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Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología
ISSN 1695-0194
REFLEXIONES (Recensión)
RECPC 15-r2 (2013)
RECENSIÓN DEL LIBRO DE
FERNANDO MIRÓ LLINARES,
EL CIBERCRIMEN
Fenomenología y criminología de la
delincuencia en el ciberespacio *
Julio Pérez Gil
Profesor Titular de Derecho Procesal. Universidad de Burgos
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PÉREZ GIL, Julio. Recensión del libro de Fernando
Miró Llinares, El cibercrimen. Fenomenología y
criminología de la delincuencia en el ciberespacio.
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología (en línea). 2013, núm. 15-r2, p. r2:1-r2:05.
Disponible en Internet:
http://criminet.ugr.es/recpc/15/recpc15-r2.pdf
ISSN 1695-0194 [RECPC 15-r3 (2013), 15 sep]
RESUMEN: Elogiosa recensión de la monografía
sobre ciberdelincuencia del Prof. Fernando Miró
Llinares.
PALABRAS CLAVE: Cibercrimen, criminalidad
informática, tecnologías de la información y la
comunicación.
Fecha de publicación: 15 septiembre 2013
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La progresiva evolución de las Tecnologías de la Información y la Comunicación durante los últimos 20 años ha sido intensísima, lo cual ha supuesto que los
cambios sociales aparejados hayan sido en muchos casos impredecibles y abruptos.
En el caso de la cibercriminalidad esto es si cabe más evidente: de forma vertiginosa han surgido nuevos intereses sociales en peligro y nuevas formas de comisión de
delitos tradicionales, frente a lo cual en muy poco tiempo han tenido que reinterpretarse las normas sustantivas y procesales así como crearse otras nuevas. Quienes
nos ocupamos del derecho nos hemos visto obligados a entrar en esta espiral en
busca de soluciones jurídicas válidas para esas nuevas necesidades, afrontando en
*
Editorial Marcial Pons, Madrid, 2012. ISBN 978-84-15664-18-5
RECPC 15-r2 (2013)
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http://criminet.ugr.es/recpc
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ISSN 1695-0194
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Julio Pérez Gil
muchas ocasiones la dificultad de acometer esa tarea con el suficiente sosiego y la
idónea perspectiva.
La obra de Fernando Miró Llinares El Cibercrimen. Fenomenología y criminología de la delincuencia en el ciberespacio, es un magnífico paso en esa dirección.
Constituye la primera monografía en castellano que aborda la conceptualización,
sistematización y comprensión del cibercrimen como concepto bajo el que se pretende englobar la delincuencia cometida a través de las TIC. Su carácter de libro
científico no resta un ápice a su gran capacidad divulgativa, articulándose sobre una
hipótesis aparentemente sencilla pero muy sugerente: puesto que es diferente el
ámbito en el que se produce la delincuencia, ésta ha mudado en su naturaleza. El
autor nos conduce así declaradamente a la necesidad de comprender los elementos
distintivos de esta criminalidad, algo esencial para tratarla jurídicamente y, en
último término, para prevenirla. El libro resulta así especialmente adecuado para
hacer una pausa en las urgencias, echar la vista atrás y, a partir de la comprensión
del fenómeno, afrontar con éxito algunos de los múltiples retos que al derecho le
han surgido y le surgirán en los próximos días, meses, años y décadas.
Quizás esto sea así por tratarse de una obra que va más allá del Derecho penal y,
en realidad, de “lo jurídico” estrictamente. Tal como su propio subtítulo indica, se
trata de un libro más cercano a la descripción del fenómeno y a la comprensión
criminológica del mismo que al derecho, pero son precisamente tales descripciones
y reflexiones sobre el fenómeno las necesarias para comprender los retos jurídicos
que deben ser abordados y las vías de solución a los mismos. Porque, y eso también
se percibe en todas y cada una de sus páginas, la monografía está escrita por un
cualificado jurista, no por un sociólogo. No se busca solo describir el fenómeno
(sin perjuicio de que se haga), sino más bien comprenderlo con las herramientas del
derecho en mente, para situarnos en mejor posición de cara a su tratamiento normativo. Y de esa predisposición son deudoras muchas de las reflexiones contenidas en
la obra, las cuales implícita, o incluso explícitamente, derivan hacia cómo debemos
construir el Derecho penal o, incluso, el Derecho procesal del futuro próximo.
