
ejercicio 2010 —el Programa Monetario del año 2010— todavía no se tenían los datos del
comportamiento del Producto Bruto Interno de la Argentina del tercer y cuarto trimestre.
Entonces, aquí estamos viendo lo que se había proyectado en el programa original y lo que
terminó ocurriendo trimestre a trimestre; nosotros hicimos la modificación desde el tercer
trimestre del año pasado hasta todo el año 2010. Podemos advertir que realmente hasta aquí,
hasta el segundo trimestre, es una estimación que ya tiene sustentos verificables a partir de los
distintos indicadores de actividad económica. Estas son las proyecciones que tiene al Banco
Central respecto de lo que ocurrirá en lo queda del tercer trimestre y el cuarto trimestre de
este año.
Este es otro punto importante que quería mostrarles. En realidad, si uno toma la
estimación de la evolución del Producto Bruto Interno desde el tercer trimestre —insisto,
desde el tercer trimestre del año pasado, cuando se proyectó el crecimiento del 2,5 por ciento
para este año— y se lo considera punta a punta —o sea, al nivel que vamos a tener en
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términos mensuales del producto a diciembre de este año—, lo que se advierte es una brecha
enorme. Desde el tercer trimestre del año pasado, de acuerdo al viejo Programa Monetario,
hasta el último mes del corriente año, se había proyectado un crecimiento punta a punta del
3,4 por ciento. Lo que nosotros advertimos es que, de acuerdo a la nueva proyección, el
crecimiento punta a punta será superior al 11 por ciento. Este también es un dato importante
porque, si bien en los programas monetarios se trabaja con promedios de los agregados, en lo
que hace al comportamiento de la actividad productiva es importante tomar el punto final del
año 2010 con un crecimiento acumulado del 11,3 por ciento.
Asimismo, me gustaría explicarles las distintas hipótesis de crecimiento y por qué
decimos que estamos en rangos del 8,9 al 9,6 por ciento de posibilidades de crecimiento para
este año. Se han tomado distintas hipótesis y distintos escenarios y lo que advertimos es que,
a partir de que ya tenemos datos definidos del primer semestre, esta proyección del 9,1 por
ciento que estamos proyectando para el año 2009 es una proyección muy sólida. Si uno toma
en términos desestacionalizados cuánto tendría que crecer trimestralmente el producto para
llegar a este 9,1 a fines de año, lo que se advierte es que tendría que crecer en forma
desestacionalizada un 1,2 por ciento. ¿Esto es poco, es mucho, es viable? Si uno mira hacia
atrás todas las series históricas, advierte que en procesos de recuperación económica en otras
fases de recomposición y de fuerte recuperación de la economía, el promedio de la variación
trimestral es del 1,8 por ciento. O sea que creemos que este 1,2 por ciento que se va a dar
trimestralmente es absolutamente consistente con lo que son los datos objetivos de la
economía argentina.
Muy brevemente, lo que uno advierte es que este crecimiento de la economía
argentina del año 2010 tiene fuentes dinámicas importantes. Una de las fuentes dinámicas
muy importantes es la evolución del consumo interno. Aquí tenemos varios indicadores
indirectos de la evolución del consumo doméstico y lo que advertimos es esta fuerte
recuperación que existe entre el primero y el segundo trimestre, que se va a sostener en los
dos últimos trimestres del año.
De la misma manera, y este es un dato muy importante, lo que se verifica es una
recuperación de la formación de capital de la inversión en Argentina. Es interesante ver esta
evolución de la inversión. Esta fue la caída que tuvimos con la desaceleración económica del
año pasado y la tendencia creciente que tenemos proyectada desde el Banco Central, desde
nuestra área específica; también en el relevamiento de las expectativas del mercado que hace
el Banco Central. O sea que lo que se está verificando es una recomposición en el coeficiente
de inversión. Argentina sigue teniendo un coeficiente de inversión que es muy superior a sus
indicadores históricos. Si a esto, encima, lo comparamos en el marco del Mercosur y de los
países en desarrollo advertimos que Argentina es uno de los países de América Latina que
tiene el más alto coeficiente de inversión. Precisamente, éste es un indicador importante: que
se siga sosteniendo y que se empine todavía más el crecimiento y la inversión para garantizar
un crecimiento sostenido de la economía y de la demanda agregada, que no produzca
tensiones en el terreno de los precios. Este es un indicador al que miramos muy de cerca
desde el Banco Central.
El otro indicador, que es por todos conocido, es el fuerte excedente comercial en la
cuenta mercancías que tiene nuestro país. Se trata de un dato importante. Aun en una
economía que crece fuertemente traccionando el crecimiento de las importaciones, se
mantiene el nivel de las exportaciones, en gran medida, sustentado por las manufacturas
industriales. Esto también nos habla de un dato virtuoso de este modelo que tiene que ver con
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la posibilidad de seguir acumulando reservas.
Hace unos meses, cuando lo discutíamos en el ámbito del Senado, uno de los factores
importantes que debíamos tener en vista en cuanto a la lógica de este modelo era que parte de
las reservas que se estaban utilizando podían ser recompuestas a partir precisamente de esta
dinámica de las cuentas externas.
Por el otro lado, lo que nos indica es que el Banco central va a tener que seguir
comprando dólares en contrapartida para sostener el tipo de cambio y acumular reservas.
Precisamente, cuando uno ve la evolución de la base monetaria, que es la expansión
primaria de dinero, lo que verifica es que el principal motor de crecimiento de esa base es la
compra de dólares. Y aun así, siendo que la Argentina recuperó los niveles precrisis en
términos de intervención en el mercado de cambios, porque hubo una oferta importante de
dólares… Pensemos que en este período de dos años hubo saldos comerciales positivos, pero
también una salida de capitales. Este es un dato importante, para reivindicar, de la dinámica
económica de la Argentina.
En otras etapas históricas ese proceso de salida de capitales habría generado tensiones
muy fuertes en el mercado de cambio y eso no ocurrió. Entonces, en esta etapa de
recuperación de la participación del Banco Central comprando dólares lo que se advierte es
que hay una expansión de base monetaria, pero todavía es muy inferior -fue del 14 por ciento
en los primeros ocho meses del año- respecto de otras etapas similares.
Lo que muestra este gráfico –y lo vamos a ver también en otros- es que el principal
factor de expansión en términos de la cantidad de dinero ha sido las compras de dólares y la
participación del Banco Central en esas compras. Y se ha dado un fenómeno que también es
interesante mostrar, porque fue hacia mediados de año que empezamos a mirar de cerca qué
estaba pasando con el programa monetario y la consistencia respecto de lo que veíamos que
estaba ocurriendo en la economía real.
Si bien no hay mucha diferencia en términos de lo que había proyectado el viejo
programa monetario respecto de la cantidad de dólares que iba a tener que comprar el Banco
Central, lo que sí se advierte es que hubo un desfase; se pensaba que en la primera mitad del
año la participación del Banco Central sería muy superior y en realidad hubo un desfase y
gran parte de las divisas que provienen de las cosechas se empezaron a canalizar
fundamentalmente a partir del mes de mayo. En los meses de julio y agosto -y lo estamos
también proyectando para la última parte del año- la oferta de dólares será superior a lo que se
había proyectado originariamente.
Este es otro de los datos positivos que creo que hay que remarcar porque es muy
sensible para una economía muy dolarizada como es la argentina. Tiene que ver con lo que
recién señalaba de las buenas noticias que nos llevaron a modificar el programa monetario y
está vinculado a lo que pasa con la formación de activos externos por parte de los actores
económicos en nuestro país.
Efectivamente, la discusión en torno al uso de las reservas generó –lamentablementeun proceso de aceleración del cambio del portafolio que creo que se podría haber evitado,
pero después eso se desaceleró y advertimos que en los últimos cuatro meses hubo una
tendencia firme a consolidar esa desaceleración. Estamos proyectando ya en torno al 30 por
ciento diario para septiembre.
Esta es otra de las cuestiones que también habla del proceso de desdolarización y, por
lo tanto, de transferencia a peso por parte de los agentes económicos de la Argentina. Ahora
bien, ustedes saben que una parte de esos pesos que el Banco Central larga al mercado para
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adquirir los dólares son esterilizados a partir de los instrumentos que tiene dicha entidad,
fundamentalmente a través de la colocación de letras y notas.
El Banco Central en los últimos meses viene esterilizando una parte importante de
esos pesos que larga al mercado. Y creo que también es interesante advertir que a pesar de un
fuerte proceso de esterilización de parte de esos dólares, el nivel de letras y notas del Banco
Central que tenemos respecto de agregados importantes que tienen que ver con el nivel de la
base monetaria, las reservas internacionales o el total de depósitos, incluyendo los que son a
plazo fijo, está por debajo de otros máximos y de otros niveles históricos en períodos
expansivos, como puede ser el del año 2007, antes de que se desatara la crisis internacional.
Esto es importante tenerlo en cuenta y nos habla también de los grados de libertad que tiene el
Banco Central para seguir manteniendo políticas de intervención que traten de equilibrar la
oferta y la demanda de dinero.
No es un dato menor, además, que con esta política de esterilización el 70 por ciento
de los pesos que se creaban a través de la compra de dólares se esterilizaron a través de la
colocación de letras, pero lo hayamos podido hacer en un contexto de disminución de la tasa
de interés. Semana a semana lo que estamos buscando con las políticas de intervención y de
colocación de letras es alargar los plazos de esas colocaciones y reducir esas tasas de interés
entendiendo que son consistentes con la enorme liquidez que tienen los bancos, además de
una política que promueva también la disminución de las tasas de interés activas para los
sectores de la producción.
Hasta recién hablé del factor expansivo, del importante motor del crecimiento de la
base, de los agregados monetarios vinculados al sector externo y a la compra de dólares y de
la política de intervención del Banco Central en la compra de dólares.
El otro factor que ha superado ampliamente lo que se proyectaba en el anterior
programa monetario es el crecimiento del crédito. Ustedes verán que se empinó la curva y ha
habido una desaceleración en el crecimiento del crédito. Pero también lo que hay que verificar
es que ese crédito en términos nominales y absolutos todavía es muy inferior al que existía en
períodos anteriores. O sea que el camino que todavía hay que recorrer para recuperar el nivel
del crédito de la Argentina...
Este es un dato importante que después me gustaría discutir con ustedes.
Cuando hablamos desde el Banco Central y decimos que hay que plantear una política
monetaria y cambiaria que sea consistente con la estabilidad pero también con el crecimiento
de la economía real y de la oferta y del nivel de empleo, justamente lo que hay que mirar muy
de cerca es la bajísima profundidad crediticia que tiene la Argentina. Es un nivel de crédito
sobre el PBI del orden del 11 por ciento. Si tomáramos las economías emergentes
advertiríamos que están cinco veces por encima de lo que está nuestro país. Ni halar de lo que
ocurre en las economías avanzadas.
Hay que hacer un esfuerzo enorme para que el crédito crezca y lo haga más que el
producto bruto interno. Es la única manera de mejorar la cobertura del financiamiento a la
actividad productiva acercándonos no solo a lo que ocurre en otras economías sino también lo
que han sido los parámetros y referencias históricos de la economía argentina.
Debo señalar que gran parte de la desaceleración del crédito que tuvimos y que
veíamos en el gráfico anterior, durante la crisis fue paliada y compensada por el rol que
tuvieron los bancos públicos. Este gráfico muestra muy elocuentemente cómo en la peor etapa
de la crisis, donde el sistema financiero privado virtualmente se retiró del mercado, eso fue
compensado con un rol anticíclico muy significativo que tuvieron los bancos públicos.
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El crédito en la Argentina es insuficiente en términos de su producto a nivel agregado,
pero también en relación con las necesidades que tiene la actividad productiva para financiar
no solamente capital de trabajo sino también la inversión.
Lo que se advierte es que en los últimos meses -y nosotros lo vemos como un buen
signo de lo que está ocurriendo en el sistema financiero- lo que fundamentalmente crecía era
el crédito al consumo, que hoy representa aproximadamente el 40 por ciento del total del
crédito. Pero en los últimos meses -hay que tomar en cuenta préstamos comerciales y
préstamos con garantía real o, por diferencia, la evolución del crédito al consumo- lo que se
advierte es una mejora en el crédito comercial. Ha habido una actitud más activa por parte de
los bancos, no solamente de los bancos públicos, para financiar a las empresas. Este es un
indicador que nosotros seguimos muy de cerca y nos interesa profundizar particularmente en
las políticas que alienten más este proceso de expansión del crédito hacia los sectores de la
producción.
