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TP Nazismo

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Provincia de Buenos Aires
Dirección General de Cultura y Educación
I.S.F D Y T N°83
Profesorado de Historia
Profesora: Susana Jecke
Materia: Historia Mundial Siglo XX
Trabajo práctico: “Nazismo”
Estudiante: Morales Leandro
Introducción
Entre los acontecimientos más importantes y decisivos del S. XX se encuentra
el surgimiento del Nacionalsocialismo de Alemania, que hace referencia al
movimiento nazista o nazismo, conocido como el hecho más cruel de la historia
de Europa. Esta doctrina política, social y racial surge en Alemania en los años
20, pero alcanza mayor importancia en los años 30, momento en que las duras
condiciones de paz impuestas en el Tratado de Versalles (1919) se juntan con la
grave crisis mundial del Jueves Negro en 1929. Este nuevo movimiento le
arrebata al comunismo las masas obreras alemanas, une a todas las clases
sociales y les da el impulso necesario para salir de esta terrible crisis, retrasando
de esta forma el triunfo de la Revolución Mundial Marxista. Nace, en suma, el
estado totalitario, en el que el Partido nazi maneja todos los hilos de la nación.
Los nacionalsocialistas creen principalmente en la determinación biológica como
factor decisivo en la definición de las labores que ha de ejecutar un individuo.
Identifican al hombre ario con el concepto de hombre creador, viril y guerrero. A
partir de allí, le reconocen todos los triunfos de la especie humana. Sin embargo,
también creen en la ciclidad de la historia y sostienen que las civilizaciones
creadas por los arios decaían y morían una vez sus elementos representativos
se mezclaban racialmente con miembros de otras razas.
El nacionalsocialismo identifica en la comunidad judía la antítesis del hombre y
advierte que muchos de los principales líderes comunistas son judíos. De allí
derivan teorías acerca de la existencia de una conspiración judía para hacerse
con el control mundial. Todas estas creencias se manifiestan claramente en las
afirmaciones de Adolf Hitler, el representante más conocido del
nacionalsocialismo en la historia mundial y denominado por sí mismo y por sus
partidarios “el Führer”: “La doctrina judía del marxismo rechaza el principio
aristocrático de la Naturaleza y reemplaza el privilegio eterno del poder y la
fuerza por la masa de los números y su peso muerto. Así niega el valor de la
personalidad en el hombre, cuestiona el significado de la nacionalidad y la raza
y por tanto aparta de la humanidad la premisa de su existencia y su cultura.
Como fundamento del universo, esta doctrina conduciría al final de cualquier
orden intelectualmente concebible para el hombre. Y como el resultado de la
aplicación, en el mayor de los organismos conocidos, de tal ley solo podía ser el
caos, en la tierra solo podría haber destrucción para los habitantes de este
planeta.
Si [….] el judío vence a los otros pueblos del mundo, su corona será la corona
de muerto de la humanidad y este planeta se desplazara por el éter vació de
hombres, como lo hizo hace miles de años1i”.
La teoría nazi sostenía que entre el Führer y su pueblo existía una armonía
mística, una absoluta comunión, pero, en realidad, la aprobación y la adhesión
de la sociedad alemana quedaban por lograr. Por ello, se recurrió a los grandes
actos públicos, manifestaciones y desfiles nazis, que escenificaban la grandeza
de Hitler y la disciplina impecable de su ejército; se difundieron políticas de
bienestar y se recurrió a los medios de comunicación masiva.
Los periódicos y los libros fueron sometidos a una estricta censura y se llevaron
a cabo grandes quemas de libros considerados perniciosos.
El cine no solo sufrió la censura, sino también la manipulación. Todas las
películas debían contener algún mensaje pronazi. Incluso el propio estado se
ocupó de producir películas documentales de propaganda, utilizando todos los
adelantos de técnica y arte.
La radio también se convirtió en un medio muy importante para el régimen, ya
que permitía a la voz del Führer entrar en los hogares alemanes. La propaganda
no buscaba solo fortalecer la fidelidad al régimen o el odio hacia los judíos, sino
difundir formas culturales consideradas propias o saludables para la nación e
identificadas con la raza aria.
El lema de la política interior del Tercer Reich era “Alemania para los alemanes
y gobernada para los alemanes”. Esto, pone de manifiesto que Alemania querría
ser la dueña de su propia casa y vivir en ella de acuerdo a su gusto y mentalidad,
excluyendo de la vida pública a todos los elementos extraños. Asimismo, los
nazis instauraron el control reproductivo de la sociedad alemana, pensando que
la necesidad de crear nuevos arios es imperiosa. Por ello, se buscó la
fecundación de todas las alemanas de buena sangre por parte de la elite aria
para que poco a poco la raza perdida recupere su esplendor. El resultado de esto
fue el establecimiento de los campos llamados Lebensborn en los cuales las
mujeres de origen ario eran inseminadas con padres seleccionados para la
creación de niños racialmente puros. Esto indica que el objetivo de Adolf Hitler
era muy claro: “Debemos luchar para salvaguardar la existencia y la
reproducción de nuestra raza y de nuestro pueblo, el mantenimiento de nuestros
hijos y la pureza de nuestra sangre, la libertad y la independencia de la patria,
de manera que nuestro pueblo pueda madurar para el cumplimiento de la misión
otorgada por el Creador del universo2
Según Adolf Hitler, los comunistas eran enemigos de la nación alemana, pero
había un enemigo aún más peligroso: los judíos, a los que consideraba como
“algo hostil al germanismo” y como “verdaderos diablos” con “el cerebro de un
monstruo y no de un hombre”. Afirmaba, sin reparo, que los judíos encarnaban
todos los malos que aquejaban al pueblo alemán: eran los proletariados
agitadores, los financistas avaros y los grandes industriales que exprimían al
pueblo alemán; eran la prensa que difamaba a la nación y también los débiles y
corruptos parlamentarios cómplices de las humillantes tratados de paz.
Eran, en síntesis, el enemigo racial que desde el interior corrompía y
contaminaba a la nación, debilitándola.
Teniendo en cuenta y analizando en profundidad los objetivos y las ideas de
Hitler, su lema “Alemania para los alemanes y gobernada para los alemanes” y
su afirmación: “Lo que la Nación alemana anhelo en vano durante siglos enteros
al fin se ha hecho realidad: un pueblo uno, de hermanos, libre de los recíprocos
prejuicios y entorpecedores de los tiempos pasados”, cabe plantearse las
siguientes preguntas: ¿Realmente la ideología nazista del hombre más cruel de
la historia alemana, y probablemente de toda Europa, se interesaba por el bien
de los alemanes? ¿Acaso no eran los propios alemanes las victimas más
perjudicadas y desfavorecidas por una absurda, o tal vez, inadecuadamente
llevada, ideología?
