nro27 2006

Anuncio
Situación de los jóvenes
(Diálogo entre Monseñor Héctor Aguer y
Fernando de Estradaen el programa "Los Dos
Reinos", que se transmite los domingosde 9 a
11 por AM 1270, LS 11 Radio Provincia de
Buenos Aires)
Fernando de Estrada: -He estado oyendo algunas grabaciones de programas viejos que hemos
emitido aquí en "Los Dos Reinos" y al hacerlo pude comprobar otra vez cómo es de cierta aquella
expresión bíblica según la cual no hay nada nuevo bajo el sol. Porque cuando se ve que por
experiencia se predijeron, sin ánimo de que fueran a suceder, acontecimientos lamentables que
después efectivamente ocurrieron, es el caso de lamentar que no haya nada nuevo en cuanto fuera
cosa nueva la capacidad de reflexionar antes de que los hechos se produzcan. El tema concreto que
me llamaba la atención era a propósito de los modos de divertirse que tiene un sector muy
considerable de los adolescentes o lo que en general se suele llamar gente joven. Aunque
deberíamos quedarnos con la palabra adolescentes, dado que la adolescencia se extiende cada vez
hasta más tarde como época de la vida. En una de esas oportunidades, Usted, Monseñor, señalaba
que la forma de divertirse en bailantas, discotecas y ámbitos similares es muy peligroso por las
formas de vida que determinan; por ejemplo las experiencias de este orden cuando absorben la
noche del sábado hacen que el domingo desaparezca del calendario para quienes las practican, sin
olvidar que durante el resto de la semana alguna resaca siguen arrastrando. Todo esto sin entrar en
lo que pueda ser consumo de drogas, o los efectos análogos que producen los climas psicodélicos.
Pero entre las advertencias no faltaba la perspectiva de una tragedia por la dificultad de desarrollar
este tipo de actividades en condiciones de seguridad.
Monseñor Héctor Aguer: Y habría también que agregar el ambiente que se crea en ese tipo de
locales, y los ritos. Por ejemplo, ahora pareciera que la hora de llegada al boliche se hace cada vez
más tardía; no sé si se trata de tardía o temprana, porque se trata de la madrugada del día
siguiente. De manera que hay un "pre" y hay un "pre pre", que puede ser en la casa o puede ser en
distintos "pubs" ya que ahora usamos esa nomenclatura- en los cuales se ingieren tragos, y así se
llega al boliche como a las dos de la mañana. ¿En qué condiciones? ¡Vaya usted a saber! Y encima
de esa excitación está el consumo de energizantes para mantenerse despierto, las reyertas que a
veces son fatales. Aun algunas reuniones en las casas, aunque sin ir al boliche, pero que suponen
el consumo de bebidas, o las salidas a patotear...todo eso es un conjunto de ritos que integra lo que
se ha dado en llamar, no sé por qué, la cultura joven. Es bastante triste, pero nos alarmamos sólo
cuando ocurre una tragedia, cuando un chico muere o se produce un accidente descomunal como
las ya conocidos, pero no advertimos el deterioro humano, el menoscabo de valores superiores que
se consuma cada fin de semana en esas ocasiones. Pareciera que aquí hay un problema
pedagógico que es imposible de abordar, como que nadie tiene autoridad en el mejor sentido de la
palabra como para ofrecer una salida mejor o para orientar en este desconcierto. Hay algo de
pérdida del sentido profundo de las cosas en este ritmo, una superficialidad de la que uno podría
decir: "Bueno...es cosa propia de la edad de los adolescentes", pero no debiera ser así. Cuando
asoman los problemas de seguridad y los peligros de vida, entonces sí, todo el mundo se alarma,
pero nadie atina a ofrecer una alternativa, ni a decir claramente que el mal está en el estilo, en este
modo de divertirse.
Estrada: -Es que no se trata de una modalidad propia de los jóvenes, de la muchachada, que es
tema de todos los tiempos. Pero en otras épocas -todas las épocas de la historia hasta llegar a la
actualidad- la vida juvenil tenía algo de iniciación en la vida adulta. Estos festejos y salidas
nocturnas eran como el carnaval en referencia a la cuaresma.
Mons. Aguer: -No era todos los fines de semana...
http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (1 of 3) [16/08/2008 15:09:41]
Revista virtual
Estrada: -Aunque lo hubiera sido, pero durante un período limitado de la vida...Uno, dos o tres años.
Salvo en los casos caracterizados en el personaje de Isidoro Cañones para quien toda la vida es
farra.
Mons. Aguer: -Pero es posible divertirse sin incurrir en las picardías de Isidoro Cañones.
Estrada: -Evidentemente; si uno recuerda los Isidoro Cañones auténticos que ha habido en la vida
argentina se comprueba que no han tenido nada de edificantes aunque quizás hayan sido divertidos,
pero tampoco fueron expresión de una conducta muy difundida.
Mons. Aguer: -No eran un fenómeno masivo; eso es lo que yo quería decir.
Estrada: Allí tenemos una diferencia fundamental, que la vinculo con el tema que mencionaba
recién, el de la iniciación. La iniciación es ese tránsito difícil, que se debe cumplir en el tiempo más
breve posible, entre la etapa del adolescente a la del adulto; el adolescente puede tener pocos años,
pero en cierto momento la vida le exige que asuma un carácter de adulto. Por supuesto, tolerándole
una cantidad de debilidades y extravagancias. Un aporte malo de nuestro tiempo es que la vida de
adulto no se apura por recibir a nadie, y me parece que es porque no se la ve apetecible, y esto es
responsabilidad de los adultos, que se han ocupado de vaciarla de sus significados.
Mons. Aguer: -Probablemente es así. La imitación que muchos adultos practican respecto de las
modas juveniles lo hace pensar.
Estrada: -Eso que usted llamaba "cultura joven" me impresiona como un concepto elaborado para
que no haya "cultura adulta", que equivaldría a la cultura propiamente dicha, la que vale para todas
las edades. Lo que pasa es que estamos viviendo una revolución cultural y uno de los instrumentos
para llevarla a cabo es precisamente la exaltación de la juventud como ruptura con la continuidad
histórica.
Mons. Aguer: -Además, se van imponiendo modas; aquel chico que ha tenido una educación
cuidada y que vive en un contexto familiar que lo apoya y lo incorpora plenamente, aun ese chico
considera que debe conceder su participación en estos fenómenos. Y no hay manera de disuadirlo,
porque se siente un descastado, un personaje inexistente si no circula por este tipo de cosas. Hay
un fenómeno que se ha universalizado que es la imposición de un estilo de vida que a los que lo
siguen los hace esclavos de la moda, esclavos de ritos, creídos de que si no los cumplen no tienen
lugar en el mundo. Suponen que al practicarlos son libres y se enfrentan con el que quiere ponerles
un límite, porque les parece que la libertad consiste en hacer lo que hacen todos, lo cual es curioso,
porque la libertad es siempre un factor de identificación y originalidad personal. Nadie puede
reemplazar nuestra decisión personal. Pero aquí todos, como un rebaño, tienen la misma decisión.
Se someten todos la misma moda, usan la misma ropa y los mismos códigos, hablan el mismo
lenguaje...La distinción personal parece haber desaparecido.
Estrada: -Y veneran a los mismos ídolos, especialmente a los que están en los medios de
comunicación y les proponen divertirse. Este es otro de los rasgos distintivos de todo este
fenómeno: la diversión exaltada como ideal de la vida. Diversión, como brota de la propia etimología,
es apartar, desviar, del destino hacia donde se va, pero la diversión en algunos de sus aspectos
queda incluida dentro de lo que en términos filosóficos se llama eutrapelia, es decir el manejo
racional del juego y del tiempo libre sin perturbar un orden de vida.. Hoy no hay eutrapelia, sino
dispersión que es el término válido para la diversión en este contexto de irresponsabilidad-, y
dispersión considerada como una meta. En realidad, tampoco, porque no hay metas para alcanzar.
http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (2 of 3) [16/08/2008 15:09:41]
Revista virtual
Mons. Aguer: -Cuando la dispersión grupal de la mente mal llamada diversión se torna peligrosa,
porque sus efectos son de la crónica policial cotidiana, empiezan a buscarse los culpables pero no
se va al meollo del asunto, que consistiría en por lo menos sugerir a los chicos que algo en ese
sistema que han adoptado no está bien. Sin duda, es una demostración del fracaso de la educación
que se brinda en la familia y del sistema educativo; es también prueba terminante de que hay
carencia de una auténtica autoridad educativa. Autoridad , en el sentido clásico, viene de una raíz
latina que designa una fuerza, un poder, al servicio del crecimiento de aquel en cuyo favor se ejerce.
¿Pero cómo puede hacer crecer a otro alguien que no ha crecido? Esto es una gran responsabilidad
para la sociedad de los adultos, para la cultura adulta en el supuesto de que ésta exista.
imprimir la nota completa
http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (3 of 3) [16/08/2008 15:09:41]
¿Un inocente condenado a
muerte?
por
Monseñor Héctor Aguer
En el caso que se encuentra a consideración de la Suprema Corte de la
Provincia de Buenos Aires, se reúnen, al parecer, dos “indicaciones” de
aborto: la eugenésica (la razón eugenésica), por la condición de la joven
madre que sería deficiente mental y la sentimental (la razón sentimental) por
el hecho de ser la criatura fruto de una violación.
En cuanto a lo primero ¿qué es lo que motiva la indicación de aborto?
Quizá la sospecha de que la criatura ha de nacer con un defecto, físico o
psíquico. Pero entonces esa presunción no autoriza que el niño sea
eliminado. ¿O acaso pensamos que es posible construir una raza humana
ideal y que hay quienes deben decidir quién puede integrarse a la comunidad
humana y quién no? ¿Cuál es el patrón de medida y dónde está el límite? El
derecho a la vida del niño por nacer, avalado por nuestro ordenamiento
constitucional, no puede ser subordinado a aquellas convicciones
eugenésicas. Una vez que se ha vulnerado el principio de la inalienabilidad de
la vida humana no quedan barreras que impidan la instauración de un
racismo cromosómico.
Menos razonable aún es la justificación si se apoya en la incapacidad de
la madre para criar y educar convenientemente a su hijo. Hay quien pueda
hacerse cargo del niño, y en este caso una familia platense se ha ofrecido a
adoptarlo.
En cuanto a la segunda indicación, llamada por los tratadistas
http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (1 of 3) [16/08/2008 15:10:54]
Revista virtual
sentimental, se refiere a la angustiosa situación de la madre que ha concebido
a causa de una violación. Es sabido que ese hecho aberrante tiene
consecuencias muy dolorosas para la víctima; los sentimientos de una madre
en esa situación son comprensibles y respetables, pero no es sensato
ponerlos en pie de igualdad con el derecho a la vida de la persona por nacer .
Además ¿se soluciona su trauma eliminando a la criatura?. Probablemente se
lo agravaría. Recordemos que la madre no es dueña de la vida de su hijo, el
cual no es una parte suya sino un sujeto distinto de ella; en el caso que
consideramos, quienes legalmente la representan no pueden disponer de la
vida de ese niño. Un niño por nacer de tres o cuatro meses, que sonríe,
bosteza y es capaz de expresar su dolor.
