16. Revista Dinero, febrero 6 de 2004. “Una papa caliente”.

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REVISTA DINERO
FECHA: 2004-02-06 - EDICION: 198
Una papa caliente
La idea de nombrar a un militar como jefe del parque Islas del Rosario abre la
posibilidad de militarizar el Sistema de PNN como parte de la política de seguridad
democrática.
El escándalo suscitado por la salida injustificada de la
prestigiosa bióloga Clara Sierra de la jefatura del parque
Islas del Rosario y el anuncio de la Ministra del Medio
Ambiente sobre las conversaciones con el Ministro de
Defensa para nombrar a un militar en ese cargo, así
como la aprobación del Consejo Nacional de
Estupefacientes, CNE, a la fumigación con glifosato en
los Parques Naturales Nacionales, PNN, donde se
localicen cultivos ilícitos, plantean varias inquietudes
sobre el futuro de las áreas protegidas en nuestro país.
Sin duda, se trata de un tema de enorme importancia
para Colombia y la comunidad internacional. Los parques
nacionales -cerca del 10% del territorio colombianoalbergan la más cuidadosa selección de los ecosistemas
del país, hacen parte del patrimonio ambiental de la
nación y del conjunto de áreas protegidas del mundo.
Juan Mayr
Son nuestro patrimonio colectivo y además banco
genético de la extraordinaria biodiversidad colombiana -segunda en el mundo- y de la
cual dependerá nuestro desarrollo futuro, una vez fortalezcamos nuestra capacidad
biotecnológica. Muchos de ellos son simultáneamente territorios o resguardos
indígenas lo que hace aún más sensible el tema.
La sola idea de nombrar a un militar como jefe del parque Islas del Rosario lleva a
pensar en la posibilidad de la militarización del Sistema de PNN como parte de la
política de seguridad democrática. No faltarán argumentos que digan que esta es la
única forma de protección de estas áreas, dejando de lado los avances logrados en el
trabajo con las comunidades vecinas y las entidades regionales, modelo hoy
reconocido mundialmente como una de las mejores estrategias de protección efectiva
de estos particulares territorios, como se evidenció en el pasado Congreso Mundial de
PNN en Sudáfrica. A esto se suma la Resolución del CNE, por medio de la cual se
autoriza la erradicación de cultivos ilícitos con glifosato en los PNN, eliminando de esta
forma la exclusión que ha existido sobre estos territorios.
En materia de PNN, este tema es inédito y seguramente despertará una gran polémica,
no solo nacional sino internacional. Desde ya se especula que, una vez se inicien las
fumigaciones, la cooperación internacional retirará el apoyo actual por varios miles de
millones de pesos del cual dependen en gran parte el funcionamiento y los programas
que se vienen desarrollando en los PNN.
Los colombianos siempre hemos defendido este patrimonio natural. Recordemos
algunas batallas que se han librado, como cuando se trató de convertir el parque
Tayrona en un gran complejo turístico, o esa otra que se produjo cuando en una de
sus más hermosas bahías se quiso construir un puerto carbonífero. Las voces de
protesta también fueron masivas ante la propuesta de convertir el parque Isla Gorgona
nuevamente en isla prisión. En todos los casos, los colombianos
salimos victoriosos y logramos mantener la integridad de nuestro patrimonio colectivo.
Nadie pone en duda las gravísimas implicaciones que tienen los cultivos ilícitos, pero
tan nefastos como ellos serían las fumigaciones para erradicarlos de estos santuarios
de la naturaleza. No cabe duda de que las fumigaciones masivas han desplazado los
cultivos ilícitos a muchos de nuestros PNN. Urge buscar fórmulas creativas para evitar
ambas amenazas y qué mejor que, además del debate público que amerita el tema,
sea el Congreso de la República el foro donde se estudie y analice la situación, ojalá en
horario televisivo.
Sería paradójico que mientras los gringos, que han tenido una fuerte controversia en el
comité de apropiaciones del Senado sobre la conveniencia de utilizar los recursos
estadounidenses para la fumigación en áreas de PNN, se preocupan y debaten el tema,
nosotros pasemos agachados.
El asunto, además, se constituye en una papa caliente para la Ministra del Medio
Ambiente, quien ojalá se pronuncie al respecto. Luego de haber manejado el Plan
Colombia, no hay duda de que el país querrá conocer la visión que la máxima
autoridad ambiental del país tiene sobre la defensa de nuestro patrimonio natural y del
interés colectivo.
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