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ACTIVIDAD 1 MODULO 2 FILOSOFIA POLITICA

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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
El presente trabajo responde a la actividad 1 del Módulo 2 del curso de Filosofía
Política, dictado por la docente Carolina Pallas.
Consiste en elegir entre cinco secciones propuestas tres actividades para desarrollar.
Las actividades que se eligen se encuentran en las secciones:
I- La comunidad política y la naturaleza humana.
IV- Ciudadanía/Estado y Tipologías de las formas de gobierno.
V-a- Ejercicio.
I-1-Explique la siguiente afirmación de Aristóteles sobre la naturaleza del hombre "El
que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia
suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es una bestia o
un dios". Reconstruya el argumento presentado por el filósofo.
En el intento de dar sentido a tal afirmación habrá que recurrir a algunas categorías
de análisis que se consideran claves para enmarcar la formulación del argumento. De
la misma manera, teniendo en cuenta las cuestiones posteriores a tratar se hace eco a
la recomendación de Dri, que sostiene:
“Un defecto fundamental que se suele cometer al estudiar la filosofía
aristotélica es por una parte estudiarla sin tener en cuenta su contexto, la
situación de la polis, las prácticas sociales que están en la base de esa
filosofía, y por otra hacerlo sin conectar los distintos campos del pensamiento
aristotélico” (La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento
Capitulo II. Filosofía política Aristotélica. 1999. pp. 69)
Por ello, aunque muy sucintamente se puede decir que las polis1 griegas llegado el
siglo IV A.C, dentro de ellas la ciudad de Atenas habían pasado por procesos políticos
de momentos de esplendor. “Del 461 al 429 Atenas llega a su mayor esplendor. Se le
quita poder al Areópago para dárselo a los organismos de los sectores medios, a la
Boulé, a la Ekklesía y a los Tribunales” (Op. Cit.pp.59). “Las poleis, en todo caso
Atenas […] no cesan de cuestionar su propia institución, el demos continua
modificando las reglas dentro del marco en el que vive. Todo esto, claro está, es
inseparable del vertiginoso ritmo de la creación durante ese período, en todos los
dominios y más allá del campo político” (Castoriadis, 2005 Los dominios del hombre.
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Los orígenes de esa construcción política original de los griegos que es la polis se remontan al siglo VIII a.C.: una unidad especial de
ciudad y campo, en la cual de cultivo aparece como territorio de la ciudad, no ya la aldea como mero accesorio de la tierra” (Marx,
citado en Dri, (1999), Filosofía política Aristotélica. pp. 58)
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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
Las encrucijadas del laberinto. Cuarta reimpresión. pp.116) No obstante, después de
la guerra del Peloponeso, las luces de la democracia de Pericles se apagan. Atenas
pierde la guerra contra Esparta y con ella su hegemonía política, lo que ocasiona la
decadencia general. Tiempo y lugar en que se encuentra Aristóteles por segunda vez
en Atenas, retomando allí su especulación política “…que desarrolla en su actividad
del liceo…” (Dri, pp.78). La circunstancia de crisis demanda y se vuelve preocupación,
impulsando una vez más la reflexión política del filósofo que se preguntara
fundamentalmente cuál sería en el sentido griego la mejor organización posible de
sociedad para el logro de la finalidad propia de la vida humana.
En el libro I de la Ética Nicomaquea denominado “Del bien humano en general”
Aristóteles dice:
“A lo que creemos, el bien del que hablamos es de la competencia de la ciencia
soberana y más que todas la arquitectónica, la cual es, con evidencia la ciencia
política. Ella, en efecto, determina cuales son las ciencias necesarias en las
ciudades, y cuáles son las que el ciudadano debe aprender y hasta donde.”