La consecuencia de este comportamiento de la base, de las compras de dólares por
parte del Central, de la evolución del crédito, generó una recuperación de lo que nosotros
llamamos “M2”. Recién les decía que el “M2” estaba integrado no solamente por el
circulante, es decir, los billetes y monedas que tenemos todos los agentes económicos, sino
también por los depósitos a la vista. Lo que se advierte es que ha habido una importante
recuperación; una recuperación que, a mes de agosto, asciende al 29,5 por ciento para el
“M2” privado y al 24 por ciento para los medios de pago transaccional, incluyendo también al
sector público. O sea que lo que más crece fundamentalmente es la demanda de dinero
transaccional originada en el sector privado.
Pero es interesante mirar este número en una perspectiva un poco más larga y advertir
que este 29,5, que puede ser un número enorme, en realidad se compara después de un
proceso brutal de desmonetización y de caída que tuvo la economía argentina durante los años
2008 y 2009. Estamos en un nivel similar, por ejemplo, al que teníamos en el año 2007, en
términos de variación interanual, pero una variación interanual en el año 2007 respecto de
años previos que no habían sufrido una caída significativa. Esto se ve claramente en las
variaciones interanuales de los promedios que tenemos tanto de lo que es el “M2” del sector
privado como lo que es el “M2” total. Lo que se advierte es que, si bien crece, y crece fuerte,
a partir de la recuperación económica, todavía estamos por debajo de los crecimientos que
teníamos en los años 2004, 2005, 2006 y 2007; y que esos indicadores caen fuertemente
cuando emerge la crisis internacional e impacta sobre nuestras economías.
El “M2” privado, como aquí se advierte… Este es el proceso de monetización del que
yo les hablaba. Este proceso de monetización tiene que ver, en gran medida, no solamente con
una caída en los niveles de actividad económica, sino también con el enorme cambio de
portafolio e ida al dólar por parte de los agentes económicos. Lo que nosotros advertimos es
que se inicia una progresiva recuperación, que además la contabilizamos y la computamos
dentro del nuevo Programa Monetario, del nivel de monetización de los agentes económicos.
Este gráfico es importante. Recién yo les mostraba cómo evolucionaba el crédito del
sector privado, el crédito al consumo y a la inversión en la Argentina respecto de otros países
del mundo, desarrollados y en desarrollo. Y no es menor mirar también qué pasa con la
demanda de dinero en otros países y qué pasa en la Argentina. Cuando uno lo compara en un
contexto internacional, lo que se advierte es que la Argentina todavía tiene un muy bajo nivel
de monetización. Esto es importante señalarlo, porque si nosotros realmente aspiramos a
recuperar niveles de monetización y de crédito que sean consistentes con lo que pasa en otros
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países en desarrollo y que promuevan justamente este proceso de pesificación de nuestra
economía, naturalmente lo que tiene que ocurrir es que tanto el crédito como el “M2” deben
crecer por arriba del producto; esa es la única manera. Si queremos ser consistentes y
queremos una recuperación del crédito, una recuperación de los agregados monetarios y de la
demanda de dinero en nuestra economía, eso únicamente se puede lograr si permitimos que
los agregados monetarios crezcan acompañando y por encima del crecimiento de la economía.
Esto me parece que también es importante tenerlo en cuenta, porque realmente estamos muy
retrasados todavía en lo que hace a la evolución del crédito respecto del producto, pero
también en la evolución de la demanda de dinero a nivel agregado respecto del producto.
Entonces, para sintetizar, como les decía al inicio, nosotros modificamos el Programa
Monetario simplemente ajustando por el crecimiento proyectado del producto real;
mantuvimos la hipótesis de precios implícitos que se había planteado en el modelo original y
lo modificamos, fundamentalmente, por estas tres buenas razones –hay más–: un crecimiento
superior al proyectado en varios puntos, una menor demanda de dólares por motivos
financieros y un crecimiento de los préstamos más fuerte de lo que se había previsto.
A partir de estos datos, lo que hicimos es volver a correr el mismo modelo que se
utiliza en el Banco Central año a año para elaborar la proyección de los agregados monetarios,
pero con este nuevo insumo que es el crecimiento real de la economía, céteris páribus el resto
de las variables. Con eso se obtiene lo que es la demanda de dinero que es consistente con
este crecimiento del 9 por ciento de la economía argentina; no la que estaba proyectada a
partir de un crecimiento del 2,5 por ciento.
Una vez que se tiene esa demanda de dinero del sector privado, lo que se hace es ver
qué pasa con la demanda de dinero del sector público. Eso, fundamentalmente, tiene que ver
con los depósitos de dicho sector. Lo único que hicimos es mantener, para el sector público,
la misma proporción de depósitos a plazo respecto del producto que estaba proyectado
originariamente, o sea que tampoco cambiamos esa hipótesis; y a partir de eso volvimos a
estimar lo que era la demanda de dinero transaccional del sector privado. Eso está en el
informe que elevamos al Congreso. Básicamente, con estos cambios, estos índices de precio
son exactamente los mismos, con esta variación trimestral que teníamos en el viejo programa;
lo único que ajustamos tiene que ver con la evolución del producto bruto real. Esto nos llevó,
entonces, a definir un nuevo sendero de crecimiento consistente con este crecimiento de la
economía real.
Como recién les decía, sobre eso recalculamos la relación de depósito sobre producto
del sector público; además, depósitos del sector público que se están verificando a partir de
un crecimiento muy importante en la recaudación tributaria. A partir de eso, volvimos a
estimar el “M2” total, que, como ustedes saben, es el objetivo que toma el Banco Central al
proyectar el programa monetario: el “M2” total, el privado y el público. Se dio, entonces, este
nuevo sendero y estas nuevas bandas de crecimiento del agregado “M2”.
Estas son las variaciones que están previstas a septiembre de este año, que ya estamos
terminando.
Una pregunta que me han hecho, que entiendo que es razonable que me la hagan, es
por qué mantuvimos ciertos márgenes para arriba y para abajo si ya prácticamente está
terminado el tercer trimestre y simplemente lo que nosotros hicimos es correr el mismo
modelo, manteniendo las bandas que nos da el modelo matemático, sin modificarlas ni para
atrás ni para adelante. Pero fundamentalmente la proyección es la del escenario base, la
original que surge de la formulación y del funcionamiento del modelo que tiene el Banco
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Central.
Para terminar, quisiera hacer una síntesis de cuáles son los factores que impulsan la
variación del “M2”. De alguna manera –ya lo dije al principio–, la variable fundamental que
ha generado una expansión en la cantidad de dinero que crea el Banco Central, que parte de
ese dinero ha sido utilizado, es la intervención del Banco Central en el mercado de cambios
para adquirir los dólares para sostener la cotización y para acumular reservas.
Si uno viera para todo el año 2010 que surge del nuevo Programa Monetario cuánto
sería la expansión total en términos de “M2”, ésta sería de 49 mil millones de pesos. Ahora,
¿cómo se integran esos 49 mil millones de pesos? Están integrados, fundamentalmente, por
factores de intervención en el mercado de cambios; y también –creo que es interesante
señalarlo– por transferencias que le va a hacer el Banco Central al sector público. Parte de
esas transferencias se materializan en adelantos al Tesoro y parte de esas transferencias se
materializan en lo que van a ser las actividades que le transfiere el Banco Central al Tesoro de
la Nación. Pero es interesante advertir que las transferencias al sector público, que suponen
para todo el año alrededor de 25 mil millones de pesos, están en gran medida compensadas
por los depósitos que hace el sector público, que neutraliza parte de ese proceso de expansión.
Esto me parece que es importante destacarlo porque he escuchado que se ha dicho que
estábamos cambiando el Programa Monetario porque teníamos que transferir más recursos al
Tesoro, etcétera. No es así. Los principales factores dinámicos de crecimiento en la cantidad
de dinero tienen que ver con el sector externo y con el crecimiento de los préstamos al sector
privado. Acá lo que colocamos son los factores expansivos; también originados en el sector
público y en el sector privado los factores expansivos y restrictivos. Lo que advertimos es que
el crédito al sector privado, por un lado, expande la cantidad de dinero, pero por el otro lado,
el aumento de plazos fijos —que es un dato interesante que se viene verificando en la
economía argentina en los últimos meses—, retira parte de ese dinero transaccional del
mercado y lo coloca en cuentas de ahorro.
Sr. Morales. — ¿Cuánto es de la ANSeS en los plazos fijos?
Sra. Marcó del Pont. — De los 28 mil no llega a 5 mil millones.
Esto, fundamentalmente, son las cuentas del Tesoro de la Nación. Una de las causas
que nos permitió, en realidad, cumplir sin ningún tipo de desvío el Programa Monetario hasta
el mes de junio, justamente, fue el rol muy contractivo que tuvieron los depósitos del sector
público, que fueron cerca de 19 mil millones de pesos.
Entonces, este gráfico me parece que es bastante interesante, ya que muestra que hay
factores virtuosos que tienen que ver con un mercado de cambio que es muy expansivo
porque hay dólares comerciales. Es importante también tener en cuenta esto: son dólares
comerciales, son dólares del comercio exterior, son dólares del trabajo y la producción de los
argentinos; no son dólares de deuda, no es que el Banco Central esté haciendo un esfuerzo
enorme por ir a comprar dólares que trae el capital especulativo. Eso sí me preocuparía y creo
que nos debería preocupar a todos porque es un factor de preocupación en casi todos los
países del mundo y muchos de la región que no tienen una regulación de la cuenta capital
como tiene Argentina. Una cosa es acumular reservas porque estamos comprando los dólares
de comercio exterior y otra cosa es acumular reservas porque estamos comprando los dólares
de la especulación, que sabemos que hoy están y mañana no. Entonces, este factor también es
un dato relevante para tener en cuenta en términos del comportamiento de las distintas
variables que llevan a modificar el programa.
Finalmente, creo que debe quedar bien en claro lo siguiente: ¿qué hubiéramos tenido
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que hacer? A veces, en la crítica que de alguna manera se nos ha hecho —la crítica que
proviene más de una raíz conceptual muy ortodoxa— lo que se plantea es “no cumplen, esto
va a generar entonces en términos de expansión de dinero… que va a convalidar un proceso
de aceleración inflacionaria…”, etcétera. Y lo que se deja de lado en este razonamiento es qué
se propone que hiciera el Banco Central para aferrarse a un programa monetario que había
sido absolutamente superado por la realidad económica de Argentina. Entonces, hay que ser
muy claros: una de las alternativas que tenía el Banco Central para cumplir y forzar el
cumplimiento del Programa Monetario era dejar flotar el dólar. El Banco Central no
interviene más comprando dólares y deja que el peso se aprecie en consecuencia, cosa que
está pasando en muchos países de la región. Las consecuencias las conocemos: la apreciación
de nuestra moneda genera, podría decirse, competitividad de los bienes importados sobre
nuestra producción, destrucción de puestos de trabajo, etcétera. Creo que hay consenso en
cuanto a que Argentina no tiene que volver a cometer ese error de aferrarse a políticas que
dejen que el tipo de cambio ajuste de acuerdo a la oferta y la demanda de dólares.
La otra alternativa tenía que ver con subir la tasa de interés. Subir la tasa de interés, en
términos de lo que es la concepción más ortodoxa, en otras economías se plantea como una
forma de enfriar la economía o de enfriar el crédito. Claramente desde el Banco Central,
acompañando lo que son los esfuerzos del gobierno nacional, no hay ninguna vocación por
enfriar la economía. Además, creemos que lo que ocurre en la dinámica de los precios
internos no tiene nada que ver con causales monetarias ni con causales de demanda. Subir la
tasa de interés en Argentina, con una economía como les mostraba, con ese nivel de crédito
respecto del PIB bajísimo, hubiera sido una medida absolutamente ineficaz. Esta medida
puede ser más eficaz en economías maduras y que no tienen las condiciones del
funcionamiento del sistema financiero que tiene Argentina.
