Selecci n de art culos sobre la reforma petrolera del gobierno de Enrique Pe a Nieto.

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El Economista (México)
12 Agosto, 2013
Peña Nieto invoca a Cárdenas para reformar Pemex
El presidente Enrique Peña Nieto presentó este lunes su propuesta de reforma energética y reiteró
que tanto Pemex como la Comisión Federal de Electricidad “no se venden, ni se privatizan”.
El mandatario puntualizó que el único objetivo de la iniciativa, que contempla modificaciones a los
artículos 27 y 28 constitucionales, es fortalecer y modernizar el sector energético nacional en
beneficio de la sociedad.
En Los Pinos, Peña Nieto invocó al ex presidente Lázaro Cárdenas, responsable de la
nacionalización de la industria energética y quien fundó las bases de la política pública en la
materia.
“Hace 75 años Lázaro Cárdenas anunció la expropiación de los bienes de las compañías petroleras
y creó Pemex, para consolidar los avances impulsó la reforma al artículo 27 para otorgar al Estado
el derecho de explotar el petróleo”.
Agregó que el sector energético ha perdido dinamismo y competitividad, “dada la rigidez del
marco legal”. De acuerdo con Peña, la producción petrolera cayó sustancialmente debido a las
grandes inversiones que debe hacer Pemex.
El mandatario afirmó que el país se encuentra ante una oportunidad histórica de emprender una
reforma energética capaz de elevar la calidad de vida de todos los mexicanos, informó que este día
enviará al Senado la propuesta de reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución, que confirma
la propiedad del gobierno de hidrocarburos con apertura a la inversión privada.
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Rebelión.org
24-08-2013
¡Mienten! La Reforma Energética sí privatiza el petróleo y la electricidad en
México
Los Brigadistas-UNAM
1. La orden de los organismos internacionales (con especial énfasis de la OCDE) es privatizar el
petróleo en México, y eso es lo que se propone hacer su lacayo Peña Nieto.
En esta semana Peña Nieto presentó la reforma energética que pactó con la OCDE. Que PEMEX no
se privatiza (“no se venderá ni un tornillo”), nos repiten hasta el cansancio, queriendo convertir la
mentira en vedad. Los mandatos de la OCDE son claros: PEMEX se queda con los pozos ya
existentes hasta terminar de secarlos; las grandes compañías trasnacionales (como Repsol, Shell,
Exxon Mobil, Schlumberger, Halliburton) se quedan con los nuevos pozos (bajo contratos de
concesiones de 20 y hasta por más de 30 años) para explotarlos a su antojo (principalmente en
aguas profundas) y vender el crudo embolsándose las jugosas ganancias (la extracción de un barril
de petróleo mexicano cuesta en promedio 6.5 dólares y se vende en 100 dólares). Al secarse los
pozos actuales, PEMEX se queda como administradora de contratos y todo el negocio se queda en
manos de los grandes capitales privados (nacionales y extranjeros), ellos se llevan la mayor parte
de las ganancias.
La reforma de Peña Nieto dice textualmente:
“a) Eliminar la prohibición de que el Estado celebre contratos para la explotación de hidrocarburos”
“Por ello, se propone eliminar del artículo 27 constitucional la restricción incorporada en 1960, que
le impide al Estado la utilización de contratos en sus actividades de explotación de hidrocarburos”
“b) Sustraer de las áreas estratégicas del Estado a la petroquímica básica y dar certeza a nivel
constitucional para que las actividades de la industria petrolera, tales como el procesamiento de
gas natural y la refinación del petróleo, así como el transporte, almacenamiento, distribución y
comercialización de dichos productos y sus derivados, puedan ser realizadas tanto por organismos
del Estado, como por los sectores social y privado, a través de permisos que otorgue el Ejecutivo
Federal.”
Esto sienta las bases para lo planteado por la OCDE. Esto es privatizar, le llamen como le llamen y
por más que se le llene la boca de sangre al lacayo de la OCDE repitiendo que su reforma se apega
a lo planteado por Lázaro Cárdenas, que debe estar retorciéndose en su tumba.