(Aristóteles, 1992. Decimotercera edición.pp.3)
Más adelante continúa: “Desde el momento que la política se sirve de las demás
ciencias prácticas y legisla sobre lo que debe hacerse y lo que debe evitarse, el fin que
le es propio abraza a todas las demás ciencias, al punto de ser por excelencia el bien
humano.” (Op.Cit.pp.3-4). Según Castoriadis (Los dominios del hombre 2005.Cuarta
reimpresión pp.119) la Politeía “…designa a la vez la institución/constitución política y
la manera que el pueblo se ocupa de los negocios comunes”. Por ello, es
concomitante y adquiere centralidad en ella la ética, dada a luz por el propio filósofo, el
sentido que adquiere es el valor de aquel instrumento práctico que se lleva a cabo, y
desarrolla dentro de la polis. Ética y política no están separadas, más bien, la política
es un complemento de la ética, las dos disciplinas, constituyen saberes prácticos
propicios “…para el individuo y la ciudad, es con mucha cosa mayor y más perfecta la
gestión y salvaguarda del bien de la ciudad. Es cosa amable hacer el bien a uno solo;
pero más bella y más divina es hacerlo al pueblo a las ciudades.” (Aristóteles, Ética
Nicomaquea. pp.4).
Por consiguiente, dentro de este marco Aristóteles en el Libro Primero, capítulo I de la
Política.
“Toda ciudad se ofrece a nuestros ojos como una comunidad; y toda
comunidad se constituye a su vez en vistas de algún bien (ya que todos
hacen cuando hacen en vista de lo que estiman ser un bien). Si todas
las comunidades humanas apuntan a algún bien, es manifiesto que al
bien mayor entre todos habrá de estar enderezada la comunidad
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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
suprema entre todas y que comprende a todas las demás; ahora bien,
ésta es la comunidad política a la que llamamos ciudad” (Aristóteles,
1992. pp.157)
La ciudad, o más bien la polis constituye una comunidad, una agrupación de seres
humanos reunidos en vistas de un bien común. Aparece aquí la interpretación
teleológica 2 expresada en los libros de su metafísica, que subyace en el pensamiento
de todo el sistema aristotélico y que no escapa a su concepción política
“Se sigue de todo lo que precede, que la naturaleza primera, la naturaleza
propiamente dicha, es la esencia de los seres, que tienen en sí y por sí mismos
el principio de su movimiento. La materia no se llama en efecto naturaleza, sino
porque es capaz de recibir en sí este principio; y la generación, así como el
crecimiento, sino porque son movimientos producidos por este principio. Y este
principio del movimiento de las cosas naturales reside siempre en ellas, ya sea
en potencia, ya en acto”. (Aristóteles. Metafísica. Libro IV. pp59)
De este principio explicativo general que se torna hacia la comprensión de las cosas
en su esencia, el telos de lo que hay es el bien de cada cosa. Aristóteles concibe que
todo lo que hay se dirige a un fin o a un propósito, este es el marco de su visión del
universo. Lo propio de cada cosa, su esencia, tiende naturalmente a un fin, que es su
propia realización, consiste en la finalidad de su propia existencia, todo se encamina
hacia la obtención de la perfección. El bien de cada cosa es su fin, algo es un bien de
algo cuando alcanza su fin específico. De este modo, retomando la mirada de
Aristóteles del primer fragmento expuesto, la comunidad humana tiene que ver con
todo lo que hay en la naturaleza, la comunidad también lo es por naturaleza y por ello
tiende a un fin y ese fin consiste en un fin supremo, su propia realización, y que
además comprende a otros fines, que sin embargo le son menores en un escala
jerárquica. “Ahora bien”, dice Aristóteles, “esta es la comunidad política a la que
llamamos ciudad”, ha sido dada por consecuencia natural y no como un artificio. Pero
para entender a lo que se refiere por comunidad, en la que se supone que los hombres
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“Hay dos principios contrapuestos que vertebran toda la construcción teórica de la realidad, denominados acto y potencia -en MT TH