Contrariamente a los planteos que se realizan respecto del Banco Central, a través de
lo que es revertir esa tendencia descendente que yo les mostraba de las letras, las Lebac y las
Nobac que coloca el Banco Central, en realidad lo que se advierte —ya se está verificando y
se discute a nivel internacional— es que las políticas de aumento de tasa de interés lo que
producen es mayor atracción del capital especulativo, un capital financiero que está dando
vueltas en el mundo porque no sabe dónde colocarse con los rendimientos bajísimos que hoy
existen. Entonces, reitero, contrariamente a lo que se prevé y a veces se recomienda, un
aumento de las tasas de interés lo que generaría es una mayor presión sobre el mercado de
cambios en Argentina y un mayor esfuerzo de esterilización por parte del Banco Central;
esterilización que no queremos hacer porque nuevamente los dólares de la especulación
financiera no son importantes; al revés, son rechazados a través de políticas de regulación de
la cuenta capital dentro de esta lógica de política económica que está vigente en nuestro país.
La otra posibilidad para forzar un ajuste de la realidad y la evolución de los agregados
económicos de lo que se había proyectado el año pasado hubiera sido a través de tratar de
condicionar o limitar el crecimiento del crédito. Insisto, realmente el crecimiento del crédito
todavía sigue siendo paupérrimo en nuestro país y lo que nosotros debemos hacer es
promover este crecimiento; quizás sí —en esto estamos trabajando—, más crédito a la
producción, más crédito a largo plazo y más crédito vinculado a la inversión. Pero,
básicamente, lo que se advierte es que todas las políticas que hubiera tenido que desenvolver
el Banco Central para forzar una adecuación de la realidad económica al viejo Programa
Monetario hubieran supuesto avanzar en las viejas recetas ortodoxas y monetaristas que ya
fracasaron en nuestro país. Entonces, simplemente lo que hemos estado haciendo y estamos
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haciendo, a partir del nuevo Programa Monetario que votó el directorio del Banco Central, es
ser consistentes con una economía que crece en términos reales a estas tasas; además, con el
objetivo que creo que tenemos que compartir en cuanto a la necesidad de aumentar el crédito
respecto del producto en nuestro país y, también, aumentar y promover el proceso de
monetización.
Sra. Presidenta. — En primer lugar, deseo agradecerle por su exposición.
En lo que a mi concierne, tengo muchísimas preguntas para realizarle. Mientras los
señores senadores se van anotando, yo empezaré con las preguntas.
Por supuesto, hemos privilegiado la presentación de la presidenta del Banco Central,
pero también me gustaría pasar algunas filminas que me llevan a la reflexión sobre diferentes
cuestiones que tenemos que dirimir en función de lo que inicialmente he planteado, es decir,
la relación que debemos establecer entre el Congreso y el Banco Central y los objetivos
compartidos que tenemos: promover la economía y preservar el valor de la moneda.
Entonces, una ampliación del Programa Monetario implica dirimir si realmente este conflicto
está solucionado. Es decir, si lo que vamos a hacer es justamente tratar de estimular el
crecimiento económico y a partir de un programa monetario no contraer la economía o si esto
corre algún riesgo y lo que estamos haciendo es aumentar la velocidad de circulación de
dinero, por ende estamos respondiendo a una demanda nominal y no a una demanda real.
Este es mi principal planteo o en lo que me parece que nos tenemos que focalizar.
En principio, hay una cuestión que me viene a la mente. Creo que a partir de 2004 el
programa monetario siempre tuvo metas de crecimiento que fueron posteriormente bastante
inferiores a lo que se dio realmente. En ese año se preveía un 4 por ciento y el crecimiento fue
del 9 por ciento; fue 5 puntos por debajo. En 2005 se preveía el 5 por ciento y fue del 9,2 y así
sucesivamente. Y siempre ha habido una diferencia entre la meta de crecimiento puesta por el
programa monetario y el crecimiento real de la economía. Y sin embargo nunca hubo una
necesidad de modificar el programa monetario. Es la primera vez que se decide modificarlo y
esto es algo que nos preocupa. Y es así justamente por esta segunda incógnita. ¿Estamos
respondiendo a un proceso de crecimiento estructural o real de la economía, a una demanda
real de dinero, o lo estamos haciendo a una demanda nominal?
Nosotros podemos tener un aumento bueno de la demanda por un crecimiento real,
pero puede ser malo por venir por el lado de la inflación. Y esto es lo que particularmente nos
preocupa.
Entonces, ¿qué encontramos? Que en el programa monetario hay alrededor de 30 de
hojas -es muy extenso y bien detallado como ha sido también la presentación aquí-, donde se
explican muchísimos factores de crecimiento. Y estamos de acuerdo. El gobierno después de
la crisis salió activamente a promover, con una política contracíclica, como lo hicieron
muchos países emergentes tales como Chile y Brasil… Casi todos los países de
Latinoamérica salen a hacer una política contracíclica e incrementan la expansión. Y la
verdad es que el gobierno también tuvo una actitud concreta con respecto a su política de
ingresos. Está bien explicado en los fundamentos que ustedes mandan para la ampliación de
la base del crecimiento. El problema es que en toda la explicación solo encontramos los datos
de inflación, que son los que debemos prever si los dos tenemos este objetivo de hacer crecer
la economía y preservar el valor de la moneda.
Encontramos pocas explicaciones con respecto a la inflación. Y ustedes saben que el
Congreso de la Nación ha planteado al Banco Central esta problemática. Lo ha hecho
explícitamente; lo planteó cuando debatió el INDEC, sabiendo que nosotros teníamos que
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hacer algún cambio en ese instituto porque las cifras no…
– No se alcanzan a percibir las palabras pronunciadas por el señor
senador Calcagno y Maillmann fuera del alcance del micrófono.
Sra. Presidenta. - La oposición, pero salió por lo menos un proyecto votado por mayoría en
el Senado.
Pero más allá de esto creo que era esta fragilidad que nosotros veíamos en los números
de la proyección de inflación. Es decir, una de las responsabilidades, además de prever cómo
va a ser el crecimiento de los agregados monetarios y de la demanda de dinero, es también
explicar las variaciones de la inflación. Y evidentemente acá nosotros todavía seguimos
teniendo esta divergencia de opiniones con respecto al tema inflacionario.
Nosotros, considerando distintos indicadores, pensando que es un banco federal,
tomando los indicadores de un agregado de provincias argentinas, los privados -que a veces
pueden tener más objeciones- y varios más, seguimos manteniendo la duda razonable de que
la inflación proyectada no sea la real. Y es entonces que nosotros estamos respondiendo a una
demanda nominal y no a una real provocada por un cambio estructural en la economía.
Este es el primer punto. Ahí, entonces, decimos: ¿cómo se mide esto? Y esto se hace
cuando uno compara el M2 con el crecimiento del PBI. Y lo que vemos es que viene
descendiendo. Y al ser así me lleva a cuestionarme algunas cosas.
En la década del 80 la relación del M2 sobre el PBI era del 4 por ciento; fue en la
época de la hiperinflación. Y ahora esos agregados monetarios con relación al PBI también
han venido decreciendo por lo menos en la época de crecimiento de la economía, cuando
arrancamos en 2003 y hasta ahora. O sea, es una de las relaciones más bajas.
Esto está dando un indicio de que posiblemente nosotros estemos haciendo una oferta
de dinero que no esté respondiendo a una demanda real sino a una nominal, es decir, a la
inflación, a la velocidad con que se mueve el dinero. Porque la gente cuando hay inflación no
monetiza, trata de darle mayor velocidad de circulación.
Esto también se ve en la composición del crédito en la Argentina. Hay muchísimo más
crédito de consumos privados, de movimientos de tarjetas de crédito, pero hay poca relación
en los créditos hipotecarios.
Lo que digo es: ¿qué está haciendo la gente con esta oferta crediticia que se le dio?
Este tema de la inflación me parece clave para que realmente…
Hay algunos estudios inclusive del Banco Central que son importantes y están
colgados actualmente de su página, que muestran la historia argentina con respecto al
fenómeno inflacionario -creo que en esto hemos salido a dar cátedra por todo el mundo- y que
dicen que cuando hay un crecimiento del M1, hay una correlación altísima con la inflación;
sobre todo, cuando hay niveles de inflación muy altos. Entonces, a mayor nivel de inflación,
si uno responde con un crecimiento del M1, es mucho más todavía la aceleración del proceso
inflacionario.
Ese es un punto. Después, podemos analizar los otros que tendrán que ver con la
composición, con la dolarización, con los otros fenómenos. Pero este es un punto que me
parece que es importante que veamos. Es crucial. ¿Ponemos la plata en un crecimiento real o
la ponemos para acelerar un proceso inflacionario sabiendo que estamos partiendo desde un
punto de divergencia de estar mirando la inflación desde distintas ópticas.
Sra. Marcó del Pont. – Justamente, nosotros, para evitar cualquier duda acerca de cuál era el
parámetro de referencia que estábamos tomando para adecuar la cantidad de dinero, tomamos
un dato real, no uno nominal. Tomamos el dato de la economía de carne y hueso: lo que está
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creciendo el producto industrial, el producto agropecuario, los servicios. Ese crecimiento de
la economía real es el que nosotros tomamos como insumo para correr nuevamente el
modelo. Este crecimiento del día a día, donde la industria está recuperando gran parte del
terreno perdido el año pasado, donde aumenta la actividad agrícola después de la sequía y
crecen las cosechas y todo lo que supone, por definición, una economía que crece más,
necesita más medios de pago. Entonces, si el Banco Central no da esos medios de pago, lo
que se produce inevitablemente es una retracción de la actividad económica. Creo que
debemos ser muy claros al plantear esto.
Por lo tanto, cuando hablamos de demanda real, nosotros estamos tomando una
demanda real. Yo les mostraba un gráfico donde obviamente la demanda de dinero es
bajísima: es bajísima respecto de nuestros parámetros históricos, es bajísima con respecto al
resto del mundo. La Argentina viene de una de las crisis –la de 2001 y 2002– más graves y
más profundas de su historia. Eso produjo una huída del peso, a partir del “corralito” y del
“corralón”, que progresivamente se va recomponiendo.
Yo les mostraba hace un rato un gráfico con lo que fue el proceso de desmonetización
que generó la crisis internacional y esa lenta recuperación. Pero, además, yo me pregunto: si
nosotros nos hubiéramos quedado con la vieja proyección en términos de expansión de
dinero, sí hubiéramos convalidado lo que usted está planteando. Hubiéramos convalidado
que, en vez de dar la curva, el proceso de monetización siguiera cayendo. Porque la
monetización se mide como una ecuación: con un denominador y un numerador. Si el
denominador crece de determinada manera y el numerador lo dejamos planchado, y el
numerador son los medios de pago, evidentemente lo que va a aparecer como resultante es
una desmonetización.
Nosotros creemos que realmente hay condiciones objetivas para que haya una mejora
en la demanda transaccional y que está ocurriendo; y que no está ocurriendo ni esa huída al
consumo ni esa huída al dólar. Creo que es importante plantear, cuando uno analiza el
proceso de monetización, esta desaceleración de la demanda de dólares por parte no
solamente de los grandes actores económicos sino también del más pequeño ahorrista. Hay un
proceso progresivo de recomposición del “M3”, esto es, de lo que incluye también a los
depósitos a plazo fijo.
Entonces, yo me pregunto: en la Argentina, en un contexto de inflación como el que se
está planteando permanentemente que existe, la verdad, los actores económicos, ¿ahorrarían
en pesos? ¿Es lógico y es consistente plantear que hay esa percepción de un proceso
inflacionario con este crecimiento que están teniendo los depósitos a plazo fijo en la
Argentina? Me parece que eso lo tenemos que mirar. Y nosotros lo miramos muy de cerca
cuando vemos qué está pasando con los agregados monetarios. Porque el dinero transaccional
es el dinero del día a día, el que necesitan el quiosquero, el industrial y el trabajador a partir
de lo que está ocurriendo en la economía real. El dinero de ahorro es otra cosa, que sí tiene
que ver con esta percepción que usted señalaba en términos de qué está pasando en materia de
inflación.