2. No es ninguna casualidad. En una situación en que se van agotando las reservas petroleras en el
mundo, Estados Unidos y trasnacionales petroleras quieren quedarse con nuestras reservas. De
acuerdo con el PIW ranking que publica Energy Intelligence (que incluye a las 100 mejores
empresas petroleras a nivel mundial), PEMEX ocupa el cuarto lugar en la producción de petróleo a
nivel mundial (el primero lo ocupa Saudi Aramco, de Arabia Saudita; el 2o NIOC de Irán y el tercero
PDVSA de Venezuela). De las 10 primeras petroleras en la lista, 7 son paraestatales que no están
pensando en privatizar el crudo. Es una aberración que México lo haga. No es ninguna casualidad
las guerras en el Medio Oriente (una de las regiones más ricas en petróleo).
3. Quieren privatizar PEMEX no porque no genere recursos, sino precisamente porque es una
empresa que genera recursos en abundancia y las trasnacionales se los quieren embolsar.
Por solo citar un ejemplo, en 2007, PEMEX tuvo una ganancia neta de 31 mil 73 millones de
dólares, con esta cifra se colocaría como la tercera petrolera a nivel mundial, sólo por debajo de
Exxon Mobil (40 mil 610 millones) y muy cerca de Shell (31 mil 331 millones), lejos están
Petrochina (19 mil millones), Chevron (18 mil millones) y PetroBras (12 mil millones). Los ingresos
que tuvo PEMEX en 2012 fueron un billón 646 mil 900 millones de pesos (126.6 millones de
dólares). De 2006 a 2012, PEMEX se ha mantenido dentro de las primeras 100 empresas
mundiales de la lista de Fortune Global 500 (2006- lugar 40, 2007-34, 2008-42, 2009-31, 2010-64,
2011-49 y 2012-34), por debajo de Shell y Exxon Mobil, compitiendo con Petrobras y por arriba de
PDVSA; y dentro de las 10 primeras empresas de México en la lista de Expansión.
4. PEMEX entrega sus recursos al gobierno federal y éstos son parte sustancial del gasto público.
En los doce años de panismo PEMEX entrego al erario público cerca de 600 mil millones de
dólares. En el 2012, sólo por concepto de impuestos y derechos, PEMEX entregó al gobierno 902
mil 900 millones de pesos (69 mil 400 millones de dólares), equivalente al 54.8% de sus ingresos
por ventas totales y al 99.5% de su rendimiento de operación. Alrededor de la tercera parte del
gasto público del gobierno federal proviene de PEMEX: de cada 3 pesos que gasta el gobierno
federal y los gobiernos estatales y municipales, alrededor de uno proviene de los ingresos
derivados del petróleo. ¿En que se gastan las ganancias de PEMEX? Una partecita en la prebendas
de la dirigencia sindical, lo cual es aberrante, pero es una justificación para la reforma. Otra parte
se dedica a pagar a sus contratistas, a las empresas que le trabajan a PEMEX. Otra sostiene gastos
del Estado: grandes sueldos de los gobernantes, pago de la deuda y otros desfalcos, pero también,
educación, salud, vivienda, desarrollo del campo, distribución de electricidad, transferencias a
estados y municipios, entre otros.
5. Con la privatización, cada centavo que PEMEX deje de entregar al Estado lo tendrá que
reponer la población; cada peso que se embolsen los grandes capitales privados (nacionales y
extranjeros), lo tendremos que poner los mexicanos de nuestros bolsillos. Y se trata de miles de
millones de pesos.
En el momento que el Estado tenga menos ingresos se verá en la necesidad de reducir las migajas
que reparte y/o acelerar la reforma fiscal, que implica generalizar el IVA a los alimentos y
medicinas. Así cada vez que quieras saciar el hambre y curar la enfermedad sé consciente que IVA
tendrás que pagar. Lo que viene es un mayor saqueo de recursos naturales y humanos: aumentos
de precios, aumento de impuestos, mayor costo por educación, salud, vivienda; y los salarios se
mantendrán prácticamente congelados.
