AÑO 15 N.º 173 mayo de 2015 contenido 4 Agricultores familiares: no todos son iguales ni necesitan lo mismo 7 15 MESA REDONDA La agroexportación en el Perú Cuando los intereses lucrativos quieren pesar más que la salud de los niños Publicaciones Debate Agrario. Análisis y Alternativas, núm. 47. Eguren, Fernando (dir.). Lima: Centro Peruano de Estudios Sociales (Cepes), abril de 2015. A raíz de la rápida y marcada elevación de los precios de algunos alimentos básicos en 2007 y 2008, la seguridad alimentaria escaló varios peldaños como un problema preocupante en la agenda de varios países. Lamentablemente, en el Perú, debido a diversos factores, la seguridad alimentaria no ocupa un lugar destacado en la agenda política. El análisis de este complejo proceso fue el objetivo del Foro de Seguridad Alimentaria: Desafíos del Futuro y Tareas del Presente, organizado por Cepes en noviembre de 2013 y cuyas ponencias se recogen en esta edición de Debate Agrario. Los autores tienen la expectativa de que la publicación contribuya a reavivar el interés por un tema de tanta importancia para la población, como es el alcanzar la seguridad alimentaria para todos. El Poncho Verde. Cajamarca y la visión de Pablo Sánchez Zevallos. Asociación Los Andes de Cajamarca (ALAC) y Minera Coimolache. Lima, diciembre de 2014. La publicación recoge el trabajo y el compromiso de uno de los cajamarquinos más ilustres y reconocidos por su labor en la protección y la conservación de la riqueza natural de la región: el ingeniero agrónomo Pablo Sánchez Zevallos, cuyo legado se resume en una de sus frases más sencillas: «Cubramos la montaña de un poncho verde». El libro tiene el objetivo de ser un aporte al desarrollo turístico, social y cultural de Cajamarca, mediante una edición que muestra la biodiversidad y el enorme potencial de la región. La finalidad es restaurar las laderas deforestadas y degradadas, convirtiendo a los árboles en un elemento revitalizador del espacio rural y en una fuente de producción y capitalización. Apropiarse del desierto. Agricultura globalizada y dinámicas socioambientales en la costa peruana. El caso de los oasis de Virú e Ica-Villacuri. Marshall, Anaïs. Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) e Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD), 2014. Este libro es fruto de una tesis de doctorado sustentada en la Universidad Paris 1 - Panthéon-Sorbonne (2009) por la geógrafa francesa Anaïs Marshall, catedrática de la Universidad Paris 13 - Norte, Sorbonne-Paris-Cité. Desde los años noventa, uno de los más importantes efectos de la política de liberalización de mercados económicos y de liberalización del mercado de tierras, en el Perú, es la implantación de empresas agroindustriales, principalmente en el desierto costero, donde se observa una profunda transformación del espacio rural. ¿En qué condiciones se han instalado dichas empresas? ¿Qué tipo de relaciones instauran con los otros actores del medio rural local? ¿Cuáles son los efectos sociales y ambientales de esas instalaciones? La autora responde estas preguntas analizando el caso de los valles de Virú e Ica-Villacuri. 2 LA REVISTA AGRARIA / 173 editorial Los límites de la propiedad agraria: nuevamente en discusión E l intento de limitar el tamaño de la propiedad agraria, otra vez se pone en agenda: un grupo de parlamentarios pondrá a consideración de la Comisión Agraria del Congreso de la República una propuesta que establece límites máximos a la extensión de tierras. Recordemos que el establecimiento de límites no es algo nuevo en la historia peruana. No hay que olvidar que, en la década de 1950, una propuesta de ley planteada por la Comisión de Reforma Agraria y la Vivienda, formada por el gobierno de Manuel Prado, recomendaba un límite de 250 hectáreas en la costa. Años después, la reforma agraria emprendida por el gobierno del general Velasco Alvarado estableció para esa región un límite máximo de 150 hectáreas. Durante el gobierno de Alberto Fujimori, se derogó la normativa anterior y se eliminaron los límites. Fue así como volvieron a constituirse nuevos latifundios, los que en la actualidad son propietarios de alrededor de la tercera parte de las tierras de cultivo de la costa. Estos latifundios, sin embargo, son bastante diferentes de los que existían antes de la reforma agraria: están orientados a la exportación, aplican tecnologías modernas y técnicas de administración eficientes, y cumplen con un conjunto de regulaciones impuestas por los agentes que importan la producción, entre ellas las que aseguran la inocuidad de los productos y condiciones laborales mínimas aceptables. Es importante subrayar que muchos de los nuevos latifundistas tienen hoy extensiones bastante mayores que las que tenían los hacendados de antaño y que fueron expropiados por la reforma agraria. También debe destacarse el hecho de que los mayores neolatifundistas son corporaciones con intereses en otros sectores de la economía —finanzas, Publicación del Centro Peruano de Estudios Sociales Av. Salaverry 818, Jesús María, Lima 11/ Perú Telf. (511) 4336610 Email: [email protected] Web: www.larevistaagraria.org www.facebook.com/LaRevistaAgraria Twitter: @RevistaAgraria mayo de 2015 seguros, pesca, comercio, transporte, etc.; la actividad agraria es una más entre otras—. Entre ellos están los grupos familiares Romero, Rodríguez, Brescia, Dyer, Huancaruna, Oviedo y Wong. Hay que anotar que los sucesivos gobiernos, desde la década de 1990, han sido los principales promotores de la creación y desarrollo de esta estructura neolatifundiaria al trasladar a estas corporaciones las decenas de miles de hectáreas eriazas ganadas al cultivo gracias a grandes obras de irrigación. Estas operaciones han sido subsidiadas con miles de millones de dólares. Igualmente, los mismos gobiernos han fomentado la consolidación de los neolatifundios con una legislación que no solo reduce a la mitad el impuesto a la renta a la agroindustria, sino también reduce los costos laborales. La reciente propuesta alcanzada a la Comisión Agraria para que sea dictaminada recoge en lo esencial la que fuera presentada por el congresista José León en 2011: el establecimiento de techos a la propiedad de 10 000 hectáreas bajo riego en la costa, 5 000 hectáreas bajo riego en la sierra y 20 000 hectáreas bajo riego en la selva. No propone ninguna limitación para las tierras de cultivo de secano, que no tienen riego. Al proponerse límites tan elevados, lo que se hace en realidad es promover que continúe el proceso de formación de latifundios, en abierto contraste con la declarada motivación que da lugar a la propuesta presentada a la Comisión: defender y apoyar a la pequeña y mediana agricultura. La suposición de que el establecimiento de esos límites logrará cumplir con esa defensa solo puede explicarse por el desconocimiento de la realidad agraria o por un ánimo demagógico de los autores. Directora fundadora Bertha Consiglieri (1950-2007) Director Fernando Eguren comité editorial Laureano del Castillo, Javier Alvarado, Beatriz Salazar, Ricardo Marapi, Pedro Castillo, Miguel Pintado Corrección/diagramación Antonio Luya / José Rodríguez Distribución gratuita con La República el último miércoles de cada mes. Fernando Eguren