Emeterio Gómez, Entrevista Diario La Razón Orientación comunista conduce a la quiebra de la economía Enrique Meléndez El economista Emeterio Gómez dice que el tema de las subastas del Sicad puede tener varias implicaciones, y una de ellas es que el gobierno podría estar asustándose con su propia política económica. “Una cosa era el comunismo con un Chávez vivo, y la fuerza vital que proyectaba su liderazgo, y otra cosa es el comunismo con Maduro, que no tiene idea de, absolutamente, nada”, afirma el también catedrático universitario. Contrario, a la tesis del gobierno, que sostiene que las subastas no constituyen una devaluación implícita de la moneda, Gómez considera que el sólo hecho de abrir una subasta, donde se lleva los dólares el que da más, eso significa una devaluación de la moneda. El Producto Interno Bruto experimentó una caída drástica en el primer trimestre de este año; no obstante, el ministro Nelson Merentes ha dicho que para el segundo semestre se espera una recuperación del mismo. ¿Están dadas las condiciones para que se revierta esa situación de caída del PIB? -No, de ninguna manera; la caída que se produjo en el primer trimestre, y toda la presión negativa, que se ejerce sobre la economía venezolana, no depende para nada de factores circunstanciales; depende, en lo fundamental, de la orientación política e ideológica del gobierno. Por mucho que Chávez se haya muerto, el gobierno ha mantenido en lo fundamental una línea pro-comunista o pro-socialista o izquierdista radical, y eso solo, definitivamente, marca las posibilidades económicas del gobierno. -El socialismo es una tontería. Eso no tiene ninguna posibilidad de realizarse. No me refiero al socialismo democrático de Suecia o de Noruega; sino al llamado socialismo real; que atenta contra la propiedad privada. El solo hecho de atentar contra la propiedad privada; el solo hecho de generar un desestímulo muy poderoso contra cualquier iniciativa de inversión, referida al capital. Sólo eso basta para liquidar la economía. -Más bien hemos tenido mucha suerte, de que el derrumbe no ha sido tan grande; mucho mayor, precisamente, porque los precios del petróleo han estado, extremadamente, altos. Pero esa presión del gobierno, para mantener la línea comunista va a terminar condenando la economía venezolana a una quiebra radical. -A mí me da mucho dolor el esfuerzo, que están haciendo muchos empresarios; que son perfectamente comprensibles; para conciliar con el gobierno; descartando que Maduro no ha renunciado a su orientación comunista; a su orientación socialista, y eso hace que cualquier intento de conciliación entre el empresariado y este gobierno castrocomunista esté divorciado de la realidad. Sin embargo, el PIB mantuvo un crecimiento sostenido durante ocho trimestres consecutivos; cerrando el 2012 con un 5,5%; lo que hace pensar que sí se pudiera lograr lo que abriga el ministro Merentes, ¿o no? -No, en absoluto. Eso tuvo que ver un poco con que no se había lanzado la ofensiva comunista de Chávez. El difunto presidente estuvo allí deshojando la margarita; una vez que él lanza su línea, en verdad, de imposición de un comunismo a la economía venezolana, se acabó el crecimiento, y se acabaron las posibilidades de desarrollo. El elemento clave que define hoy la economía venezolana es o la definición comunista de Chávez o el hecho de que Maduro y el gobierno actual no han negado de esa ideología comunista. Asimismo, el gobierno ha tenido problemas con la inflación este año, llegando ya a rebasar la premisa inicial del presupuesto, que se ubicaba entre 14 y 16 por ciento. ¿A qué atribuye usted las causas de esta aceleración del impacto inflacionario? -Me quitaste la palabra de la boca: eso era lo que iba decir de inmediato. La manifestación más concreta de lo que dije antes, respecto de la economía, está en el hecho de que el gobierno no sólo no ha controlado la inflación; sino que no tiene ninguna posibilidad de controlarla. -La inflación hoy en día se produce por lo que se llama en la economía presiones de la demanda; es decir, hay demasiado dinero en la calle; se inserta dinero en el circulante, y eso genera presiones de demanda. El grueso de las inflaciones hoy es producto de las presiones de demanda. Milton Friedman se hizo famoso, y se ganó el Premio Nobel en la década de 1970; proponiendo como única cura para la inflación, no los cambios estructurales, que se debatían en aquel entonces, sino el freno a la oferta monetaria. Es lo que se conoció como monetarismo, neoliberalismo o cualquiera de esos términos, que estuvieron en boga en la década de 1980. -Para completar la idea: esas inflaciones se producen por presiones de demanda; en Venezuela se da esa situación, porque la cantidad excesiva de dinero, que genera el petróleo se vuelca sobre la economía, y eso genera presiones de demanda; pero lo más importante es lo otro: también por