Situación de los jóvenes (Diálogo entre Monseñor Héctor Aguer y Fernando de Estradaen el programa "Los Dos Reinos", que se transmite los domingosde 9 a 11 por AM 1270, LS 11 Radio Provincia de Buenos Aires) Fernando de Estrada: -He estado oyendo algunas grabaciones de programas viejos que hemos emitido aquí en "Los Dos Reinos" y al hacerlo pude comprobar otra vez cómo es de cierta aquella expresión bíblica según la cual no hay nada nuevo bajo el sol. Porque cuando se ve que por experiencia se predijeron, sin ánimo de que fueran a suceder, acontecimientos lamentables que después efectivamente ocurrieron, es el caso de lamentar que no haya nada nuevo en cuanto fuera cosa nueva la capacidad de reflexionar antes de que los hechos se produzcan. El tema concreto que me llamaba la atención era a propósito de los modos de divertirse que tiene un sector muy considerable de los adolescentes o lo que en general se suele llamar gente joven. Aunque deberíamos quedarnos con la palabra adolescentes, dado que la adolescencia se extiende cada vez hasta más tarde como época de la vida. En una de esas oportunidades, Usted, Monseñor, señalaba que la forma de divertirse en bailantas, discotecas y ámbitos similares es muy peligroso por las formas de vida que determinan; por ejemplo las experiencias de este orden cuando absorben la noche del sábado hacen que el domingo desaparezca del calendario para quienes las practican, sin olvidar que durante el resto de la semana alguna resaca siguen arrastrando. Todo esto sin entrar en lo que pueda ser consumo de drogas, o los efectos análogos que producen los climas psicodélicos. Pero entre las advertencias no faltaba la perspectiva de una tragedia por la dificultad de desarrollar este tipo de actividades en condiciones de seguridad. Monseñor Héctor Aguer: Y habría también que agregar el ambiente que se crea en ese tipo de locales, y los ritos. Por ejemplo, ahora pareciera que la hora de llegada al boliche se hace cada vez más tardía; no sé si se trata de tardía o temprana, porque se trata de la madrugada del día siguiente. De manera que hay un "pre" y hay un "pre pre", que puede ser en la casa o puede ser en distintos "pubs" ya que ahora usamos esa nomenclatura- en los cuales se ingieren tragos, y así se llega al boliche como a las dos de la mañana. ¿En qué condiciones? ¡Vaya usted a saber! Y encima de esa excitación está el consumo de energizantes para mantenerse despierto, las reyertas que a veces son fatales. Aun algunas reuniones en las casas, aunque sin ir al boliche, pero que suponen el consumo de bebidas, o las salidas a patotear...todo eso es un conjunto de ritos que integra lo que se ha dado en llamar, no sé por qué, la cultura joven. Es bastante triste, pero nos alarmamos sólo cuando ocurre una tragedia, cuando un chico muere o se produce un accidente descomunal como las ya conocidos, pero no advertimos el deterioro humano, el menoscabo de valores superiores que se consuma cada fin de semana en esas ocasiones. Pareciera que aquí hay un problema pedagógico que es imposible de abordar, como que nadie tiene autoridad en el mejor sentido de la palabra como para ofrecer una salida mejor o para orientar en este desconcierto. Hay algo de pérdida del sentido profundo de las cosas en este ritmo, una superficialidad de la que uno podría decir: "Bueno...es cosa propia de la edad de los adolescentes", pero no debiera ser así. Cuando asoman los problemas de seguridad y los peligros de vida, entonces sí, todo el mundo se alarma, pero nadie atina a ofrecer una alternativa, ni a decir claramente que el mal está en el estilo, en este modo de divertirse. Estrada: -Es que no se trata de una modalidad propia de los jóvenes, de la muchachada, que es tema de todos los tiempos. Pero en otras épocas -todas las épocas de la historia hasta llegar a la actualidad- la vida juvenil tenía algo de iniciación en la vida adulta. Estos festejos y salidas nocturnas eran como el carnaval en referencia a la cuaresma. Mons. Aguer: -No era todos los fines de semana... http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (1 of 3) [16/08/2008 15:09:41] Revista virtual Estrada: -Aunque lo hubiera sido, pero durante un período limitado de la vida...Uno, dos o tres años. Salvo en los casos caracterizados en el personaje de Isidoro Cañones para quien toda la vida es farra. Mons. Aguer: -Pero es posible divertirse sin incurrir en las picardías de Isidoro Cañones. Estrada: -Evidentemente; si uno recuerda los Isidoro Cañones auténticos que ha habido en la vida argentina se comprueba que no han tenido nada de edificantes aunque quizás hayan sido divertidos, pero tampoco fueron expresión de una conducta muy difundida. Mons. Aguer: -No eran un fenómeno masivo; eso es lo que yo quería decir. Estrada: Allí tenemos una diferencia fundamental, que la vinculo con el tema que mencionaba recién, el de la iniciación. La iniciación es ese tránsito difícil, que se debe cumplir en el tiempo más breve posible, entre la etapa del adolescente a la del adulto; el adolescente puede tener pocos años, pero en cierto momento la vida le exige que asuma un carácter de adulto. Por supuesto, tolerándole una cantidad de debilidades y extravagancias. Un aporte malo de nuestro tiempo es que la vida de adulto no se apura por recibir a nadie, y me parece que es porque no se la ve apetecible, y esto es responsabilidad de los adultos, que se han ocupado de vaciarla de sus significados. Mons. Aguer: -Probablemente es así. La imitación que muchos adultos practican respecto de las modas juveniles lo hace pensar. Estrada: -Eso que usted llamaba "cultura joven" me impresiona como un concepto elaborado para que no haya "cultura adulta", que equivaldría a la cultura propiamente dicha, la que vale para todas las edades. Lo que pasa es que estamos viviendo una revolución cultural y uno de los instrumentos para llevarla a cabo es precisamente la exaltación de la juventud como ruptura con la continuidad histórica. Mons. Aguer: -Además, se van imponiendo modas; aquel chico que ha tenido una educación cuidada y que vive en un contexto familiar que lo apoya y lo incorpora plenamente, aun ese chico considera que debe conceder su participación en estos fenómenos. Y no hay manera de disuadirlo, porque se siente un descastado, un personaje inexistente si no circula por este tipo de cosas. Hay un fenómeno que se ha universalizado que es la imposición de un estilo de vida que a los que lo siguen los hace esclavos de la moda, esclavos de ritos, creídos de que si no los cumplen no tienen lugar en el mundo. Suponen que al practicarlos son libres y se enfrentan con el que quiere ponerles un límite, porque les parece que la libertad consiste en hacer lo que hacen todos, lo cual es curioso, porque la libertad es siempre un factor de identificación y originalidad personal. Nadie puede reemplazar nuestra decisión personal. Pero aquí todos, como un rebaño, tienen la misma decisión. Se someten todos la misma moda, usan la misma ropa y los mismos códigos, hablan el mismo lenguaje...La distinción personal parece haber desaparecido. Estrada: -Y veneran a los mismos ídolos, especialmente a los que están en los medios de comunicación y les proponen divertirse. Este es otro de los rasgos distintivos de todo este fenómeno: la diversión exaltada como ideal de la vida. Diversión, como brota de la propia etimología, es apartar, desviar, del destino hacia donde se va, pero la diversión en algunos de sus aspectos queda incluida dentro de lo que en términos filosóficos se llama eutrapelia, es decir el manejo racional del juego y del tiempo libre sin perturbar un orden de vida.. Hoy no hay eutrapelia, sino dispersión que es el término válido para la diversión en este contexto de irresponsabilidad-, y dispersión considerada como una meta. En realidad, tampoco, porque no hay metas para alcanzar. http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (2 of 3) [16/08/2008 15:09:41] Revista virtual Mons. Aguer: -Cuando la dispersión grupal de la mente mal llamada diversión se torna peligrosa, porque sus efectos son de la crónica policial cotidiana, empiezan a buscarse los culpables pero no se va al meollo del asunto, que consistiría en por lo menos sugerir a los chicos que algo en ese sistema que han adoptado no está bien. Sin duda, es una demostración del fracaso de la educación que se brinda en la familia y del sistema educativo; es también prueba terminante de que hay carencia de una auténtica autoridad educativa. Autoridad , en el sentido clásico, viene de una raíz latina que designa una fuerza, un poder, al servicio del crecimiento de aquel en cuyo favor se ejerce. ¿Pero cómo puede hacer crecer a otro alguien que no ha crecido? Esto es una gran responsabilidad para la sociedad de los adultos, para la cultura adulta en el supuesto de que ésta exista. imprimir la nota completa http://www.ucalp.edu.ar/situacion.html (3 of 3) [16/08/2008 15:09:41] ¿Un inocente condenado a muerte? por Monseñor Héctor Aguer En el caso que se encuentra a consideración de la Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires, se reúnen, al parecer, dos “indicaciones” de aborto: la eugenésica (la razón eugenésica), por la condición de la joven madre que sería deficiente mental y la sentimental (la razón sentimental) por el hecho de ser la criatura fruto de una violación. En cuanto a lo primero ¿qué es lo que motiva la indicación de aborto? Quizá la sospecha de que la criatura ha de nacer con un defecto, físico o psíquico. Pero entonces esa presunción no autoriza que el niño sea eliminado. ¿O acaso pensamos que es posible construir una raza humana ideal y que hay quienes deben decidir quién puede integrarse a la comunidad humana y quién no? ¿Cuál es el patrón de medida y dónde está el límite? El derecho a la vida del niño por nacer, avalado por nuestro ordenamiento constitucional, no puede ser subordinado a aquellas convicciones eugenésicas. Una vez que se ha vulnerado el principio de la inalienabilidad de la vida humana no quedan barreras que impidan la instauración de un racismo cromosómico. Menos razonable aún es la justificación si se apoya en la incapacidad de la madre para criar y educar convenientemente a su hijo. Hay quien pueda hacerse cargo del niño, y en este caso una familia platense se ha ofrecido a adoptarlo. En cuanto a la segunda indicación, llamada por los tratadistas http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (1 of 3) [16/08/2008 15:10:54] Revista virtual sentimental, se refiere a la angustiosa situación de la madre que ha concebido a causa de una violación. Es sabido que ese hecho aberrante tiene consecuencias muy dolorosas para la víctima; los sentimientos de una madre en esa situación son comprensibles y respetables, pero no es sensato ponerlos en pie de igualdad con el derecho a la vida de la persona por nacer . Además ¿se soluciona su trauma eliminando a la criatura?. Probablemente se lo agravaría. Recordemos que la madre no es dueña de la vida de su hijo, el cual no es una parte suya sino un sujeto distinto de ella; en el caso que consideramos, quienes legalmente la representan no pueden disponer de la vida de ese niño. Un niño por nacer de tres o cuatro meses, que sonríe, bosteza y es capaz de expresar su dolor. ¿No estarán manifestándose en un caso como este los sentimientos ambiguos, turbios, que una sociedad que repudia al bastardo y hace del niño un chivo expiatorio de la culpa del padre? La indicación abortiva constituye un caso típico de discriminación. Por otra parte, habría que considerar con seriedad la probable inconstitucionalidad del artículo 86, párrafo 2, inciso 2 del Código Penal, en virtud de los tratados y convenciones incorporados