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Tria g e
Triage
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Clasificación y triaje
Introducción. Generalidades y antecedentes
Clasificación y triaje no son términos equivalentes aunque se vienen usando
como tales o incluso uno de ellos para definir en qué consiste el otro, si bien
guardan similitudes. En ocasiones, la causa del error reside en malas traducciones
del inglés o al bombardeo al que no vemos sometidos por parte de los medios de
comunicación social en los que se emplean estos términos indistintamente.
Otra cuestión es cómo debe escribirse la palabra triage. En español, al igual
que todas aquellas que termina en «aje», debe aparecer como triaje. Se alude a sus
orígenes como término procedente del francés que no existe en español, si bien el
verbo triar sí se ha venido empleando asociado a labores artesanales (desbastado
de grano, lana, etc.) con el mismo significado que lo que en el ámbito sanitario
se pretende hacer con bajas o víctimas cuando la situación lo requiera (hacer
grupos con características comunes). En textos en inglés raramente se encuentra
la palabra «clasificación», incluso en textos militares. El concepto de clasificación
militar puede aparecer como triage avanzado o triage médico, si bien el primer
término puede referirse también para las técnicas de triaje más complejas que
lleva a cabo el personal sanitario especializado aunque no facultativo (técnicos,
paramédicos).
El término clasificación tiene origen latino (hacer clases, hacer grupos) y nos
resulta por ello más cercano.
La clasificación y el triaje han cruzado sus caminos a lo largo de la historia, de
modo que la primera, propia del medio militar y desarrollada al igual que otras
técnicas (cirugía, logística) en el marco de los conflictos bélicos, ha sido objeto de
interés por el medio civil mientras que el triaje, creado por la sociedad civil como
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instrumento auxiliar para primeros intervinientes no sanitarios, es objeto de interés en el medio militar sobre todo en lo que a participación de unidades militares
en lo que a superación de desastres se refiere.
Se suele aludir al barón Larrey, médico militar de las campañas napoleónicas,
como el padre de la clasificación y a la proliferación de sistemas como el START,
pensados para bomberos o policías con poca o ninguna formación sanitaria previa, como el nacimiento del triaje.
Tanto uno como otro término encajan en el marco de una situación de desproporción entre las necesidades asistenciales y los medios disponibles que irremediablemente se da en situación de desastre. Esta situación puede darse tanto
de manera puntual como sostenida en el tiempo y su entidad puede ser variable
(no es lo mismo un accidente entre dos autocares que una población de cientos
de miles afectada por un terremoto) pero en ambos casos la puesta en marcha de
triaje y clasificación será necesaria.
La necesidad de categorización de bajas o víctimas no se va a dar solo en el ámbito prehospitalario. En los hospitales también se emplea tanto en el día a día de las
urgencias como en aquellas situaciones en que el centro hospitalario se ve envuelto
en la resolución del desastre, desbordado por el número de pacientes que le llegan.
Las técnicas a emplear no van a ser exactamente las mismas, pero el objetivo final
es compartido: procurar el mayor bien al menor número posible de personas, priorizando salvar el mayor número posible de vidas. A esto se suma lo que se conoce
como «triage hospitalario», implantado de rutina en muchos centros asistenciales,
que en el día a día de los hospitales tiene más que ver con un control de calidad
asistido por ordenador, que prioriza y calcula tiempos de espera en urgencias antes
de ser atendidos en función de la patología del paciente y la saturación del centro,
que con los objetivos iniciales de las técnicas de que trata este tema.
En situación de desastre, independientemente de su causa, no va a ser posible
realizar los tratamientos definitivos en el mismo momento y lugar en que se producen las lesiones. La asistencia inicial, un adecuado triaje/clasificación (según
proceda) y el paso ordenado de las bajas (víctimas en su caso) hacia los centros
de tratamiento determinan las posibilidades de supervivencia.
Clasificación y triaje van a ser vistos en este tema desde el punto de vista prehospitalario, aunque con alusiones cuando proceda al medio hospitalario ya sea
desplegable o fijo.
