Manejo de Límites y Disciplina Todos los niños se portan mal en

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Manejo de Límites y Disciplina
Todos los niños se portan mal en algún momento; es parte de descubrir qué es un
comportamiento adecuado y cuáles son los límites.
Los niños pueden hacer berrinches, desafiar las reglas, empezar peleas, negarse
a cooperar con las rutinas de la familia, insultar y mucho más.
Cuando como padres les enseñamos a nuestros hijos a comportarse
adecuadamente y les mostramos para qué existen las reglas y los límites, es
importante recordar el objetivo de la disciplina.
La disciplina: permite ayudar a que el niño desarrolle el autocontrol y una noción
de límites, experimente las consecuencias de su comportamiento y aprenda de
sus errores. La disciplina no implica castigo o conflicto entre padre e hijo. Todos
los niños necesitan la seguridad que brinda conocer las reglas y los límites de
comportamiento; sin ellas se sienten perdidos. Necesitan manejar sus
frustraciones.
La frustración se define como cualquier obstáculo que interviene entre una
persona y su meta. La forma en la que la persona percibe esta frustración es lo
que va a determinar cómo se siente cuando se encuentra bloqueada al querer
alcanzar esa meta.
La mayoría de los seres humanos experimentan cierta frustración cada día, ya que
es natural que algunos obstáculos interfieran en nuestros planes y objetivos. Sin
embargo, no es la presencia de la frustración lo que nos hace sentirnos mal, sino
nuestra actitud hacia ella.
Padres/madres: Ser flexibles es la clave en cuanto a la disciplina durante el
crecimiento de los niños. Los padres deben estar preparados para modificar su
modo de entender la disciplina a lo largo del tiempo, y usar distintas estrategias a
medida que sus hijos desarrollan más independencia y capacidad para controlarse
y responsabilizarse por sí mismos.
¿PORQUE LA NECESIDAD DE LIMITES?
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Los límites dan seguridad y confianza.
Permiten “hacer” porque sabemos donde pisamos.
Hacen consciente nuestro actuar.
Permiten dar una respuesta adecuada.
Crean la consciencia de la existencia del otro.
Educan.
FINALIDAD DE LOS LIMITES
1. Crean libertad, responsabilidad y autonomía.
2. Al crear límites se respetan los derechos y necesidades de los demás.
3. Los límites bien llevados y consistentes producen armonía y bienestar “Yo
estoy bien, tú estas bien”.
4. Facilitan la comunicación y relación entre las personas.
CARACTERISTICAS DE LOS LIMITES
1. Son claros y precisos.
2. Se administran los necesarios; es decir todos aquellos que respondan a
una necesidad.
3. Deben ser adecuados a la edad y necesidades de las personas.
4. Son siempre positivos como fin de una búsqueda y bienestar del individuo.
5. Deben ser siempre congruentes y consistentes.
6. Los límites sirven para delimitar no para limitar.
7. Se implantan hasta que sea necesario. Posteriormente el niño los va
ejercitando solo.
QUE SUCEDE ANTE LA FALLA DE LIMITES?
1. Se crea inseguridad.
2. Se crean violaciones constantes de derechos y necesidades.
3. Agresividades mutuas y como consecuencia se crean resentimientos y
egoísmo.
4. Llevan a un proceso des-educativo.
AL HABER LIMITES
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El alumno establece adaptación social.
Se crea una incapacidad ante la frustración.
El alumno desarrolla una disciplina interior.
Se crean en el alumno necesidad de exigencia y esfuerzo.
Crean formación educativa.
Crean formación de carácter.
EN AUSENCIA DE LIMITES
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El alumno exige y demanda todo.
El alumno tiene orden.
COMO SE ESTABLECEN LOS LIMITES?
1. Mejor que sean propuestos a que sean impuestos.
2. Motivados por la situación mas que porque “así es” (como autoridad del
adulto).
3. En beneficio de la persona mas que implantado por un interés personal.
4. Se crean para “sentirnos bien” mas que para restringir.
5. Se establecen por acuerdos mas que por la imposición.
6. Se establecen con congruencia de las personas que los demandan.
7. Se explican desde una postura asertiva.
Disciplina: Etapas en el desarrollo de niños y niñas
Ser flexibles es la clave en cuanto a la disciplina durante el crecimiento de los
niños. Los padres deben estar preparados para modificar su modo de entender la
disciplina a lo largo del tiempo, y usar distintas estrategias a medida que sus hijos
desarrollan más independencia y capacidad para controlarse y responsabilizarse
por sí mismos.