¿No estarán manifestándose en un caso como este los sentimientos
ambiguos, turbios, que una sociedad que repudia al bastardo y hace del niño
un chivo expiatorio de la culpa del padre? La indicación abortiva constituye
un caso típico de discriminación.
Por otra parte, habría que considerar con seriedad la probable
inconstitucionalidad del artículo 86, párrafo 2, inciso 2 del Código Penal, en
virtud de los tratados y convenciones incorporados al cuerpo de nuestra
Constitución, con la declaración interpretativa formulada en la ley del
Congreso de la Nación que oportunamente los aprobó, a saber: la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y la Convención sobre
Derechos del Niño, que son complementarias entre sí. Esos textos
establecen un régimen de protección de los derechos del niño por nacer que
parte del reconocimiento de su personalidad jurídica, afirmada ésta desde el
momento de la concepción.
Vale la pena señalar otro defecto del tratamiento de esta cuestión en el
Código Penal: el artículo 132 sostiene que quedará exento de pena el
violador que se casare con la víctima, si presta ella su consentimiento. Pero
antes, ella puede decidir según el artículo 86, párrafo 2, inciso 2, la muerte de
su hijo. De modo que primero puede eliminar a su hijo y después casarse
con el violador. Como se ve, el Código Penal debería ser reformado de
acuerdo a las nuevas certezas científicas y jurídicas, y no en el sentido en que
lo ha propuesto un reciente proyecto del Ministerio de Justicia de la Nación,
que sólo agravaría los defectos de su formulación actual.
http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (2 of 3) [16/08/2008 15:10:54]
Revista virtual
Estas consideraciones que expongo no representan un retorno al
pasado, sino todo lo contrario: la apertura a un futuro de auténtica justicia
apoyado en la plena afirmación de la dignidad de la persona humana y de sus
derechos fundamentales. El caso sobre el cual delibera la Corte es
paradigmático. Al terminar el proceso de Nüremberg, ante el asombro
causado por la constatación de tantos horrores, un juez declaró: “llegaron a
este extremo la primera vez que se condenó a un inocente”.
+ Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
imprimir la nota completa
http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (3 of 3) [16/08/2008 15:10:54]
Tradición y Antitradición
por Fernando de Estrada
(Conferencia pronunciada el 25 de julio de 2006 en la Asociación San Fernando
Rey)
Considero que el hecho de ser hoy, el día de esta conferencia, la festividad de
Santiago Apóstol tiene algo de providencial. Nadie procuró la coincidencia
entre la efemérides y nuestro tema de esta reunión, pero aquí estamos puede
decirse que de manera espontánea en implícita recordación de aquel santo hijo
del trueno que también podría ser llamado el santo de la tradición, pues él fue
el transmisor de la revelación cristiana en tierra ibérica y sigue siendo símbolo
de la hispanidad auténtica a través de las generaciones que se han sucedido
desde su primera predicación y de su maravillosa experiencia mariana ante el
Pilar de Zaragoza.
La más antigua tradición es, para todos los pueblos, la que refiere sus relaciones con
Dios como fundamento de la vida colectiva. Cuando la falta de registros históricos
enturbia el recuerdo de los orígenes, las certezas de la tradición los reemplazan con la
verdad de la poesía en su forma de los mitos, casi siempre coincidentes en reconocer
una fundación hecha por héroes humanos en acatamiento a leyes superiores dictadas
por alguna divinidad. No se trata, entonces, de una mera reiteración de conductas, sino
de la continuidad de un modo de ser que hace a los hombres cada vez más afines y
semejantes al verdadero legislador sobrenatural de la ciudad naciente.
Esta referencia a lo sobrenatural aparece inclusive en culturas en las cuales el concepto
de lo divino se encuentra un tanto oscurecido, como ocurre con el Tao de los chinos, un
fundamento último de orden cósmico cuyo desconocimiento, enseña Confucio, lleva a la
destrucción de las sociedades y a la degradación de los hombres.
Hace pocas semanas ha habido un homenaje inesperado a ese principio de la tradición
oriental que el tirano Mao Tse Tung tanto se empeñó en destruir con sus aventuras
homicidas conocidas como "la gran marcha", "el salto adelante" y "la revolución
cultural". En uno de los diarios del gobierno chino todavía, como se sabe, oficialmente
comunista- se ha publicado un artículo de fondo con el espectacular título de
"Prestemos atención al rol de la cultura tradicional en la construcción de la sociedad
armoniosa"; allí pueden leerse los siguientes conceptos: "La cultura confuciana es la
bisagra de la cultura tradicional china, y nos ha sido dada como una riqueza
comunicada de generación a generación por más de dos mil años...China se encuentra
hoy en un período crucial de reformas. Para resolver los tantos conflictos y problemas
que se le presentan es necesario explorar las respuestas que la cultura tradicional
podría aportarnos".
El significado de la insólita propuesta se comprende mejor a la luz de un antecedente,
fresco de unos meses, que ha consistido en la contratación por el gobierno chino de un
equipo de juristas italianos a quienes se les encargó un estudio acerca de las
posibilidades de introducir el derecho romano como ley positiva en las regiones del país
donde se pasa por el "período crucial de reformas", según describe el artículo antes
mencionado. En este caso, se trata también de un homenaje a la tradición, aunque sea
una forma occidental de tradición.
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (1 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
Trasladándonos a un ámbito mejor conocido por nosotros encontraremos un tributo
similar ofrecido, hace más tiempo, por el Consejo de Europa, institución por lo general
poco inclinada a promover los valores tradicionales. Con motivo de un congreso sobre
preservación de los bienes culturales arquitectónicos, el Consejo de Europa produjo un
documento oficial sobre el tema llamado Declaración de Ámsterdam, cuyo texto nos
ofrece afirmaciones así:
"El equilibrio de comunidades y establecimientos formado a lo largo de los años debe
ser respetado; de otra manera se abriría paso a perturbaciones psicológicas entre
individuos y a los choques sociales. Nuestra era, que ha estado tan frecuentemente
sometida a trastornos causados por aquellos que piensan sólo en términos de provecho
y beneficio, nos provee ejemplos cotidianos de ese peligro...La conservación, lejos de
ser un sinónimo de inmovilismo, es un instrumento indispensable en una política de
cambio humano...La significación del patrimonio arquitectónico y los argumentos para
su conservación están ahora más claramente conocidos. Se acepta que la continuidad
histórica deberá ser preservada si queremos mantener o crear entornos que permitan a
los individuos encontrar su identidad y sentirse seguros a pesar de los cambios sociales
bruscos".
La transcripción nos habla de continuidad histórica y de identidad como condiciones
para una convivencia social ordenada, lo cual implicaba la respuesta a una inquietud de
creciente y vital importancia para Europa: la crisis de la ciudad, englobando dentro de
este concepto los múltiples problemas de la masificación, la fealdad y descuido del
entorno, la desaparición de los vínculos vecinales, la pérdida del sentido de comunidad,
la expansión de la violencia y del delito. La ciudad contemporánea parece orientada a
ser una muchedumbre de solitarios desarraigados y desprovistos de los valores de
verdad y belleza que otorgan sentido a la vida.
Los chinos y los europeos de hoy, desengañados de los principios revolucionarios a los
cuales continúan sin embargo rindiendo culto nominal, prefieren dejarse llevar por el
sentido práctico en la tarea impostergable y concreta de reconstruir el orden y la
armonía en las ciudades. No podrá ser de otra manera en los demás continentes, donde
seguramente se establecerá también la secuencia necesaria entre los términos ciudad,
ciudadano y civilización, y con la misma necesidad concluirán que el estado de plenitud
de la civilización se llama cultura, y que ésta es una forma de vida humana superior, a
la cual se accede a partir de los comportamientos y costumbres más sencillos, que se
enseñan con el ejemplo y el recuerdo de personas cercanas en las comunidades
naturales más inmediatas, como la familia, el municipio o la región. Es decir, la
tradición.
Estos actos de continuidad en las comunidades humanas se caracterizan siempre por la
desproporción entre las partes, que no deja lugar a la reciprocidad, dado la desigualdad
entre el patrimonio del que da y la indigencia del que recibe. Algo similar ocurre en las
agrupaciones animales, pero en ellas las fuerzas del instinto anulan cualquier posibilidad
de acciones libres y la especie reitera o modifica su conducta según los ritmos que le
impone el ambiente exterior.
Por lo contrario, los actos de continuidad en las sociedades humanas son siempre libres,
aunque en ellos no pueda haber diálogo, ni menos aun el hoy famoso consenso,
talismán de moda con que se pretende conjurar sin esfuerzo los naturales conflictos de
la existencia. Está la acción de recepción, pasiva y complementaria de la de tradición, y
enseguida comienza lo que será tarea interminable de aplicar esa herencia a las
contingencias de lo cotidiano; en ese ejercicio la tradición se renovará y enriquecerá. La
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (2 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
gran tradición común a toda la humanidad en sus orígenes, conservando sus
contenidos, adquiere modalidades diversas en cada uno de los grupos que emprende su
propia aventura existencial por épocas y geografías variadas.
Son los estilos de vida, o las "formas de estar en la realidad" de que hablan
respectivamente los filósofos Eduard Spranger y Xavier Zubiri, frutos de las
innumerables experiencias y decisiones que van configurando la idiosincrasia de
sociedades, pueblos y naciones. Y también de cada persona, pues como asentara
Herder, el fundador del romanticismo alemán, "ningún individuo se ha hecho hombre
por sí mismo: toda su estructura humana está conectada con sus padres mediante una
generación espiritual". Muy lejos de estas verdades están los mitos contemporáneos de
Tarzán y de Mowgli, a quienes la selva en un infrecuente gesto de generosidad podría
haberles respetado sus condiciones genéticas pero de ninguna manera asistirlos en
desarrollar las características espirituales que distinguen la conducta humana de la
animal. Las dificultades casi insuperables para la adaptación social en los casos de
auténticos "niños lobos" aporta la más patética demostración de lo dicho.
A través de la tradición con sus estilos el hombre encuentra la posibilidad de hacerse
verdaderamente hombre. Hasta para impugnar la tradición se vuelve preciso haberla
antes asumido y después estar dispuesto a transmitir una tradición reformada o, más
radicalmente, una antitradición. Es igualmente posible quedar a mitad de camino,
ciertamente no en el justo medio sino en un punto de mediocridad. Es lo que Miguel de
Unamuno llamaba lo castizo temporal para designar a costumbres pasajeras y aficiones
colectivas superficiales cuando se toma a éstas por representativas de un estilo
tradicional.
Otro gran vasco, Ramiro de Maeztu, ejemplificaba tan lamentable fenómeno en la carne
propia de su pueblo. "España", escribe en los renglones iniciales de su "Defensa de la
Hispanidad", "es una encina medio sofocada por la hiedra. La hiedra es tan frondosa, y
se ve la encina tan arrugada y encogida, que a ratos parece que el ser de España está
en la trepadora, y no en el árbol. Pero la hiedra no se puede sostener por sí misma.
