11 – MAYO - 2013 Reflexión de Mons. Héct0r Aguer ¨No reducir el cristianismo sólo a la dimensión moral¨ “Hoy como en otras oportunidades voy a comenzar mi breve reflexión con una pregunta: ¿el Cristianismo es una moral? Es decir: ¿se puede reducir el fenómeno del Cristianismo a la dimensión moral?” “Planteo esta cuestión porque tiene su interés y además tiene sus fundamentos históricos. Existe una cierta tendencia, en gente que no conoce bien la realidad cristiana, a reducir el Cristianismo a esa dimensión moral. Incluso dentro de la Iglesia se da también, muchas veces, un enfoque reduccionista”. “Se piensa, por ejemplo, que es muy importante el estilo de vida cristiano. Es verdad, que el estilo es en buena medida en relación a la credibilidad de la verdad cristiana. Pero no es correcto reducir el cristianismo al cumplimiento de una serie de preceptos”. “En algún momento se acentuó por ejemplo la problemática sexual. Y ha sido muy criticada la Iglesia, y yo creo que equivocadamente, como que había reducido toda la problemática moral a la esfera sexual. Ahora hay otra tendencia distinta, lo sexual ya no importa para nada, como si no fuera el objeto de dos mandamientos de la ley de Dios. La importancia actual está en la cuestión social, el problema de la Justicia; y también se suele hacer una especie de reduccionismo ético del cristianismo a la problemática de la Justicia, los derechos humanos y demás”. “No se advierte que el cristianismo es un misterio y que la fe hace referencia a ese misterio. Con misterio quiero decir las verdades reveladas por Dios, por medio de Jesús. Misterio de la presencia misma de Dios y su gracia a través de los sacramentos de la Iglesia, del culto divino. Misterio, además, porque la gracia cristiana nos lleva a una relación personal con Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo”. “Entonces no se puede reducir el cristianismo a su dimensión moral. Más aún muchas veces esa reducción moralista del hecho cristiano se hace en términos en los cuales no aparece la gracia de Dios. Como si todo fuera cuestión del esfuerzo personal, tener claro el ideal y luego alcanzarlo con el esfuerzo de mi voluntad y libertad”. “Eso es un gravísimo error que viene del siglo V y se llama pelagianismo. Pelagio era un monje inglés que pensó que el hombre con su sola libertad podía hacer el bien sin necesidad de una gracia interior que moviera su voluntad. No se daba cuenta, Pelagio, del peso del pecado original”. “El Cristianismo es un misterio, un misterio de verdad, de gracia, de amor divino que transforma nuestro corazón. Sin la gracia de Dios no podemos cumplir íntegramente la ley divina, ni siquiera en aquel estatuto elemental primario que diríamos es la ley natural inscripta en la conciencia del hombre. Necesitamos de la gracia Dios”. “Quiero recordar aquí algo que ha dicho un filósofo austríaco del siglo XX que no era cristiano, Ludwig Wittgenstein, un filosofo neo positivista que dice, “el cristianismo no es una teoría acerca del alma humana y su destino, sino que es un hecho real en la vida del hombre, un acontecimiento real en la vida del hombre”. “Sin duda el cristianismo incluye también una moral, una dimensión ética, un modelo de vida, pero ese modelo de vida es incomprensible y es irrealizable sin el contacto vital con Cristo Redentor y con su gracia. Es muy importante recordar esto porque cuando se habla de estas cosas es muy fácil incurrir en la confusión”.