al cuerpo de nuestra Constitución, con la declaración interpretativa formulada en la ley del Congreso de la Nación que oportunamente los aprobó, a saber: la Convención Americana sobre Derechos Humanos, y la Convención sobre Derechos del Niño, que son complementarias entre sí. Esos textos establecen un régimen de protección de los derechos del niño por nacer que parte del reconocimiento de su personalidad jurídica, afirmada ésta desde el momento de la concepción. Vale la pena señalar otro defecto del tratamiento de esta cuestión en el Código Penal: el artículo 132 sostiene que quedará exento de pena el violador que se casare con la víctima, si presta ella su consentimiento. Pero antes, ella puede decidir según el artículo 86, párrafo 2, inciso 2, la muerte de su hijo. De modo que primero puede eliminar a su hijo y después casarse con el violador. Como se ve, el Código Penal debería ser reformado de acuerdo a las nuevas certezas científicas y jurídicas, y no en el sentido en que lo ha propuesto un reciente proyecto del Ministerio de Justicia de la Nación, que sólo agravaría los defectos de su formulación actual. http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (2 of 3) [16/08/2008 15:10:54] Revista virtual Estas consideraciones que expongo no representan un retorno al pasado, sino todo lo contrario: la apertura a un futuro de auténtica justicia apoyado en la plena afirmación de la dignidad de la persona humana y de sus derechos fundamentales. El caso sobre el cual delibera la Corte es paradigmático. Al terminar el proceso de Nüremberg, ante el asombro causado por la constatación de tantos horrores, un juez declaró: “llegaron a este extremo la primera vez que se condenó a un inocente”. + Héctor Aguer Arzobispo de La Plata imprimir la nota completa http://www.ucalp.edu.ar/inocente.html (3 of 3) [16/08/2008 15:10:54] Tradición y Antitradición por Fernando de Estrada (Conferencia pronunciada el 25 de julio de 2006 en la Asociación San Fernando Rey) Considero que el hecho de ser hoy, el día de esta conferencia, la festividad de Santiago Apóstol tiene algo de providencial. Nadie procuró la coincidencia entre la efemérides y nuestro tema de esta reunión, pero aquí estamos puede decirse que de manera espontánea en implícita recordación de aquel santo hijo del trueno que también podría ser llamado el santo de la tradición, pues él fue el transmisor de la revelación cristiana en tierra ibérica y sigue siendo símbolo de la hispanidad auténtica a través de las generaciones que se han sucedido desde su primera predicación y de su maravillosa experiencia mariana ante el Pilar de Zaragoza. La más antigua tradición es, para todos los pueblos, la que refiere sus relaciones con Dios como fundamento de la vida colectiva. Cuando la falta de registros históricos enturbia el recuerdo de los orígenes, las certezas de la tradición los reemplazan con la verdad de la poesía en su forma de los mitos, casi siempre coincidentes en reconocer una fundación hecha por héroes humanos en acatamiento a leyes superiores dictadas por alguna divinidad. No se trata, entonces, de una mera reiteración de conductas, sino de la continuidad de un modo de ser que hace a los hombres cada vez más afines y semejantes al verdadero legislador sobrenatural de la ciudad naciente. Esta referencia a lo sobrenatural aparece inclusive en culturas en las cuales el concepto de lo divino se encuentra un tanto oscurecido, como ocurre con el Tao de los chinos, un fundamento último de orden cósmico cuyo desconocimiento, enseña Confucio, lleva a la destrucción de las sociedades y a la degradación de los hombres. Hace pocas semanas ha habido un homenaje inesperado a ese principio de la tradición oriental que el tirano Mao Tse Tung tanto se empeñó en destruir con sus aventuras homicidas conocidas como "la gran marcha", "el salto adelante" y "la revolución cultural". En uno de los diarios del gobierno chino todavía, como se sabe, oficialmente comunista- se ha publicado un artículo de fondo con el espectacular título de "Prestemos atención al rol de la cultura tradicional en la construcción de la sociedad armoniosa"; allí pueden leerse los siguientes conceptos: "La cultura confuciana es la bisagra de la cultura tradicional china, y nos ha sido dada como una riqueza comunicada de generación a generación por más de dos mil años...China se encuentra hoy en un período crucial de reformas. Para resolver los tantos conflictos y problemas que se le presentan es necesario explorar las respuestas que la cultura tradicional podría aportarnos". El significado de la insólita propuesta se comprende mejor a la luz de un antecedente, fresco de unos meses, que ha consistido en la contratación por el gobierno chino de un equipo de juristas italianos a quienes se les encargó un estudio acerca de las posibilidades de introducir el derecho romano como ley positiva en las regiones del país donde se pasa por el "período crucial de reformas", según describe el artículo antes mencionado. En este caso, se trata también de un homenaje a la tradición, aunque sea una forma occidental de tradición. http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (1 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual Trasladándonos a un ámbito mejor conocido por nosotros encontraremos un tributo similar ofrecido, hace más tiempo, por el Consejo de Europa, institución por lo general poco inclinada a promover los valores tradicionales. Con motivo de un congreso sobre preservación de los bienes culturales arquitectónicos, el Consejo de Europa produjo un documento oficial sobre el tema llamado Declaración de Ámsterdam, cuyo texto nos ofrece afirmaciones así: "El equilibrio de comunidades y establecimientos formado a lo largo de los años debe ser respetado; de otra manera se abriría paso a perturbaciones psicológicas entre individuos y a los choques sociales. Nuestra era, que ha estado tan frecuentemente sometida a trastornos causados por aquellos que piensan sólo en términos de provecho y beneficio, nos provee ejemplos cotidianos de ese peligro...La conservación, lejos de ser un sinónimo de inmovilismo, es un instrumento indispensable en una política de cambio humano...La significación del patrimonio arquitectónico y los argumentos para su conservación están ahora más claramente conocidos. Se acepta que la continuidad histórica deberá ser preservada si queremos mantener o crear entornos que permitan a los individuos encontrar su identidad y sentirse seguros a pesar de los cambios sociales bruscos". La transcripción nos habla de continuidad histórica y de identidad como condiciones para una convivencia social ordenada, lo cual implicaba la respuesta a una inquietud de creciente y vital importancia para Europa: la crisis de la ciudad, englobando dentro de este concepto los múltiples problemas de la masificación, la fealdad y descuido del entorno, la desaparición de los vínculos vecinales, la pérdida del sentido de comunidad, la expansión de la violencia y del delito. La ciudad contemporánea parece orientada a ser una muchedumbre de solitarios desarraigados y desprovistos de los valores de verdad y belleza que otorgan sentido a la vida. Los chinos y los europeos de hoy, desengañados de los principios revolucionarios a los cuales continúan sin embargo rindiendo culto nominal, prefieren dejarse llevar por el sentido práctico en la tarea impostergable y concreta de reconstruir el orden y la armonía en las ciudades. No podrá ser de otra manera en los demás continentes, donde seguramente se establecerá también la secuencia necesaria entre los términos ciudad, ciudadano y civilización, y con la misma necesidad concluirán que el estado de plenitud de la civilización se llama cultura, y que ésta es una forma de vida humana superior, a la cual se accede a partir de los comportamientos y costumbres más sencillos, que se enseñan con el ejemplo y el recuerdo de personas cercanas en las comunidades naturales más inmediatas, como la familia, el municipio o la región. Es decir, la tradición. Estos actos de continuidad en las comunidades humanas se caracterizan siempre por la desproporción entre las partes, que no deja lugar a la reciprocidad, dado la desigualdad entre el patrimonio del que da y la indigencia del que recibe. Algo similar ocurre en las agrupaciones animales, pero en ellas las fuerzas del instinto anulan cualquier posibilidad de acciones libres y la especie reitera o modifica su conducta según los ritmos que le impone el ambiente exterior. Por lo contrario, los actos de continuidad en las sociedades humanas son siempre libres, aunque en ellos no pueda haber diálogo, ni menos aun el hoy famoso consenso, talismán de moda con que se pretende conjurar sin esfuerzo los naturales conflictos de la existencia. Está la acción de recepción, pasiva y complementaria de la de tradición, y enseguida comienza lo que será tarea interminable de aplicar esa herencia a las contingencias de lo cotidiano; en ese ejercicio la tradición se renovará y enriquecerá. La http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (2 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual gran tradición común a toda la humanidad en sus orígenes, conservando sus contenidos, adquiere modalidades diversas en cada uno de los grupos que emprende su propia aventura existencial por épocas y geografías variadas. Son los estilos de vida, o las "formas de estar en la realidad" de que hablan respectivamente los filósofos Eduard Spranger y Xavier Zubiri, frutos de las innumerables experiencias y decisiones que van configurando la idiosincrasia de sociedades, pueblos y naciones. Y también de cada persona, pues como asentara Herder, el fundador del romanticismo alemán, "ningún individuo se ha hecho hombre por sí mismo: toda su estructura humana está conectada con sus padres mediante una generación espiritual". Muy lejos de estas verdades están los mitos contemporáneos de Tarzán y de Mowgli, a quienes la selva en un infrecuente gesto de generosidad podría haberles respetado sus condiciones genéticas pero de ninguna manera asistirlos en desarrollar las características espirituales que distinguen la conducta humana de la animal. Las dificultades casi insuperables para la adaptación social en los casos de auténticos "niños lobos" aporta la más patética demostración de lo dicho. A través de la tradición con sus estilos el hombre encuentra la posibilidad de hacerse verdaderamente hombre. Hasta para impugnar la tradición se vuelve preciso haberla antes asumido y después estar dispuesto a transmitir una tradición reformada o, más radicalmente, una antitradición. Es igualmente posible quedar a mitad de camino, ciertamente no en el justo medio sino en un punto de mediocridad. Es lo que Miguel de Unamuno llamaba lo castizo temporal para designar a costumbres pasajeras y aficiones colectivas superficiales cuando se toma a éstas por representativas de un estilo tradicional. Otro gran vasco, Ramiro de Maeztu, ejemplificaba tan lamentable fenómeno en la carne propia de su pueblo. "España", escribe en los renglones iniciales de su "Defensa de la Hispanidad", "es una encina medio sofocada por la hiedra. La hiedra es tan frondosa, y se ve la encina tan arrugada y encogida, que a ratos parece que el ser de España está en la trepadora, y no en el árbol. Pero la hiedra no se puede sostener por sí misma. Desde que España dejó de creer en sí, en su misión histórica, no ha dado al mundo de las ideas generales más pensamientos valederos que los que han tendido a hacerla recuperar su verdadero ser". La palabra de Maeztu tiene la autoridad del martirio, que le llegaría dos años después de escribir las palabras recordadas. Pero goza además del