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REPÚBLICA ARGENTINA
VERSIÓN TAQUIGRÁFICA
CÁMARA DE SENADORES DE LA NACIÓN
REUNIÓN DE LA COMISIÓN DE ECONOMÍA NACIONAL E INVERSIÓN
Salón “Eva Perón” — H. Senado de la Nación
29 de mayo de 2012
Presidencia del señor senador Godoy
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Reunión de la Comisión de Economía Nacional e Inversión
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— En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el Salón Eva Perón del
H. Senado de la Nación, a las 16 y 12 del martes 29 de mayo de 2012.
Sr. Presidente (Godoy). — Buenas tardes a todos.
Disculpando a la presidenta de la Comisión, ingeniera Laura Montero, que había
previsto esta reunión para abordar el tema de los planes estratégicos para el sector productivo.
Ya en una reunión anterior habíamos advertido, frente a los proyectos e iniciativas que ha
presentado el Poder Ejecutivo para el sector agropecuario y el sector industrial, de la
importancia de poder invitar a la COVIAR por el plan estratégico para todo el sector
vitivinícola. Este plan que se trabajó de manera intensa con los distintos actores sociales de
las provincias de Mendoza, San Juan y La Rioja.
Recuerdo las reuniones que se hacían con pequeños productores, y esto se tradujo
luego en una ley. Ley que fue muy acordada, muy consensuada e impulsada también no solo
por el sector privado, sino también por el sector estatal. Y creo que ha sido un ejemplo este
plan estratégico. Digo esto por la experiencia que hoy tienen ustedes, que ha posibilitado que
en la región se incremente la producción vitivinícola, que se incrementen las exportaciones de
vino. También se abordó otras actividades que tienen que ver con la uva, como es la uva para
consumo en fresco, la uva para pasas, etcétera.
Así que me parece una buena manera para que puedan explicar ustedes de qué manera
se trabajó. Es una buena experiencia que ha posibilitado de que en alguna medida se vaya
integrando toda la cadena productiva, ya no solo se abordan los problemas de manera
coyuntural, que siempre llegaba la cosecha y había en la reunión entre los distintos sectores de
la actividad vitivinícola para encontrar el mejor precio, y me parece que hoy hay una
actividad que es más previsible. De todos modos, hay que seguir resolviendo problemas que
tienen que ver con la comercialización y con la posibilidad de que los pequeños productores
tengan mejor precio para sus productos. Pero me parece que es una muy buena experiencia.
Por lo tanto, invitamos a los dos representantes de la COVIAR: el señor Lorenzo
Capece, presidente actualmente, y la ingeniera Cristina Brachetta, gerenta general. Así que los
invitamos para que ustedes puedan contar con la experiencia que han tenido con este Plan
Estratégico Vitivinícola.
Sr. Capece. — Para tratar de situarnos vamos a hacer una breve presentación para que sepan
de qué se trata hoy en día la corporación después de los primeros ocho años de vida de la
misma.
Este Plan Estratégico lo pergeñamos en 2001, año que nos provocaba a todos un
escozor el solo recordarlo, y sin embargo la vitivinicultura argentina supo en ese momento
unirse en una idea estratégica y luego de tres años de trabajo tuvimos la Ley 25849.
Le cedo la palabra a la ingeniera.
Sra. Brachetta. — Voy a tratar muy rápidamente —porque lo interesante probablemente va a
ser el intercambio de ideas— de relatarles cómo fue el proceso de formulación del Plan, cómo
fue la puesta en marcha y cómo estamos luego de ocho años de trabajo intenso.
— Durante toda la exposición de la ingeniera Cristina Brachetta se
proyectan diapositivas.
Sra. Brachetta. — La vitivinicultura tenía un punto de partida, que era la relación de
confianza y trabajo que se había construido a lo largo de muchos años entre las distintas
entidades vitivinícolas, los gobiernos de las provincias vitivinícolas y dos instituciones
nacionales: el INTA, radicado en Mendoza y San Juan, con fuerte arraigo en la vitivinicultura,
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y el INV, el Instituto Nacional de Vitivinicultura, que es nuestro organismo fiscalizador.
En esos años se miraba con interés la experiencia australiana, otros de los países
vitivinícolas del nuevo mundo, que estaba ya implementando su plan estratégico. Por otro
lado, se consideraba que existían capacidades formadas para facilitar el proceso de
innovación y de análisis estratégico sectorial. Pero básicamente —como decía Renzo— 2001
y 2002, plena época del que se vayan todos, lo que claramente se identificó es que había un
cambio de época, y que esto constituía un desafío. Por lo tanto, la primera etapa de trabajo fue
comprender qué estaba pasando, entender los cambios globales y derivar las implicancias para
el sector.
La segunda cuestión que se planteó era organizarse, es decir, definir estrategias
colectivas. La tercera cuestión era actuar. Primero, comprender, entender, informarse; después
organizarse de manera colectiva; y actuar. Pero ¿cómo actuar? Creando consensos.
Lo primero en lo que se puso de acuerdo la vitivinicultura era que se iba a avanzar
solo sobre aquellos puntos en los que había consensos. Esto no significaba que hubiera puntos
en los cuales los debates no se saldaban, esos debates quedaron sobre la mesa y muchos de
ellos todavía hoy siguen vigentes. Pero se acordó que en las cuestiones en las que se habían
construido consenso se iba a avanzar de manera efectiva.