(IX)- o forma y materia -en MT Z-H (VII-VIII). Simplificando estos conceptos, podemos decir que el acto o forma es la realización de un
determinado ente, mientras que la potencia o materia es su posibilidad de realización. […] si considero la realidad en general, debo decir
que primero es el acto, porque ninguna potencia pude pasar al acto si no es mediante otro acto. Aplicando estos dos principios, […] es
posible detectar en la realidad cuatro causas que, finalmente, se reducen a una: causa material, causa formal, causa eficiente, y causa
final. La causa material es aquello de que algo se hace, o sea, es aquello que puede ser algo otro. Es la potencia que puede devenir
acto. […].La causa formal es la que le da forma a ese algo que está en potencia. Es la conformación del algo en potencia. Es el acto al
que estaba destinada la potencia. La causa eficiente es aquella que motoriza para que la causa material pase a la formal, para que la
potencia se transforme en acto. […]La causa final es la que expresa la finalidad del ente en cuestión. Con estos principios Aristóteles
elabora el sistema filosófico cosmovisión que tendrá honda y prolongada vigencia en la cultura occidental”. (Dri ,Filosofía política
Aristotélica. pp.65)
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conviven y participan se puede aludir al examen que considera propio de su método
de investigación
“…el método que suele guiarnos. En efecto, y del mismo modo que en otros
campos es menester disolver lo compuesto hasta llegar a sus elementos de
que consta la ciudad […] La mejor manera de ver las cosas es verlas en su
desarrollo natural y desde el principio. En primer lugar, pues la necesidad ha
hecho de aparearse a quienes no pueden existir el uno sin el otro, como son el
varón y la mujer en orden a la generación (y esto no por acción deliberada, ya
que en el hombre no menos que en los demás animales y en las plantas hay un
deseo natural de dejar tras de sí otro ser de su semejanza). Es también de
necesidad, por razones de seguridad la unión entre los que por naturaleza
deben mandar y obedecer. (Quien por su inteligencia es capaz de previsión, es
por naturaleza gobernante al paso de quien es capaz con su
cuerpo de
ejecutar aquellas providencias es, súbdito y esclavo por naturaleza…”
(Aristóteles Libro Primero I Cap. I, Ética Nicomaquea, pp. 157-158.)
Tomando a David Ross (Aristóteles, 1981. pp. 339) en esta línea argumental, en
primer lugar, se debe a órdenes del cumplimiento de principios de orden biológico, los
que tienen que ver con la satisfacción de los instintos primarios que llevan a los seres
humanos a asociarse entre sí. El instinto de reproducción que reúne a la mujer y al
hombre para dejar su descendencia y el instinto de conservación que aúna al amo y al
esclavo. La capacidad de aquel que por naturaleza ha nacido para gobernar y por ello
puede impartir órdenes providentes, a aquel cuerpo que ha nacido vigoroso y por lo
tanto obedece y presta ayuda para la organización suficiente de la vida en comunidad.
El otro orden de la vida humana además de la fundamental organización que asegure
la simbiosis de las acciones del gobernante que intelige y la ejecución del gobernado,
necesita de otras seguridades, cuidados de la familia y amistades. La comunidad
mayor se ha configurado a partir de otras comunidades más pequeñas, o más
imperfectas, como los municipios o las aldeas y no basadas en el parentesco.
“La familia es así una comunidad establecida por la naturaleza para la
convivencia de todos los días. A sus miembros los llama Carondas3
comensales, y Epiménides de Creta4 compañeros de pesebre. […] La primera
comunidad a su vez que resulta de muchas familias, y cuyo fin es servir a la
satisfacción de necesidades que no sin meramente las de cada día, es el
municipio. […] La asociación última de muchos municipios es la ciudad. Es la
comunidad que ha llegado al extremo de bastarse en todo virtualmente a sí
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Poeta y profeta que fue invitado a Atenas (hacia 516 a. C) para purificarla de una plaga .