Por lo tanto, nosotros advertimos este fenómeno de recomposición de lo que son los
depósitos a plazo fijo; pero también otra cuestión. Porque a mí me podrían decir que, como el
dólar está más o menos o va evolucionando y se gana más poniendo a plazo fijo, entonces lo
que se hace es dejarlo en plazo fijo en vez de ir a comprar dólares. Pero hay un dato
interesante que nosotros venimos analizando desde hace tiempo en el Banco Central que tiene
que ver con una cantidad de dinero que hoy aparece como “M2”, o sea, como dinero
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transaccional, que en realidad es dinero de ahorro, que es dinero que no se está yendo a los
plazos fijos. Creo que tenemos que hacer el mayor esfuerzo para promover esos recursos y se
vayan transfiriendo a plazos fijos, que, en última instancia, son la base de fondeo que tienen
los bancos para prestar; y que esos depósitos a plazo fijo sean cada vez a periodos más largos.
Este gráfico que ustedes ven ahora en la pantalla muestra la evolución de las cajas de
ahorro, de cajas de ahorro por arriba de 20 mil pesos. Lo que nosotros advertimos es una
enorme estabilidad en la cantidad de dinero en las cajas de ahorro, que no se puede considerar
transaccional, para las operaciones del día a día; que está inmovilizado, pero tampoco pasa a
los plazos fijos. Yo me pregunto lo siguiente: si la percepción que tendrían los actores
económicos respecto de que estos ahorros son devorados día a día por la inflación, ¿estarían
ahí, estables, en este porcentaje promedio del orden del 38 por ciento, los depósitos en caja de
ahorro por arriba de los 20 mil pesos? Me parece que este es un dato muy importante.
Nosotros lo venimos siguiendo muy de cerca y lo que advertimos es que, lejos de
desacelerarse, eso se incrementa en el tiempo.
Nosotros seguimos muy de cerca cuáles son los factores determinantes de la demanda.
Quizá, la diferencia enorme que tenemos a la hora de ponderar la importancia de estos
cambios que estamos haciendo respecto del Programa Monetario con algunos planteos es la
visión que se tiene sobre lo que ocurre con los precios internos en la Argentina. Nosotros –
insisto–, desde el Banco Central, una de las cosas que seguimos muy de cerca para ver qué
pasa en el terreno de los precios tiene que ver con la evolución de la capacidad instalada.
Porque nosotros no creemos que la creación de dinero genere inflación; sinceramente, no lo
creemos. Y creemos que todas las posturas y todos los planteos que se sustentan en ese
argumento terminan ajustando el nivel de actividad económica, el empleo y los salarios.
Entonces, como esa no es la visión que se tiene desde el Banco Central, y tampoco es la
visión que se tiene desde el gobierno nacional, lo que se está investigando y permanentemente
indagando desde el Banco Central es cuáles son los factores que generan esos cambios de
precios relativos. Eso está explicado. Creo que, de alguna manera, también venimos
explicando trimestralmente en nuestro informe de inflación cuál es el diagnóstico que
tenemos desde el Banco Central en materia de lo que ocurre en la dinámica de los precios
internos.
Un dato que nosotros miramos permanentemente es qué pasa con la capacidad de
oferta de la economía argentina. Porque la visión que tenemos desde el Banco Central es que
lo que ocurre en el terreno de los precios no tiene que ver con tironeos por el lado de la
demanda o inflación monetaria; tiene que ver con lo que pasa por el lado estructural y la
oferta agregada. Este no es un dato menor, porque puede ser fatal equivocar el diagnóstico: si
desde el Banco Central equivocamos el diagnóstico, probablemente estaríamos avanzando en
la apreciación del tipo de cambio, con las consecuencias que eso genera en la disminución del
crédito al sector privado o en cualquier política restrictiva que tratara de inhibir el crecimiento
económico. Nosotros no creemos que las tensiones en materia de precios tengan que ver con
el crecimiento de la demanda o con este crecimiento económico.
Miramos qué pasa con las capacidades instaladas. Por eso les decía recién que
nosotros estamos muy atentos a lo que pasa con el coeficiente de inversión. Porque si una
economía crece y crece la demanda, sobre todo en una economía como la argentina, donde
dos terceras partes de su crecimiento corresponden al mercado doméstico, lo que tenemos que
ver es qué pasa con la oferta agregada. Por definición, una economía que crece al 9 por ciento
es una economía que está creciendo a partir de una ampliación de su capacidad productiva.
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Cuando vemos qué pasa con los niveles de utilización de la capacidad instalada en la
Argentina, sobre todo en sectores sensibles como pueden ser los de la alimentación, lo que
advertimos es que hay capacidad instalada ociosa y que los aumentos que se pueden producir
en muchos casos –ahora les voy a mostrar algunas otras aproximaciones que tenemos en
nuestro diagnóstico de precios– tienen que ver más con la puja distributiva, con condiciones
de concentración o estructurales de la oferta argentina, pero no con problemas de la demanda.
Uno de los temas que seguimos y que aparece en nuestro informe de inflación del
segundo trimestre, que ya nosotros lo proyectamos cuando se extrapolaba la evolución de los
precios internos del primer trimestre a partir de lo que había ocurrido con el precio de la
carne, es la enorme correlación que existe en la dinámica de precios internos con los precios
internacionales de las commodities. Todas las correlaciones que tenemos en el Banco Central,
tanto de precios mayoristas como de precios implícitos en el PBI, fundamentalmente nosotros
nos guiamos con los precios que tienen que ver con el agregado macroeconómico, con el
conjunto de la evolución del producto, con los precios mayoristas a niveles de los sectores.
Existe una innegable correlación con los precios internacionales de las materias primas,
fundamentalmente de los alimentos, respecto de los precios internos. Fíjense que ésta era una
proyección que nosotros habíamos hecho desde el Banco Central en el primer trimestre y lo
presentamos en el Informe de Inflación. No hay que subestimar un dato de la economía
argentina del año pasado: entre fines de 2008 y 2009 en Argentina hubo una devaluación del
orden del 26 por ciento. Nuestra moneda se devaluó en torno al 25 ó 26 por ciento. Parte de
ese impacto de la devaluación, en la medida en que estamos en una economía que se había
desacelerado y que tuvimos uno o dos trimestres de caída en la actividad económica, no fue
trasladado a precios internos. Parte de esa transferencia y de recomposición de tasa de
ganancia de muchos sectores transables y de servicios en Argentina se dio en el año 2010.
Respecto del impacto que tiene lo que ocurrió con el precio de la carne, acá hicimos el
ejercicio de ajustar la evolución de los precios internacionales en dólares —que son estos para
las carnes y son estos para el total de los alimentos— respecto de la evolución en pesos,
donde lo ajustamos precisamente por la variación nominal, incorporando lo que había sido la
devaluación de nuestra moneda. Nosotros lo dijimos en el Informe de Inflación: esto en una
canasta que tiene 10 por ciento de ponderación en el precio de la carne tiene una incidencia
enorme.
Ahora bien, uno puede preguntarse lo siguiente: ¿Argentina es el único país en el que
tienen incidencia los precios internacionales y que produce y exporta alimentos? No, muchos
otros países de la región tienen esta misma característica estructural. Pero lo que están
haciendo muchos países de la región es ajustar vía apreciación. Es interesante también
mostrar esto; nosotros trajimos el ejemplo de cuatro países. Sin embargo, si lo generalizamos
al conjunto de los países de América Latina, lo que se advierte es que como respuesta a este
aumento de los precios internacionales de los alimentos fundamentalmente, muchos países de
la región lo que han hecho es dejar apreciar sus monedas. Ésta es una política que el gobierno
de Argentina no ha planteado ni lo hará, ya que creemos que el sostenimiento del tipo de
cambio competitivo es un puntal —como contrapartida de acumulación de reservas— de esta
política económica porque protege el trabajo, la producción nacional y no va a ser utilizado
como paliativo compensador, como sí está ocurriendo en otras economías de la región.
Entonces, lo que he mencionado, senadora, no es un dato menor respecto de lo que
usted plantea. Nosotros no advertimos que realmente haya contradicción en términos de esta
expansión que estamos planteando, en la cantidad de dinero transaccional respecto de lo que
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ocurre con la economía real. Creemos que es un proceso de monetización real. Lo
readecuamos y adaptamos a partir de una evolución de variables reales, no nominales.
La semana pasada tuvimos dos días muy interesantes de jornadas monetarias. La
verdad es que lo que se debatió en ese ámbito fue la necesidad de buscar teorías nuevas; lo
dijo la señora presidenta de la Nación, nosotros estamos haciendo una política y lo que
acompaña esta política es la vieja visión monetarista que ya fracasó no sólo en Argentina,
sino en el mundo. Entonces, se trata de la necesidad de abordar los problemas económicos —
sobre todo abordar los problemas económicos de una economía como la de Argentina, que
tiene todavía tanto por recuperar en términos de crecimiento y distribución de la riqueza— y
pensar que queremos seguir en este proceso expansivo, consistente además con una
redistribución de riqueza que se está dando en Argentina y no se está dando en otros países de
la región, cuestión que también es importante. Si nosotros comparáramos la participación de
los trabajadores en la distribución de la riqueza en Argentina y en el resto de América Latina
sería totalmente distinto. Ni hablar si lo comparamos con lo que está ocurriendo en
economías como las asiáticas.
Entonces, me parece que el desafío —nosotros vamos a dar todos los debates y vamos
a venir cuantas veces nos inviten— es discutir cómo se sostiene este proceso de crecimiento
de manera consistente y cómo desde el Banco Central podemos acompañarlo y garantizar
cumplir con lo que marca nuestra Carta Orgánica, que es la estabilidad monetaria y la
estabilidad financiera. Pero lo hacemos a partir de un diagnóstico distinto al diagnóstico
monetarista. El Banco Central está preocupado para generar mecanismos que recuperen el
canal de crédito en Argentina. Por eso, el Banco Central —dentro de lo que marca su
normativa— ha sacado una línea de fondeo para los bancos, para que presten inversión a
cinco años a tasa fija, dado que estamos preocupados por el sostenimiento del proceso
expansivo de la tasa de inversión y creemos que eso sí es decisivo para garantizar la
estabilidad de precios a mediano y largo plazo en Argentina.
Creo que lo mencionado no es un dato menor. A veces estamos dando vueltas sobre la
evaluación de los fenómenos económicos cuando, en realidad, estamos mirando distintas
perspectivas. La perspectiva monetarista que está preocupada por la cantidad de dinero es la
que piensa que lo que generan los tironeos en materia de precios son problemas de demanda o
problemas monetarios. Nosotros no vemos esto. Creemos que lo que está pasando en
movimientos y tensiones de precios relativos tiene que ver con esta característica de la
economía argentina, que es una economía que produce y exporta alimentos, con estas
tensiones respecto de los precios internacionales y con estas tensiones fuertes en materia de
puja distributiva.
Cuando la señora presidenta de la Nación anunció tanto la movilidad, como la
asignación por niño, planteó muy claramente que estábamos creando demanda. Entonces, esta
demanda puede ser respondida a partir de los actores y, sobre todo, de aquellos sectores
económicos y empresarios que tienen concentración, que son formadores de precios y que
están oligopolizados, expandiendo la cantidad o aumentando rápidamente los precios.
Consideramos que hay que plantear políticas de regulación y también de estímulo de
inversión —en este sentido, el tema del crédito no es menor— que garanticen que Argentina
va a poder seguir redistribuyendo y creciendo a tasas del 9 por ciento sin generar tensiones en
materia de precios.
Por último, a mí me parece que éste es un gráfico importante, casi diría que es
decisivo: hacer historia de la historia inflacionaria de Argentina. Esto tiene que ver con la
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percepción también de los actores económicos cuando hacen depósitos a plazo fijo o dejan en
las cuentas a la vista y ni compran dólares, ni tampoco hacen plazo fijo, la percepción acerca
de lo que ocurre en el terreno de los precios. La historia de las aceleraciones inflacionarias en
Argentina está inevitablemente asociada a la historia de las devaluaciones y a la crisis del
sector externo. Esto me parece que es muy importante. Este gráfico —que lo tuvimos que
cortar porque evidentemente había períodos de hiperinflación donde ya no nos daban las
ordenadas— lo que muestra es esto. ¿Y cuándo se producen esos procesos de aceleración
inflacionaria? Cuando aparecían las recurrentes crisis del sector externo, la economía crecía,
se producía el estrangulamiento externo, se producía el retroceso, la devaluación y la
aceleración inflacionaria. Esa es la historia de las aceleraciones inflacionarias en nuestro país.
Y eso lo planteamos también cuando discutimos el tema de las reservas.