¿Cuál fue el proceso? Un equipo técnico de apoyo, que en principio lo aportó el
INTA, y los gobiernos provinciales de Mendoza y San Juan construyeron un foro reducido:
diez técnicos que representaban a estas instituciones y a las instituciones del sector privado.
Cuando el tema ya estaba analizado en el foro técnico, luego pasaba a un foro
ampliado, donde sí intervenían referentes de todos los sectores o subsectores públicos y
privados de la vitivinicultura argentina. Después se hacían los foros regionales de validación,
todavía es esa la metodología que utiliza la vitivinicultura hoy: el tema es trabajado
técnicamente, validado por referentes calificados del sector y pasa al territorio.
Ustedes saben que la vitivinicultura básicamente actúa en oasis, a lo largo de la siete
provincias del oeste argentino, sumándose Tucumán y Córdoba de manera histórica y
incipiente. Esos foros territoriales se siguen haciendo todavía hoy. Se hacían talleres de
difusión claves. El financiamiento para esta primera etapa lo aportó el Fondo Vitivinícola de
Mendoza, una institución que reúne al sector público y privado de la provincia. No voy a dar
detalles, pero es una organización destinada a regular el mercado de vinos y mostos y a
establecer campañas de promoción para sostener el consumo en el mercado interno, uno de
los grandes temas de la vitivinicultura argentina.
Esto transcurrió entre el año 2000 y en 2003 se hizo este proceso. Finalmente se llegó
a la formulación del Plan y establece en su visión que en el año 2020 la industria vitivinícola
argentina se posicione en forma sostenible en el mundo, alcance ventas por 2.000 millones de
dólares y participe con un 10 por ciento del volumen de exportaciones mundiales.
La visión es tratar de ser un proveedor altamente competitivo, respondiendo siempre a
las necesidades de los consumidores y que los vinos sean valorados por la calidad, diversidad,
estilo original y naturalidad. En función de eso, se plantearon en el plan los tres grandes
objetivos estratégicos y es muy sencillo el diseño. El primer gran objetivo es posicionar los
vinos argentinos en los mercados del norte; el segundo, mirar el mercado regional
latinoamericano y reimpulsar el mercado argentino de vinos.
Veníamos de consumir 90 litros de vino por habitante en la década de los años 70 a
menos de 30 litros que se está consumiendo actualmente. Esta fuerte caída en el consumo no
sucedió solo en la Argentina, sino también en el mundo en los grandes países productores y
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consumidores, eso tiene que ver con los estilos de vida con lo que ha cambiado en estas casi
cuatro décadas. Se pasó a un consumo de bebidas con menos alcohol.
El tercer gran objetivo es apoyar el desarrollo de pequeños productores para
integrarnos al negocio. Esta era una elección difícil, pero bien comprometida, que hizo la
vitivinicultura de mantener el modelo productivo de amplia base de sustentación que tiene
actualmente y que tuvo a lo largo de la historia. En eso nos parecemos mucho más al viejo
mundo vitivinícola, a Italia, a Francia, a España, de donde hemos importado el modelo
productivo con más de 15.000 pequeños productores, con una unidad productiva promedio
que está en el orden de las seis o siete hectáreas. Es decir, se trata de pequeños productores
primarios. Y es muy distinta la vitivinicultura de otros países del nuevo mundo como:
Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Chile, donde la producción primara está concentrada
en muchos menos productores.
Se definieron las estrategias, crear la identidad e imagen de la Argentina. Hoy creemos
que ese es un tema en el que se ha avanzado mucho, pero en esa época los vinos argentinos no
estaban posicionados en el mundo. Responder a las necesidades de los consumidores; es
decir, siempre pensando en lo que demanda el consumidor. Mantener los mejores acuerdos
internacionales, lograr acuerdos en muchos casos que no tenemos. Construir un proceso
colectivo de organización e integración, obviamente estos productores para poder subsistir en
un mundo globalizado, la única posibilidad es trabajar en su organización y su integración,
tanto horizontal como vertical. Construir un proceso de innovación tecnológica, es decir,
posicionarlo competitivamente en el mundo.
En el cruce de objetivos y estrategias aparecieron nuestros proyectos, los programas y
propuestas que hoy se están desarrollando. Ahora bien, con el plan formulado y en pleno
2002—2003, claramente había que definir con qué se financiaba este plan. Entendiendo que
el Estado en ese momento, tanto a nivel provincia como Nación, tenía pocas posibilidades de
financiar este tipo de iniciativas, el sector privado de la vitivinicultura decidió autoimponerse
una contribución con que financiar el plan, y así se presentó al Congreso Nacional y
rápidamente obtuvo por unanimidad una ley nacional que sancionó el plan y que estableció
una contribución para financiarlo que aportan las bodegas. Es decir, los establecimientos
industriales aportan una cuota con la cual se financia el plan, aspirando a luego el Estado,
como de hecho ha sucedido, ustedes lo van a ver en números, aportara también
financiamiento público.