Con referencia a los Cíclopes: Odisea, XI, 114.
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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
misma, y que si ha nacido de la necesidad de vivir, subsiste porque puede
proveer una vida cumplida.” (Aristóteles. Política, 1992. Cuarta reimpresión.
pp.158- 159)
Rubén Dri pone en relieve lo que la categoría comunidad implica para la vida de los
hombres, la conjugación de la relación de convivencia en amistad, no pasa
desapercibida en tanto lo que Aristóteles en la (Ética Nicomaquea, pp.110) “«Todo es
común entre amigos» […] la comunidad política a su vez constituyéndose
evidentemente en su origen en gracia al interés común”
“La polis es la comunidad suprema. No es cualquier tipo de asociación, sino
una asociación especial, una koinonía, una vida en común. El lazo que cimenta
esta comunidad no es otro que la amistad –filía.” (Dri. pp. 71)
“La polis es autosuficiente o autárquica. Se acerca al concepto de sustancia
definido en la metafísica. La polis no es un accidente sino una sustancia, es
decir, un ser que se autobasta, que no depende de otro para la satisfacción de
todas la necesidades, no sólo materiales sino también espirituales, de manera
que sus miembros, los ciudadanos, puedan “vivir bien”, es decir, realizando
todas sus potencialidades humanas” (pp.72)
Ahora bien, de las anteriores consideraciones se desprende según el propio
Aristóteles (Política. pp. 158) “…que el hombre es por naturaleza un animal político, y
resulta que quien por naturaleza y no por casos de fortuna carece de ciudad, ésta por
debajo o por encima de lo que es el hombre, (es como aquel a quien Homero reprocha
ser «sin clan, sin ley, sin hogar». Es aquí que aparece la condición según Aristóteles
de la mano de la opinión de Homero, del hombre como un ser político, un zỡon
politikon. Fuera de la polis no puede serlo, pues allí no tendrá la posibilidad de la
conformación, ni organización familiar, tampoco de los amigos. No hay posibilidad de
ejercer a vida política sino es en comunidad, por eso las comunidades son anteriores
al hombre. Pero si bien esta enunciación, que anterior se anunciara pareciese
suficiente, al decir lo que significa convivir en relación de las actividades de la
comunidad con otros hombres, en donde se logra la vida autosuficiente, en el que se
experimenta la vida familiar, y en donde se puede encontrar la vida eudaimónica; que
sería el alcance de la autorrealización humana, no debe escapar la distinción, si bien
evidente entre los animales, que también se agrupan para satisfacer sus necesidades,
pero para el hombre esto no alcanza a su esencia
“…el por qué el hombre es un animal político, más aun que la abejas y todo
animal gregario […] la naturaleza-según hemos dicho- no hace nada en vano,
ahora bien, el hombre entre los hombres el que tiene la palabra. La voz es
señal de pena y de placer, y por ello encuentra entre lo demás animales […]
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Pero la palabra está para hacer patente lo provechoso y lo nocivo, lo mismo
que lo justo e injusto, y lo propio del hombre con respecto a los demás
animales es que el solo tiene la percepción de lo bueno y de lo malo […] y la
participación común en estas percepciones es lo que constituye la familia y la
ciudad” (Aristóteles, Política. pp. 158-159)
Hay otra cualidad humana que se despega de la necesidad y le distingue, se vuelve
condición propia para ser parte integrante de lo común, lo que relaciona la vida como
miembros de la polis. Es la manifestación de la palabra o logos, la palabra que
entreteje el discurso entre hablantes públicos, en el espacio donde se pueden esgrimir
juicios críticos acerca de las acciones tanto malas o buenas, justas o injustas. Lo que
instituye el sentido de la discriminación ética. Finalmente, si la polis es el lugar propio
del hombre, este es parte de ella, la compone, no unitariamente, ni individualmente, la
compone junto con los otros hombres que viven allí, y por ello participar le es inherente
en tanto los contenidos de las obras que allí se realizan, como de las decisiones que
allí se deliberan.
