LARRA (1809-1837) VIDA Nació en Madrid, en 1809, durante la ocupación francesa, y pasó sus primeros años de vida en Burdeos, donde su padre, un cirujano militar que había colaborado con los invasores, tuvo que refugiarse, tras la derrota de los franceses en 1812. Después de la amnistía de 1818, la familia regresó a Madrid y su padre se convirtió en médico personal del hermano de Fernando VII. Larra estudió en un colegio de jesuitas y completó su formación en Valencia y Valladolid. Comenzó una brillante carrera periodística, primero en dos periódicos de su propiedad, “El duende satírico del día” y “El pobrecito hablador”, y posteriormente, colaboró como crítico de teatro en el diario nacional “La revista española”, donde firmaba sus crónicas bajo el seudónimo de Fígaro. Es un hombre inteligente, que se sabe por encima de la mediocridad reinante; y posee una gran talento para observar la realidad. Ambos aspectos se aprecian en su literatura, sobre todo en los artículos de costumbres. Fue desgraciado en el amor, pues se enamoró de una mujer que más tarde resultó ser la amante de su padre, vivió un matrimonio infeliz y tuvo un fracasado romance con Dolores Armijo, hermosa mujer que estaba casada con un militar. Esta frustración amorosa, unida al desengaño político por su enfrentamiento con el partido liberal, y las dificultades para publicar sus artículos, le lleva al suicidio, cuando sólo tiene 28 años. OBRA Se convirtió en uno de los periodistas más famosos y mejor pagados del país y colaboró en diversas publicaciones además de escribir la novela El doncel de Don Enrique el Doliente (1834), y la obra de teatro Macías (1834). También tradujo diversas obras de teatro francesas. Pero es conocido sobre todo por sus Artículos de costumbres. En su época, este tipo de artículo connotaba descripción de usos y costumbres, siempre con un sentido elogioso; pero no es ese el significado que tiene en Larra, pues él nos ofrece una visión crítica de los hábitos de la sociedad española del siglo XIX. Censura la hipocresía, el mal funcionamiento de la administración pública, la mala educación, la corrupción política, etc. La temática de sus artículos es variada: Artículos de crítica teatral y literaria. 1 Son reseñas de los estrenos del momento y en ellos expresa sus ideas sobre la literatura. Larra es un crítico severo, pues no sólo juzga la calidad literaria de los textos, sino también todos los elementos de la representación: el movimiento y la buena dicción de los actores, el vestuario, la escenografía y la adecuación entre el contenido de la obra y las formas teatrales. Su formación neoclásica le hace ser crítico con el nuevo teatro romántico, del que rechaza la acumulación de muertes, la retórica de los textos, la inverosimilitud de los argumentos, etc. Artículos de costumbres. Para Larra el artículo de costumbres no tiene un fin en sí mismo, sino un medio de transformación de la sociedad, impulsado por sus ideas reformistas. Analiza las costumbres, partiendo de su preocupación por España y su deseo de cambiarla. Por eso, se fija más en los defectos que en las costumbres saludables. Citaremos tres artículos: “El castellano viejo”, donde critica la zafiedad y los malos modales de la clase media. “Corridas de toros”, donde presenta las corridas de toros como símbolo de la barbarie nacional. “Vuelva usted mañana”, donde critica la apatía y la pereza de los españoles, así como el mal funcionamiento de la administración. Artículos políticos Larra no publica artículos claramente políticos hasta la muerte de Fernando VII, pues la rígida censura no lo permitía. Los temas más frecuentes son: la libertad de imprenta, la peligrosa expansión del carlismo, las vacilaciones de los gobiernos moderados, etc. Los artículos están escritos en primera persona, lo cual aproxima lo narrado al lector y lo hace más verosímil. Fígaro es el narrador más conocido de Larra y se muestra mordaz, irónico y desengañado. La estructura suele ser tripartita: introducción, anécdota o escena costumbrista y reflexión final. Para no dar la impresión de parcialidad en sus críticas, Larra utiliza el 2 perspectivismo, que consiste en una visión plural de la realidad. Así, en “El castellano viejo”, el narrador es un hombre prudente, educado y de buen gusto, mientras que su amigo Braulio es un grosero, que presume de espontaneidad; en “Vuelva a usted mañana” el escepticismo de El pobrecito sirve de contrapunto al optimismo del extranjero. En cuanto al estilo, Larra no utiliza el vulgarismos o al habla castiza, porque su intención no es reflejar lo pintoresco ni provocar la risa por la risa. Prefiere un lenguaje elaborado y culto, donde predomina la caricatura o retrato exagerado de personajes y situaciones, así como la ironía. 3