Concepto de clasificación y triaje. Sistemas de categorización de bajas /víctimas
Clasificación y triaje comparten una serie de características además de tener
como objetivo salvar el mayor número de vidas y servir de apoyo para la distri2
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bución lo más justa posible de recursos asistenciales que van a ser, por definición,
escasos cuando no críticamente escasos.
En términos generales, ambos sistemas son instrumentos que en manos de
personal entrenado, facultativo o no, van a permitir conocer al menos someramente el estado clínico de cada uno para establecer grupos homogéneos de bajas
o víctimas con un criterio común, fácilmente reproducible, que establezca su acceso lo más rápido posible a los medios que necesitan. De esta primera aproximación se deduce la existencia de algún método para que la categorización pueda
llevarse a cabo y la necesidad de un entrenamiento en las pautas aplicables en
cada uno de los sistemas.
No existe una clasificación ni un triaje únicos, si bien entre ellos hay muchos
puntos en común. La razón es sencilla: no siempre participa personal facultativo
en estas técnicas, ni es necesario que sea así, sobre todo en caso de MASCAL (denominación OTAN para bajas masivas) y ello implica una mayor dificultad para
establecer la situación clínica de la baja o víctima. Debemos entonces equilibrar
«rapidez», «fiabilidad» y «sencillez». En la clasificación prevalecen las dos primeras mientras que en el triaje lo más eficaz son las dos segundas.
El número y criterio de formación de los grupos puede variar así como las razones para ser asignado a cada uno de ellos. De este modo, lo que más saben (personal facultativo) pueden afinar más en el conocimiento del estado clínico real de la
baja, pero tener grandes conocimientos no va a servir de mucho si no se dispone de
medios asistenciales en cantidad o calidad. Por otra parte, para tratar inicialmente
las grandes amenazas para la vida no es necesario tener un diagnóstico exhaustivo
de las lesiones que presenta la baja y debe tenerse en cuenta que para sobrevivir es
prioritario tratar antes aquellas circunstancias que amenazan la vida.
A continuación se resumen las características comunes a ambos tipos de categorización (clasificación y triaje):
•
•
•
•
•
•
•
Sencillo.
Fácil de aplicar.
Fácil de recordar (ayudas mnemotécnicas).
Aplicable a (casi) todas las bajas/víctimas esperables.
De aplicación rápida.
E昀椀caz, coordinado y comparable.
La pertenencia a un grupo debe hacerse evidente con algún sistema llamativo (tarjetas, pulseras, gusanos de luz y más recientemente tarjetas informatizadas o chips).
Clasificación y triaje son instrumentos de evaluación reiterada, más o menos
compleja, del estado clínico de una baja o víctima con la finalidad de asignarle un
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grupo o categoría en función de sus necesidades de atención médica, los recursos
disponibles y el entorno en que se encuentre. Es fácil deducir que no se puede
hacer lo mismo a igualdad de situación clínica y recursos en ambiente NBQ o
convencional o a igualdad de situación clínica y ambiente si los recursos son muy
diferentes. A igualad recursos y entorno, son los sistemas de clasificación y triaje
los que se encargan de establecer las prioridades según necesidades basadas en la
clínica.
Ambos sistemas se hacen necesarios cuando la situación cambia de accidentes
puntuales o pequeños eventos de múltiples víctimas con recursos suficientes y
posibilidad de hacer lo mejor para cada individuo a grandes EMV o catástrofes
cuando prima hacer lo mejor para el mayor número posible de personas. Este es
el concepto de the best for the most que aparece frecuentemente en la bibliografía.
En la actualidad, clasificación y triaje tienen una considerable interrelación
entre lo civil y lo militar, hospitalario y prehospitalario, entre los eventos de bajas/
víctimas abarcables y masivas. No existe ninguno de ámbito mundial reconocido
y el interés general se centra en la informatización e interoperabilidad, la utilidad
para casos masivos sostenidos en el tiempo (terremotos, tsunamis, etc.) así como
nuevos sistemas de tarjetas (el modo más clásico de expresar la categorización) y
sus posibles sustitutos electrónicos.