Habría que crear una institución para gestionar este plan y hacer la tarea tanto de
recaudación de los fondos, como la erogación en los distintos programas y proyectos, y así
nació la Corporación. Se trata de una institución de derecho público no estatal, es un cuerpo
colegiado que busca lograr consensos, está organizado y administra los recursos que se
recaudan. Está integrado por prácticamente todas las instituciones de las distintas provincias
vitivinícolas que representan al sector privado, son muy pocas las que no participan y está
integrada por los gobiernos de todas las provincias vitivinícolas, de las siete que reconocemos
como estrictamente vitivinícolas, por el INTA y por el Instituto Nacional de Vitivinicultura.
Entre los años 200 y 2006, el plan se puso en marcha con cinco primeros proyectos,
voy a hacer una rápida referencia al respecto. Proyectos de promoción genérica para el
consumo de vinos. Tal vez recuerden aquella publicidad de César, “vino para todo el mundo”.
Básicamente estuvo orientada a recuperar el consumo en la base de la pirámide, tratando de
volver a aquél consumo histórico sobre el cual muchos de nosotros crecimos, del vino con
soda en la mesa familiar, tratando de desolemnizar el consumo de vino.
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En los últimos años, parecía que para tomar vino solamente había que ser un
entendido y eso le había costado caro a la vitivinicultura. Entonces la publicidad genérica
reorientó sin contradecir muchos de los logros que los vinos de alta gama habían logrado, sin
contradecirlo, sin contraponerlo, pero tratando de volver a posicionarnos en el consumo
interno como el fuerte que sostiene la vitivinicultura argentina.
Se crearon los centros de desarrollo, primeras experiencias en Mendoza y San Juan,
que son como una bajada territorial del Plan Estratégico Vitivinícola a los oasis con la
participación del INTA, de Wine of Argentina, nuestra unidad ejecutora del mercado externo
puso en marcha la campaña Copas, los consorcios AACREA desarrollaron el primer proyecto
de estándares de calidad de uva para no sólo propender a la calidad sino también a tener
puntos de referencia con los cuales se negociara la venta de uva o la compra por parte de los
establecimientos; es decir, cuales son esos estándares de calidad.
Como ustedes verán, yo nombré al INTA, a AACREA, a entidades privadas. La
COVIAR no ejecuta los proyectos, no es una unidad ejecutora de proyectos, en el mismo plan
se estableció que no había que crear más burocracia. La COVIAR es una institución que
todavía hoy tiene menos de diez empleados, se dedica a articular con organizaciones públicas
o privadas que ya tengan camino institucional recorrido en temas vitivinícolas. Estas
instituciones son las que ejecutan los proyectos. Ellas presentan las iniciativas o si no las
presentan ellas y COVIAR detecta un tema concreta trata de identificar cuál puede ser la
institución que lo desarrolle. De hecho, aquí hay gente de la Unión Industrial Argentina con
quienes estamos desarrollando un proyecto concreto que se ha puesto en marcha hace un año
y medio aproximadamente.
En 2007 y 2008 ya teníamos doce proyectos en marcha. La campaña de vinos de
Argentina, había girado hacia una mayor conciencia de la argentinidad. Y se lanzó la campaña
Tango mucho más afianzada en lo que es la marca país.
En el mercado interno, se continuaba con la misma idea de llegar a aquellos
consumidores no tradicionales. Claramente, nos han abandonado los jóvenes y las mujeres.
Ese es el target que estamos tratando de recuperar.
Se empezó a trabajar con un convenio con los ministerios de Desarrollo y de
Economía de la Nación con fondos específicos de apoyo para pequeños productores
primarios.
A su vez, se empezó a trabajar junto a la vitivinicultura brasilera, con quien siempre
hemos tenido una relación difícil. Para nosotros, el mercado brasilero es el gran mercado
regional para conquistar. En Brasil, se consume menos de dos litros por habitante, comparado
con nuestros veintisiete o veintiocho. Ahí hay mucho territorio. Pero, la propia vitivinicultura
brasilera es muy proteccionista y cada vez que intentamos avanzar sobre Brasil, ellos que
están radicados, básicamente, en Río Grande do Sur, tienen mucha capacidad para incidir a
nivel del Estado federal. Muchos de nuestros mejores esfuerzos para avanzar en Brasil, se
detienen. El mantener con la vitivinicultura brasilera una relación de mutua colaboración es
una táctica que venimos desarrollando y que está dando sus resultados.
Por otro lado, se empezó con la elaboración de los planes sectoriales. Vitivinicultura
no son sólo los vinos. Es también uva de mesa, pasa y mosto, jugo concentrado de uva.
Empezamos a trabajar en planes específicos para esos subsectores.
Se trabajó con financiamiento del Estado nacional en la Agencia de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas para proyectos de incorporación de tecnología en el sector.
En el año 2009, había diecisiete proyectos en marcha. Ingresamos en el mundo virtual
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de las redes sociales y demás, como una manera de ponernos a tono con el mundo.
Se lanzó la campaña de Verdades Cantadas que apuntó a que el consumidor de los
grandes centros urbanos, como Buenos Aires, supiera que el vino se produce y se fracciona
íntegramente en origen. Desde algunos estudios que hicimos, surgió que la gente creía que el
vino se elabora con productos químicos, que se usan colorantes o se fabrica en Burzaco. Hay
un fuerte desconocimiento del consumidor de muchas cuestiones que tienen que ver con la
genuinidad de nuestro producto.