Todas estas preguntas y las otras que seguramente más de uno se plantea o se
planteara al conocer este acontecimiento histórico más vergonzoso de la historia
alemana, probablemente no deberían ser respondidas por nosotros. Asimismo,
el objetivo de este trabajo no es precisamente dar respuestas a estas preguntas,
sino averiguar que repercusión tuvo el nacionalsocialismo en la conciencia de la
sociedad que vivió enmarcada por él y que cambios provoco en la mentalidad de
los alemanes.
El 30 de enero de 1993 está considerado como el día más negro de Alemania
ya que el Gobierno conservador salido días antes de las urnas nombrará a Hitler
Jefe del Gobierno. Desde su posición privilegiada Hitler fue deshaciéndose
rápidamente de los ministros no nazis y, poco tiempo después, con la muerte del
anciano mariscal Hindenburg, Adolf Hitler alcanzaba la jefatura de la nación y del
Gobierno. Era el 20 de julio de 1934. En poco más de un año se había convertido
en el Jefe de Estado y de Gobierno de Alemania.
El ascenso de Hitler y de su partido nazi al Poder en Alemania, se debió a una
serie de circunstancias entre las que cabría señalar:
a) El régimen democrático de la República de Weimar tenía que devolver a
los países vencedores de la 1° Guerra Mundial (Francia, Gran Bretaña y
Estados Unidos) una fuerte suma de dinero en concepto de reparaciones
de guerra de la que no disponía. El egoísmo de los países vencedores del
primer conflicto mundial al no perdonar su abultada deuda a Alemania
provoco una gravísima crisis económica y el auge de los partidos
conservadores extremos y del marxismo.
b) La economía alemana se precipito también en el abismo de la crisis
económica mundial. La galopante inflación alcanzo cosas inimaginables.
Los precios de los productos subían en cuestión de horas a alturas
astronómicas.
c) Mientras que el índice de desempleo superaba el 30% y la miseria y el
hambre se apoderaban del país.
d) Hitler fue capaz de atraerse tanto a industriales como a latifundistas.
e) Que, en el pasado, habían sido favorecidos por el Estado, especialmente,
durante la monarquía imperial de Guillermo ll, el ultimo káiser alemán.
f) En este extenso trabajo analizare, desde los primeros años de juventud
de Adolf Hitler, hasta la llegada al poder (años 1923-39) así como el
ascenso del partido Nacional-Socialista alemán desde sus minúsculos
inicios hasta conseguir arrastrar a masas y las oposiciones con las que se
encontraron durante estos años por parte de algunos partidos y grupos
sociales (principalmente cristianos) para impedir la dictadura de Hitler en
Alemania.
El estado y los ciudadanos
Los nazis explotaron el deseo de “comunidad del pueblo”, elaboraron su
propia síntesis de promesas socialistas y procedimientos de corte
capitalista, y debilitaron las inquietudes anticapitalistas con una dieta de
pretendidos cambios sociales. La táctica del régimen de efectuar cambios
sociales de carácter puramente simbólico estaba de acuerdo con los
deseos y aspiraciones profundas de muchos alemanes. No solamente el
amplio sector pequeño burgués de las masas anticapitalistas sino también
muchos obreros identificaban las alteraciones radicales de la estructura
social con un descenso general de su situación y preferían a eso una
mejora se sus particulares condiciones de vida. <<No había grupo
importante de la sociedad alemana que no pudiera identificarse con el
Führer en alguna manera. Los campesinos le veían en su calidad de
miembro de su clase, un hombre de manos encallecidas capacitado como
nadie para comprender sus problemas; los soldados le veían como un
militar sin clase, mitad cabo y mitad comandante en jefe, y los
profesionales como una autodidactica que, pasando por encima de la
rutian académica, se había graduado summa cum laude en la escuela de
la vida>>3.
Hitler conservo intacta la mayor parte de la vieja estructura: el sistema de
tribunales y oficiales de justicia que había heredado de la odiada
República. Pero cambio su espíritu al cambiar la teoría de la ley. La gente
conservaba el sistema legal “externo” al que estaba acostumbrada, pero
en realidad, vivía bajo un sistema legal que era un instrumento de poder
en manos de la jefatura nazi. Con todas estas aspiraciones y una
conducta especialmente afectiva hacia los ciudadanos, nunca hasta ahora
expresada por ningún jefe de estado alemán, Adolf Hitler se iba ganando
la aprobación y la simpatía del pueblo alemán y estaba consiguiendo
inculcar en la mentalidad de la sociedad alemana, que la unidad e
igualdad son aspectos fundamentales para la existencia y la inmortalidad
de una nación.
La redefinición de nazi de la política como un <<modo total de vida>>
significaba también una redefinición del Estado y de la condición del
ciudadano4. Según la ideología nacionalsocialista, el Estado era
meramente un agente de la raza, por lo que esta determinaría las
acciones del Estado. La ley tenía solamente un propósito: soldar la
comunidad del pueblo como una nación. Era el jefe quien, en su persona,
unía Estado y Nación; la encarnación viva de la ideología, y, a través del
Estado, el ejecutor de las acciones necesarias para salvaguardar el
propósito íntimo de la raza. El jefe era, a la vez legislador y juez. Como
todos los campos de la cultura, la ley y la justicia, el estado y la ciudadanía,
estaban sometidos a un cuerpo de pensamiento que deseaba una unidad
total. El poder demanda del pueblo y el Partido nazi era el pueblo unido
en un solo propósito y en una sola concepción del mundo. El acento se
ponía en la inmediatez del poder, en contraste, con una ley normativa o
imparcial, era una parte de la política, de las acciones del jefe y pueblo
unidos en la voluntad de la raza para realizar sus fines. El
nacionalsocialismo ha puesto al pueblo directamente en el centro del
pensamiento, la fe y la voluntad de creatividad y vida.