ascendiente que le otorga haber alcanzado hasta allí por el camino angosto de la reflexión y de la conversión. Acompañémoslo un momento en su peregrinaje. "No soy hombre de una generación", definió en los comienzos de su carrera literaria significando su independencia intelectual respecto a la chatura y errores que a veces son lo único que une a los hombres de una misma edad; lo cierto es que entonces y bastante después sobre él gravitó pesadamente el melancólico ideario que caracterizó a la llamada generación de 1898. Más aun; él mismo, junto con Unamuno, Azorín y Baroja integró el cenáculo intelectual de hombres jóvenes que fueron núcleo de la generación del 98. Aquellos futuros maestros ingresaron en la notoriedad literaria sin orgullo por su pasado nacional y ansiosos de hallar la orientación para España. Y para sí mismos, pues les parecía verdad no declarada que la obra del intelectual no transcurre dentro de una torre de marfil sino que se articula como parte del todo social. "Nuestro momento pasó", juzgaba años después Ramiro de Maeztu, "porque los críticos no hacíamos materia positiva que suplantara a lo que estábamos negando...Aquello fue un tajo común de despropósitos". http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (3 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual Antes que eso, se trató de un punto de partida, aunque es cierto que si Maeztu no hubiera en efecto sido hombre de una generación habría evitado muchas de sus fatigas posteriores. Quizás hubiese encontrado antídoto para su escepticismo asomándose a la metafísica viviente de la verdad histórica de España rescatada ya por Marcelino Menéndez Pelayo con ese coraje del sabio que le hacía decir "vivo entre muertos" porque en el refugio de las crónicas del pasado encontraba la auténtica patria casi sin herederos entre los contemporáneos. No conoció entonces Maeztu a Menéndez Pelayo ni a Juan Vázquez de Mella ni a los otros pocos centinelas que junto a éstos custodiaban el rescoldo de la tradición española. Como corresponsal en Inglaterra y estudiante en Alemania auscultó la crisis de la Europa a la cual las mayorías de España ansiaban parecerse y fue penetrando las causas materiales y espirituales de tantas angustias; así nació en 1916 su libro "La Crisis del Humanismo", anticipo de la profundización de su catolicismo hasta entonces solamente formal. Se aproximaba ya a la visión completa que expresaría en "Defensa de la Hispanidad", aunque ésta su obra maestra le requeriría la previa observación profunda de América ibérica hecha mientras se desempeñó como embajador de España en la Argentina. Vio cómo América también buscaba su identidad, al igual que España en 1898, y que la encontraba en sus fundamentos hispanos. ¿Cómo no reconocer la energía vital de la tradición española que alcanzaba para dar sustancia a una veintena de naciones lejanas y separadas hacía un siglo? La conversión de Maeztu a la tradición coincidió con la revaloración de la misma por parte de una cohorte de literatos e historiadores españoles. Entre ellos cuenta especialmente Claudio Sánchez Albornoz, en gran medida para nosotros por la impronta que dejó su residencia en la Argentina. No es el único, ciertamente, en destacar el sentido de la Reconquista en la formación del estilo español, pero merece particular reconocimiento la tarea con que ha demostrado la existencia de elementos por así decir preespañoles, concretados en un talante capaz de asimilar a los invasores a la vez que de incorporarse lo mejor de sus culturas. Tales elementos maduraron junto con la conversión a la fe católica del rey visigodo Recaredo, quien al bautizarse cerró el abismo entre su casa extranjera y arriana con el pueblo iberorromano católico. La nueva cristiandad española constituida en las postrimerías del siglo VIII sucumbió con la invasión musulmana iniciada en 711 y detenida apenas en las montañas del norte. En ese septentrión acosado brotó el reino de León pero no como un baluarte defensivo sino como centro de ataque permanente contra el Islam. Conocemos ese proceso con el nombre de Reconquista, pero quizás resultaría más correcto decir "conquista", porque los avances cristianos no buscaban restituir las cosas a su condición anterior lo cual hubiera sido imposible-. El español de la Reconquista sigamos llamándola así- reconoce su arquetipo en Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, soldado, empresario, gobernante, y en todo el hombre de frontera obligado a resolver situaciones nuevas. Junto a él, pioneros de todos los niveles afianzándose como señores de una nueva nobleza hija de su esfuerzo y por ello segura de sus derechos ante el rey, villanos asentándose en ciudades que pronto se destacarían por sus libertades forales, y sobre todo religiosos estableciendo templos y conventos nuevos, donde a la par de elevar oraciones se meditaba en el sentido de las vidas humanas comprometidas en la expansión de la Cristiandad y se cultivaban las letras y las artes que no tardaban en ser compartidas por los laicos. Religiosidad, libertades, aristocracia del mérito, sentido del honor, caballerosidad, valoración de las propias aptitudes, instinto jurídico para poblar y gobernar, responsabilidades del poderoso y del rico para con el débil y el pobre...rasgos todos que http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (4 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual caracterizan al estilo español y expresan su fuente cristiana. 1492 pudo parecer el límite temporal infranqueable para las formas de vida de la Reconquista; la tierra estaba ocupada y los soberanos insinuaban el arribo de formas centralizadas de mando que no hubieran sospechado los súbditos de San Fernando ni del Rey Sabio pero que en los reinados siguientes comenzarían a aplicarse. Nada de eso detuvo el empuje nacional impulsado sin pausa por la fe desde hacía setecientos ochenta años, que se tendió por sobre los océanos y acabó derramándose en desconocidas tierras yermas o de infieles. Cuando las faenas principalmente marineras de la época de los descubrimientos cedieron en importancia a la ocupación de las tierras firmes, Hernán Cortés, un Cid redivivo, demostró parejas habilidades para el derecho y la guerra, para el mando y la humildad. Fue su creación una auténtica Nueva España, designación nada caprichosa que recibió Méjico, con sus masas indígenas bendecidas por la Virgen de Guadalupe y las mezquitas como ingenuamente decían los hombres de Cortés- donde los aztecas ofrendaban sacrificios humanos a sus dioses de la guerra transformadas en templos donde se renovaba la inmolación incruenta de Cristo y se enseñaban las artes de la paz. La tradición de la Reconquista de España hizo posible la Conquista de América. Es legítimo asegurar que ningún otro pueblo de la época hubiese acometido empresa semejante; ni hubiese confiado sus naves a Colón, ni hubiese fundado más de doscientas ciudades en las Indias, ni hubiese dictado una legislación prudentísima para sus súbditos europeos y aborígenes. Las potencias que imitaron a España procuraron limitarse a establecer factorías, y si en el territorio de América del Norte prosperaron los implantes europeos ello se debió al heroísmo de los pioneros colonos antes que al celo de las metrópolis. ¿Equivale todo lo dicho a una leyenda rosa, a un panegírico sin tonos críticos a la totalidad de la obra de España en América y también en Europa? Intentar semejante interpretación equivaldría a desconocer las debilidades de la naturaleza humana y las marcas indelebles que en ella ha impreso el pecado original. Los aspectos oscuros de la conquista son muchos e inocultables, pero su proporción en relación a los bienes ha permitido decir a Ramiro de Maeztu que "el ideal hispánico, lejos de ser agua pasada, no se superará mientras quede en el mundo un solo hombre que se sienta imperfecto". Tal sentido de la imperfección humana hizo de la España conquistadora el único caso de un imperio que se haya planteado la cuestión de la legitimidad de su dominio, no por debilidad de convicción sino por escrupulosidad de conciencia. La discusión por esclarecer la justicia de los títulos a las Indias y Filipinas es uno de los debates más trascendentes de la historia universal, uno de cuyos resultados fue la formulación de las líneas estructurales del derecho internacional. La visión del hombre como parte activa en el orden racional del universo era pieza fundamental de la tradición hispánica y por consiguiente requería con apremio la valoración de la libertad y su recto uso. La polémica sobre los justos títulos dio lugar a manifestaciones notables de libertad de expresión, del tipo de la reconvención dirigida por fray Jerónimo de Mendieta nada menos que a Felipe II a propósito de ciertos abusos perpetrados en América: "O esto usted lo arregla, o su conciencia no tendrá salvación". A hombres tales, acostumbrados al ejercicio constante de la libertad y a asumir la responsabilidad de sus actos no podía menos que sumirlos en perplejidad la doctrina de la predestinación echada a rodar por la reforma protestante. Por cierto, Diego Láinez y sus compañeros en el Concilio de Trento deshicieron como doctos teólogos aquella http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (5 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual funesta invención calvinista, pero no puede dudarse de que también lo hicieron como españoles seguros de su tradición en la que el libre albedrío se vivía como una evidencia patente de la cual no cabía dudar. Los tres siglos de integración entre España y América transcurrieron no sólo con la continuidad de la tradición de la Reconquista y de la Conquista sino con la convergencia de factores materiales y espirituales de significación suficiente para alterar el equilibrio inicial. Las ideologías importadas hicieron lo suyo, y el declinar económico y militar de España aportó el resto, que consistió en la intervención directa o indirecta de las nuevas potencias emergentes, en especial Gran Bretaña. Me remito a un autor de imparcialidad garantizada, Salvador de Madariaga, en su descripción de los americanos a fines del siglo XVIII y principios del XIX (Cuadro Histórico de las Indias, pp. 889-891): "¿Pero qué querían? Inglaterra iba a lo suyo, que era Inglaterra y no Hispano-Américay menos todavía aquel granizo de patriotas hispanoamericanos que le llovía sobre el tejado, todos duros, todos diferentes, todos pertinaces, todos ruidosos, todos pidiendo fusiles, navíos y dinero para ir tirando hasta que se hubiera salvado el país, todos paralelos pero sueltos, idénticos pero distintos. ¿Cómo era posible que el valor de aquel país que según ellos había que salvar se apreciara en aquella Inglaterra cuyos hijos han sido siempre maestros en el arte de ir todos a una, cuando aquellos patriotas y negociadores venían uno tras otro sueltos y sin más representación que la de sí mismos? Este fue quizá el lado más flojo de los precursores. Patriotas, idealistas, cargados de razón en su condena y repulsa del régimen español; pero si les sobraba razón como críticos, fallaron no obstante como creadores de Historia al menos en dos puntos. "No se dieron cuenta suficiente de la parte que les tocaba en los defectos del régimen que combatían, parte que hoy sabemos fue considerable. Muy leídos sobre generalidades, lo eran mucho menos en cuanto a los hechos concretos de su patria y continente. Pocos conocían bien la historia de su propia América; menos quizá la vida y hombres de sus ciudades y campos. Ni vale decir que España los tenía sumidos en la ignorancia, porquen no eran ignorantes. Fueron por el contrario una de las generaciones más ilustradas, más