6. Que la privatización es para el beneficio del país y de todos los mexicanos. Otra mentira. Nos
han mentido siempre, sus promesas nunca se cumplen.
En su momento Carlos Salinas en cadena nacional dijo “… pronto veremos al campo mexicano
emerger mejorado y renovado…” siempre y cuando se aprobara una reforma constitucional que
en los hechos privatizaba el ejido. Hoy tenemos un campo totalmente despedazado, y un país que
exporta campesinos para importar alimentos.
A pocos días de dejar la presidencia Felipe Calderón promulgo una reforma laboral prometiendo
“… ampliar los derechos de los trabajadores y promover empleos dignos y bien remunerados…”.
Seis meses después las grandes empresas, esas que cotizan en la bolsa y que tanto exigían y luego
aplaudieron la reforma, despidieron un total de 68 mil 479 trabajadores.
Cuando privatizaron TELMEX se nos dijo lo mismo: para el beneficio de los mexicanos. Carlos Slim
ha levantado un verdadero impero a partir de que se le regaló la empresa y ¿cuál ha sido el
beneficio para la población? contar con las tarifas telefónicas más altas del mundo, y engordar los
bolsillos del más grande de los ricos del planeta.
Ahora Peña Nieto escribe que la Reforma Energética que presentara en estos días “impulsara el
desarrollo del país” y declara que “PEMEX no se vende ni se privatiza, al contrario, PEMEX necesita
fortalecerse y modernizarse… por el bien de México.” Lo mismo de siempre, y ocurrirá también lo
mismo. Ya vimos ésta película. Privatizaron bancos, televisoras, ferrocarriles y cientos de empresas
públicas más, con el pretexto de que mejorarían tarifas, habría más eficiencia, mejores servicios,
mayor desarrollo, etc. Nada ha sido cierto, son unos cínicos y unos mentirosos.
Los hidrocarburos se utilizan para la producción de multitud de mercancías (no sólo gasolinas):
ropa, calzado, muebles, ceras, parafinas, llantas, lubricantes, PVC, botellas, plásticos, pinturas,
barnices, medicinas, fertilizantes, detergentes, polietileno, thinner, y materias primas que utilizan
multitud de fábricas. Con la privatización, los precios de los hidrocarburos quedarán sujetos a las
leyes del mercado, donde cada empresa privada/extranjera ve por su propio beneficio, aún a costa
de sangrar a toda una población, que verá aumentar los precios de todos estos productos, y con el
aumento de la gasolina, de todo lo demás. ¿Qué va a suceder?
7. La privatización casi seguro será aprobada.
Los de arriba y de muy arriba (desde fuera del país) ya lo decidieron, los partidos se están
poniendo de acuerdo para aprobar la reforma privatizadora del petróleo. La reforma que
aprobarán los diputados, será la privatización de los hidrocarburos, reformando la constitución y/o
las leyes secundarias correspondientes. Ya está todo armado.
8. Palo dado, el pueblo organizado lo quita. Los decretos, las decisiones tomadas, se pueden
tirar. Sí se puede.
Los estudiantes del CGH durante la huelga de 1999-2000, lograron tumbar el reglamento general
de pagos, deteniendo la privatización de la UNAM; gracias a su lucha la universidad hoy sigue
siendo pública y gratuita. También lo demostraron los campesinos de Atenco, que liquidaron un
decreto presidencial que les quitaba sus tierras para regalárselas a los dueños del dinero.
Sí se puede, el ejemplo ahí está. Asumir una decisión firme, de lucha; lograr una unidad de amplios
sectores de la población con argumentos y convenciendo cada vez a más; impulsar y organizar
acciones de masas que le hagan frente a esta nueva embestida. Cuidarnos de las acciones
contundentes emprendidas por unos cuantos y que sólo aíslan el movimiento. Ir más allá de los
amparos que han sido un recurso, pero sin la movilización y la lucha son insuficientes.