Veamos ahora cada uno de ellos por separado con sus técnicas y características específicas.
Tipos de categorización. Clasificación general
Es interesante ver de modo resumido la clasificación de los diversos tipos de
categorización para luego ver más en detalle las similitudes y diferencias entre
clasificación y triaje.
• Según el personal que la realiza:
o Facultativos (médicos, enfermeros).
o No facultativos (técnicos sanitarios, profanos).
• Según el personal sobre el que se realiza:
o Adultos/niños.
o Contaminados/no contaminados.
• Según el lugar donde se realiza:
o Escenario del desastre: foco.
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o Escenario del desastre: lugar donde asientan órganos sanitarios desplegables.
o Central de urgencias/emergencias (radio, teléfono).
o Hospital: servicio de urgencia/emergencia.
o Hospital: otras dependencias y servicios.
• Según el momento en que se realiza:
o Inicial o primaria.
o Posterior o secundaria y sucesivas una vez estabilizado.
• Ámbito en que se realiza:
o Escenario civil/militar (en la actualidad se dan fácilmente entremezclados
ya que puede haber un desastre en escenarios militares y es habitual la
implicación de los ejércitos en escenarios de desastre civiles.
• Recursos su昀椀cientes/MASCAL.Según los parámetros que considera:
o Anatómicos o lesionales.
o Fisiológicos o funcionales.
o Mixtos: Generalmente mezclas de los dos anteriores.
• Según el número de grupos que considera:
o Bipolares (vivos/muertos, contaminados/no contaminados, etc).
o Tripolares.
o Tetrapolares.
Esquema actividad dinámica y actuación sobre el terreno. (Foto propiedad del autor)
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o Pentapolares.
• Según su complejidad:
o Básicos o sencillos.
o Avanzados o complejos.
La clasificación y el triaje son procesos dinámicos que se repiten continuamente en el tiempo y en diversos lugares por los que pasa la baja a lo largo de la
cadena de tratamiento-evacuación hasta su destino final (hospital fijo en el caso
más completo, tras una evacuación estratégica desde ZO), según la secuencia:
Exploración, tratamiento, evaluación…
Clasificación y tipos principales
La clasificación es una actividad logística asistencial, de responsabilidad facultativa, menos protocolizada que los métodos de triaje, donde prevalece el criterio y la
experiencia profesional sobre las cifras. Es inseparable de la estabilización e implica
también la determinación de un destino para tratamientos posteriores, un medio de
evacuación y la realización de la misma bajo control sanitario. Estas circunstancias,
juntas, constituyen el concepto de puesta en estado de evacuación, la base de toda
posterior actuación sanitaria militar (EVASAN, cirugía avanzada, etc.)
CONCEPTO DE ESTABILIZACIÓN
Funciones vitales mantenidas o adecuadamente sustituidas.
Acceso venoso asegurado: volemia eficaz, fluidoterapia, medicación.
Inmovilización adecuada.
Analgesia y sedación.
Protección frente al medio.
Aun siendo de origen y esencia militar, en la actualidad (por ser la actividad
bélica un compendio de las consecuencias del desastre en su más amplio concepto), está pasando al medio civil en lo que a superación de desastres se refiere y
como tal se ha ido adaptando.
La clasificación, en su devenir histórico a lo largo de las diversas campañas, ha
ido incorporando las novedades aparecidas como las amputaciones salvadoras de
la vida (campañas napoleónicas), contaminación química y lesiones sensoriales
(PGM), lesiones hipo e hiperbárica, quemaduras, irradiación y contaminación
radiológica (SGM), modificada posteriormente con el empleo masivo de HELOEVASAN (Corea y campañas posteriores) y coincidiendo en la sociedad civil
con el desarrollo de los sistemas de scoop and run y stay and play.
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En general la clasificación es siempre «avanzada» por su implicación facultativa, pero admite una versión básica en la que sin grandes medios el «ojo
clínico» experimentado permite evaluar de forma rápida e intuitiva las posibilidades de supervivencia de individuos lesionados o afectados por determinados
agentes.