Lo que les queremos transmitir es que Argentina puede acumular reservas porque
cambió el modelo económico y porque cambió estructuralmente la vieja restricción externa
que tenía, que nos llevaba a esos procesos de expansión, de caída y de devaluaciones. Eso ya
se ha eliminado, es un activo importantísimo de lo que hemos logrado los argentinos en los
últimos años. Entonces, también es importante señalar que hemos eliminado uno de los
factores que para los historiadores económicos de la economía argentina aparece claramente
como una de las fuentes internas, propias, que generaron procesos de aceleración
inflacionarios. Eso ya no está y no podemos desconocerlo. Por eso, a nosotros nos preocupa
tanto mantener este esquema de tipo de cambio sostenible, consistente, con bajas
volatilidades, que no se refleje en los precios internos. Eso también lo seguimos muy de
cerca.
Creíamos, entonces, cuando acompañamos la decisión de pagar con reservas parte de
nuestra deuda pública, que ese era un factor que iba a permitir retroalimentar este proceso de
crecimiento virtuoso y que iba a generar condiciones de expectativas favorables para la
economía argentina.
Cuando analicemos el tema de los precios debemos tener en cuenta no equivocarnos
en el diagnóstico, no solamente respecto de nuestra historia, sino también las
responsabilidades en el aumento de precios. Porque si creemos que el problema es la
demanda, lo que nos queda es el ajuste. Ahora, si creemos que hay problemas estructurales
relacionados con la oferta, ahí hay que ver qué pasa con los actores económicos o con los
factores que tienen que ver con la capacidad productiva de Argentina.
Sra. Presidenta. — Después, le daré la palabra a los señores senadores.
Creo que el tema de expectativas, en general, también podría medirse a nivel de lo que
vienen siendo las negociaciones salariales. Es decir, las negociaciones salariales han ido
creciendo de manera importante y esto está reflejando que en esas negociaciones
prácticamente subyace un problema inflacionario.
Entonces, me parece que ese es un dato no menor que hay que tener en cuenta.
Otra de las cuestiones importantes es que nosotros venimos viendo que sobre todo en
el último tiempo hay un desacople de los precios internacionales y de los precios implícitos.
Esto está colgado en la página del Central.
El otro tema importante, y ya cedo la palabra a Morales, que me la ha pedido, es que
ahí hay una cuestión que uno no puede obviar y es que si partimos de este diagnóstico de que
no hay inflación, nosotros no estamos viendo qué pasa con el dólar. Como nosotros pensamos
que la inflación justamente por todas estas señales, por las cuestiones de los indicadores que
tenemos en divergencia, las expectativas que estamos viendo en las negociaciones salariales,
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lo que uno escucha, lo que uno compra y lo que uno ve en la cuestión cotidiana… ¿Esto qué
implica? En cierta medida, una apreciación del peso con relación al dólar.
Cuando uno expande, cuando uno tiene una política contracíclica después de que hubo
un proceso de crisis, el fenómeno en el corto plazo tiene esta respuesta de la oferta que está
muy bien explicada en esta nueva versión de la ampliación del programa monetario. El
problema es: ¿qué pasa en el largo plazo? ¿Qué sustentabilidad va a haber en los plazos
mediano y largo? Porque entender por qué en la economía argentina el ratio entre el crédito y
el producto es muy bajo desde hace mucho tiempo… También los niveles de inversión
relativa para tasas de crecimiento como las que tenemos nosotros son bajos. Y los niveles de
ahorro también son bajos en una economía confiable.
Nosotros tenemos un nivel de volatilidad altísimo de nuestra economía. Además,
hemos tenido muy baja sustentabilidad fiscal y no hemos podido lograr revertir esa situación.
Entonces, el problema –y todos los libros de economía lo explican- es: en un principio, al
haber actuado con políticas contracíclicas, hay esta expansión de la demanda, este
crecimiento de la oferta, justamente porque veníamos de una crisis. Además, venimos de una
sequía; la principal actividad de la agricultura estaba caída, no había ocupado toda la
infraestructura ociosa, pero después no respondía.
Si nosotros vemos históricamente, hemos estado al límite de la capacidad instalada en
industrias estratégicas como el petróleo, la energía y el sector alimentario. Hemos tenido una
gran capacidad instalada en la industria automotriz. Pero la cuestión es: ¿qué pasa –y esta es
la mayor preocupación- en el mediano plazo?
Debo decir que estoy muy lejos de las políticas monetaristas. Creo que tengo orígenes
de formación similares… Me considero que soy desarrollista. Lo hemos hecho muy explícito
con Ernesto Sanz en algún momento, reivindicando juntos la figura de Frondizi en algún
discurso. Tenemos un origen similar. Lo que pasa es que tenemos una preocupación real
porque tenemos un diagnóstico distinto. Entonces, la cuestión puede evolucionar para un lado
o para el otro.
Siempre en la economía se responde rápidamente después de una crisis con la
aplicación de políticas contracíclicas y se genera también este aumento de la oferta. El
problema es qué va a pasar en los plazos mediano y largo si nosotros no logramos atajar el
fenómeno inflacionario. No es porque esté diciendo que debemos hacer políticas de target
inflation. Estoy diciendo que tendríamos que adecuar las herramientas de las políticas
monetaria, cambiaria, fiscal y de competitividad en un conjunto que nos permita hacer
sustentable el modelo que todos deseamos. Y la verdad es que esto es lo que no veo: la
sustentabilidad en los plazos mediano y largo expresada aun en estos números actuales de
nuestra economía.
Tengo pedida la palabra por Morales…
Sra. Marcó del Pont. – ¿Puedo decir una cosa, senadora?
Sra. Presidenta. – Sí.
Sra. Marcó del Pont. - Me gustaría ver si podemos mínimamente despejar algunas de esas
inquietudes.
Me preocupa que los argentinos, más allá de la fuerza política a la que pertenezcamos,
no podamos reconocer las transformaciones estructurales que tuvo la economía de nuestro
país en los últimos siete años. Porque esas son las transformaciones estructurales que hablan
de la sustentabilidad o no de un proceso económico. Y realmente lo que ha cambiado de
matriz en este modelo tiene que ver con el proceso de crecimiento a partir de recuperar
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mercado interno, que creo que no lo discutió nadie, y de recuperar, en ese mercado interno, la
participación de los trabajadores en la distribución del ingreso, que tiene que ver con esta
dinámica que usted señalaba en términos de recomposición salarial. Tiene que ver con la
recuperación, dentro de lo que es el gasto público, del proceso de inversión, movilizando la
riqueza nacional; tiene que ver, como contrapartida de este modelo de acumulación
fundamentalmente a escala productiva, con el resultado que tiene en materia de sector externo
y de sector fiscal.
Y no es un dato menor, para mirar la proyección de la Argentina en los plazos
mediano y largo, el hecho que nosotros podamos reconocer que la tasa de ahorro no es baja,
porque nosotros en realidad estamos con superávit en cuenta corriente y tenemos
transferencia de ahorro hacia el sector externo. Y ese superávit en cuenta corriente justamente
es inédito, porque en los 90 teníamos desequilibrio y cubríamos ese desahorro interno con
endeudamiento.
Eso nos permite mirar la potencialidad que tiene la economía argentina para seguir
haciendo crecer su tasa de inversión. No solamente es la más alta de América latina y está
muy por encima de lo que han sido en las ultimas décadas en nuestro país, sino que está en
una tendencia alcista.
Esto es preocupación de todo el gobierno, de todo el Ejecutivo. Y trabajamos
articuladamente en el mismo sentido en el desafío de promover un crecimiento de la inversión
y que esta tenga calidad y esté vinculada fundamentalmente al proceso de industrialización,
de sustitución de importación, de diversificación de nuestra estructura productiva. Pero en lo
que hace al factor interno estructural que cíclicamente nos llevó a los retrocesos, tiene que ver
con la cuestión del equilibrio del balance de pagos. Eso es fundamental.
Y desde el punto de vista fiscal, cando uno lo compara con nuestra evolución
histórica, pero además con todos los países de la región y con lo que pasó durante la crisis, y
hasta si hiciéramos la prueba más ácida y sacáramos las transferencias del Tesoro y lo de
ANSeS, advertimos que también las cuentas del sector público tienen un signo estructural que
tiene que ver no con casualidades sino con que hay un modelo de acumulación sustentado en
la economía real que tiene como resultado el equilibrio fiscal y el equilibrio externo. Esto de
dar vuelta lo que es la visión más tradicional y convencional de la economía, que los
equilibrios monetarios y financieros se puedan lograr al margen de lo que ocurre con los
procesos de acumulación y de distribución de riqueza.
Entonces, me parece que es importante que discutamos cuánto tiene que crecer el
crédito en la Argentina para recuperar niveles del 20 por ciento, del 25 por ciento; cuánto
tiene que crecer la monetización. Pero si nos asustamos cada vez que aumentamos el dinero
transaccional acompañando un crecimiento económico… Además, aspiramos a que esto
aumente más en el tiempo. Esas son las discusiones.
Por lo tanto, no es que no nos preocupe lo que pasa con el tema de los precios; lo
vemos, lo miramos permanentemente. Lo que tenemos claro es que el origen de esas
tensiones en materia de precios no tiene que ver con la demanda ni con las cuestiones que
hacen a la expansión del dinero, a la visión más convencional de los problemas de la
inflación; tiene que ver con esta economía que crece, que crece además después de una
devaluación. Ustedes me dirán: la sufrimos ocho años atrás. Es cierto. Pero todavía sigue
habiendo reacomodamientos en los precios relativos.
Lo tenemos en un país con una elevadísima concentración económica. No nos
equivoquemos en quién encabeza, en quién metemos la responsabilidad de los aumentos de
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precios; con estructuras oligopólicas, formadores de precios, sectores que todavía tienen
capacidad instalada ociosa y que, por lo tanto, no tendrían que aumentar los precios.
Entonces, ¿nos enojamos con la demanda? ¿Nos enojamos con los aumentos de precios?
¿Nos enojamos porque el Banco Central acompaña ese crecimiento de la demanda en función
de lo que ocurre con la economía real? ¿O vamos a ver realmente dónde están las tensiones?
Sobre todo, si aspiramos a seguir creciendo mucho y seguir aumentando la participación de
los trabajadores y también del estrato bajo en la distribución del ingreso.
Nosotros seguimos todos los índices, senadora. Tenemos el índice ponderado del Gran
Buenos Aires; con todo lo que elaboran las direcciones de estadísticas de las provincias, que
producen sus propios índices. Seguimos todos los precios mayoristas. Sabemos que dentro de
los precios mayoristas o dentro del IPC hay indicadores, como es alimentos, que crecen al 18;
y hay otros servicios que están anclados, porque son servicios administrados que no están
creciendo. Eso es lo que produce cambios en la estructura de precios relativos. Pero lo
seguimos muy de cerca.
No es que no nos preocupe. Como lo seguimos muy de cerca y como creemos que
tenemos por delante el desafío de hacer consistente la estabilidad con el crecimiento y la
redistribución del ingreso, no nos queremos equivocar en el diagnóstico y sí queremos recrear
mecanismos que el Banco Central había abandonado, como es la importancia que se le da a la
inversión y al financiamiento a la inversión a largo plazo. En eso estamos trabajando. Si en
algún momento nosotros realmente pensáramos que la política de expansión del crédito no
está acompañando lo que ocurre con la economía real, ahí sí recurriríamos al instrumental
más convencional que se utiliza cuando se verifican diagnósticos de esta naturaleza. Pero no
es lo que estamos viendo desde el Banco Central.
Sra. Presidenta. – Como soy la presidenta de la Comisión, tengo la obligación de dar la
palabra; pero me gustaría profundizar en esto de los cambios estructurales. Se me vienen a la
cabeza muchas cosas.
La cuestión es que yo también considero que la pobreza es una cuestión estructural.
Estamos teniendo una visión distinta, porque prácticamente todos los países de nuestra región
están teniendo un estímulo formidable al crecimiento; y yo creo que nosotros estamos
desaprovechando la oportunidad de hacer un crecimiento estructural real. Pero ese es otro
tema de discusión.
Solamente quiero focalizar en alguna cosa y luego le doy la palabra al senador
Morales.
Tengo algunos indicadores de mi provincia en los que se dice, por ejemplo, que el
índice por rubro de los que más creció justamente no es el del sector alimentos, sino el del
sector servicios. Entonces, creo que realmente hay que focalizarse.
