Los tres escenarios de Dilma

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 Año 36 - Edición Nº 800 – 3 de Noviembre de 2014
Los tres escenarios de Dilma, ninguno
ajeno para la Argentina
Jorge Vasconcelos
[email protected]
Los tres escenarios de Dilma, ninguno ajeno para la
Argentina1
Tres escenarios se abren a la espera de las decisiones de Dilma y de su capacidad de
tejer alianzas en el Congreso, de cara a su segundo mandato. El primero es “más de lo
mismo”, que por momentos ha dominado las expectativas y derrumbado las
cotizaciones bursátiles. El segundo es el de una política fiscal más austera, que daría
oxígeno temporal a los mercados, pero sería incompleto como programa económico. El
tercer escenario incluye al segundo, pero le agrega un vector clave vinculado con la
búsqueda de mayor inserción en la región y en la economía mundial, lo que implica un
replanteo a fondo del Mercosur y un desafío de mayor competitividad para el complejo
industrial.
Esta publicación es propiedad del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de Fundación Mediterránea. Dirección Marcelo L.
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Nota publicada en el diario El Cronista del día 3 de noviembre de 2014 Revista Novedades Económicas – 3 de Noviembre de 2014
Considerando para el próximo quinquenio un avance del PIB mundial a un ritmo de 3,5
% anual, si el gobierno brasileño se inclinara por “más de lo mismo”, entonces podría
esperarse para la economía del vecino país un crecimiento bastante por debajo del
promedio global. Con el segundo escenario, quizá Brasil pueda aspirar, por algún
tiempo, a converger al andarivel del 3 al 3,5 % anual. Sólo un replanteo del carácter
extremadamente cerrado de la economía brasileña le permitiría aspirar a un
crecimiento superior al promedio mundial, con lo que podría comenzar a converger con
los países más desarrollados.
El PIB brasileño representa el 3,3 % del PIB mundial, pero sus exportaciones capturan
sólo el 1,3 % del mercado global. Evitan que esa brecha sea todavía mayor las ventas
al exterior de productos como la soja, las carnes, el acero, la celulosa, en los cuales
Brasil ocupa el primer lugar del ránking.
El problema está en la falta de competitividad del sector fabril. Las exportaciones
industriales de Brasil suman sólo 525 dólares por habitante, cuando las de México
alcanzan a 2.320 dólares y las de Corea a 9.140 dólares, siempre por año y por
habitante.
Brasil comparte con la Argentina una expansión temprana del conglomerado industrial,
a la luz del fenómeno de la sustitución de importaciones. Y ahora, que el desarrollo
manufacturero está cada vez más asociado a la integración de redes globales de valor,
se enfrenta a numerosas dificultades para acoplarse. Muchas inversiones se han
efectuado apuntando sólo al mercado al interno y, por diseño, tecnología o escala, no
resulta fácil salir al exterior. No se trata de un destino inevitable. La exitosa Embraer
es el contraejemplo más nítido. Pero sus logros se apoyan en un funcionamiento más
parecido al modelo coreano que al brasileño: forma parte de una cadena de valor en la
punta de la tecnología, y cada avión que exporta contiene no menos de 75 % de
insumos y partes importadas.
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Inversión Extranjera Directa de empresas latinoamericanas, según país de origen
(miles de millones de US$)
300
250
200
150
100
50
Brazil
Mexico
Chile
2013
2012
2011
2010
2009
2008
2007
2006
2005
2004
2003
2002
2001
2000
1999
1998
1997
0
Argentina
Fuente: IERAL de Fundación Mediterránea en base a UNCTADstat
Para replicar y multiplicar el caso Embraer, la industria necesita encarar un proceso de
reconversión, con una política económica que desplace el centro de gravedad a favor
de una conexión más intensa del mercado interno con la región y con el resto del
mundo, activando acuerdos comerciales que hoy están demorados (con la Unión
Europea) o que sólo se han planteado en los papeles (Nafta, Alianza del Pacífico, etc).
Obviamente, en la medida en que las prioridades avancen en esta dirección, la agenda
interna de reformas habrá de construirse por medio del sentido común, ya que para
ser exitosos dentro de una cadena global se requiere una infraestructura a la altura,
un equilibrio razonable entre presión impositiva y servicios prestados por el estado y
mayor énfasis en la formación de los recursos humanos. Son las condiciones básicas
para desatar la innovación y la productividad que, por supuesto, como llevan tiempo,
permiten también definir un sendero gradual para las nuevas reglas del juego.
Los desafíos no son menores pero, en la medida en que cerca de Dilma se tenga un
diagnóstico realista de la situación, la relación costo-beneficio de los tres caminos
planteados debería inclinar la cancha a favor del tercero. De todos modos, faltan
señales para poder apostar en esa dirección.
El escenario en busca de una mayor inserción internacional, en realidad, ya ha sido
testeado por las empresas brasileñas más dinámicas. Hay unas 200 firmas que son
verdaderas multinacionales, que han expandido de manera notable su presencia en el
exterior en la última década. El stock de capital invertido por esas multinacionales en el
resto del mundo alcanza en el presente a unos 300 mil millones de dólares, repartidos
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en los principales países de América latina, en Estados Unidos, en Africa con base en
Angola, en Europa con base en Portugal. En este terreno, Brasil aventaja claramente a
México, cuyas multinacionales suman inversiones en el exterior por unos 140 mil
millones de dólares.
El despliegue de las inversiones contrasta con la escasa penetración de los productos
“made in Brasil”. Considerando la región y focalizando en bienes industriales, se tiene
que son de origen brasileño sólo 5 % de los productos importados por Perú, Colombia
y Chile, por mencionar tres miembros de la Alianza del Pacífico.
Con México al acecho en el comercio exterior y China en el flanco de las inversiones,
¿cual habrá de ser la reacción brasileña? El escenario “más de lo mismo”, con deterioro
adicional de la macro y de la micro, sería un pesado lastre para el despliegue de sus
multinacionales. El segundo tendría menos contras, pero ayudaría muy poco. El
tercero permitiría una mayor sinergia entre inversiones y comercio exterior, en
América latina y en el resto de las regiones. El tiempo para estas decisiones es ahora y
es a Dilma a quien le toca enfrentar la bifurcación de caminos.
La Argentina no debería ser un espectador pasivo de estos acontecimientos. Con 650
dólares de exportaciones industriales por habitante, el diagnóstico para nuestro país
es semejante al del vecino del Mercosur, sólo que agravado en ítems como la inflación,
la política cambiaria y las restricciones al comercio.
En otras épocas, nuestro país ha sabido acicatear a la diplomacia brasileña tejiendo
alianzas con países como México y Chile. Las condiciones internas no son las mejores,
dado el cambio de gobierno previsto para fin del próximo año. Pero al menos las
principales bancadas legislativas podrían tomar el toro por las astas.
Visto desde el lado argentino, el escenario de “más de lo mismo” para Brasil es el que
menos promete en términos de exportaciones al vecino y el que más complicaciones
traería a la macro local. El segundo escenario tiene la ventaja de no agregar factores
exógenos de desestabilización, pero es poco prometedor en términos de ampliar y
profundizar cadenas de valor en el seno del Mercosur. Es más, en ese caso es la
Argentina la que debería tomar la iniciativa en la búsqueda de nuevos acuerdos
comerciales. El tercer escenario es el más desafiante, pero sería sin dudas el más
fructífero y nuestro país no debería tener dudas en asumirlo conjuntamente. Las
empresas podrán disponer de tiempo para adaptarse y los gobiernos dejarán de añorar
los días en que la soja valía 650 dólares la tonelada.
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