<<El punto de partida de la doctrina nacionalsocialista no está en el
Estado, sino en la Nación. Es decir, para poder a prueba, juzgar y corregir
la nulidad y, por tanto, la adecuación de las formas nacionales externas,
es necesario captar su finalidad por encima y más allá de su conveniencia
como medios. Así el foco de todo el pensamiento nacionalsocialista radica
en la substancia viva que nosotros, de acuerdo con su desarrollo histórico,
llamados la Nación Alemana>>5. La comunidad del pueblo, apoyada en
una comunidad de voluntad y en una consciencia de comunidad de honor
del pueblo alemán racialmente homogéneo, constituyo una unidad
política. Esa comunidad no era solamente espiritual, sino también real. El
vínculo real era la sangre común. Esta comunidad de sangre creo la
unidad político-nacional del empuje de la voluntad contra el mundo
circundante. La comunidad político-nacional era la clave de arco de toda
la vida gubernamental y nacional. El Estado era el medio para el fin de
salvaguardar al pueblo. <<Su fin es la preservación y la promoción de una
comunidad de seres vivientes que son física y psicológicamente
semejantes. Esa preservación se dirige ante todo y sobre todo a la estirpe
racial, y permite por ello el libre desarrollo de todas las energías latentes
en la raza>>6.
El nazismo afirmaba que no son los seres humanos individuales, sino las
razas pueblos y naciones, los que constituyen los elementos del orden de
este mundo. El individuo está radicado en su Nación como un destino. La
comunidad de la Nación es el valor primordial de la vida del todo, así como
de la del individuo. El ser humano individual solamente puede ser
concebido como un miembro de una comunidad de personas a las que es
racialmente similar, y de las que hereda sus dotes físicas y espirituales.
El nacionalsocialismo no reconocía una esfera individual separada que,
aparte de la comunidad, haya de ser cuidadosamente protegida de toda
interferencia por parte del Estado. La personalidad moral solamente
puede probarse a sí misma en el seno de la comunidad. Ninguna actividad
de la vida diaria tiene significado ni valor a no ser como un servicio al todo.
Así, no es posible que la vida del individuo se desarrolle plenamente si no
es al servicio de la comunidad nacional. Así en el orden legal, la posición
del individuo no está ya determinada en términos de la persona como tal,
sino en términos de la comunidad. El individuo es valorado como la unidad
más pequeña de la nación, y como una parte del todo; es protegido por la
ley, en interés del todo. El individuo ha nacido como un miembro de su
Nacionalidad. Esa condición de miembro produce para los derechos y
deberes con la Nación como un todo, y con todos sus demás miembros.
De ahí que los derechos y deberes del individuo dimanan directamente de
su propio rango y posición en la comunidad.
El régimen nazi distinguía entre la ciudadanía del Reich y la ciudadanía
del Estado. Los ciudadanos del Estado son personas que están bajo la
protección del Reich alemán, y que, en consecuencia, están obligadas a
este. Un ciudadano del Reich es, en cambio, un súbdito de sangre
alemana, que, por su actitud, prueba que quiere y puede servir lealmente
al pueblo alemán y al Reich. La estructura de la vida y el orden nacional,
y del Estado bajo un jefe, basado en aquella, requiere que los súbditos
del Estado sean distinguidos de los extranjeros y de las personas sin
Estado, y que el derecho político, interior al Reich, de la ciudadanía sea
establecido como una cualificación para el ejercicio de deberes y
derechos civiles. Lo que es alemán, y lo que beneficia o daña al pueblo
alemán y al Reich, solamente puede ser sentido, conocido y determinado
por personas de sangre alemana. <<La ciudadanía del Reich, la totalidad
de los ciudadanos del Reich, es el pueblo en su configuración política. La
adquisición de la ciudadanía pone al camarada racial perteneciente al
Estado en plena posesión de los derechos y deberes que derivan de su
condición de miembro de la Nación>>7. Esta distinción entre ciudadanos
del Reich y ciudadanos del Estado daba a la jefatura el poder sobre
aquellas personas que vivían en Alemania, pero sin ser admitidas a la
plena ciudadanía. Además, al hacer de la ciudadanía del Reich un honor
que había que ganarse, la jefatura obtenía un método más con el que
recompensar o castigar, y fortalecería así su influencia sobre la población.
En la práctica, la ciudadanía del Estado tendía a ser una cuestión de edad.
Una vez alcanzada la mayoría de edad, todos los arios se convertían en
ciudadanos del Reich, a menos que hubiesen cometido un crimen político
o una felonía.
<<La Ley de Ciudadanía del Reich asigna al ciudadano alemán de sangre
allegaba su lugar adecuado como miembro pleno de la comunidad
nacional. Esa condición de miembro pleno produce plenos derechos y
deberes políticos>>8. En esta ley el nacionalsocialismo sentó la doctrina
de la igualdad del hombre y de la libertad fundamentalmente limitada del
individuo del Estado, sobre el fondo del hecho, duro pero inesquivable, de
la desigualdad natural y las diferentes naturalezas de los hombres.
Según la Ley de la Ciudadanía del Reich, <<solamente aquel que es un
camarada racial puede ser un ciudadano. Solamente el que es de sangre
alemana, no importa cuál sea su fe religiosa, es un camarada racial. En
consecuencia, ningún judío puede ser un camarada racial. El que no sea
un ciudadano, solamente puede vivir en Alemania como un huésped, y
está sometido a la legislación especial para extranjeros. El derecho a
determinar la jefatura y la legislación del Estado solamente puede ser
concebido a ciudadanos. Exigimos que todo cargo público,
independientemente de cual sea su importancia, y tanto en el Raich como
en los estados particulares, o en los municipios, sea ocupado solamente
por ciudadanos>>9. Esta ley actualizo la ordenación nacional del pueblo
alemán a nivel político y llego a ser el fundamento que salvaguardaba y
soportaba todo el orden político y nacional del Tercer Reich.
Los ciudadanos alemanes “corrientes”
Los alemanes, en su mayor parte, no eran nazis, ni judíos, ni comunistas
clandestinos, ni testigos de Jehová. La mayoría dormía por la noche,
trabajaba productivamente durante el día y disfrutaba de la vida en los
tiempos de paz del gobierno nacionalsocialista. Todos sabían que los
judíos, los comunistas, los socialistas y algunos religiosos contrarios al
régimen sufrían persecuciones. Sabían que había una fuerte presencia
policial, un exceso de leyes que limitaba la libertad personal y un peligro
potencial para quienes se negaban a cumplir los deseos de Hitler. Muchos
se quejaban en privado, pero la mayoría era conformista. Muchos,
probablemente la mayoría, creían que la policía y las leyes estaban ahí
para protegerles. El terror nazi no suponía una amenaza real para la
mayor parte de los alemanes corrientes, pero la mayoría de los alemanes
obedecían a las directivas oficiales por temor a represalias. Las
investigaciones, desarrolladas en las últimas dos décadas desde la
perspectiva de la vida cotidiana sostienen que si bien es cierto que la
resistencia y las protestas no eran actividades comunes, la sociedad nazi
estaba teñida en descontento, resentimiento y oposición. <<Muchas
mujeres detestaban el papel servil que les correspondía en una sociedad
opresiva y dominada por los hombres, y expresaban su disconformidad a
través de atuendos, actitudes y comentarios que ponían en peligro los
fundamentos morales de la sociedad. Numerosos hombres y mujeres de
todas las clases sociales contaban chistes antinazis, difundían rumores
maliciosos, se aferraban obstinadamente a su identidad religiosa,
socorrían a las víctimas y a los adversarios del régimen, desempeñaban
su trabajo sin entusiasmo y hacían lo que podían sin llegar a la resistencia
armada- para socavar la autoridad del régimen>>10. La confianza en el
nacionalsocialismo varía considerablemente según el grado de formación
académica, el sexo, la edad y las creencias religiosas. Los nazis
encontraron más apoyo en las clases medias que en las clases obreras,
pero contaban con simpatizantes en todo el espectro de clases sociales
de Alemania. El nazismo tuvo también más seguidores entre los hombres
y entre la juventud, que había dado a Hitler un reducido apoyo electoral.