Existen múltiples tipos de clasificación si se tienen en cuenta circunstancias
como el ambiente NBQ, con la impronta que marca la contaminación y la necesidad de aislamiento, tratamientos específicos, etc., o la relativa a aeroevacuaciones, la de la OTAN…
Este apartado se centra en los dos tipos de clasificación desde el punto de vista
de las operaciones militares convencionales.
1. Clasificación por prioridades
Diseñada para ambiente convencional y tradicionalmente asociada al oficial
médico más caracterizado, en la actualidad cualquier oficial médico o enfermero
puede realizarla con el entrenamiento adecuado.
Parte de la premisa de que hay recursos asistenciales suficientes si bien estos no se encuentran exactamente en el mismo momento y lugar en que se han
producido las bajas, que, a su vez, presentan diversos tipos de lesiones y niveles
de gravedad, por lo que no todas requerirán una asistencia inmediata y especializada.
El criterio para su categorización es el «plazo operatorio de las heridas», un
concepto clásico en la doctrina sanitaria, pero totalmente vigente. Se trata de
un espacio de tiempo funcional según el cual las bajas, una vez estabilizadas, necesitarán con mayor o menor premura acceder al tratamiento quirúrgico sin que
por ello empeore su pronóstico vital ni aumente significativamente la incidencia
de complicaciones y secuelas. Este tiempo se va reduciendo progresivamente
con los medios tecnológicos actuales de diagnóstico, tratamiento y evacuación
de modo que se tiende, si la situación táctica lo permite, a identificarlo con la
hora de oro. En situaciones menos favorables (fuego enemigo, malas vías de
comunicación, carencia de helicópteros, etc.) hay que considerar, con criterio
realista, espacios de tiempo bastante más expandidos (6 o más horas). Este
plazo tiene una importancia capital para el planeamiento sanitario tanto en lo
que a dimensionamiento se refiere como a los lugares de despliegue de las formaciones sanitarias móviles respecto de aeropuertos, helisuperficies, hospitales
fijos si están disponibles, etc., siempre con el condicionamiento del curso de las
operaciones.
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La asignación de prioridades en clasificación convencional es:
•. P-1. Corresponde a bajas en peligro de muerte inminente que precisan tratamiento médico o quirúrgico inmediato. Su plazo operatorio se considera
inferior a tres horas y debe intentar reducirse a una hora.
• P-2. Son bajas en peligro de muerte o pérdida de un miembro o sentido por
la aparición de alteraciones fisiopatológicas irreversibles. Su tratamiento definitivo no debe pasar de las seis horas.
• P-3. Son bajas que no están en peligro de muerte y cuyo tratamiento puede
diferirse hasta doce horas.
• P-4. Su tratamiento puede demorarse hasta 24 horas ya que se trata de bajas
no graves.
2. Clasificación de bajas masivas
Circunstancialmente el número de bajas producidas es tal que la desproporción de medios no permite la asistencia a todas ellas. Ante la perspectiva de no
poder atender a todas, aunque se trate de una situación limitada en el tiempo, es
preciso cambiar el criterio por el que se va a caracterizar a las bajas pasando a
dar prioridad absoluta a aquellas con mayor probabilidad de supervivencia. Hay
que tener en cuenta que en situación de MASCAL los medios asistenciales de
mayor nivel tecnológico pueden no estar disponibles o consumen gran cantidad
de recursos materiales, humanos y tiempo, durante el cual otras bajas que hubieran podido salvarse pueden sufrir un deterioro irreversible y morir. No obstante,
en cuanto se disponga de los recursos necesarios, se volverá lo antes posible al
criterio de prioridad según estado clínico.
La asignación de prioridades en MASCAL es:
• T-1. Son bajas con grandes posibilidades de sobrevivir que requieren cirugía de urgencia y cuyo tratamiento consume poco tiempo y pocos recursos
humanos y materiales.