cultas, mejor formadas que la América española y aun España han dado hasta ya bien entrado el siglo XX. Y además fracasaron también porque en vez de buscar el remedio a los males del sistema en la reforma lo buscaron en su destrucción. No hay español que tenga derecho a reprochárselo, puesto que es rasgo típicamente español de su carácter. Aquellos criollos, con razón deseosos de cambio, no intentaron estudiar un programa en común con los españoles progresivos de su día, para reforzar las corrientes valiosas que entonces fluían en la madre patria hacia mejores días, y laborar de conjunto para salvar al todo con métodos nacidos de su seno. Se fueron a Londres, por el atajo hacia la satisfacción más pronta de su pasión política, que sentían como hambre de libertad nacional pero que era también hambre de poder personal. Y aquí también, aunque haya que asentar el hecho objetivamente, no hay español que tenga derecho a echárselo en cara. Porque la raíz de su error está en el carácter español por lo menos tanto como en la índole dispersiva del inmenso y fragoso continente americano. Pronto invadía a Londres crecido número de Mirandas españoles que venían a solicitar el apoyo de Inglaterra contra Napoleón, casi nunca para España, casi siempre para una Junta local que los mandaba como emisarios. Y aun en pleno siglo XX rondarán por Washington y Londres, gastando suelas por las antesalas de funcionarios ministeriales, Mirandaurres y Mirandets mendigando ayuda para libertar a sus patrias chicas de una fantástica "tiranía de Castilla". No reprochemos pues a los http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (6 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual precursores que en época mucho menos madura acudieron a Londres para pedir apoyo contra la "tiranía de España". En el régimen español se daba un elemento de tiranía, es evidente. Que fuera particularmente más insoportable que la tiranía de cualquier otro gobierno de la época, no puede sostenerse. Que bajo el régimen español dio HispanoAmérica una generación excelsa de hombres de letras, de pensadores y de espíritus creadores en la política y en la vida social, no puede negarse. Que si estos hombres y los que en España pensaban como ellos se hubieran lanzado al mundo con menos indiferencia quijotesca y española para con la realidad, con más lastre de experiencia del que en vano recomendaba Sancho Panza a su señor, les hubiera sido posible rejuvenecer a ambas Españas, la europea y la americana, creando así una comunidad de naciones españolas, es por lo menos una hipótesis plausible. Pero el caso es que obraron como obraron, y en sus circunstancias no alcanzaron a más. La caja de resonancia de la Historia no tenía todavía la amplitud necesaria para acordes tan vastos y complejos. Laboraron con valor y con buena fe, y también con esa fuerza dispersiva, disruptiva, explosiva, tan típica de España como de la granada. Y así el Imperio, nacido de una granada recién madurada que estalla dispersando sus granos henchidos de vida por todo el continente, morirá también como granada esparciendo por todo el continente sus granos de sangre injerta, y dejándolos en campo abierto a que los picoteen a su gusto las águilas del poder". Sostiene Juan Bautista Alberdi que en la época inmediatamente posterior a la que hace referencia el largo párrafo de Madariaga se observa en América el cuadro del contraste entre la formación ordenada de la América lusitana y la anarquía de la América española. Y sugiere como explicación del fenómeno que mientras Brasil emprendió entonces de manera sucesiva la independencia y el cambio de régimen político, los Estados herederos del sistema virreinal hispánico pretendieron hacerlo todo de golpe, lo cual excedía las posibilidades de cualquier cuerpo político. En realidad, las pretensiones fueron más amplias, pues llegaron a proponerse la creación de nuevas identidades nacionales a partir de ideologías en boga o de algunas realidades sociológicas insuficientemente conocidas. El vacío dejado por el repudio parcial a la tradición comenzó a sentirse como una carencia peligrosa para la vida social en todos los órdenes. Aparecen entonces, hacia fines del siglo XIX y comienzos del XX, tentativas de redescubrir una tradición propia, algo que sustente efectivamente la identidad nacional. Uno de esos primeros intentos fue la obra titulada precisamente "La Tradición Nacional" de Joaquín González; no es un libro de exposición, sino un libro de tesis, o mejor dicho hipótesis. Tanto es así que González envió el manuscrito al general Mitre para que éste le diera su opinión, y en el prólogo de la segunda edición podemos leer cómo el general Mitre le aconseja a González que profundice en la historia nacional -a González, que era uno de los argentinos más eruditos de su tiempo- porque le parece ver en el libro la concepción de un hombre americano que no existe, un hombre que sería continuación de lo precolombino. Eso no hay, le dice Mitre; y agrega que precisamente se encuentra trabajando en una obra sobre el general San Martín donde se propone mostrar la aparición de la figura del criollo como síntesis de los tipos del español, del indio y del mestizo. Nosotros podemos discutir el alcance también de este buen consejo de Mitre. Aunque más realista que Joaquín González, tampoco resulta muy convincente suponer que un episodio político, aun de la envergadura de la independencia de la América española, pudiese engendrar un nuevo tipo de hombre, una nueva y profunda tradición. A principios del siglo XX aparece otra obra con este mismo propósito de rescatar la http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (7 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual identidad argentina, "La Restauración Nacionalista", de Ricardo Rojas. El libro era fruto de la tarea que le había encomendado el Ministerio de Instrucción Pública de hacer una apreciación general sobre las características de la enseñanza de la historia en las escuelas europeas de entonces, a fines de la primera década del siglo. Rojas en su extenso dictamen dice que la Argentina se nos está yendo, que la enseñanza es en las escuelas y los colegios de la república algo cada vez más falto de relación no sólo con el sentimiento de patriotismo, sino con los intereses concretos de los habitantes de la Argentina, y que la historia y la geografía se están disgregando dentro de un sistema enciclopédico de enseñanza del cual los alumnos, al egresar del quinto año nacional, nada podrán recordar. No se está recorriendo el camino indicado para preparar buenos ciudadanos, es la conclusión de Rojas. También Manuel Gálvez, igualmente funcionario de instrucción pública y, como todos sabemos, una de las mayores inteligencias y plumas nacionales, en un viaje de trabajo que realizó por el interior confrontó la vigencia de tradiciones en contraste con lo que veía en Buenos Aires. De esa experiencia salió su libro "El Solar de la Raza", primera de una serie de obras en que directa o indirectamente encara este problema. En "El Solar de la Raza" se presentó Manuel Gálvez como un inquisidor de las nuevas costumbres nacionales porque sostiene que la formación de generaciones vacías de tradiciones y hasta de sentido común hará de ellas pasto del materialismo y de toda forma de vida inferior. Este clima de revisión, de rescate de la tradición (que tuvo otras muchas manifestaciones, como "La Tradición de América" de Enrique Ruiz Guiñazú) era respirado por todos pero no con el resultado de producir definiciones concretas aptas para fundar certezas y cambios notables en la voluntad colectiva.. Se lo percibe como un fermento, como una espuma superficial indicativa de una realidad más profunda. que se insinúa en la forma de una gran apetencia. Así lo advertimos en el decreto que instituyó al 12 de octubre como Día de la Raza en 1917. Desde luego, a diferencia de lo que con tanta mala fe cuanto ignorancia se habla hoy, la "raza" no significaba nada étnico ni discriminatorio sino "comunidad humana con conciencia y orgullo de sí misma". Eso es lo que en buen lenguaje castizo quiere decir "raza" y eso es lo que recoge el mencionado decreto, cuyos fundamentos voy a leer y que, como no necesito destacar, están redactados con un estilo de literatura legal muy ausente de nuestros actuales boletines oficiales: Considerando: 1. 2. Que el descubrimiento de América es el acontecimiento de más trascendencia que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores se derivan de este asombroso suceso que, al par que amplió los lindes de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu. Que se debió al genio hispano al identificarse con la visión sublime del genio de Colón- efemérides tan portentosa, cuya obra no quedó circunscripta al prodigio del descubrimiento, sino que la consolidó con la conquista, empresa ésta tan ardua y ciclópea que no tiene términos de comparación en los anales de todos los pueblos. 3. Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el valor de sus guerreros, el denuedo de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, las labores de sus menestrales; y con la aleación de todos estos factores obró el milagro de conquistar para la http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (8 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual civilización la inmensa heredad en que hoy florecen las naciones a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y con la armonía de su lengua, una herencia inmortal que debemos de afirmar y de mantener con jubiloso reconocimiento. Esto era en 1917. ¿Por qué no se renovaron la presencia y la influencia de la tradición? En cuanto a su presencia, hay que tomar muy en consideración que así como en el interior Manuel Gálvez había descubierto esas manifestaciones de continuidad con las fuentes de nuestro ser nacional también las había en Buenos Aires. Las había en todo el país, mantenidas en costumbres familiares, en hábitos que a veces permanecían relegados, buscando ocultamiento, como la presencia de los hombres en misa al fondo de la iglesia en vez de sentarse en los bancos de adelante porque el respeto humano no lo permitía. Pero hay que agradecer mucho a este respecto a colegios, maestros, y en especial al género femenino. Hago aquí una discriminación positiva que espero no esté alcanzada por los proyectos de reforma del Código Penal. Porque las mujeres conservaron el espíritu de la tradición, el sentido de la fe y a veces lograron levantar baluartes y concertar falanges defensivas de la vida futura de sus queridos moribundos cuando abrían paso a los sacerdotes que llevaban los sacramentos a figuras que por su trayectoria pública sus amigos no querían que aparecieran reconciliados con la Iglesia. La Argentina no estaba tan mal; oficialmente, sí. Pero, ¿cómo era posible que la Argentina oficial pudiera estar en contradicción con el país real siendo el pueblo argentino portador del estilo hispánico de una tradición eterna, la gran tradición de la humanidad? La respuesta debe tener en cuenta que no se trataba ni se trata solamente de un enfriamiento y de una mediocridad sino de la presencia de fuerzas activas empeñadas en hacer desaparecer ese estilo junto con la tradición que lo respalda.; no es solamente que la salud del pueblo argentino decaiga por hacerse vieja. Las tentativas a que me refería de reconstruir una tradición nacional, de buscar bases para definir la identidad y por allí descubrir una tradición no es un problema y una apetencia sólo de los argentinos. En los Estados Unidos todavía está en curso una experiencia sumamente interesante. A partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando quedó definitivamente superada la inclinación al aislacionismo característicos de los Estados Unidos, se planteó entre los mejores intelectuales el tema de la razón de ser para el país de su nuevo rol internacional, inquietud que podría condensarse en este interrogante: ¿qué tiene que hacer Estados Unidos en el mundo? Sólo una consideración muy superior podría justificar los trastornos derivados de Berlín, Corea y la perspectiva de un conflicto nuclear, consideración que no podría consistir en la suma de intereses materiales llamada capitalismo. De no haberla, ¿por qué no llegar a algún acuerdo de fondo siempre posible? Un historiador muy distinguido, Russell Kirk, se planteó con particular responsabilidad esta pregunta. Al cabo de sus tantas investigaciones y exhaustivos estudios propuso la siguiente tesis: Estados Unidos tiene una identidad que le permite asumir actitudes justas y dignas ante la vida, pero esa identidad no la recibe de la legislación positiva, ni de la voluntad de los congresos con sus políticos; es que hay, debajo de su modo de vida una tradición que no se ha http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (9 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual engendrado en esta tierra (decía por los Estados Unidos) sino que viene de Inglaterra y a través de ésta hunde sus raíces en la Cristiandad medieval, como pasa con todo lo occidental. Si no buscamos el nexo con esa tradición, la tradición cristiana de occidente, Estados Unidos no significa nada Inspirados por esta "clave", varios grupos intelectuales, sobre los cuales no podemos extendernos ahora, trataron de abrirse camino hacia esa fuente de la tradición. En aquellos años de la guerra fría vivía en los Estados Unidos el exilado austríaco Eric Voegelin, eminente filósofo y pensador de la historia, a quien se lo comenzó a consultar sobre estos temas. En 1957 había desarrollado una serie de conferencias que reunió en un volumen titulado "Nueva Ciencia de la Política", editado hace años en España y del cual existen algunos pocos ejemplares en la Argentina. En ese libro y otros de su abundante bibliografía Voegelin sostenía que los occidentales debemos comprender que hoy no enfrentamos meramente una encrucijada ni una mera crisis. Estamos en un proceso de desintegración de los valores humanos del cual no hay precedentes en la historia. y una de sus causas principales es que el sentido de fundamento que nos daba la gran tradición cristiana de occidente ha sido transferido al mundo de lo inmanente, de lo terreno. El hombre no puede pretender una base para su vida personal y su vida social si no la encuentra en algo que está más allá de él: Dios o el Tao de los chinos, o quizás algún sustituto metafísico menor que puedan aportar los desvelos de místicos y filósofos. En cambio, la ruptura con la tradición ha conseguido el efecto contrario, es decir, trasladar lo divino al interior del mundo, divinizar aquello que debería en su condición de criatura estar rindiendo culto al Creador. Divinizar al hombre supone que el hombre es el creador de sí mismo y que seguirá, dirigido por ciertas minorías de iluminados, con su obra creadora que lo hace merecedor de adoración. Con esa palabra, "iluminados", Voegelin se refería a los iluministas del siglo XVIII pero también remontaba a otros antecedentes, porque esta idea del "otro fundamento" es casi tan vieja en el mundo como la primera sociedad humana. Ha brotado entre personas que no discriminan entre el bien y el mal, personas que a veces entregan su inteligencia y su erudición al servicio del destronamiento del Dios de los cielos. Propone el reemplazo del concepto de Revelación por el de secreto de salvación, secreto llamado "gnosis" y que se encuentra reservado para una minoría de iniciados llamada también a transformar este mundo como garantía de que no hay otro mundo y de que no existen valores fuera de los que ella determine. Son abundantes los ejemplos de gnosis políticas que presenta Voegelin a lo largo de sus obras, y que por cierto abarcan las ideologías totalitarias y utopistas de nuestro tiempo. Uno de ellos ha tenido especial influencia en el mundo occidental pese a lo cual no es muy recordado: la herejía de Joaquín de Fiore, monje de finales del siglo XII según quien Dios se manifestó primero como el Dios Padre del Antiguo Testamento; lo hizo después como el Dios Hijo del Nuevo Testamento; y volverá a revelarse pronto como Dios Espíritu Santo en el Evangelio Eterno del cual serán portadores los frailes iniciados en la doctrina de Joaquín. Se observa aquí http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (10 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual el principio político activo de la gnosis, pues los frailes joaquinitas estarían destinados a gobernar la sociedad y a transformarla de acuerdo con sus recetas gnósticas. En líneas generales, encontramos ya en el joaquinismo las promesas revolucionarias y el protagonismo de los ideólogos que caracterizarían a épocas posteriores, incluida entre ellas la nuestra. Por lo contrario, existe otra estirpe de figuras que Voegelin exhibe como representativas del retorno a la gran tradición de la humanidad como vía para curación de las sociedades históricas. En primer término, Platón y Aristóteles. ¿Cómo se han elaborado pregunta Voegelin- estas doctrinas excelsas, magníficas, que tan bien responden a las apetencias del pensamiento de la humanidad, de las cuales puede decirse que todo lo que se ha hecho después es nada más que una glosa? Y dice, refiriéndose a Platón, que éste supo plantear bien las preguntas; no hay buenas respuestas si no se plantean bien las preguntas, pero el que las plantea bien tiene ya implícitamente las respuestas. ¿Cómo se entiende esto en el caso de Platón? Platón era un ciudadano patriota desesperado por la decadencia de Atenas, su pólis, colocado ante el espectáculo de los peores ejerciendo el poder y abusando de él -como no podían menos de hacer dada su mala calidad humana- y testigo también del destronamiento de la inteligencia en beneficio de los sofistas, individuos a quienes no interesaba la verdad sino la utilidad práctica de la dialéctica y la retórica Platón no necesitaba investigar mucho para saber que las cosas andaban descarriadas; lo sabía porque era un hombre de la tradición, pero ¿cómo demostrar ese estado perverso de la ciudad, paso previo para convocar a su corrección? Era preciso apelar a la razón, y al valerse de la razón para esa tarea fundó la filosofía. Por eso, el propósito principal de Platón consistió en despertar a sus conciudadanos, hacerles ver que lo que aun conservaban en el corazón estaba también dictado por la razón. Les habló en el estilo que comprendían, el lenguaje de los mitos, por lo cual sus tres obras políticas principales explican en forma mítica estas alternativas de la existencia colectiva. Primero, "La República"; ¡tantas veces se ha dicho que este libro es una apología de un sistema comunista! Voegelin demuestra acabadamente que no hay nada de eso: lo que Platón exhibe en "La República" es la situación de una sociedad en la cual sus miembros son virtuosos por sí; no puede entonces haber conflictos por la propiedad ni derivados de las malas pasiones. Cada uno ocupa el lugar que le corresponde como si se tratara de una colmena, pero no porque sea una sociedad comunista ni porque no sea humana, sino porque estamos ante la imagen mítica de una sociedad de virtuosos. Pero Platón sabe que es muy difícil dar con una sociedad de hombres virtuosos y acude ante esta realidad con su libro sobre "Las Leyes". Allí Platón se plantea qué sucede en una ciudad donde no todos son virtuosos ni hacen el bien espontáneamente. En ella se vuelve preciso imponer límites a las conductas individuales y prever castigos para quienes traspongan tales límites. En eso consisten las leyes, que son buenas en cuanto contribuyen a establecer la virtud, no por sí mismas. ¿Y qué pasa si las leyes, aunque conserven su vigencia nominal, no bastan para que subsista el mínimo de virtud sin el cual la ciudad se http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (11 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual disgrega porque prevalece contra ellas el espíritu de perversión? ¿Qué harán los virtuosos entonces ante esas apariencias de leyes? ¿Aceptar la situación como una resignada minoría? La respuesta de Platón es negativa porque nadie debe aceptar que se lo menoscabe en su humanidad plena que es la vida virtuosa.. No importa ser pocos sino conservar la virtud, y eso en una sociedad degradada lleva a la conducta que Platón describe, siempre con su lenguaje poético y mítico, en "El Político": una sociedad que no ha sabido ser virtuosa ni respetar las leyes requiere el mando de un virtuoso que la constriña a la virtud. ¿Cuál será, a la larga, el resultado? Quizás, augura Platón, el tratamiento haga que la virtud vuelva a esa sociedad. Y si no, la habrá conservado más tiempo en un estado menos malo. Para terminar, unos párrafos que se le pidieron a Eric Voegelin como síntesis de su filosofía política tradicionalista en los Coloquios de Rheinfelden, una reunión en la cual participaron también, entre otros, Raymond Aron y Arnold Toynbee. Expuso Voegelin en esa oportunidad sus seis postulados de la política clásica, es decir, la que busca el imperio de la razón y de la virtud. Ellos son: El hombre participa del Logos. El Logos es la inteligencia del universo. El Logos es el orden presente en el universo y del cual el hombre puede participar por su razón y por lo que tiene de espiritual.. La teología católica nos enseña que el Logos es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad; los paganos desconocían esta característica divina, pero los más inspirados entre ellos lo intuyeron con extraordinaria claridad, según consta en la experiencia de Cicerón y su profunda influencia vigente aun en tiempos cristianos. 1. La vida de la razón consiste en actualizar esta participación y llevarla a un punto en el cual se convierta en una fuerza formadora del carácter. 2. Los hombres son iguales en su potencialidad respecto a la vida de la razón gozan de una especie de "igualdad de oportunidades" al respectopero en la práctica, por las causas más variadas, son desiguales en la actualización de dicha potencialidad. 3. Los hombres capaces de una realización de la vida de la razón están en minoría dentro de toda sociedad. 4. 5. 