Manejo de Límites y Disciplina Todos los niños se portan mal en algún momento; es parte de descubrir qué es un comportamiento adecuado y cuáles son los límites. Los niños pueden hacer berrinches, desafiar las reglas, empezar peleas, negarse a cooperar con las rutinas de la familia, insultar y mucho más. Cuando como padres les enseñamos a nuestros hijos a comportarse adecuadamente y les mostramos para qué existen las reglas y los límites, es importante recordar el objetivo de la disciplina. La disciplina: permite ayudar a que el niño desarrolle el autocontrol y una noción de límites, experimente las consecuencias de su comportamiento y aprenda de sus errores. La disciplina no implica castigo o conflicto entre padre e hijo. Todos los niños necesitan la seguridad que brinda conocer las reglas y los límites de comportamiento; sin ellas se sienten perdidos. Necesitan manejar sus frustraciones. La frustración se define como cualquier obstáculo que interviene entre una persona y su meta. La forma en la que la persona percibe esta frustración es lo que va a determinar cómo se siente cuando se encuentra bloqueada al querer alcanzar esa meta. La mayoría de los seres humanos experimentan cierta frustración cada día, ya que es natural que algunos obstáculos interfieran en nuestros planes y objetivos. Sin embargo, no es la presencia de la frustración lo que nos hace sentirnos mal, sino nuestra actitud hacia ella. Padres/madres: Ser flexibles es la clave en cuanto a la disciplina durante el crecimiento de los niños. Los padres deben estar preparados para modificar su modo de entender la disciplina a lo largo del tiempo, y usar distintas estrategias a medida que sus hijos desarrollan más independencia y capacidad para controlarse y responsabilizarse por sí mismos. ¿PORQUE LA NECESIDAD DE LIMITES? 1. 2. 3. 4. 5. 6. Los límites dan seguridad y confianza. Permiten “hacer” porque sabemos donde pisamos. Hacen consciente nuestro actuar. Permiten dar una respuesta adecuada. Crean la consciencia de la existencia del otro. Educan. FINALIDAD DE LOS LIMITES 1. Crean libertad, responsabilidad y autonomía. 2. Al crear límites se respetan los derechos y necesidades de los demás. 3. Los límites bien llevados y consistentes producen armonía y bienestar “Yo estoy bien, tú estas bien”. 4. Facilitan la comunicación y relación entre las personas. CARACTERISTICAS DE LOS LIMITES 1. Son claros y precisos. 2. Se administran los necesarios; es decir todos aquellos que respondan a una necesidad. 3. Deben ser adecuados a la edad y necesidades de las personas. 4. Son siempre positivos como fin de una búsqueda y bienestar del individuo. 5. Deben ser siempre congruentes y consistentes. 6. Los límites sirven para delimitar no para limitar. 7. Se implantan hasta que sea necesario. Posteriormente el niño los va ejercitando solo. QUE SUCEDE ANTE LA FALLA DE LIMITES? 1. Se crea inseguridad. 2. Se crean violaciones constantes de derechos y necesidades. 3. Agresividades mutuas y como consecuencia se crean resentimientos y egoísmo. 4. Llevan a un proceso des-educativo. AL HABER LIMITES El alumno establece adaptación social. Se crea una incapacidad ante la frustración. El alumno desarrolla una disciplina interior. Se crean en el alumno necesidad de exigencia y esfuerzo. Crean formación educativa. Crean formación de carácter. EN AUSENCIA DE LIMITES El alumno exige y demanda todo. El alumno tiene orden. COMO SE ESTABLECEN LOS LIMITES? 1. Mejor que sean propuestos a que sean impuestos. 2. Motivados por la situación mas que porque “así es” (como autoridad del adulto). 3. En beneficio de la persona mas que implantado por un interés personal. 4. Se crean para “sentirnos bien” mas que para restringir. 5. Se establecen por acuerdos mas que por la imposición. 6. Se establecen con congruencia de las personas que los demandan. 