• T-2. También requieren cirugía de urgencia pero las condiciones en que se
encuentran permiten diferir la intervención. En el plazo de espera serán necesarias medidas de estabilización y mantenimiento en las mejores condiciones posibles.
• T-3. Son bajas con lesiones leves que no representan riesgo vital y que pueden ser atendidas por compañeros o personal sanitario no facultativo.
• T-4. Corresponde a moribundos y bajas con muy pocas posibilidades de
sobrevivir, que tienen graves y múltiples lesiones y requieren procedimientos
quirúrgicos complejos y de larga duración. Su tratamiento quedará diferido
hasta que haya disponibilidad de recursos y solo recibirán una asistencia
mínima de mantenimiento.
Una relación más intuitiva respecto a tiempos de espera de las bajas/víctimas
en MASCAL aparece reflejada en la siguiente tabla:
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T-1
No pueden esperar.
T-2
Deben esperar.
T-3
Pueden esperar.
T-4
Tienen que esperar.
Lo más destacable en relación a la posible comparación entre ambas clasificaciones se ilustra en la figura siguiente donde se puede apreciar, tras realizar el
caso práctico de «P versus T» cuáles son las patologías que mantienen la más alta
prioridad tanto en situación abarcable como en MASCAL y cuáles pasarán de
P-1 a T-4 en caso de bajas masivas.
Relación entre prioridades y bajas masivas. (Foto propiedad del autor)
3. Las «T» de la OTAN
En su amplia producción bibliográfica doctrinal e institucional, la OTAN propone su propia clasificación que, en realidad, es una mezcla de criterios. Se expone aquí para conocimiento general y por si es de obligada ejecución en alguna
operación. Lleva asociado un código de color que incluye una quinta categoría
T de la OTAN. (Foto propiedad del autor)
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(azul) asociada a aquellos equivalentes a los T-4 del sistema MASCAL, que también se emplea en algunas organizaciones de emergencia civil.
Triaje y tipos principales
El triaje nace en el medio civil por la necesidad de establecer un orden inicial
en el caos que siempre supone la aparición de un desastre, sobre todo por parte de
aquellos que llegan primero al lugar y que no suelen ser personal sanitario. Aunque es contemporáneo de los inicios del entrenamiento en materia de RCP a la
población general y en la actualidad se entrenan ambas capacidades en diversos
cursos de nivel básico, todavía no aparece claramente asociado el triaje al bagaje
de conocimientos del soporte vital básico.
Por estar dirigido fundamentalmente a personal no facultativo, es obligado
que se empleen en la valoración clínica de las bajas/víctimas parámetros clínicos
fáciles de obtener e interpretar así como sistemas sencillos que hagan evidente y
fácilmente reconocible la categorización asignada a aquellos otros también presentes en el escenario del desastre y que suele ser el código de colores del semáforo
al que intuitivamente se asocia una mayor o menor necesidad/rapidez de asistencia. Por esta misma razón es un método de categorización altamente protocolizado y la adhesión exacta a dicho protocolo es lo que garantiza, por un lado la
reproducibilidad del modelo con vistas a la valoración de su eficacia y por otro
la protección jurídica del actuante que lo emplea, quedando así liberado de las
posibles consecuencias indeseadas de la aplicación del método.
Existen sistemas de triaje básicos (para cualquier persona con un mínimo
entrenamiento) generalmente exentos de actividad asistencial y avanzados (para
personal no facultativo pero profesional de la sanidad a su nivel como pueden ser
los técnicos sanitarios o los paramédicos) que requieren un formación sanitaria
de mayor nivel. Con una capacidad de evaluación clínica superior (por ejemplo,
manejo de la escala de Glasgow) y realizan actividades asistenciales.
Forman parte de los primeros:
•
•
•
•
SIEVE.
SHORT.
CESIRA.
MRCC.
Ejemplos de los segundos son:
• SORT.
• START.
• JUMP START.
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• Combinaciones de dos de ellos (SIEVE + SORT) como se contempla en el
MIMMS en sus versiones tanto civil como militar y que se ha empleado
también en el ámbito OTAN.