El libro está dividido en dos partes. En la primera, fenomenológica, se describe,
conceptualiza y categoriza la cibercriminalidad. En la segunda, criminológica, se
teoriza sobre cómo se produce esta delincuencia en ese nuevo ámbito de interacción social que es el ciberespacio. La conjunción de ambas ofrece no sólo una
imagen plenamente actualizada a día de hoy del cibercrimen, sino también un
croquis de sus modalidades. En esa taxonomía, ordenada y estructurada de una
manera que facilita enormemente su comprensión por el lector, no sólo se contempla cada tipología de ataque sino, también, su sentido criminológico, el objetivo
que persigue el delito, las víctimas a las que afecta y las estrategias de prevención
que se sugiere utilizar para evitar o reducir el impacto de esas conductas.
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2013, núm. 15-r2, p. r2:1-r2:05 − ISSN 1695-0194
El cibercrimen: fenomenología y criminología. Recensión.
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El primer capítulo aborda una cuestión de no poca importancia, sobre todo para
la doctrina penal sustantiva: la definición de la cibercriminalidad. Esa tarea se
afronta sin ataduras en la tradición española o continental, buscando un sentido
funcional a la conceptualización y, por tanto, huyendo de definiciones demasiado
reduccionistas o poco precisas que no otorguen al concepto la precisión o utilidad
necesarias. Y dado que el autor sitúa el acento de su obra en la idea de que el ámbito en el que se produce el delito modifica la forma en la que este sucede, centra el
sentido funcional de su definición en el ciberespacio, el nuevo ámbito de intercomunicación social que, entre otros caracteres, permite la transnacionalidad del
fenómeno. Lo importante, para Miró Llinares, no es ya la utilización de sistemas
informáticos sino el que éstos estén interconectados entre sí y las problemáticas
criminológicas que ello plantea. Por eso sugiere abandonar la denominación tradicional de “delincuencia informática”, para relacionar abiertamente la misma con el
ciberespacio, construyendo una definición general del cibercrimen como el delito
cometido en el ámbito de intercomunicación social que es el ciberespacio.
A partir de ahí, Miró Llinares aborda en el segundo capítulo la enumeración,
descripción y categorización de los ciberdelitos. Su descripción no sólo está documentada con minuciosidad, sino que resulta clara y precisa, algo no sencillo ante un
tipo de delincuencia tan tecnificada y cambiante, descrita con frecuencia de forma
ambigua u oscura (en ocasiones deliberadamente). Es de agradecer también la
realización de un glosario que facilita la comprensión de unas conductas que, además, no sólo se describen sino que tratan de ser descifradas en su origen, en sus
objetivos y en sus distintas formas concretas. El hacking, la denegación de servicios, el phishing en sus múltiples formas, el spoofing, el grooming y demás cibercrímenes son diseccionados y, también, categorizados. Para ello se usa una doble
clasificación: una primera, de carácter tipológico, similar a otras existentes anteriormente, y otra novedosa que atiende a la intención criminal de quien realiza el
ciberataque. De esta manera el autor sitúa cada uno de los ciberdelitos en dos categorías distintas: en la primera atendiendo al concreto papel que desempeñan las
TIC en el comportamiento criminal y en la segunda contemplando el propósito que
mueve al agresor. Esta última clasificación, además, resulta especialmente reveladora por cuanto sitúa la cibercriminalidad como una delincuencia no únicamente
impulsada por factores económicos, sino también por otros de índole social o político. La cibercriminalidad económica, aquella realizada con intención de obtener
lucro, ya no es la protagonista única del ciberespacio. Miró nos describe una cibercriminalidad social o personal relacionada con el uso de las redes sociales y demás
instrumentos de la web 2.0 para la comunicación entre personas, así como también
una cibercriminalidad política o ideológica, un concepto en el que enmarca el
ciberterrorismo, la ciberguerra así como diferentes formas delictivas de ciberactivismo político y social.