“El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su
propia suficiencia, no necesite de ella no es mas parte de la ciudad, sino que es una
bestia o un dios” (Op. Cit.pp.159) La sentencia aristotélica reafirma lo que ha quedado
demostrado: la polis lo es por naturaleza, es anterior al hombre, ha sido formada
porque este no es suficiente de sí mismo. Ser parte de ella le constituye como la
integración de una parte en relación con el todo lo necesario para la vida. El que no
puede vivir en comunidad, o no le es necesario nada para su propia suficiencia, no es
miembro de la polis, es más que un hombre o algo inferior a él.
IV-1- Presente las características del ciudadano y la ciudadanía que desarrolla
Aristóteles. ¿Por qué los artesanos no son ciudadanos? Diferencia entre virtud del
ciudadano y del hombre de bien o privado.
En el Libro III Capítulo I de la Política dedica Aristóteles (Decimotercera edición, 1992),
su investigación a discernir acerca de lo que es ser ciudadano. La afirmación de que la
polis constituye una composición que se comprende en la integridad de todas las
partes, en la que una congregación humana se asegura la existencia de la convivencia
política, le sirve de marco para plantear “…que es claro que en primer lugar habrá que
indagar lo que es el ciudadano” (pp. 197). Agrega, utilizando la clave del método
inductivo: “Discútese a menudo quien es el ciudadano. No todos convienen en llamar
ciudadano a la misma persona, ya que a menudo ocurre que quien es ciudadano en
una democracia no lo es en una oligarquía” (Op.Cit.pp.197). Por consiguiente,
comienza a considerar quien es ciudadano y quien no lo es. No pueden considerarse
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ciudadanos los que lo son por decreto, el permiso o la adjudicación de residencia en la
cuidad no da lugar a serlo, ocupar un “domicilio” (Op. Cit. pp.197) porque tanto los
extranjeros y esclavos también lo poseen, no depende del domicilio ser ciudadano.
Tampoco son ciudadanos aquellos que presentan acciones legales, o son
demandados jurídicamente, el alcance de la resolución por la ley no da paso al
carácter que requiere serlo: “participar de la judicatura y el poder” (Op.Cit.pp.197).
(Aquí se presenta un problema no menor, que luego desembaraza en la idea de
composición de la ciudad como régimen
de gobierno. ¿Por qué se distingue o
caracteriza la ciudad? ¿Por sus elementos físicos, como porción territorial y población
o por los actos políticos del régimen en el que operan esos elementos?).
Aristóteles, compara la situación de ciudadanía expresada anteriormente, con la
condición, aunque menor, de niños y ancianos. Estos no son ciudadanos plenos, sino
en un grado deficiente, en tanto los primeros no constan en el registro cívico, los
segundos, “han sido exonerados de sus deberes cívicos” (Op.Cit.pp.197). En tanto se
susciten problemas de esta índole el criterio para resolverlos es similar al utilizado en
los casos de los ciudadanos condenados al ostracismo.
En referencia Dri (1999) dice:
“Naturalmente, se participa de distinta manera del poder. Algunos ejercen el
poder supremo por un tiempo determinado. Pero todos los ciudadanos ejercen
el poder al participar como miembros de la ekklesía, o sea de la asamblea.