presiones de oferta: la destrucción del aparato productivo y, sobre todo, la psicología que se genera en contra de la inversión privada; que termina frenando la oferta; la invasión de fincas, la expropiación de empresas. Todo eso lleva a liquidar la oferta de bienes. Si usted tiene un exceso de demanda y una disminución sustancial de la oferta; pues, el resultado no puede ser sino una inflación creciente. El gobierno ha insistido en la tesis de que allí hay mucho de guerra económica; promovida por la derecha internacional, en connivencia con la burguesía venezolana; de modo que así se ha creado una escasez artificial; como parte del saboteo contra el gobierno de Nicolás Maduro. ¿Qué piensa usted? -Eso, yo no sé si se puede utilizar la palabra: eso es una soberana pendejada. Un gobierno que está lanzado a destruir la propiedad privada; que ha dicho, explícitamente, que su objetivo es destruir la propiedad privada, y que ha dado muestras contundentes de que quiere destruir la propiedad privada, entonces no tiene ninguna posibilidad de enfrentar la inflación. ¿En cuánto estima usted que puede cerrar la inflación este año? -Mira, no sé. ¿40 ó 50 ó 60 por ciento? Eso es impredecible, ya que como va en un crescendo, y eso va a irse acelerando; mientras el gobierno no tiene ninguna posibilidad de enfrentarlo, eso pudiera estar entre esas cifras que te he mencionado. ¿En cuánto al comportamiento del PIB? ¿Cerraría el año en una cifra negativa? -No, no te creas. Ahí uno no se puede llamar a engaño. El potencial económico de la economía venezolana es demasiado grande, demasiado poderoso. Se va a menoscabar, por supuesto, pero de ninguna manera creo que llegue a ser negativo. ¿Cómo ve usted el régimen de otorgamiento de divisas, que se ha establecido a través de subastas; conocido ahora como el Sicad? ¿Eso en el fondo implica que el gobierno no tiene dólares? -Eso implica muchas cosas. Implica que el gobierno podría estar asustándose con su propia política económica. Implica que el gobierno pudiera estar reflexionando. Ojala Dios los oiga. Podría estar deliberando sobre lo absurdo que es el comunismo. Una cosa era el comunismo con un Chávez vivo, y la fuerza vital que proyectaba su liderazgo, y otra cosa es el comunismo con Maduro, que no tiene idea de, absolutamente, nada. Nadie de este gobierno tiene idea de absolutamente nada. A pesar de que los voceros del oficialismo dicen que no hay tal devaluación, en la mecánica de la subasta; los economistas de la oposición dicen que sí la hay en forma implícita. ¿Qué piensa usted? -Indudablemente; la sola idea de someter el dólar a una subasta; es decir, que el que da más se lleva los dólares, y dar más significa devaluar la moneda; todo eso ya es de por sí un factor, profundamente, negativo de la economía. Pero, además, hay que destacar lo siguiente: el gobierno no tiene otra alternativa que devaluar la moneda. Porque como tiene una política, absolutamente, contraria a la reactivación del aparato productivo; y si usted destruye su propia producción económica, no le queda más alternativa que devaluar la moneda. Precisamente, se tiene entendido que el gobierno de un momento a otro podría decretar una devaluación. Incluso, se ha hablado que la tasa se llevaría a 9,60; no obstante factores internos del Psuv han frenado dicha medida. A su juicio, ¿en eso ha influido la política? -Mira, yo no sé nada de eso; aunque es, perfectamente, previsible. Ellos deben estar debatiéndose en un mar de contradicciones y de soluciones absurdas; porque, te repito, no hay ninguna posibilidad de manejar la economía con esa orientación. La mejor muestra de todo esto la tenemos en Cuba; un país que tiene sesenta años tratando de instalar una economía socialista, y ahí está la economía cubana, absolutamente, destruida. Actualmente, ¿es usted un hombre de derecha? -Muy, claramente, definido como de derecha. Te agradezco mucho la pregunta; pero quiero que digas ahí en la entrevista, que a mí esas cosas de derecha e izquierda ya no tienen ningún sentido. Desde que se cayó el Muro de Berlín, y se acabó el comunismo, no hay ninguna posibilidad de ser de izquierda, y si no hay ninguna posibilidad de ser de izquierda; entonces tampoco hay ninguna posibilidad de ser de derecha. Yo me considero un defensor acérrimo del sistema capitalista. Pues, si eso es ser de derecha, entonces yo me considero de derecha. ¿Cuándo y por qué dejó de ser comunista, para hacerse anticomunista? -El comunismo fue una corriente ideológica muy en boga en los años sesenta. Nunca milité ni en el Partido Comunista ni en la Juventud Comunista. Quisiera dejar bien claro que mi militancia fue en el MIR, hacia los años 66-68; mejor dicho, hasta cuando este partido modificó su línea política, y se acogió a la lucha armada, siguiendo, en ese sentido, al PCV, y para ese momento muchos de sus militantes ya estábamos claros en el hecho de que la