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La parte criminológica de la obra se desglosa en tres capítulos. En ellos se analizan, respectivamente, los caracteres del ciberespacio, los tipos de cibercriminales y
sus características y la cuestión, no suficientemente bien atendida por la literatura,
de las víctimas de los ciberdelitos. Sin duda la parte más novedosa y de mayor peso
de la obra se sitúa en su capítulo III, titulado “Ciberespacio y oportunidad delictiva”, en el que el autor trata de definir ese nuevo “ámbito de oportunidad criminal”
que constituye el ciberespacio. Es a mi juicio en este punto donde la lectura se hace
más interesante y sugerente. Según el autor el ciberespacio se conforma por los
mismos caracteres que el espacio físico pero con un condicionante: al contar con
una “estructura arquitectónica” distinta, sus características se configuran de forma
distinta. Para explicar ese planteamiento de partida, Miró Llinares se apoya en la
Teoría de las Actividades Rutinarias (Cotidianas, según prefiere denominarla),
teoría criminológica conocida especialmente en el ámbito anglosajón. Conforme a
ella, el crimen no sólo depende de la motivación del agresor, sino que se configura
también a partir de la existencia de un objetivo adecuado y de la ausencia de vigilantes capaces de evitar el delito. Conforme a esta teoría (y a otras englobadas en el
paradigma criminológico de “la oportunidad”), poner la mirada sobre “el lugar”
deviene tan importante para comprender el crimen como hacerlo sobre el propio
agresor. Y dado que el ámbito en el que se produce el cibercrimen es distinto al
lugar en el que se produce el crimen en el espacio físico, se revela entonces esencial comprender cómo es ese nuevo “lugar”. A partir de ahí, y tras una interesante
explicación de los caracteres propios de Internet, Miró trata de plasmar lo más
gráficamente posible (incluso con apoyo de gráficos y tablas), el alcance de la
distinción entre el cibercrimen y el delito ejecutado en el espacio físico.
Destaca sobremanera la importancia que para el autor adquiere la víctima en lo
que denomina “la ecuación del delito” pues su conducta en el ciberespacio es aún
más determinante que en el espacio físico para ser ella la elegida y no otra. La
razón alegada se encuentra en que el ámbito de oportunidad criminal que es el
ciberespacio incrementa significativamente las posibilidades potenciales de contacto entre agresor y víctima. Por ello propone unas medidas de prevención centradas
en la conducta de la víctima muy dignas de ser tenidas en cuenta por los responsables de la política criminal y que, quizás, podrían desarrollarse mucho más. La
relevancia otorgada a la figura de la víctima se completa con su análisis a través de
todo el capítulo quinto, que se inicia caracterizando la victimización en el ciberespacio. Miró analiza algunos ámbitos específicos de victimización, tales como el
comercio electrónico o las redes sociales y se plantea la cuestión de la importancia
real de la cibercriminalidad. Además, con un título sugerente y apoyado con interesantes datos estadísticos, el autor da forma a algo que ya intuíamos: la existencia de
una enorme cifra negra de criminalidad en la materia.
Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 2013, núm. 15-r2, p. r2:1-r2:05 − ISSN 1695-0194
El cibercrimen: fenomenología y criminología. Recensión.
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Es interesante asimismo el papel que otorga “al vigilante”, un aspecto en el que
sin duda habrá de profundizarse en el futuro. De hecho, considero que más pronto
que tarde habrá de perseverarse en la tarea de ensamblar el proceso penal y el
concepto criminológico de “guardián capaz”, estableciendo puentes de entendimiento entre ambas disciplinas. El autor apunta en esa dirección (páginas 187 y ss.,
201, etc.) pero lógicamente lo hace con la limitación autoimpuesta por la sistematización y orden que rige en el conjunto de la obra. No quiero dejar pasar la ocasión
para poner de manifiesto que quizá sea el cibercrimen un ámbito especialmente
propicio para configurar un derecho procesal útil, pensado como una de las herramientas de prevención del delito. El futuro espera de nosotros que aclaremos el
papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en el ciberespacio, la utilización de
técnicas de investigación invasivas sobre sistemas informáticos, el valor probatorio
que haya de otorgarse a recopilaciones de datos personales previas al delito o al
margen de la sospecha de éste, etc.
La obra recensionada es enormemente sugerente, incluso para quienes como es
mi caso nos acercamos a la materia desde especialidades conexas pero diferentes a
la del autor. Las derivaciones que abren sus profundas reflexiones son susceptibles
de abrirse en multitud de direcciones, constituyendo así una de sus grandes virtudes. Y este es, a mi juicio, el factor que merece ser subrayado con mayor intensidad
en relación con la monografía de Miró: constituye un aldabonazo sobre la necesidad de reparar en nuevas realidades que, aun hallándose a la vista de todos, no han
suscitado un debate científico parejo a la trascendencia que les correspondería. Por
ello, El Cibercrimen. Fenomenología y criminología de la delincuencia en el ciberespacio, de Fernando Miró Llinares será, si no lo es ya, una obra de referencia.
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