7. Se explican desde una postura asertiva. Disciplina: Etapas en el desarrollo de niños y niñas Ser flexibles es la clave en cuanto a la disciplina durante el crecimiento de los niños. Los padres deben estar preparados para modificar su modo de entender la disciplina a lo largo del tiempo, y usar distintas estrategias a medida que sus hijos desarrollan más independencia y capacidad para controlarse y responsabilizarse por sí mismos. Las bases de la disciplina se establecen en los primeros años. Primer Año: Durante el primer año de vida, mientras los padres establecen relaciones de confianza con el bebé están preparando el terreno para la interacción entre padre e hijo de los años próximos. De 1 a 2 años: En algún momento entre el primer año y los 2 años, el individuo al que antes se consideraba bebé aparece en escena como una persona íntegra, con necesidades y deseos específicos. Cuando los niños pequeños empiezan a caminar, comienzan a probar su independencia, y necesitan ayuda para entender qué es seguro, qué pueden hacer y qué no. Están muy concentrados en sus propias necesidades, y no tienen en cuenta los intereses de los demás. Todavía no entienden la noción de consecuencias, un "no" firme pero gentil es necesario. Con la explosión de nuevas habilidades (hablar, caminar), pareciera por momentos que los niños pequeños entienden las reglas y que se pudiera razonar con ellos, pero no están todavía verdaderamente listos para controlar sus acciones. Edad Escolar: Los niños en edad preescolar entienden las reglas y guían su comportamiento según estas y según su mayor grado de conciencia sobre las consecuencias de su comportamiento. Al llegar a la edad escolar, los niños entienden el porqué de las reglas. Las reglas se internalizan y son acompañadas por un sentido cada vez mayor de la responsabilidad y el autocontrol. La mayoría de los niños en edad escolar comprende las nociones de justicia y equidad, y es capaz de considerar también las necesidades de los demás cuando toma una decisión. Adolescencia: Durante la adolescencia, los individuos se hacen responsables de su propio comportamiento. Lograr el autocontrol es un proceso que se desarrolla lentamente, y el objetivo último de la disciplina es ayudar a que los niños logren el autocontrol, y no que solo obedezcan las órdenes de los adultos. ¿Qué pueden hacer los padres? Si quiere hijos considerados, cooperadores y flexibles, usted debe ser su MODELO. Piense en su estilo de disciplina Los padres disciplinan a sus hijos de varias maneras. Los investigadores han identificado los tres estilos más comunes de educación de los hijos: autoritario/estricto, autoritativo/moderado y permisivo. Un padre autoritario o extremadamente estricto controla la actitud y el comportamiento del niño poniendo énfasis en la obediencia a la autoridad y desalentando la discusión. Los padres extremadamente autoritarios a menudo solo confían en el castigo. Un padre autoritativo o moderado fija límites y confía en las consecuencias lógicas y naturales para que el niño aprenda de sus propio errores. El padre le explica al niño por qué son importantes las reglas y por qué deben seguirse. Los padres autoritativos razonan con sus hijos y consideran el punto de vista del niño a pesar de que pueden no estar de acuerdo con ellos. Son firmes, con ternura, calidez y amor. Fijan estándares altos y alientan a sus hijos a ser independientes. Un padre permisivo o indulgente ejerce un mínimo control. Los niños pueden fijar sus propias reglas, horarios y actividades. Los padres permisivos no exigen los altos niveles de comportamiento que demandan los padres autoritarios y autoritativos. ¿Cómo crecen los niños que han sido criados por estos tipos de padres? Los estudios de seguimiento indican que la manera moderada, entre el extremo permisivo y el extremo estricto, es la más efectiva de las tres. Los niños educados por padres autoritativos/moderados tenían tendencia a un buen concepto de sí mismos y a ser responsables, cooperadores, seguros de sí mismos y curiosos intelectualmente. Los niños educados por padres autoritarios/estrictos tenían tendencia a ser tímidos y reservados, menos curiosos intelectualmente y dependientes de la voz de autoridad. Los niños educados por padres permisivos tenían tendencia a ser inmaduros y poco predispuestos a aceptar responsabilidad o mostrar independencia. Utilice el lenguaje para ayudar a resolver los problemas Establezca reglas simples y justas, y expóngalas claramente. Cuando los niños adquieran el lenguaje ayúdelos a usar palabras, en vez de acciones, para expresar cómo se sienten. De igual manera, al disciplinar a su hijo dígale que entiende cómo se siente. Luego de los años de preescolar, el niño es capaz de entender el comportamiento y está interesado en esto. Por ejemplo, una niña de 7 años puede pegarle a su hermano menor cuando este le quite su juguete. En el mundo del niño es difícil tolerar a un hermano menor que toca sus cosas. Entonces, además de disciplinarla dígale que