Tiene la palabra, ahora sí, el señor senador Morales.
Sr. Morales. – Presidenta: no sé si es que hay inscripto…
Sra. Presidenta. – Tengo anotado el siguiente orden: senador Morales, senadora Osuna,
senador Basualdo, senador Sanz…
Sr. Morales. – Si quisiera preguntar alguien de otro bloque… Así no monopoliza el nuestro.
Sr. Calcagno y Maillmann. – Usted estaba primero, senador Morales. Pido la palabra para
usted.
Sr. Morales. – Muchas gracias, senador. Es muy bueno usted.
Antes que nada, quisiera compartir algunos conceptos que ha planteado la presidenta
del Banco Central.
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Creo que estamos frente a otro mundo y en una gran etapa de cambio y de
revisionismo histórico respecto de la doctrina de las ciencias económicas. Hay un gran debate
en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, en donde están desfilando
varios premios Nobel y se han caído por el suelo varios modelos, especialmente algunos
econométricos que medían sobre la base de supuestos cuestiones que más tenían que ver con
la ficción que con la realidad. Así que me parece que estamos frente a un gran debate, relativo
a si la ciencia económica es una ciencia social o no.
Comparto que estamos frente a otro mundo; el país, frente a una gran oportunidad.
Inclusive, hacia futuro, con la posibilidad de seguir creciendo en el mundo, no sólo por la
irrupción de los países asiáticos sino también por la situación de deuda de países europeos y
de Estados Unidos, que puede generar una proyección de tasas de interés mucho más
accesibles y más bajas.
No quiero entrar en esto; nada más, compartir esta visión. Y menos en un debate con
la presidenta, que es economista, y yo, un simple contador. Pero comparto que estamos frente
a grandes posibilidades para el país y para la región.
Le voy a hacer cuatro o cinco preguntas a la presidenta para que después me conteste.
En primer lugar, quisiera saber si está de acuerdo con los datos del INDEC o no; si
son consistentes los datos y la información del INDEC, que no sólo tiene que ver con el
índice de precios sino que, como usted sabe, eso después termina generando mediciones sobre
el dato de la pobreza y del producto, entre otras mediciones.
En segundo término, aunque la presidenta de la Comisión ha hecho hincapié en esto y
usted ha dado alguna explicación, quisiera preguntarle por qué no es consistente el dato de
inflación del INDEC y el que se toma en el Programa Monetario del Banco Central con el
incremento de salarios. El promedio del incremento de salarios está en el orden del 25 por
ciento. ¿Cuál cree que es, entonces, la motivación o las expectativas que generan este
incremento de un 25 por ciento de los salarios que no se condice con la inflación real del
gobierno?
En tercera instancia, en la parte introductoria del power point que presentó hay una
frase que dice: en efecto, la actualización del Programa Monetario realizada únicamente
contempla su adecuación a un mayor crecimiento real de la economía, mientras que mantiene
estable todos los otros supuestos del Programa Monetario vigente, entre ellos la evolución
esperada de precios, que en el Programa se mide por el Índice de Precios Implícitos del
Producto Bruto Interno. Es decir que las razones que ha dado la presidenta tienen que ver con
que la modificación del Programa Monetario solamente está relacionada con una adecuación
de la pauta de crecimiento del producto bruto –queda claro del informe–. Entonces, teniendo
en cuenta que en los años anteriores se ha dado también esta situación… por ejemplo, en
2003, el Programa Monetario hablaba de un crecimiento del producto bruto de un 3 por
ciento, y terminó habiendo un crecimiento real de 8,8 por ciento; en 2004, el Programa
Monetario contemplaba un 4 por ciento de crecimiento, y terminó habiendo un 9 por ciento;
en 2005, 5 por ciento y 9,2 por ciento; en 2006, 6,2 por ciento y 8,5 por ciento; en 2007, 7,4
por ciento y 8,7 por ciento; en 2008, 7,2 por ciento y –acá sí ha habido una merma– 6,8 por
ciento; en 2009, 4 por ciento y 0,9 por ciento; y en 2010, 2,5 por ciento y, real estimado,
ahora, como argumento de modificación del Programa Monetario, 9 por ciento de
crecimiento. ¿Por qué, entonces, en los años anteriores no hubo modificación del programa
monetario y sí en este año? ¿Cuál es la razón?
Con relación a los datos, desde el punto de vista de la demanda monetaria, y después
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tal vez un análisis desde la oferta, el cálculo, la expectativa en el Programa Monetario original
para el “M2” estaba en 18,9 por ciento y ahora se modifica a ¿29,4 por ciento? Hay un
incremento de diez puntos.
Sra. Marcó del Pont. — Sí.
Sr. Morales. — ¿Sí?
Sra. Marcó del Pont. — Pero es menor, no es de esa magnitud. Usted está tomando no el
escenario base, que es el que se proyecta, sino los que surgen de las bandas de variación. En
el escenario base, este viejo Programa Monetario tenía del “M2” total una variación a
diciembre del 14 por ciento. Son diez puntos.
Sr. Morales. — Considerando un crecimiento de 2,5 del producto y una inflación de 8,9 por
ciento, que no se modifica esa pauta inflacionaria, esto daba un “M2” del orden del 12 ó 13
por ciento. Siempre se ha generado una expectativa con un colchón para sostener un
crecimiento mayor que el estimado. Puede ser que había en la estimación originaria, en el
Programa Monetario originario, un colchón de 6 ó 7 puntos por ciento. Si esto no es así, luego
me lo responde. Entonces, ese colchón podía prever, sin modificar el Programa Monetario, la
mayor expectativa de crecimiento; es decir, ir de 2,5 a 9 por ciento.
Si el “M2” se modifica en diez puntos, para nosotros la conclusión —podemos estar
equivocados y acá hay un punto de debate— es que ese 10 por ciento de incremento en el
Programa Monetario tiene que ver con el reconocimiento de una inflación implícita del orden
del 20 por ciento o, por lo menos, de diez puntos más de inflación. Entonces, nos llama la
atención que si no ha habido modificaciones al Programa Monetario en años anteriores
cuando hubo desvíos en cuanto al cálculo del producto bruto y este año sí, es porque este año
la autoridad monetaria y el Poder Ejecutivo están sincerando una inflación implícita del orden
del 20 por ciento. Me gustaría saber si esto es así o no; y desde el punto de vista de la oferta,
la mayor demanda de dinero del propio Estado, del Tesoro. Le pregunté el tema de los plazos
fijos de la ANSeS; sería bueno que nos haga llegar un análisis de plazo fijo con el tiempo y la
composición de los plazos fijos para que veamos cómo han ido funcionando…
Sra. Marcó del Pont. — Pero, insisto, ANSeS es marginal dentro del…
Sr. Morales. — Correcto. Por eso, le pido que cuando puedan nos hagan llegar la evolución
de los últimos cinco años de los plazos fijos.
Otro interrogante o duda: —aparte de que habría un reconocimiento implícito de
mayor inflación y por eso es la modificación del Programa Monetario— decimos que, desde
el punto de vista de la oferta, también tiene que ver con estos 25 mil millones que estaban en
ese cuadro, que va a transferir el Banco Central al Tesoro; nos gustaría saber si esta no es otra
razón, reitero, desde el punto de vista de la oferta, las transferencias del Banco Central para
atender mayores demandas de gastos que, desde nuestro punto de vista, en algunos rubros es
desmedida, por ejemplo que pasemos a gastar mil millones de pesos en publicidad y mil
millones de pesos en Fútbol para Todos, entre otros rubros. Nos parece que el Estado debería
controlar un poco, ya que consideramos que hay una demanda en algunos ítems bastante
voraz de los recursos del Tesoro.
Asimismo, nos gustaría saber si ha crecido o se ha modificado el patrimonio neto del
Banco Central desde enero hasta la fecha. Solicitamos un breve análisis sobre los estados
contables hasta acá; ha habido un incremento en las reservas, pero —reitero— si es que
realmente hubo un crecimiento del patrimonio neto del Banco Central y más o menos cómo
sería la composición de activos y pasivos.
Sra. Marcó del Pont. — Eso lo traje.
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Sra. Presidenta. — Mercedes, me disculpás un segundo.
Simplemente, deseo señalar que la sala tiene que ser ocupada y nos han dado un plazo
más. Entonces, lamentablemente, voy a pedirles que seamos breves en nuestras
intervenciones. En todo caso, tendremos que hacer más reuniones.
Sra. Marcó del Pont. — Con respecto a las primeras dos preguntas que tienen que ver con el
tema de los precios que utiliza el Banco Central, nosotros obviamente utilizamos toda la
información oficial. Utilizamos todos los indicadores de precios que tiene el INDEC y —
como les explicaba al principio— esencialmente lo que utilizamos como insumo más tiene
que ver con los precios mayoristas que acompañan no solamente la evolución de precios
implícitos del consumo, de la inversión y del conjunto del producto, sino también miden lo
que ocurre en términos del impacto de los precios de los bienes importados, del sector
primario, del sector de servicios, etcétera. Utilizamos todo el conjunto de precios para evaluar
las distintas realidades; pero fundamentalmente en lo que hace a la formación del modelo del
Programa Monetario utilizamos el Índice de Precios Implícitos. Ahora, este Índice de Precios
Implícitos, que es promedio de 9, nos da distinto a lo que son los precios implícitos del
consumo o lo que son los precios implícitos a nivel sectorial. Creo que esto es importante,
porque a veces se segmenta demasiado la discusión acerca de los indicadores de precios que
mide nuestro INDEC. En realidad, cuando uno empieza a ver la desagregación, fenómenos
como los que usted planteaba, que también identifican algunos indicadores del interior del
país, tiene que ver con los servicios privados que sabemos que están creciendo y que ha
habido una recuperación a partir del segundo trimestre del año.
La pregunta del millón es por qué están aumentando los servicios privados y qué pasa
con esa capacidad de oferta, si lo podemos asociar a cuestiones monetarias o tiene que ver
con otros fenómenos. En términos de la evolución de los indicadores de negociación salarial,
de los parámetros para negociación salarial, lo que uno sí advierte en Argentina —y eso es
absolutamente categórico— es que ha habido una recuperación muy importante de la
participación de los trabajadores en la distribución funcional del ingreso.
Ahora bien, si uno lo mirara desde una perspectiva histórica muy larga, puede advertir
este deterioro permanente del salario real de Argentina, que tuvo sus picos en las
hiperinflaciones y, además, en ajustes estructurales del mercado de trabajo en la década de los
‘90. Argentina va a tener que seguir por mucho tiempo ajustando sus remuneraciones, sobre
todo hacia el interior de determinados sectores que están más retrasados relativamente dentro
de los trabajadores formales, para seguir aumentando la participación de los trabajadores en la
distribución general del ingreso. Creo que es importante porque medimos la torta de la
riqueza que produce y se produce y esta torta de expansión de la riqueza que se mide, en
general, con precios implícitos no con precios al consumidor, lo que se advierte es que para
que aumente esa participación de los trabajadores van a tener que seguir creciendo las
remuneraciones por encima del nivel general de precios con que se ajusta la economía a nivel
nominal.
Y después, las últimas tres preguntas, que son interesantes.
Al final había limpiado un poco de filminas para no hacerlo tan denso, pero habíamos
traído una que comparaba…
Sr. Morales. – Perdón. Solamente le había preguntado si creía al INDEC o no.
Sra. Marcó del Pont. – Sí, por supuesto; nosotros trabajamos absolutamente con todos los
indicadores de precios del INDEC.
Ahora, ¿por qué hubo otras etapas históricas donde efectivamente…?
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Acá quisiera hacer una breve corrección. El programa monetario se cambió dos veces
en la Argentina: en los años 2002 y 2003. Porque efectivamente las proyecciones que se
planteaban se habían corrido de lo que era la evolución real de las variables
macroeconómicas. Lo que sí es cierto en términos del incremento de la diferencia del
aumento del producto real respecto del proyectado es que nunca hubo una diferencia de la
magnitud que encontramos este año. La más importante se dio en el 2005, que fue del 4,2 por
ciento respecto de la que estamos verificando ahora, que es del 6,6 por ciento. Pero que si lo
miramos con el gráfico que mostré al principio, donde tomábamos la evolución punta a punta
a diciembre -porque la meta del programa monetario es a ese mes y a partir de un indicador
de producto-, lo que se advierte es que esa diferencia es de 8 puntos porcentuales. Y tampoco
podemos ignorar que esta diferencia, la miremos desde promedio contra promedio de 6,6, que
es la más alta de los últimos años en la Argentina, o punta a punta de casi 8 puntos, se da
después de un proceso de caída en términos de una diferencia negativa, como usted bien
señaló, que había ocurrido en el año 2009 y una desaceleración sucedida en el año 2008.