• Además, pueden encuadrarse en este apartado variantes de los anteriores
específicamente adaptadas a determinados servicios de emergencias que actúan en un determinado ambiente (montaña, rescate acuático, medio industrial químico, etc.)
El personal que atiende emergencias a nivel internacional como pueden ser las
FAS y determinadas ONG, deben conocer estos sistemas aunque no los empleen
en su actividad cotidiana ya que la carencia de un sistema único (fácil, rápido,
poco variable de un individuo a otro, asequible a los diversos intervinientes y
fiable) no existe y por ello han proliferado tantos como visiones se tiene de la
superación de desastres. El mismo color asignado puede significar lo mismo (la
prioridad) pero no siempre se han valorado las mismas circunstancias.
Otro detalle interesante, derivado de lo anterior, es conocer que hay sistemas
«duros» y «blandos». Esta diferencia es importante ya que el triaje de cualquier
tipo finaliza con la asignación de un color de entre una gama muy restringida (el
semáforo) pero ese color tiene distinta trascendencia según el método aplicado
para asignarlo.
Un ejemplo: Si comparamos los sistemas SORT (duro) y SIEVE (blando) resulta que de dos individuos categorizados como rojo, uno con cada sistema, está
mucho más grave el triado con SORT que el triado con SIEVE. El primero otorga
el rojo a aquellos que ya muestran signos y síntomas de descompensación mientras que el SIEVE lo hace ante los de compensación del shock.
Por su amplio uso en la sanidad de superación de desastres y estar generalizándose como sistema básico de triaje para personal no facultativo en las FAS, se
expone a continuación el sistema START.
Sistema START
Diseñado en principio para que profesionales no sanitarios del mundo de la
emergencias (policías, bomberos) pudieran realizar el desbastado inicial en un
escenario con víctimas, establecer un orden e informar ajustadamente de lo que
estaba ocurriendo a sus centros coordinadores, se trata de un método sencillo,
fácil de recordar y rápido de categorizar inicialmente a una víctima y asignar el
color correspondiente.
Precisa unos someros conocimientos de soporte vital básico y el entrenamiento en técnicas sencillas para obtener los parámetros clínicos sencillos que van a
permitir la categorización y la asignación de un color. No implica ninguna me11
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dida terapéutica salvo cohibir hemorragias externas importantes con cualquier
medio de circunstancias.
El objetivo final es favorecer la supervivencia del mayor número posible de
víctimas y facilitar que los primeros apoyos sanitarios en llegar al escenario del
desastre (asistenciales, transporte) se empleen en quien más los necesita.
El protocolo es el siguiente:
• Lo primero es separar a los que pueden caminar por sí mismos y lo hacen
espontáneamente. Deberán cuidar unos de otros, podrán auxiliar a otros
más graves, según el caso y atenderán a los menores que se encuentren solos.
Se les asigna el color VERDE.
• Después es preciso recordar las tres palabras clave de la RCP: respiración,
circulación, consciencia.
• Al examinar a una víctima habrá que comprobar si respira tras haber realineado con suavidad la cabeza con el tronco. Si no respira, se asigna el color
NEGRO. Si comenzó a respirar tras esta maniobra, asignaremos el ROJO.
• Si respiraba desde el principio, es preciso valorar el ritmo. Si pasa de 30 resp/
min, asignaremos ROJO. Si no, comprobaremos el pulso radial.
• Si el pulso radial no es detectable, asignaremos ROJO. Si lo es, se valora la
perfusión capilar periférica en el lecho ungueal.
• Si el relleno capilar ungueal pasa de los 2 s, asignaremos ROJO, si no, comprobaremos el nivel de consciencia. (Nota.- Valorar bien respuestas incohe-
Algoritmo START
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rentes o ininteligibles como «mal» estado de consciencia. Solo será «bueno»
si responde coherentemente a preguntas sencillas).
• Si está inconsciente o no puede ejecutar órdenes sencillas, asignaremos
ROJO. En caso contrario, será AMARILLO, habremos terminado el protocolo y pasaremos a otra víctima.