La gran mayoría de alemanes acato voluntariamente la ideología y la
política nazis, y sufrió un poco o nada las consecuencias de sus
ocasionales indiscreciones, normalmente inocuas. Muchos almenes
corrientes tomaron parte en actos ilegales de naturaleza política durante
el Tercer Reich. Muchos no solo decía que había creído en el
nacionalsocialismo, sino que además no consideraba que tuvieran mucha
importancia sus actos menores de incumplimiento, y la mayoría afirmaba
que nunca temió ser detenido por su conducta durante el partido nazi.
Teniendo en cuenta todo eso, está claro, que los alemanes corrientes,
que nunca fueron el objetivo principal del aparato del terror nazi, vivieron
los años del Tercer Reich de un modo totalmente distinto que los
enemigos señalados del régimen.
En resumen, se puede afirmar que los alemanes estuvieron
mayoritariamente de acuerdo con todas las iniciativas y normativas nazis,
pero no se puede negar que la mayoría de los alemanes apoyaba por lo
general al régimen, no consideraba a la Gestapo tan todopoderosa ni
amenazadora y disfrutaba de un espacio considerable para expresar la
frustración y la desaprobación debidas a pequeños desacuerdos con el
estado nazi y con sus líderes.
La Gestapo
La policía secreta del Estado, la Gestapo, fue creada en 1933 y formada
por oficiales de policía de carrera y profesionales del Derecho. Su función
era la de investigar y combatir todas las tendencias peligrosas para el
Estado, teniendo la autoridad para investigar los casos de traición,
espionaje y sabotaje, además de los casos de ataques criminales al
Partido Nazi y al Estado.
Los hombres de la Gestapo nunca se arrepintieron de sus acciones
durante el régimen nazi. Después de la guerra algunos se ocultaron bajo
una identidad falsa, pero la mayor parte permaneció en el lugar de origen.
Muy pocos reconocieron su culpabilidad y muchos creían que no eran
absolutos culpables, afirmando que ellos mismos eran víctimas del
régimen o que solo cumplían con sus obligaciones y su trabajo.
Los comandantes de la Gestapo eran jóvenes de clase media, de alta
formación académica, recientemente convertidos al movimiento
nacionalsocialista. Muchos eran individuos atemorizados con
personalidad insegura. El nazismo confirió a estos hombres una profesión
y una identidad, aunque fuesen falsas e imperfectas. Confiaban en su
propio entusiasmo dentro del movimiento, se adhirieron a la SA, la SS y
el Partido Nazi en cuanto pudieron, y pronto fueron alcanzando puestos
más altos en la estructura jerárquica. Determinaban que casos debían ser
investigados y que oficiales de la Gestapo se debían encargar de cada
investigación. Y aunque raras veces se implicaban físicamente en las
operaciones policiales de captura, malos tratos e interrogatorios
individuales, intervenían si lo consideraban necesario para guiar el
proceso de las investigaciones. Tenían también la responsabilidad de
revisar los informes sobre la evolución de los presos en los campos de
concentración y podían ordenar que permitiesen allí durante periodos de
tiempo prolongados, aunque las autoridades de los propios campos
recomendasen lo contrario. Sin duda, no eran “hombres corrientes”, eran
nazis entusiastas que desempeñaron un papel activo en la persecución y
asesinato. Según algunos estudiosos, <<los comandantes eran una
nueva variante del tipo de personalidad autoritaria que, corrompido por
una objetividad fría y una distancia emocional, y obsesionado con los
objetivos del estado, dirigió las operaciones de la policía de seguridad sin
pensar demasiado en ellas>>11.
<<Los oficiales de la Gestapo eran “hombres corrientes”, cuya naturaleza
y trayectoria no se diferenciaba en nada de las de otros oficiales de policía
alemanes>>12. Muchos ocultaban datos importantes de su formación
académica, sus orígenes sociales o su familia. Se parecían bastante a los
alemanes típicos que se podía encontrar en cualquier lugar del país
durante el nacionalsocialismo. Eran policías con una larga experiencia
profesional, que habían entrado en el cuerpo de policía ya en la Republica
de Weimar, es probable que sintiesen cierta atracción hacia la violencia,
pero creían en la ley y el orden. El problema era que deseaban cumplir y
hacer cumplir cualquier ley y cualquier orden que les fueran impuestos,
independientemente del grado de criminalidad que conllevasen. Eran
también bastante oportunistas en cuanto a su carrera profesional, porque
querían ser oficiales de la Gestapo y aceptar cualquier tarea que se le
asignase con el fin de lograr el éxito y el ascenso. Les gustaba ejercer el
poder sobre los demás y se beneficiaban de la promoción y el prestigio
que les confería la Gestapo.
La Gestapo no era omnisciente, todopoderosa ni omnipresente y tenía
recursos limitados y un número reducido de agentes y espías para
conocer las actividades y las opiniones de los ciudadanos normales, dado
que los ciudadanos medios se presentaban frecuentemente a vigilar y
denunciar a los ciudadanos que se desviaban de la línea establecida. Los
ciudadanos individuales influyeron mucho en el éxito del control social de
los nazis, pero la Gestapo era el instrumento principal del control nazi, y
la culpabilidad de los oficiales de dicha organización no es equiparable a
la de los ciudadanos medios.