Quedan excluidos de la ciudadanía muchos habitantes de la polis como los
metecos y los esclavos” (pp.73)
No obstante ello, Aristóteles enfatiza que el análisis radica en:
“El objeto de nuestra indagación es pues el ciudadano en sentido absoluto:
aquel que a quien no pueda imputarse ninguna deficiencia que deba ser
corregida por una calificación ulterior. […].Pues bien, el ciudadano en sentido
absoluto por ningún otro rasgo puede definirse mejor que por su participación
en la judicatura ye en el poder” (Aristóteles, pp.197)
La definición de ciudadano tiene que ser absoluta, el ciudadano verdadero lo es por la
la calidad de sus rasgos, sin que estos puedan ser aleatorios. Estos rasgos
ciudadanos son los que tienen que ver con aquel integrante de la comunidad que
participa del ejercicio de la magistratura y de la asamblea, esto es lo propio de serlo, y
condice a si mismo con la forma democrática de gobierno. Concomitante a esto,
Aristóteles pasa al planteo de la existencia de diferentes formas de Constitución, unas
inmunes de error, otras desviadas. Conforme a cada Constitución será la forma de
gobierno y la forma de ser de ciudadano, es posible que los elementos que
caracterizan ser ciudadano en una democracia, puedan aplicarse a otra forma de
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gobierno que no lo sea. Por ejemplo en Esparta, en donde “el pueblo no tiene
existencia política” (Op. Cit. pp.198) se convoca a la asamblea en casos
extraordinarios, siendo el éforo la única figura encargada de la magistratura, así como
también se resuelven litigios jurídicos, pero estas acciones políticas se realizan de
forma privada o separada, no en el entendido de la función que le compete a la
calidad de ejercer la magistratura y competencia jurídica. Otro ejemplo, es el régimen
de gobierno de Cartago, que se acerca más a la definición de ciudadano en relación al
régimen democrático en el sentido de participar de “la función deliberativa o judicial”
(Op. Cit. pp. 198).
Aparece aquí la definición de ciudadano en relación a los integrantes que la
constituyen.
“Llamaremos pues, ciudadano al que tiene el derecho de participar en el poder
deliberativo y el poder judicial de la ciudad, y llamaremos ciudad hablando en
general,
al
cuerpo
de
ciudadanos
capaz
de
llevar
una
existencia
autosuficiente”. (Op. Cit. 198).
Ahora bien, el análisis del capítulo II continúa en el planteo de la distinción, ¿Quiénes
son los ciudadanos que tienen injerencia en el poder? ¿Quiénes son los que integran
el cuerpo capaz de hacer autosuficiente a la ciudad? El lenguaje, (preocupación
especulativa de Aristóteles), y las prácticas ciudadanas anteriores a su momento, han
generado un imaginario portavoz en el cual se estiman ser ciudadanos aquellos
portadores de la descendencia de padre o madre nacidos como tales.
Otro caso:
“…que se suscita a propósito de los que adquieren a la ciudadanía después de
haber tenido lugar una revolución, como en Atenas, por ejemplo, lo hizo
Clístenes después de la expulsión de los tiranos, cuando admitió en las tribus a
muchos extranjeros y metecos de extracción servil. La duda en estos casos no
es con respecto a la identidad de los ciudadanos, […]. Si, en efecto la ciudad
es una comunidad, una comunidad de ciudadanos en forma de gobierno,
parecería necesario inferir […] que la ciudad habrá de decirse la misma
atendiendo sobre todo a su constitución, y que podrá llevar el mismo nombre o
uno diferente tanto si sus habitantes son los mismos como si son hombres del
todo distintos.” (Op. Cit. pp.199-200)
No cobra relevancia la identidad de los ciudadanos, si la tiene, la condición del
ejercicio del poder judicial, es esta la que sustenta la determinación de lo que es un
ciudadano del que no lo es. Pero en el tema de lo que sí identifica a la comunidad, o
ciudadanía, es la forma de gobierno en el que se constituye la comunidad. No es lo
mismo ser un ciudadano en una democracia, en una oligarquía o en una monarquía.
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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
Dentro de esta configuración, en el Cap. II del Libro I, “la adecuada investigación” debe
tener en cuenta “la virtud o excelencia del hombre bueno y del buen ciudadano”. (Op.
