Místicos, profetas, servidores Apuntes y reflexiones a partir del Capítulo Inspectorial Hemos decidido volar lejos. Así resumía el p. Inspector la experiencia del Capítulo Inspectorial, luego de cuatro días de reflexión, deliberación y toma de decisiones en la búsqueda de una mayor fidelidad a nuestra vocación. El Capítulo Inspectorial es la asamblea representativa de los hermanos y de las comunidades salesianas, en la que se toman las grandes opciones de la Inspectoría. Se convoca ordinariamente cada 3 años. En esta oportunidad, se realizó del 8 al 12 de julio en la casa “Buen Pastor”, en Florida, con la participación de 35 hermanos y sirvió también como preparación al Capítulo General 27 –asamblea representativa de todo el mundo salesiano-, que se celebrará en Roma, en el mes de febrero. Místicos, profetas, servidores. El Capítulo giró en torno a tres núcleos temáticos: Místicos en el Espíritu, Profetas de Fraternidad, Servidores de los jóvenes. Es una forma de replantearnos aquellos tres elementos inseparables de nuestra consagración salesiana, que intentamos vivir en un único movimiento de amor hacia Dios y los hermanos.1 Místicos en el Espíritu. Queremos vivir y manifestar la primacía de Dios en nuestra vida. Constatamos que somos buscadores de Dios, que vivimos con la certeza de que Él sostiene y llena nuestras vidas; pero luego la superficialidad, el activismo y la dispersión hacen que nuestra vida interior se manifieste pobremente. Por eso nos hemos propuesto “Crecer en una cultura de la interioridad y de la comunicación de la misma entre nosotros, los laicos y los jóvenes para ayudarnos a revitalizar nuestra identidad de contemplativos en la acción.” Profetas de Fraternidad. Constatamos que en nuestras comunidades vivimos con sencillez el diálogo, la aceptación y el respeto del otro; pero somos conscientes de que estamos llamados a más. Nuestro ideal no es la mera convivencia pacífica sino llegar a compartirlo todo en espíritu de familia. Muchas veces las múltiples actividades –o nuestro modo de encararlas- son más motivo de desencuentro que de comunión. Por eso nos propusimos “Reconfigurar nuestras formas comunitarias (estructurales, organizativas y vinculares) para resignificar nuestro vivir y trabajar juntos como profetas de fraternidad.” Servidores de los jóvenes. Toda obra salesiana tiende a crecer y a hacerse más compleja: nuevas actividades, nuevos proyectos, más jóvenes para integrar. Esto implica generalmente más reuniones, coordinaciones, delegación de tareas y, paradójicamente, alejamiento de los mismos jóvenes a quienes, por vocación, queremos servir anunciándoles la Buena Noticia de Jesús. La tensión entre “gestión” y “presencia directa entre los jóvenes” es algo que no siempre logramos resolver. Por eso nos propusimos “Renovar nuestro ser misioneros de los jóvenes y de los más pobres, dando pasos que nos lleven a estar más significativa y 1 Cfr. Constituciones, 3 físicamente en contacto con sus realidades vitales para acompañar, desde el anuncio de Cristo, sus búsquedas de sentidos en la vida.” Lo que está en juego. ¿Qué buscamos con todo esto? ¿Nuevas experiencias? ¿Nuevas formas de vida o de organización? ¿Captar más jóvenes o más vocaciones? No se trata de eso sino de ser más fieles a nuestra vocación, es decir a nuestra identidad de “Testigos de la radicalidad evangélica”2, de ser consagrados y enviados a los jóvenes en comunidad. Y entonces, ¿Qué ha cambiado? A cada uno de estos objetivos se añadieron luego dos procesos a activar y una serie de actividades personales, comunitarias e inspectoriales para poder concretarlos. Esto causó en algunos la sensación de agobio -¡es demasiado!- y en otros un cierto desasosiego –¡es más de lo mismo!-. Algunos se preguntaban: ¿cambiará la realidad o volveremos a nuestras casas sin ni siquiera intentarlo? ¿Será este un Capítulo más? La respuesta es: sí, un Capítulo más, y eso no es poca cosa. Cada Capítulo ha sido un regalo de Dios y este no ha sido menos; para darle su justo valor, pienso que hay tres tentaciones que debemos evitar: “Si no cambia todo, no cambia nada”. Quizá pretendíamos un giro radical, y nos fuimos con la impresión de que nada cambió: hablamos mucho, nos hicimos buenos propósitos y todo quedó igual. Es verdad, seguimos siendo los mismos, pero tenemos claro hacia dónde ir. Y lo que es más valioso aún: lo hemos discernido y proyectado juntos. “¿Cambio de paradigma?” Aún los cambios más drásticos se dan, en realidad, poco a poco. No hay revolución, solo evolución. A veces hablamos a la ligera: necesitamos un cambio de mentalidad, un cambio de cultura, un cambio de paradigma. ¿Quién puede cambiarse a sí mismo con solo proponérselo? ¿Quién puede modificar, así sin más, sus propios puntos de vista, sus categorías de análisis, sus ideas previas de cómo son o cómo deben ser las cosas? No seamos irrespetuosos de nosotros mismos, cada uno con su historia, su formación, su modo de ver el mundo. Si se trata de ser fieles a nuestra identidad, nuestro ritmo humano, y nuestra historia de aciertos y desaciertos no pueden quedar fuera de esta búsqueda. “Entonces, sigo igual”. Desilusión o escepticismo: Si todo va tan lento, si nada se logra totalmente, entonces da lo mismo hacer esto o aquello, emprender estos caminos o abandonarlos. Esta es quizá la tentación más fuerte y la más peligrosa. Las dos primeras nos llevan a estar desconformes pero activos. Esta, en cambio, nos puede inmovilizar. Quienes se acercan a las dos primeras tentaciones, son buscadores, discuten en la asamblea, proponen caminos nuevos. Quienes caen en esta última, se vuelven espectadores, el Capítulo pasa a ser una ventana más entre las muchas abiertas en sus pc. El producto. Sabemos desde el principio que lo esencial de un Capítulo Inspectorial no es el documento al que se llega sino el proceso que se genera. “Si este Capítulo Inspectorial tiene algún producto, no lo vamos a ver fuera de nosotros, esta vez el producto somos nosotros mismos: más místicos, más profetas, más servidores”3. 2 3 Este es el tema del próximo Capítulo General. Homilía del p. Inspector en la primera reunión de preparación al Capítulo Inspectorial. La garantía. Quizá este producto no se logre de un día para el otro, ni con la perfección que uno quisiera, pero hay una garantía: el mismo Dios que nos llama a esta vocación y quiere llenar nuestra vida, el que nos reúne en comunidades y nos envía a servir y a anunciar el Evangelio a los jóvenes, es el principal interesado en que este producto se logre. La segunda interesada es sin duda Aquella que “lo hizo todo” en la vida de Don Bosco. Nadie puede ser místico, profeta o apóstol por propia voluntad y por puro empeño. Pidamos cada día la gracia de que este “producto” se haga realidad.