Subido por PEPE DE LA CRUZ

REACCIÓN # 1

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REACCIÓN # 1
La concepción de que la lectoescritura es un constructo socio cultural, es una de las
primeras nociones que responden, sin duda alguna, a la concepción darwiniana del
hombre. Dicho de otro modo, escribir y leer o viceversa, son productos de la
sofisticación de la naturaleza humana. En consecuencia, afirmar que una persona o una
comunidad aprende a leer y escribir naturalmente, resulta no solo absurdo sino
imposible. Estas habilidades requieren de instrucción regulada en concordancia con
diversos factores individuales y colectivos. En otras palabras, no todos los seres
humanos aprenden a leer y a escribir de una misma forma o al mismo tiempo. Además,
las constantes mutaciones de las lenguas e idiomas se presentan como escollos en cada
etapa de nuestros aprendizajes de la lectoescritura.
Desde esta perspectiva, la sofisticación de los idiomas, es uno de los escollos más
difíciles de superar. Este fenómeno se explica en las numerosas reglas de escritura,
mutables siempre, con las que debe lidiar el aprendiz. En primer término, debe superar
la barrera ortográfica. Luego, cuando el ingenuo aprendiz ha creído que ya sabe leer,
debe superar la barrera de la escritura formal: administrativa, académica, creativa etc.
De esta manera, leer y escribir “bien” se ha convertido en una entidad temida sino
repudiada por no pocos aprendices. Entonces, me permito una pregunta: ¿es necesario
aprender a leer y escribir con suficiencia formal? La respuesta es sí. La vida urbícola
exige saber leer y escribir bien. De otro modo, el individuo sería excluido o limitado
dentro de las sociedades contemporáneas.
Finalmente, considero que la lectoescritura se ha estratificado en grupos excluyentes.
Tanto es así, que, por un lado, están quienes apenas descifran lo escrito. Estos apenas
leen los nombres de las calles o las cifras del dinero. Por otro lado, se hallan quienes
manejan un nivel de lectoescritura para vivir: vendedores, docentes de nivel medio,
entre otros. Y, en un extremo están quienes conforman una “élite cultural”. Estos
conocen y dominan un nivel de lectoescritura académica, formal, normativa y técnica.
Estos pocos son profesionales en constante reingeniería, escritores e investigadores
quienes producen conocimientos nuevos y los representan en documentos varios:
artículos, ensayos, tratados, tesis, poesía, narrativa, entre otros documentos formales.
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