Entonces, esto que mostraba en los gráficos anteriores acerca del crecimiento que se
está dando ahora en los agregados monetarios tiene que ver con una economía que cayó y se
desmonetizó fundamentalmente en la etapa de la crisis internacional y que ahora se está
remonetizando. Es por eso que no se puede plantear una relación lineal.
Y esto tiene que ver con la otra pregunta. No es uno a uno esa diferencia en términos
cuantitativos. Lo que nosotros tenemos es un modelo y lo cargamos con determinadas
variables e insumos.
Nosotros dijimos: de esos insumos queda igual todo lo que se había proyectado
originariamente; y nos da una demanda. Entonces, ¿por qué la elasticidad es más que uno a
uno? Precisamente, porque se está dando ese proceso de remonetización. Y para que eso
ocurra necesariamente el numerador tiene que crecer más que el denominador. Por lo tanto, la
elasticidad no es uno a uno.
Entiendo la pregunta porque uno está tentado de hacer una regla de tres simple. Pero el
modelo corre de determinada manera: adecua la cantidad de demanda de dinero que es
consistente con un determinado nivel de crecimiento económico.
Había traído un capitulito referente a la transferencia de utilidades porque entendía
que les podía interesar.
Antes que nada quiero aclarar esto. Aunque hubiéramos transferido cero pesos al
Estado nacional en términos de utilidades, no habríamos podido cumplir el programa
monetario.
Lo que mostrábamos en los gráficos anteriormente es que el desfase se da
fundamentalmente en lo que es el M2 privado. Y lo que acompaña el M2 privado es
justamente el dinero transaccional de los actores privados ante el crecimiento económico.
Hicimos todos los ejercicios, porque venimos trabajando muy coordinadamente con el
sector público. Y precisamente pudimos llegar a junio cumpliendo como lo hicimos porque
acordamos con ese sector que sobre todo en los meses de julio y agosto, donde tendríamos
que expandir mucho la cantidad de dinero ya que íbamos a intervenir en el mercado de
cambio, no le transferiríamos utilidades. De hecho, de los 23.500 millones de pesos de
utilidades que tuvo el Banco Central en el año 2009, hasta ahora transferimos 4.500 millones,
de los cuales se habían monetizado, hasta la semana pasada, solamente 1.500 millones de
pesos.
Entendamos esto: la responsabilidad fundamental en términos de creación de dinero
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tiene que ver con el crédito y con la participación del Banco Central comprando los dólares.
Parte de esa monetización es esterilizada.
Usted me preguntaba sobre el patrimonio neto del Banco Central. Aumentó, en lo que
va del año -entre diciembre de 2009 y agosto de 2010-, 6.700 millones de pesos.
Aquí nosotros trajimos una composición de lo que son los activos y los pasivos del
banco. Porque es interesante marcar algo. A veces se dice que la esterilización de los dólares
que compra le genera un costo cuasi fiscal, etcétera. Es importante ver cómo están
compuestos tanto los activos que se ajustan en algunos casos… Los títulos públicos,
obviamente, por la cotización; las reservas internacionales, por lo que rinden, que es muy
poquito. Por eso la ecuación de pagar con deuda o con parte de reservas era casi una decisión
de sentido común frente a unas reservas que prácticamente no estaban devengando ningún
interés en las colocaciones internacionales. Solamente de los pasivos del Banco Central, lo
que ajusta, lo que genera cuasi fiscal -porque nosotros remuneramos-, son las Lebac y las
Nobac. El resto de los pasivos -la base, las cuentas que tienen los bancos en el Central,
etcétera- no son remunerados, o sea que son un conjunto de pasivos donde la única porción
que es remunerada es la de las Lebac y las Nobac.
Esto, en lo que hace a la composición de activos y pasivos. Pero también nos pareció
interesante, para desmitificar esta idea de que el Banco Central se estaba generando, dentro de
sus activos, un peso insostenible de lo que eran los títulos o los instrumentos de crédito al
sector público, hacer una comparación no solamente internacional. Es interesante esta
comparación de la Argentina que hoy tiene un 34 por ciento -y acá incluye las dos letras de
pago al Fondo y de pago con reservas a la deuda pública externa- frente, por ejemplo, a países
como Brasil que tienen una participación dentro de sus activos de todo lo que es deuda con el
sector público del 59 por ciento. Y también, si lo miramos desde una perspectiva histórica:
desde el año 2004, que era muy superior; el 2005, el 2006…
Entonces, la verdad es que la participación del crédito al sector público dentro de los
activos del Banco Central no es alta en términos históricos, pero tampoco lo es respecto de lo
que ocurre con otros bancos centrales del mundo.
Esta filmina si quieren se las muestro, porque me parece bastante elocuente. Aquí se
muestra cuál ha sido la evolución de los capitales de los Bancos Centrales.
Por Carta Orgánica, lo que no capitaliza el Banco Central es obligación que sea
transferido al Tesoro de la Nación. Pero cuando se decide qué capitalizar y qué no, se debe
tener en cuenta también cómo nos sentimos cómodos respecto del capital que tiene el Banco
Central. Y la verdad es que es altísimo con relación a todos los parámetros internacionales.
Fijémonos en el caso de Chile, que tiene un capital negativo del 10 por ciento y le transfiere
utilidades al Tesoro. Y nadie se plantea que por eso esté perjudicando u obstaculizando el
normal funcionamiento y el rol del Banco Central en la economía chilena.
También es importante tener en cuenta que el Banco Central de la República
Argentina está muy bien capitalizado tanto en términos de producto y de lo que son los
niveles internacionales, como respecto de sus activos.
Fíjense en este otro gráfico. El capital del Banco Central de la República Argentina
respecto de su activo es muy alto. Ni hablar de los que tienen capital negativo respecto de los
activos. Es un muy buen nivel de capital.
Por eso, cuando nosotros nos planteamos la distribución de utilidades –lo cual
próximamente vamos a tratar en el Directorio del Banco Central-, estamos tomando esos
datos.
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Más allá de que no existen muchas convenciones en el mundo acerca de por qué se
capitaliza o no un banco central -hay mucha discusión respecto de cuál es el sentido de
hacerlo dado que no es una entidad comercial-, creo que es importante poner y ubicar este
tema en el contexto de lo que ocurre en otros bancos centrales.
Lo que vamos a distribuir de utilidades lo hemos acordado en el marco de la
coordinación que tenemos con el Ministerio de Economía para que se haga con el cronograma
y de forma tal que al Banco Central le sea coherente con sus proyecciones de expansión de
dinero. Y que además es coherente con un aumento estacional enorme que tiene la demanda
de dinero en la Argentina, que se da precisamente en el mes de diciembre.
Entonces, el principal efecto expansivo en materia de transferencias, o de
monetización de esas transferencias –porque distinto es transferirlo y que después el sector
público lo monetice–, se va a dar en aquella etapa en donde disminuye la participación del
Banco Central estacionalmente en el mercado de cambio, pero aumenta la demanda de dinero
por el aguinaldo, las fiestas, etcétera. No obstante, eso ha sido muy coordinado en el
cronograma de transferencia, que es consistente con nuestras proyecciones monetarias,
justamente.
Sr. Morales. – El senador Sanz desea una aclaración sobre alguna pregunta.
Sr. Sanz. – Recién le escuché decir con absoluta contundencia –lo cual es muy respetable–
que usted no solamente le cree al INDEC sino que trabaja funcionalmente, como presidenta
del Banco Central, con los índices de éste. Me parece una opinión muy respetable, pero que
nos coloca en un problema institucional.
El Banco Central tiene una relación con esta Cámara que le deviene en virtud de la
ley. Usted está acá, precisamente, en cumplimiento de esa ley, para que el Senado tome
cuenta del Programa Monetario. Y el Senado también participa activamente en el Banco
Central, a través del nombramiento de sus responsables: tienen que pasar por el acuerdo de la
Cámara alta. El problema institucional es que a ese INDEC al cual usted le cree y con el cual
usted trabaja, hace veinte días, este Senado, en una votación de 39 votos contra 24, declaró
que no le cree institucionalmente. Entonces, ¿cómo reflexiona usted respecto de este
problema institucional?
Sra. Marcó del Pont. – No; de ninguna manera advierto que haya un problema institucional.
El Banco Central, como entidad autárquica del Estado nacional, tiene que trabajar con los
índices oficiales. Si yo no creyera en el Estado nacional, no estaría desempeñándome como
presidenta del Banco Central, además de estar absolutamente comprometida con la política
económica que se desenvuelve a nivel nacional.
Sr. Sanz. – La Cámara de Senadores es parte del Estado.
Sra. Marcó del Pont. – Por eso.
Lo que yo le estoy diciendo –me parece que se están mezclando los puntos– es que los
insumos que nosotros utilizamos para elaborar todos nuestros trabajos económicos y de
seguimientos de precios, obviamente, se sustentan en las fuentes oficiales.
Este es un tema, la discusión acerca de qué índices, que se discute en la Argentina y en
todo el mundo. Nosotros tenemos muy claro qué es lo que mide, qué realidad de la dinámica
de precios mide el IPC del Gran Buenos Aires, de la República Argentina; en qué estrato está
concentrado; en qué segmentos; cuáles son los factores que sirven de ancla a ese IPC, como
recién reflexionaba, que tiene que ver con muchos precios administrados.
Entonces, no utilizamos el IPC solamente; utilizamos todos. Utilizamos la canasta de
alimentos, y entonces ahí vemos qué esta pasando con la canasta. Como usted sabe, el IPC
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oficial da prácticamente el 18 por ciento…
Sr. Morales. – Lo que pasa, presidenta, es que acá…
Sra. Marcó del Pont. –… en términos de variación interanual. O sea, nosotros tomamos
los…
Sr. Morales. –… no nos planteamos una cuestión de metodología, de debate metodológico,
sino de manipulación de la información en el INDEC por parte del gobierno.
Sra. Marcó del Pont. – Pero es otro debate.
Sr. Morales. – Esto es lo que se planteó en el Senado.
Sra. Marcó del Pont. – Si el Congreso de la Nación hace una modificación legislativa que
supone algún cambio a nivel de la institución del INDEC, obviamente el Banco Central se
adecuará a esa realidad. Pero me parece que el problema institucional lo tendríamos en una
parte del Estado nacional que utilizara otros índices. Además, estoy absolutamente
convencida de que ese conjunto amplio de precios y de indicadores económicos que elabora
el INDEC son los mejores indicadores que hoy existen en la Argentina.
Sra. Presidenta. – Tenemos poco tiempo; me están apurando.
Creo que este es un debate central, porque, indudablemente, el IPC es el mejor
indicador del consumo y, por supuesto, de la marginación y de la pobreza. Sabemos que
cuando uno no controla el tema inflacionario, la verdad es que se está trabajando con un
impuesto absolutamente regresivo, que cae sobre la población más vulnerable. Entonces, creo
que es importante justamente por lo que remarcaba al principio: la manda constitucional.
Tiene la palabra la señora senadora Osuna.
Sra. Negre de Alonso. – Permítanme una interrupción.
Estoy tratando de conseguir otro salón para dejarlos que continúen.
Sra. Presidenta. – De todas maneras, no nos queda mucho. Resta que hagan uso de la palabra
la senadora Osuna, la senadora Corradi… En 15 minutos terminamos.
Tiene la palabra la señora senadora Osuna.
Sra. Osuna. – El senador Calcagno me ha pedido una interrupción, así que se la concedo
antes de yo hacer uso de la palabra.
Sr. Calcagno y Mailmann. – Muchas gracias, senadora.
Quería preguntar al senador Sanz si él considera que esta reunión se enmarca dentro
de lo que es la Carta Orgánica del Banco Central, artículo 10, inciso i). Era una simple
pregunta, por sí o por no; no era para polemizar.
Sr. Morales. – El senador Sanz ha salido, así que cuando vuelva.
Sr. Calcagno y Mailmann. – Muy bien.