Bien entrenado, el protocolo es de rápida ejecución (unos 20 segundos) y permite gran agilidad para la evaluación inicial de las víctimas. El algoritmo se puede
consultar en la siguiente figura.
Para facilitar aún más la tarea, se emplean en todo el mundo tarjetas resumen
adaptadas a la organización de emergencias que las emplea.
Memo START UME. (Foto propiedad del autor)
En esta figura se muestra la de la UME. La simplificación consiste en que recuerda al usuario del método START los parámetros que debe obtener. Cuando
se encuentra una circunstancia que implica asignación de color ROJO, se puede
pasar a otra víctima.
Es un buen sistema para categorizar los efectos hemodinámicas de las lesiones
y no tanto para las de tipo neurológico. Además, no tiene en cuenta las peculiaridades de los niños ni otras circunstancias como quemaduras, embarazo, etc.
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El JUMP START es la variante pediátrica del sistema START y tiene en cuenta la importancia de la fisiopatología respiratoria en la RCP infantil.
Otras consideraciones
• Aspectos éticos. Tener que elegir, estrés, no salvar a algunos. ¿Cuál es el mejor método de triaje? La clasificación es un acto de gran responsabilidad e
implicación personal, fundamentalmente en situación MASCAL, además
de ser obligatoria por ser éticamente la más correcta. Ello implica que:
o Bajas/víctimas leves sufran complicaciones serias mientras esperan ser
atendidas.
o Clasificar como irrecuperables algunas que podrían haber sido recuperadas en momentos iniciales.
o Desperdiciar esfuerzos en algunas no recuperables, en detrimento (tiempo, medios materiales y humanos) de las recuperables.
Esto no ocurre en aquellos que ejecutan los protocolos de triaje, donde todo
está pautado y sujeto a poca iniciativa desde el punto de vista individual. Clasificación y triaje deben realizarse con la cabeza y no con el corazón.
• La tabla comparativa entre clasificación y triaje, que debe ser tenida en cuenta frente a cualquier investigación bibliográfica dada la enorme confusión
existente en cuanto a terminología.
COMPARATIVA DE CARACTERÍSTICAS ENTRE CLASIFICACIÓN Y TRIAJE
TRIAJE
CLASIFICACIÓN
No asistencial aunque enfocado a la primera
atención médica.
Asistencial: estabilización, cirugía de control de daños.
Sencillo.
Complejo.
Poco preciso.
Preciso.
Fallo: overtriage.
Fallo: undertriage.
Funcional generalmente.
Lesional o mixto.
En el foco del desastre, antes del despliegue de
los elementos de emergencia.
En el ámbito de los elementos de emergencias desplegados.
Hospital.
Muy breve, segundos.
Pausado. Valoración.
Pocos datos disponibles.
Gran cantidad de datos.
Protocolo, se ejecuta.
Procedimiento, se evalúa.
Inicial, tras la lesión.
Posterior.
No facultativo (personal entrenado).
Facultativo (personal entrenado).
No adaptado a grupos especiales.
Se adapta a grupos con necesidades especiales.
Organización inicial del escenario.
Organización específica mientras dura la situación crítica.
Aporta información sobre el impacto del evento.
Permite hacer cálculos sobre necesidades y disponibilidad
de recursos.
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• Re昀氀exión sobre la identificación en el escenario (cuando sea posible según situación táctica) y la formación del personal responsable de dirigir y ejecutar
la clasificación y el triaje, según el caso.
o El mejor método de triaje: obviamente, la existencia de innumerables
métodos alude a que ninguno de ellos es el ideal. Cada organización de
emergencias adopta uno según su mejor conveniencia. Lo importante es
conocer y saber aplicar con competencia profesional el de la propia unidad y conocer otros similares para una mejor coordinación en grandes
escenarios sobre todo a nivel internacional.