Director LICENCIA CREATIVE COMMONS Algunos derechos reservados Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públi– camente esta obra bajo las condiciones siguientes: - Debe reconocer los créditos de la obra - Debe ser usada solo para propósitos no comerciales - No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a partir de esta obra. 3 Foto Ricardo Marapi aGrICULTores FamILIares no todos son iguales ni necesitan lo mismo* Fernando Eguren / Miguel Pintado1 Son más de 550 millones los agricul- tores familiares en el mundo. Están presentes en los cinco continentes, y en todos ellos conforman la más numerosa y principal fuente provisora de alimentos. Va creciendo un consenso global acerca de que, en un futuro lleno de incertidumbres, la agricultura familiar (AF) está del lado de las soluciones. En el Perú, la AF predomina sobre las otras formas de agricultura: agru- 4 pa alrededor del 97 % de las 2 213 000 unidades agropecuarias (UA) registradas por el último Censo Nacional Agropecuario (IV Cenagro). Cerca de los dos tercios están en la sierra, pero su número es también muy importante en las otras dos regiones (ver tabla 1). Su presencia es tan abrumadora, que no puede concebirse el desarrollo rural —la manera más eficaz para combatir la pobreza en el campo— sin que ella desempeñe un papel central. Además, dado el peso de lo rural en la mayor parte de las regiones, el fomento y el progreso de la agricultura familiar serían un impulso importante para el desarrollo descentralizado del país y de cada una de las regiones. ¿Qué es la agricultura familiar? Aunque hay matices en su definición, hay consenso internacional en cuanto a que una definición operativa de la AF debe contener, al menos, LA REVISTA AGRARIA / 173 tres elementos comunes: i) la conducción directa del predio y el uso preponderante de la fuerza de trabajo familiar; ii) el acceso limitado a los recursos, sobre todo, tierra y capital; y iii) la estrategia de supervivencia de ingresos múltiples (por tener recursos limitados, las familias requieren diversificar sus fuentes de ingresos con actividades económicas extraprediales). Aun participando de estos elementos comunes, el universo de la AF es muy heterogéneo. Reconocer esta heterogeneidad es muy importante, pues, cuando se trata de definir políticas, estas tienen que adecuarse a los diferentes tipos de AF; sería un error pensar que una política puede ser común a todos ellos. A esta tipología se dedica lo que sigue de este artículo. La heterogeneidad de la agricultura familiar Para dar cuenta de la heterogeneidad de la AF y elaborar los tipos de AF existentes, utilizamos la información de la base de datos del IV Cenagro y tomamos en consideración dos variables: i) el tamaño de la UA en hectáreas, adoptando como extensión máxima 10 hectáreas estandarizadas2; y ii) el nivel tecnológico de la UA: la ausencia o presencia de riego y el uso de semillas certificadas3. Excluimos como parte de la AF a toda UA que emplea asalariados permanentes. La tipología resultante es la siguiente: - Agricultura familiar de subsistencia (AFS). Incluye aquellas UA menores de 2 hectáreas estandarizadas y que pueden, o no, hacer uso de ambas tecnologías (riego o semillas certificadas). Aun contando con un nivel tecnológico adecuado, su aprovechamiento enfrenta severas restricciones debido al limitado acceso a la tierra. Tomando en cuenta la variable de control tecnológica, este tipo puede subdividirse en dos grupos: mayo de 2015 Tabla 1. Distribución de las UA según tipo de agricultura y región natural, 2012 Región natural Agricultura familiar N.° de UA % Agricultura no familiar N.° de UA % Total N.° de UA Costa 324 363 15 26 137 46 350 500 Sierra 1 392 032 65 15 000 27 1 407 032 Selva 440 438 20 15 536 27 455 974 2 156 833 100 56 673 100 2 213 506 Perú Fuente: IV Cenagro. Elaboración propia. oAgricultura familiar de subsistencia crítica. Está conformada por aquellas UA que cuentan con menos de 2 hectáreas estandarizadas, pero no tienen riego y no hacen uso de semillas certificadas. Se consideran en estado crítico, puesto que poseen escasas tierras y su nivel tecnológico —en términos de los dos indicadores estudiados— es nulo. oAgricultura familiar de subsistencia no crítica. Está compuesta « El hecho de que la inmensa mayoría de las unidades agropecuarias familiares son de subsistencia (con escasa tierra y bajos niveles tecnológicos) implica que las políticas orientadas a ellas no pueden limitarse a la actividad agraria: tienen que ser multisectoriales. » por UA con extensión menor de 2 hectáreas estandarizadas y que hacen uso de por lo menos una de las dos tecnologías analizadas. Si bien algunas pueden tener un nivel tecnológico adecuado, su limitada extensión restringe las posibilidades de expansión de la producción, lo que hace extremadamente difícil un nivel de capitalización que supere la sola reproducción familiar. - Agricultura familiar intermedia (AFI). Comprende a todas las unidades agropecuarias de 2 a 5 hectáreas estandarizadas y que pueden, o no, hacer uso de ambas tecnologías. Al igual que en el caso anterior, podemos subdividirla a partir de la variable de control tecnológica: oAgricultura familiar intermedia con menor potencial. Reúne a aquellas UA de entre 2 y 5 hectáreas estandarizadas4 que no tienen acceso al riego y no usan semilla certificada; es decir, tienen escaso potencial tecnológico. oAgricultura familiar intermedia con mayor potencial. A diferencia de la anterior, aquí las UA usan al menos una de las dos tecnologías (riego y semillas certificadas). La combinación entre mayores recursos naturales (tierra) y tecnológicos abre la posibilidad de 5 superar los requerimientos de la reproducción familiar, aunque, dada la escasa dotación de tierras, con dificultades. - Agricultura familiar consolidada (AFC). Comprende las UA con extensiones de 5 a 10 hectáreas estandarizadas5. Todas estas UA utilizan al menos una tecnología considerada, aunque con frecuencia las dos. Estas condiciones necesarias son coherentes con la mayor estabilidad de las UA pertenecientes a este segmento y que poseen un mayor grado de capitalización y de acceso a recursos. ¿Dónde están? Distribución de la AF por tipo según regiones La AF es, como se ha visto, absolutamente mayoritaria en el Perú. La mayor parte —el 88 %— es AF de subsistencia, porcentaje que en su mayor parte está en situación crítica. Apenas el 2.1 % de la AF está consolidada, y el 10 % está en una situación intermedia. Esta distribución varía entre las regiones: en la sierra, el 95 % de las UA son AF de sobrevivencia, y apenas el 1.2 % son consolidadas. En la costa, la importancia de la AFC es mayor, pues representa el 10.4 % de las UA de esa región, pero las de sobrevivencia son casi dos tercios del total regional (tabla 2). Reflexiones finales Poca duda cabe acerca de que las necesidades de, por ejemplo, una AFS crítica ubicada en las zonas altas de los Andes son diferentes de las de una AFC localizada en la costa. Mientras que esta última puede aprovechar mejor políticas sectoriales que contribuyan a mejorar su actividad productiva agraria, la primera —dado lo limitado de sus activos— encontrará mejores oportunidades en actividades económicas extraprediales más dinámicas