Cit. pp.200). Estas nociones se desarrollan, luego de presentar una analogía entre la
constitución de los miembros de la comunidad en tanto ciudadanos y la salvaguarda
de una nave como finalidad común de los distintos integrantes de una tripulación, “uno
es remero, otro piloto, otro vigía, y otro tiene aún una designación especial, y por
consiguiente […] la más exacta definición de su respectiva excelencia será la de cada
oficio […] la seguridad de la navegación es la obra de todos, y a este fin tiende cada la
obra de cada uno de los marineros…” (Op. Cit. pp.200). Aparece aquí una compleja
desagregación conceptual: si bien hay una relación entre el buen ciudadano y el
hombre de bien, no todos los ciudadanos pueden son virtuosos por igual, lo que
equivale a decir que la virtud de todos los ciudadanos no es la misma.
“Además la ciudad se compone de elementos distintos, como concretamente el
viviente de alma y cuerpo, y el alma de razón y apetito, y la casa del varón y la
mujer y la propiedad supone el señor y el esclavo. Pues del mismo modo la
ciudad está constituida por todos estos elementos, y además de ellos por otros
de distinta especie, de lo cual […] no es una misma virtud la de todos los
ciudadanos”. (Op. Cit. pp. 200).
Todo buen ciudadano atiende a la injerencia de su virtud realizándola en vistas de una
obra en común, la seguridad de la comunidad. En esta realización están implícitas las
funciones de gobernar y ser gobernado. No obstante, mirado en la perspectiva del
término absoluto no es la misma la virtud de hombre bueno y la del buen ciudadano.
Aristóteles se pegunta: “Y con todo ¿no habrá algún caso en que pueda afirmarse esta
identidad?” (Op. Cit. pp.200).
Responde que es el caso del ciudadano gobernante
“es hombre bueno y prudente, y que el político debe ser prudente […] la
educación del gobernante debe ser desde un principio distinta […] con lo que
entran la equitación y el arte militar […] alude a una educación especial para el
gobernante. […] No es pues la misma virtud la del ciudadano ordinario que la
del gobernante […]. Pero por otro lado, sin embargo se elogia a quien sabe
mandar y ser mandado […] estimándose que el gobernante no debe aprender
las mismas cosas que el gobernador, y que este por su parte debe saber de
unas y otras y debe participar en ambas capacidades… […]. Hay un mando
propio del señor, y por él entendemos que tiene que ver labores serviles que no
tiene el señor por que saber hacerlas, sino más bien como servirse de ellas.”
(Op. Cit. pp. 201)
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Llegado a este punto de la cuestión, de quien es o no un verdadero ciudadano, en el
sentido de subyacenticas que tienen que con las capacidades del buen mando, si bien,
al gobernante le será necesario haber aprendido a saber obedecer, no le será
necesario desempeñar obediencias. Lo significa, tomando a Ross (Aristóteles,
segunda edición 1981) que
“ el conocimiento de la manera como un hombre libre debe dirigir a otros
hombres libres solo puede adquirirse por la práctica previa del hombre libre con
respecto a otros hombres libres, como el mando militar solo se puede aprender
por la obediencia militar” (pp. 354)
Cabe considerar por otra parte, que del examen de la relación del papel que
desempeña el hombre bueno dentro de la polis, se señala que no le corresponde al
gobernado la virtud de la prudencia, sí le corresponde la opinión acerca de su propio
desempeño, en tanto calificación de sí mismo. Sin embargo, “La prudencia del
gobernante es la única virtud característica de él, a lo que los demás deben […] ser
gobernantes y gobernados” (Op. Cit. pp.2002).
La virtud de la prudencia, es analizada cuidadosamente por el filósofo en el Libro VI
“De las virtudes intelectuales” de su ética. Nada más, hasta aquí, a modo de mención:
“…la prudencia es necesariamente un hábito práctico verdadero, acompañado de
razón, con relación a los bienes comunes” (Aristóteles, 1992, Ética Nicomaquea pp.
77).
