TEMA 7.- EL HOMBRE Y EL PECADO ORIGINAL 1.- Nuestra experiencia 1.1. NUESTRAS PREGUNTAS Para la fe cristiana el hombre es feliz cuando vive con Dios. Sin embargo, encontramos personas que piensan que si Dios existe no podemos ser libres. La relación con Dios se plantea como un conflicto. Como si fuese un enemigo que pone límites y trabas al ser humano. Pero… ¿No tenemos una sensación de desamparo cuando no vivimos desde Dios? ¿Por qué hay quien quiere vivir la experiencia de ser feliz a espaldas de Dios o contra Él?; ¿no son imágenes de Dios equivocadas? 1.2. EL TESTIMONIO DE LA PALABRA Y DE LA IGLESIA “Dijo Dios: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Y creó Dios al hombre a su imagen: a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó” (Gn1,26-27)”…comiste del árbol del que te prohibí comer (…) con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra (…) pues eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 17-19) Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y, cuando por desobediencia, perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca (Misal Romano, Plegaria Eucarística IV). Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos. Ahora bien, la ley ha intervenido para que abundara el delito; pero, donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, lo mismo que reinó el pecado a través de la muerte, así también reinara la gracia por la justicia para la vida eterna, por Jesucristo, nuestro Señor (Rom 5,19-21). 2.- La propuesta de la Fe 2.1. EL HOMBRE CREADO POR DIOS. San Pablo afirma en la carta a los Colosenses que Jesucristo es la perfecta “imagen de Dios invisible” (Col 1,15). Por eso los cristianos encontramos en él la verdadera luz que ilumina el misterio del hombre, el único y pleno modelo de existencia que podemos desarrollar. El hombre ha sido creado a imagen de Dios, en el sentido de que es capaz de conocer y amar libremente a su propio Creador. Es la única criatura sobre la tierra a la que Dios ama por sí misma, y a la que llama a compartir su vida divina, en el conocimiento y en el amor. El hombre, en cuanto creado a imagen de Dios, tiene la dignidad de persona: no es solamente algo, sino alguien capaz de conocerse, de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y las otras personas (Compendio 66). 2.2. ALGUNOS RASGOS DEL HOMBRE CREADO POR DIOS. Todos los seres humanos, por encima de cualquier distinción, somos iguales; estamos unidos por origen y por destino. El hombre es una unidad de alma y cuerpo, que sólo se separan en el momento de la muerte, para volverse a unir en la resurrección. Hombre y mujer tienen el mismo valor o dignidad. Al ser distintos se complementan, constituyendo una comunión de personas, especialmente en el matrimonio, en que forman una sola carne. Al crear al hombre y a la mujer, Dios les había dado una especial participación de la vida divina, en un estado de santidad y justicia. En este proyecto de Dios, el hombre no habría debido sufrir ni morir. Igualmente reinaba en el hombre una armonía perfecta consigo mismo, con el Creador, entre hombre y mujer, así como entre la primera pareja humana y toda la Creación (Compendio 72). 2.3. LA CAÍDA O PECADO ORIGINAL. El pecado original, en el que todos los hombres nacen, es el estado de privación de la santidad y de la justicia originales. Es un pecado «contraído» no «cometido» por nosotros; es una condición de nacimiento y no un acto personal. A causa de la unidad de origen de todos los hombres, el pecado original se transmite a los descendientes de Adán con la misma naturaleza humana, «no por imitación sino por propagación». Esta transmisión es un misterio que no podemos comprender plenamente (Compendio 76). En el hombre hay una fractura, una división de la que hablamos, a causa del pecado original. Por un lado anhela a Dios, por otro quiere desligarse de Él para ser feliz. Es una herida, por la que el hombre puede elegir no el Bien que Dios quiso para nosotros, la armonía de los planes de Dios, sino por el contrario “ser como Dios”, poner su voluntad como principio y fin de un actuar contrario a los planes de Dios. Esto es el pecado. Después del primer pecado, el mundo ha sido inundado de pecados, pero Dios no ha abandonado al hombre al poder de la muerte, antes al contrario, le predijo de modo misterioso –en el «Protoevangelio» (Gn 3, 15)– que el mal sería vencido y el hombre levantado de la caída. Se trata del primer anuncio del Mesías Redentor. Por ello, la caída será incluso llamada feliz culpa, porque «ha merecido tal y tan grande Redentor» (Liturgia de la Vigilia pascual) (Compendio 78). La creación como acto de Amor de Dios culmina en la Redención. Dios Padre, Creador, ama tanto al hombre, que da siempre más. Para curar aquella herida que el hombre siente, se hace hombre como nosotros, sufre la misma debilidad, las mismas tentaciones y las mismas limitaciones del cuerpo y del alma. Y con Cristo nos regala la resurrección y la Vida, la curación y la salvación en su propio Hijo. 3- Reflexión y Diálogo ¿En qué aspectos de mi vida veo que soy imagen de Dios? ¿En qué momentos experimento la herida del pecado original? ¿He vivido momentos de curación y de salvación de mi naturaleza caída? 4.- Desde la Fe respondemos 4.1. PROFESAR LA FE Rezamos juntos el Acto de Contrición 4.2. HACER VIDA NUESTRA FE Meditamos el P.67 del Compendio. ¿En qué punto de mi vida puedo reflejar más fielmente para qué hemos sido Creados y cómo nos hizo Dios para ser felices? Dios ha creado todo para el hombre, pero el hombre ha sido creado para conocer, servir y amar a Dios, para ofrecer en este mundo toda la Creación a Dios en acción de gracias, y para ser elevado a la vida con Dios en el cielo. Solamente en el misterio del Verbo encarnado encuentra verdadera luz el misterio del hombre, predestinado a reproducir la imagen del Hijo de Dios hecho hombre, que es la perfecta «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15). 4.3. CELEBRAR LA FE Cada persona que nos acompaña en el Grupo, en los sacramentos, en la vida ordinaria, es una persona querida por Dios y creada por Él para amarla. Igual a nosotros, con la misma dignidad, con el mismo valor. Celebremos una eucaristía, una oración, con la conciencia de estar en una comunidad querida por Dios, viendo en cada uno de los que nos rodean a un hermano. 4.4. ORAR CON LA FE Oh Dios que con acción maravillosa creaste al hombre y con mayor maravilla lo redimiste, concédenos resistir a los atractivos del pecado, guiados por la sabiduría del Espíritu, para llegar a la alegría del cielo (Vigilia Pascual. Oración después de la primera lectura).