o Formación e identificación del personal responsable del triaje: la formación
en clasificación y triaje debe formar parte de la instrucción sanitaria en los
niveles avanzado y básico respectivamente y está basado a su vez en dichos
conocimientos y en la experiencia profesional. La variabilidad de sistemas
de categorización y la posibilidad de trabajar integrado en uno organización multidisciplinaria sobre todo en escenarios internacionales hace que
sea preciso un entrenamiento específico para realizar el triaje dentro y fuera
de la propia organización. Los responsables de las tareas de triaje deben
estar identificados de modo visible (chalecos, brazaletes) y sus responsables
con un casco de «jefe». En el caso de la clasificación, también es conveniente, si la situación táctica lo permite, que el oficial médico o enfermero
responsable esté identificado dentro del grupo con algún elemento evidente
que permita localizarle rápidamente en el maremágnum que puede suponer
un elemento desplegable de puesta en estado de evacuación.
• Modo de expresar la categorización asignada tanto en clasificación como
en triaje.
o Tarjetas de triaje y equivalentes: la categorización en el triaje ha venido
expresándose tradicionalmente en forma de tarjeta con la asignación de
un color de modo evidente (doblando, recortando, plegando) con un sistema de pestañas.
o En Sanidad Militar, se ha dispuesto igualmente de las denominadas «tarjetas de evacuación», en las que aparecía la categorización de las clasificaciones iniciales y modificables a lo largo de la cadena de tratamiento
evacuación. En ocasiones, también tiene asignado un código de color si
bien no es superponible al del triaje como ya se vio más arriba en el texto.
o Cualquier elemento de categorización ya sea tarjeta u otro soporte, tanto en
triaje como en clasificación debe acompañar al individuo a lo largo de todas
sus vicisitudes en el escenario del evento, sea cual sea, hasta su llegada al
hospital y posteriormente ser conservado como parte de la historia clínica.
o En la actualidad, se tiende a considerar superado el sistema de tarjetas
y se están diseñado y comercializando otros informatizados, algunos de
ellos con chips que pueden ser rastreado con las lectoras adecuadas.
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o Las características básicas de las tarjetas clásicas, que deben conservarse
en cualquier sistema informatizado, y sus limitaciones. A pesar de ellas,
en ausencia de medios electrónicos de soporte, como puede suceder en
escenarios de desastre a nivel internacional por carencia previa o por destrucción de los mismos, saber manejar adecuadamente una tarjeta tipo
es fundamental. Las partes de una tarjeta de triaje básica como la que se
muestra en la figura:
Partes de una tarjeta, diseño de la autora
• Soporte sobre el que poder escribir, resistente al agua en lo posible.
• Sistema resistente de sujeción al individuo.
• Identi昀椀cación del individuo. Si no es posible obtenerla o expresarla (otros
idiomas con alfabetos diferentes) se usará el número irrepetible que debe
constar en toda tarjeta, lo que puede convertirse en un «carné de identidad
de circunstancias» en caso de víctimas no identificadas aunque por la situación del escenario no necesiten ser triadas.
• Categorización asignada. Generalmente el color está remarcado con un dibujo que asocia: rojo con inmediato y una liebre, amarillo con diferido y una
tortuga, verde con una ambulancia tachada (no evacuar) y negro con una
cruz (fallecidos).
• Pestañas para el elemento de evacuación encargado y para el hospital de
destino. Esto, que puede ser conflictivo con las tarjetas clásicas, pretende
obviarse en la actualidad con chips y sus lectoras correspondientes.
• Datos clínicos y terapéuticos básicos: Torniquetes y aplicación de mor昀椀na
suelen ser los más destacados además de T/A, pulso y algún parámetro respiratorio.
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• El reverso repite los datos más importantes: número de tarjeta, categorización y pestañas de evacuación y hospital y sirve de soporte para más datos
clínicos.
o Algunas limitaciones son: dificultad para su lectura con luz escasa (para
ello existen pulseras luminiscentes o gusanos de luz que no aportan otros
datos más que la categorización), deterioro de los materiales, suelta de
las cintas o elásticos, etc., suelen ser las más destacables. Con todo, los
mayores fallos derivan de la ausencia de su empleo.
Bibliografía
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Uso con fines académicos
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