en su distrito o provincia, promovida por 6 Tabla 2. Distribución de los tipos de AF por región natural. Porcentajes Regiones naturales AFS AFI AFC Total 23.3 10.4 324 363 2.3 2.2 0.5 1 392 032 10.7 14.5 3.2 1.2 440 438 38.5 4.5 5.6 2.1 2 156 833 Crítica No crítica Menor potencial Mayor potencial Costa 9.5 56.3 0.5 Sierra 51.9 43.1 Selva 70.3 Total (100 %) 49.3 Fuente: IV Cenagro. Elaboración propia. los gobiernos regionales o locales y en una perspectiva multisectorial. De ahí la relevancia de tomar en cuenta los tipos de AF: medidas que son apropiadas para un tipo de AF, pueden no serlo para otro tipo. Así, el hecho de que la inmensa mayoría de las unidades agropecuarias familiares son de subsistencia (con escasa tierra y bajos niveles tecnológicos) implica que las políticas orientadas a ellas no pueden limitarse a la actividad agraria: tienen que ser multisectoriales. Por otro lado, la heterogeneidad de la AF no se limita a las diferencias en el tamaño del predio o en el nivel tecnológico. En el Perú, un porcentaje apreciable de la AF forma parte de comunidades campesinas y nativas. Los diversos entornos institucionales y culturales también deben ser tomados en consideración, pues ellos influyen, por ejemplo, en los comportamientos de las familias, en sus prácticas productivas y en la forma en que usan los recursos. Estas particularidades también tienen que ser consideradas en el momento de diseñarse políticas que pretendan apoyar a la AF, el sector social —con largueza— más importante del campo. Notas * Este artículo resume una sección de un estudio más amplio realizado por los autores a solicitud de la FAO. 1 Sociólogo. Director de La Revista Agraria y presidente del Cepes / Economista. Investigador del Cepes. 2 Puesto que no toda tierra tiene la misma significación económica, para comparar diferentes tipos de tierra es necesario aplicar un coeficiente de estandarización. Este toma en cuenta las diferencias en términos del acceso al riego (distinción entre UA bajo riego y en secano), la localización de las UA (costa, sierra y selva) y el tipo de tierra que compone la UA (tierras con cultivos, pastos naturales, manejados, etc.). Ver José María Caballero y Elena Álvarez, Aspectos cuantitativos de la reforma agraria 1969-1979, apéndice 1, «Metodología para el cálculo de los coeficientes de estandarización de tierras», IEP. <http://bit.ly/1wnfIVr>. 3 De una lista extensa de indicadores tecnológicos, se escogieron solo dos: la presencia de riego y el uso de semillas certificadas, pues consideramos que son los principales indicadores del nivel tecnológico de las UA. En el caso del acceso al riego, su importancia es indiscutible en la medida en que es considerado el primer y más importante cambio técnico en la agricultura. En el caso del uso de semilla certificada, lo consideramos un indicador tecnológico clave, puesto que supone el acompañamiento de otras tecnologías (paquete tecnológico), como plaguicidas, insecticidas, fertilizantes, etc. 4 En este grupo también están incluidas las UA mayores e iguales a 5 hectáreas estandarizadas que no cuentan con ninguna de las dos tecnologías de estudio. Solo el mayor acceso a la tierra no garantiza que la UA sea categorizada como de agricultura familiar consolidada, pues ese mayor acceso debe ser combinado con un nivel tecnológico adecuado. 5 Una excepción a esta regla es el caso de las UA que, aun teniendo una extensión mayor o igual a las 10 hectáreas estandarizadas, son consideradas dentro de la AF (consolidada). Este es el caso de las UA, de diez hectáreas a más, cuya fuerza de trabajo no está compuesta por trabajadores remunerados (eventuales o permanentes), sino solo por mano de obra familiar. LA REVISTA AGRARIA / 173 Foto Agencia Andina mesa redonda La agroexportación en el Perú son decenas de miles los agroexportadores, pero muy heterogéneos y reciben apoyo diferenciado del estado Fernando Eguren / Ricardo Marapi Como en otras ocasiones, LRA organizó una mesa redonda para ofrecer a sus lectores información y análisis acerca de temas importantes vinculados a nuestra realidad rural y agraria. En esta oportunidad, el tema tratado fue el de las agroexportaciones. En la mesa redonda participaron Lorenzo Castillo, gerente de la Junta Nacional del Café; José Chlimper, economista, empresario agroexportador y exministro de Agricultura; Manuel Glave, doctor en economía e investigador principal de Grade; y Luis Paz, agrónomo y asesor de la presidencia ejecutiva de Sierra Exportadora. Los resultados de la mesa redonda se ofrecen luego de una breve presentación histórica de la agroexportación en el Perú. mAyo de 2015 Antecedentes de la agroexportación en el Perú La economía del país ha estado vinculada a las agroexportaciones durante una parte importante de su historia. Hasta el siglo XVIII, las exportaciones principales eran de metales, aunque ya se enviaba cacao a la metrópoli1. En las primeras décadas del siglo XIX se exportaba chancaca —producida en las haciendas azucareras de la costa central— a Chile. Luego de la independencia, las exportaciones agrarias adquirieron más importancia: al cacao se agregaron el café, la cinchona (para la extracción de quinina), el algodón, el azúcar, la lana de oveja y la fibra de alpaca. Después de la guerra con Chile, la producción de caña de azúcar y de algodón fue el motor de la moder- nización de la agricultura costeña y, también, de la formación de latifundios. En 1930, el valor de las exportaciones de algodón, azúcar y lanas era similar al de las que procedían de las mineras, y en los años siguientes las superaron largamente2. «En cualquier otro periodo de la historia del Perú —leemos en una publicación de 1941—, de la Conquista en adelante, un estudio sobre la economía habría debido comenzar con algún mineral o fósil; con el oro, la plata o el guano. Hoy, el Perú es un pueblo eminentemente agrícola»3. En los últimos años de la década de 1950 y comienzos de la siguiente se alcanzaron los picos de exportación de la fibra de algodón (hasta 127 000 toneladas en 1962)4 y azúcar y derivados (638 000 tone- 7 ladas en 1963)5. Contribuyó a ello la expansión de la frontera agrícola en la costa, con irrigaciones, que amplió las áreas de producción de ambos cultivos: el algodón en un 45 % y la caña en un 42 %6. Con la expropiación de las plantaciones cañeras y algodoneras por la reforma agraria, ejecutada entre 1969 y parte de la década de 1970, las exportaciones agrícolas se redujeron en forma significativa. El algodón decayó, convirtiéndose en un cultivo de importancia secundaria, y gran parte de la producción fue absorbida por la industria textil 7. Otro tanto ocurrió con las lanas. En cambio, la producción y las exportaciones de café —cultivado principalmente en la selva alta— se incrementaron a partir del inicio de los años sesenta. La agroexportación en tiempos recientes En la década de 1990 se inicia un nuevo periodo en las agroexportaciones, más amplio y diversificado que los anteriores. En términos de valor, es una historia de éxito. Entre 1994 y 2014, el valor total de las exportaciones agrícolas pasó de USD 476 millones a USD 5079 millones. El valor de las exporta- Exportaciones agropecuarias Valor FOB (millones USD) 6 000 5 000 4 000 3 000 