La educación y la juventud
El movimiento nacionalsocialista, cuyo propósito era abrazar la totalidad
del pueblo para establecer un Reich no podía por menos de arrastrar
consigo a la juventud. Por ser jóvenes, representaban el futuro del estado
nazi: “Quien tiene la juventud, tiene el futuro”. El régimen nazi cancelo
inmediatamente la lucha generacional y consiguió que su manipulación
de los jóvenes sirviese a dos fines: liberar todo el potencial de la
agresividad juvenil y, al mismo tiempo, impresionar al público adulto por
el grado de disciplina a que podían someter a los jóvenes. La liberación
nazi de la juventud tomo varias formas: colocar a las Juventudes
Hitlerianas junto a la familia y la escuela como tribunal de apelación rival,
entregar uniformes a todos los muchachos, hacer que los hijos guiasen a
los padres inadaptados hacia la nueva época y suscitar esperanzas de
una herencia que no había sido prometida a ninguna otra generación.
Según el régimen nazi, hay tres fuerzas, que en combinación, determinan
el correcto desarrollo de la juventud: el hogar familiar, la escuela y la
Juventud Hitleriana.
La juventud Hitleriana era un componente corporativo del Partido
Nacional-socialista Alemán. Su tarea primordial era implantar el concepto
de camarería nacional en el corazón de la juventud alemana y procurar
que los nuevos miembros del movimiento nacionalsocialista se
desarrollen con el mismo espíritu que ha dado grandeza al partido. La
Juventud Hitleriana no conocía superiores solamente jefes. El jefe no era
un individuo particular al que simplemente le tocaba dirigir una
organización juvenil dentro de un determinado horario. Lo suyo era más
que una ocupación: era una vocación. No podía dejar su tarea al caer la
tarde, como un trabajador de oficina, porque el mismo era parte de su
tarea. Estaba comprometido hasta mucho más allá que el horario de
trabajo. El jefe de la Juventud Hitleriana debía ser un ejemplo para sus
seguidores: tenía que llevar una vida nacionalsocialista.
No necesitaba ser físicamente más fuerte que los jóvenes a los que
mandaba, pero había de ser el más fuerte de su unidad en términos de
valores espirituales y de carácter. La estructura de esta organización era
tal que sus jefes no podían simplemente sentarse en un trono, sino que
tenían que ser camaradas entre camaradas. Sus seguidores debían
tenerle en cuenta no porque su autoridad venia de arriba, sino porque
estaba basada en una serena superioridad que derivaba de su
autodisciplina.
El éxito del Nacional-Socialismo era el éxito de la disciplina
El edificio de la Juventud Nacional-socialista estaba igualmente levantado
sobre cimientos de disciplina y obediencia. El joven Jungvolk13, que a la
edad de diez años entraba en el movimiento de Adolf Hitler, aprendía
pronto a subordinar su propia pequeña voluntad a las leyes que han
construido los estados y que han hecho felices a todas las naciones, y
cuya violación tenía por resultado la perdida de la libertad y el colapso de
la Nación.
En esta organización el joven adquiría conocimientos que le servirán
sobre todo como un marco para la vida adulta. Y, como se le instruía en
la disciplina de una forma que estaba en consonancia con sus facultades
mentales, empezaba a entender que su obediencia ciega proporcionaba
la posibilidad de éxito a la voluntad del grupo. Así, lo que era aprendido
en los años mozos en el combate con pequeñas tareas, beneficiara más
tarde al Estado en el cumplimiento de sus más importantes tareas.
La juventud Hitleriana familiarizo a los niños con armas y les inculco que
“el que no arriesga la vida para ganarla constantemente de nuevo, está
ya muerto, aunque todavía respire, coma y beba. La muerte no es más
que una partida hacia una vida más elevada “La juventud guía a la
juventud”14, mostro ser capaz de generar una gran carga de energía y de
despertar la capacidad de sacrificio de millones de jóvenes.
A pesar de las múltiples ventajas que ofrecía la afiliación a esta
organización muchos miembros detestaban la instrucción, el regimiento,
el adoctrinamiento político, la uniformidad obligatoria y la falta de libertad
y medios individuales de expresión que implicaba el ingreso en las
Juventudes Hitleriana. Justo en el momento de la vida de los jóvenes en
que más querían romper con los preceptos de la generación de sus
padres y experimentar nuevas vivencias sociales y sexuales, las
Juventudes Hitlerianas exigían la conformidad y reprimían los deseos
naturales juveniles. Fumar, beber, celebrar fiestas y practicar el sexo eran
actividades muy mal consideradas o incluso castigadas. Todas estas
restricciones y con ellas la creciente falta de libertad llegaron a generar
una gran irritación por parte de la juventud alemana, provocando la
aparición de numerosos grupos de adolescentes que se dedicaban a
actividades habitualmente propias de la juventud como bailar, escuchar
discos y frecuentar cafés.
En resumen, la gran mayoría de los jóvenes alemanes mostro escaso
interés por los asuntos políticos durante el periodo nazi y, por lo general,
cumplieron las obligaciones establecidas por las Juventudes Hitlerianas,
pero muchos las consideraban onerosas. Los jóvenes alemanes no tenían
ningún agravante serio en su contra y no sufrieron conflictos graves con
las autoridades nazis por las actividades inconformistas menores.
En cuanto a la educación, los nazis intentaron unificar el sistema escolar
estableciendo una comunidad racial comprometida en la “batalla real”
contra sus enemigos, por lo que el Ministerio de Educación ordeno que
esa doctrina fuese enseñada en todas las escuelas, no solamente en
cursos de biología, sino también en la enseñanza de la historia.
El deporte adquirió una importancia enorme en los programas escolares
y la asignatura de educación física aumento en importancia cuantitativa y
cualitativamente. Se dedicaba al menos cinco horas diarias a la educación
física, por su valora en la construcción del carácter y la disciplina, así
como para su futura utilización militar. Carreras a campo traviesa, futbol y
boxeo fueron incorporados a ella, convirtiéndose en materia de examen
para la obtención del certificado final de la escuela. Las clasificaciones
bajas en educación física podían constituir, a la larga, motivo de expulsión
de la escuela y de prohibición de seguir estudiando. Otras asignaturas
que aumentaron de categoría eran la historia, la biología y el alemán. El
enfoque nazi de la enseñanza del alemán incluía un gran interés por las
sagas nórdicas y la germanización de palabras procedentes de idiomas
extranjeros, y se preparó un nuevo material de lectura a los más jóvenes,
enseñándoles la épica de la Guerra Mundial y de las Juventudes
Hitlerianas. La importancia de la Biología derivada del énfasis especial
que ponía el régimen en los fenómenos de la raza y herencia. Las
autoridades de la enseñanza se limitaban a influir en los padres en el
sentido adecuado y, de modo similar las Juventudes Hitlerianas definían
el hogar paterno como “centro de gravedad de la educación moral”. En
cuanto a la educación de las chicas se hizo un intento de darles una
educación de acuerdo con el ideal nazi de feminidad, excluyéndolas de
estudios que se requerían para la admisión en la universidad, ya que,
según los nazis, las mujeres pertenecían al hogar.