Desde que España dejó de creer en sí, en su misión histórica, no ha dado al mundo de
las ideas generales más pensamientos valederos que los que han tendido a hacerla
recuperar su verdadero ser".
La palabra de Maeztu tiene la autoridad del martirio, que le llegaría dos años después
de escribir las palabras recordadas. Pero goza además del ascendiente que le otorga
haber alcanzado hasta allí por el camino angosto de la reflexión y de la conversión.
Acompañémoslo un momento en su peregrinaje. "No soy hombre de una generación",
definió en los comienzos de su carrera literaria significando su independencia intelectual
respecto a la chatura y errores que a veces son lo único que une a los hombres de una
misma edad; lo cierto es que entonces y bastante después sobre él gravitó
pesadamente el melancólico ideario que caracterizó a la llamada generación de 1898.
Más aun; él mismo, junto con Unamuno, Azorín y Baroja integró el cenáculo intelectual
de hombres jóvenes que fueron núcleo de la generación del 98. Aquellos futuros
maestros ingresaron en la notoriedad literaria sin orgullo por su pasado nacional y
ansiosos de hallar la orientación para España. Y para sí mismos, pues les parecía verdad
no declarada que la obra del intelectual no transcurre dentro de una torre de marfil sino
que se articula como parte del todo social. "Nuestro momento pasó", juzgaba años
después Ramiro de Maeztu, "porque los críticos no hacíamos materia positiva que
suplantara a lo que estábamos negando...Aquello fue un tajo común de despropósitos".
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (3 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
Antes que eso, se trató de un punto de partida, aunque es cierto que si Maeztu no
hubiera en efecto sido hombre de una generación habría evitado muchas de sus fatigas
posteriores. Quizás hubiese encontrado antídoto para su escepticismo asomándose a la
metafísica viviente de la verdad histórica de España rescatada ya por Marcelino
Menéndez Pelayo con ese coraje del sabio que le hacía decir "vivo entre muertos"
porque en el refugio de las crónicas del pasado encontraba la auténtica patria casi sin
herederos entre los contemporáneos.
No conoció entonces Maeztu a Menéndez Pelayo ni a Juan Vázquez de Mella ni a los
otros pocos centinelas que junto a éstos custodiaban el rescoldo de la tradición
española. Como corresponsal en Inglaterra y estudiante en Alemania auscultó la crisis
de la Europa a la cual las mayorías de España ansiaban parecerse y fue penetrando las
causas materiales y espirituales de tantas angustias; así nació en 1916 su libro "La
Crisis del Humanismo", anticipo de la profundización de su catolicismo hasta entonces
solamente formal. Se aproximaba ya a la visión completa que expresaría en "Defensa
de la Hispanidad", aunque ésta su obra maestra le requeriría la previa observación
profunda de América ibérica hecha mientras se desempeñó como embajador de España
en la Argentina. Vio cómo América también buscaba su identidad, al igual que España
en 1898, y que la encontraba en sus fundamentos hispanos. ¿Cómo no reconocer la
energía vital de la tradición española que alcanzaba para dar sustancia a una veintena
de naciones lejanas y separadas hacía un siglo?
La conversión de Maeztu a la tradición coincidió con la revaloración de la misma por
parte de una cohorte de literatos e historiadores españoles. Entre ellos cuenta
especialmente Claudio Sánchez Albornoz, en gran medida para nosotros por la impronta
que dejó su residencia en la Argentina. No es el único, ciertamente, en destacar el
sentido de la Reconquista en la formación del estilo español, pero merece particular
reconocimiento la tarea con que ha demostrado la existencia de elementos por así decir
preespañoles, concretados en un talante capaz de asimilar a los invasores a la vez que
de incorporarse lo mejor de sus culturas. Tales elementos maduraron junto con la
conversión a la fe católica del rey visigodo Recaredo, quien al bautizarse cerró el abismo
entre su casa extranjera y arriana con el pueblo iberorromano católico.
La nueva cristiandad española constituida en las postrimerías del siglo VIII sucumbió
con la invasión musulmana iniciada en 711 y detenida apenas en las montañas del
norte. En ese septentrión acosado brotó el reino de León pero no como un baluarte
defensivo sino como centro de ataque permanente contra el Islam. Conocemos ese
proceso con el nombre de Reconquista, pero quizás resultaría más correcto decir
"conquista", porque los avances cristianos no buscaban restituir las cosas a su condición
anterior lo cual hubiera sido imposible-.
El español de la Reconquista sigamos llamándola así- reconoce su arquetipo en Rodrigo
Díaz de Vivar, el Cid Campeador, soldado, empresario, gobernante, y en todo el hombre
de frontera obligado a resolver situaciones nuevas. Junto a él, pioneros de todos los
niveles afianzándose como señores de una nueva nobleza hija de su esfuerzo y por ello
segura de sus derechos ante el rey, villanos asentándose en ciudades que pronto se
destacarían por sus libertades forales, y sobre todo religiosos estableciendo templos y
conventos nuevos, donde a la par de elevar oraciones se meditaba en el sentido de las
vidas humanas comprometidas en la expansión de la Cristiandad y se cultivaban las
letras y las artes que no tardaban en ser compartidas por los laicos.
Religiosidad, libertades, aristocracia del mérito, sentido del honor, caballerosidad,
valoración de las propias aptitudes, instinto jurídico para poblar y gobernar,
responsabilidades del poderoso y del rico para con el débil y el pobre...rasgos todos que
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (4 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
caracterizan al estilo español y expresan su fuente cristiana.
1492 pudo parecer el límite temporal infranqueable para las formas de vida de la
Reconquista; la tierra estaba ocupada y los soberanos insinuaban el arribo de formas
centralizadas de mando que no hubieran sospechado los súbditos de San Fernando ni
del Rey Sabio pero que en los reinados siguientes comenzarían a aplicarse. Nada de eso
detuvo el empuje nacional impulsado sin pausa por la fe desde hacía setecientos
ochenta años, que se tendió por sobre los océanos y acabó derramándose en
desconocidas tierras yermas o de infieles. Cuando las faenas principalmente marineras
de la época de los descubrimientos cedieron en importancia a la ocupación de las tierras
firmes, Hernán Cortés, un Cid redivivo, demostró parejas habilidades para el derecho y
la guerra, para el mando y la humildad. Fue su creación una auténtica Nueva España,
designación nada caprichosa que recibió Méjico, con sus masas indígenas bendecidas
por la Virgen de Guadalupe y las mezquitas como ingenuamente decían los hombres de
Cortés- donde los aztecas ofrendaban sacrificios humanos a sus dioses de la guerra
transformadas en templos donde se renovaba la inmolación incruenta de Cristo y se
enseñaban las artes de la paz.
La tradición de la Reconquista de España hizo posible la Conquista de América. Es
legítimo asegurar que ningún otro pueblo de la época hubiese acometido empresa
semejante; ni hubiese confiado sus naves a Colón, ni hubiese fundado más de
doscientas ciudades en las Indias, ni hubiese dictado una legislación prudentísima para
sus súbditos europeos y aborígenes. Las potencias que imitaron a España procuraron
limitarse a establecer factorías, y si en el territorio de América del Norte prosperaron los
implantes europeos ello se debió al heroísmo de los pioneros colonos antes que al celo
de las metrópolis.
¿Equivale todo lo dicho a una leyenda rosa, a un panegírico sin tonos críticos a la
totalidad de la obra de España en América y también en Europa? Intentar semejante
interpretación equivaldría a desconocer las debilidades de la naturaleza humana y las
marcas indelebles que en ella ha impreso el pecado original. Los aspectos oscuros de la
conquista son muchos e inocultables, pero su proporción en relación a los bienes ha
permitido decir a Ramiro de Maeztu que "el ideal hispánico, lejos de ser agua pasada,
no se superará mientras quede en el mundo un solo hombre que se sienta imperfecto".
Tal sentido de la imperfección humana hizo de la España conquistadora el único caso de
un imperio que se haya planteado la cuestión de la legitimidad de su dominio, no por
debilidad de convicción sino por escrupulosidad de conciencia. La discusión por
esclarecer la justicia de los títulos a las Indias y Filipinas es uno de los debates más
trascendentes de la historia universal, uno de cuyos resultados fue la formulación de las
líneas estructurales del derecho internacional.
La visión del hombre como parte activa en el orden racional del universo era pieza
fundamental de la tradición hispánica y por consiguiente requería con apremio la
valoración de la libertad y su recto uso. La polémica sobre los justos títulos dio lugar a
manifestaciones notables de libertad de expresión, del tipo de la reconvención dirigida
por fray Jerónimo de Mendieta nada menos que a Felipe II a propósito de ciertos abusos
perpetrados en América: "O esto usted lo arregla, o su conciencia no tendrá salvación".
A hombres tales, acostumbrados al ejercicio constante de la libertad y a asumir la
responsabilidad de sus actos no podía menos que sumirlos en perplejidad la doctrina de
la predestinación echada a rodar por la reforma protestante. Por cierto, Diego Láinez y
sus compañeros en el Concilio de Trento deshicieron como doctos teólogos aquella
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (5 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
funesta invención calvinista, pero no puede dudarse de que también lo hicieron como
españoles seguros de su tradición en la que el libre albedrío se vivía como una evidencia
patente de la cual no cabía dudar.
Los tres siglos de integración entre España y América transcurrieron no sólo con la
continuidad de la tradición de la Reconquista y de la Conquista sino con la convergencia
de factores materiales y espirituales de significación suficiente para alterar el equilibrio
inicial. Las ideologías importadas hicieron lo suyo, y el declinar económico y militar de
España aportó el resto, que consistió en la intervención directa o indirecta de las nuevas
potencias emergentes, en especial Gran Bretaña. Me remito a un autor de imparcialidad
garantizada, Salvador de Madariaga, en su descripción de los americanos a fines del
siglo XVIII y principios del XIX (Cuadro Histórico de las Indias, pp. 889-891):
"¿Pero qué querían? Inglaterra iba a lo suyo, que era Inglaterra y no Hispano-Américay menos todavía aquel granizo de patriotas hispanoamericanos que le llovía sobre el
tejado, todos duros, todos diferentes, todos pertinaces, todos ruidosos, todos pidiendo
fusiles, navíos y dinero para ir tirando hasta que se hubiera salvado el país, todos
paralelos pero sueltos, idénticos pero distintos. ¿Cómo era posible que el valor de aquel
país que según ellos había que salvar se apreciara en aquella Inglaterra cuyos hijos han
sido siempre maestros en el arte de ir todos a una, cuando aquellos patriotas y
negociadores venían uno tras otro sueltos y sin más representación que la de sí
mismos? Este fue quizá el lado más flojo de los precursores. Patriotas, idealistas,
cargados de razón en su condena y repulsa del régimen español; pero si les sobraba
razón como críticos, fallaron no obstante como creadores de Historia al menos en dos
puntos.