6. Toda sociedad tiene una estructura jerárquica "de facto" desde la perspectiva de la vida de la razón. La calidad de la sociedad depende del grado en que la vida de la razón impregna a la mayoría de sus miembros y se vuelve una fuerza creadora en esa sociedad. Al haber titulado a esta conferencia "Tradición y Antitradición" he querido no sólo rendir homenaje a la Tradición, sino traer una advertencia contra esa otra fuerza a la cual podemos llamar, genéricamente, "Antitradición", estructura sólida y compleja que es el simétrico perverso de la auténtica Tradición. Imagen seductora que ya perturbó a nuestros primeros padres http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (12 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual bajo la forma del fruto prohibido en el Jardín del Edén y que escindió a la humanidad desde sus inicios en las dos ciudades de que habla San Agustín. Esa división subsistirá hasta el fin de los tiempos, como la convivencia entre el trigo y la cizaña. No nos desanimemos por ello y confiemos en las fuerzas de la vida activas en la Tradición, que están llamadas a la victoria y a la vez nos demandan los pobres aportes que podamos nosotros arrimar. Buena batalla que ganaremos conservándonos firmes y llevando a nuestros conciudadanos la caritativa advertencia que les permita resistir a las tentaciones de la Antitradición, gnosis que por debajo de sus continuas transformaciones reitera la misma consigna de llamar bien al mal y mal al bien. imprimir la nota completa http://www.ucalp.edu.ar/tradicion.html (13 of 13) [16/08/2008 15:11:44] Revista virtual 1806 - Derrota británica en el Río de la Plata porBernardo Lozier Almazán Conferencia pronunciada en la Junta de Estudios Históricos de Belgrano el 30 de junio 2006 Antes de adentrarnos en el tema en cuestión, debemos definir el marco histórico en el que estos hechos ocurrieron y los motivos políticos que los impulsaron, por cuanto la historia no puede interpretarse acertadamente desligándola de los factores determinantes del accionar de sus protagonistas. Consecuentemente debemos fijar el inicio de esta historia en las postrimerías del siglo XVIII, cuando el reino de Inglaterra soportaba las consecuencias de su propia Revolución Industrial, generada por las -por aquel entonces- novedosas máquinas que, impulsadas por la energía del vapor, elevaron la capacidad productiva de sus fábricas, demandando mayor abastecimiento de materias primas y, al mismo tiempo, nuevos mercados consumidores que absorbieran la creciente oferta de sus productos. Recordemos que aquella coyuntura económica se vio sumamente agravada con las pérdidas de las colonias de Norteamérica y el bloqueo continental ejercido por Francia, haciendo que Gran Bretaña viera reducidas sus fuentes de abastecimiento de materias primas y los mercados consumidores de su enorme producción. La ruptura del equilibrio geopolítico europeo, y todo lo que ello significaba para la economía mercantilista británica, se complicó, aún mucho más, cuando el ambicioso y poco escrupuloso de Manuel Godoy arrastró a España a ponerse bajo el amparo de la voraz águila napoleónica, que como todos sabemos terminaría sometiéndola. Tan apremiante situación hizo que el gabinete de Saint James desempolvara aquellos antiguos proyectos colonialistas, propuestos por el almirantazgo inglés en pretéritas oportunidades, tantas veces postergadas por prioridades políticas, estratégicas o razones de alta diplomacia, pero nunca desestimadas Probablemente el proyecto más antiguo de una invasión británica al Río de la Plata fue el concebido en 1711, de anónima autoría, pero que denotaba un gran conocimiento del tema. El muy colonialista autor de aquel proyecto afirmaba que "será obvio a cualquiera, que si nos podemos instalar en Buenos Aires, los españoles se encontrarán en la absoluta necesidad de abrir con nosotros un comercio, más aún, está en nuestro poder imponerles las condiciones que queremos. . ." http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (1 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Dos años después, en 1713, John Pullen, a la sazón gobernador de las Bermudas, le escribía a Robert Harley, conde de Oxford, apoyando aquel plan de 1711, sosteniendo que "todo hombre de entendimiento debe admitir que la Gran Bretaña no puede fundar un establecimiento en parte alguna de la faz de la tierra, de donde pueda obtener tantas ventajas como uno situado en el Río de la Plata". No me detendré para referirme a los numerosos planes que los ingleses proyectaron para apoderarse del Río de la Plata que, como ya mencioné, fueron sucesivamente archivados. Pero haciendo un salto en el tiempo, haré mención del proyecto presentado en el año de 1800, por el Mayor General Sir Thomas Maitland a Henry Dundas, Ministro de Guerra del Gabinete del célebre Primer Ministro William Pitt. Aquel novedoso plan consistía, sucintamente, en un vasto operativo militar que demandaría tropas numéricamente suficientes para conquistar Buenos Aires y, una vez asegurada esa plaza, movilizar parte de esos efectivos para llevar a cabo la ocupación de la distante ciudad de Mendoza. Logrado aquel objetivo, las tropas británicas debían realizar el cruce de los Andes, para unirse a otra expedición naval que operaría en las aguas del Pacífico, con el propósito de dominar la Capitanía General de Chile y posteriormente la Provincia del Perú. Curiosamente la expedición sería comandada por el Comodoro Popham, a quien veremos reaparecer en el Río de la Plata seis años después en 1806. Por sugestiva similitud, el Plan Maitland, que así se lo recuerda, nos evoca con prematura anticipación la gesta que, veintiún años después, vino a concretar por el mismo derrotero el General don José de San Martín para quitarle estas tierras a la Corona española. Aquel nuevo intento debió ser archivado por obra y gracia de la efímera Paz de Amiens acordada con el astuto Bonaparte en 1802 y rota 14 meses después. Resulta evidente que la política colonialista británica se elaboraba con una astuta mezcla de audacia y prudencia. La audacia estimulada por la codicia inmediata y feroz del "establishment", y la prudencia de los hábiles políticos, más cautos, que pensaban con proyección de futuro, antes que tentarse ante las posibilidades de tesoros y botines inmediatos. Sin duda los intereses de la Corona y los privados coincidían -según las circunstancias-, y Buenos Aires, luego de la alianza franco-española, concitó la atención del León británico. Fue por ello que transcurrió poco tiempo, para que un nuevo motivo justificara la agresión británica al Río de la Plata, esta vez fue la mencionada alianza que suscribieran España y Francia. Así fue como el 14 de octubre de 1804, se realizó una reunión muy privada en la casa de campo de Popham, en la que participaron el recordado Henry Dundas, ahora devenido nada menos que en Primer Lord del Almirantazgo y el famoso caraqueño, http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (2 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Francisco de Miranda, obsesivo tramoyero de la emancipación hispanoamericana con la intervención británica. En aquella reunión se pergeñó un frondoso Memorial que proponía tres planes operativos: El primero una invasión a Venezuela. El segundo la invasión a Buenos Aires y por último la captura de Chile y el Perú. Plan que fue aprobado entusiastamente por Lord Dundas, quien a su vez obtuvo el consentimiento del Primer Ministro Pitt. Si nos detenemos unos instantes para considerar la trascendencia de aquel proyecto colonialista, llegaremos a la conclusión de que el mismo fue puesto en ejecución en su totalidad, con mayor o menor fortuna. En cuanto a la invasión militar a Buenos Aires, veremos que su ejecución logró transformarnos durante 46 días en colonia británica, para luego convertirnos en uno de sus dominios económicos. La puesta en marcha de aquella agresión colonialista se llevó a cabo cuando, el 31 de agosto de 1805, el buque insignia comandado por Popham zarpaba del puerto de Cork conduciendo la escuadra británica integrada por ocho navíos, con rumbo al Cabo de Buena Esperanza, primer objetivo militar como etapa intermedia del plan, cuyo final estaba en el Río de la Plata. Entre la oficialidad que integraba aquella expedición militar se encontraba el general de brigada William Carr Beresford, sin imaginar que estaba participando en una de las aventuras más audaces de la historia militar británica. Cumplido exitosamente el primer objetivo militar, que fue la toma del Cabo de Buena Esperanza, que pasó a ser dominio de Su Majestad Británica hasta nuestros días, la escuadra inglesa puso proa al Río de la Plata el 14 de abril de 1806. Por aquellos días, el Virreinato del Río de la Plata estaba gobernado por el brigadier de los Reales Ejércitos, don Rafael de Sobre Monte, quien ejercía aquella función en nombre de Don Carlos IV, rey de las Españas. Buenos Aires, era por aquel entonces una ciudad de unos 40.000 habitantes que vivían amodorrados por la tranquila vida virreinal, hasta que, aquel miércoles 25 de junio de 1806, fueron conmovidos por el tronar de los cañones del fuerte, que presagiaban alguna calamidad. Aquella madrugada los asombrados vecinos de Buenos Aires pudieron avistar en el estuario una fragata de 32 cañones, seis corbetas de transporte y dos bergantines, mientras que en el fuerte se tocaba a generala, para convocar las milicias de Infantería y Caballería ante la presunción de que serían invadidos. La presunción se transformó en realidad, cuando pasado el medio día las tropas británicas desembarcaban en las playas de Quilmes. El resultado no pudo ser otro que el conocido. Vagos intentos, indecisiones y posterior huida del Virrey Sobre Monte. http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (3 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Consecuentemente, a las tres de la tarde de aquel lluvioso viernes 27 de junio, las tropas invasoras entraron a la Plaza Mayor (actual Plaza de Mayo) desfilando marcialmente al alegre sonido de las gaitas de la banda de los "highlanders". Según un informe inglés, la entrada a Buenos Aires la realizaron encolumnados en espaciada formación, para disimular que apenas 1.635 efectivos británicos habían tomado la ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Buenos Aires sometiendo a sus 40.000 habitantes, con mucha audacia y muy pocos recursos. Ya en el Fuerte ondeaba la bandera británica. Estas tierras rioplatenses habían dejado de ser parte de España para transformarse en colonia del Imperio Británico. De esta manera tan precaria, el mayor general William Carr Beresford se hizo presente en el Fuerte para obtener la rendición formal de Buenos Aires y asumir las funciones de Gobernador, que desempeñó durante 46 largos días. John Fairnburn, oficial de las tropas ocupantes, nos ofrece una de las primeras descripciones del Buenos Aires conquistado, visto claro está con su óptica británica, mencionando que "la ciudad presenta un aspecto bastante agradable por la profusión de jardines y árboles que forman contraste con la blancura de las casas, construidas unas en cal, otras en ladrillos y otras en piedra; la casi totalidad son de un solo piso y cubiertas de tejas." La acción política desplegada por Beresford en Buenos Aires nos revela el gran conocimiento que tenían los británicos en materia de acción psicológica. Basta recordar que esa misma tarde los azorados vecinos pudieron ver, apostadas en las esquinas de las calles de acceso a la Plaza Mayor, las guardias reforzadas con centinelas de vistosos uniformes. Debemos reconocer que la población reaccionó de muy distinta forma ante el invasor, si admitimos que tanto los funcionarios del gobierno virreinal, como la clase dirigente, mantuvieron una actitud condescendiente. Por el contrario, el pueblo en general, mostró su descontento, oponiéndose abiertamente a los británicos. Posiblemente, una de las personas que testimonió más fielmente su simpatía por los británicos fue la célebre Mariquita Sánchez de Thompson, que anotó en sus "Recuerdos" refiriéndose a "las milicias de Buenos Aires decía es preciso confesar que nuestra gente del campo no es linda, es fuerte y robusta, pero negra. Las cabezas como un redondel, sucios; en caballos sucios, mal cuidados; todo lo más miserable y más feo". En cambio cuando se refiere a los ingleses su opinión es muy distinta, llegando a manifestar que "el regimiento 71 de Escoceses, mandado por el general Pack; las más lindas tropas que se podrán ver, el uniforme más poético, botines de cinta punzó cruzadas, una parte de la pierna desnuda, una pollerita corta, una gorra de una tercia de alto, toda formada de plumas negras y una cinta escocesa que formaba el cintillo; un http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (4 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual chal escocés como banda sobre casaquita corta punzó. Este