La familia y la mujer
El régimen nazi consideraba a la familia como el cimiento del Estado. Una
familia comienza no solo con aquellos que llevan el mismo apellido o que
poseen el mismo trozo de tierra o las mismas propiedades, la familia
comprende más bien todo lo que es, espiritual y físicamente, un
patrimonio de vida en círculo definido de personas.
El nuevo régimen demostró ser buen protector de la vida familiar
imponiendo fuertes limitaciones a la igualdad de la mujer, al aborto, a la
homosexualidad y prostitución. Se reanimo la actividad económica y las
medidas eugenésicas especiales como provocar una subida espectacular
en la curva demográfica; la fertilidad y los matrimonios aumentaron en la
proporción. Las medidas eugenésicas del régimen fueron principalmente
de carácter monetario y propagandístico. Los incentivos económicos a la
fecundidad eran básicamente de tres tipos: préstamos matrimoniales;
subsidios por hijos y subsidios familiares.
Se puso en movimiento un verdadero culto a la maternidad. Anualmente
se concedía a las madres prolíficas una medalla, la Cruz de Honor de la
Madre Alemana, que llevaba gravada en el anverso la frase: “El hijo
ennoblece a la madre”. El reflejo del homenaje se extendió por toda la
sociedad. En tranvías, autobuses y metros, los hombres se ponían en pie
de un salto para ofrecer sus asientos a las mujeres embarazadas o a las
que llevaban niños pequeños. Durante la guerra, cuando la adoración nazi
de la maternidad llego a su punto culminante con la creación del eslogan
“He donado un hijo al Führer”, las futuras madres recibían también
raciones mayores de alimentos y cobijo más seguro contra los ataques
aéreos.
El nacionalsocialismo había declarado de modo autoritario que se iba a
poner el fin al enfrentamiento generacional y no se permitía que ninguna
cuestión conflictiva estropease la armonía interna de la familia y el Reich.
No obstante, la vida familiar siguió viéndose afectada por conflictos entre
las generaciones, aunque en forma menos abierta. Al ser más
susceptibles al adoctrinamiento y estar más expuestos al nazismo en la
escuela y en las Juventudes Hitlerianas, los jóvenes tendían a mostrar
una mayor conformidad que sus padres. Con el temor de los padres a ser
denunciados por sus hijos o el hecho de que las conversaciones familiares
pudieran ser inocentemente repetidas en público, el dialogo entre las
distintas generaciones disminuyo todavía más. Las relaciones entre
madres e hijos se vieron particularmente afectadas. También las
relaciones entre los esposos empeoraron, ya que los maridos vivían la
mayor parte del tiempo para el partido y sus obligaciones con él, lo que
les impedía utilizar el hogar más que para comer y dormir. El régimen
engendro toda una serie de presiones contrarias a la cohesión familiar: el
enrolamiento de los jóvenes para largos periodos de tiempo, el amplio
empleo industrial de las mujeres, el aumento de las horas extraordinarias
y de los turnos de noche, la creación de delitos que se castigaban con el
secuestro judicial de los hijos estaban la amistad con judíos, la negativa a
enrolar a los muchachos en la Juventudes Hitlerianas y la pertenencia a
los Testigos de Jehová.
El núcleo del pensamiento nazi acerca de la cuestión femenina era el
dogma de la desigualdad de los sexos y esto implicaba su irremisible
confinamiento al ámbito doméstico. El primer signo visible de la
inferioridad femenina fue su destierro del modo político, poco a poco las
doctoras y funcionarias casadas fueron despedidas de sus puestos y se
prohibió a las mujeres desempeñar las funciones de juez y fiscal del
estado, declarándolas inaptas para las funciones jurídicas.
Aunque se hablaba mucho de obligar a las mujeres casadas a volver a
sus hogares para dejar libres puestos de trabajo que serían ocupadas por
hombres, el trabajo de la mujer era indispensable. Dado que existía en
aquel entonces una fuerte tendencia de la mano de obra femenina a
buscar trabajos mejor pagados en el sector comercial y en las ciudades,
el gobierno instituyo un servicio social obligatorio, de un año de duración,
para todas las muchachas solteras o menores de 25 años que fueran a
trabajar como oficinistas o empleadas de la confección, el ramo textil o las
industrias del tabaco. Las autoridades emitieron disposiciones que
dispensaban a las trabajadoras de levantar pesos superiores a los 15 kg.
y algunos empresarios considerados concedieron a las mujeres casadas
el derecho de elegir turnos y otros les permitieron trabajar cinco días a la
semana en lugar de seis. Pero esto no oculta una contradicción básica: el
hecho de que aquellas a quienes la retórica nazi había destinado a la
cocina y al cuidado de los hijos hubiesen pasado a constituir las tres
quintas partes de la mano de obra alemana durante la guerra.
La toma del poder por parte de los nazis provoco un gran cambio del papel
que había jugado la apariencia femenina antes de 1933, en que se había
contribuido a dar un aire de elegancia y ligereza a la vida alemana. Los
militares del partido levantaron una gran oleada de polémicas,
exhortaciones y amenazas encaminadas a hacer volver a la mujer
alemana a sus supuestas virtudes primordiales. Se condenaba el
maquillajes y todo tipo de cosmético como lo más antinatural que se podía
ver en una mujer alemana.
Por lo tanto el régimen creo un tipo ideal de femineidad del cual fueron
presentadas como prototipos las dirigentes de la sección femenina del
Frente del Trabajo. Esas mujeres eran educadas “con severidad
espartana” enseñadas a prescindir de los cosméticos, a vestirse de la
manera más simple, a no mostrar vanidad individual alguna, a dormir en
camas duras y a evitar “los refinamientos en el terreno culinario”.
El trabajo y los trabajadores
El nacionalsocialismo alemán sostenía que “el trabajo es la bendición y la
libertad de los alemanes”, y que “un pueblo solo tiene algo si trabaja, si es
activo, si se esfuerza en aumentar su producción para encontrarse
entonces en condición de poner la masa de la producción frente al poder
adquisitivo”
El estado nazi llevo a cabo numerosos cambios de las condiciones del
trabajo: por una parte, la protección del trabajo se ha aumentado por
medio de la asistencia sanitaria general, asimismo se ha establecido la
reglamentación de licencias, vacaciones, organización de las horas libres
y del recreo, y por otra, la protección del trabajador, en caso de paro, por
mediación y subsidio fue ampliada en el sentido de procurar trabajo, dirigir
la mano de obra y ofrecer las posibilidades del trabajo. Para mejorar la
vida del trabajador se organizaba en sus horas libres excursiones,
asistencias al teatro y la ópera, y las participaciones en deportes. El
nacionalsocialismo quería crear un nuevo tipo de trabajador, muy alejado
del trabajador con consciencia de clases de los tiempos anteriores.