Se obtiene un financiamiento específico para la integración de los pequeños
productores con un crédito que el BID le otorga al país y que el Estado nacional transforma en
un aporte no reembolsable, a través del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Se trata
de 50 millones de dólares, de los cuales ya tenemos prácticamente la mitad ejecutados.
Financian la integración de productores a bodegas.
Al mismo tiempo, la vitivinicultura hace foros en otros temas que no son
específicamente productivos. Se trabaja también en temas ambientales y sociales como una
manera de apuntar a la sostenibilidad en sus tres aspectos.
Se trabaja en la calidad del mosto argentino. Saben que somos el primer exportador de
mosto en el mundo, del jugo concentrado.
Todo esto, en mesas, donde intervienen todos los sectores, los cuales tienen el mismo
criterio de participación colectiva y búsqueda de consenso.
Se crea el observatorio vitivinícola argentino. En esa foto aparecen numerosas
instituciones, la mayoría de universidades del oeste argentino, los gobiernos y el Instituto
Nacional de Vitivinicultura.
En 2012, tenemos veinticuatro proyectos en marcha. Entre ellos, se encuentran los
centros de desarrollo vitícola. Cada uno de esos jóvenes es un ingeniero que está a cargo de
este centro. Están repartidos en casi todos los oasis.
Nuestro proyecto de negociaciones internacionales está hoy trabajando fuertemente en
lo que llamamos plan estratégico vitivinícola regional. Sería algo más que el Mercosur.
Estamos trabajando para ver si en la cumbre del Mercosur, que se realizaría en Mendoza a
fines de junio, se puede firmar una carta intención entre todos los países de la región para
trabajar en ese sentido.
Se está profundizando la tarea del observatorio vitivinícola. Se ha trabajado con
financiamiento de los derechos de exportación. La vitivinicultura trabajó duramente para
reducir los derechos de exportación. Se logró en el caso de la uva de mesa y la pasa. En el
caso del vino y el jugo concentrado, el Estado nacional decidió no reducir los derechos, pero
sí devolver a la actividad el 50 por ciento de los derechos de exportación que aporta. Ese
dinero va directamente a las arcas de los gobiernos provinciales pero con destino específico
para financiar proyectos del sector vitivinícola. Así se han creado programas con
financiamiento público.
El año pasado se trabajó duramente para obtener este último comercial que a lo mejor
aún lo recuerdan y que hoy también está en la calle en gráfica: “el vino nos une”; donde se
han sumado gran cantidad de artistas que están colaborando en la publicidad del consumo del
vino. Esto todo basado en el logro de la declaración del vino como bebida nacional. Para la
vitivinicultura ha sido muy importante puesto que ha sido la manera de profundizar esto que
sostenemos en relación a que el vino es alimento y que está mucho más vinculado a los
alimentos que al alcohol. Esa declaración o reconocimiento del vino como bebida nacional
que tiene fuerte raíz cultural ha significado para nosotros la posibilidad de promover el
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consumo responsable de una manera diferente y sostener nuestro gran mercado interno que,
como les decía, significa entre el 65 y el 70 por ciento de la comercialización de vinos
argentinos.
Tras ocho años, el proceso es cada vez más complejo. Sin embargo, creemos que
existen algunas condiciones para favorecer el éxito. Estas son la continuidad y el compromiso
de los dirigentes. La COVIAR está liderada por el sector privado. Los gobiernos participan,
pero las autoridades pertenecen siempre al sector privado. Los directores son ad honorem. No
perciben sueldo y trabajan en representación de sus entidades originales. En este momento,
nuestro presidente Lorenzo Capece es de la provincia de La Rioja, de la Cámara de
Productores Agropecuarios de dicha provincia. Hemos tenido un presidente sanjuanino y otro
mendocino. Cada tres años hay elección y no es posible la reelección.
La segunda condición es la visión prospectiva. Siempre se trata de mirar más allá del
hoy. Eso promueve debates. La cuestión de la coyuntura siempre pesa mucho, sobre todo en
el sector empresario. Pero, lo que está claro es que los temas de coyuntura los tratan de
discutir en ámbitos que no son estrictamente la Corporación, aunque los dirigentes son
siempre los mismos. Pero, se ponen la camiseta de la Corporación y miramos a cuatro o cinco
años y cuando salen de la Corporación, tratan de debatir los temas con el hoy.
Hay una buena combinación entre lo deseable y lo posible y se respeta la autoridad del
argumento. Se trabaja mucho en la producción de información, números, datos, informes
cuali y cuantitativos que sirvan como argumento para los debates; de tal manera que no se
utilice el método digito—oscilante, sino que se puedan tener argumentos para los debates.
Les comentaba que la declaración del vino como bebida argentina, ha significado para
nosotros un hito muy importante. Eso nos abre las puertas para seguir trabajando en este
rumbo.