En lo que refiere a la ciudadanía de los artesanos Aristóteles se expide en el capítulo
III del Libro tercero: lo que a grandes rasgos se podría traducir en las siguientes
preguntas. ¿Puede un artesano ser considerado un ciudadano? ¿Cuál es su
ocupación? ¿Puede participar en las asambleas del pueblo? ¿Puede ser integrante del
gobierno de la polis?
“En los tiempos antiguos y en ciertos pueblos la clase trabajadora la formaban
los esclavos o los extranjeros, por lo cual tienen aún hoy esa condición la
mayoría de sus miembros. La ciudad perfecta no hará ciudadanos a los
obreros; y suponiendo que los haga. La virtud que hemos dicho ser propia del
ciudadano no podrá predicarse de todos, ni sólo del hombre libre en cuanto tal,
sino solo de aquellos que están exentos de trabajos necesarios para la vida.
Quienes desempeñan estos trabajos en servicio de un particular son esclavos,
y quienes lo hacen para la comunidad son obreros y labradores asalariados”
(pp.202)
De lo citado se desprende la afirmación concisa del estagirita, los artesanos a su
consideración no son ciudadanos, pues estos al igual que los esclavos no tienen la
capacidad de mandar y obedecer. De igual manera no podrían calificar como tales,
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pues no pertenecen a clase alguna, son, ni esclavos, ni libertos, ni extranjeros. El
problema tiene que ver con diferentes ribetes, otro es el que tiene que ver con la
división del trabajo, tanto el esclavo, como el campesino y el artesano trabajan para
otros, en el caso del campesino y del artesano sus trabajos son pagos, pero el criterio
que aquí toma Aristóteles para descartarlos como ciudadanos es que no son libres,
están conminados al trabajo y por ello carecen de tiempo libre para participar de las
asambleas del pueblo. Adosada a la no admisibilidad de la ciudadanía de los
artesanos a razón de la carencia de virtud, Ross (1981), comenta acerca de la
percepción del filósofo en cuanto a “las condiciones desfavorables” o la desigualdad
de capacidades, en tanto unos hombres son más aptos que otros para “vivir la buena
vida”
V- a- Presentación de las ideas que se tratan de explicar en el video: Aristóteles. Parte
1 de 3.
En el desarrollo del video se podrán enumerar la exposición de las siguientes ideas:
1- Identificación del pensamiento político de Aristóteles entre otros filósofos
relevantes de mundo occidental.
2- Datos biográficos que le ubican y señalan intereses en el desarrollo de su
pensamiento filosófico.
3- Relación con la filosofía idealista de su maestro Platón y la polémica con la
sofistica. Injerencia del contexto ateniense en el planteo de problemas,
(lenguaje-realidad).
4- Fidelidad, crítica, divergencia y propia formulación filosófica ante la filosofía de
Platón. -Critica a la Teoría de las ideas-Construcción de su propia especulación
metafísica-Critica de la idea de bien de Platón-Construcción de su teoría ética.
5- Incidencia de la muerte de Platón.
6- Relación política y educativa con la corte macedónica.
7- Significado de la amistad para el filósofo.
8- Fundación y propósito de la fundación del Liceo: construir una filosofía opuesta
a la de su maestro Platón.
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Filosofía política-Actividad1-Módulo 2
Bibliografía.
Aristóteles. (1992) Ética Nicomaquea. Política. México. Editorial Porrúa, S.A
Decimotercera edición.
Aristóteles. (1946) Metafísica. Espasa Calpe.
Castoriadis, Cornelius. (2005) Los dominios del hombre. Las encrucijadas laberinto.
Barcelona. Gedisa Editorial. (Cuarta reimpresión).
Dri, Rubén. (1999) La filosofía política clásica. De la Antigüedad al Renacimiento
Capitulo II. Filosofía política Aristotélica. Buenos Aires. CLACSO, Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales.
Ross, David William. (1981) Aristóteles. Buenos Aires. Editorial Charcas. Segunda
edición.
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