Las bases de la disciplina se establecen en los primeros años.
Primer Año: Durante el primer año de vida, mientras los padres establecen
relaciones de confianza con el bebé están preparando el terreno para la
interacción entre padre e hijo de los años próximos.
De 1 a 2 años:
En algún momento entre el primer año y los 2 años, el individuo al que antes se
consideraba bebé aparece en escena como una persona íntegra, con necesidades
y deseos específicos.
Cuando los niños pequeños empiezan a caminar, comienzan a probar su
independencia, y necesitan ayuda para entender qué es seguro, qué pueden
hacer y qué no. Están muy concentrados en sus propias necesidades, y no tienen
en cuenta los intereses de los demás.
Todavía no entienden la noción de consecuencias, un "no" firme pero gentil es
necesario.
Con la explosión de nuevas habilidades (hablar, caminar), pareciera por
momentos que los niños pequeños entienden las reglas y que se pudiera razonar
con ellos, pero no están todavía verdaderamente listos para controlar sus
acciones.
Edad Escolar: Los niños en edad preescolar entienden las reglas y guían su
comportamiento según estas y según su mayor grado de conciencia sobre las
consecuencias de su comportamiento.
Al llegar a la edad escolar, los niños entienden el porqué de las reglas. Las reglas
se internalizan y son acompañadas por un sentido cada vez mayor de la
responsabilidad y el autocontrol. La mayoría de los niños en edad escolar
comprende las nociones de justicia y equidad, y es capaz de considerar también
las necesidades de los demás cuando toma una decisión.
Adolescencia: Durante la adolescencia, los individuos se hacen responsables de
su propio comportamiento. Lograr el autocontrol es un proceso que se desarrolla
lentamente, y el objetivo último de la disciplina es ayudar a que los niños logren el
autocontrol, y no que solo obedezcan las órdenes de los adultos.
¿Qué pueden hacer los padres?
Si quiere hijos considerados, cooperadores y flexibles, usted debe ser su
MODELO.
Piense en su estilo de disciplina
Los padres disciplinan a sus hijos de varias maneras. Los investigadores han
identificado los tres estilos más comunes de educación de los hijos:
autoritario/estricto, autoritativo/moderado y permisivo.
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Un padre autoritario o extremadamente estricto controla la actitud y el
comportamiento del niño poniendo énfasis en la obediencia a la autoridad y
desalentando la discusión. Los padres extremadamente autoritarios a
menudo solo confían en el castigo.
Un padre autoritativo o moderado fija límites y confía en las consecuencias
lógicas y naturales para que el niño aprenda de sus propio errores. El padre
le explica al niño por qué son importantes las reglas y por qué deben
seguirse. Los padres autoritativos razonan con sus hijos y consideran el
punto de vista del niño a pesar de que pueden no estar de acuerdo con
ellos. Son firmes, con ternura, calidez y amor. Fijan estándares altos y
alientan a sus hijos a ser independientes.
Un padre permisivo o indulgente ejerce un mínimo control. Los niños
pueden fijar sus propias reglas, horarios y actividades. Los padres
permisivos no exigen los altos niveles de comportamiento que demandan
los padres autoritarios y autoritativos.
¿Cómo crecen los niños que han sido criados por estos tipos de padres? Los
estudios de seguimiento indican que la manera moderada, entre el extremo
permisivo y el extremo estricto, es la más efectiva de las tres. Los niños educados
por padres autoritativos/moderados tenían tendencia a un buen concepto de sí
mismos y a ser responsables, cooperadores, seguros de sí mismos y curiosos
intelectualmente. Los niños educados por padres autoritarios/estrictos tenían
tendencia a ser tímidos y reservados, menos curiosos intelectualmente y
dependientes de la voz de autoridad. Los niños educados por padres permisivos
tenían tendencia a ser inmaduros y poco predispuestos a aceptar responsabilidad
o mostrar independencia.
Utilice el lenguaje para ayudar a resolver los problemas
Establezca reglas simples y justas, y expóngalas claramente. Cuando los niños
adquieran el lenguaje ayúdelos a usar palabras, en vez de acciones, para
expresar cómo se sienten. De igual manera, al disciplinar a su hijo dígale que
entiende cómo se siente. Luego de los años de preescolar, el niño es capaz de
entender el comportamiento y está interesado en esto. Por ejemplo, una niña de 7
años puede pegarle a su hermano menor cuando este le quite su juguete. En el
mundo del niño es difícil tolerar a un hermano menor que toca sus cosas.