Los días y semanas venideras serán muy importantes, debemos generar confianza en el pueblo,
entre los estudiantes, trabajadores y con toda la población. Promover la discusión en cada salón
de clases entre los estudiantes; convocar asambleas que conduzcan el movimiento, que discutan
qué hacer, cómo sumarnos a la lucha, cómo convocar al pueblo a defender nuestros recursos
energéticos.
Ya basta de saqueo. A luchar para impedir la Reforma Energética, y si la aprueban a luchar todos
por echar abajo este saqueo inaceptable. Todos alerta, la resistencia apenas comienza.
Compañeros universitarios, nuestro país y nuestro pueblo nos necesita. ¡No a la privatización del
Petróleo, no a la rapiña trasnacional!
La Jornada (México)
22 de agosto de 1013
Petróleo: la gran transa
Por John Saxe-Fernández
n medio de titulares en Estados Unidos sobre el fin del monopolio estatal (artículos 27 , 28 y
Pemex) o que ya era hora de que llegara la muerte, del monopolio de 75 años (en Forbes México
se anunció que las petroleras... ya se frotan las manos), Enrique Ochoa, subsecretario de Energía,
que parece cabildero de esas petroleras, confirmó a los reporteros extranjeros en la ciudad de
México que, literal: (El plan de Peña Nieto) permite a firmas privadas como Exxon Mobil y Chevron
extraer crudo por primera vez desde 1938, cambiando los artículos 27 y 28 de la Constitucion. Para
calmar dudas de que el plan va en serio y, en efecto, aniquila la nacionalización petrolera, agregó
que aunque el gobierno retiene la propiedad del petróleo, el plan es “suspender (lift) las
restricciones para que las firmas registren el valor de sus contratos ante la Securities and Exchange
Commission (SEC)”.
Ochoa fue claro: (Según la propuesta las compañías recibirían una porción de las ganancias en un
modelo de riesgo compartido que también les permitiría registrarlas como un porcentaje de las
reservas bajo las normas de la SEC a través de contratos de riesgo o de utilidades compartidas
(que) contienen un interés económico de largo plazo, por lo que la SEC los incluye para definir el
porcentaje que la compañía puede usar para registrar las reservas de un proyecto dado. Mientras
Bloomberg destacaba que para Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía, los contratos
propuestos son similares a los usados en Ecuador e Irán ¿para aplacar la crítica ya que ambos son
integrantes de la OPEP? El orden de magnitud de la transa/acción lo calibró Citigroup (dueño de
Banamex y de un importante bloque accionario de Exxon Mobil) asi: permitir a las firmas registrar
algunas reservas les facilita financiarse, pero quitar esas restricciones es algo secundario. Lo
importante es la propuesta del gobierno (mexicano) de modificar la Constitución para que los
privados desarrollen campos (petroleros) por primera vez desde 1938. Bloomberg agregó que si
hasta ahora el petróleo y toda la cadena productiva, refinación y distribución ha sido la propiedad
legal del pueblo mexicano desde 1938 eso cambiaría. Ahora otras firmas podrían hacerlo corriente
arriba (exploración y extracción) hasta agotar el recurso, interviniendo además corriente abajo, en
la inmensa cadena de transformación, distribución y comercialización. La meta es que las grandes
firmas le entren a todo, hasta a la combinación petroeléctrica que, aseguran especialistas, tiene
mayor potencial para las ganancias que cada actividad por separado, algo que ha venido
practicándose en México como actividad nacional desde tiempos de Cárdenas en petróleo y de
López Mateos en electricidad. Lo que ahora se busca es terminar de desactivar y luego
extranjerizar, las sinergias y ganancias petroeléctricas.