Para terminar, dos o tres cositas más. ¿Cómo se financia el plan? Les decía que la
Corporación administra los recursos que establece la ley. El sector privado ha aportado 60
millones de dólares desde el momento en que la corporación se puso en marcha hasta el día
de hoy. El sector público ha aportado 53 millones de dólares. Ahora ustedes podrán observar
en la sumatoria de los dos que al principio el sector público no estaba muy convencido, pero
después fue interesándose y aportando cada vez más recursos. Aquí claramente está la
incidencia del financiamiento del BID, que entendemos ha sido realmente el gran espaldarazo
que el sector público ha dado al plan, puesto que está ayudando justamente a ese tercer
objetivo: el apoyo al pequeño productor vitivinícola.
Para finalizar mencionaré algunos resultados, principales variables: la cantidad de
viñedos ha decrecido levemente. Nosotros decimos “viñedos” y no “productores” por el tipo
de registro parcelario que tiene la vitivinicultura. Es decir, la vitivinicultura no ha promovido
que crezca la superficie, a pesar de que ha crecido en un 4 por ciento. Sin embargo, nuestro
paradigma es tratar de obtener mayor productividad de la superficie hoy cultivada dado que
hay mucho espacio para eso. Obteniendo mayor productividad, los pequeños productores
obtendrán mayor ingreso, que es básicamente a lo que se apunta.
Tampoco ha crecido mucho el número de bodegas. Sin embargo, han crecido mucho
las ventas del mercado interno. Este es un número medio engañoso porque no está
deflacionado; aun así es un número lo suficientemente impactante como para ponerlo. Lo
mismo sucede con lo que han significado las exportaciones hasta el año 2011, este año
estamos un poquito más complicados, pero el crecimiento de las exportaciones vitivinícolas
ha sido el gran hito al que hacía referencia el señor vicepresidente de la Comisión, más
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todavía si las vemos con relación a las MOA, Manufacturas de Origen Agropecuario. La
vitivinicultura ha crecido más que el promedio de las MOA.
Siete provincias, 1200 kilómetros, 21.000 productores, 2.600 millones de kilos de uva,
1.600 millones de litros de vino, 113.000 puestos de trabajo. Este es un tema importante
porque la vitivinicultura es mano de obra intensiva, no es como otras actividades agrícolas o
agroindustriales que están más basadas en la maquinaria agrícola, entre el 60 ó 70 por ciento
del costo de nuestro producto es mano de obra. Puedo mencionar también 2.100 millones
pagados en salarios, esa es la masa salarial del sector; 1.000 millones de litros
comercializados en el mercado interno, somos octavos a nivel mundial; 6.500 millones de
valor agregado, este es un estudio reciente hecho por la Facultad de Ciencias Económicas de
la Universidad Nacional de Cuyo; 3.400 millones retribuidos al sector en sus principales
proveedores; 3.900 millones de contribución impositiva del sector a los gobiernos; 250
millones de pesos generados por el enoturismo, una cosa que está creciendo firmemente y sin
pausa, y que le está significando a la pequeña bodega toda una oportunidad de desarrollo,
1.000.000 de enoturistas.
Entre los logros adicionales se encuentra esta tarea que logró la disminución de las
retenciones en plena discusión por este tema en el año 2008 y el reintegro que se está
haciendo a los gobiernos provinciales. Los centros de desarrollo vitícola hoy cubren
prácticamente todos los oasis. El programa financiado por el BID ha formado ya más de 60
grupos asociativos, que significa 60 bodegas o establecimientos industriales en el caso de la
pasa o la uva de mesa, asociando a 1.400 pequeños productores que han firmado contrato a 10
años, esta es la condición. Es decir, por 10 años el productor se compromete a vender y la
bodega se compromete a comprar a un precio que pueden acordar de común acuerdo y si hay
desacuerdos, es un precio que una comisión específica creada al efecto dentro de la Bolsa de
Comercio de Mendoza regula. De esa manera, la previsibilidad para la bodega y la estabilidad
para el productor tiene 10 años de horizonte. Como les decía, ya se han ejecutado alrededor
del 50 por ciento de los fondos.
Sr. Capece. — Lo importante ahora es lo que ustedes puedan requerir.
Sr. Presidente. — Queda abierta la ronda de preguntas.
Tiene la palabra la señora senadora De la Rosa.
Sra. De la Rosa. — En primer lugar, deseo darles la bienvenida a la Comisión de Economía
Nacional e Inversión. Si bien hoy no está presente la presidenta, estamos bien representados
por el señor vicepresidente.
Cuando habíamos hablado sobre la posibilidad de invitarlos, también se hizo en el
marco de una discusión que hubo en la Comisión acerca de la necesidad de que la Argentina
tenga planes estratégicos. En ese marco, desde el Frente para la Victoria, nosotros estuvimos
absolutamente de acuerdo en invitarlos. Es más, dijimos que la verdad esto era un ejemplo en
la Argentina y que como nuestro país tiene el Plan Estratégico Territorial y el Plan Estratégico
Agroalimentario (PEA), que es muy importante, esperábamos que estos planes estratégicos en
Argentina siguieran el camino de la COVIAR.
Toda la exposición ha sido como un ejemplo de cómo el sector público y el sector
privado pueden, a partir de planes estratégicos y consensos, ponerse de acuerdo, producir más
y mejorar además la calidad de vida de la gente y de los productores.