lindo uniforme, sobre la más bella juventud, sobre caras de nieve". Agregando que "Todo el mundo estaba aturdido mirando a los lindos enemigos. . ." Por aquellos mismos días, precisamente el martes 1° de julio de 1806, o sea a escasos cuatro días de la invasión, don Martín Simón de Sarratea ofreció una recepción al General Beresford que concurrió acompañado por el teniente coronel Denis Pack y algunos oficiales británicos, quienes departieron amablemente con los demás invitados, entre los que se encontraban los personajes más encopetados de la sociedad porteña. Aquella velada, que escandalizó a no pocos vecinos, transcurrió en un ambiente de gran cordialidad, durante la cual los ingleses deslumbraron al sexo débil haciendo gala de finos modales y atentos galanteos. Evidentemente los ingleses aprovecharon aquella relación para desarrollar una inteligente acción psicológica para lograr una imagen agradable de su presencia y a la vez una superioridad aparentada con vistosos uniformes, lucidos desfiles militares y conciertos ofrecidos por las tardes, ejecutados por las bandas de los regimientos. Mientras tanto, el gobernador Beresford daba a conocer a la población de Buenos Aires un bando, tendiente a afianzar su autoridad y ganarse la confianza y simpatía de sus gobernados. Aquel documento, fechado el 28 de junio, que comenzaba diciendo: "Hallándose la ciudad de Buenos Aires y sus dependencias sujetas ahora a Su Majestad Británica por la energía de las armas", difundiendo aquel mensaje "con el objeto de establecer una completa confianza en la liberalidad y rectitud del gobierno de S.M. y tranquilizar los ánimos de todos los habitantes". Más adelante, Beresford, manifestaba la sana intención de que "la gente de Buenos Aires [...] gocen del entero y libre ejercicio de su Religión Católica, y que se prestará todo respeto a sus Santos Ministros", más adelante asegura "que es la más graciable intención de S.M. que se abra un comercio libre y permitido [...], semejante al que disfrutan todas las otras colonias de S.M." El manifiesto también garantizaba que "toda propiedad privada [...] recibirá su más amplia protección", a la vez que respetaba los Tribunales de Justicia, permitiéndoles que continuaran con el ejercicio de sus funciones, lo mismo que al Cabildo y el Real Consulado. Si analizamos el contenido de este bando advertiremos claramente que Beresford procuraba mantener el equilibrio de las fuerzas políticas existentes, ganar rápidamente la adhesión de los prósperos comerciantes, la confianza del pueblo en general y la modificación de la economía rioplatense para adaptarla a las exigencias de la política comercial británica. Por otra parte, recordemos que Beresford debió actuar con suma firmeza para torcer la voluntad de Popham, que pretendió imponer las rígidas condiciones del conquistador, ignorando no obstante el éxito alcanzado que la prudencia aconsejaba, en condiciones tan precarias, no excitar los ánimos de los vencidos. Para alcanzar esos objetivos, Beresford, aseguraba la permanencia de las instituciones fundamentales en el orden eclesiástico, administrativo, judicial y municipal y garantizaba el respeto a la propiedad privada, el mantenimiento de los magistrados y el http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (5 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual pleno ejercicio de los derechos civiles. Prometía además una apertura del comercio exterior para negociar libremente con cualquier otro país, que era el beneficio más atractivo que Gran Bretaña podía ofrecer. John Street, un destacado historiador británico, sostiene en su conocida obra titulada "Gran Bretaña y la Independencia del Río de la Plata" que "esta proclama debe haber asegurado la confianza de todos los habitantes respecto a las intenciones de los ingleses. Los comerciantes criollos y hacendados en particular, deben haber estado encantados con las promesas del libre comercio e impuestos reducidos, cosas que hacía tiempo deseaban". Nosotros consideramos que John Street cometió un pecado de ingenuidad al sostener tal aseveración, cuando ya sabemos que la población de Buenos Aires no compartía esos sentimientos. No olvidemos que el pueblo estaba herido en su dignidad por tan humillante derrota sufrida en manos británicas, y que esas heridas no se restañan. Recordemos que Cornelio Saavedra anotaba en sus "Memorias" que: "Pasado el primer espanto que causó tan inopinada irrupción, los habitantes de Buenos Aires acordaron sacudirse el yugo que sufrían". Beresford también lo sabía, por ello dispuso el refuerzo de las patrullas y rondas que recorrían las calles para conservar el orden en la ciudad. Tampoco fue casual que al amanecer del 7 de julio, Beresford sorprendiera al vecindario porteño con un nuevo bando disponiendo la perentoria entrega de las armas que se encontraban en manos de la población. Para consolidar el sometimiento a la Corona británica, Beresford también dispuso que los cabildantes y aquellos que ocupaban cargos públicos, militares y eclesiásticos prestaran juramento de fidelidad a Su Majestad Jorge III de Inglaterra. Triste es admitir que, salvo honrosas excepciones, casi la totalidad de nuestros funcionarios firmaron aquel obsecuente compromiso. Sabemos también que aquel oprobioso registro de firmas fue conducido secretamente a Londres, luego de la Reconquista, para ocultarlo hasta nuestros días. Pero no debemos ruborizarnos por ello, si recordamos que en la España usurpada por Napoleón ocurrió lo mismo, hasta que aquel glorioso 2 de mayo fue el pueblo madrileño el que se levantó en armas contra el invasor, mientras que los españoles afrancesados firmaban fidelidad a José I, para la picaresca "Pepe Botellas". Digna de mención es la noble actitud de Manuel Belgrano, a la sazón Secretario del Real Consulado que se negó a firmar refugiándose en la vecina orilla de la Banda Oriental, no sin antes manifestar por escrito su decepción por todos aquellos que "prestaron juramento de reconocimiento a la dominación británica, sin otra consideración que la de sus propios intereses". http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (6 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Dicho sea de paso por si interesa conviene recordar que Juan José Castelli, según la versión del Capitán Gillespie, fue uno de los juramentados, versión que queda sustentada por el precioso obsequio que le hiciera Beresford a nuestro jacobino prócer, consistente en un juego de loza del Cabo, que sus descendientes aún conservan. Debemos suponer para no ser ingenuos que Beresford no hubiera tenido una atención tan personal si no lo contara entre sus juramentados. Como contrapartida, recordemos la leal y valiente actitud de aquellos diez caciques de las pampas que se apersonaron en el Cabildo de Buenos Aires para manifestar su ofrecimiento de "hasta veinte mil de nuestros súbditos, todos gentes de guerra y cada cual con cinco caballos" para enfrentar a los ingleses . Por su parte, don Martín de Alzaga, le escribía aquel 27 de junio a su amigo Pascual Dubois, expresándole su indignación, cuando le decía: "fuimos entregados como corderos en esta capital a 1500 y más lobos británicos, del modo más escandaloso que es imaginable." Indudablemente, la indignación de los porteños y la toma de conciencia de la inferioridad numérica de los ingleses, hicieron posible que, apenas dos o tres días después de la ocupación británica, ya se urdiera la reconquista del suelo usurpado. Como siempre ocurre, en medio de tan dramáticas circunstancias, surgieron dos personajes que encabezarían la Reconquista y posterior Defensa de Buenos Aires. Ellos fueron Santiago de Liniers y Martín de Alzaga, unidos aunque con distinto signo político en aquella gloriosa gesta. Podríamos decir que la primera manifestación concreta que recibiera Beresford de un levantamiento militar la tuvo en la noche del 31 de julio, cuando se le informó que tropas rebeldes se acercaban a la ciudad. Aquella noticia obligó a Beresford a salir en la madrugada siguiente con parte de sus tropas para combatir en campo abierto. Aquel encuentro lo recordamos como el Combate de Perdriel, en el que el bravo Pueyrredon fuera abatido por los ingleses. Todos conocemos el patético episodio protagonizado por Pueyrredon en este enfrentamiento en el que casi pierde la vida. Pero menos conocido es el tragicómico percance de Beresford, cuando en medio del combate sufrió una impetuosa embestida de un jinete criollo que, con mucho valor y poca prudencia, llegó a enfrentarse con el inglés, que intentó desenvainar su sable aun cuando cueste creerlo sin lograrlo, salvándole la vida otro oficial británico que advirtió la peligrosa situación. Al atardecer, hacía su entrada a la Plaza Mayor, al frente de sus tropas victoriosas, el general Beresford, recibiendo la adhesión de algunos simpatizantes u obsecuentes. De aquel día en adelante, Buenos Aires se vio sumida en una tensa calma. Esa calma que presagia las grandes catástrofes. Y así fue como, pocos días después, Beresford tomaba conocimiento de que Liniers avanzaba sobre Buenos Aires con tropas traídas de Montevideo a las que se le habían sumado las reclutadas en la campaña bonaerense. http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (7 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Al mismo tiempo Beresford advertía que la ciudad tomaba una apariencia sospechosa, tornándose difícil conseguir los víveres necesarios, haciéndose evidente que los ingleses estaban siendo sometidos a un sabotaje para minar su resistencia. La situación del gobernador británico se había convertido repentinamente en insostenible, a punto tal, que concentró sus escasas tropas en la ciudad en actitud solamente defensiva, previendo incluso la posibilidad de un rápido reembarque, antes de quedar atrapado en ella. Fue en aquellas circunstancias que nuestro recordado comodoro Popham le propuso a Beresford que saqueara la ciudad y se reembarcara sin pérdida de tiempo. El gobernador inglés indignado por tan innoble propuesta le expresó que "dejaría de ser soldado, para ser pirata si pensara como usted". Frase que define la diferente calidad moral de cada uno de estos personajes. En la madrugada del 12 de agosto, según nos relata el Capitán Gillespie, la ciudad mostraba signos de mal presagio, las iglesias y casas estaban llenas de gente, dispuestas a sumarse a las tropas de Liniers que avanzaban hacia la Plaza Mayor. El mismo Gillespie nos refiere que: "Teníamos orden de respetar los santuarios, pero se hicieron tan molestos por su fuego de cañoncitos y mosquetería, que no podíamos contenernos de retribuirles con iguales favores. Con mi anteojo podía percibir al clero inferior activo en manejar sus armas y dirigir las tropas". Sigue diciendo Gillespie, "La batalla hacía estragos en todas las calles inmediatas al Fuerte" . Evidentemente, la defensa de la Plaza Mayor se había transformado repentinamente en una desesperada resistencia. Fue entonces cuando la caballería invadió la Plaza, haciendo su aparición Juan Martín de Pueyrredon, encabezando su propio batallón de Húsares, que cargaron sobre la infantería inglesa que no pudo resistir la embestida, por lo que debió replegarse hasta el Fuerte. En esta acción sumamente cruenta, el propio Pueyrredon logró arrebatarle al gaitero del 71 de Highlanders la banderola del regimiento, que hoy custodiamos como un verdadero trofeo de guerra. A todo esto Beresford permanecía en el arco mayor de la Recova aparentemente impasible y sereno, impartiendo órdenes junto a su ayudante, el Capitán George Kennet, cuando un certero disparo hirió mortalmente a su compañero, que se desangró a sus