La apertura es estación de paso a más extranjerización y descontrol nacional, como en
Ferrocarriles, agroindustrias, banca, etcétera. Dar curso a la competencia internacional significa
que las refinerías y gasolineras de estas firmas, se desplazarían –como CocaCola– por todo México
(hasta el último rincón) –un negociazo con nuestro gas petróleo– alimentando y enviando fuera un
enorme flujo de riqueza. Es todo un saqueo integral articulado paso a paso de tiempo atrás; una
gran transa cuyo diseño por el Banco Mundial cumple la tecnocracia desde 1983, paso a paso,
permitiendo: 1) contratos de riesgo, 2) que exista inversión extranjera mayoritaria en
petroquímica, 3) dividir a Pemex en filiales separadas, 4) la competencia interna e internacional
frente a Pemex y 5): privatizar Pemex.
En Brasil los resultados de un recetario similar los sintetizó Fernando Siqueira, de la Asociación de
Ingenieros de Petrobras en entrevista con Carmen Aristegui: el cambio de la ley fue malo para
Petrobras y pésimo para Brasil. Brasil, que tenía ciento por ciento de la propiedad del petróleo
pasó a tener 10 por ciento de impuestos. Por ser el sector tan estratégico y redituable, una vez
que se abre no se tiene más control. La apertura tiende a crecer cada vez más, las compañías, muy
poderosas, presionan a la prensa, a la sociedad, presionan de tal forma que es difícil controlar (y)
aunque esta apertura sea gradual, no tiene control.
Ya Lázaro Cárdenas advirtió a la nación que la presencia de las compañías petroleras en México ha
hecho mucho daño al país. La serie de crímenes y asesinatos dirigidos por los directivos de las
empresas para asegurar sus instalaciones, su actitud altanera frente a las autoridades del país y su
provocación constante para crear conflictos en el interior y en el exterior, son dolorosa
experiencia de la nación mexicana, que ha pagado muy caro su vieja política de facilitar la
inversión de capitales extranjeros para el desarrollo del país que habían usado algunos gobiernos
anteriores como el de Calles y, por supuesto, el de Porfirio Díaz.
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La Jornada (México)
22-08-2013
Petróleo mexicano: en las garras del TLCAN
Por Alejandro Nadal
El petróleo mexicano dejó de ser un elemento clave en la estrategia de desarrollo del país a
mediados de los años 70. Desde entonces, el recurso fue utilizado primero para apalancar un
endeudamiento excesivo y después para pagar las cargas financieras que se fueron acumulando.
Pero la promesa de que algún día las cosas podrían cambiar seguía con vida mientras los recursos
energéticos siguieran protegidos por la Constitución. Eso es lo que está a punto de cambiar para
siempre.
La iniciativa del gobierno para permitir los contratos en materia petrolera no dice ni media palabra
sobre el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Puede ser por ignorancia y
descuido. A nadie le extrañaría eso. Pero también puede ser porque no se quiere alertar al pueblo
de México sobre los peligros que acechan si se impone la iniciativa privatizadora y el espacio
energético cae en las garras de las empresas trasnacionales protegidas por el TLCAN.
En su capítulo sexto sobre energía y petroquímica básica, el TLCAN buscó eliminar las restricciones
al comercio sobre energéticos y petroquímica básica. Pero el anexo 602.3 reservó para el Estado
mexicano una serie de actividades estratégicas: exploración y explotación de crudo y gas natural,
refinación y procesamiento de gas, así como la petroquímica básica. La reserva incluyó todo lo
relacionado con comercio exterior y distribución de esos productos, además de la generación y
distribución de energía eléctrica.
En la medida en que la iniciativa del gobierno abre las puertas a la participación de empresas
extranjeras en las actividades mencionadas en este anexo, las reservas mexicanas dejarán de tener
sentido y se convertirán en una reliquia legal. Veamos por qué.