usted entiende cuán molesto puede ser tener a alguien rondándole, pero que no tiene permiso para pegarle. Ayúdela a que identifique y diga en palabras cómo se siente antes de que actúe. Usted puede plantear situaciones como por ejemplo "¿De qué manera puedes decirle a Amanda que no te gusta cuando ella no te deja jugar?". También puede sugerir otras situaciones y alentar a su hijo a que piense posibles soluciones a esa situación. Ignorar En algunos casos, el solo hecho de ignorar el comportamiento lo hará desaparecer. Algunos niños se portan mal para llamar la atención, y los padres sin quererlo pueden alentar el comportamiento que están intentando suprimir. Si usted le dice reiteradamente a su hijo que deje de hacer burbujas con la leche o deje de jugar con su comida, quizá está brindándole atención a esta conducta, haciéndola un evento. Ignórela y haga otra cosa, y luego, cuando actúe correctamente, hágaselo notar. El punto es: reconozca y preste atención a los comportamientos que desea alentar en vez de a los que desea suprimir. Premios El refuerzo positivo es la mejor técnica para fomentar el comportamiento deseado. La mayoría de los niños desea la atención y aceptación de sus padres, y hará lo necesario para conseguirla. Los premios no son sobornos, son maneras de mostrarle al niño que está haciendo las cosas bien. El premio debe adecuarse a la edad y a los gustos del niño, como así también a los recursos del padre. La alabanza verbal puede ser efectiva. A pesar de que las calcomanías se usen a menudo para alentar un nuevo comportamiento o una mejora, no subestime el valor del tiempo. Una salida especial al parque infantil o una historia extra antes de dormir es muchas veces lo único que se necesita para motivar al niño para que se porte mejor. Consecuencias naturales Los padres tienen siempre la opción de usar las consecuencias naturales para ejemplificar un punto. Las consecuencias naturales ayudan a que el niño aprenda a hacerse responsable de sus actos y a que los padres entiendan que lo que se gana a largo plazo bien valdrá la pena a corto plazo. Por ejemplo, una niña de 10 años que se olvidó de traer a casa su libro de estudios sociales y no está preparada para la evaluación quizá le pida que escriba una nota diciendo que está enferma. Negarse a hacer esto le enseña al niño a planificar mejor la próxima vez y a no esperar que sus padres mientan para sacarlo de un apuro. No más no - Mantenga una actitud positiva Ambos, padres e hijos, se cansan de escuchar 'no' todo el tiempo. Demasiados 'nos' pierden el significado y no ayudan a que el niño entienda qué le hará obtener un 'sí'. Los enunciados afirmativos le enseñan al niño qué es apropiado. No es suficiente con decirle al niño qué no hacer, también debería enseñarle una alternativa mejor. Si su hijo de cinco años está muy ocupado coloreando alegremente en la pared, es más efectivo darle papel, quizá de distintos tamaños y formas, en una caja para manualidades, y decirle algo como 'las paredes no son para dibujar, pero el papel es perfecto. Cuando uses papel puedes dibujar todo lo que quieras y yo puedo guardar los dibujos'. Los padres deben desarrollar un sistema de radar para detectar el buen comportamiento en vez del malo únicamente. Cuando observe al niño compartiendo, ayudando a otros, manejando bien la frustración; felicítelo inmediatamente. Haga el experimento por un día y se sorprenderá del buen comportamiento que encontrará. No imponga: negocie La negociación no quiere decir que los padres o los hijos se salen con la suya. La negociación, si se realiza con sentido común, hace que todos se sientan parte de la solución al problema. Aun a los niños pequeños les gusta sentir que tienen una opción en vez de sentir que han sido forzados a hacer algo. Piense cuidadosamente las opciones que ofrece antes de comenzar con la negociación. Insistir con que su hijo tome la medicina que sabe horrible puede preparar el terreno para conflictos. Pero darle la opción de tomar la medicina con un jugo o un licuado con leche fomenta la cooperación. Pero proceda con cautela y elija bien sus palabras. Déle al niño una opción solo cuando verdaderamente tiene una. No le pregunte al niño de 4 años si quiere ir al médico si la visita al doctor es necesaria. Pero pídale sí que elija qué golosina quiere llevar o qué quiere ponerse. Establezca prioridades Algunas cuestiones no valen la pena. La disciplina