Subido por Karla Sandino

Historia de la auditoria fiscal

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El adjetivo fiscal, por su parte, refiere a aquello perteneciente o relativo
al fisco (el tesoro público o el conjunto de organismos públicos cuya
función es recaudar impuestos y tributos).
Estas dos definiciones nos permiten afirmar que una auditoría fiscal es
una inspección de la situación tributaria de una persona o de una
empresa para verificar si cumplen con sus obligaciones.
La auditoría fiscal, por lo tanto, es un proceso que consiste en la
obtención y evaluación de evidencias acerca de los hechos vinculados a
los actos de carácter tributario. El auditor debe comparar
las declaraciones y los pagos de impuestos con las finanzas del ente
auditado para determinar si todo está en regla.
Además de todo lo expuesto tendríamos que subrayar que existen
básicamente dos tipos de auditorías: la interna y la externa. Esta última
puede ser, a su vez, de tipo gubernamental o bien de carácter privado.
Al llevar a cabo una auditoría de tipo fiscal es innegable que el
profesional que la lleve a cabo realice un exhaustivo análisis de la
empresa en cuestión y de la información de la misma. Así, más
concretamente, deberá adquirir los máximos conocimientos sobre la
estructura de aquella entidad, las operaciones que lleva a cabo o las
condiciones económicas que posee.
De esta manera, con esos datos y a partir de los mismos, el auditor
realizará un profundo análisis, después inspeccionará y confirmará lo
estudiado, investigará y observará. El resultado de todo ello será la
confección de un informe final o dictamen, que se compone de dos
partes estructuradas: una primera, en la que se da a conocer el
procedimiento llevado a cabo, y una segunda donde establece su
opinión.
El Estado, a través de distintas oficinas y secretarías, suele desarrollar
auditorías fiscales para asegurarse que los contribuyentes estén
cumpliendo con sus obligaciones. En caso de detectarse alguna
irregularidad, el deudor es intimado a regularizar la situación y, según el
caso, puede ser castigado de diversas formas ya que la evasión fiscal
es un delito.
Las grandes empresas también suelen ordenar auditorías fiscales
internas, de forma tal que se aseguren que el pago de los tributos se
está realizando con normalidad.
Es habitual que suela confundirse lo que es una auditoría fiscal con una
inspección fiscal, pero son cosas diferentes. Así, de la primera habría
que destacar que es realizada por un profesional independiente, que en
ella no está permitida la opinión parcial o que aquel la lleva a cabo casi
de manera simultánea a que tengan lugar los hechos.
La segunda, la citada inspección, por su parte se identifica porque es
llevada a cabo por un funcionario del Estado, porque se debe emitir
opinión siempre, porque cuenta con menos facilidades para acceder a la
información y porque es llevada a cabo después de la auditoría
financiera.
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