pies. http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (8 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Beresford, sumamente conmocionado dio la orden de refugiarse dentro del Fuerte, siendo el último en transponer el puente levadizo que se cerró tras él. Fue en aquel momento que Beresford tomó plena conciencia de que su derrota sería inminente. Era el medio día de aquel 12 de agosto de 1806, cuando las tropas de Liniers entraban victoriosas en la Plaza Mayor para exigir la rendición del gobernador Beresford. El león británico había sido vencido. La honra de los criollos salvada. El pabellón español flameó nuevamente en el Fuerte de Buenos Aires. Debemos considerar que ambos adversarios habían puesto en juego mucho más que sus propios destinos. Basta pensar que si Beresford hubiera logrado resistir y derrotar a las fuerzas españolas, su permanencia en Buenos Aires se hubiera consolidado hasta el arribo de los refuerzos británicos. Consecuentemente, el fracaso de Liniers hubiera comprometido el futuro geopolítico rioplatense. En estos casos como siempre ocurre solo el éxito excusa los desaciertos, basta recordar nuestra gesta de Malvinas. Retomando el curso de esta historia, es bueno recordar que así como Beresford luchó hasta que la prudencia le indicó que debía rendirse, Popham, por su parte, se embarcó y abandonó a Beresford dejándolo librado a su buena suerte. Pero Beresford, tuvo buena suerte, o buenos amigos, si recordamos su placentera prisión y posterior fuga lograda con la eficaz ayuda de los probritánicos Saturnino Rodríguez Peña y Aniceto Padilla ayudados por las logias masónicas ya existentes en Buenos Aires. El mismo capitán Gillespie, oficial británico, reconocería esta versión, cuando informaba que: "fuimos bien tratados por todas las criaturas del pueblo, exceptuando las pulgas que demostraron gran parcialidad por la sangre inglesa". Alojados en el Cabildo de Luján, actualmente el Museo Histórico, se les permitió recibir visitas, realizar animadas tertulias sociales y organizar cabalgatas o cacerías en los alrededores. También recibían correspondencia, incluso de Montevideo, donde se encontraban acantonadas las fuerzas que emprenderían el frustrado segundo intento colonialista británico. Por aquellos días, con la complicidad de Rodríguez Peña, Beresford logró hacer llegar un mensaje escrito a John Whitelocke, jefe de las tropas inglesas acantonadas en la Banda Oriental, que Inglaterra había enviado tardíamente para reforzar la conquista rioplatense. El lacónico mensaje decía: "Las fuerzas, mi querido general, son conocidamente muy pequeñas para [...] poder Usted intentar algo a este lado del río". http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (9 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Este sorprendente mensaje de Beresford nos deja al descubierto que su dura experiencia ya le indicaba que aquellas fuerzas, no obstante contar con 12.000 efectivos, eran insuficientes para reconquistar militarmente a Buenos Aires. Consejo que la posterior derrota de Whitelocke demostraría su real conocimiento de las exiguas posibilidades de lograr una nueva ocupación. Fue por ello que Beresford, luego de la audaz fuga de Luján y después de permanecer misteriosamente oculto en Buenos Aires, por espacio de tres días, logró arribar a Montevideo, para negarse a participar de la segunda intentona británica y regresar a su patria para informar sobre lo actuado y acontecido. El londinense diario The Times, en su edición del 14 de septiembre de 1807, decía que "el ataque a Buenos Aires ha fracasado y hace ya tiempo que no queda un solo soldado británico en la parte española de Sudamérica", considerándolo un "desastre, quizás el más grande que ha sufrido nuestro país." Otro diario, el Bells Weekly, no disimulaba su bochorno cuando vociferaba que "nuestro orgullo nacional, que merece éxito, ha sido mancillado" para continuar, en el colmo de la furia, expresando su indignación: "Los mulatos españoles han aprendido a despreciarnos". La opinión de Beresford, por aquellos días tan aciagos para este militar, resulta sumamente significativa, ya que nos ilustra sobre las conclusiones que extrajo de aquella derrota sufrida en el Río de la Plata. Así extractamos de una carta que le enviara a Lord Castlereagh esta triste confesión: "Quisiera olvidar le decía Beresford lo que sucedió en el Río de la Plata, sin embargo, este recuerdo no me abandona", expresando seguidamente su resentimiento cuando le expresa que habría que "reparar el golpe más deshonroso que haya recibido nuestro carácter militar". Al mismo tiempo, Beresford le informaba al Ministro Winham, que el indómito pueblo de Buenos Aires era imposible de conquistar por las armas, pero "si nosotros les prometiéramos Independencia, inmediatamente se alzarían contra su gobierno." En otro informe llegó a admitir claramente que "al conquistarlos nos ataremos una piedra alrededor de nuestros cuellos, a menos que vayamos a darles independencia, será mejor no acercarnos". http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (10 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual Avanzando aún más en el tema y haciendo conjeturas sobre el sistema de gobierno que adoptarían los pueblos del Virreinato, en el supuesto caso de emanciparse, Beresford, opinaba que "en lo que se refiere a la naturaleza del gobierno que adoptarían, monárquico o republicano, creo que no habrá dificultad para la aplicación del primero". Opinión no tan desacertada si recordamos que los intentos monárquicos en el Río de la Plata en sus distintas versiones la carlotista, la orleanista, la de Francisco de Paula, la incaica, y por último la del duque de Luca, todas contaron con la más entusiasta adhesión de Manuel Belgrano, apoyado por un nutrido grupo de patriotas e intrigantes, cuyas aspiraciones fueron barridas por los vientos de la ideología revolucionaria de la época. Indudablemente Beresford se alejó del Río de la Plata con la convicción de que dejaba bien plantada la simiente de nuestra independencia de España. No se equivocaba. Apenas cuatro años después, aquella simiente dio sus frutos. Creo que luego de rememorar la gesta de la Reconquista, cuando estamos festejando los 200 años de tan glorioso acontecimiento, también es momento de sacar algunas conclusiones, basadas en la memoria de los hechos y el análisis de sus consecuencias. La historia nos ha demostrado que la intervención británica en Río de la Plata precipitó el ya incipiente proceso de emancipación que concluiría, o mejor dicho se iniciaría el 25 de mayo de 1810, cuando, no obstante la recordada frase de Saavedra, las brevas en realidad no estaban tan maduras De tal manera el 25 de mayo de 1810 se instauraba una Junta Provisional de Gobierno que se comprometió, según su solemne Proclama a sostener "estas Posesiones en la más constante fidelidad y adhesión a nuestro muy amado Rey y Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores en la Corona de España". Así, de manera tan precaria, asumió el primer gobierno revolucionario del Río de la Plata iniciando un largo camino jalonado de enormes dificultades, por carecer de la madurez suficiente para constituirse en nación independiente que, como los hechos lo demostraron, demandó muchos años de luchas intestinas. Como colofón, para concluir esta breve reseña de una de las páginas más gloriosas y trascendentes de nuestra historia nacional, recordaremos lo que el destino le deparó a cada uno de sus principales protagonistas. Luego de su derrota y tan audaz huida, Beresford arribó a Londres el 28 de mayo de 1807, donde mantuvo largas conversaciones con el ministro Castlereagh para rendir http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (11 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual cuentas de su actuación rioplatense, obteniendo el beneplácito por lo actuado, no obstante la derrota sufrida, sin menoscabo de su prestigio personal. El propio duque de Kent, miembro de la Corona británica, lo recibió en su residencia para reconocerle su buen desempeño y considerarlo un hombre de obligada consulta sobre temas políticos y militares sudamericanos. Poco después, Beresford iniciaría una de las etapas más gloriosas de su vida militar, cosechando triunfos y honores en la guerra peninsular junto al célebre duque de Wellington. Liniers, por su parte, no creyó en aquella superchería de la "máscara" de Fernando VII, y fiel al monarca español se levantó en armas contra la Primera Junta, como sabemos, la reacción revolucionaria fue inmediata, logrando su detención y la de sus compañeros de infortunio, de tal suerte que paradójicamente en nombre de Fernando VII Santiago de Liniers fue ajusticiado sin piedad, a las dos y media de la tarde del 26 de agosto de 1810. El estampido de los disparos repercutió en el Monte de los Papagayos, haciéndose oír a través del tiempo hasta nuestros días, para recordarnos aquel tan alevoso crimen. La patria naciente se cobraba así la primera víctima de la larga contienda por la emancipación de España, sin contemplar sus gloriosos antecedentes, como militar francés, guardiamarina de la Real Armada española, capitán de navío, comandante del Apostadero de Montevideo, gobernador de las Misiones, jefe de Escuadra, pero por sobre todo héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires y penúltimo virrey del Río de la Plata. Igual suerte corrió don Martín de Alzaga, aquel vasco navarro llegado al Río de la Plata en 1767, cuando contaba escasos doce años y ningún dinero. Joven laborioso, dedicado al comercio, con el tiempo alcanzó gran fortuna y notorio prestigio social, lo cual hizo posible que ocupara honrosos cargos concejiles, como regidor, defensor de pobres, síndico procurador general, prior del Real Consulado, hasta alcanzar la tan preciada vara de alcalde de primer voto. Indudablemente, la ocupación de Buenos Aires por los británicos le deparó la posibilidad de acrecentar su ya bien ganado prestigio, cuando demostró su gran capacidad para organizar rápidamente la resistencia al invasor. Basta recordar que de su propio peculio creó el regimiento de "Voluntarios Patriotas de la Unión", que, el 12 de agosto, fue el primero en entrar a sangre y fuego a la plaza Mayor, por lo que es justo reconocer que Alzaga fue la otra gran figura de la Reconquista y aun más en la posterior Defensa de Buenos Aires en 1807. Como todos sabemos, don Martín de Alzaga también inmoló su vida puesta al servicio de una causa que creyó justa, cuando aspirando a gobernar con su partido, protagonizó la frustrada intentona de 1809 y la trágica conspiración de 1812 ahogada en su propia http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (12 of 17) [16/08/2008 15:15:34] Revista virtual sangre. Al igual que don Santiago de Liniers, Martín de Alzaga también supo morir con el heroísmo y la hidalguía propia de los próceres de su laya. Ambos personajes próceres de nuestra historia murieron víctimas de la ingratitud de los gobernantes de aquel entonces que cegados por la pasión no tuvieron la grandeza para valorar y reconocer sus heroicos servicios a la patria, planteándonos en la actualidad un tema para meditar, si aceptamos que la historia es maestra de la vida. Recordemos que los pueblos que reniegan de su pasado no tienen futuro. Rindamos entonces nuestro agradecido homenaje a Santiago de Liniers y Martín de Alzaga, héroes de la gloriosa gesta de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires. Rindamos también nuestro homenaje a los gloriosos Regimientos de Patricios y Húsares de Pueyrredon, creados hace 200 años para defender a la Patria. http://www.ucalp.edu.ar/derrota.html (13 of 17) [16/08/2008 15:15:34]