2 000 1 000 1950 1953 1956 1959 1962 1965 1968 1971 1974 1977 1980 1983 1986 1989 1992 1995 1998 2001 2004 2007 2010 2013 0 Tradicionales No tradicionales Total ciones de los productos agrícolas «tradicionales» se multiplicó por 3.4 veces, y por nueve veces el de los «no tradicionales». El principal producto de exportación agrario por valor es el café, seguido por el espárrago y el conjunto de frutales. Los cultivos andinos están representados por la quinua y la tara. La ampliación de la frontera agrícola en la costa está estrechamente ligada al incremento de las agroexportaciones «no tradicionales»: las cerca de un cuarto de millón de hectáreas incorporadas a la agricultura costeña gracias a las grandes obras de irrigación, incrementaron en más de un tercio las áreas cultivables de esta región8. En este crecimiento exponencial de las exportaciones han cumplido un papel muy importante las grandes empresas agroindustriales. Este proceso se ha acompañado de una verdadera revolución tecnológica y de gestión, y también de una rápida concentración de la propiedad de la tierra por corporaciones que ha dado lugar a lo que podría llamarse neolatifundio. En la gestación y consolidación de este poderoso sector agroexportador, el Estado ha cumplido un papel decisivo al crear, a lo largo de las dos últimas décadas, favorables condiciones legales (Constitución de 1993; Ley 26505, de tierras; Ley 27360, de fomento de inversiones; entre otras), económicas (menor tasa de impuesto a la renta; importantes inversiones fiscales), sociales (régimen laboral más flexible y menos oneroso) e institucionales (agencias del Estado al servicio de la agroexportación: Prompex; agregados comerciales; ferias internacionales; delegaciones oficiales; tratados de libre comercio). Fuente: BCR. 8 LA REVISTA AGRARIA / 173 La mesa redonda LRA: ¿Cuál es la percepción que tienen acerca de la actual situación que atraviesa la agroexportación en el Perú? Luis Paz: Sin duda, es un motor de desarrollo, a pesar de que estamos hablando solo de 160 000 hectáreas en la costa dedicadas a la agroexportación [sobre cerca de un millón de hectáreas en la región]. Es un motor que ha influido notablemente en el ingreso de divisas, la generación de más empleo y una mejor remuneración, y que ha aumentado el valor del patrimonio de los propietarios de la tierra, muchos de los cuales las alquilan o las venden a mejores precios. Manuel Glave: Hay dos ideas fuerza sobre el tema. Una primera se ubica en un ámbito histórico: la agricultura de exportación ha jugado un rol central en el dinamismo económico de la sociedad peruana en diferentes momentos de la historia republicana. Por ejemplo, el boom del algodón, del azúcar y el de la fibra de lana. Después hubo una caída de la agricultura de exportación en los sesenta y setenta, luego de la reforma agraria, lo que la hizo dejar ese rol estratégico, el que fue asumido por otros sectores, como la industria de la harina de pescado y la minería. En los noventa, la agricultura de exportación vuelve a asumir un rol estratégico con otros rostros, otros cultivos y otras características. Entonces, es una actividad estratégica en el largo plazo y que explica el dinamismo histórico del país en diferentes momentos La segunda idea que hay que destacar está vinculada con la coyuntura actual: es una actividad muy heterogénea, no solo porque en los últimos quince años hayan reaparecido los neolatifundios, sino porque, en general, hay diferentes cadenas de valor que articulan a diversos actores. Ahí mayo de 2015 viene una gran inquietud: ¿cuáles son los incentivos de política pública dirigidos a los diferentes tipos de agroexportadores? En un reciente artículo de LRA, se señala que más del 90 % de las unidades agropecuarias que exportan están conformadas por pequeños agricultores1. Pero, al hablar en términos de valor de exportación, las 600 empresas más grandes explican el 90 % del alimentos al día; es decir, estamos hablando de 30 000 toneladas diarias. Según el último Censo Nacional Agrario (Cenagro), existen cerca de 2 300 000 unidades productivas entre campesinos, agricultores, empresas y todas las formas; o sea, cada agricultura debe atender a aproximadamente 13 estómagos. No hay forma de que un agricultor pueda salir adelante si su mercado es, en promedio, de Luis Paz: «El pequeño agricultor tiene dificultades para negociar porque un comprador europeo o norteamericano no quiere comprar un solo contenedor, sino que pide la garantía de comprar en mayor cantidad y de manera continua. Un pequeño agricultor que produce solo un contenedor va a tener problemas en vender. Es necesario tener políticas para incentivar una serie de facilidades para que los pequeños productores puedan ampliar sus parcelas y mejorar su economía de escala». valor de la agroexportación. Sin embargo, desde el punto de vista de número de unidades productivas, es necesario contar con políticas públicas diseñadas para promover una agricultura de exportación más eficiente, sostenible, y que tengan impacto en diversos objetivos y no solamente en la generación de divisas. ¿Cuáles son los efectos de no promover cadenas de valor que abarquen un mayor número de unidades productivas? José Chlimper: Considero esencial el desarrollo de esta nueva agricultura de exportación, que es distinta a las de los sesenta y setenta. Es esencial por una razón: en el Perú existen 30 millones de estómagos que pueden consumir, en promedio, un kilo de solo 13 consumidores. Recordemos que en el Perú solamente somos 30 millones de habitantes; por eso, si queremos sostener a esas 2 300 000 unidades, la única forma es atender a 1500 millones de estómagos en el mundo, para que, en promedio, cada agricultor tenga más de 600 consumidores como un mercado posible para poder salir de la pobreza. Ahí está la importancia de la exportación. No es un tema ideológico, sino práctico. Desde esa perspectiva, considero que el desarrollo de la agricultura de exportación es fundamental, dada la actual estructura, porque 2 300 000 unidades productivas no deben atender solamente a un pequeño mercado de 30 millones de ciudadanos. Respecto a la cifra de Luis Paz, sobre las 160 000 hectáreas en la 9 Lorenzo Castillo: Lo novedoso de la década de 1990 hacia adelante es que la agroexportación cambió de escenarios y actores. El eje agroexportador ya no está entre los productos llamados tradicionales —salvo el café, que está incluido en ese rubro—, sino que está concentrado en productos hortícolas y frutícolas. Esta dinámica ha originado empleo masivo, criterio de rentabilidad, enfoque empresarial en la gestión y, por cierto, una relación de privilegio en políticas e incentivos en relación con otros sectores. Este tipo de agricultura es el que tiene más futuro en relación con otros productos. El tema que nos preocupa es la existencia de una segmentación artificial que afecta a un gran número de pequeños agricultores rurales. Los actuales incentivos gubernamentales están concentrados en la llamada agricultura no tradicional, mientras que en la agricultura tradicional, donde está el café, existen carencias y diversos problemas. El gran desafío es realizar un proceso de transparencia en la cadena de valor, donde todos los actores de la