"No se dieron cuenta suficiente de la parte que les tocaba en los defectos del régimen
que combatían, parte que hoy sabemos fue considerable. Muy leídos sobre
generalidades, lo eran mucho menos en cuanto a los hechos concretos de su patria y
continente. Pocos conocían bien la historia de su propia América; menos quizá la vida y
hombres de sus ciudades y campos. Ni vale decir que España los tenía sumidos en la
ignorancia, porquen no eran ignorantes. Fueron por el contrario una de las generaciones
más ilustradas, más cultas, mejor formadas que la América española y aun España han
dado hasta ya bien entrado el siglo XX.
Y además fracasaron también porque en vez de buscar el remedio a los males del
sistema en la reforma lo buscaron en su destrucción. No hay español que tenga derecho
a reprochárselo, puesto que es rasgo típicamente español de su carácter. Aquellos
criollos, con razón deseosos de cambio, no intentaron estudiar un programa en común
con los españoles progresivos de su día, para reforzar las corrientes valiosas que
entonces fluían en la madre patria hacia mejores días, y laborar de conjunto para salvar
al todo con métodos nacidos de su seno. Se fueron a Londres, por el atajo hacia la
satisfacción más pronta de su pasión política, que sentían como hambre de libertad
nacional pero que era también hambre de poder personal.
Y aquí también, aunque haya que asentar el hecho objetivamente, no hay español que
tenga derecho a echárselo en cara. Porque la raíz de su error está en el carácter
español por lo menos tanto como en la índole dispersiva del inmenso y fragoso
continente americano. Pronto invadía a Londres crecido número de Mirandas españoles
que venían a solicitar el apoyo de Inglaterra contra Napoleón, casi nunca para España,
casi siempre para una Junta local que los mandaba como emisarios. Y aun en pleno
siglo XX rondarán por Washington y Londres, gastando suelas por las antesalas de
funcionarios ministeriales, Mirandaurres y Mirandets mendigando ayuda para libertar a
sus patrias chicas de una fantástica "tiranía de Castilla". No reprochemos pues a los
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (6 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
precursores que en época mucho menos madura acudieron a Londres para pedir apoyo
contra la "tiranía de España". En el régimen español se daba un elemento de tiranía, es
evidente. Que fuera particularmente más insoportable que la tiranía de cualquier otro
gobierno de la época, no puede sostenerse. Que bajo el régimen español dio HispanoAmérica una generación excelsa de hombres de letras, de pensadores y de espíritus
creadores en la política y en la vida social, no puede negarse. Que si estos hombres y
los que en España pensaban como ellos se hubieran lanzado al mundo con menos
indiferencia quijotesca y española para con la realidad, con más lastre de experiencia
del que en vano recomendaba Sancho Panza a su señor, les hubiera sido posible
rejuvenecer a ambas Españas, la europea y la americana, creando así una comunidad
de naciones españolas, es por lo menos una hipótesis plausible. Pero el caso es que
obraron como obraron, y en sus circunstancias no alcanzaron a más. La caja de
resonancia de la Historia no tenía todavía la amplitud necesaria para acordes tan vastos
y complejos. Laboraron con valor y con buena fe, y también con esa fuerza dispersiva,
disruptiva, explosiva, tan típica de España como de la granada. Y así el Imperio, nacido
de una granada recién madurada que estalla dispersando sus granos henchidos de vida
por todo el continente, morirá también como granada esparciendo por todo el
continente sus granos de sangre injerta, y dejándolos en campo abierto a que los
picoteen a su gusto las águilas del poder".
Sostiene Juan Bautista Alberdi que en la época inmediatamente posterior a la que hace
referencia el largo párrafo de Madariaga se observa en América el cuadro del contraste
entre la formación ordenada de la América lusitana y la anarquía de la América
española. Y sugiere como explicación del fenómeno que mientras Brasil emprendió
entonces de manera sucesiva la independencia y el cambio de régimen político, los
Estados herederos del sistema virreinal hispánico pretendieron hacerlo todo de golpe, lo
cual excedía las posibilidades de cualquier cuerpo político. En realidad, las pretensiones
fueron más amplias, pues llegaron a proponerse la creación de nuevas identidades
nacionales a partir de ideologías en boga o de algunas realidades sociológicas
insuficientemente conocidas.
El vacío dejado por el repudio parcial a la tradición comenzó a sentirse como una
carencia peligrosa para la vida social en todos los órdenes. Aparecen entonces, hacia
fines del siglo XIX y comienzos del XX, tentativas de redescubrir una tradición propia,
algo que sustente efectivamente la identidad nacional.
Uno de esos primeros intentos fue la obra titulada precisamente "La Tradición Nacional"
de Joaquín González; no es un libro de exposición, sino un libro de tesis, o mejor dicho
hipótesis. Tanto es así que González envió el manuscrito al general Mitre para que éste
le diera su opinión, y en el prólogo de la segunda edición podemos leer cómo el general
Mitre le aconseja a González que profundice en la historia nacional -a González, que era
uno de los argentinos más eruditos de su tiempo- porque le parece ver en el libro la
concepción de un hombre americano que no existe, un hombre que sería continuación
de lo precolombino. Eso no hay, le dice Mitre; y agrega que precisamente se encuentra
trabajando en una obra sobre el general San Martín donde se propone mostrar la
aparición de la figura del criollo como síntesis de los tipos del español, del indio y del
mestizo.
Nosotros podemos discutir el alcance también de este buen consejo de Mitre. Aunque
más realista que Joaquín González, tampoco resulta muy convincente suponer que un
episodio político, aun de la envergadura de la independencia de la América española,
pudiese engendrar un nuevo tipo de hombre, una nueva y profunda tradición.
A principios del siglo XX aparece otra obra con este mismo propósito de rescatar la
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (7 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
identidad argentina, "La Restauración Nacionalista", de Ricardo Rojas. El libro era fruto
de la tarea que le había encomendado el Ministerio de Instrucción Pública de hacer una
apreciación general sobre las características de la enseñanza de la historia en las
escuelas europeas de entonces, a fines de la primera década del siglo. Rojas en su
extenso dictamen dice que la Argentina se nos está yendo, que la enseñanza es en las
escuelas y los colegios de la república algo cada vez más falto de relación no sólo con el
sentimiento de patriotismo, sino con los intereses concretos de los habitantes de la
Argentina, y que la historia y la geografía se están disgregando dentro de un sistema
enciclopédico de enseñanza del cual los alumnos, al egresar del quinto año nacional,
nada podrán recordar. No se está recorriendo el camino indicado para preparar buenos
ciudadanos, es la conclusión de Rojas.
También Manuel Gálvez, igualmente funcionario de instrucción pública y, como todos
sabemos, una de las mayores inteligencias y plumas nacionales, en un viaje de trabajo
que realizó por el interior confrontó la vigencia de tradiciones en contraste con lo que
veía en Buenos Aires. De esa experiencia salió su libro "El Solar de la Raza", primera de
una serie de obras en que directa o indirectamente encara este problema. En "El Solar
de la Raza" se presentó Manuel Gálvez como un inquisidor de las nuevas costumbres
nacionales porque sostiene que la formación de generaciones vacías de tradiciones y
hasta de sentido común hará de ellas pasto del materialismo y de toda forma de vida
inferior.
Este clima de revisión, de rescate de la tradición (que tuvo otras muchas
manifestaciones, como "La Tradición de América" de Enrique Ruiz Guiñazú) era
respirado por todos pero no con el resultado de producir definiciones concretas aptas
para fundar certezas y cambios notables en la voluntad colectiva.. Se lo percibe como
un fermento, como una espuma superficial indicativa de una realidad más profunda.
que se insinúa en la forma de una gran apetencia. Así lo advertimos en el decreto que
instituyó al 12 de octubre como Día de la Raza en 1917. Desde luego, a diferencia de lo
que con tanta mala fe cuanto ignorancia se habla hoy, la "raza" no significaba nada
étnico ni discriminatorio sino "comunidad humana con conciencia y orgullo de sí
misma". Eso es lo que en buen lenguaje castizo quiere decir "raza" y eso es lo que
recoge el mencionado decreto, cuyos fundamentos voy a leer y que, como no necesito
destacar, están redactados con un estilo de literatura legal muy ausente de nuestros
actuales boletines oficiales:
Considerando:
1.
2.
Que el descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia
que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las
renovaciones posteriores se derivan de este asombroso suceso que, al par que
amplió los lindes de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu.
Que se debió al genio hispano al identificarse con la visión sublime del genio de
Colón- efemérides tan portentosa, cuya obra no quedó circunscripta al prodigio
del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa ésta tan
ardua y ciclópea que no tiene términos de comparación en los anales de todos
los pueblos.
3. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente
enigmático el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de
sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y
con la aleación de todos estos factores obró el milagro de conquistar para la
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (8 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha
dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia
inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento.
Esto era en 1917. ¿Por qué no se renovaron la presencia y la influencia
de la tradición? En cuanto a su presencia, hay que tomar muy en
consideración que así como en el interior Manuel Gálvez había
descubierto esas manifestaciones de continuidad con las fuentes de
nuestro ser nacional también las había en Buenos Aires. Las había en
todo el país, mantenidas en costumbres familiares, en hábitos que a
veces permanecían relegados, buscando ocultamiento, como la presencia
de los hombres en misa al fondo de la iglesia en vez de sentarse en los
bancos de adelante porque el respeto humano no lo permitía. Pero hay
que agradecer mucho a este respecto a colegios, maestros, y en especial
al género femenino. Hago aquí una discriminación positiva que espero no
esté alcanzada por los proyectos de reforma del Código Penal. Porque las
mujeres conservaron el espíritu de la tradición, el sentido de la fe y a
veces lograron levantar baluartes y concertar falanges defensivas de la
vida futura de sus queridos moribundos cuando abrían paso a los
sacerdotes que llevaban los sacramentos a figuras que por su trayectoria
pública sus amigos no querían que aparecieran reconciliados con la
Iglesia.
La Argentina no estaba tan mal; oficialmente, sí. Pero, ¿cómo era posible
que la Argentina oficial pudiera estar en contradicción con el país real
siendo el pueblo argentino portador del estilo hispánico de una tradición
eterna, la gran tradición de la humanidad? La respuesta debe tener en
cuenta que no se trataba ni se trata solamente de un enfriamiento y de
una mediocridad sino de la presencia de fuerzas activas empeñadas en
hacer desaparecer ese estilo junto con la tradición que lo respalda.; no
es solamente que la salud del pueblo argentino decaiga por hacerse vieja.
Las tentativas a que me refería de reconstruir una tradición nacional, de
buscar bases para definir la identidad y por allí descubrir una tradición no
es un problema y una apetencia sólo de los argentinos. En los Estados
Unidos todavía está en curso una experiencia sumamente interesante. A
partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando quedó definitivamente
superada la inclinación al aislacionismo característicos de los Estados
Unidos, se planteó entre los mejores intelectuales el tema de la razón de
ser para el país de su nuevo rol internacional, inquietud que podría
condensarse en este interrogante: ¿qué tiene que hacer Estados Unidos
en el mundo?
