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08 – Diciembre - 2012
REFLEXIÓN DE MONS. HECTOR AGUER
“FIESTA DE LA INMACULADA CONCEPCION”
“El 8 de diciembre, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María es una fecha tradicionalmente asociada a la Primera Comunión de los niños.
Pero tendríamos que fijarnos expresamente en el significado de ese título que le
damos a nuestra Señora”.
“Cuando la Virgen Santísima, en 1858, se apareció en la gruta de de
Massabielle, a Bernardita Soubirous, se identificó a si misma como la Inmaculada
Concepción. Le dijo: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.
“Ahora bien: ¿a qué se refiere ese título mariano y la verdad católica que ese
título encierra? Hago este planteo porque me parece que muchos católicos
confunden las cosas y piensan que cuando hablamos de la Inmaculada Concepción
de María nos estamos refiriendo al modo como Ella concibió a su Hijo Jesús, es
decir virginalmente. O que se refiere de modo genérico a la perpetua virginidad de la
Madre de Dios. No es así”.
“Inmaculada Concepción de María quiere decir esto: que desde el primer
instante de su existencia personal, la Santísima Virgen no tuvo pecado original. Fue
preservada en atención y en previsión de los méritos de Cristo Redentor de toda
mancha de pecado original. Por eso Ella es la llena de gracia, desde el principio de
su existencia”.
“Cuando el Ángel Gabriel le anuncia que va a ser la Madre del Mesías la
saluda llamándola llena de gracia. Esa es de algún modo su nombre, que la designa
en su identidad personal. La expresión bíblica llena de gracia
se explica
dogmáticamente diciendo que la Virgen Santísima nunca tuvo nada que ver con el
pecado, no estuvo bajo la sombra, bajo la impronta, de aquello con lo cual todos
nacemos y que en la doctrina católica se llama el pecado original”.
“¿Es un privilegio? Sí es un privilegio, pero que no la exime a María de recibir
la gracia de la redención de Cristo. Al contrario, cuando el Papa Pío IX definió como
dogma de fe la Inmaculada Concepción de la Virgen dijo que Ella había sido
redimida de un modo más sublime, anticipadamente”.
“Ella es, entonces, la primera en el orden de la redención. ¿Y por qué se le
habrá ocurrido esto a Dios Nuestro Señor? Ese ha sido el punto de llegada de un
largo proceso de preparación de la humanidad para que surgiera el Redentor. El
Antiguo Testamento es como un documento de esa lenta preparación y purificación
de la fe y de la vida moral del pueblo de Dios, que despunta finalmente en la Virgen
Santísima para que el redentor brote de una tierra totalmente pura. Es como si
dijéramos que Dios prepara un nuevo paraíso para que allí surja el nuevo Adán”.
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“La gracia por la cual la Virgen es la Inmaculada es gracia de redención.
Aquello que habían perdido nuestros primeros padres al comienzo de la historia
sagrada de la humanidad lo recupera la Santísima Virgen en atención a los méritos
de Cristo”.
“Esta verdad católica, además de sugerirnos nuestra especial devoción y
admiración a la Santísima Virgen, tiene una consecuencia para el modo de plantear
la vida y que yo creo es actualísima. Es decir si solo la Virgen María fue concebida
sin pecado original quiere decir que todos los demás, todas las demás personas
humanas, hemos nacido con esa impronta, con ese estigma”.
“Y subrayo esto porque una vieja herejía que se ha renovado en errores
modernos, sobre todo a partir del siglo XVIII, sostiene que el hombre es
naturalmente bueno, que su libertad está intacta. En todo caso, como decía
Rousseau, el hombre nace bueno, es la sociedad la que lo corrompe. Pero ¿quién
hace una sociedad corrompida sino el hombre, que primero se ha apartado de Dios
por el pecado?”.
“Frecuentemente, para definir desde el punto de vista ético y espiritual las
injusticias que reinan en la sociedad, se dice que existen en la sociedad estructuras
de pecado. Pero esas estructuras de pecado: ¿de dónde proceden? Proceden de la
malicia de los hombres que cometen injusticias, las cuales luego se convierten, en
fenómenos culturales, en estructuras”.
“¿Cómo se superan esas estructuras de pecado?: por la conversión de las
voluntades torcidas de los hombres, que tienen que ajustarse a la voluntad de Dios,
que quiere nuestro bien”.
“Entonces también el dogma de la Inmaculada Concepción de María nos
recuerda que nosotros necesitamos de la gracia que nos convierte y nos purifica.
Eso comienza a ocurrir en nuestro bautismo y a lo largo de toda nuestra vida
tenemos la oportunidad de ir creciendo en la gracia bautismal, rechazando el
pecado, haciéndonos más dóciles a la voluntad de Dios, creciendo en santidad”.
“Ella, la Virgen María, es como el modelo al cual nosotros debemos llegar.
Con Ella comenzó ya en la tierra a desarrollarse la redención de un modo concreto
ante la venida de Cristo. Pero nosotros vamos a llegar a ese fin, a esa meta, y
aspiramos a ella. La Virgen Inmaculada es entonces también el horizonte de nuestra
esperanza y de nuestra alegría. Esto justifica que celebremos como corresponde la
fiesta de la Inmaculada Concepción”
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