Confieso que soy laica (Respuesta a los obispos Iceta y Munilla) Tengo tres hijos escolarizados en la Escuela Pública Vasca. Soy doctora en Biología y profesora en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU. Como me interesa la educación, llevo bastantes años participando activamente en las asociaciones de madres y padres y, actualmente, tengo el honor de presidir BIGE, la Federación de madres y padres de la Escuela Pública de Bizkaia, integrada en EHIGE. Pertenezco al Consejo Escolar de Euskadi. Aprovechando la campaña de matriculación, desde EHIGE hemos lanzado otra campaña, “Por una escuela pública vasca laica para todas y todos: la religión fuera del horario lectivo”, y esto, al parecer, no ha gustado a las autoridades eclesiásticas. Pero sí a nuestras familias, porque las familias de la Escuela Pública hemos optado mayoritariamente (el 79,65% en el curso 2009/10) por no apuntar a nuestros hijos, hijas y jóvenes en la asignatura de Religión. 1- ¿Significa esto que el 79,65% de las familias de la pública somos laicas? 2- ¿Significa esto que el 79,65% de las familias de la pública no tenemos valores o no queremos educar en valores? 3- ¿Puede haber otros motivos para que una familia decida no optar por la asignatura de Religión? Intentaré responder a las tres preguntas. 1- Ojalá me equivoque, pero no creo que el 79,65% de las familias de la pública se declare laico. Yo sí, confieso que soy laica. Y aprovecho para recordar que la laicidad no es sinónimo de anticlericalismo ni de antirreligión, ni tampoco de ateísmo. La laicidad es el único modelo de relación entre el Estado y las religiones que admite a todas sin que ninguna ocupe una posición de privilegio, y admite también las no creencias. Es el único modelo capaz de unir a todas las personas en torno a una serie de valores esenciales que posibiliten el respeto a los derechos de todos y todas y así faciliten una convivencia pacífica. Es un modelo realista en cuanto que contempla la auténtica fotografía de nuestra sociedad, que es, y va a seguir siendo, plural. Esa laicidad o neutralidad del Estado es la esencia de la democracia. Dice el obispo Iceta (Berria, 3 de febrero) que la sociedad no es sólo racional y social sino que también presenta una parte religiosa y transcendente que ayuda a responder a preguntas tales como “de dónde vengo”, “qué sentido tiene mi vida”, “cómo contribuir a crear una sociedad recta y solidaria”, etc. De acuerdo hasta aquí, pero no en que las respuestas a tales preguntas tengan que ser contestadas por la iglesia y desde la iglesia. O, ¿es que una persona atea no se puede tener esas dudas? Todos y todas somos transcendentes. También dice Iceta que la religión católica ha tenido una enorme importancia en nuestra cultura. Yo añadiría más: por desgracia, la sigue teniendo ya que se inmiscuye en asuntos de lo público y lo común (educación, por ejemplo) que competen al Estado y a sus instituciones. Yo quiero que mis hijos conozcan la importancia de las Iglesias en la Historia de la humanidad, pero por favor, que se lo cuenten objetivamente. 2- Todas las familias queremos una educación de calidad para nuestros hijos e hijas que les forme como personas integrales capaces de poder responder el día de mañana de forma competente y constantemente actualizada a los retos de la vida adulta. Personas integrales que adquieran durante su tránsito escolar las competencias clave necesarias para el aprendizaje a lo largo de toda la vida, para la plena realización personal, la ciudadanía activa, la cohesión social y la empleabilidad en una sociedad del conocimiento. Esta formación está asegurada por ley para todo el alumnado, asista o no a enseñanzas de religión. Los obispos parece que opinan que nuestros jóvenes carecen de valores, que en los centros escolares no se dedica el suficiente tiempo a este campo, y que por eso es necesaria la asignatura de religión. Esto no es cierto, ya que la escuela, no sólo transmite a nuestros menores conocimientos científico-tecnológicos, humanísticos, sociales, artísticos y del área de la educación física, sino que incardina en el currículo los valores y actitudes que permiten su formación integral como personas con espíritu crítico capaces de reconocer lo que es tolerable y lo que no lo es. El proyecto educativo se articula en torno a valores comunes y universales, como los que afectan a los Derechos Humanos, a los Derechos de la Infancia, a la convivencia entre diferentes, a la conservación del entorno; valores democráticos, no sexistas, valores como respeto, solidaridad, empatía, responsabilidad, asertividad, resiliencia,... Todos estos valores y muchos más, que no son patrimonio de ninguna confesión, se deben de tratar y, de hecho, se tratan cotidianamente en las aulas. Se tratan en todas las materias y áreas comunes de modo transversal, y específicamente en las áreas de Tutoría y de Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos. Se expresan en los Planes de Convivencia de los centros, en los Reglamentos de Organización y Funcionamiento y en la Normativa sobre Derechos y Deberes de alumnos y alumnas. Y se tratan, además, en los espacios extraescolares. La sociedad es plural y la escuela también, por lo que todas las personas debemos compartir un mismo idioma ético, lo que implica articular el proyecto educativo en torno a valores comunes y universales. Si fuera cierto lo que dicen algunas personas en cuanto a que los que no acuden a enseñanzas de religión tienen menos valores que los que sí acuden, tendríamos un serio problema social. 3- Creo que sí puede haber otros motivos. Todas las pruebas de evaluación que se han llevado a cabo (PISA, Evaluación Diagnóstica,…) diagnostican que todavía queda un largo camino por recorrer. Según Eduardo Vidal-Abarca, catedrático de Psicología de la Educación de la Universidad de Valencia, los verdaderos problemas en el mundo educativo son, entre otros, el elevado porcentaje de estudiantes que no adquieren un nivel de competencia lectora o científica necesario para desenvolverse en el mundo actual, el alto índice de temprano abandono escolar, el escaso número de estudiantes excelentes, o cómo responder a la diversidad que hay dentro de las aulas. El alumnado necesita más tiempo para adquirir las competencias de cada materia. Por eso, y porque defendemos una escuela laica, desde EHIGE promovemos que la enseñanza de las religiones salga del horario lectivo, lo que beneficiaría sin duda a todo el alumnado sin excepción, independientemente de las creencias o no creencias de sus familias. Ana Puente Presidenta de BIGE 26197352F NAN