Asimismo, consiguió devolver al obrero su dignidad humana y encajarle
con igualdad de derechos en el cuerpo nacional. Todos los trabajadores
que participan en la obra común son igualmente respetados y honrados.
El régimen nazi creo el llamado “Servicio Obligatorio del Trabajo” que ha
de ser un deber de honor de la juventud alemana y un servicio prestado
al pueblo. La propia experiencia adquirida por el joven alemán en el
Servicio del Trabajo le será útil para apreciar con justicia el valor ético del
trabajo y para saber comportarse dentro de lo que significa en Alemania
el concepto de comunidad de trabajo. Porque el nacionalsocialismo quería
eliminar toda actitud egoísta y material con respecto al trabajo, cada joven
alemán debía trabajar durante cierto tiempo de su vida en la seguridad de
rendir un servicio de honor a su pueblo.
La crisis económica alemana
El inicio de la crisis alemana es bastante anterior a la crisis económica de
1929. La ocupación desato un caos financiero masivo en Alemania, no
solo empobreciendo a la clase obrera sino además arruinando a las clases
medias bajas. Bajo guardia armada, la burguesía francesa extrajo sus
reparaciones de guerra, paralizando al resto de la industria alemana. La
inflación despego en una escala que es difícil de creer. El valor del marco
alemán bajo de 48 mil por dólar estadounidense en mayo a una
astronómica cifra de 4.6 millones en agosto. De 6 por ciento en agosto, el
desempleo se incrementó dramáticamente a 23 por ciento en
noviembre15.
Alemania, como otros países beligerantes, había sufrido una inflación,
durante y después del conflicto armado que ni el Gobierno Imperial ni el
de la República de Weimar quiso atajar con el aumento de los impuestos
para compensar la inflación. Ello provoco el aumento descontrolado y
catastrófico de la inflación en Alemania que paso de base 100, en enero
de 1913 a base 75.000.000.000.000, en octubre de 1923. A finales de
1923, un dólar norteamericano valía 4 billones de marcos papel. Día y
noche trabajaban 150 imprentas para proveer al Reichbank de papel
moneda. Prácticamente el marco-papel dejo de tener valor.
Ante el grave deterioro de la situación económica alemana, Estados
Unidos y sus aliados franceses, belgas y británicos van a reducir parte de
las exigencias por reparaciones de guerra y se adoptaran una serie de
medidas, mediante el denominado Plan Dawes, para que la República de
Weimar pudiera recibir préstamos del exterior. Así, en los años siguientes
se invirtió en Alemania una gran cantidad de capital privado americano,
en bonos de Gobierno alemán y en empresas industriales alemanas.
Alemania es, con Estados Unidos, el país más gravemente afectado por
la depresión. El índice de producción industrial desciende casi a la mitad
desde 1929 a 1932. Todos los sectores son afectados; la producción de
acero se reduce a un tercio, la de las industrias mecánicas en un 40% en
dos años. Por otro lado, el valor de los productos del campo disminuyo en
todas partes hasta un 50% e incluso más. En la industria, la producción
mundial se restringe considerablemente hasta alcanzar el 38%. Ante esta
gran depresión las potencias que ayudaban a Alemania a superar la
anterior crisis económica de 1923 tuvieron de dejar de prestar apoyo. El
comercio internacional disminuyo un 70%.
¿Cuál es la causa de este cataclismo? Se pensó que eran las
reparaciones las que mantenían en precario la estabilidad de la economía
alemana, y en julio de 1932 la conferencia de Lausana acordó suspender
los pagos y anular el 90% de la deuda, más entonces se comprobó que el
mal no residía, tan solo, en las anulaciones de las reparaciones de guerra
ni, por tanto, en su suspensión. El problema estribaba en la dependencia
que tenía la economía alemana de los capitales norteamericanos. Los
bancos alemanes se habían habituado, ante la imposibilidad de
encontrarlos en el mercado interior, a solicitar capitales a los bancos de
Nueva York; se estima que en 1931 los créditos ascendían a la cifra de
20,6 billones de marcos, otorgados a plazo corto y, por lo tanto, expuestos
a los avatares de cualquier oscilación de la coyuntura o del pánico de los
inversores. Con la crisis de los bancos norteamericanos, apremiados por
sus accionistas y depositarios, se apresuraron a retirar fondos de Europa;
esta acción resulta demoledora para los bancos alemanes. Cien millones
de marcos abandonan Alemania a mediados de julio de 1931.
El ascenso del partido nazi
Los orígenes del partido nazi inseguros y no permitían presagiar nada
extraordinario. Nació del tronco de otro pequeño partido fundado el 5 de
enero de 1919 por dos modestas figuras: un periodista y un herrero,
quienes se dividieron los cargos directivos. En junio de 1919, Hitler se
adhiere a este minúsculo partido que, en seis meses de vida, solo contaba
con siete afiliados. Y es que en el periodo de la posguerra abundaban
partidos pangermanistas, nacionalistas y reaccionarios de escasa entidad
y localizados en puntos muy concretos41.
Cuando Hitler se adhirió al partido no pasaba de ser un movimiento
despreciado, refugio de algún militar politiquero y que carecía de apoyo.
El 24 de febrero de 1920 se dio a conocer el programa oficial del DAP que
proclamaba principalmente:
 Revisar la paz de Versalles y la anexión de Austria.
 El racismo antisemita.






Principio de socialidad.
Desarrollo de las instituciones y de la educación física, tutela de
salud pública.
Creación de un derecho germánico.
El rearme.
Limitación de la libertad de prensa y del arte.
Organización centralizada y corporativa del Reich.
Hitler desempeñaba el cargo de propagandista y para el más importante
que el programa era la necesidad de que se adaptasen a las
circunstancias, lo importante era la voluntad de luchar y de un activismo
como fin en sí mismo.