cadena podamos compartir riesgos y beneficios. En la medida en que reduzcamos esos problemas de diferencia, el país tendrá una agricultura sostenida y potente. Necesitamos acabar con ese tratamiento diferenciado porque la agricultura es una sola y todos deben tener iguales oportunidades de desarrollo. José Chlimper: Creo que no hay políticas diferenciadas con base en si el destino es de exportación o es 10 Foto Ricardo Marapi costa dedicadas a la agroexportación, quiero destacar que, de los USD 5500 millones en productos agroindustriales exportados en el último año, más del 20 % vienen de la sierra y la selva: cacao, café y quinua. ¡Con esos tres ya tenemos más de mil millones de dólares! nacional. Lo que sucede es que hay una correlación, no causalidad, donde el pequeño productor tiende a ser más informal, por lo cual no le afectan los beneficios tributarios y laborales que contiene la ley, a la cual sí se acogen los grandes exportadores, por ser formales. Me explico: un productor pequeño informal —es indistinto si exporta o no—, usualmente no les da uniformes, ni transporte, ni seguridad social a sus trabajadores y no los tiene en planilla; entonces, ¿de qué le sirve el régimen laboral del sector agrario? Igualmente, si no paga impuestos, ¿de qué le sirve el régimen tributario o la devolución anticipada del IGV? En la ley y en las políticas no hay, pues, distinción entre agricultura de exportación y la que no lo es. Lo que sucede es que al informal no le conviene usar la ley. Manuel Glave: El tema de la informalidad y la formalidad me parece central. Lorenzo preguntaba si existen políticas diferenciadas que benefician solo a algunos actores. José contesta, directamente, que la ley no discrimina ni hace diferencias respecto a si un productor exporta o no, sino que dicha ley diferencia cuándo un productor es formal o informal. El desafío está, por consiguiente, en contar con políticas que lleguen a este gran universo de pequeños productores no formales, porque si seguimos apostando por un régimen universal en el mundo de la formalidad, nunca vamos a llegar a ese sector aún informal. LRA: Hay una gran diversidad de productores agrarios que exportan; sin embargo, existe la idea de que la agroexportación está asociada, principalmente, a la gran dimensión en la tenencia de tierras, es decir, a los latifundios. ¿Acaso el modelo de la gran escala LA REVISTA AGRARIA / 173 Por ejemplo, los agricultores de ProCitrus tienen 50 hectáreas en promedio; es decir, no tienen latifundios. Ellos se han asociado y ahora son los principales exportadores de palta, a pesar de que empezaron con cítricos. La economía de escala es, entonces, fundamental. Sin ella, los pequeños productores tendrán dificultades para cumplir con las normas de calidad, investigación y competitividad. es un requisito para la agroexportación? Luis Paz: En el programa Sierra Exportadora hemos apoyado a los pequeños agricultores, individuales o asociados; sin embargo, tenemos muchas dificultades porque el nivel de confianza entre ellos no es fácil. Hemos trabajado con la Cooperativa Coopain Cabana, en Puno, que tiene 700 pequeños productores de quinua. En muchas partes, la mayoría de productores venden su quinua a USD 4.50 el kilo, mientras que en dicha cooperativa han logrado venderla a USD 6.50 porque la calidad de su producto es alta gracias a que tienen un gran trabajo de certificación orgánica. Ellos aún no están a cargo de la exportación, sino que colocan su producto a través de exportadores con experiencia y conocimiento en el proceso. Lo ideal es que en el futuro la cooperativa empiece a hacerlo. mayo de 2015 Eso es importante para el aspecto de la negociación. Las grandes empresas, como Camposol, Virú y otras, tienen ventajas en la negociación. Sin embargo, el pequeño agricultor tiene dificultades para negociar porque un comprador europeo o norteamericano no quiere comprar un solo contenedor, sino que pide la garantía de comprar en mayor cantidad y de manera continua. Un pequeño agricultor que produce solo un contenedor va a tener problemas en vender. Hay formas de trabajar con la pequeña agricultura, pero es necesario tener políticas para incentivar —lo que plantea La Revista Agraria en varios de sus artículos— una serie de facilidades para que los pequeños productores puedan ampliar sus parcelas y mejorar su economía de escala. Para ello, se necesita financiamiento y asesoría. Los que manejan grandes extensiones también tienen otras ventajas. Manuel Glave: En realidad, es un tema de percepción esta asociación de la agroexportación con la gran dimensión y el nuevo latifundio capitalista. En la actualidad, el principal producto de agroexportación continúa siendo el café. Recordemos que los productores de café y cacao tienen, en su gran mayoría, menos de 5 hectáreas de cultivo en promedio. Habría que preguntarse: ¿cuánto del crecimiento de la agroexportación se explica por el neolatifundio capitalista y cuánto por la pequeña agricultura informal de exportación? Las cifras nos dicen que el crecimiento de la agroexportación no tradicional es de diez veces y el de la tradicional (como el café y el algodón) es de tres a cuatro veces. Por eso, es necesario destacar que el crecimiento del sector agroexportador en los últimos quince años también se explica por el dinamismo de ese pequeño productor. Hay, pues, un tema de percepción. José Chlimper: ¿Por qué está asociada la agroexportación a la gran dimensión? Por el mercado. La respuesta no está en todos los casos relacionada ni con la economía de escala ni con la productividad. La respuesta está en el mercado. Nosotros hemos hablado mucho de oferta, pero nos olvidamos de la demanda, de aquellos 1500 millones de estómagos que existen en el mundo 11 y que tenemos que alimentar. Pongamos un ejemplo: cuando uno llega a otro país con un contenedor de quinua, el comprador (que puede ser un supermercado) no tiene tiempo para atendernos por varios factores: tiene que abastecerse 52 semanas al año, atender la oferta de otros países, comprar otros granos, etc. Así, el mercado mundial está estructurado de tal manera que nos obliga a los peruanos a pensar en las facilidades que debemos darles a nuestros propios productores para que se organicen en unidades grandes y puedan atender esta demanda. Tam- en manos de ellas. La comunidad de Olmos, luego de cederle más de 100 000 hectáreas al Proyecto Olmos, aún tiene más de 300 000 hectáreas. Los segundos grandes tenedores de tierras son las cooperativas azucareras, que actualmente casi no exportan. Hay que destacar que la actual hortifruticultura —que exportó el año pasado cerca de USD 1982 millones— se ha desarrollado sobre desiertos y no les ha quitado tierras a los valles tradicionales. En algunos casos, como Chavimochic, ha recibido el apoyo del Estado. Recuso el uso de la palabra latifundio porque, Manuel Glave: «¿Hasta qué punto la gran propiedad genera un cambio de tal magnitud en el paisaje social y político de un territorio, que termina siendo “propietario” de centros poblados e incluso hasta del mismo alcalde? Definitivamente, se están generando cambios en la identidad de la población local cercana a esta gran propiedad. ¿Hasta qué punto estos cambios son positivos o negativos?». bién