Hay un tema que a mí me interesa mucho y que ustedes manejan bien: el modelo
productivo, que tan bien explicaba la ingeniera. En la Argentina estamos adoptando un
modelo productivo diferente de algunos otros países, donde todavía para nosotros es
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importante la presencia del pequeño productor. Entonces, el tema es cómo se ha incorporado
a este modelo estratégico que tiene la COVIAR a los pequeños productores.
Estuve escuchando la exposición y me parece importante también el mecanismo de
consenso en la determinación de costos y precios. Entonces, la pregunta se refiere a cuál fue
el esfuerzo para incorporar al pequeño productor y asimilar que existen modelos productivos
diferentes. Evidentemente para nosotros es mejor incorporar al pequeño productor porque
significa mucho más que un simple negocio en la producción, tiene que ver con la cultura, el
territorio, la apropiación cultural y territorial de la Argentina y, sobre todo, de los productores
de carne y hueso en el campo argentino. Mi inquietud se relaciona con el esfuerzo que han
tenido en incorporar algunos secretos, si es que tienen, en este esquema tan interesante que
han tenido ustedes desde la COVIAR.
Sr. Capece. — Realmente fue uno de los debates más complejos que hemos tenido cuando
armábamos el plan estratégico. Es necesario destacar la cultura del vino, como decimos
nosotros. Nuestra actividad nace con una base social muy fuerte. Cuando Cristina hacía
mención al modelo europeo, en realidad, es un calco. Imagínese empresas multinacionales
que son aportantes del PAN y activos participantes de la corporación pensando en el pequeño
productor. Era muy difícil a priori entender que íbamos a llegar a un buen fin. Sin embargo,
llegamos mucho más fácil de lo que creíamos porque pusimos en valor algo que tiene el
productor en sí mismo. Vender vino no es fácil, si hay algo que sobre en el mundo es vino. Y
cuando uno tiene una vitivinicultura como la argentina, que es demostrable, diversa y con
fuerte raigambre social, es un facilitador o atributo en el mercado del mundo. Pero nosotros
ya estábamos convencidos desde nuestra formación, porque somos pequeños y medianos
productores, —yo represento a una cooperativa que tiene 500 pequeños productores para que
nos entendamos—. Fue mucho más sencillo viéndolo como se ven las cosas dentro del
sistema, que son de consenso y proactivas. Todo lo que nos beneficia, nos une. Y tenemos
que entender de qué vivimos.
A partir del entendimiento fue muy fácil convencernos nosotros, aunque muchos
estábamos convencidos, y convencer a todos los integrantes de la corporación. Hoy, la
vitivinicultura argentina dentro del nuevo mundo tiene una impronta única y eso, creo que lo
estamos sabiendo vender, de hecho estamos creciendo en forma interesante. Lo vemos como
un atributo como una fortaleza.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra el señor senador Barrionuevo.
Sr. Barrionuevo. — Gracias, presidente. Quiero cumplir con una promesa que le hice a la
senadora Montero. En la reunión anterior de la Comisión de Economía, surgió mi promesa a
raíz del proyecto de la senadora en torno a un plan estratégico de cultivos nacional. Ella
expuso brevemente sobre los mecanismos que contemplaba el proyecto de ley que cada uno
de nosotros teníamos también.
En ese momento expresé que me había llamado la atención el proceso participativo
iniciado por el proyecto de ley. Y se menciona que nosotros, en la provincia de Jujuy, lo
habíamos llevado a cabo. Y así fue que le prometí que en la próxima reunión iba a traer el
plan estratégico productivo que elaboró la provincia de Jujuy con la participación de la
Universidad Nacional de Jujuy, todas las cámaras empresariales, todos los sindicatos y toda la
sociedad.
Como no está la senadora, quería cumplir una promesa, y se lo voy a entregar a usted,
señor vicepresidente. Promesa que tiene que ver con el proyecto.
Sr. Presidente. — Tiene la palabra la señora senadora Estenssoro.
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Sra. Estenssoro. — Gracias, señor presidente, gracias a los invitados.
Cuando ustedes exponían pensaba que en la Argentina siempre se habla de la
dificultad de la política para ponerse de acuerdo, pero también es notable la dificultad que hay
en los distintos sectores para armar planes estratégicos para el desarrollo tanto del mercado
interno como del internacional; siempre existen estas desconfianzas para abrir informaciones
y compartir datos y lograr consensos. O también esta la cultura de yo me puedo poner de
acuerdo con el gobernador, gobernadora o jefe de gobierno, siempre está la cultura de
“primeriar” que no solamente se ve en la política, sino que se verifica también en las
iniciativas productivas del sector privado.
¿Qué es lo que ustedes creen que hizo que pudieran pasar por encima de esas
desconfianzas o de esa lógica de para qué compartir con los demás, si puedo sacar una ventaja
para mí? ¿Ya tenían una historia previa? ¿Qué es lo que ustedes creen que ha hecho que
tuviera éxito? No sé, tal vez el riego mendocino. Uno siempre piensa que en esa zona esta
cultura del riego lleva a compartir. Esta cultura que tienen Mendoza, San Juan y las
provincias de la zona. Me interesaría saber su opinión.