Sólo una consideración muy superior podría justificar los trastornos
derivados de Berlín, Corea y la perspectiva de un conflicto nuclear,
consideración que no podría consistir en la suma de intereses materiales
llamada capitalismo. De no haberla, ¿por qué no llegar a algún acuerdo
de fondo siempre posible? Un historiador muy distinguido, Russell Kirk,
se planteó con particular responsabilidad esta pregunta. Al cabo de sus
tantas investigaciones y exhaustivos estudios propuso la siguiente tesis:
Estados Unidos tiene una identidad que le permite asumir actitudes
justas y dignas ante la vida, pero esa identidad no la recibe de la
legislación positiva, ni de la voluntad de los congresos con sus políticos;
es que hay, debajo de su modo de vida una tradición que no se ha
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (9 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
engendrado en esta tierra (decía por los Estados Unidos) sino que viene
de Inglaterra y a través de ésta hunde sus raíces en la Cristiandad
medieval, como pasa con todo lo occidental. Si no buscamos el nexo con
esa tradición, la tradición cristiana de occidente, Estados Unidos no
significa nada
Inspirados por esta "clave", varios grupos intelectuales, sobre los cuales
no podemos extendernos ahora, trataron de abrirse camino hacia esa
fuente de la tradición. En aquellos años de la guerra fría vivía en los
Estados Unidos el exilado austríaco Eric Voegelin, eminente filósofo y
pensador de la historia, a quien se lo comenzó a consultar sobre estos
temas. En 1957 había desarrollado una serie de conferencias que reunió
en un volumen titulado "Nueva Ciencia de la Política", editado hace años
en España y del cual existen algunos pocos ejemplares en la Argentina.
En ese libro y otros de su abundante bibliografía Voegelin sostenía que
los occidentales debemos comprender que hoy no enfrentamos
meramente una encrucijada ni una mera crisis. Estamos en un proceso
de desintegración de los valores humanos del cual no hay precedentes en
la historia. y una de sus causas principales es que el sentido de
fundamento que nos daba la gran tradición cristiana de occidente ha sido
transferido al mundo de lo inmanente, de lo terreno.
El hombre no puede pretender una base para su vida personal y su vida
social si no la encuentra en algo que está más allá de él: Dios o el Tao de
los chinos, o quizás algún sustituto metafísico menor que puedan aportar
los desvelos de místicos y filósofos. En cambio, la ruptura con la tradición
ha conseguido el efecto contrario, es decir, trasladar lo divino al interior
del mundo, divinizar aquello que debería en su condición de criatura
estar rindiendo culto al Creador. Divinizar al hombre supone que el
hombre es el creador de sí mismo y que seguirá, dirigido por ciertas
minorías de iluminados, con su obra creadora que lo hace merecedor de
adoración.
Con esa palabra, "iluminados", Voegelin se refería a los iluministas del
siglo XVIII pero también remontaba a otros antecedentes, porque esta
idea del "otro fundamento" es casi tan vieja en el mundo como la
primera sociedad humana. Ha brotado entre personas que no discriminan
entre el bien y el mal, personas que a veces entregan su inteligencia y su
erudición al servicio del destronamiento del Dios de los cielos. Propone el
reemplazo del concepto de Revelación por el de secreto de salvación,
secreto llamado "gnosis" y que se encuentra reservado para una minoría
de iniciados llamada también a transformar este mundo como garantía
de que no hay otro mundo y de que no existen valores fuera de los que
ella determine.
Son abundantes los ejemplos de gnosis políticas que presenta Voegelin a
lo largo de sus obras, y que por cierto abarcan las ideologías totalitarias
y utopistas de nuestro tiempo. Uno de ellos ha tenido especial influencia
en el mundo occidental pese a lo cual no es muy recordado: la herejía de
Joaquín de Fiore, monje de finales del siglo XII según quien Dios se
manifestó primero como el Dios Padre del Antiguo Testamento; lo hizo
después como el Dios Hijo del Nuevo Testamento; y volverá a revelarse
pronto como Dios Espíritu Santo en el Evangelio Eterno del cual serán
portadores los frailes iniciados en la doctrina de Joaquín. Se observa aquí
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (10 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
el principio político activo de la gnosis, pues los frailes joaquinitas
estarían destinados a gobernar la sociedad y a transformarla de acuerdo
con sus recetas gnósticas. En líneas generales, encontramos ya en el
joaquinismo las promesas revolucionarias y el protagonismo de los
ideólogos que caracterizarían a épocas posteriores, incluida entre ellas la
nuestra.
Por lo contrario, existe otra estirpe de figuras que Voegelin exhibe como
representativas del retorno a la gran tradición de la humanidad como vía
para curación de las sociedades históricas. En primer término, Platón y
Aristóteles. ¿Cómo se han elaborado pregunta Voegelin- estas doctrinas
excelsas, magníficas, que tan bien responden a las apetencias del
pensamiento de la humanidad, de las cuales puede decirse que todo lo
que se ha hecho después es nada más que una glosa? Y dice,
refiriéndose a Platón, que éste supo plantear bien las preguntas; no hay
buenas respuestas si no se plantean bien las preguntas, pero el que las
plantea bien tiene ya implícitamente las respuestas. ¿Cómo se entiende
esto en el caso de Platón? Platón era un ciudadano patriota desesperado
por la decadencia de Atenas, su pólis, colocado ante el espectáculo de los
peores ejerciendo el poder y abusando de él -como no podían menos de
hacer dada su mala calidad humana- y testigo también del
destronamiento de la inteligencia en beneficio de los sofistas, individuos
a quienes no interesaba la verdad sino la utilidad práctica de la dialéctica
y la retórica
Platón no necesitaba investigar mucho para saber que las cosas andaban
descarriadas; lo sabía porque era un hombre de la tradición, pero ¿cómo
demostrar ese estado perverso de la ciudad, paso previo para convocar a
su corrección? Era preciso apelar a la razón, y al valerse de la razón para
esa tarea fundó la filosofía. Por eso, el propósito principal de Platón
consistió en despertar a sus conciudadanos, hacerles ver que lo que aun
conservaban en el corazón estaba también dictado por la razón. Les
habló en el estilo que comprendían, el lenguaje de los mitos, por lo cual
sus tres obras políticas principales explican en forma mítica estas
alternativas de la existencia colectiva. Primero, "La República"; ¡tantas
veces se ha dicho que este libro es una apología de un sistema
comunista! Voegelin demuestra acabadamente que no hay nada de eso:
lo que Platón exhibe en "La República" es la situación de una sociedad en
la cual sus miembros son virtuosos por sí; no puede entonces haber
conflictos por la propiedad ni derivados de las malas pasiones. Cada uno
ocupa el lugar que le corresponde como si se tratara de una colmena,
pero no porque sea una sociedad comunista ni porque no sea humana,
sino porque estamos ante la imagen mítica de una sociedad de virtuosos.
Pero Platón sabe que es muy difícil dar con una sociedad de hombres
virtuosos y acude ante esta realidad con su libro sobre "Las Leyes". Allí
Platón se plantea qué sucede en una ciudad donde no todos son
virtuosos ni hacen el bien espontáneamente. En ella se vuelve preciso
imponer límites a las conductas individuales y prever castigos para
quienes traspongan tales límites. En eso consisten las leyes, que son
buenas en cuanto contribuyen a establecer la virtud, no por sí mismas.
¿Y qué pasa si las leyes, aunque conserven su vigencia nominal, no
bastan para que subsista el mínimo de virtud sin el cual la ciudad se
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (11 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
disgrega porque prevalece contra ellas el espíritu de perversión? ¿Qué
harán los virtuosos entonces ante esas apariencias de leyes? ¿Aceptar la
situación como una resignada minoría? La respuesta de Platón es
negativa porque nadie debe aceptar que se lo menoscabe en su
humanidad plena que es la vida virtuosa.. No importa ser pocos sino
conservar la virtud, y eso en una sociedad degradada lleva a la conducta
que Platón describe, siempre con su lenguaje poético y mítico, en "El
Político": una sociedad que no ha sabido ser virtuosa ni respetar las leyes
requiere el mando de un virtuoso que la constriña a la virtud. ¿Cuál será,
a la larga, el resultado? Quizás, augura Platón, el tratamiento haga que
la virtud vuelva a esa sociedad. Y si no, la habrá conservado más tiempo
en un estado menos malo.
Para terminar, unos párrafos que se le pidieron a Eric Voegelin como
síntesis de su filosofía política tradicionalista en los Coloquios de
Rheinfelden, una reunión en la cual participaron también, entre otros,
Raymond Aron y Arnold Toynbee. Expuso Voegelin en esa oportunidad
sus seis postulados de la política clásica, es decir, la que busca el imperio
de la razón y de la virtud. Ellos son:
El hombre participa del Logos. El Logos es la inteligencia del universo. El
Logos es el orden presente en el universo y del cual el hombre puede
participar por su razón y por lo que tiene de espiritual.. La teología
católica nos enseña que el Logos es la Segunda Persona de la Santísima
Trinidad; los paganos desconocían esta característica divina, pero los
más inspirados entre ellos lo intuyeron con extraordinaria claridad, según
consta en la experiencia de Cicerón y su profunda influencia vigente aun
en tiempos cristianos.
1.
La vida de la razón consiste en actualizar esta participación y llevarla a
un punto en el cual se convierta en una fuerza formadora del carácter.
2.
Los hombres son iguales en su potencialidad respecto a la vida de la
razón gozan de una especie de "igualdad de oportunidades" al respectopero en la práctica, por las causas más variadas, son desiguales en la
actualización de dicha potencialidad.
3.
Los hombres capaces de una realización de la vida de la razón están en
minoría dentro de toda sociedad.
4.
5.
6.
Toda sociedad tiene una estructura jerárquica "de facto" desde la
perspectiva de la vida de la razón.
La calidad de la sociedad depende del grado en que la vida de la razón
impregna a la mayoría de sus miembros y se vuelve una fuerza creadora
en esa sociedad.
Al haber titulado a esta conferencia "Tradición y Antitradición" he querido
no sólo rendir homenaje a la Tradición, sino traer una advertencia contra
esa otra fuerza a la cual podemos llamar, genéricamente, "Antitradición",
estructura sólida y compleja que es el simétrico perverso de la auténtica
Tradición. Imagen seductora que ya perturbó a nuestros primeros padres
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (12 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
bajo la forma del fruto prohibido en el Jardín del Edén y que escindió a la
humanidad desde sus inicios en las dos ciudades de que habla San
Agustín. Esa división subsistirá hasta el fin de los tiempos, como la
convivencia entre el trigo y la cizaña. No nos desanimemos por ello y
confiemos en las fuerzas de la vida activas en la Tradición, que están
llamadas a la victoria y a la vez nos demandan los pobres aportes que
podamos nosotros arrimar. Buena batalla que ganaremos
conservándonos firmes y llevando a nuestros conciudadanos la caritativa
advertencia que les permita resistir a las tentaciones de la Antitradición,
gnosis que por debajo de sus continuas transformaciones reitera la
misma consigna de llamar bien al mal y mal al bien.
imprimir la nota completa
http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (13 of 13) [16/08/2008 15:11:44]
Revista virtual
1806 - Derrota británica en el
Río de la Plata
porBernardo Lozier Almazán
Conferencia pronunciada en la Junta de Estudios Históricos de Belgrano el
30 de junio 2006
Antes de adentrarnos en el tema en cuestión, debemos definir el marco histórico en el
que estos hechos ocurrieron y los motivos políticos que los impulsaron, por cuanto la
historia no puede interpretarse acertadamente desligándola de los factores
determinantes del accionar de sus protagonistas.