El TLCAN estableció un régimen muy favorable a la inversión extranjera. El capítulo decimoprimero
consagra los derechos de las empresas extranjeras que invierten en cualquiera de las partes y
restringe radicalmente el ámbito de aplicación de política industrial y tecnológica. En el artículo
1106 se impide el establecimiento de requisitos de desempeño sobre la inversión extranjera
directa: por ejemplo, no se le puede exigir mantener un determinado porcentaje de contenido
nacional en sus operaciones, relacionar sus exportaciones con sus importaciones o transferir
tecnología.
El artículo 1109 permite todas las transferencias relacionadas con la inversión foránea, incluidas
ganancias, dividendos, ganancias del capital, pagos por regalías, gastos por administración y otros
montos derivados de la inversion. Finalmente, el artículo 1110 estipula un régimen de solución de
controversias que escapa a la jurisdicción nacional. Con razón se puede decir que el TLCAN
confiere mayores derechos a los inversionistas que a los estados signatarios. Todo esto recuerda el
caso de Metalclad Corporation hace 10 años.
¿Qué tiene que ver esto con la iniciativa privatizadora del gobierno? El propio capítulo
decimoprimero define a la inversión extranjera (artículo 1139) en términos que incluyen la
participación de empresas con contratos que involucran la presencia de la propiedad de un
inversionista en territorio de otra parte, incluidos (...) los contratos de construcción y de llave en
mano y los contratos donde la remuneración depende sustancialmente de la producción, ingresos
o ganancias de una empresa. Por inversión de una parte también se entiende la “inversión
propiedad o bajo control directo o indirecto de un inversionista de dicha parte”.
Es decir, los contratos en materia de energéticos que solapa la iniciativa privatizadora del gobierno
serán para fines jurídicos inversión extranjera directa. Por lo tanto, podrán acogerse a la
protección que brinda el capítulo decimoprimero del TLCAN. Y ese es un hecho de enormes
implicaciones que el gobierno parece no querer tomar en cuenta.
Para empezar, a ninguna de las empresas titulares de contratos se le podrá imponer requisitos de
desempeño. Así, los eslabonamientos industriales quedarán intactos y la generación de empleo
directo e indirecto será muy pobre pues la industria petrolera y petroquímica es muy intensiva en
capital. Así, una de las justificaciones de la iniciativa oficial (la creación de empleos) resulta ser
totalmente falsa. Y sin eslabonamientos, la industria petrolera no genera tampoco crecimiento
(como lo ha demostrado la industria maquiladora). Otra gran justificación de la iniciativa que se
revela falsa.
Es cierto que al gobierno no le interesa la política industrial. Pero lo grave es que ningún gobierno
en el futuro podrá utilizar el potencial de la industria petrolera para construir eslabonamientos
más estrechos y avanzar en la industrialización. El petróleo se irá agotando sin haber avanzado en
la industrialización.
El dominio que van a imponer las grandes empresas petroleras sobre los recursos de
hidrocarburos será un candado que pasa por el TLCAN y el pueblo de México no podrá quitárselo
fácilmente. El gobierno miente cuando afirma que el petróleo seguirá siendo de los mexicanos. El
control económico sobre este recurso estará en manos de empresas extranjeras y las
implicaciones para México serán funestas.
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El Universal (México)
23-08-2013
La contribución del petróleo a la economía de México
Por Juan Roberto Reyes Solís (*)
Por su utilidad económica y estratégica, el petróleo siempre ha sido considerado un recurso de
alto valor para todos los países. Su conversión en energía, o las aplicaciones que tiene en las
industrias, así como la producción de sus derivados, y otros tantos procesos, confluyen todos ellos
en cuantiosas aportaciones financieras para empresas y gobiernos. En el caso de México, el
petróleo ha estado presente en escenarios de contraste, tanto en circunstancias favorables como
en las que pueden ser consideradas adversas. Por lo tanto, bonanzas y crisis han marcado distintos
episodios de nuestra nación, en las cuales ha estado de por medio el llamado oro negro.