es importante el tema de las certificaciones a los productos que exportamos. Un pequeño productor no cuenta con los recursos (tiempo y dinero) para certificarse porque los costos son muy altos. Es ahí donde los gobiernos regionales y locales deberían intervenir con políticas sobre el tema; incluso, que la certificación corra a cargo del Estado. También quiero referirme al término neolatifundio capitalista. Quiero recusar ese concepto. Una cosa es la gran extensión agraria, como Virú, Agrokasa, Camposol, etc., donde tenemos grandes extensiones, pero hay que recordar que los principales terratenientes del Perú son las comunidades. El 60 % de la tierra está 12 desde una perspectiva histórica, arrastra unas relaciones sociales dentro de la unidad productiva. Y eso es lo que ya no hay. Las nuevas y grandes extensiones están tremendamente vigiladas por esos 1500 millones de consumidores de otros países, que exigen no solo que les embarquen toneladas de productos, sino también que se respeten ciertas condiciones ambientales, sociales y laborales. Las auditorías son muy severas y permanentes. Entonces, ya no arrastran esa carga de la palabra latifundio. Yo prefiero hablar de la gran extensión agraria con modo capitalista. Lorenzo Castillo: Quiero referirme a los conceptos y al lenguaje discriminatorio que se utilizan para calificar a la agricultura como «tradicional» o «no tradicional». Este es un enfoque que está vinculado con el uso o no uso de la tecnología: la «tradicional» es calificada como obsoleta porque no usa tecnología, mientras que la «no tradicional» sí la usa y es considerada como la única viable. Hay que superar este enfoque discriminatorio. En la actualidad existe un gran número de actores, entre grandes y pequeños, que se dedican a la agroexportación. Por ejemplo, en el sector caficultor tenemos 130 empresas registradas como exportadoras ante la Superintendencia Nacional de Administración Tributaria (Sunat); de estas, 80 son de organizaciones de pequeños productores. El gran desafío es cumplir con los retos del mercado internacional: estándares de calidad, inocuidad, trazabilidad, entre otros. Para un pequeño productor individual esto es inviable debido a un tema de estructura de costos. Por otro lado, quiero resaltar que una de las grandes contribuciones de la pequeña agricultura de exportación se da en el proceso de descentralización económica y política del país. En pueblos como Putinapunco, en Puno, el café se desarrolló gracias a la articulación de pequeños productores para hacer una economía de escala, la cual es clave para articularse de manera sostenible en la exportación. Manuel Glave: Otro gran dilema actual de la agricultura llamada no tradicional y de gran escala es el tema de los recursos hídricos. Por ejemplo, el caso de Ica es dramático. En general, esa agricultura de gran escala y alta eficiencia tecnológica depende del acceso y provisión de recursos hídricos, pero el Estado no ha terminado de establecer reglas claras para ello. Esta situación genera escenarios conflictivos, como LA REVISTA AGRARIA / 173 lo que ocurre entre Huancavelica e Ica. También existe una percepción de que los agricultores exportadores capitalistas «se la están llevando fácil» porque no están pagando el costo real de oportunidad de los recursos hídricos, ya sea en Chavimochic, Olmos o por la napa freática de pozos subterráneos en Ica. Existe una percepción crítica de que la agricultura de gran escala está siendo demasiado beneficiada por los incentivos. A la sociedad peruana, en general, hay que explicarle que el tema de la agricultura de exportación cierra el caño. Donde no se paga el agua es en aquellos valles donde la usan mal y donde existe informalidad. Lo que existe es un pésimo manejo por parte del Estado y una debilidad institucional. En los últimos años hubo avances gubernamentales para mejorar la gestión de los recursos hídricos e incluso existe actualmente una nueva ley; sin embargo, esta no se cumple porque no hay una institucionalidad para hacer que se cumpla. Los que más respetan esta ley son los agricultores formales, mientras que los informales la incumplen. José Chlimper: «Recuso el uso de la palabra latifundio porque, desde una perspectiva histórica, arrastra unas relaciones sociales dentro de la unidad productiva. Y eso es lo que ya no hay. Las nuevas y grandes extensiones están tremendamente vigiladas por esos 1500 millones de consumidores de otros países, que exigen no solo que les embarquen toneladas de productos, sino también que se respeten ciertas condiciones ambientales, sociales y laborales». no solamente se refiere a las grandes unidades capitalistas, sino también a las decenas de miles de productores de pequeña escala que también le dan un dinamismo al sector. José Chlimper: Con respecto al comentario de Manuel acerca del agua, quiero recordar que el agua es de la Nación y la administra el Estado. Aquí no hay derechos reales de agua, como sí existen en Chile o Estados Unidos. En el Perú, la agroexportación no tiene un beneficio en el tema del agua porque sí paga las tarifas que establece el Estado. En Chavimochic se paga 2.5 céntimos por metro cúbico; si no se paga, se mayo de 2015 LRA: Se ha hablado mucho de las ventajas, pero también existen desventajas y efectos generados por este modelo de gran agroexportación. ¿Cuáles son los inconvenientes que tiene este modelo? ¿Cuáles son las externalidades negativas que encuentran ustedes? Luis Paz: Hay que destacar la necesidad de contar con más mercados para nuestra producción, porque esta sigue incrementándose. Por ejemplo, veamos las cifras del crecimiento espectacular de la quinua en los últimos años10, e igual sucede con la uva, la palta y otros productos. Tenemos una gran capacidad de producción para el mundo y no solo para el Perú. ¿Qué hacemos para que la pequeña agricultura mejore su producción, su calidad y pueda exportar? Una estrategia del programa Sierra Exportadora es promover que los empresarios exportadores de la costa apoyen con capacitaciones, por ejemplo, a los pequeños productores de palta de Huancavelica y Ayacucho, de una o dos hectáreas. Al mejorar la productividad y la calidad, también aumentan los precios y ambos actores ganan. Lorenzo Castillo: La agroexportación ha desarrollado un proceso innovador en la agricultura, lo que el Estado no ha podido hacer. La inversión en el acceso a tecnología es un factor importante en el futuro de la caficultura y donde el Estado tiene la responsabilidad de cumplir un rol. En la actualidad no contamos con recursos humanos con capacidades y competencias para la innovación y el soporte técnico. Esta es una inversión que debe realizarse en el mediano plazo. Los centros tecnológicos no están a la altura de la demanda y en el café enfrentamos graves problemas para desarrollar procesos de renovación. En el tema de la innovación, el Estado no tiene claridad para realizar incentivos a fin de que la agricultura peruana tenga un mayor acceso a la tecnología. Por ejemplo, el café ha sufrido estragos debido a la roya amarilla, que ha devastado el sector. Para introducir un germoplasma nuevo y plantones in vitro, los caficultores tienen que pagar un 18 % de IGV. Otros sectores agroexportadores reciben