Consecuentemente debemos fijar el inicio de esta historia en las postrimerías del siglo
XVIII, cuando el reino de Inglaterra soportaba las consecuencias de su propia
Revolución Industrial, generada por las -por aquel entonces- novedosas máquinas que,
impulsadas por la energía del vapor, elevaron la capacidad productiva de sus fábricas,
demandando mayor abastecimiento de materias primas y, al mismo tiempo, nuevos
mercados consumidores que absorbieran la creciente oferta de sus productos.
Recordemos que aquella coyuntura económica se vio sumamente agravada con las
pérdidas de las colonias de Norteamérica y el bloqueo continental ejercido por Francia,
haciendo que Gran Bretaña viera reducidas sus fuentes de abastecimiento de materias
primas y los mercados consumidores de su enorme producción.
La ruptura del equilibrio geopolítico europeo, y todo lo que ello significaba para la
economía mercantilista británica, se complicó, aún mucho más, cuando el ambicioso y
poco escrupuloso de Manuel Godoy arrastró a España a ponerse bajo el amparo de la
voraz águila napoleónica, que como todos sabemos terminaría sometiéndola.
Tan apremiante situación hizo que el gabinete de Saint James desempolvara aquellos
antiguos proyectos colonialistas, propuestos por el almirantazgo inglés en pretéritas
oportunidades, tantas veces postergadas por prioridades políticas, estratégicas o
razones de alta diplomacia, pero nunca desestimadas
Probablemente el proyecto más antiguo de una invasión británica al Río de la Plata fue
el concebido en 1711, de anónima autoría, pero que denotaba un gran conocimiento del
tema.
El muy colonialista autor de aquel proyecto afirmaba que "será obvio a cualquiera, que
si nos podemos instalar en Buenos Aires, los españoles se encontrarán en la absoluta
necesidad de abrir con nosotros un comercio, más aún, está en nuestro poder
imponerles las condiciones que queremos. . ."
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (1 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Dos años después, en 1713, John Pullen, a la sazón gobernador de las Bermudas, le
escribía a Robert Harley, conde de Oxford, apoyando aquel plan de 1711, sosteniendo
que "todo hombre de entendimiento debe admitir que la Gran Bretaña no puede fundar
un establecimiento en parte alguna de la faz de la tierra, de donde pueda obtener
tantas ventajas como uno situado en el Río de la Plata".
No me detendré para referirme a los numerosos planes que los ingleses proyectaron
para apoderarse del Río de la Plata que, como ya mencioné, fueron sucesivamente
archivados. Pero haciendo un salto en el tiempo, haré mención del proyecto presentado
en el año de 1800, por el Mayor General Sir Thomas Maitland a Henry Dundas, Ministro
de Guerra del Gabinete del célebre Primer Ministro William Pitt.
Aquel novedoso plan consistía, sucintamente, en un vasto operativo militar que
demandaría tropas numéricamente suficientes para conquistar Buenos Aires y, una vez
asegurada esa plaza, movilizar parte de esos efectivos para llevar a cabo la ocupación
de la distante ciudad de Mendoza. Logrado aquel objetivo, las tropas británicas debían
realizar el cruce de los Andes, para unirse a otra expedición naval que operaría en las
aguas del Pacífico, con el propósito de dominar la Capitanía General de Chile y
posteriormente la Provincia del Perú. Curiosamente la expedición sería comandada por
el Comodoro Popham, a quien veremos reaparecer en el Río de la Plata seis años
después en 1806.
Por sugestiva similitud, el Plan Maitland, que así se lo recuerda, nos evoca con
prematura anticipación la gesta que, veintiún años después, vino a concretar por el
mismo derrotero el General don José de San Martín para quitarle estas tierras a la
Corona española.
Aquel nuevo intento debió ser archivado por obra y gracia de la efímera Paz de Amiens
acordada con el astuto Bonaparte en 1802 y rota 14 meses después.
Resulta evidente que la política colonialista británica se elaboraba con una astuta
mezcla de audacia y prudencia.
La audacia estimulada por la codicia inmediata y feroz del "establishment", y la
prudencia de los hábiles políticos, más cautos, que pensaban con proyección de futuro,
antes que tentarse ante las posibilidades de tesoros y botines inmediatos. Sin duda los
intereses de la Corona y los privados coincidían -según las circunstancias-, y Buenos
Aires, luego de la alianza franco-española, concitó la atención del León británico.
Fue por ello que transcurrió poco tiempo, para que un nuevo motivo justificara la
agresión británica al Río de la Plata, esta vez fue la mencionada alianza que suscribieran
España y Francia.
Así fue como el 14 de octubre de 1804, se realizó una reunión muy privada en la casa
de campo de Popham, en la que participaron el recordado Henry Dundas, ahora
devenido nada menos que en Primer Lord del Almirantazgo y el famoso caraqueño,
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (2 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Francisco de Miranda, obsesivo tramoyero de la emancipación hispanoamericana con la
intervención británica.
En aquella reunión se pergeñó un frondoso Memorial que proponía tres planes
operativos: El primero una invasión a Venezuela. El segundo la invasión a Buenos Aires
y por último la captura de Chile y el Perú. Plan que fue aprobado entusiastamente por
Lord Dundas, quien a su vez obtuvo el consentimiento del Primer Ministro Pitt.
Si nos detenemos unos instantes para considerar la trascendencia de aquel proyecto
colonialista, llegaremos a la conclusión de que el mismo fue puesto en ejecución en su
totalidad, con mayor o menor fortuna.
En cuanto a la invasión militar a Buenos Aires, veremos que su ejecución logró
transformarnos durante 46 días en colonia británica, para luego convertirnos en uno de
sus dominios económicos.
La puesta en marcha de aquella agresión colonialista se llevó a cabo cuando, el 31 de
agosto de 1805, el buque insignia comandado por Popham zarpaba del puerto de Cork
conduciendo la escuadra británica integrada por ocho navíos, con rumbo al Cabo de
Buena Esperanza, primer objetivo militar como etapa intermedia del plan, cuyo final
estaba en el Río de la Plata.
Entre la oficialidad que integraba aquella expedición militar se encontraba el general de
brigada William Carr Beresford, sin imaginar que estaba participando en una de las
aventuras más audaces de la historia militar británica.
Cumplido exitosamente el primer objetivo militar, que fue la toma del Cabo de Buena
Esperanza, que pasó a ser dominio de Su Majestad Británica hasta nuestros días, la
escuadra inglesa puso proa al Río de la Plata el 14 de abril de 1806.
Por aquellos días, el Virreinato del Río de la Plata estaba gobernado por el brigadier de
los Reales Ejércitos, don Rafael de Sobre Monte, quien ejercía aquella función en
nombre de Don Carlos IV, rey de las Españas.
Buenos Aires, era por aquel entonces una ciudad de unos 40.000 habitantes que vivían
amodorrados por la tranquila vida virreinal, hasta que, aquel miércoles 25 de junio de
1806, fueron conmovidos por el tronar de los cañones del fuerte, que presagiaban
alguna calamidad.
Aquella madrugada los asombrados vecinos de Buenos Aires pudieron avistar en el
estuario una fragata de 32 cañones, seis corbetas de transporte y dos bergantines,
mientras que en el fuerte se tocaba a generala, para convocar las milicias de Infantería
y Caballería ante la presunción de que serían invadidos.
La presunción se transformó en realidad, cuando pasado el medio día las tropas
británicas desembarcaban en las playas de Quilmes. El resultado no pudo ser otro que
el conocido. Vagos intentos, indecisiones y posterior huida del Virrey Sobre Monte.
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (3 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Consecuentemente, a las tres de la tarde de aquel lluvioso viernes 27 de junio, las
tropas invasoras entraron a la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) desfilando
marcialmente al alegre sonido de las gaitas de la banda de los "highlanders". Según un
informe inglés, la entrada a Buenos Aires la realizaron encolumnados en espaciada
formación, para disimular que apenas 1.635 efectivos británicos habían tomado la
ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Buenos Aires sometiendo a sus 40.000
habitantes, con mucha audacia y muy pocos recursos.
Ya en el Fuerte ondeaba la bandera británica. Estas tierras rioplatenses habían dejado
de ser parte de España para transformarse en colonia del Imperio Británico.
De esta manera tan precaria, el mayor general William Carr Beresford se hizo presente
en el Fuerte para obtener la rendición formal de Buenos Aires y asumir las funciones de
Gobernador, que desempeñó durante 46 largos días.
John Fairnburn, oficial de las tropas ocupantes, nos ofrece una de las primeras
descripciones del Buenos Aires conquistado, visto claro está con su óptica británica,
mencionando que "la ciudad presenta un aspecto bastante agradable por la profusión de
jardines y árboles que forman contraste con la blancura de las casas, construidas unas
en cal, otras en ladrillos y otras en piedra; la casi totalidad son de un solo piso y
cubiertas de tejas."
La acción política desplegada por Beresford en Buenos Aires nos revela el gran
conocimiento que tenían los británicos en materia de acción psicológica. Basta recordar
que esa misma tarde los azorados vecinos pudieron ver, apostadas en las esquinas de
las calles de acceso a la Plaza Mayor, las guardias reforzadas con centinelas de vistosos
uniformes.
Debemos reconocer que la población reaccionó de muy distinta forma ante el invasor, si
admitimos que tanto los funcionarios del gobierno virreinal, como la clase dirigente,
mantuvieron una actitud condescendiente. Por el contrario, el pueblo en general,
mostró su descontento, oponiéndose abiertamente a los británicos.
Posiblemente, una de las personas que testimonió más fielmente su simpatía por los
británicos fue la célebre Mariquita Sánchez de Thompson, que anotó en sus "Recuerdos"
refiriéndose a "las milicias de Buenos Aires decía es preciso confesar que nuestra gente
del campo no es linda, es fuerte y robusta, pero negra. Las cabezas como un redondel,
sucios; en caballos sucios, mal cuidados; todo lo más miserable y más feo".
En cambio cuando se refiere a los ingleses su opinión es muy distinta, llegando a
manifestar que "el regimiento 71 de Escoceses, mandado por el general Pack; las más
lindas tropas que se podrán ver, el uniforme más poético, botines de cinta punzó
cruzadas, una parte de la pierna desnuda, una pollerita corta, una gorra de una tercia
de alto, toda formada de plumas negras y una cinta escocesa que formaba el cintillo; un
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (4 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
chal escocés como banda sobre casaquita corta punzó. Este lindo uniforme, sobre la
más bella juventud, sobre caras de nieve". Agregando que "Todo el mundo estaba
aturdido mirando a los lindos enemigos. . ."
Por aquellos mismos días, precisamente el martes 1° de julio de 1806, o sea a escasos
cuatro días de la invasión, don Martín Simón de Sarratea ofreció una recepción al
General Beresford que concurrió acompañado por el teniente coronel Denis Pack y
algunos oficiales británicos, quienes departieron amablemente con los demás invitados,
entre los que se encontraban los personajes más encopetados de la sociedad porteña.