guerrilla castrocomunista no tenía ningún sentido, y por esa razón abandonamos las filas de este partido; por consecuencia, nuestra orientación comunista se reduce a esa época. ¿Cómo y en qué circunstancias llegó a militar en el MIR? -Eso fue durante mis estudios en la universidad; después, cuando me gradué, milité unos años más, pero luego me salí. Nunca estuve de acuerdo con la lucha armada. Me incorporó al MIR Américo Martín, además de Domingo Alberto Rangel. ¿Cómo fue su relación con Hugo Chávez? ¿Llegó a colaborar con él, cuando aún no se había declarado “socialista”? -No, en absoluto. Tuve un par de reuniones con él. Pero para discutir un poco su orientación general. Me pareció un ingenuo absoluto. Alguien que no tenía ni la menor idea en lo que se estaba metiendo, y mal puede uno ponerse a colaborar con alguien, que uno se da cuenta de que era, con el perdón de su memoria, absolutamente, un niño en política. ¿La MUD debía declararse anticomunista? ¿Podría serlo si en esa alianza hay organizaciones que se declaran marxistas como Bandera Roja y Vanguardia Popular? -Evidentemente no. Esos son obstáculos que yo he conversado con muchos amigos de la MUD, y se los he hecho ver; ahora, no por declararse anticomunista, porque no creo que eso estaría planteado en ningún caso. Esa es una cuestión ideológica, y no, propiamente política. Aunque sí mantener una posición mucho más sólida frente al absurdo y frente a la sonsera, que es el comunismo. Eso podría ser y le vendría muy bien a la MUD y, en general, a las fuerzas democráticas de este país: dejar claro que ya se enteraron que el comunismo se derrumbó con la caída del Muro de Berlín; que se tradujo en la disolución de la antigua Unión Soviética (URSS). ¿Qué está pasando en Venezuela que mucha gente, que era de izquierda, ahora se encuentra en la oposición, mientras que muchos militares, que combatieron a la izquierda, ahora andan por allí con boinas rojas y franelas de Che Guevara? -Bueno, eso es un poco lo que te dije antes: las ideas de izquierda y de derecha dejaron de tener sentido. Eso hay que subrayarlo. Porque hay que transmitirle a la gente que la dicotomía izquierda-derecha se acabó en noviembre de 1989; cuando entonces se produjo la caída del Muro de Berlín; en los dos años siguientes de derrumbó la URSS. -Yo creo que mucha gente no acaba de comprender, que la disolución de la URSS era, si no la mitad, por lo menos, un tercio de la humanidad. Se acabó con la idea de izquierda, y con la idea de revolución. Pero mucho más importante, que la caída del Muro de Berlín y que la caída de la URSS es lo que ha pasado en los últimos veinte o treinta últimos años en China. Una nación que todavía se llama comunista; no obstante desde hace treinta años asumió el capitalismo, en una forma brutal. China hoy no es una economía comunista, sino una economía capitalista; de modo que eso acaba con cualquier tontería. ¿Cree que Maduro pueda llegar a fondo, en su anunciada lucha contra la corrupción, enfrentándose con los peces gordos y los jefes militares involucrados en mafias? -Eso es, absolutamente, imposible. La imbricación, esto es, la mezcla profunda entre las orientaciones políticas del gobierno, y la corrupción, e, incluso, el narcotráfico son demasiadas profundas; para que un régimen, que no tiene ninguna posibilidad de desarrollar una política económica eficiente, pueda enfrentar esa situación; aun si hubiese la decisión de enfrentar el problema. Maduro tiene dos alternativas: o radicalizar la estrategia castrocomunista; que se ve reflejada en la compra compulsiva de algunos medios de comunicación; cercenando, en ese sentido, la libertad de expresión o bien terminar adoptando un socialismo del estilo de Bachellet y de Lula, de amplias aperturas democráticas. ¿Qué piensa usted? -A precios de hoy, yo creo que el gobierno no tiene ninguna definición, en ese sentido. No tiene mucho caso ponerse a vaticinar cuál de las dos alternativas va a tomar el gobierno. Lo que sí caben son los buenos deseos. Lo que sí cabe esperar es que este gobierno no se empeñe, no insista en el reforzamiento del comunismo; porque si sigue por este camino, no me cabe ninguna duda de que va a destruir lo poco que queda de la economía venezolana. ¿Se solidariza con la huelga indefinida, decretada por los profesores universitarios? -Por supuesto, no sólo estoy de acuerdo, sino que soy un solidario incondicional de la presión que se está ejerciendo; porque simple y sencillamente, de triunfar el gobierno en esa lucha es evidente que la autonomía universitaria, y la independencia que, hasta ahora, han logrado mantener las universidades nacionales, se acabaría, y eso es, evidentemente, una fortaleza en la lucha contra el comunismo; que es el tema, que hemos venido analizando; para que la autonomía universitaria pueda mantenerse; cosa que es vital y crucial, para poder una libertad de pensamiento.