Sr. Capece. — En mi adoptada La Rioja no regamos, usamos gota a gota. Es la provincia con
menor recurso hídrico del país. Lo cierto es que es que en todo el sistema geográfico andino
es mucho más compleja la supervivencia.
Y esto, con el respeto que se merece mi patria, a veces es muy poco entendido. La
necesidad, la adversidad provoca una visión mucho más solidaria en la acción. Cuando se
inició este plan había gobiernos disímiles en las provincias, sin embargo entendimos que nos
teníamos que poner de acuerdo porque la situación no daba para el desacuerdo. No teníamos
márgenes para el desacuerdo. Por eso, una palabra tan hermosa como es el consenso en un
país tan complicado para ponerse de acuerdo, fue atractiva se porque la vitivinicultura
argentina tiene centurias de existencia y si hay algo que caracterizaba a nuestros mayores era
el individualismo: “tengo el vino, este es el mejor de todos”. Hasta que salimos de nuestras
fronteras y nos dimos cuenta de lo poco que éramos. Nos dimos cuenta de que no tenía razón
de ser nuestros egoísmos que siguen subsistiendo pero están comprendidos dentro de un
esquema de creatividad y cuando vemos en la Argentina en el mundo, en una exposición con
empresas multinacionales que tienen sede en la Argentina junto productores o cooperativas
peleando por un espacio en el mercado o tratando de cubrir una góndola, te das cuenta de que
el resultado retroalimenta todo esto.
Quizás cuando terminan de escucharnos a nosotros algunos dicen ustedes viven en el
mejor de los mundos. Vivimos en el mejor de los mundos en a partir de que entendimos que
esto era posible. En el 2000 se armó el esqueleto de la idea; cuando en el 2001 estábamos
planteando un programa para el 2020, pido un poco de esfuerzo de imaginación un que vean
lo que recibíamos en contra, porque éramos un grupo muy reducido que decíamos si nosotros
no pensábamos una vitivinicultura al 2020 que para nosotros significan cuatro ciclos, un ciclo
agrícola vitivinícola es de 5 años. Es decir, pongo una planta y dentro de 5 años voy a probar
ese vino. Conceptualmente, el tiempo, para nosotros, era un aliado porque tenemos visión de
tiempo. Mi hijo está plantando y sabe que va a tener ese beneficio, esa pasa de uva dentro de
5 años.
Todo esto facilitó mucho; facilitó la organización previa, algo que todavía estamos
discutiendo dentro de la industria, por ahí tenemos un Instituto de Vitivinicultura que nos
controla y nos exige mucho pero, a partir de que ver que esa exigencia se traduce en
resultados, vemos que ese control del Estado a los que algunos no son afectos. En este caso,
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los resultados de este control han sido altamente positivos. Todo eso se conjugó para que
hiciéramos esto.
Sr. Bermejo. — Muy brevemente. Creo que por la mayor fortaleza que tiene la COVIAR es
que se ha podido ganar respeto y confianza. A mí me tocó actuar como intendente en esos
años en los que estaba como presidente Eduardo Sancho; Cristina también es una compañera,
excelente ingeniera, que acompañó mucho. Y los intendentes de los gobiernos locales, en esa
época, trabajaron en asociar a los pequeños y medianos productores.
Creo que eso fue una fortaleza que se supo ganar la COVIAR y que permitió que más
allá de los colores políticos priorizáramos la integración de los pequeños y medianos
productores. Porque en el caso de nuestra geografía —como decía la ingeniera— son una gran
cantidad de pequeños y medianos productores de cinco y seis hectáreas que no tenían destino
si no era de esta manera.
Me parece que la COVIAR ha crecido enormemente, y los números estadísticos así lo
demuestran. Pero también hubo familias que se sumaron a este proyecto y se priorizó por
sobre todas las cosas al ser humano. Gracias a Dios en Mendoza nosotros podemos dar
testimonio de que esto crece y que ha ayudado a innumerables familias que hoy puedan seguir
viviendo de esta actividad. Esto nos llena de orgullo a los mendocinos.
Quería acotar esto porque lo viví de cerca y porque me sentí comprometido con este
proyecto. Realmente todos los mendocinos, aun no teniendo nada que ver con esta actividad,
rescatamos y nos sentimos felices y orgullosos de lo que lograron.
Muchas gracias por estar acá. Querido vicepresidente a cargo, quiero pedirle
disculpas, porque empieza mi comisión a sesionar y yo me tengo que retirar.
Sra. Brachetta. — Cuando yo ingresé a trabajar en este proyecto, que es el Plan Estratégico
Vitivinícola, también me hice la pregunta que se hacía la senadora. Porque yo venía del sector
público y no entendía demasiado qué estaba pasando que veía a un sector privado tan
movilizado en torno a un bien público. Es decir, el espacio público entendido como algo que
excedía al Estado. No entendía demasiado cuáles eran las razones más profundas y con el
tiempo las fui entendiendo y aprendiendo.
Agregaría a lo que dijo Renzo un par de cosas más, que él las mencionó en su
intervención anterior pero que me parece que son objetivamente importantes para volverlas a
remarcar. La diversidad de los vinos argentinos en el mundo se ha transformando en una
fortaleza. El hecho de que tengamos 15 mil pequeños productores desde los vinos más altos
del mundo en Colomé hasta las bodegas del fin del mundo en los valles de Río Negro y
Neuquén., que tengamos variedades como Malbec o Torrontes, pero que tengamos una gran
variedad de vinos se transformó en una fortaleza económica.