Después, quiero tener precisiones respecto de…
Sra. Presidenta. – Yo creo que dentro del artículo 3º también se enmarca.
Sr. Calcagno y Mailmann. – Estoy en uso de la palabra. Gracias, presidenta.
Sra. Presidenta. – Del 3º, del 7º, del 9º…
Sr. Calcagno y Mailmann. – No le concedí la interrupción, presidenta. Por lo tanto, voy a
seguir en uso de la palabra, gracias a la interrupción que me otorgó la senadora Osuna, para
conocer cuáles son los fundamentos teóricos y la consistencia de lo que usted llamó recién
“impuesto inflacionario”. Es un tema que podremos tratar, sin dudas, en los próximos días.
Gracias, senadora Osuna.
Sra. Osuna. – Aunque tarde, gracias por estar presente acá, más allá de los componentes
reglamentarios que ya se han citado. Creo que habla de un fuerte compromiso y una buena
disposición, a la que, además, nos ha tenido acostumbrados la presidencia del Banco Central
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con su presencia. No es la primera oportunidad.
Quiero ir a la pregunta, pero introducirla con dos o tres cuestiones.
La primera es que no puedo dejar de señalar lo que a todas luces surge de los
comentarios hechos por la presidenta, más allá de las ponderaciones al ex presidente Frondizi.
La verdad que la asociación hecha o la ligazón entre emisión, incrementos de salarios e
inflación da cuenta de una raíz fuertemente ortodoxa en sus apreciaciones y análisis
económicos realizados en lo que va de la reunión.
Por otra parte, creo que es interesante también este intercambio en virtud de que
quienes mayormente han hecho uso de la palabra han tenido una responsabilidad de gobierno.
Creo que, desde esa lupa, es muy interesante ver cómo se ha accionado y cómo se han
resuelto problemas concretos de la economía argentina en materia de inflación real, efectiva,
como acá han dado cuenta algunos de los gráficos que hemos visto, y lo que hoy sucede.
La pregunta, concretamente, presidenta, es la siguiente. Usted ha informado sobre la
modificación del Programa Monetario; y yo quisiera preguntarle una cuestión relacionada con
un encuentro que hubo en mi provincia el viernes pasado con motivo del Día de la Industria.
Allí, representantes de la UIA y de la UIER –que sería la Unión Industrial de Entre Ríos–
tenían fuertes e importantes coincidencias en relación con expectativas de que las reglas de
juego económicas posibiliten que efectivamente se haga viable el crédito para la pequeña y
mediana empresa.
Es verdad que usted ha planteado acá los datos de la capacidad instalada y las
posibilidades de ampliación que tiene la producción en relación con esa capacidad instalada;
pero entiendo que esos son promedios. En el caso de la provincia de Entre Ríos, lo que se
demostraba en relatos de ese día y en informes de algunos empresarios y de la organización
era esta necesidad y este mayor compromiso del sistema financiero argentino con la
posibilidad de acceso al crédito, y de acceso al crédito en determinadas condiciones.
Esta modificación del Programa Monetario y la transferencia o flujo de lo que sería el
ahorro o el dinero transaccional de “M2” a “M3”, ¿puede posibilitar efectivamente que se
habilite un incremento de líneas de crédito vinculado con el desarrollo productivo? ¿Esto es
posible o además se requieren otros componentes, como puede ser una reforma de la Carta
Orgánica del Banco Central o algún otro elemento o factor que opere dentro de la política
económica para que, efectivamente, el sistema productivo argentino y particularmente las
pequeñas y medianas empresas tengan posibilidades de acceder a un crédito que contribuya al
dinamismo que la economía argentina ha logrado en estos últimos años?
Sra. Marcó del Pont. — Creo que las modificaciones legislativas, fundamentalmente,
tendrían que adecuarse al nuevo modelo económico y social de la Argentina. Por ejemplo, hay
que pensar que la Carta Orgánica que hoy nos rige, efectivamente, se modificó en el año 92.
Con esa modificación, sobre todo en lo que era el objeto del Banco Central, se alteró de cuajo
todo lo que había sido la tradición histórica del Banco Central, desde su creación en el año 35,
donde siempre había tenido objetivos múltiples y donde se planteaba la necesidad de la
estabilidad en forma consistente con el empleo y el crecimiento económico.
Me parece —ojalá se pudiera dar también en estos ámbitos— que tenemos una
enorme responsabilidad en cuanto a sacarnos esas viejas ideas que son de un pensamiento que
nos llevó al recurrente fracaso y volver a reconciliar la posibilidad de la estabilidad con el
crecimiento y con el empleo. Considero que ése es uno de los objetivos fundamentales y que
todavía hay muchísimo que debatir porque, de lo contrario, nos quedamos en esta encerrona
donde, a veces, todo genera miedo, ya que en realidad en nuestro cerebro lo que sigue
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funcionando es la vieja forma de abordar los problemas económicos de Argentina.
La cuestión del crédito creo que es una de las tareas pendientes todavía; tiene que ver
algo con cambios normativos y, también, con una actitud del sistema financiero argentino
donde, evidentemente, todavía hay nichos de negocios de inserción del sistema privado
fundamentalmente que son muy rentables.
Cuando ingresé al Banco Central lo primero que hice fue sentarme con los referentes y
los presidentes de los bancos y preguntarles por qué no estaban prestando a más largo plazo.
Entonces, ellos plantearon que con depósitos a tan corto plazo —como los que usted
planteaba— no podían fondear a crédito de inversión a más largo plazo. Nosotros tomamos
esa inquietud y, a partir de allí, diseñamos una política de fondeo a los bancos que tenga que
ver con esto que usted planteaba y con esta inquietud que tienen los bancos de decir “bueno,
nosotros aspiramos a prestar a cinco años a tasa fija, pero no tenemos garantizado tener los
depósitos de aquí a cinco años para sostener esa oferta de crédito”. Entonces, salimos con esta
línea de fondeo dentro del marco normativo y por lo que nos permite hoy la Carta Orgánica
del Banco Central para que los bancos presten —vamos a licitar parte de esos fondos— a tasa
fija a cinco años. Creo que existen algunos resquicios, pero evidentemente toda la normativa
no está pensada para que los bancos y el sistema financiero desenvuelvan ese objetivo de
desarrollo al que usted estaba haciendo referencia.
Por eso, creo que es muy sano que estemos debatiendo en el Congreso de la Nación
tanto la ley de entidades financieras o eventualmente la Carta Orgánica, cuáles son los grados
de libertad que también tiene la autoridad monetaria para regular el funcionamiento de
determinados mercados, promover niveles de tasa de interés más razonables y consistentes
con las tasas de ganancias del sector real de la economía, etcétera. Reitero, considero que es
muy sano que se discutan estos temas. Efectivamente, necesitamos tener una legislación que
sea funcional a este proyecto, que no tiene nada que ver con el proyecto anterior en términos
del proceso de acumulación.
Ahora bien, debemos darnos este debate previo y tener la capacidad de no asustarnos
cuando nosotros decimos que vamos a crecer más, que por lo tanto necesitamos crear más
dinero, que eso no va a producir más inflación porque es consistente y coherente y que no
negamos el problema de los aumentos de precios, pero estamos viendo que son razones
estructurales, que son razones de oferta. Hay mucha teoría escrita que fue borrada por el
pensamiento convencional acerca de las fuentes estructurales y de oferta de los problemas de
la inflación en los países. Entonces, me parece que si no tenemos la capacidad para dar estos
debates previamente, nos vamos a asustar cuando los bancos empiecen a prestar… El Banco
Central crea dinero directamente, después está lo que se llama “el multiplicador del crédito”.
El multiplicador de crédito es la expansión secundaria, es la que hacen los bancos a través del
crédito. Si realmente vamos a avanzar en un proceso de incremento de esa capacidad
secundaria de crear crédito vinculado a la producción y, por el otro lado, vamos a estar
preocupados por cómo van a crecer los agregados monetarios a partir de eso, me parece que
terminamos en una encerrona. Por eso, considero que es importante que hagamos esta
discusión sobre cuáles son los desafíos de la política monetaria en un país que aspira a seguir
creciendo y distribuyendo.
Sra. Negre de Alonso. — Simplemente, presidenta, quiero decirle que lamentablemente el
salón que fui a pedir está ocupado también y hay cuatro personas invitadas para la reunión de
hoy. Le pido disculpas, pero necesito que me desocupen la sala.
Sra. Presidenta. — Tiene la palabra la señora senadora Corradi de Beltrán. Le pido, por
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favor, que sea breve.
Sra. Corradi de Beltrán. — Seré breve porque mi pregunta se complementará con la
anterior.
Celebro que estemos hablando en un contexto de crecimiento económico, que estemos
hablando de que la población más vulnerable hoy tenga una mayor capacidad para demandar
consumo a raíz de la política de la asignación universal por hijo y que estemos hablando de
que continuamos con unos precios internacionales competitivos, un tipo de cambio
competitivo. Creo que dentro de todo este contexto, hablar de la posibilidad de la inflación no
está mal; me parece interesante que hablemos también sobre ese tema.
Mi pregunta apunta al tema del crédito. Nosotros estamos conociendo que el crédito
no ha crecido lo suficiente. ¿Ustedes tienen conocimiento de si las entidades financieras
privadas, dentro de su política crediticia, han preferido a algún sector para otorgar créditos,
por ejemplo, viviendas o para el consumo doméstico en lugar de direccionarlo hacia el sector
productivo, que es lo que nos permitiría esta oferta agregada o este incremento de oferta y,
por supuesto, el incremento de empleo? ¿Hay alguna posibilidad de que desde el Banco
Central se estimule a que las entidades financieras privadas puedan direccionar su política
crediticia hacia este sector, al sector productivo de la economía?
Sra. Marcó del Pont. — Sí, hay un diagnóstico donde se muestra que no solamente es
chiquito el crédito en Argentina, sino que está fundamentalmente sesgado hacia el crédito al
consumo y al crédito personal; son los bancos públicos en gran medida los que cumplen y
algunos bancos cooperativos. Asimismo, hay bancos privados que son agentes financieros en
las provincias, que están cumpliendo un poco más el rol de estímulo y de financiamiento de la
actividad, de las empresas. Evidentemente, hay muchísimo por hacer en ese sentido. Los
únicos mecanismos que hoy por la Carta Orgánica tiene habilitados el Banco Central se
relacionan con la posibilidad de redireccionar crédito a través de los encajes para las pymes y
para las economías regionales.
Nosotros permanentemente estamos viendo cómo es la evolución del crédito y las
distintas alternativas eventualmente para utilizar algún mecanismo que tengamos habilitado
para promover todavía más el crédito a las economías regionales y a las pequeñas y medianas
empresas.
Sra. Corradi de Beltrán. – ¿Y ustedes han detectado, en base a esta política que están
implementando, que los bancos privados no asignan recursos o parte de su crédito a este
sector?
Sra. Marcó del Pont. – Si uno ve cuál es la tasa de crédito de adelantos al sector de las
empresas, que está en el 16 ó el 17 de promedio, y lo que son las tasas al consumo, que están
entre el 30 y el 40 por ciento, obviamente la inercia, lo que lleva a prestar a ese segmento…
El desafío es ver cómo se buscan otros mecanismos para estimular. Además,
entendiendo que la banca no es única, están los bancos que tienen banca universal más
especializada.
Creo que esos son los debates que nos tenemos que dar en adelante. Pero
efectivamente, es poco crédito; y es poco para la actividad productiva.
Tenemos mecanismos del Banco Central y los estamos implementando. Y vamos a
impulsar más, aun dentro de la normativa como está vigente hoy.
Sra. Corradi de Beltrán. – ¿O sea que esto puede contribuir a mejorar el sector productivo?
Sra. Marcó del Pont. – Sí, por supuesto.
Sra. Presidenta. – Muchísimas gracias.
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Quiero agradecer a todos los presentes. Al vicepresidente del Banco Central también,
a pesar de que en abril nos dijo que por más factores de emisión que había íbamos a poder
cumplir las metas y mantenernos dentro de las bandas… (Risas.)
- Varios señores senadores y participantes hablan a la vez.
Sr. Pesce. – La estimación del crecimiento del producto en abril era muy parecida a la que
había en diciembre. Nadie pensaba entonces que íbamos a crecer 9 puntos.
Sra. Presidenta. – Sin más asuntos por tratar doy por finalizada la reunión.
- Son las 16 y 36.
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