exoneraciones para la adquisición de sus insumos, pero los caficultores están obligados a pagar estos impuestos si quieren salvar sus plantas. La pequeña agricultura no se podrá desarrollar mientras la estructura de costos sea impactada por factores del entorno, que son los que generan las mayores dificultades. Estos son 13 elementos claves para sostener y desarrollar la pequeña agricultura exportadora. José Chlimper: Como toda actividad económica, la agroexportación también genera externalidades, y mientras más crece la primera, las segundas son más grandes y tienen un mayor impacto. Por ejemplo, en el ámbito de la logística, el Perú exporta más de 160 000 contenedores que, para llegar al puerto del Callao, pasan por las pistas y carreteras de la ciudad de Lima, representando una fuerte carga de tráfico para las el Perú podamos controlar cada vez más este problema. Manuel Glave: ¿Hasta qué punto la gran propiedad ocasiona un cambio de tal magnitud en el paisaje social y político de un territorio, que termina siendo «propietario» de centros poblados e incluso hasta del mismo alcalde? Definitivamente, se están generando cambios en la identidad de la población local cercana a esta gran propiedad. ¿Hasta qué punto estos cambios son positivos o negativos? En muchos casos, especialmente en las grandes extensiones Lorenzo Castillo: «Los actuales incentivos gubernamentales están concentrados en la llamada agricultura no tradicional, mientras que en la agricultura tradicional, donde está el café, existen carencias y diversos problemas. Necesitamos acabar con ese tratamiento diferenciado porque la agricultura es una sola y todos deben tener iguales oportunidades de desarrollo». poblaciones urbanas. Una segunda desventaja tiene relación con el tema del mal uso y abuso de los agroquímicos. El agro mal hecho es mucho más contaminante que la minería informal, pues el destino de su producción es el consumo. La agricultura de la gran empresa capitalista está sujeta a los controles ambientales del mercado y sí cumple estándares altísimos porque cada embarque atraviesa varios controles. Pero existen otras unidades productivas que abusan tóxicamente de los agroquímicos: no hay ningún control sobre el uso, aplican los plaguicidas y a los tres días dichos cultivos ya están en el mercado. Allí hay una bombita de tiempo. Espero que en 14 de monocultivos como caña y palma, con más de 5 000 o 10 000 hectáreas, se está produciendo una externalidad negativa, no solo en el aspecto del impacto ambiental negativo por el uso de un monocultivo, sino también en el del fuerte impacto en la identidad territorial de las poblaciones locales. Por otro lado, insisto en el tema del uso de los recursos hídricos: es necesario que en el Perú tengamos la capacidad de realizar balances hídricos integrales en cada valle. Hasta que eso no quede claro, siempre existirá la inquietud y percepción de que las grandes empresas exportadoras vienen beneficiándose de una externalidad ambiental sin pagar el costo real de oportunidad del agua. Notas 1 Anexo estadístico del Compendio de historia económica del Perú. Tomo 3. Economía del periodo colonial tardío. Lima: IEP/BCR, 2010, p. 414. 2 Nelson Manrique. «Historia de la agricultura peruana», en Compendio de historia económica del Perú. Tomo 5. La economía peruana entre la Gran Depresión y el reformismo militar 1930-1980. Lima: IEP/BCR, 2014, p. 161. 3 El Perú en marcha. Ensayo de geografía económica. Lima: Banco Italiano, 1941, p. 118. 4 El área sembrada de algodón llegó a cubrir más de un cuarto de millón de hectáreas anuales entre 1960 y 1964. 5 La presencia del capital extranjero en las haciendas azucareras era predominante, salvo en Cayaltí y Pomalca. 6 Rosemary Thorp y Geoffrey Bertram. Perú. Crecimiento y políticas en una economía abierta. Lima: Mosca Azul / Fundación Friederich Ebert / Universidad del Pacífico, 1985, p. 351. 7 A partir de 1976, el volumen de algodón consumido internamente por la industria textil superó el volumen exportado. Fernando Eguren. «Evolución de la producción algodonera», en Fernando Eguren, Jorge Fernández Baca, Fabián Tume. Producción algodonera e industria textil en el Perú. Lima: Desco, 1981, p. 122. 8 En el ámbito nacional, en el periodo intercensal, las áreas irrigadas se incrementaron de 1 729 000 hectáreas a 2 580 000 hectáreas. En el año censal 2012, el 70 % de estas tierras estaban trabajadas. El 57 % —1 469 000 hectáreas— de las tierras bajo riego están en la costa, concentrados en seis departamentos (Piura, Lambayeque, La Libertad, Lima, Ica y Arequipa), pero no todas están efectivamente cultivadas. En los predios censados de la costa había 207 000 hectáreas no cultivadas por falta de agua; las áreas cultivadas eran 939 000 hectáreas. (Fuente: Resultados definitivos del IV Cenagro.) 9 Según el último Cenagro, el número de exportadores agrarios en el país supera los 16 000, de los cuales el 96 % son agricultores y solo el 4 % empresarios (artículo de La Revista Agraria 171: «El boom agroexportador, pero ¿de qué productores?». <http://bit.ly/1zmm0>). 10El salto de las exportaciones de quinua ha sido notable: de USD 31 millones en 2012 a USD 196 millones en 2014 (Gestión, 23/02/2015). El Minagri estima que en 2015 se llegará a los USD 200 millones (Gestión, 28/05/2015). LA REVISTA AGRARIA / 173 Análisis de algunos desatinados argumentos de la industria alimentaria Cuando los intereses lucrativos quieren pesar más que la salud de los niños Ricardo Marapi1 Un intenso debate se está producien- do en las últimas semanas respecto a la futura aplicación de la Ley de Promoción de la Alimentación Saludable de Niños, Niñas y Adolescentes, conocida popularmente como «Ley de la comida chatarra». Y recalcamos su condición de futura porque, a dos años de su publicación, dicha ley aún no puede aplicarse. Un primer paso para la entrada en vigencia de la ley se dio el pasado 18 de abril, cuando se publicó el Decreto Supremo 007-2015-SA, que establece los parámetros técnicos para los niveles mínimos de grasas, sales y azúcar en las bebidas y alimentos procesados2. Si un producto supera los niveles establecidos, deberá llevar una etiqueta de advertencia. Claramente, la norma servirá para que el público consumidor —especialmente los padres de familia— tome una decisión informada sobre la protección de su salud y la de sus hijos. Uno pensaría que nadie, en su sano juicio, estaría en contra de una ley de este tipo, que regula el consumo de alimentos procesados dañinos y protege la salud de los niños y adolescentes. Sin embargo, esta regulación, en el gran negocio de productos altamente procesados, no ha caído nada bien a las corporaciones que forman parte de la industria alimentaria y que saben que sus intereses lucrativos serán afectados. En medio del debate producido en los medios de comunicación acerca del impacto de los parámetros de grasas, sales y azúcar, hubiera sido interesante escuchar argumentos coherentes por parte de los voceros de la industria alimentaria. Sin embargo, mayo de 2015 en varios casos, sus posiciones han sido viscerales o interesadas. «La Ley 30021 tiene que ser revisada» Uno de los primeros en expresar su crítica a los parámetros aprobados por el Ministerio de Salud fue Alex