Visiones de guerra y retaguardia Artistas de diverso bagaje compartían su confianza en el realismo como lenguaje capaz de registrar la guerra, aunque no por ello dejaran de debatir qué forma debía adoptar el arte político. Son famosas las cartas que Alberto Sánchez y Josep Renau intercambiaron en Nueva Cultura sobre si los artistas debían o no, y cómo, producir obras en consonancia con su compromiso político. Mientras que para Renau era evidente que un artista debía poner su trabajo al servicio de la política y utilizar para ello las técnicas artísticas más novedosas, Alberto defendía la importancia de la independencia del arte, aunque luego contribuyera con su obra a iniciativas del gobierno (principalmente en el Pabellón Español de 1937) y utilizara la ilustración como forma de crítica política en su serie Cinco flechas, que no llegó a publicarse. Bombardeos, evacuaciones y escenas de batalla son temas recurrentes que para algunos retrataban la guerra de forma general y para otros eran testimonio de acontecimientos concretos dentro del ciclo continuo de sangre y desarraigo de la guerra. El realismo proporcionaba un esquema artístico dentro del cual los artistas podían dar forma a sus interpretaciones o expresar sus emociones, al tiempo que seguían reflejando lo que habían presenciado. Debido a que trataban a menudo de un acontecimiento actual, muchos de estos cuadros aparecían también reproducidos en la prensa como documentos ilustrativos de la guerra, tan valiosos e incriminatorios como cualquier evidencia fotográfica.