Aquella velada, que escandalizó a no pocos vecinos, transcurrió en un ambiente de gran
cordialidad, durante la cual los ingleses deslumbraron al sexo débil haciendo gala de
finos modales y atentos galanteos.
Evidentemente los ingleses aprovecharon aquella relación para desarrollar una
inteligente acción psicológica para lograr una imagen agradable de su presencia y a la
vez una superioridad aparentada con vistosos uniformes, lucidos desfiles militares y
conciertos ofrecidos por las tardes, ejecutados por las bandas de los regimientos.
Mientras tanto, el gobernador Beresford daba a conocer a la población de Buenos Aires
un bando, tendiente a afianzar su autoridad y ganarse la confianza y simpatía de sus
gobernados.
Aquel documento, fechado el 28 de junio, que comenzaba diciendo: "Hallándose la
ciudad de Buenos Aires y sus dependencias sujetas ahora a Su Majestad Británica por la
energía de las armas", difundiendo aquel mensaje "con el objeto de establecer una
completa confianza en la liberalidad y rectitud del gobierno de S.M. y tranquilizar los
ánimos de todos los habitantes".
Más adelante, Beresford, manifestaba la sana intención de que "la gente de Buenos
Aires [...] gocen del entero y libre ejercicio de su Religión Católica, y que se prestará
todo respeto a sus Santos Ministros", más adelante asegura "que es la más graciable
intención de S.M. que se abra un comercio libre y permitido [...], semejante al que
disfrutan todas las otras colonias de S.M." El manifiesto también garantizaba que "toda
propiedad privada [...] recibirá su más amplia protección", a la vez que respetaba los
Tribunales de Justicia, permitiéndoles que continuaran con el ejercicio de sus funciones,
lo mismo que al Cabildo y el Real Consulado.
Si analizamos el contenido de este bando advertiremos claramente que Beresford
procuraba mantener el equilibrio de las fuerzas políticas existentes, ganar rápidamente
la adhesión de los prósperos comerciantes, la confianza del pueblo en general y la
modificación de la economía rioplatense para adaptarla a las exigencias de la política
comercial británica.
Por otra parte, recordemos que Beresford debió actuar con suma firmeza para torcer la
voluntad de Popham, que pretendió imponer las rígidas condiciones del conquistador,
ignorando no obstante el éxito alcanzado que la prudencia aconsejaba, en condiciones
tan precarias, no excitar los ánimos de los vencidos.
Para alcanzar esos objetivos, Beresford, aseguraba la permanencia de las instituciones
fundamentales en el orden eclesiástico, administrativo, judicial y municipal y
garantizaba el respeto a la propiedad privada, el mantenimiento de los magistrados y el
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (5 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
pleno ejercicio de los derechos civiles. Prometía además una apertura del comercio
exterior para negociar libremente con cualquier otro país, que era el beneficio más
atractivo que Gran Bretaña podía ofrecer.
John Street, un destacado historiador británico, sostiene en su conocida obra titulada
"Gran Bretaña y la Independencia del Río de la Plata" que "esta proclama debe haber
asegurado la confianza de todos los habitantes respecto a las intenciones de los
ingleses. Los comerciantes criollos y hacendados en particular, deben haber estado
encantados con las promesas del libre comercio e impuestos reducidos, cosas que hacía
tiempo deseaban".
Nosotros consideramos que John Street cometió un pecado de ingenuidad al sostener
tal aseveración, cuando ya sabemos que la población de Buenos Aires no compartía
esos sentimientos. No olvidemos que el pueblo estaba herido en su dignidad por tan
humillante derrota sufrida en manos británicas, y que esas heridas no se restañan.
Recordemos que Cornelio Saavedra anotaba en sus "Memorias" que: "Pasado el primer
espanto que causó tan inopinada irrupción, los habitantes de Buenos Aires acordaron
sacudirse el yugo que sufrían".
Beresford también lo sabía, por ello dispuso el refuerzo de las patrullas y rondas que
recorrían las calles para conservar el orden en la ciudad.
Tampoco fue casual que al amanecer del 7 de julio, Beresford sorprendiera al vecindario
porteño con un nuevo bando disponiendo la perentoria entrega de las armas que se
encontraban en manos de la población. Para consolidar el sometimiento a la Corona
británica, Beresford también dispuso que los cabildantes y aquellos que ocupaban
cargos públicos, militares y eclesiásticos prestaran juramento de fidelidad a Su Majestad
Jorge III de Inglaterra.
Triste es admitir que, salvo honrosas excepciones, casi la totalidad de nuestros
funcionarios firmaron aquel obsecuente compromiso.
Sabemos también que aquel oprobioso registro de firmas fue conducido secretamente a
Londres, luego de la Reconquista, para ocultarlo hasta nuestros días.
Pero no debemos ruborizarnos por ello, si recordamos que en la España usurpada por
Napoleón ocurrió lo mismo, hasta que aquel glorioso 2 de mayo fue el pueblo madrileño
el que se levantó en armas contra el invasor, mientras que los españoles afrancesados
firmaban fidelidad a José I, para la picaresca "Pepe Botellas".
Digna de mención es la noble actitud de Manuel Belgrano, a la sazón Secretario del Real
Consulado que se negó a firmar refugiándose en la vecina orilla de la Banda Oriental, no
sin antes manifestar por escrito su decepción por todos aquellos que "prestaron
juramento de reconocimiento a la dominación británica, sin otra consideración que la de
sus propios intereses".
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (6 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Dicho sea de paso por si interesa conviene recordar que Juan José Castelli, según la
versión del Capitán Gillespie, fue uno de los juramentados, versión que queda
sustentada por el precioso obsequio que le hiciera Beresford a nuestro jacobino prócer,
consistente en un juego de loza del Cabo, que sus descendientes aún conservan.
Debemos suponer para no ser ingenuos que Beresford no hubiera tenido una atención
tan personal si no lo contara entre sus juramentados.
Como contrapartida, recordemos la leal y valiente actitud de aquellos diez caciques de
las pampas que se apersonaron en el Cabildo de Buenos Aires para manifestar su
ofrecimiento de "hasta veinte mil de nuestros súbditos, todos gentes de guerra y cada
cual con cinco caballos" para enfrentar a los ingleses .
Por su parte, don Martín de Alzaga, le escribía aquel 27 de junio a su amigo Pascual
Dubois, expresándole su indignación, cuando le decía: "fuimos entregados como
corderos en esta capital a 1500 y más lobos británicos, del modo más escandaloso que
es imaginable."
Indudablemente, la indignación de los porteños y la toma de conciencia de la
inferioridad numérica de los ingleses, hicieron posible que, apenas dos o tres días
después de la ocupación británica, ya se urdiera la reconquista del suelo usurpado.
Como siempre ocurre, en medio de tan dramáticas circunstancias, surgieron dos
personajes que encabezarían la Reconquista y posterior Defensa de Buenos Aires. Ellos
fueron Santiago de Liniers y Martín de Alzaga, unidos aunque con distinto signo político
en aquella gloriosa gesta.
Podríamos decir que la primera manifestación concreta que recibiera Beresford de un
levantamiento militar la tuvo en la noche del 31 de julio, cuando se le informó que
tropas rebeldes se acercaban a la ciudad.
Aquella noticia obligó a Beresford a salir en la madrugada siguiente con parte de sus
tropas para combatir en campo abierto. Aquel encuentro lo recordamos como el
Combate de Perdriel, en el que el bravo Pueyrredon fuera abatido por los ingleses.
Todos conocemos el patético episodio protagonizado por Pueyrredon en este
enfrentamiento en el que casi pierde la vida. Pero menos conocido es el tragicómico
percance de Beresford, cuando en medio del combate sufrió una impetuosa embestida
de un jinete criollo que, con mucho valor y poca prudencia, llegó a enfrentarse con el
inglés, que intentó desenvainar su sable aun cuando cueste creerlo sin lograrlo,
salvándole la vida otro oficial británico que advirtió la peligrosa situación.
Al atardecer, hacía su entrada a la Plaza Mayor, al frente de sus tropas victoriosas, el
general Beresford, recibiendo la adhesión de algunos simpatizantes u obsecuentes.
De aquel día en adelante, Buenos Aires se vio sumida en una tensa calma. Esa calma
que presagia las grandes catástrofes.
Y así fue como, pocos días después, Beresford tomaba conocimiento de que Liniers
avanzaba sobre Buenos Aires con tropas traídas de Montevideo a las que se le habían
sumado las reclutadas en la campaña bonaerense.
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (7 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Al mismo tiempo Beresford advertía que la ciudad tomaba una apariencia sospechosa,
tornándose difícil conseguir los víveres necesarios, haciéndose evidente que los ingleses
estaban siendo sometidos a un sabotaje para minar su resistencia.
La situación del gobernador británico se había convertido repentinamente en
insostenible, a punto tal, que concentró sus escasas tropas en la ciudad en actitud
solamente defensiva, previendo incluso la posibilidad de un rápido reembarque, antes
de quedar atrapado en ella.
Fue en aquellas circunstancias que nuestro recordado comodoro Popham le propuso a
Beresford que saqueara la ciudad y se reembarcara sin pérdida de tiempo. El
gobernador inglés indignado por tan innoble propuesta le expresó que "dejaría de ser
soldado, para ser pirata si pensara como usted". Frase que define la diferente calidad
moral de cada uno de estos personajes.
En la madrugada del 12 de agosto, según nos relata el Capitán Gillespie, la ciudad
mostraba signos de mal presagio, las iglesias y casas estaban llenas de gente,
dispuestas a sumarse a las tropas de Liniers que avanzaban hacia la Plaza Mayor.
El mismo Gillespie nos refiere que: "Teníamos orden de respetar los santuarios, pero se
hicieron tan molestos por su fuego de cañoncitos y mosquetería, que no podíamos
contenernos de retribuirles con iguales favores. Con mi anteojo podía percibir al clero
inferior activo en manejar sus armas y dirigir las tropas". Sigue diciendo Gillespie, "La
batalla hacía estragos en todas las calles inmediatas al Fuerte" .
Evidentemente, la defensa de la Plaza Mayor se había transformado repentinamente en
una desesperada resistencia.
Fue entonces cuando la caballería invadió la Plaza, haciendo su aparición Juan Martín de
Pueyrredon, encabezando su propio batallón de Húsares, que cargaron sobre la
infantería inglesa que no pudo resistir la embestida, por lo que debió replegarse hasta
el Fuerte.
En esta acción sumamente cruenta, el propio Pueyrredon logró arrebatarle al gaitero del
71 de Highlanders la banderola del regimiento, que hoy custodiamos como un
verdadero trofeo de guerra.
A todo esto Beresford permanecía en el arco mayor de la Recova aparentemente
impasible y sereno, impartiendo órdenes junto a su ayudante, el Capitán George
Kennet, cuando un certero disparo hirió mortalmente a su compañero, que se desangró
a sus pies.