Los grandes y pequeños empresarios entendieron que podía ser una posibilidad de que
la perinola —como jugábamos nosotros— cayera en el todos ganan. Australia tiene dos o tres
variedades muy posicionadas en el mundo, pero no más de eso y con un estilo que ha aburrido
al consumidor. Es decir que también existen razones objetivas. También por ejemplo el hecho
de una inversión multinacional. Invertir en un nuevo viñedo y esperar cinco años. Por ahí a la
bodega que se instala le conviene comprar el producto a tanta cantidad de pequeños
productores y no esperarlos cinco años. Es decir, también existen condiciones económicas
comprobables de que puede favorecer a todo el mundo esto.
Sr. Presidente. — Es cierto que no fue fácil esto. Esto terminó siendo ley acá, se votó en
Diputados y luego en Senadores, pero fue fruto del trabajo del sector privado. Porque había
contradicciones entre los pequeños y grandes productores, entre San Juan y Mendoza.
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Mendoza hacía el vino tinto, nosotros teníamos que hacer el vino blanco y el común. Y creo
que veníamos de crisis recurrentes y llegó un momento en que la vitivinicultura parecía que
no tenía destino, y esto generó las condiciones para que fueran integrando, para que fueran
trabajando. Participaron todas las organizaciones, tanto en La Rioja, Mendoza, San Juan,
infinidades de foros y de reuniones; y a partir de ahí se fue elaborando un proyecto de ley que
luego fue prácticamente aprobado por unanimidad.
La verdad es que se ha mejorado mucho en la calidad. Hoy los vinos argentinos son
muy buenos. Se apuntó a la diversidad y a la variedad de vinos, pero también a la
diversificación porque no todas las uvas van al vino. Por ejemplo, hoy hemos ganado
mercado para exportar la pasa, hemos ganado mercado para exportar la uva que se consume
en fresco, hemos ganado mercado para la uva que se traduce en concentrado de uva.
Creo que hoy el negocio es más previsible y más ordenado, el productor siente que su
producto puede tener un destino. Y se ha fijado con muy buen criterio que los productores
puedan acceder a los créditos, tanto el industrial como el productor, de manera integrada.
Porque ya el productor sabe que puede poner un viñedo y puede pensar en cinco años, pero a
los cinco años va a tener a quién venderle la producción, y eso da una seguridad tremenda.
Obviamente hay que mejorar otros aspectos. El tema de la publicidad del vino.
Volvimos a retomar la publicidad del vino, y ha ayudado esto que sea declarado bebida
nacional. Y se les recomienda a todos ustedes tomar vino porque es muy bueno para la salud.
Obviamente siempre tomando de manera responsable y moderada. Hoy tenemos muy buenos
vinos, que se han fortalecido en el mercado interno y también en el externo, compitiendo con
vinos chilenos, europeos y australianos. Pero me parece que es una actividad que ha crecido
mucho, y esto es por el impulso del sector privado, del sector estatal y también del Instituto
Nacional de Vitivinicultura —acá tenemos a un expresidentes del Instituto— que trabajaron
fuertemente. El Instituto tiene mucho que ver con que el vino sea un buen vino.
Así que me parece que se lograron articular distintos intereses con un objetivo:
defender esta producción, que se hace en condiciones difíciles como en la Rioja o San Juan.
También es importante señalar que se ha incorporado la tecnología, porque hoy hay sistemas
de riego por goteo para el productor. A las bodegas también se les ha incorporado la
tecnología. Hoy una bodega no tiene nada que ver con una de hace quince o veinte años. Hoy
uno entra a una bodega y no siente olor a vino. Esto es porque cada vez el mercado es más
exigente. Pero la verdad es que la actividad se pudo ordenar con la COVIAR, donde los
intereses que tienen en definitiva es ver cómo posicionamos mejor a la vitivinicultura en el
mercado interno y externo.
Les agradecemos muchísimo la presencia de ustedes, ya que es muy útil para que
nosotros sigamos analizando, discutiendo y debatiendo lo que es un plan estratégico. Me
parece que vale mucho lo que ustedes han transmitido hoy en la reunión de comisión.
Muchísimas gracias.
Tenemos dos invitados más: el licenciado Sergio Drucaroff, jefe del Departamento
PyMI de la UIA, y Nicolás Elicabe, también de la UIA.
Sr. Presidente. — Les pedimos disculpas a los invitados, porque hoy, martes, se superponen
reuniones y hay senadores que han tenido que retirarse. A nosotros nos gustaría escucharlos a
ustedes con más tiempo. Como este tema no está cerrado al debate y lo vamos a seguir
discutiendo, me parece oportuno que en la próxima reunión sean ellos los primeros en
exponer y tengamos un auditorio con más senadores presentes.
Sr. Drucaroff. — Muchas gracias por la invitación.
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Sr. Presidente. — No habiendo más asuntos que tratar, damos por finalizada la reunión.
— Son las 17 y 12.
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