Entonces, además de disciplinarla dígale que usted entiende cuán molesto puede
ser tener a alguien rondándole, pero que no tiene permiso para pegarle. Ayúdela a
que identifique y diga en palabras cómo se siente antes de que actúe. Usted
puede plantear situaciones como por ejemplo "¿De qué manera puedes decirle a
Amanda que no te gusta cuando ella no te deja jugar?". También puede sugerir
otras situaciones y alentar a su hijo a que piense posibles soluciones a esa
situación.
Ignorar
En algunos casos, el solo hecho de ignorar el comportamiento lo hará
desaparecer. Algunos niños se portan mal para llamar la atención, y los padres sin
quererlo pueden alentar el comportamiento que están intentando suprimir. Si usted
le dice reiteradamente a su hijo que deje de hacer burbujas con la leche o deje de
jugar con su comida, quizá está brindándole atención a esta conducta, haciéndola
un evento. Ignórela y haga otra cosa, y luego, cuando actúe correctamente,
hágaselo notar. El punto es: reconozca y preste atención a los comportamientos
que desea alentar en vez de a los que desea suprimir.
Premios
El refuerzo positivo es la mejor técnica para fomentar el comportamiento deseado.
La mayoría de los niños desea la atención y aceptación de sus padres, y hará lo
necesario para conseguirla. Los premios no son sobornos, son maneras de
mostrarle al niño que está haciendo las cosas bien. El premio debe adecuarse a la
edad y a los gustos del niño, como así también a los recursos del padre. La
alabanza verbal puede ser efectiva. A pesar de que las calcomanías se usen a
menudo para alentar un nuevo comportamiento o una mejora, no subestime el
valor del tiempo. Una salida especial al parque infantil o una historia extra antes de
dormir es muchas veces lo único que se necesita para motivar al niño para que se
porte mejor.
Consecuencias
naturales
Los padres tienen siempre la opción de usar las consecuencias naturales para
ejemplificar un punto. Las consecuencias naturales ayudan a que el niño aprenda
a hacerse responsable de sus actos y a que los padres entiendan que lo que se
gana a largo plazo bien valdrá la pena a corto plazo. Por ejemplo, una niña de 10
años que se olvidó de traer a casa su libro de estudios sociales y no está
preparada para la evaluación quizá le pida que escriba una nota diciendo que está
enferma. Negarse a hacer esto le enseña al niño a planificar mejor la próxima vez
y a no esperar que sus padres mientan para sacarlo de un apuro.
No más no - Mantenga una actitud positiva
Ambos, padres e hijos, se cansan de escuchar 'no' todo el tiempo. Demasiados
'nos' pierden el significado y no ayudan a que el niño entienda qué le hará obtener
un 'sí'. Los enunciados afirmativos le enseñan al niño qué es apropiado. No es
suficiente con decirle al niño qué no hacer, también debería enseñarle una
alternativa mejor. Si su hijo de cinco años está muy ocupado coloreando
alegremente en la pared, es más efectivo darle papel, quizá de distintos tamaños y
formas, en una caja para manualidades, y decirle algo como 'las paredes no son
para dibujar, pero el papel es perfecto. Cuando uses papel puedes dibujar todo lo
que quieras y yo puedo guardar los dibujos'. Los padres deben desarrollar un
sistema de radar para detectar el buen comportamiento en vez del malo
únicamente. Cuando observe al niño compartiendo, ayudando a otros, manejando
bien la frustración; felicítelo inmediatamente. Haga el experimento por un día y se
sorprenderá del buen comportamiento que encontrará.
No imponga: negocie
La negociación no quiere decir que los padres o los hijos se salen con la suya. La
negociación, si se realiza con sentido común, hace que todos se sientan parte de
la solución al problema. Aun a los niños pequeños les gusta sentir que tienen una
opción en vez de sentir que han sido forzados a hacer algo. Piense
cuidadosamente las opciones que ofrece antes de comenzar con la negociación.
Insistir con que su hijo tome la medicina que sabe horrible puede preparar el
terreno para conflictos. Pero darle la opción de tomar la medicina con un jugo o un
licuado con leche fomenta la cooperación. Pero proceda con cautela y elija bien
sus palabras. Déle al niño una opción solo cuando verdaderamente tiene una. No
le pregunte al niño de 4 años si quiere ir al médico si la visita al doctor es
necesaria. Pero pídale sí que elija qué golosina quiere llevar o qué quiere ponerse.