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (8 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Beresford, sumamente conmocionado dio la orden de refugiarse dentro del Fuerte,
siendo el último en transponer el puente levadizo que se cerró tras él.
Fue en aquel momento que Beresford tomó plena conciencia de que su derrota sería
inminente.
Era el medio día de aquel 12 de agosto de 1806, cuando las tropas de Liniers entraban
victoriosas en la Plaza Mayor para exigir la rendición del gobernador Beresford.
El león británico había sido vencido. La honra de los criollos salvada. El pabellón español
flameó nuevamente en el Fuerte de Buenos Aires.
Debemos considerar que ambos adversarios habían puesto en juego mucho más que
sus propios destinos.
Basta pensar que si Beresford hubiera logrado resistir y derrotar a las fuerzas
españolas, su permanencia en Buenos Aires se hubiera consolidado hasta el arribo de
los refuerzos británicos.
Consecuentemente, el fracaso de Liniers hubiera comprometido el futuro geopolítico
rioplatense. En estos casos como siempre ocurre solo el éxito excusa los desaciertos,
basta recordar nuestra gesta de Malvinas.
Retomando el curso de esta historia, es bueno recordar que así como Beresford luchó
hasta que la prudencia le indicó que debía rendirse, Popham, por su parte, se embarcó
y abandonó a Beresford dejándolo librado a su buena suerte.
Pero Beresford, tuvo buena suerte, o buenos amigos, si recordamos su placentera
prisión y posterior fuga lograda con la eficaz ayuda de los probritánicos Saturnino
Rodríguez Peña y Aniceto Padilla ayudados por las logias masónicas ya existentes en
Buenos Aires.
El mismo capitán Gillespie, oficial británico, reconocería esta versión, cuando informaba
que: "fuimos bien tratados por todas las criaturas del pueblo, exceptuando las pulgas
que demostraron gran parcialidad por la sangre inglesa".
Alojados en el Cabildo de Luján, actualmente el Museo Histórico, se les permitió recibir
visitas, realizar animadas tertulias sociales y organizar cabalgatas o cacerías en los
alrededores. También recibían correspondencia, incluso de Montevideo, donde se
encontraban acantonadas las fuerzas que emprenderían el frustrado segundo intento
colonialista británico.
Por aquellos días, con la complicidad de Rodríguez Peña, Beresford logró hacer llegar un
mensaje escrito a John Whitelocke, jefe de las tropas inglesas acantonadas en la Banda
Oriental, que Inglaterra había enviado tardíamente para reforzar la conquista
rioplatense.
El lacónico mensaje decía: "Las fuerzas, mi querido general, son conocidamente muy
pequeñas para [...] poder Usted intentar algo a este lado del río".
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (9 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Este sorprendente mensaje de Beresford nos deja al descubierto que su dura
experiencia ya le indicaba que aquellas fuerzas, no obstante contar con 12.000
efectivos, eran insuficientes para reconquistar militarmente a Buenos Aires.
Consejo que la posterior derrota de Whitelocke demostraría su real conocimiento de las
exiguas posibilidades de lograr una nueva ocupación.
Fue por ello que Beresford, luego de la audaz fuga de Luján y después de permanecer
misteriosamente oculto en Buenos Aires, por espacio de tres días, logró arribar a
Montevideo, para negarse a participar de la segunda intentona británica y regresar a su
patria para informar sobre lo actuado y acontecido.
El londinense diario The Times, en su edición del 14 de septiembre de 1807, decía que
"el ataque a Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado
británico en la parte española de Sudamérica", considerándolo un "desastre, quizás el
más grande que ha sufrido nuestro país."
Otro diario, el Bells Weekly, no disimulaba su bochorno cuando vociferaba que "nuestro
orgullo nacional, que merece éxito, ha sido mancillado" para continuar, en el colmo de
la furia, expresando su indignación: "Los mulatos españoles han aprendido a
despreciarnos".
La opinión de Beresford, por aquellos días tan aciagos para este militar, resulta
sumamente significativa, ya que nos ilustra sobre las conclusiones que extrajo de
aquella derrota sufrida en el Río de la Plata.
Así extractamos de una carta que le enviara a Lord Castlereagh esta triste confesión:
"Quisiera olvidar le decía Beresford lo que sucedió en el Río de la Plata, sin embargo,
este recuerdo no me abandona", expresando seguidamente su resentimiento cuando le
expresa que habría que "reparar el golpe más deshonroso que haya recibido nuestro
carácter militar".
Al mismo tiempo, Beresford le informaba al Ministro Winham, que el indómito pueblo de
Buenos Aires era imposible de conquistar por las armas, pero "si nosotros les
prometiéramos Independencia, inmediatamente se alzarían contra su gobierno."
En otro informe llegó a admitir claramente que "al conquistarlos nos ataremos una
piedra alrededor de nuestros cuellos, a menos que vayamos a darles independencia,
será mejor no acercarnos".
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (10 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
Avanzando aún más en el tema y haciendo conjeturas sobre el sistema de gobierno que
adoptarían los pueblos del Virreinato, en el supuesto caso de emanciparse, Beresford,
opinaba que "en lo que se refiere a la naturaleza del gobierno que adoptarían,
monárquico o republicano, creo que no habrá dificultad para la aplicación del primero".
Opinión no tan desacertada si recordamos que los intentos monárquicos en el Río de la
Plata en sus distintas versiones la carlotista, la orleanista, la de Francisco de Paula, la
incaica, y por último la del duque de Luca, todas contaron con la más entusiasta
adhesión de Manuel Belgrano, apoyado por un nutrido grupo de patriotas e intrigantes,
cuyas aspiraciones fueron barridas por los vientos de la ideología revolucionaria de la
época.
Indudablemente Beresford se alejó del Río de la Plata con la convicción de que dejaba
bien plantada la simiente de nuestra independencia de España. No se equivocaba.
Apenas cuatro años después, aquella simiente dio sus frutos.
Creo que luego de rememorar la gesta de la Reconquista, cuando estamos festejando
los 200 años de tan glorioso acontecimiento, también es momento de sacar algunas
conclusiones, basadas en la memoria de los hechos y el análisis de sus consecuencias.
La historia nos ha demostrado que la intervención británica en Río de la Plata precipitó
el ya incipiente proceso de emancipación que concluiría, o mejor dicho se iniciaría el 25
de mayo de 1810, cuando, no obstante la recordada frase de Saavedra, las brevas en
realidad no estaban tan maduras
De tal manera el 25 de mayo de 1810 se instauraba una Junta Provisional de Gobierno
que se comprometió, según su solemne Proclama a sostener "estas Posesiones en la
más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado Rey y Señor Don Fernando
VII y sus legítimos sucesores en la Corona de España".
Así, de manera tan precaria, asumió el primer gobierno revolucionario del Río de la
Plata iniciando un largo camino jalonado de enormes dificultades, por carecer de la
madurez suficiente para constituirse en nación independiente que, como los hechos lo
demostraron, demandó muchos años de luchas intestinas.
Como colofón, para concluir esta breve reseña de una de las páginas más gloriosas y
trascendentes de nuestra historia nacional, recordaremos lo que el destino le deparó a
cada uno de sus principales protagonistas.
Luego de su derrota y tan audaz huida, Beresford arribó a Londres el 28 de mayo de
1807, donde mantuvo largas conversaciones con el ministro Castlereagh para rendir
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (11 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
cuentas de su actuación rioplatense, obteniendo el beneplácito por lo actuado, no
obstante la derrota sufrida, sin menoscabo de su prestigio personal.
El propio duque de Kent, miembro de la Corona británica, lo recibió en su residencia
para reconocerle su buen desempeño y considerarlo un hombre de obligada consulta
sobre temas políticos y militares sudamericanos. Poco después, Beresford iniciaría una
de las etapas más gloriosas de su vida militar, cosechando triunfos y honores en la
guerra peninsular junto al célebre duque de Wellington.
Liniers, por su parte, no creyó en aquella superchería de la "máscara" de Fernando VII,
y fiel al monarca español se levantó en armas contra la Primera Junta, como sabemos,
la reacción revolucionaria fue inmediata, logrando su detención y la de sus compañeros
de infortunio, de tal suerte que paradójicamente en nombre de Fernando VII Santiago
de Liniers fue ajusticiado sin piedad, a las dos y media de la tarde del 26 de agosto de
1810.
El estampido de los disparos repercutió en el Monte de los Papagayos, haciéndose oír a
través del tiempo hasta nuestros días, para recordarnos aquel tan alevoso crimen.
La patria naciente se cobraba así la primera víctima de la larga contienda por la
emancipación de España, sin contemplar sus gloriosos antecedentes, como militar
francés, guardiamarina de la Real Armada española, capitán de navío, comandante del
Apostadero de Montevideo, gobernador de las Misiones, jefe de Escuadra, pero por
sobre todo héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires y penúltimo virrey del
Río de la Plata.
Igual suerte corrió don Martín de Alzaga, aquel vasco navarro llegado al Río de la Plata
en 1767, cuando contaba escasos doce años y ningún dinero.
Joven laborioso, dedicado al comercio, con el tiempo alcanzó gran fortuna y notorio
prestigio social, lo cual hizo posible que ocupara honrosos cargos concejiles, como
regidor, defensor de pobres, síndico procurador general, prior del Real Consulado, hasta
alcanzar la tan preciada vara de alcalde de primer voto.
Indudablemente, la ocupación de Buenos Aires por los británicos le deparó la posibilidad
de acrecentar su ya bien ganado prestigio, cuando demostró su gran capacidad para
organizar rápidamente la resistencia al invasor. Basta recordar que de su propio peculio
creó el regimiento de "Voluntarios Patriotas de la Unión", que, el 12 de agosto, fue el
primero en entrar a sangre y fuego a la plaza Mayor, por lo que es justo reconocer que
Alzaga fue la otra gran figura de la Reconquista y aun más en la posterior Defensa de
Buenos Aires en 1807.
Como todos sabemos, don Martín de Alzaga también inmoló su vida puesta al servicio
de una causa que creyó justa, cuando aspirando a gobernar con su partido, protagonizó
la frustrada intentona de 1809 y la trágica conspiración de 1812 ahogada en su propia
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (12 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Revista virtual
sangre.
Al igual que don Santiago de Liniers, Martín de Alzaga también supo morir con el
heroísmo y la hidalguía propia de los próceres de su laya.
Ambos personajes próceres de nuestra historia murieron víctimas de la ingratitud de los
gobernantes de aquel entonces que cegados por la pasión no tuvieron la grandeza para
valorar y reconocer sus heroicos servicios a la patria, planteándonos en la actualidad un
tema para meditar, si aceptamos que la historia es maestra de la vida. Recordemos que
los pueblos que reniegan de su pasado no tienen futuro.
Rindamos entonces nuestro agradecido homenaje a Santiago de Liniers y Martín de
Alzaga, héroes de la gloriosa gesta de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires.
Rindamos también nuestro homenaje a los gloriosos Regimientos de Patricios y Húsares
de Pueyrredon, creados hace 200 años para defender a la Patria.
http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (13 of 17) [16/08/2008 15:15:34]
Descargar