Daly, presidente del Comité de Alimentos de la Sociedad Nacional de Industrias. Es claro que su gremio tiene un marcado interés en revisar y, si se puede, derogar la Ley de la Alimentación Saludable. «La Ley 30021 tiene que ser revisada. Lo que hay es una serie de sobrerregulaciones, restricciones y prohibiciones que solo afectan a los productos fabricados por la industria. (…). Es decir, si yo pongo a la venta un alimento sin ninguna garantía de inocuidad, como un turrón o una manzana acaramelada, eso es sano para la ley; pero lo que sale de una industria que tiene todos los registros, eso sería malo. Eso es injusto», expresaba el vocero de la SNI en una reciente entrevista televisiva3. Lo que olvidan los voceros de la industria alimentaria —en su fallido intento de argumentar o confundir a la opinión pública— es que el espíritu de la mencionada ley no es prohibitivo, sino más bien el de promover una mayor transparencia en la información. La ley no solo contempla el establecimiento de parámetros técnicos, sino también otras acciones complementarias —que la industria pretende olvidar—, como la promoción de la actividad física, de alimentos saludables a través de los kioscos escolares, y la regulación de la publicidad; sin embargo, la indus- tria solo se ha enfocado en los parámetros. Es un intento fatuo comparar un alimento altamente procesado con un producto artesanal, como una manzana acaramelada. Estos últimos deberán ser regulados en futuros reglamentos y en la promoción de las políticas educativas para mejorar los hábitos alimenticios de los niños. «El problema de la obesidad no se soluciona con leyes » Sin duda, un gran temor de la industria alimentaria es perder el gran negocio que significa la venta de sus productos en los kioscos escolares, donde su mercado está constituido por millones de niños peruanos. Por ello, intentan convencer a la opinión pública acerca de que la solución al problema de la obesidad no se logrará con una ley. En una reciente entrevista televisiva4, la abogada especialista en derecho del consumidor, Karina Seminario —del estudio Torres y Torres Lara Abogados—, planteaba que «el problema del sobrepeso y la obesidad en los niños no se solucionará con prohibiciones y coerciones, sino que con una buena educación se podría atacar el problema de manera más eficiente. (...). Es un tema meramente educativo». Minutos después, la mencionada abogada, que parece defender la posición de la industria, descubría el verdadero interés de esta: «En lugar de retirar casi el 95 % de lo que se vende en los kioscos, se debería promover la nutrición de otra manera. Poner en los colegios a nutricionistas (…) o promover la nutrición en la currícula escolar», señaló. 15 Líneas atrás mencionábamos que el espíritu de la Ley es de promoción; sin embargo, el único lugar para el que implanta una prohibición son, precisamente, los kioscos de los colegios. ¿Por qué? Por una simple razón: proteger la salud de los niños y adolescentes, pues en esos kioscos —como lo admite la misma industria— el 95 % de los productos que se venden en la actualidad pueden ser considerados como comida «chatarra». Si a ello le sumamos el hecho de que los padres no pueden controlar a sus hijos en la escuela, los cuales son vulnerables a ser manipulados por la millonaria y persuasiva publicidad, entonces los menores pueden ser tentados a consumir esos productos nada saludables. Así como el Estado prohíbe la venta de cigarrillos y alcohol en los colegios, es correcto que empiece a hacer lo mismo con los productos «chatarra». A la industria alimentaria y a las empresas de publicidad, obviamente, no les conviene perder ese millonario ingreso económico y por eso se oponen a la ley, a costa, incluso, de la propia salud de los niños. «Los parámetros afectarán a la industria y a los TLC» Finalmente, los voceros de la industria alimentaria han afirmado que los mencionados parámetros técnicos afectarán de manera negativa la producción de dicha industria. «De no corregirse estos parámetros habría un impacto negativo en el sector de alimentos y bebidas, sobre todo en las micro y pequeñas empresas 16 (mypes)»5, advertía el presidente de la SNI, Luis Salazar Steiger. Es decir, en lugar de pensar en elaborar un plan futuro para reducir los niveles de grasa, sal y azúcar en los alimentos y bebidas que dicha industria procesa, las palabras del empresario nos hacen pensar que esta pretende insistir en la elaboración de productos altamente procesados y que afectan la salud de los niños, tal como lo certifica la Organización Mundial de la Salud. Además, con esa lógica radical, los plaguicidas prohibidos internacionalmente, por ejemplo, tampoco deberían ser regulados, pues hacerlo afectaría a las empresas peruanas y a los empleados que los producen. Este «argumento» de la generación de empleo es utilizado también —en el debate televisivo mencionado anteriormente— por Alex Daly, representante de la SIN: «¿Cuánto genera de empleo el sector privado? Los palmicultores de la selva han pasado de 12 000 a 75 000 hectáreas de palma, logrando erradicar el cultivo de hoja de coca. [La ley] simplemente lo que hace es destruir la cadena productiva, porque el mercado de la palma son las galletas, los helados y los chocolates, que son productos que tú dices que asesinan...», señalaba, exaltado, el empresario. Pero, al parecer, esa «alerta» no era suficiente para la industria. El presidente de la Asociación de Bebidas y Refrescos sin Alcohol (Abresa), César Luza, llevó el nivel de alerta a una escala internacional: «Un reglamento de este tipo traerá conflictos con los organismos internacionales de comercio y los tratados internacionales, además de afectar la generación de ingresos de miles de familias que dependen de un salario proveniente de estas industrias6», manifestaba el vocero de los empresarios. El «cuco» del incumplimiento de los tratados de libre comercio (TLC) que ha firmado el Perú, y el de los castigos que vamos a sufrir, son utilizados como último recurso por los empresarios industriales, como sondeando a las autoridades gubernamentales la posibilidad de negociar una reducción en los parámetros técnicos o, incluso, la misma derogatoria de la ley. Menuda tarea les espera a las autoridades del Ministerio de Salud, que deberá pedir el apoyo de la sociedad civil organizada para defender el reglamento aprobado y tambièn el próximo sobre la publicidad de la comida «chatarra», momento en el cual, sin duda, las empresas de publicidad y los grandes medios de comunicación serán quienes salgan a cuestionarlo al ver afectados sus millonarios intereses. Notas 1 Periodista. Editor de La Revista Agraria. 2 «Ley de Promoción de la Alimentación Saludable: Un reglamento a medias». Eguren, Fernando. La Revista Agraria 172, mayo de 2015. <http://bit.ly/1EXzwEL>. 3 «La Hora N, con Jaime de Althaus», 13 de mayo de 2015. 4 Programa «Debate y Diálogo». TV Perú 7.3. <https://youtu.be/4j252Pkbzcw>. 5 «SNI: Ley de Alimentación Saludable pone en riesgo salud de consumidores». Diario Gestión, 24 de abril de 2015. <http://bit.ly/1OzuIvy>. 6 «Abresa: Reglamento de Ley de Alimentación Saludable no tiene bases científicas». RPP, 27 de abril de 2015. <http://bit.ly/1KruxQ4>. LA REVISTA AGRARIA / 173