A manera ilustrativa, en la década a partir de 1980, cuando el hidrocarburo destacaba como el
principal recurso de exportación y entrada de divisas al país, se enfrentó el desplome de los
precios internacionales y su impacto en las finanzas públicas. Por otra parte, cuando en los años
recientes el precio en los mercados del mundo ha experimentado una elevación considerable, éste
ha contribuido a fortalecer los recursos del sector gubernamental. Bendito o maldito, ahí ha
estado.
No obstante, en la dinámica internacional que tiene este recurso estratégico, es pertinente valorar
algunos indicadores relevantes. De acuerdo con la Administración de Información de Energía de
los EU, se destaca que en los últimos 5 años México se encuentra entre los primeros seis
productores de petróleo con un volumen equivalente a 3,477,000 barriles diarios. Asimismo, como
exportador, nuestro país ocupa en el orden global la posición 12, después de Arabia Saudita, Rusia
y los Emiratos Árabes, entre otros; mientras que en el contexto del consumo de este recurso, se
ubica en el sitio once.
Este potencial aporta una idea acerca del valioso rol que juega nuestra nación en la economía
mundial. En otro contexto, la Secretaría de Economía reporta que, en 2012, del petróleo y sus
derivados se exportó el equivalente a unos 46,975 millones de dólares, representando poco más
de 10% en el volumen total de las ventas internacionales de nuestro país, por lo tanto, la derrama
en este segmento sigue siendo muy significativa.
De igual forma, siguiendo datos oficiales, las ventas del petróleo han contribuido con cerca de 10%
del PIB de México, aportando más de 30% a los ingresos federales (lo cual representa 62% de la
entrada de recursos por hidrocarburos). Estos y otros datos pueden ser tomados como indicadores
sobresalientes, pues analizar con un enfoque más objetivo la dimensión y perspectiva estratégica
que tiene el petróleo, va más allá de estas referencias. Hasta hoy el sector petrolero en México es
administrado y operado por el Estado, a través de Pemex, y con limitadas inversiones del sector
privado. Sin embargo, en este momento, con la reforma energética, se ha llegado a una
encrucijada.
Se ha planteado un diagnóstico acerca del sector, en el cual hay distintas interpretaciones y puntos
de vista. La Presidencia de la República señala que la producción de hidrocarburos está
decreciendo. Tan solo en 2003 alcanzó los 3,383,000 barriles diarios, mientras que en 2013 se
estima que apenas llegaría a 2,538,000. Por ende, el Ejecutivo apunta la urgencia de incrementar
la producción en nuevos yacimientos que aún están disponibles en el Golfo de México y para lo
cual se requieren cuantiosas inversiones. Por éstas y otras razones, el tema del petróleo está en la
mesa del debate nacional. Lo que se derive de las discusiones, negociaciones, continuidad o
cambio, llevarán prácticamente momentos de grandes definiciones para los próximos años.
La aportación al PIB, a las exportaciones, a las finanzas públicas y en general a la economía
nacional deberá de proseguir con gran vigor. Un incremento en la producción favorecerá sin duda
alguna la expansión del mercado o eventualmente el empleo, sin embargo, también hay otras
prioridades a considerar, como disponer de mejores combustibles para los consumidores.
Independientemente de lo que resulte, el sector petrolero de México debe mantenerse en la ruta
de la competitividad, la rentabilidad y la productividad. El tiempo dirá.
(*)Académico de la Universidad del Valle de México.
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Revista América Economía
20/08/2013
Reforma del petróleo en México
De todas las reformas que ha lanzado Enrique Peña Nieto tras llegar a la presidencia de México, su
propuesta de reforma constitucional para abrir la industria petrolera a la inversión privada podría
ser la más osada y ambiciosa.
Para empezar, la propiedad estatal del petróleo no sólo está plasmada en la Constitución sino que
es casi mandamiento divino. En su anuncio del 12 de agosto, Peña Nieto tuvo que invocar al
legendario presidente nacionalizador Lázaro Cárdenas, diciendo que la actual reforma restituye el
régimen petrolero a su situación de 1938, cuando el héroe Cárdenas expulsó a los extranjeros de
la propiedad del petróleo mexicano.