Establezca prioridades
Algunas cuestiones no valen la pena. La disciplina no quiere decir que los padres
siempre ganan. Puede sentir que está cediendo, pero hay momentos en que
debería decidir si la acción de su hijo vale la pena tanto alboroto. Obviamente que
destrozar un juguete a propósito es más serio y requiere una respuesta directa si
se lo compara con demorarse mucho tiempo en la bañera. Los padres deben
priorizar y decidir qué es importante. Por ejemplo, los padres pueden ser más
estrictos con la honestidad que con la limpieza de la habitación. Es razonable fijar
un límite de horario para una adolescente de 15 años, pero quizá no lo sea discutir
por la ropa que usa siempre que se ajuste a sus reglas de decencia.
Prevención
Con el tiempo, los padres llegan a conocer las áreas problemáticas de sus hijos y
ahí aparece la prevención. Por ejemplo, si cada vez que va al supermercado su
hijo de 4 años le ruega que le compre varias cosas, diseñe un plan antes de ir.
Puede darle una caja vacía de un producto que usted desea comprar y hacer que
la ayude a encontrarlo. Hasta puede decirle que se detendrá en la biblioteca, o
pensar en alguna otra cosa divertida, si la ayuda. Preparar de antemano al niño
para un cambio de una actividad o de un entorno a otro le ayuda a hacer frente a
la transición.
Cómo proceder ante comportamientos inaceptables A pesar de todos los
consejos y buenas intenciones, padres e hijos tendrán igual momentos difíciles.
Mantener estos estallidos en perspectiva, prepararse para ellos y contar con
algunas estrategias para hacerles frente ayudará a todos a manejar una crisis. Un
principio básico para recordar: los padres deben ver al niño independiente de la
acción. Es sumamente importante recordarle al niño que es el comportamiento lo
que desagrada, pero que el amor por él sigue intacto.
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Sea claro, firme y específico con respecto a lo que quiere decir.
Sea respetuoso. No recurra a insultos ni gritos.
La consecuencia debe suceder inmediatamente al comportamiento. Las
consecuencias deben ser justas en relación con el comportamiento.
Tiempo para reflexionar
¡Cuando funciona, funciona! El tiempo para reflexionar es un principio antiguo por
un buen motivo. El tiempo para reflexionar le enseña al niño que para cada acción
hay una reacción. Específicamente, el tiempo para reflexionar logra dos objetivos
importantes: detiene inmediatamente el comportamiento no deseado y le brinda al
niño (y al padre) un período de enfriamiento necesario. La regla general es iniciar
el tiempo para reflexionar inmediatamente después del incidente o
comportamiento, y contar con un espacio para ello. La cantidad de minutos que un
niño tenga para reflexionar debe ser equivalente generalmente a su edad, por
ejemplo, un niño de 5 años tiene cinco minutos de tiempo para reflexionar.
Algunos niños pueden necesitar que se los obligue a quedarse, tomándolos de los
brazos, para que se sientan físicamente en control, y otros niños pueden estar
muy asustados por estar solos, como para beneficiarse de esta técnica.
Lo que no funciona
Las investigaciones confirman que los niños que reciben trato con agresión física
serán agresivos en el futuro.
Por eso el potencial de que el ciclo de maltrato se repita con las generaciones
aumenta. Otro motivo por el que la disciplina física no es una forma efectiva es
que puede ser contraproducente. Imagine lo siguiente: un niño de 7 años le pega a
uno de 4. Un padre se apresura a intervenir y le pega al agresor. ¿Qué
aprendieron los niños de esto? Aprendieron que está bien pegar cuando están
enojados, exactamente lo opuesto a lo que el padre quería enseñar. Los niños
imitan muy bien y miran a sus padres como modelos. ¿Cuál es el efecto de pegar?
Los niños aprenden a pegar, como hacen el padre y la madre.
Cuándo buscar ayuda
Consulte con un profesional si su hijo está haciendo cosas peligrosas o de riesgo
que usted no puede frenar, si es muy agresivo con los demás o si es irrespetuoso
para con las personas o bienes de otros. Los padres deberían también asesorarse
si observan cambios en el comportamiento o signos físicos tales como dolores de
cabeza o que el niño come o duerme poco. Cualquier causa psicológica o médica
que origine el comportamiento inaceptable debe identificarse y tratarse a la
brevedad.
Fuentes:
http://www.vidaysalud.com/daily/estres-y-salud-mental/el-manejo-de-la-bajatolerancia-a-la-frustracion/
http://www.thelearningcommunity.us/recursos-en-espanol/consejos-para-padres/ladisciplina.aspx
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