Entre 1920-1921, el partido cambia de nombre para tomar el de nacionalsocialista e inicia su transformación en movimiento paramilitar, favorecido
por las circunstancias de que casi todos sus adeptos procedían de los
Freikorps (antiguos soldados y oficiales). En junio de 1921, Hitler, que
siempre se había distinguido por sus cualidades oratorias y por su
inventiva rápida, se adueña del partido al desaparecer los dos antiguos
fundadores. Se empieza a forjar su nuevo sistema agresivo y ofensivo en
la polémica contra las débiles formaciones de los partidos burgueses.
Hubo cinco momentos claves en el ascenso del nazismo.

La elección de noviembre de 1932
Por primera vez desde su dramático aumento en las encuestas
después de la Gran Depresión, los nazis sufrieron una gran pérdida
en las elecciones de noviembre de 1932, tanto a nivel regional
como nacional. Fue el comienzo de una tendencia electoral
descendente que continuó en 1933. Se hizo cada vez más evidente
que la coalición electoral nazi tenía recorrido pero poca
profundidad, y comenzó a mostrarse en una serie de elecciones
regionales y nacionales.
La importancia de esto es que el ascenso nazi al poder no era
inevitable. Hitler, ciertamente, no fue arrastrado al poder en una ola
de apoyo público y victorias electorales. Cuando se le dio una
oportunidad en una elección libre y justa, dos tercios de la
población alemana optó por otro partido. No había nada inevitable
en la asunción nazi del poder y no era la “voluntad del pueblo
alemán”.

El incendio del Reichstag en febrero de 1933
Cuando se declaró el incendio en el Reichstag, el edificio del
Parlamento en Berlín, los nazis lo usaron como una excusa para
clausurar el poder legislativo. Los nazis afirmaron que fueron los
comunistas quienes prendieron fuego y dijeron que estaban
planeando un derrocamiento del gobierno y una revolución a gran
escala. Muchas otras personas en Alemania pensaron que fueron
los nazis quienes prendieron el fuego.
Pero lo que se sabía en ese momento, les dio a los nazis la excusa
para forzar a través de una serie de decretos de emergencia la
muerte de la democracia en la República de Weimar. El gobierno
por decreto de emergencia parecía necesario debido al siniestro,
pero con estas medidas se allanó el camino para los decretos
autoritarios que dictaría Hitler posteriormente.

La noche de los cristales rotos en noviembre de 1938
La Kristallnacht, o “La noche de los cristales rotos”, se llamó así
porque durante la noche del 9 al 10 de noviembre se destruyeron
negocios y viviendas judías, se incendiaron sinagogas y se desató
la violencia contra los judíos de forma individual. Esta fue la primera
vez que Alemania fue testigo de un pogromo en todo el país contra
la comunidad judía que fue claramente orquestado desde arriba y
dirigido desde los altos niveles del gobierno. Esto representó una
radicalización importante de la política racial nazi, desde actos
individuales de discriminación y violencia contra los judíos hasta
una campaña coordinada a nivel nacional.
Sin embargo, la destrucción de Kristallnacht no fue popular entre
los alemanes, lo que demostró a los nazis que la violencia contra
los judíos no era aceptable para una porción significativa de la
población. Si bien no les impidió perseguirlos, sí que hizo que
cambiaran sus tácticas contra la comunidad judía.

La invasión de la Unión Soviética el 22 de junio de 1941
El 22 de junio de 1941, los nazis lanzaron la “Operación
Barbarroja”, la invasión de la Unión Soviética. El ataque sorpresa
comenzó en la misma fecha en que Napoleón, en 1812, había
invadido Rusia, y rompió el Pacto Molotov-Ribbentrop de no
agresión entre la Alemania nazi y la Rusia soviética que había
estado vigente desde justo antes de la invasión de Polonia en 1939.
La invasión de la Unión Soviética fue un punto de inflexión
significativo en la guerra y redujo en gran medida las posibilidades
de una victoria nazi. Aunque una cruzada contra el “judeobolchevismo” siempre había sido central en la ideología de Hitler,
abrió a Alemania a una guerra de dos frentes después de que Hitler
declarara la guerra a Estados Unidos en diciembre de 1941. La
invasión de la Unión Soviética pareció exitosa al principio, pero
luego empujó a los soldados alemanes a un combate para el que
no estaban preparados.

La Conferencia de Wannsee el 20 de enero de 1942
En esta fecha, el oficial de las SS Reinhard Heydrich convocó a un
pequeño grupo de líderes nazis en una villa en Wannsee, un
suburbio de Berlín. Durante la reunión, Heydrich presentó lo que
llamó la “solución final” al “problema judío” en Europa. Dejó claro
que esto significaba el exterminio de judíos en los campos que se
crearían en la Polonia ocupada. La política racial nazi se había
intensificado hasta el genocidio y señaló un intento de eliminar la
“raza” judía de Europa.
Aunque no hubo evidencia de órdenes escritas directas de Hitler,
durante esta reunión quedó claro que el “problema judío” ahora
estaba exclusivamente en manos de las SS, y ya no debía ser
manejado por una variedad de diferentes organizaciones de la
Alemania nazi.
Bibliografía :
1 Grunberger,
R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona,
1976. (Pág. 161)
2 Vidal,
C: Los incubadores de la serpiente, Anaya&Mario Muchnik, 1997
3
Grunberger, R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona,
1976. (Pág. 98)
4
Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 333
5 Mosse,
G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 342
6 Mosse,
G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 342
7 Mosse,
G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 344
8 Mosse,
G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 345
9 Mosse,
G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona (1973): Pág. 346
A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós,
Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona,
1973. Pág. 294
10 Johnson,
A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós,
Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona,
1973. Pág. 109
11 Johnson,
A.E: El terror nazi: la Gestapo, los judíos y el pueblo alemán. Paidós,
Barcelona, 2002. Mosse, G.L: La cultura nazi. Ediciones Grijalbo, Barcelona,
1973. Pág. 70
12 Johnson,
13
Jungvolk era el hombre de la rama de la Juventud Hitleriana que encuadraba
a los niños de diez a catorce años de edad.
14 Grunberger,
R: Historia social del Tercer Reich. Ediciones Destino, Barcelona,
1976: Pág. 3000
15
Mandred F. Boemeke, Gerard D. Feldman y Elisabeth Glaser: The treaty of
Versailles a ressessment after 75 years, Washington. 1998. Alderoft, D.H From
Versailles to Wall Street, 1919-1929. Londres. 1977002E.
16
Enzo Collotti: La Alemania Nazi, Madrid. 1973.
Gray, R: Hitler y los alemanes. Akal D.L., Madrid, 1991.
https://www.lavanguardia.com/historiayvida/20191109/471443964022/ascensonazismo-alemania-momentos-clave.html
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