En realidad está haciendo lo contrario. La reforma de Peña Nieto no llega al extremo de devolver
la propiedad del petróleo a los extranjeros, pero ciertamente les abre la puerta para que regresen.
Hace tiempo que debieron haber regresado. Tras 75 años de monopolio de Pemex, la producción
de petróleo y gas en México comenzó a estancarse con el cambio de siglo y ha bajado
continuamente en la última década, perdiendo Pemex el primer lugar como la mayor empresa
latinoamericana ante la brasileña Petrobras. El control total que tiene el monopolio estatal de la
industria ha significado que no haya capital disponible para invertir en los yacimientos de aguas
profundas del Golfo de México ahora que se agotan los yacimientos superficiales. El actual
régimen petrolero mexicano está causando pérdidas hemorrágicas en la refinación y el transporte,
además de la industria petroquímica.
Los 151.000 trabajadores que tiene Pemex distan de ser los más productivos de México, pero
gozan de beneficios que pocos trabajadores tienen en el país. Las pérdidas por US$ 29.000
millones tuvo la empresa en 2012 se debieron en gran medida a la deuda que tuvo que saldar
Pemex con su fondo de pensiones.
Pese a toda esta evidencia, la reforma de Peña Nieto no ha sido todo lo audaz que debiera haber
sido. Para lograr que se apruebe la reforma constitucional requerida para abrir el petróleo
mexicano a la inversión privada, necesita dos tercios de los votos en el Congreso, lo cual significa
el apoyo irrestricto del PRI y del PAN. Y como en su propio partido, el PRI, hay muchos estatistas
de closet, Peña Nieto ha tenido que optar por la real politik y suavizar una reforma que debió ser
más decidida. El costo de asegurar los dos tercios de los votos en el Congreso ha sido que la
reforma se ha quedado corta.
A fin de asegurar el apoyo de los sindicatos de Pemex para su reforma, por ejemplo, Peña Nieto ha
asegurado que ninguno de los trabajadores de Pemex perderá su trabajo a pesar de que muchos
de ellos son legendariamente improductivos.
El proyecto de Peña Nieto deja en manos del Estado la propiedad del petróleo y el gas para no
violar el mandamiento de que debe ser mexicano. En lugar de darles participación en la propiedad
de los proyectos, ofrece a los inversionistas participación en las utilidades del petróleo y el gas
producidos por ellos.
Pero no dice qué porcentaje de esas utilidades pasarán a manos de los inversionistas privados y
extranjeros, dejando ese detalle al Congreso en legislación complementaria.
Los consorcios internacionales de petróleo y energía no pueden estar contentos con esto. Después
de sus experiencias recientes en Venezuela, Ecuador y hasta Argentina, probablemente no
invertirán mientras no vean contratos draconianos asegurándoles que recuperarán sus
inversiones. Comparar la situación de México con la de Venezuela o Argentina es injusto, ya que
México lleva 20 años de economía de mercado con reglas del juego estables que han dado y
siguen dando buenos resultados.
Por último, y no menos importante, la reforma abre la exploración y explotación del petróleo a
manos privadas y extranjeras, pero no dice nada de las enormes reservas mexicanas de gas
natural. México es el sexto país del mundo en reservas de gas shale y la inversión del país en ese
recurso ha sido mínima, mientras Estados Unidos protagoniza una verdadera revolución en gas
shale, agregando cientos de miles de puestos de trabajo a su economía y está a punto de
convertirse en exportador neto de energía. De hecho, irónicamente, México se ha visto obligado a
importar gas de Estados Unidos cuando debiera ser al revés.
De las audaces y acertadas reformas que ha lanzado Enrique Peña Nieto tras llegar a la presidencia
de México, su propuesta para abrir la industria petrolera a la inversión privada podría haber sido la
más audaz y la más acertada. No lo ha sido. Pero la política es el arte de lo posible. Y a veces lo
mejor es enemigo de lo bueno.
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