no quiere decir que los padres siempre ganan. Puede sentir que está cediendo, pero hay momentos en que debería decidir si la acción de su hijo vale la pena tanto alboroto. Obviamente que destrozar un juguete a propósito es más serio y requiere una respuesta directa si se lo compara con demorarse mucho tiempo en la bañera. Los padres deben priorizar y decidir qué es importante. Por ejemplo, los padres pueden ser más estrictos con la honestidad que con la limpieza de la habitación. Es razonable fijar un límite de horario para una adolescente de 15 años, pero quizá no lo sea discutir por la ropa que usa siempre que se ajuste a sus reglas de decencia. Prevención Con el tiempo, los padres llegan a conocer las áreas problemáticas de sus hijos y ahí aparece la prevención. Por ejemplo, si cada vez que va al supermercado su hijo de 4 años le ruega que le compre varias cosas, diseñe un plan antes de ir. Puede darle una caja vacía de un producto que usted desea comprar y hacer que la ayude a encontrarlo. Hasta puede decirle que se detendrá en la biblioteca, o pensar en alguna otra cosa divertida, si la ayuda. Preparar de antemano al niño para un cambio de una actividad o de un entorno a otro le ayuda a hacer frente a la transición. Cómo proceder ante comportamientos inaceptables A pesar de todos los consejos y buenas intenciones, padres e hijos tendrán igual momentos difíciles. Mantener estos estallidos en perspectiva, prepararse para ellos y contar con algunas estrategias para hacerles frente ayudará a todos a manejar una crisis. Un principio básico para recordar: los padres deben ver al niño independiente de la acción. Es sumamente importante recordarle al niño que es el comportamiento lo que desagrada, pero que el amor por él sigue intacto. Sea claro, firme y específico con respecto a lo que quiere decir. Sea respetuoso. No recurra a insultos ni gritos. La consecuencia debe suceder inmediatamente al comportamiento. Las consecuencias deben ser justas en relación con el comportamiento. Tiempo para reflexionar ¡Cuando funciona, funciona! El tiempo para reflexionar es un principio antiguo por un buen motivo. El tiempo para reflexionar le enseña al niño que para cada acción hay una reacción. Específicamente, el tiempo para reflexionar logra dos objetivos importantes: detiene inmediatamente el comportamiento no deseado y le brinda al niño (y al padre) un período de enfriamiento necesario. La regla general es iniciar el tiempo para reflexionar inmediatamente después del incidente o comportamiento, y contar con un espacio para ello. La cantidad de minutos que un niño tenga para reflexionar debe ser equivalente generalmente a su edad, por ejemplo, un niño de 5 años tiene cinco minutos de tiempo para reflexionar. Algunos niños pueden necesitar que se los obligue a quedarse, tomándolos de los brazos, para que se sientan físicamente en control, y otros niños pueden estar muy asustados por estar solos, como para beneficiarse de esta técnica. Lo que no funciona Las investigaciones confirman que los niños que reciben trato con agresión física serán agresivos en el futuro. Por eso el potencial de que el ciclo de maltrato se repita con las generaciones aumenta. Otro motivo por el que la disciplina física no es una forma efectiva es que puede ser contraproducente. Imagine lo siguiente: un niño de 7 años le pega a uno de 4. Un padre se apresura a intervenir y le pega al agresor. ¿Qué aprendieron los niños de esto? Aprendieron que está bien pegar cuando están enojados, exactamente lo opuesto a lo que el padre quería enseñar. Los niños imitan muy bien y miran a sus padres como modelos. ¿Cuál es el efecto de pegar? Los niños aprenden a pegar, como hacen el padre y la madre. Cuándo buscar ayuda Consulte con un profesional si su hijo está haciendo cosas peligrosas o de riesgo que usted no puede frenar, si es muy agresivo con los demás o si es irrespetuoso para con las personas o bienes de otros. Los padres deberían también asesorarse si observan cambios en el comportamiento o signos físicos tales como dolores de cabeza o que el niño come o duerme poco. Cualquier causa psicológica o médica que origine el comportamiento inaceptable debe identificarse y tratarse a la brevedad. Fuentes: http://www.vidaysalud.com/daily/estres-y-salud-mental/el-manejo-de-la-bajatolerancia-a-la-frustracion/ http://www.thelearningcommunity.us/recursos-en-espanol/consejos-para-padres/ladisciplina.aspx